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Los títeres rebeldes por PokeGirl Uchiha

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IV.

Patrick no quería estar allí, y menos estar escuchando a los otros, pero era como si su cerebro estuviera contra suya, puesto que media hora después ya sabía que el grupo de los Títeres Rebeldes planeaba montar la obra de “Los árboles mueren de pie” de Alejandro Casona; también sabía que Isabella, la hermana de Fabio, estaba en su primer año de Comunicaciones, francamente a él le parecía que la chica solo quería trabajar en algún programa de farándulas y entrevistar famosos, y por lo poco que había visto de esos programas, contra su voluntad, le parecía que no necesitaba siquiera haber terminado la escuela, pero claro eran comentarios que se reservaba para él solo.

Isabella también había heredado la facilidad de hacer amigos, puesto que del grupo parecía la más extrovertida; aparte de Neil.  Isabella tenía un rostro casi redondo, como el Fabio, su cabello igualmente castaño, largo y liso, ambos hermanos eran casi idénticos, a excepción a que ella era más morena que Fabio y poseía unos ojos café claro, pero no de un nivel tan impresionante como los de Evans. Era bajita a los ojos de Patrick, debía medir el metro cincuenta y cinco.  Por el poco tiempo que había interactuado con ella, pero demasiado para su propio bienestar, había descubierto que la chica estaba obsesionada con el yaoi; parecía que casi le daba un infarto cuando le preguntó que era aquello, cosa que no debió haber preguntado, puesto que lo “comprometió” a que un día de esos se sentaría con ella para que esta pudiera darle una descripción detallada de todo, pero le adelantó que era el boys’ love en anime y manga.

No estaba seguro que expresión había puesto cuando se lo dijo, pero de seguro no fue ninguna que reflejara demasiada emoción, puesto que Fabio le prometió que jamás dejaría que entrase a la habitación de su hermana, solo él y su familia debían saber qué cosas guardaba allí. Aunque el comprender la afición de Isabella por el yaoi le hizo entender por qué Fabio no salió huyendo cuando le llegaron los rumores, en este caso bien infundados, sobre su homosexualidad; el pobre de su amigo debía estar más que acostumbrado a ver ese tipo de cosas aun contra su voluntad.  Hasta ese momento nunca se le había cruzado por la mente que las chicas podrían estar fascinadas con los gays, así que eso fue toda una revelación para él, no estaba del todo seguro si eran todas las chicas o solamente Isabella que tenía ese nivel obsesivo, pero en verdad no tenía la menor intensión de averiguarlo.

De allí estaba el otro chico, Logan Fritz, del cual prefería no hacer ningún tipo de declaración infalible en esos momentos, pero a primera vista le parecía que el chico andaba en su etapa de no saber qué le gustaba más, si los hombres o las mujeres; pero era claro que sus amigos no estaban plenamente conscientes del grado de confusión que tenía y por eso lo molestaban al no percatarse que eso se podría volver un problema en el futuro; ignorando ese ínfimo detalle Logan estudiaba segundo año de Ingeniería Civil, y había ido junto con Neil al colegio, pero Logan se había graduado un año antes, aunque misteriosamente ahora ambos estaban en el mismo año de universidad, cuando le preguntó si se había atrasado, respondió con tranquilidad que tenía la inteligencia suficiente como para ir al día con todo. Patrick no quiso insistir más en el tema puesto que no era su estilo.

Si Patrick tenía que ser completamente sincero, le había echado el ojo a Logan una que otra vez que lo había visto en alguna clase que no podía recordar en estos momentos, era bastante atractivo a la vista. Debía ser de su tamaño o uno o dos centímetros más bajo que él. Poseía un curioso cabello rubio rojizo, y sus ojos grises hacían una mezcla bastante llamativa. Su complexión era fuerte, a pesar que parecía que no gustaba frecuentar los gimnasios, pero tenían los músculos correctos bien marcados.  Y ahora que sabía que era el mejor amigo de Neil Evans parte de su encanto desapareció casi en el acto.

También, contra su voluntad, había conocido a Emma quien llevaba segundo año en Biología, se veía la más tímida e introvertida de todo el grupo, Patrick no preguntó tampoco su edad, a pesar que una parte de él quería, puesto que parecía que tuviera más edad que él. Emma era de lejos, al menos a criterio de Patrick, la más atractiva de las chicas del grupo, lo más atractiva que alguna tipa pudiera parecerle, cosa que no era mucho. No era tan pequeña, con suerte alcanzaba el metro sesenta y cinco, tenía el cabello rubio ceniza y ondulado, tenía unos ojos azules que impresionaban a cualquiera. Debía suponer que era bastante popular entre la población masculina que no bateaba para su mismo lado.

El siguiente era Víctor quien llevaba tercer año de economía. Patrick se preguntó que hacía alguien como él allí, lucía demasiado serio como para poder siquiera disfrutar de la actuación, por lo demás Víctor parecía el tipo de chico que pasaba fácilmente desapercibido. Su cabello castaño parecía estar en una constante protesta por la libertad de expresión puesto que era una maraña de pelos ondulados que parecían seguir el flujo del viento. Sus ojos negros ocultos detrás unos lentes, que le daban un aire de hipster, se veían más intensos ante el contraste de su cabello, podía ser de los mayores del grupo, pero en estatura era el más bajo y bastante escuálido, debía medir el uno sesenta con un poco de suerte.

Finalmente estaba Leah quien llevaba cuarto año de psicología y parecía que también compartía cierta pasión por el yaoi al igual que Isabella, pero a un nivel un poco más moderado, su rostro era alargado, su mirada le parecía ausente la mayor parte del tiempo, no sabía si eso era característico de los de psicología, puesto que pocas veces hablaba con alguien ajeno a su facultad y hasta el momento se no había interesado demasiado. Ojos grises, cabello de un rojo ceniza, el cual estaba anudado descuidadamente en una cola alta. Era bastante larguirucha debía medir un poco más del metro setenta y cinco,  y parecía carecer de las curvas que la mayoría de chicas intentan conservar la mayor parte de su vida, su aspecto producía cierta sensación de torpeza, y a Patrick le dio la impresión que adrede evitaba verse bonita.

Patrick se había quedado por largo rato mirando a los Títeres Rebeldes y entre más intentaba encontrar que tenían en común menos parecía comprenderlo, de los únicos que podía entrever un vínculo real era entre Neil y Logan, y aun así no tenía del todo claro cómo podían ser amigos durante tanto tiempo. Si a él le dieran a escoger entre convivir toda una vida con Neil Evans e irse a una montaña en el Tíbet hace mucho hubiera empezado a preparar lo que se llevaría para vivir en el exilio.

Antes que pudiera decirle a Fabio que debía irse, éste se vio inmerso en una intensa conversación sobre ningún aspecto en particular; Patrick se mantenía al margen a pesar de los intentos de Neil de meterlo en la conversación. Cuando finalmente Fabio notó sus intentos de obligarle a que se mancharan ya era hora de ir a clases.

—Lo siento, se me fue el tiempo hablando con todos.

—Eso noté— Dijo Patrick con el ceño ligeramente fruncido. Ahora tendría que ir después de clases a la biblioteca por algún libro que le ayudase, si con suerte los sacaban a la hora exacta.

—De verdad, perdóname. Además creía que te la estabas pasando bien con todos.

Patrick se acomodó la mochila— Esta bien, y para que quede claro eras tú quien se la pasaba bien.

Fabio suspiró. No había nada que hacer cuando Patrick se cerraba de esa manera, pero lo había visto sonreír un poco ante los chistes de Neil, pero eso era mejor no decirlo puesto que sería emprender una batalla en vano.

***

Patrick caminó entre los estantes de la biblioteca de la universidad. Encontró un libro que le ayudaría a hacer su ensayo de análisis histórico, empezó a recorrer los demás pasillos sin ir a ningún lugar aparente, sus dedos acariciaban los lomos de los libros, unos más antiguos que otros. Se detuvo al ver un título en particular, lo sacó con cuidado y empezó a hojearlo. Su vista pasaba con cierta velocidad por los primeros diálogos, luego se quedó leyéndolo con un poco más de detenimiento. Su expresión mostraba cierta curiosidad, extrañeza, luego cierta fascinación. Apartó su mirada del libro, para encontrarse con la mirada cercana de Neil— ¡¿Qué demonios?! —Exclamó lo bastante alto como para que la bibliotecaria lo mandara a callar— ¡¿Es que tú no tienes nada que hacer nunca?! — Preguntó a gritos susurrados.

Neil sonrió y tomó el otro ejemplar que estaba próximo a él— Sólo venía por esto— Le explicó con tranquilidad—. Los demás me están esperando— Agregó al mismo tiempo que señalaba a su grupo de amigos. Neil notó el libro de Patrick y esbozó una agradable sonrisa que obtuvo un ceño fruncido por parte de este, como era de esperarse—. ¿Lo leerás?

—En realidad— Empezó el mayor mientras intentaba ponerlo de vuelta en el estante, pero Neil lo detuvo.

—Solo léelo.

—No tengo tiempo.

Neil sonrió un poco— Bueno al menos llévatelo a casa para complacerme.

— ¿Por qué debería de hacerlo? — Cuestionó con expresión impertérrita.

El menor sonrió divertido— No lo sé, no te cuesta nada complacer a tus amigos.

—No somos amigos, Evans.

—Oh, cierto, una pena, pero sé que el libro te llamó la atención— Vio como Patrick arrugaba el entrecejo—. Es solo un libro. No hagas tanto drama.

—Evans, enserio deja de…

—Léelo— Insistió Neil—. No te vas a morir por hacerlo.

—No, pero lo haré del disgusto que me ocasiona verte.

Neil hizo como si no  le hubiera ofendido lo último— Bueno, entonces solo llévatelo a la casa y no tendrás que verme. El que nos hayamos cruzado solo fue una coincidencia, no creas que te estoy acosando o algo por el estilo.

—No serías el primero…

Neil sonrió divertido— Lo sé, pero te prometo que no llego a esos extremos. De ser sinceros, quería buscarte luego de clases para agradecerte la paciencia que tuviste con nosotros hace unas horas, sé que somos un grupo bastante peculiar…

—Eso es poco.

—Como decía, quería agradecerte por no molestarte con las preguntas fuera de lugar de Isabella.

Patrick suspiró— Es la hermana de Fabio, no puedo enojarme con ella sin que él se moleste.

Neil se apoyó contra el estante de libros— Sabes que sí, Fabio lo entendería, simplemente no querías hacer sentir incómodos a los demás.

—A mí no me importa que los demás…

—Claro, no te importan los otros. Lo olvidaba, hablamos de ti— Comentó Neil.

Patrick pensó que se estaba burlando de él, pero no encontró ningún rastro de sarcasmo en el tono del menor— Tengo que irme.

— ¿Te llevas el libro?

Patrick frunció el ceño— ¿Si me lo llevo me dejarás en paz? — En verdad ese chico lograba colmarle la paciencia, lo vio asentir con energía— Bien, me lo llevo, ahora piérdete.

—Claro, cuídate. Espero que te guste tanto como a mí— Exclamó con felicidad para luego alejarse de allí.

Patrick se quedó entre los estantes mirando como Neil iba a reunirse con sus amigos, reían, charlaba, molestaban mientras prestaban el libro y luego desaparecieron de esa planta de la biblioteca. Una vez se alejaron, Patrick prestó su libro de arquitectura.

— ¿Y ese también lo llevas? — Preguntó la vieja bibliotecaria, quien con mirada inquisidora veía como sujetaba el otro libro.

Patrick negó, iba a dejarlo en uno de los carritos para que luego alguien lo pusiera en su lugar, pero algo le detuvo— Pensándolo bien, creo que tengo un poco de tiempo libre— Exclamó antes de pasárselo. Una vez firmó para poder llevarse los libros a casa empezó a bajar las plantas de la gigantesca biblioteca.

Patrick salió de la biblioteca cuando el sol se estaba poniendo, tenía que darse prisa para ir a tomar el bus y lograr llegar a tiempo a su trabajo.  Corrió hasta la parada y logró hacerse lugar con un asiento en uno de los asientos de en medio. Una vez acomodado sacó el viejo ejemplar de “Los árboles mueren de pie” de Alejandro Casona. Se tomó unos minutos para regañarse mentalmente por haber ido a buscar ese libro y principalmente que Neil Evans lo hubiese encontrado con las manos en la masa; lo que menos necesitaba era que pensara que después de ese pequeño momento en el que se vieron obligados a convivir, las cosas entre ellos habían mejorado.

***

Patrick llegó al café con un retraso de quince minutos. Chasqueó su lengua molesto, pero se apresuró a dejar sus cosas en la bodega y a ponerse el uniforme del pequeño local — Llegas tarde— Exclamó una voz detrás de él mientras terminaba de colocarse la camisa del uniforme.

—Lo sé, ¿Se dio cuenta el señor Morrison? —Preguntó para mirar a su compañero de trabajo Allen.

—No, y sinceramente creo que en estos momentos ambos y Kara somos su menor preocupación.

Aquello no sonó bien — ¿Pasó algo? — interrogó mientras intentaba ponerse el ridículo delantal que eran obligados a llevar.

—Es lo que quisiera saber, vino el contador y una especie de asesor financiero, ambos tenían cara de pocos amigos.

—Genial, lo que me faltaba…

—Esto ha estado bastante vacío últimamente.

Patrick lo había notado hace dos meses. Generalmente por aquella época siempre necesitaban quedarse un poco más tarde limpiando debido a la gran afluencia de personas, ese año incluso tenían tiempo para reordenar las cosas varias veces a la semana.

—No solo aquí, todos los negocios. Excepto los bares, la gente no tiene dinero para tomarse un café, pero si para salir a emborracharse— Exclamó Patrick bastante preocupado, mientras se quitaba del rostro uno de cabellos que ondulaba sobre su frente. Sinceramente no podía darse el lujo de perder su trabajo en esos momentos, tenía al menos dos maquetas que debía empezar a hacer los próximos días y los materiales eran bastante caros. Eso sin mencionar los planos que debía imprimir para sus críticas.

—Descuida, no creo que el señor Morrison eche a alguien…

—Claro, pero si lo hace la que menos tendría que preocuparse es Kara— Exclamó un poco molesto Patrick. Kara era el tercer miembro del equipo de la cafetería, no era nada nuevo que a su jefe le gustara, y tampoco era una novedad que la chica jamás se fijaría en él; sin embargo, el señor Morrison jamás despediría a Kara teniendo otras dos cabezas que cortar antes que la de la chica.

—Es cierto, que suerte la de ella. Yo no puedo perder mi trabajo.

— ¿Crees que yo sí?

—Bueno, tú podrías hacer unos ajustes y salirte de esa universidad de niños ricos, podrías venirte a la mía.

—No gracias— Exclamó algo molesto. Primero preferiría vender algún órgano antes de salirse de su universidad.

—Claro, claro, te gusta mezclarte con la élite porque te hace sentir importante aunque ni siquiera…

Aquel tipo de conversación era la razón por la que Patrick siempre se mostraba hostil con Allen la mayor parte del tiempo. Desde el principio parecía que sus personalidades estaban destinadas a chocar constantemente y si bien convivían casi a diario eso no significaba que eran amigos. La paciencia de Patrick en esos momentos estaba al límite así que no le importó cortar el tema lo más pronto posible— ¿Quieres que te envíe al hospital, Allen? Así el señor Morrison no tendrá que elegir a quien despedir. Te encontrarías demasiado adolorido como para levantar una taza.

Allen sonrió divertido— ¿Un mal día eh? ¿O simplemente no quieres ni imaginarte conviviendo con los de tu clase social?

— Si yo estoy allí es porque la educación es buena, no porque me agrade estar rodeado de gente superficial. Y la universidad es la mejor en Arquitectura al nivel nacional. Sabes bien que si no tienes conectes como yo, solo el nombre de una buena universidad te salva que tiren tu currículo a la basura al primer vistazo.

Allen empezó a secar las tazas— Claro, el señor Patrick Smith, demasiado genial como para ir a una universidad de pobres, y aún más ilustre para juntarse con la bola de niños ricos. Por eso te la vives solo ¿verdad?

—Es eso o dejar que la estupidez humana se me contagie y eso último no está dentro de mis metas— Comentó con una sonrisa de superioridad.

—Algún día vas a comprender que las cosas no las puedes hacer tu solo…

—No las hago solo, tengo a mi abuelo y mi gato. No necesito nada más— Aseguró tajante.

Allen dejó de secar las tazas y se giró un poco para ver a Patrick quien no se había inmutado en absoluto— De todas formas el que tiene más probabilidades de ser despedido eres tú.

— ¿Yo?

—Claro, quién es el que se la pasa coqueteando con los clientes.

Patrick frunció el ceño— ¿Tengo cara siquiera que me gusta coquetear? Mira, si quiero algo no me ando con tantas mierdas, voy directo por él, es mi estilo y lo sabes. No es mi culpa que todos los que vienen acá piensen que tienen que cortejarme o una mierda de esas; y ni siquiera deberías estarte quejando, si eres tú el que se da un revolcón rápido con más de alguna de nuestras clientes en horas de trabajo. Además soy el más rentable y el bote de las propinas está lleno siempre gracias a mí, y eso que no me acuesto con todos mis clientes, si lo hiciera necesitaríamos al menos dos botes más y más grandes…

Allen iba a objetar justo en el momento en que la puerta de la oficina del señor Morrison se abrió. Ambos miraron al mismo tiempo hacia el lugar donde su jefe se despedía del contador y de otro sujeto al cual Patrick no conocía, pero Allen parecía en lo correcto, tenía todas las pintas de ser un asesor financiero.

Una vez salieron del lugar el señor Morrison los observó a ambos — Patrick, ¿podríamos hablar a solas unos minutos? — Pidió mientras entraba a su despacho.

Patrick sintió como si le hubiesen sacado todo el aire de los pulmones, miró a Allen, pero no se encontró con la mirada, llena de autosuficiencia que reflejaría cierto orgullo por haber estado en lo correcto, que esperó que tendría;  todo lo contrario, parecía preocupado por él. Si bien su relación era bastante extraña y no exenta a momentos de tensión como el de momentos atrás que parecían siempre surgir de la nada, jamás se les ocurrió que uno de los dos podría ser despedido.

—Patrick…

La voz de su jefe llamándolo desde el despacho lo hizo salir de su ensimismamiento— Voy enseguida— Dijo soltando la escoba.

—Tranquilo, no creo que sea nada grave—Exclamó Allen intentando lucir optimista, lo cual fue un pésimo esfuerzo y solo sirvió para poner a Patrick más nervioso—. Suerte…

—Gracias.

Cuando Patrick entró en el pequeño despacho el aire le pareció más pesado, intentaba pensar cualquier cosa para no verse en la penosa necesidad de suplicar porque no lo despidieran. No podía darse el lujo de estar desempleado quien sabe cuánto tiempo, tenía una cuota de la universidad que pagar y muchas cuentas de la casa pendientes, no podía esperar que su abuelo se encargase de todo con su pensión.

—Caramba muchacho, tienes una cara como si fuera a fusilarte— Exclamó el señor Morrison al verlo en el umbral de la puerta sin atreverse a entrar, por lo que le hizo una seña que tomara asiento. Patrick obedeció. Su mente trabajaba a prisa intentando enumerar todas las buenas cualidades que tenía y porque no debía ser despedido— Llegaste tarde ahora.

Aquello fue como un balde de agua fría para él — L-lo siento, no encontraba un libro y…

—Tranquilo, no pasa nada. Solo me sorprendió. Siempre eres muy puntual. ¿Está todo bien en la universidad?

Podía aprovechar esa pequeña pauta para decirle que realmente necesitaba el trabajo, que no podía darse el lujo de buscar un nuevo trabajo, pero suplicar nunca había sido su estilo, siempre lograba salir adelante a pesar de los obstáculos y si el señor Morrison ya había tomado su decisión no había mucho que él pudiera hacer, tampoco quería suplicar y que por su culpa echaran a Allen, no tendría la conciencia tranquila— Todo bien, solo un poco más de trabajo como era de esperarse.

El señor Morrison asintió y volvió su vista a unos documentos— Patrick, tengo que ser sincero contigo, sé que habrás notado que el negocio no ha ido muy bien últimamente. También estoy consciente que no es culpa de nadie, la situación está bastante complicada, creo que entre Kara y Allen eres tú el que puede comprender mejor el cómo la vida se va poniendo cada vez más costosa.

Patrick asintió con lentitud— Va a despedirme ¿verdad?

El señor Morrison lo miró unos segundos confundido y luego su expresión se suavizó— Estuve hablando con mi contador y un asesor financiero, ellos sugirieron que debería prescindir de los servicios de uno de ustedes, pero yo no me sentiría a gusto con eso, no sería justo para ustedes.

—Pero si no lo hace quien saldría más afectado sería usted.

Asintió— Quería proponerles algo; sé que no es la respuesta que esperarían, pero lo único que se me ocurre es reducirte dos días de trabajo, lo mismo haría con Kara y Allen, además solo tú trabajas prácticamente toda la semana y el que más horas hace. El tener que descontarte dos días sería un gran desahogo a mi bolsillo— Patrick mordió su labio, dos día menos de trabajo le implicaría demasiados ajustes en sus finanzas—. O si lo prefieres puedes buscar otro empleo y yo no te reprocharé nada, siempre puedes trabajar aquí hasta que consigas otro y cuentas con una buena referencia.

Patrick guardó silencio unos momentos— ¿Le importaría si medito un poco la decisión?

—Oh no, para nada, me sorprendería si no lo hicieras. Eres un chico bastante listo, haz lo que debas hacer y luego me dejas saber tu decisión.

Patrick asintió— A más tardar a final de la próxima semana le tendré una respuesta— Le aseguró. Intentó ponerse de pie, pero esperó a que le dijeran que pudiera retirarse una vez tuvo permiso y le pidió hacer pasar a Allen a la oficina. Una vez salió se sintió un poco más tranquilo. Solo un poco.

***

Apenas abrió la puerta fue recibido por Niebla quien se enroscaba entre sus piernas, dejándole ver que estaba feliz de verle. Patrick sonrió agradecido por aquel gesto. Se inclinó para acariciarle detrás de las orejas —Hola, amigo— Susurró mientras se acomodaba su mochila y tomaba al gato.

— ¿Todo bien por aquí? — Preguntó mientras escuchaba al gato ronronear bajo su mano.

Fue a la cocina y buscó algo para cenar, frunció el ceño al notar el refrigerador casi vacío. Se limitó a contentarse con un yogurt y un poco de cereal, aunque su estómago pedía un poco más. Al notar tanto silencio en el apartamento abrió la puerta de la habitación de su abuelo, Gabriel estaba profundamente dormido. Aquello le extrañó un poco, puesto que siempre esperaba a que el regresara a casa para dormirse. Se acercó un poco a él, pero todo parecía normal. Como no quería despertarle volvió a salir de la habitación. Se quedó frente al televisor viendo los resúmenes deportivos del día y un poco de noticias. Una parte le decía que debería de ponerse de pie e ir a empezar su ensayo, de lo contrario luego lo lamentaría, pero el sueño fue mayor que su voluntad. Terminó quedándose dormido justo donde estaba.

Fue despertado por el sonido de las caricaturas matutinas. Abrió los ojos un poco confundido, y notó como del resumen del último partido de la NBA ahora estaba saliendo una caricatura que no llegó a identificar, aquello le hizo sentirse un poco más viejo. Apagó el televisor y se estiró un poco. El reloj marcaba las seis y media. Era sábado así que tenía tiempo para desayunar tranquilamente y alistarse antes de ir a la construcción.

Gabriel aún no se había despertado. Patrick decidió darse una ducha para darle a su abuelo tiempo para que se levantase. Buscó la ropa que usualmente usaba para ir a trabajar, nunca sabía qué tipo de trabajo le pondría el señor Sliff, generalmente ayudaba a pintar alguna pared o construirla, también podía pastear los cielos falsos, el trabajo en la constructora era abundante, así que no tenía que quejarse por la falta de éste.

Salió de su habitación al mismo tiempo que su abuelo— Hey, ya me estabas preocupando. Anoche te dormiste temprano.

—Oh, es que me sentía algo agotado y hacía un frío de muerte. Lamento no haberte esperado despierto.

—No hay problema, abuelo, ¿qué quieres de desayunar?

—Cualquier cosa está bien, ¿Te doy una mano?

—Descuida, yo me encargo ahora— Dijo yendo a la cocina y buscar algo para preparar— Abuelo ¿No fuiste al súper esta semana?

—Sí fui. El problema es que hoy todo esta tan caro que apenas y pude comprar lo necesario con el dinero que me diste y  con otro poco de la pensión.

Patrick suspiró— Abuelo, cuantas veces tengo que decirte que ese dinero es tuyo y deberías usarlo para tus cosas— Exclamó mirando por encima de la puerta del refrigerador a Gabriel quien había tomado asiento en la vieja mecedora y acariciaba a Niebla.

—Son cosas para la casa, yo también vivo aquí. No querrás echarme ¿verdad?

Patrick sonrió a su pesar— Jamás, pero deberías comprarte algo que te guste, no sé…

—La comida me gusta— Comentó Gabriel con una jovial sonrisa.

—Vale, no quieres discutir— Dijo mientras sacaba lo que usaría para preparar el desayuno. Preparó unos sándwiches con queso y huevos revueltos en silencio, al de abuelo le puso un poco de ketchum  porque por alguna extraña razón le agradaba comerlos así, por fortuna siempre andaba guardado las bolsitas que daban en los restaurantes porque al parecer la botella que había comprado la última vez tenía días de haberse acabado. Una vez listo el desayuno lo llevó al comedor y le sirvió el poco jugo de naranja que quedaba.

Su abuelo se reunió junto a él en la mesa y sonrió un poco— ¿Todo bien, hijo?

—Sí, todo en orden— Mintió el chico. La verdad su mente no dejaba de hacer cálculos mentales sobre como sobrellevar su actual situación.

Gabriel asintió y empezó a comer— Eres un excelente cocinero, pero un pésimo mentiroso— Comentó mientras daba un sorbo a su jugo. Patrick evitó mirarlo a toda costa— Patrick…

—Estoy bien, nada que preocuparse.

— ¿Te metiste en problemas, muchacho?

—No, no ¿Por qué siempre crees que me he metido en problemas? — Dijo alzando la mirada para encontrarse con la alegre sonrisa de Gabriel.

—Bueno no sería la primera vez que lo hicieras, además aún estas en la edad de hacerlo, así que siempre es mejor preguntarte. Yo mismo me metí en varios gordos en mí dorada juventud.

Aquel pequeño recordatorio le hizo sentir una punzada en su pecho—Yo ya no, abuelo.

—Bueno, ¿entonces cuál es el problema?

—No hay ningún problema, en serio…

Gabriel dejó de comer— Patrick Smith, en este mismo instante me dices que es lo que te tiene tan preocupado, tienes una cara como si te estuvieran apuñalando.

La seriedad era algo poco usual en Gabriel por lo que hizo que Patrick empezara a hablar, le contó todo con lujo de detalles porque sabía que su abuelo era demasiado perspicaz y sabía muy bien cuando no le contaba todo o tergiversaba la verdad para hacerla menos grave. Al finalizar Gabriel tenía un semblante serio.

— ¿Cuánto dinero menos sería?

—Unos trescientos dólares o trescientos cincuenta…

Gabriel asintió— Tu cuota de la universidad también aumentó este año ¿verdad? — Patrick asintió a su pesar, aún con la media beca le estaba constando salir adelante con todo— ¿Y si pedimos un préstamo?

—No— Respondió tajante—. Ninguno de los dos va a endeudarse por algo que no vale la pena.

—Hablamos de tu futuro, Patrick.

—No quiero deberle nada a nadie, abuelo, no es mi estilo. Ya veré como me arreglo.

—Patrick, aún tengo unos ahorros y…

El menor negó con la cabeza con rapidez— No, es para alguna emergencia. Ya usamos todo lo que nos dio el seguro de vida de la abuela en mi matrícula y para ayudarme a pagar las primeras mensualidades cuando no me ajustaba. No podemos darnos el lujo de gastar el poco dinero que tenemos en algo que no es seguro.

Gabriel adoptó un semblante cansado— ¿Qué no es seguro? Que vas a graduarte, a ser un excelente profesional y a superarte ¿Esas cosas no son seguras para ti?

—No, no realmente— Miró el reloj intentando buscar una buena excusa para no seguir con esa conversación—. Se me hace tarde.

—Patrick, por favor, hablemos…

Apretó sus puños al escuchar el tono casi suplicante con que se lo pedía. Caminó hasta su habitación, pero las palabras parecían haberse quedado suspendidas en el lugar, odiaba cuando su abuelo se mostraba tan preocupado por él. Tomó sus cosas y al volver a salir Gabriel volvió a pedirle que hablaran—Ya hablamos, ya me forzaste a contarte mis problemas, son míos, abuelo, tengo que aprender a lidiar con ellos yo solo.

—No necesitas hacerlo tú solo todo, sé que una vez tu madre…

— ¡No estamos hablando de ella! — Exclamó furioso. No quería sonar de esa manera, pero si había algo que odiaba era que la mencionara— ¡¿Por qué demonios tienes que traerla siempre a colación?! — Gabriel se quedó en silencio. Patrick tomó su plato y metió lo que quedaba del desayuno en un depósito de plástico para llevárselo para el almuerzo, lo que menos necesitaba en estos momentos era desperdiciar la comida que no tenían y como no tenía dinero suficiente para el almuerzo eso serviría. Volvió a salir a la sala donde su abuelo estaba de pie intentando saber cómo evitar que esa conversación terminara tan abruptamente— Me voy. Tengo el día libre ahora en el café, quizás me vaya luego por allí. No me esperes despierto.

—Patrick, por favor…

—Ya no tengo nada más que decir— Sentenció antes de salir azotando la puerta del apartamento. Sabía que su abuelo no lo seguiría. Al llegar a la parada la culpa por tratar a su abuelo de esa manera se iba instaurando como un enorme peso en sus hombros, que intentó ignorar.

Una vez pudo llegar a su lugar de trabajo esperó instrucciones para ese fin de semana. El trabajo era levantar una pared de cinco metros de alto y doce metros de ancho. Fueron llevados al centro de la ciudad. El trabajo fue bastante sencillo, incluso le quedó tiempo de ayudar a soldar unas vigas de acero, lo cual le ganó más tiempo y un dinero extra que tanto necesitaba.

Eran las cuatro cuando Patrick salió de la construcción. Conocía la mayoría allí y era el “Jefecito” apodo ganado cuando supieron que estudiaba arquitectura y todos empezaron a molestarle que desde ya mejor se acostumbraban a llamarlo “jefe” para que dentro de unos años no le faltaran el respeto, a pesar que Patrick no se sentía a gusto con su apodo al menos no era de los más desastrosos; dentro de sus compañeros usuales de trabajo estaban “el Necrófilo” “Rabadilla de Gato” “la Jugosa”  y “el Frígido”.

Aquella tarde le había hecho el favor al “Rabadilla de Gato” de llevarse la pistola de clavos, porque se iba a ir de copas toda la noche y con suerte mañana podría recordar donde estaban trabajando, así que mejor no se arriesgaban a que la perdiera o la empeñara.

Caminaba rumbo a la parada cuando notó una figura conocida entre la multitud. Patrick se apresuró a cambiarse de acera y se quedó sin saber qué pensar ¿Qué tendría que hacer Neil Evans en una zona como aquella? El centro de esa ciudad no era caracterizado por ser el lugar donde la gente de la clase alta se reunía.

“A lo mejor anda en drogas” pensó, se conseguían baratas cerca del mercado negro. Iba a seguir adelante, pero algo en el lenguaje corporal de Neil le hizo comprender que en verdad no tenía ni la menor idea de donde andaba o hacia donde se dirigía. “Su problema, no mío” volvió a pensar cuando notó que se metía en una calle angosta que terminaba en un callejón— Oh, vamos, el tipo no puede ser tan imbécil— Susurró. Iba a seguir su camino cuando notó que dos tipos que iban delante de él también se habían percatado de Neil y cruzaron a la otra acera. Patrick se quedó extrañado viéndolos, acto seguido los dos tipos sacaron sus navajas y voltearon hacia un lado y otro antes de meterse al callejón.

Patrick se encogió de hombros y prosiguió su camino, pero de a poco fue reduciendo su ritmo hasta quedarse parado. Miró buscando en vano algún oficial, la estación de policía más cercana estaba al menos a quince minutos de allí.  Una parte le decía que debía seguir su camino, pero al notar como nadie salía del callejón empezó a preocuparse. Se repetía que era problema de Evans, que el tipo debería ser un tipo de retrasado mental si no les daba en el acto lo que sea que anduviera, pero luego recordó que se trataba de Evans —Vida, me estás jodiendo ¿verdad? — Exclamó en voz alta. Suspiró antes de echarse a correr para  volver a alcanzar la otra acera.

Cuando Patrick entró al callejón tenían a Neil contra la pared terminando de despojarlo de su billetera y su celular.

—Y si llegas a gritar te juro que te clavo la navaja en el estómago y te saco todas las tripas.

—Vámonos, alguien nos pudo haber visto entrar aquí…

—De hecho, ya lo hice— Exclamó Patrick. Notó la mirada sorprendida de Neil, parecía más blanco que la última vez que lo vio, pero de seguro del susto había terminado pálido—. Ahora van a devolverle las cosas al imbécil. ¿No ven que es nuevo por este vecindario?

— ¿Por qué deberíamos de hacerlo?

Patrick frunció el ceño— Porque si no van a vérselas conmigo.

Ambos tipos rieron. La verdad Patrick ni siquiera tenía un plan, había actuado casi por impulso, algo atípico de él— ¿En serio? ¿Qué vas a hacernos chico? — Dijo uno caminando hacia él.

—N-no te acerques— Le advirtió— Y-yo estoy armado…—Dijo sin pensarlo. Ambos tipos rieron, pero entonces recordó que en verdad lo estaba, o casi— Ustedes solo tienen esas navajas, llevan las de perder, así que dejen al chico en paz.

—Claro, chico…

Patrick logró abrir su mochila sin necesidad de quitársela y sacó la pistola de clavos y vio a los dos hombres palidecer, y no los culpaba, a primera vista parecía un arma de verdad, no era pequeña como la mayoría o con colores que indicaban que eran “inofensivas”.  Era de las alargadas, grises que si no te detenías a examinar con detenimiento o si no habías visto una antes fácilmente la confundías con una verdadera. Por fortuna los dos tipos parecían entrar en ambas categorías, en caso que hubieran notado que no era un arma de verdad igualmente los hubiera podido amenazar, un clavo de estos directo a la cabeza y prácticamente eras hombre muerto, o si tenías mala suerte te esperaba una recuperación demasiado dolorosa.

Aun no estando seguro que hacía logró sacar aplomo para no lucir nervioso— ¿Y bien? ¿Van a devolverle las cosas al chico? No teníamos que llegar a este extremo, pero veo que quieren llevársela de tipos duros y yo también puedo seguirles el juego— El más bajo de los dos se apresuró a poner el celular y la billetera en las manos de Neil —. Bien, ahora largo de aquí. Y ni se les ocurra gritar o llamar algún policía porque si no van a parar en un hospital sosteniendo sus intestinos ¿entendido?

Ambos asintieron casi automáticamente, Patrick se hizo a un lado, pero sin bajar la pistola, una vez los escuchó alejarse de allí, solo podía percibir el temblor de sus manos. Definitivamente se había vuelto loco, hacía unas horas le había prometido a su abuelo que ya no se metía en ningún tipo de problemas y ahora estaba allí exponiéndose a problemas de dimensiones colosales.

Respiró con profundidad antes de atreverse a guardar la pistola en su mochila, se suponía que no podía andar esas cosas tan a la ligera, puesto que no tenía ningún permiso para portarla, al menos no ese día, se le había olvidado en el apartamento.

Iba a salir del callejón cuando notó a Neil que parecía en una especie de shock— ¡Muévete, imbécil! —Exclamó furioso más consigo mismo por haber actuado de esa forma tan imprudente. Patrick se acercó a él y estuvo tentado a darle un golpe para que reaccionara, y de paso liberarse de la frustración que cargaba, pero cuando aquellos ojos se enfocaron en él desistió de la tentadora idea— En serio, Evans, si te quedas allí lo único que vas a conseguir es que asalten de nuevo—Esta vez lo pronunció un poco más tranquilo— Vete de aquí— fue lo último que le dijo antes de  salir de allí.

Fue la pauta de Neil para hacer lo mismo— ¡Patrick! ¡Hey! — Gritó entre la multitud. Finalmente logró alcanzarlo tuvo que tomarle de la camiseta, y solo entonces notó el temblor en todo su cuerpo— Joder, ¿qué demonios pasa contigo? Me salvas la vida y luego te vas como si nada hubiera pasado.

Patrick se apartó de la acera en la cual a esa hora circulaban una cantidad considerable de personas, aun siendo tomado por Neil de su camiseta— No seas tan dramático, solo iban a robarte, si hubieras sido imbécil y gritado a lo mucho te hubieran clavado la navaja, pero no ibas a morir.

Neil le miró extrañado— ¿De dónde has salido?

—Es un país libre, Evans, puedo andar por donde se me antoje.

— ¡¿Siempre tienes que andar tan a la defensiva?! Es una pregunta inofensiva.

Patrick miró alrededor temiendo que los tipos regresaran — Este no es un lugar para un niñato como tú. Tienes tatuado en la cara que eres un niño rico que no tiene ni puta idea que hace aquí.

Neil intentó recuperarse de su shock inicial para intentar darle sentido a todas las palabras que quería decir en esos momentos— Bueno, es que no tengo ni idea que ando haciendo acá. Andaba buscando un lugar donde conseguirle un disco duro externo a Logan y una vez escuché que por aquí se conseguían baratos, pero no tengo idea en qué local buscar.

Patrick alzó una ceja lleno de incredulidad, por un momento creyó que Neil le estaba tomando el pelo, pero una vez más vio que era más inocente de lo que había esperado— Mira, te vas calle abajo, luego cruzas a la izquierda, bajas unas gradas cerca de un callejón y llegas a unos locales de dudosa procedencia y allí encuentras lo que quieres.

Neil parecía intentar procesar toda la información de golpe —Oh, bueno, gracias por las indicaciones y sobre todo por salvarme, aunque tú no lo veas así— Parecía tentado a agregar algo más, pero desistió—. En verdad, te lo agradezco.

Patrick bufó—Podrías agradecérmelo soltándome, que tu estúpida temblequera me está estresando—Neil le miró apenado antes de soltarle—. Adiós, Evans. No te metas en problemas— Comentó antes de seguir su marcha. La parada estaba a media cuadra de donde estaba en esos momentos. Miró calle abajo donde Neil se había ido. Su bus llegó sin que lo notase, estaba a punto de subir cuando volvió mirar a bajo.

— ¿Subes o no? — Le preguntó el conductor.

—Hoy no…— respondió Patrick antes de echarse a trotar calle abajo. A veces odiaba ser tan buena persona, pero dejar a Neil Evans allí era como dejar a un inútil corderito en las fauces del lobo. Al cruzar dos esquinas más abajo no lo encontró. Aquello lo tomó como una señal que debía dejar las cosas como estaban y dejar de hacerle favores a alguien que ni siquiera le simpatizaba. En primer lugar ni siquiera debió haberse tomado la molestia en ir tras él. Se giró, solo para chocar contra él.

—Patrick— Exclamó Neil—. Joder, lo siento, y-yo ¿me dijiste que cruzara a la izquierda o la derecha? No soy muy bueno memorizando direcciones.

El mayor suspiró— Si serás imbécil…

Lejos de responderle con otra ofensa solo se le quedó mirando extrañado antes de decir— ¿Qué haces aquí?

—A-ah bueno…—La pregunta le pilló desprevenido, por más que intentara buscar una explicación lógica sus anteriores actos solo llevarían a aceptar que de alguna manera u otra por alguna razón completamente desconocida estaba preocupado por él.

Neil sonrió— Gracias. No tengo idea donde ir.

Para Patrick y para cualquiera que tuviera ojos aquello era algo obvio— ¿Cuánto dinero cargas?

— ¿Vas a asaltarme? — Preguntó a manera de broma, pero Patrick frunció el ceño— Ok, hoy tampoco estas para bromas, no sé, creo que cien dólares en efectivo, pero si aceptan tarjeta entonces trescientos ¿crees que es suficiente para un buen disco duro externo?

Patrick no comprendía porque estaba ayudando a ese niñato, debería dejar que se lo estafaran— Dame cincuenta— Ordenó. Neil no puso mayor reparo y sacó el dinero—. Bien, pase lo que pase mantén cerrada la boca y quita la cara de imbécil si no quieres que anunciarles a todos que es tu primera vez en el patio de niños grandes. Ahora vamos, no te separes y pásate tu billetera al bolsillo de enfrente, igual que tu celular— le indicó.

Ahora que empezaba a anochecer el lugar se veía más tétrico de lo que en verdad era; descendieron hasta unos locales más alejados de la calle principal, en el camino hasta allí les ofrecieron drogas por lo menos tres veces, obviamente con nombres claves para el comercio. Llegó a un puesto de electrónicos— Jim, ¿estás?

Un hombre de unos treinta años, regordete y con canas prematuras apareció entre una montaña de electrónicos— ¡Hey, pero si es el mero Patrick! ¿Qué te trae por aquí?

—Ando buscando un disco duro externo de buena calidad ¿tendrás alguno con esas características?

—Me extraña esa pregunta— Fue cuando reparó en Neil — ¿Amigo tuyo?

—Este es Neil. Me está acompañando.

—Hola, Neil.

—Hola, un placer.

Al escucharlo Jim soltó una carcajada— ¿Lo sacaste de una academia de etiqueta?

Patrick suspiró— Algo así, oye ando un poco de prisa si no te importa…

—Claro, claro, vienes solo por negocios— Despareció unos segundos antes de volver con al menos media docena de discos duros. Patrick los examinó con detenimiento mirando de reojo a Neil y notó que le había echado el ojo a un WD de 1 TB—. ¿Cuánto? — Preguntó Patrick levantándolo.

— Ochenta dólares.

Patrick sonrió divertido— Claro, y yo ando los ochenta…—Notó a Neil a punto de abrir la boca y le dio un disimulado pisotón para que mantuviera su boca cerrada—. En serio, Jim, estafa a los otros, pero a mí no. Te doy cuarenta por él, estoy seguro que aún le sacas buena ganancia.

—Estás loco, Patrick.

El menor se encogió de hombros— Quizás sí, debí haber ido a preguntar a otro lugar.

—Setenta.

—Cuarenta y cinco.

—Sesenta.

—No nado en dinero como tú, Jim, te lo recuerdo. Aún estoy resintiendo el dinero que me zafaste por los programas para la computadora.

—Bien, cincuenta. Es mi última oferta.

Patrick se tomó su tiempo— De acuerdo, solo porque lo necesito urgentemente— dijo antes de sacarse los cincuenta que Neil le había dado—. Sigo sintiendo que me estás estafando, Jim. Espero que la próxima logres un precio que me deje satisfecho.

El hombre río un poco— Son negocios, Patrick. No hay lugar para la amistad, pero sabes que me agradas. Pásate un día de estos que andes más tiempo para que te enseñe los nuevos celulares, deberías de cambiar ya ese ladrillo que cargas.

Patrick se limitó a fruncir un poco el ceño y a guardar el disco duro en una bolsa— Lo pensaré, nos estamos viendo, Jim, andando Neil.

—Un gusto, señor Jim

El hombre sonrió divertido— Igualmente chico. Hey, Patrick, invítalo de nuevo otra vez, creo que es la primera vez en diez años que alguien me llama “señor” — Patrick estaba a punto de largarse cuando Jim dijo: — Me saludas a Boris y al resto, ya hace días no vienes con ellos.

—Sí, claro— Exclamó Patrick con una pequeña sonrisa forzada.

Cuando finalmente volvieron a la calle principal Neil no dejaba de mirar a Patrick lleno de admiración— ¡¿Cómo hiciste eso?!

— ¿Hacer qué?

—Que casi te regalara el disco duro, joder, ¿sabes cuánto vale uno de estos en las tiendas?

Claro que lo sabía— Da igual ahora, lo importante que ya tienes lo que venías a buscar y por lo que casi te asaltan.

—Joder, no sé cómo agradecerte…

Patrick hizo un gesto restándole importancia— Bueno, has consumido media hora de mi preciado tiempo. Adiós, Evans.

—A-aguarda ¿tienes transporte?

—El bus, si me dejas llegar a él.

—Para nada, al menos déjame llevarte a tu casa.

—No es necesario, Evans, no me debes nada. Adiós.

Neil le bloqueó el camino— Me salvaste de esos dos tipos, me ahorraste tener que explicarles a mis padres que demonios hacía aquí y porque me robaron todos mis documentos y mi celular, de paso me ahorraste como mínimo cincuenta dólares.

Patrick metió sus manos a los bolsillos de su pantalón— ¿Sabes? Cuando lo pones así me haces arrepentirme de haberte ayudado tanto…

—Anda, te doy un aventón. No me hagas rogarte.

—Escucha, Evans…

—Solo escucharé hasta que me digas que aceptarás que te lleve a tu casa.

Patrick empezó a maldecir por lo bajo —Mira he tenido un día bastante malo, dices que me debes una así que para estar a mano hazme el favor y piérdete, lo que menos necesito es que vengas a convertir un día malo a uno atroz.

—Entonces deja que te lleve a tu casa, llegarás más rápido que en el bus. Es solo un aventón. ¿Qué tienes que perder?

Patrick estaba a punto de arrancarse la mitad de su cabello del estrés que le provocaba aquella actitud tan pasiva y relajada de Evans— ¡Bien! ¡Joder, llévame, pero deja de hablar por todos los cielos!

Neil asintió de buena gana y le indicó que lo siguiera. Patrick suspiró molesto, en verdad no comprendía porque el mundo parecía conspirar para que conviviera con Neil Evans. Entraron a uno de los pocos centros comerciales con seguridad  y con cámaras de vigilancia, al menos Evans había sido precavido de dejar en un lugar seguro su auto. Buscó con la vista el BMW, pero vio a Neil acercándose a una camioneta Murano azul, prefirió no hacer preguntas, se limitó a entrar en el asiento del copiloto y dejar su mochila en la parte de atrás.

Neil encendió el auto y salió del parqueo luego de pagar por la seguridad —Bien, guíame…

Patrick le dio unas escuetas indicaciones, pero con las que Neil logró ubicarse por el momento, el mayor dejó que la música intentara calmarlo; odiaba admitirlo, pero Neil tenía buen gusto para la música, el efecto de “November Rain” combinado con el aire acondicionado terminaron por adormecerlo.

Despertó al escuchar una voz diciéndole que su orden estaba completa; confundido abrió los ojos — ¡Hey, despertaste! — Exclamó Neil con voz animada— Toma. Espero que te gusten las hamburguesas.

—Yo no…

—Ya está pagada, ahórratelo— Patrick tuvo que resignarse solo porque se estaba muriendo del hambre—. Me estacionaré un rato para comer, ando un hambre de perros— Anunció Neil. Se quedaron en el estacionamiento viendo los autos de la autopista pasar. Patrick abrió su bolsa y atacó las papas fritas— ¿No les echas salsa de tomate?

—No me gusta echársela encima.

—Es broma ¿verdad? — Preguntó Neil— Oh, si no vas a usar una de tus bolsitas ¿podrías dármela? La verdad nunca me alcanza las que me ponen.

—De acuerdo— Dijo pasándole dos de sus salsas.

—Por cierto nunca me dijiste que hacías allí.

— ¿Por qué debería hacerlo?

Neil sonrió divertido— Porque si no lo haces te agobiaré con preguntas y luego te contaré lo aburrido que estuvo mi día.

Patrick maldijo por lo bajo— Trabajar, algo que alguien como tú de seguro no conoce su significado.

— ¿Trabajar? ¿En qué?

—Construcción.

Neil le miró asombrado— Oh ¿por eso andabas la pistola de clavos?

—Se la guardo a un compañero. No es mía— Dijo mientras rebuscaba entre la bolsa alguna papa frita que estuviera suelta.

—Pues que suerte que la tuvieras, por un segundo de lo aterrado que estaba juré que era un arma de verdad. Luego recordé que mi padre tiene una de esas en mi casa.

—Hn.

— ¿Entonces qué haces allí?

—Un poco de todo en realidad…Aguarda, ¿Por qué demonios te estoy contando todo esto?

Neil desenvolvió su hamburguesa y la untó de una cantidad obscena de salsa de tomate— No lo sé, quizás quieres conversar conmigo. Quizás ya empiezo agradarte.

—Quizás deberías tirarte a la autopista antes de si quiera llegar a pensar que me simpatizas.

—Vale, lo he captado. ¿No comes más? — Preguntó extrañado al notar como volvía a cerrar la bolsa de papel.

—No— Exclamó un poco avergonzado, de seguro había visto como echaba la sal y la mostaza que Neil no había usado para sus papas en su propia bolsa. La verdad es que se moría por terminársela, pero quería llevarle algo de comer a su abuelo, también a manera de disculpas por su comportamiento de la mañana.

Neil decidió no insistir más sobre el tema. La música hizo menos incómodo el momento mientras  terminaba su hamburguesa. Una vez listo emprendió la marcha y fue acatando las escuetas indicaciones de Patrick —Déjame aquí— ordenó unas cuadras antes de llegar a donde vivía.

—Ni hablar, te dejaré frente a tu casa.

Estaba demasiado cansado como para protestar, le terminó de guiar hasta que quedaron frente a su edificio y esta vez se hizo un silencio que ni la música logró aliviar— Entonces, aquí es donde vivo. Nada que ver con tu residencial de lujo…

—No he dicho nada.

—Pero lo piensas.

—Claro que no, solo me estaba preguntando en que piso vivías.

— No te interesa.

—Supongo que debes tener una buena vista de la ciudad— Comentó Neil intentando demostrar que no le importaba que actuara de esa manera con él. Al no obtener ninguna respuesta de Patrick decidió evitar prolongar el momento—. Entonces, aquí estamos. De verdad gracias por todo lo que hiciste ahora. Estoy en deuda contigo y si alguna vez necesitas algún favor, no importa que sea no dudes en acudir a mí. Va enserio. ¿Escuchaste?

—Sí, sí— Eso no pasaría en mil años, pensó el mayor antes de tomar su bolsa que aún contenía la hamburguesa—. Adiós, Evans— Salió del auto y caminó hasta el edificio sin mirar atrás.

Al entrar al apartamento escuchó la risa de su abuelo viendo la televisión, aquella risa logró hacer sonreír a Patrick también— Ya vine— Dijo con cierta culpa al recordar su comportamiento de hacía unas horas, pero cuando Gabriel apartó la mirada del televisor, esa sonrisa se hizo más amplia.

—Creí que no te vería hasta mañana.

No había ningún gesto que delatara que estaba molesto con él— Hubo cambio de planes.

—Oh, nada grave espero.

Estaba tanteando el terreno, pensó Patrick, incluso con su abuelo parecía haber impuesto unas reglas tácitas a las que este debía atenerse si quería una convivencia pacífica. No recordaba en qué momento su relación cambió tan drásticamente— Oh no, me encontré a Neil saliendo del trabajo y prácticamente me obligó a que lo permitiera traerme.

— ¿Neil? Es el mismo chico de la vez pasada.

—Sí.

—Veo que se están haciendo muy buenos amigos, lo hubieras invitado a pasar. Fui al mercado esta mañana por lo que hacía falta. Había para suficiente para que se quedase a cenar. Nunca has traído a ningún amigo de la universidad.

—Creo que tenía planes y pasamos comiendo algo, por cierto te traje una hamburguesa, deberías aprovechar de comerla ahora que está caliente— Dijo poniéndola sobre la mesa—. ¿Quieres que te la sirva en un plato?

— ¿Qué hay de ti?

—Oh, no te preocupes por mí. Ya comí.

—Luces exhausto— Señaló—. Deberías darte un baño y luego dormir bien.

Patrick se llevó una mano a la nuca— En realidad iba a darme un baño y avanzar con un reporte para la otra semana.

—Deberías descansar de vez en cuando o salir a divertirte. ¿Cuándo fue la última vez que saliste por allí a pasarla bien con algún amigo?

—No lo recuerdo, abuelo…

—Pues deberías.

—Lo haré, pronto, la próxima vez que alguien me invite a salir a algún lado aceptaré— Eso nunca pasaría—. Iré a ducharme mientras cenas.

—De acuerdo.

Se tomó su tiempo en la ducha. Debió pasar al menos treinta minutos hasta que salió del baño. El agua le escurría por los rizos los cuales intentaba secar. Fue hacia la cocina puesto que el hambre le estaba volviendo a pasar factura.

— ¿Aún tienes hambre, Patrick? — Preguntó su abuelo girado un poco el cuello hacia la cocina—. Te hubieras comido tú la hamburguesa.

—No te preocupes abuelo, solo se me antojó una manzana— Dijo mientras se inclinaba para buscar una, la única de hecho. Esperaba que fuera suficiente para aplacar el hambre al menos hasta que su abuelo se fuera a dormir para poder cocinar algo a gusto.

—No deberías andar solo con una toalla por toda la casa, te vas a resfriar.

—Ahora voy a cambiarme, solo quería venir por la manzana.

Cerró la refrigeradora dispuesto a irse a poner algo cómodo cuando llamaron a la puerta— Patrick, ¿podrías atender? Debe ser el viejo Herm que viene a devolverme el martillo y la llave inglesa que le presté.

—Claro— Aunque no entendía porque le llamaba la atención por andar en toalla por la casa y luego le mandaba a abrir la puerta por unas simples herramientas. Cruzó la pequeña estancia cuando recordó un detalle importante— ¡Mierda! — Murmuró por lo bajo. La pistola de clavos se le había olvidado en el carro de— Evans…—Exclamó confundido cuando hubo abierto la puerta y se encontró con la persona en la que había pensado. De repente se sintió un poco incómodo por estar medio desnudo, nuevamente frente a él. Notó como la mirada del menor volvía a bajar justo a donde tenía su tatuaje, pero esta vez estaba seguro que no se asomaba.

—Hola, lo siento, no sé si podía venir, pero te has olvidado esto en el asiento trasero y pensé que lo ocuparías mañana. Iba a llamarte, pero luego recordé no tengo tu celular y como sabía a medias donde vivías entonces pensé en traértelo. Tuve que preguntarle a una anciana que parece hablar con su perico australiano donde vivías, espero que no haya ningún problema…

Patrick se quedó unos segundos en silencio, lo suficiente para darle tiempo a Gabriel para llegar a su lado— Oh, hola. Debo suponer que eres Neil. ¿O me equivoco?

Neil sonrió al ver a Gabriel en la puerta, en parte aliviado por no tener que seguir prolongando ese silencio incómodo— Neil Evans, señor, un gusto conocerlo.

—Gabriel Smith, un placer, pero no te quedes allí afuera entra. Este muchacho tienes malos modales y le gusta andar medio desnudo por toda la casa desde que nació.

—Abuelo…

Neil miró a Patrick como pidiendo permiso— Y-yo no quiero incomodar.

—Para nada muchacho. Ven pasa, siempre me alegra tener visitas…

Debí haberlo dejado en ese maldito callejón, pensó irremediablemente Patrick.

Notas finales:

Creo que dejaremos los lunes para actualización. Asi me motiva a empezar las semanas.  ¿Debió haberlo dejado en ese callejón? ;) Averiguénlo en el próximo episodio. 


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