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Los títeres rebeldes por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Capítulo largo por la espera+ todos sus reviews completos. 

XXII.

Fabio despertó ante el ruido de su habitación. Confundido se quitó las sábanas y vio a su hermana en pijama—¿Qué demonios haces?

La chica se giró unos segundos para verlo mientras luchaba por alcanzar algo de la parte superior del armario—¿Te he despertado? Lo siento, es que no encuentro mi plancha para el pelo y el rizador.

—¿Y qué te hace pensar que están en mi cuarto?

—¡Aquí está! —exclamó feliz la chica.

Fabio solo se echó la sábana a la cabeza. ¿Cómo demonios había terminado eso allí?  Volvió a dormirse por lo menos una hora más. Cuando despertó notó como el reloj marcaban pasadas las doce. Saludó a su madre a quién el buen humor de ayer parecía habérsele ido. Quizás Isabella le había comentado que su padre vendría a recogerla a la casa.

Era extraño que de pronto la casa donde creció no se sintiera más un hogar, y que ese calor de hogar hubiese sido reemplazado por el que sentía cuando estaba con Isabella en el departamento. Al menos la cena había ido bastante bien anoche, pero Fabio sabía que la verdadera prueba de fuego sería esta noche.

Cuando entró al cuarto de su hermana andaba a medio vestir y con la toalla en su cabeza, nunca comprendería cómo se hacia esa especie de turbante—Hola, casi cumpleañera.

—Hola, lamento haberte despertado antes —dijo con una pequeña sonrisa que denotaba su culpabilidad.

—No importa, me volví a dormir de todas formas —le recordó con tranquilidad mientras se sentaba en la cama y notó que había más regalos que los que ayer recordaba—. ¿Y estos?

—De los tíos Marc, Jane, Carol. Aquel es de la abuela y el grandote del primo Claude —explicó mientras señalaba los nuevos—. Ya sabes, la misma mentira de todos los años, que el trabajo, que algún chequeo con el médico, que algún viaje de negocios.

Fabio asintió mientras curioseaba las bolsas—¿Aún te molesta que no vengan?

—Nah, al menos aún se sienten lo suficiente culpable para mandar un regalo. Aunque no me molestaría que se aparecieran de vez en cuando, en especial cuando aún me molesto por invitarlos a una cena en familia —exclamó mientras abría su closet—. Digo, soy la cumpleañera, y aun así hasta me he ofrecido a cocinar y sabes bien que difícilmente me ofrezco para algo así.

Fabio sonrió un poco, para ser alguien que ya no le molestaba, la voz de su hermana aún sonaba un poco dolida. Siempre era lo mismo todos los años, Isabella invitaba a toda la familia para su cumpleaños, o para navidad y año nuevo al final solo terminaba obteniendo los mejores regalos a manera de disculpa. Su familia no era exactamente unida, y Fabio estaba acostumbrado a eso, pero su hermana aún parecía guardar alguna esperanza.

—Por cierto la abuela me mandó como cinco cajas de chocolates, si quieres alguna es tuya —dijo mientras señalaba la pila de cajas.

—¿Y qué más te regalaron?

—Ya sabes, lo usual: ropa, zapatos, joyería. Aunque la abuela me mandó aparte de los chocolates una cámara nueva —exclamó mientras dejaba de dar vueltas por la habitación y se tomaba su tiempo para enseñársela—. Es toda una cámara profesional. Al parecer si lee las cartas que de vez en cuando le mando.

—¿Le contaste del curso de fotografía que te metiste?

—Sí. Aunque ya sabes cómo es la abuela. No le gusta contestar y solo recibo carta de ella en navidad y mi cumpleaños. Intenté convencerla para que se comprara un celular, pero ya sabes como es. Siempre dice que le gustan las cosas a su manera, así que, no sé. Supongo que es bonito recibir de vez en cuando algo en el correo que no sea tu estado de cuenta del banco o cupones de descuento de alguna tienda.

Fabio sonrió un poco. Sabía que su hermana siempre le gustaban esos pequeños detalles como una carta, una cena familiar, detalles tradicionales que contrastaban con su personalidad moderna y un poco rebelde—Lo bueno que ya podrás practicar con tu propia cámara. Lo malo que ahora tendré que aguantar todas tus fotos en Snapchat, en Instagram y Dios sabe que otro lugar…—Fabio sonrió al ver su hermana fruncir el ceño antes de tomarle una foto, el flash le cegó

—Bien, eres mi primera foto. Espero que no me des mala suerte.

—Claro que no. Hasta te debería de cobrar por ser tu primera foto —dijo en tono animado—. Ya, quita esa cara. ¿Ya almorzaste?

—No, aún no, pero quería ver que iba a ponerme para la cena con papá.

Fabio solo suspiró—Isabella faltan más de cinco horas, creo que encontrarás perfectamente algo que ponerte.

—Es que no sé, quería verme bien. No sé. Hace mucho que no salgo con papá y quería verme bonita.

Su hermano la atrajo y beso su frente—Tu siempre te vez bonita —Isabella sonrió al escuchar a su hermano—. El problema es cuando empiezas a hablar.

—Idiota.

—Anda. Vamos a comer.  Que sabes que odio hacerlo solo.

—Está bien. Tu ganas —exclamó derrotada mientras abrazaba a Fabio. Desde que tenía uso de razón siempre lograba salirse con la suya cuando sus padres la mandaban a hacer algo que no quería, pero cada vez que Fabio le pedía algo, siempre terminaba cediendo no importaba lo que fuera. Fabio siempre había estado allí a su lado. Era el único que nunca parecía juzgarla y si bien a veces peleaban, pero eran tan contadas las ocasiones que incluso se extrañaba cuando lo hacían.

Al final habían decidido almorzar en el jardín. Fabio vio como los esfuerzos de su hermana de convencer a su madre que los acompañaran a comer eran nulos, solo alegó un dolor de cabeza por haber estado trabajando toda la mañana en el jardín. Insolación o algo por el estilo que no alcanzó a escuchar bien. Isabella se sentó desanimada frente a él, a los pocos minutos la empleada doméstica les servía el almuerzo.

—Anda, quita esa cara.

—Lo siento. Es solo que a veces me gustaría que fuéramos una familia y no solo un puñado de extraños viviendo bajo un mismo techo —exclamó Isabella mientras bajaba su mirada y empezar a comer en silencio.

Fabio posó su mirada en el plato sin saber bien qué responder a eso. Nunca se había planteado eso, pero quizás Isabella tenía razón. Quizás si eran un montón de extraños forzados a vivir bajo un mismo techo. Aunque el primero ya se había ido, y por lo que se veía no iba a regresar a ese lugar.

***

Patrick se rezagó unos segundos del grupo para un mensaje en su teléfono era de Neil preguntándole a donde iba a recogerle para luego ir por el regalo de Isabella, al final habían estado en lo correcto, Leah había ido al centro comercial ayer y en todas las tiendas que había ido ninguna vendían la camiseta del Dortmund con nombre. Así que Patrick realmente los había salvado. Al final un primo de Allen, que también era un conocido suyo, quedó en conseguírsela, a un precio mucho menor que el de las tiendas; por lo que solo debían ir por ella.

Aunque claro para conseguirla tuvo que pedirle el nuevo celular del tipo a Allen e implicó aguantarse sus “felicitaciones” por finalmente estar ampliando su círculo social. Y limpiar el baño de mujeres dos días seguidos, aunque eso último fue lo que le ayudó a conseguir la camisa más barata.

El Necrófilo estaba pidiendo una especie de sopa que se veía demasiado exótica como para que Patrick se aventurase con ella, así que el pidió el plato del día, nada del otro mundo. Pollo, al menos eso decía en el letrero aunque por el tamaño de la porción se preguntaba si no era una especie de gorrión, arroz,  y el refresco.

Se sentaron con el Rabadilla de Gato que había pedido unos fideos en salsa que se veían demasiado peligrosos para su colesterol. Patrick volvió a ver su billetera extrañado que entre el dinero estuvieran dos entradas para una discoteca, tardó unos segundos en recordar que se los había regalado John, el tipo de medicina. Patrick frunció el ceño al recordar la extraña mirada que Neil le había dirigido al tipo el día de ayer, se habían encontrado de casualidad y al final le había regalado dos entradas dobles para no sabía que fiesta. A pesar de la insistencia que se las regalara a alguien que en verdad fuera a ir no tuvo éxito en rechazarlas. Solo logró entender de la verborrea que soltó de pronto que se las había ganado en la radio y tenía algún compromiso familiar por lo que no iba a ir y el resto de sus amigos ya tenían planes o sus propias entradas.

Al final tuvo que aceptarlas para que dejara de hablar, aunque al final le había dicho “Hay me cuentas luego como estuvo” así que Patrick asumió que solo era una especie de plan para que luego de alguna manera se sintiera comprometido a hablar con él.

—¿Qué dices, jefecito?

La pregunta hizo que Patrick saliera de sus cavilaciones—¿Eh?

—¿Si te animas a ir por unas cervezas más tarde? —repitió el Rabadilla de Gato.

—Hoy paso. Tengo un compromiso más tarde.

—¿Y eso?

—Estamos planeando una especie de fiesta sorpresa para una amiga y yo soy el encargado de ir por el regalo.

Todos se miraron unos a otros con unas sonrisas que Patrick no logró comprender hasta que el Necrófilo le soltó— ¿Amiga o amiguita? — El tono era claro de lo que querían decir.

—Amiga a secas —les dijo un poco abochornado—. Sin ningún título extra.

El resto rio al escucharle a hablar—Oh vamos, jefecito, no te pongas así. Es la primera vez que nos hablas de una chica desde que te conocemos, no nos culpes si creemos que te gusta.

La sola imagen mental de él enamorado de Isabella le hizo tener escalofríos—Creo que se la dejaré a otro valiente —comentó sin más.

—Vale, vale te creemos. Pero estamos felices por ti —dijo la Jugosa mientras terminaba de comer—. Creo que es la primera vez que te escuchamos hablar de cómo una persona normal —Patrick apartó la mirada avergonzado—. Si, ya nos habíamos preocupado que solo pasabas estudiando y trabajando. Nosotros a tu edad la mayor parte del tiempo solo causábamos problemas.

—Y por eso terminamos así —exclamó el Necrófilo con una risotada que fue contagiosa al resto.

—Así que más te vale, jefecito, que te gradúes pronto para que luego nos contrates y tener asegurado un buen trabajo —le recordó el Rabadilla de Gato.

—Vale, vale. Solo no abusen de la confianza —les dijo Patrick un poco avergonzado ante la idea que alguna vez él llegase a mandarles, en especial cuando ellos habían sido quienes les habían enseñado todo lo que sabía.

—Para nada, jefecito, solo tendrás que invitarnos al menos a una ronda cuando salgamos a beber.

—Vale, vale aunque creo que ustedes tienen más fe en mí que yo mismo.

***

Fabio había perdido la cuenta cuantas veces había visto pasar a Isabella frente a su habitación con ropa diferente la última hora y media, pero hacía semanas que no la había visto tan animada como en esos momentos. Contra todo pronóstico estuvo lista diez minutos antes de la hora acordada con su padre. Fabio bajó a esperar con ella a su padre.

—¿Seguro que no quieres acompañarnos?

—Nah, ve y diviértete. Saldré con Matt y Kim, no nos vemos hace meses así que saldremos por allí.

—De acuerdo, pero si cambias de opinión siempre puedes mandarme un mensaje para que te esperemos para el postre —Isabella se miró nuevamente en el espejo—¿Segura que me veo bien? ¿El vestido no es demasiado? —preguntó nerviosa.

Fabio suspiró derrotado—Te ves bien. En serio, ya deja de darle tantas vueltas. Sales con papá, no vas a una cita.

—Papá es más importante —le espetó—. El resto de personas me puede valer lo que digan. Papá es el único hombre, aparte de ti, que me interesa su opinión.

Fabio sonrió un poco. La verdad el vestido rojo de por sí ya era bastante llamativo y que fuera tan corto no ayudaba mucho, pero no serviría de nada decirlo porque no recordaba que Isabella tuviese alguna falda o vestido que le llegasen al menos hasta las rodillas. Los botines negros hasta la el tobillo al menos ayudaban un poco a su parecer, aunque no sabía mucho de moda, pero le gustaba el collar dorado que llevaba. No entendía como Isabella le hacía para pasar de tener el cabello lacio a con unas cuantas ondas o luego colocho en cuestión de minutos, le había visto el cabello de tantas formas en las últimas horas que no sabía cómo no había quedado calva, pero el cabello en ondas le quedaba bien.

—Te dije que siempre te ves bien, aunque hoy te superaste, así que quédate tranquila.

Aquello pareció alegrar a su hermana quien miró el reloj. Era la hora. Se sentó cerca de la entrada y buscó con la mirada a su madre. Aunque sabía que era en vano, antes se tiraría desde el balcón que daba a los rosales antes de ver a su padre. Suspiró derrotada. Si no había remedio, entonces así tendría que acostumbrarse a vivir. Los minutos pasaron y vio a Fabio ir y venir de la cocina con un sándwich. Isabella miró la hora y  notó como veinte minutos habían pasado. Los retrasos con su padre eran poco usuales y generalmente no pasaban de diez o quince minutos.

Fabio parecía quererla distraer con alguna especie de anécdota de sus clases, pero no tenía cabeza para escucharlo. Sacó su móvil y no tenía ninguna llamada perdida o mensaje que le indicase que habría un retraso. Apretó los labios un poco, pero decidió hacer su esfuerzo por ponerle atención a su hermano. Media hora después su madre se asomó por las escaleras. El “Los últimos años a mí también me dejó plantada para cenar.” No ayudó a que se sintiera mejor, notó a su hermano lanzarle una mirada fulminante a su madre por decir esas cosas, pero la verdad es que a Isabella ese recuerdo ya le había pasado por la cabeza minutos atrás. Recordaba a su madre molesta, o cuando fingía estarlo cuando en realidad solo estaba dolida porque al final si se hacía ilusiones por pasar a tiempo con su, ahora ex esposo, e intentar recobrar algo que ya no tenían.

—Quizás hay tráfico. Deberías llamarlo a lo mejor se ha gastado ya los minutos del plan —propuso Fabio.

Isabella negó con la cabeza y caminó hasta la sala y se puso a pasar los canales. Terminó viendo Masterchef de no sabía ya que país, pero quería algo que la distrajera y gente confundiendo la azúcar con la sal al menos la hacía reír un poco al notar sus caras, pero inevitablemente su vista se iba al pequeño reloj debajo de la televisión. Una hora de retraso. Fabio se sentó a su lado diez minutos más tarde. Llevaba su celular en la mano y alcanzó a ver que había intentado llamar a su padre.

—No contestó ¿verdad?

—No…

—Está bien. Deberías irte. No quiero retrasarte.

—Pero ¿qué hay de ti?

—Veré la tele. No tenía muchas ganas de salir de todas formas —exclamó intentando sonreír sin mucho éxito.

—No quiero dejarte así. ¿No quieres salir con Matt y Kim?

—Fabio voy a estar bien. En serio, no armes tanto drama. Quizás al final aparece, o yo me equivoqué de día o de hora. No sé. Ya vete, no te quiero aquí.

Fabio suspiró y se puso de pie—Me mandas un mensaje pase o lo que pase ¿ok?

—Vale, ya vete.

Cinco minutos después escuchó el auto de Fabio arrancar y alejarse. Isabella se puso de pie y apagó la televisión. Caminó hasta la entrada y abrió la puerta con la esperanza de ver el automóvil de su padre. Apretó los labios con fuerza y se cruzó de brazos mientras se apoyaba contra el marco de la puerta. Mientras se repetía que aparecía con una buena excusa.

—No deberías hacerte esperanzas, hija. Ha pasado más de una hora. Además cuando él y yo…

—¡Mamá! —la cortó frustrada dándose la vuelta—Esto no se trata de ti y de mi padre. Es de mí. Yo no soy tú. Yo soy su hija, así que va a aparecer —exclamó furiosa—. Ya deja de recordarme en cada oportunidad que tienes lo mal que terminó su matrimonio, por favor.

Notó como a su madre querer explotar, pero se quedó callada y desvió la mirada de su hija al notar un auto acercándose. Isabella se giró y notó el carro de su padre finalmente. Se estacionó frente a la casa, cuando volteó su madre ya no estaba allí. Era de esperarse. Su padre, Malcom, bajó del auto con un enorme ramo de tulipanes—Princesa, lo siento. Sé que estás furiosa, pero…—Isabella solo corrió a abrazarlo con fuerza.

—No estoy molesta —estaba aliviada porque al final si había aparecido, porque extrañaba tanto poder pasar un rato a solas con él y porque creía que tal vez esa sería su última oportunidad de tener un tiempo de calidad con él. Cuando finalmente las ganas de llorar de alivio se fueron, soltó a su padre y sonrió—. Qué bueno que pudiste venir.

—Claro que iba a venir, princesa. Toma. ¿Aún siguen siendo tus favoritas? —preguntó mientras le pasaba el ramo de flores. Su padre siempre le regalaba esas flores desde que tenía memoria, la verdad sus flores favoritas siempre habían sido los lirios, pero los tulipanes siempre eran especiales porque  hacía mucho tiempo su padre le había dicho que los tulipanes le recordaban a ella.

—Sí. Solo deja que entre rápido a ponerlas en agua para que no se marchiten ¿ok? —no tenía caso preguntarle si quería entrar. Al salir de nuevo su padre ya estaba en el carro.

—¿Aún quieres ir a cenar?

—¡Claro que sí!

—Excelente. Mejor nos damos prisa para no perder la reservación el restaurante.

***

Isabella no pudo evitar mostrar su sorpresa al notar que su padre no había mentido con lo de la reservación, sino que además la mesa estaba decorada con globos con helio que decían “Feliz Cumpleaños” Y en la mesa había pequeñas estrellas de papel brillante. Se sentaron y no tardaron en servirles unos langostinos de entrada.

—Luces feliz —exclamó su padre con tranquilidad mientras bebía vino.

—Estoy feliz. Extrañaba pasar tiempo contigo.

—Pero si aún pasamos tiempo juntos.

—Me refería a nosotros dos solos. Es difícil poder hablarte de varias cosas con el resto de personas.

—Bueno ¿entonces de qué quieres hablarme? ¿Tienes algún novio que presentarme?

Isabella río al escuchar eso. Típico. Siempre su padre limitaba a novios—No, papito. No tengo novio. Así que despreocúpate por eso.

—¿Entonces? ¿Es algo de la universidad? No vas reprobando ¿verdad?

—Para nada. Me va muy bien. Salí igual de inteligente que tú para los estudios —comentó animada mientras probaba los langostinos—. Además me va súper bien en el curso de fotografía y el teatro siempre va todo bien. Deberías sacar tiempo para ir a ver la próxima obra. Nunca has ido a una y ya me aburrí de solo alabarme sin que veas realmente cómo lo hago.

—Prometo intentar ir a la próxima obra.

Prometo e intentar era la respuesta diplomática que siempre daba para todo. Pensó Isabella mientras bebía un poco de vino—Esta bien. Yo te aviso cuando sea. ¿Y tú como has estado?

—Bien, ya sabes algo ajetreado con lo de la boda —al notar la expresión de Isabella supo que no debió haber tocado ese tema esa noche, hoy ya era demasiado tarde—. Hija, el otro día…

—No quiero hablar del tema. Anda, es mi cumpleaños. Hazme el capricho —suplicó con aquella mirada que sabía que su padre no podía decirle que no. A veces tenía que ser un poquito manipuladora para salirse con la suya.

—Está bien, tú ganas. No voy a hablar respecto al tema —dijo mientras metía su mano en el saco y sacaba un sobre manila—. Solo voy a dejar esto por aquí —exclamó con una sonrisa al notar la expresión de Isabella quien se apresuró a abrir el sobre—. Feliz Cumpleaños, hija— Sabía que aquello le costaría por lo menos un mes de aguantar a Sandra diciéndole que debió esperar y que estaba malcriando a sus hijos, pero ver a su hija feliz valía la pena. Isabella había tomado el sobre y apenas sacó el papel cayeron las llaves de la cabaña—. Espero que aún me invites a ir de vez en cuando.

—¡Claro que sí, papá! No seas tonto. Ese lugar es tuyo aunque este papel diga otra cosa —exclamó mientras se levantaba para abrazarlo—. Gracias, me has hecho muy feliz.

—Me alegro, hija, solo mantengámoslo en secreto por unos días ¿ok? No quiero problemas con Sandra.

—¿Por qué tendrías problemas conmigo?

Isabella alzó la mirada confundida y para su horror notó a Sandra frente a ellos— Papá, ¿qué hace ella aquí?

La cara de Malcom era cansada—Sandra, creía que habíamos hablado de esto. Dijimos que esperarías en casa.

—Pero es el cumpleaños de Isabella, yo también quería celebrar con ella.

—Pero yo no tengo nada que celebrar contigo —espetó molesta la chica.

La mujer le miró severa—¿Vas a dejar que tu hija me trate así?

—Sandra, te pedí que me dejaras pasar un tiempo con mi hija.

—¿Entonces quieres que me vaya? ¿Vas a echarme como si no tuviera derecho de estar aquí con mi futuro esposo y mi futura hija?

—Yo no soy tu hija. Nunca lo voy a ser —exclamó molesta Isabella—. Papá, haz algo.

—Isabella, ya está aquí ¿qué más da que se nos una solo por la cena? Por favor, hija. Ya luego podemos hacer algo más nosotros dos.

Odiaba esa actitud. Se parecía tanto a la de Fabio, no quería quedar mal con ninguna de las dos. Isabella se volvió a sentar derrotada justo en el momento en que servían el cordero y su padre pedía otro plato más para Sandra.

Nadie dijo por unos cuantos minutos. De pronto el celular de Malcom empezó a sonar—Si me disculpan iré a contestar. Es un cliente importante solo tomará un segundo —exclamó Malcom dejando a Isabella con las palabras en la boca. Justo lo que menos quería era estar a sola con esa mujer. Silencio.

—¿Así que veintiuno? —exclamó Sandra mirando a Isabella.

—Ajá.

—Te mucho más mayor. Mis hijas tienen más edad que tú, pero no se ven tan viejas.

Isabella apretó con fuerza su cuchillo y se limitó a encogerse de hombros.

—¿Qué se siente?

—¿Qué ya se te olvidó lo que sentiste cuando cumpliste los tuyos? ¿O siempre fuiste así de vieja? — No tenía deseos de pretender que le agradaba estar allí. Cortaba el cordero y comía furiosa.

—¿Así comes siempre? —preguntó Sandra con tono casual. Isabella le lanzó una mirada asesina— Qué pocos modales, con razón no tienes novio.

Isabella puso los cubiertos sobre la mesa con tanta fuerza que hizo temblar toda la mesa—Mira, Obviamente quieres joderme el cumpleaños ¿verdad? Ya hiciste un perfecto trabajo. Ya cumpliste tu objetivo ¿Por qué no te vas?

—Oh vamos, solo estoy intentando que nos llevemos bien al venir aquí. Te conviene.

Isabella le miró con desconfianza— ¿Por qué me convendría?

—Si te portas bien, puede que saques un beneficio.

Isabella frunció el ceño—Asumo que económico. ¿Qué? ¿Si te pido diez grandes para mí se los sacarías a mi padre?

—Ambas podríamos ganar de esta unión, Isabella. ¿Cuánto vale tu aprobación?

Isabella miró furiosa a la mujer—¡Mira, desgraciada…!

Malcom había regresado solo para escuchar lo último—¡Isabella!

—No te preocupes, Malcom. Obviamente fue un error venir hasta aquí hoy. Solo quería pasar un tiempo con tu hija, conocernos y tal vez lograrle agradarle, pero me equivoqué —dijo Sandra con un tono que Isabella pensaba que estaba ante la peor actuación que haya visto en toda su vida—. Yo los dejaré y…

—No.

—¡Papá!

—No. Sandra se queda. La escuchaste, quiere acercarse a ti.

—¡Yo no la quiero cerca! —exclamó furiosa poniéndose de pie—¡¿Por qué estás tan ciego?!

—Isabella, basta. Siéntate y come en silencio.

La chica sentía sus lágrimas acumularse ante la frustración que sentía.

—No, no Malcom. No seas cruel con ella. Es su cumpleaños después de todo —rebuscó entre su bolso—. Después de todo lo que quería era darle mi regalo a Isabella —dijo mientras sacaba un regalo alargado.

—Gracias, pero no gracias —exclamó Isabella sin poderse controlar—. No quiero nada que venga de ti.

—Isabella, ya es suficiente, ahora mismo te disculpas con Sandra o…

—¿O qué? —le retó furiosa—¿Te vas a ir de la casa? ¿Te vas a casar con esta tipa? ¿Me vas a prohibir salir los viernes?

—Malcom, no. Yo me voy —exclamó Sandra mientras hacía el ademán de recoger su cartera.

—No. Tú eres mi prometida. Es momento que mi hija te de su lugar como tal. Ella va a aprender por las buenas o las malas o se va olvidando que tiene un padre.

—¿Qu-qué? —exclamó Isabella incrédula. No podía estar hablando en serio.

—Ya me escuchaste. No voy a permitir que sigas maltratando a Sandra.

—¡Y-Yo soy tu hija! —gritó furiosa. Ya ni siquiera le importaba que estuvieran en un restaurante— ¡¿Cómo vas a preferir a esta tipa antes de a mí?! —silencio. Isabella solo logró tomar su chaqueta y su bolso. Iba a mitad de camino cuando recordó que olvidaba algo importante. Se giró y notó como su padre permanecía inmóvil. La mano de Sandra estaba afianzada firmemente en el brazo de Malcom. Isabella tomó con tanta rabia el sobre manila que se arrugó—. Ojalá cuando te quedes sin nada por esta maldita perra no vengas llorando con tu hija —exclamó llena de rabia. Miró a Sandra furiosa—. Quédatelo, pero no te voy a dar el gusto que te quedes con el único lugar que solo tiene buenos recuerdos para mí. Primero quemo todo antes que pongas un maldito pie en ese lugar —exclamó llena de rabia—. Y tu regalo, tu regalo métetelo en el culo —Las personas a su alrededor solo la miraban confundida.

Solo quiso alejarse de allí lo más rápido posible. No supo en qué momento estaba corriendo, pero solo quería alejarse de todo y de todos.

***

Neil miraba la televisión con Gabriel cuando un agradable olor le llegó desde la cocina—Eso huele muy bien —se le escapó.

—Oh, sí. Patrick, siempre ha sido un excelente cocinero. Lo sacó de su abuela.

Neil sonrió al escuchar aquello.  Después de ir por el regalo de Isabella y haber ido a comprar las cosas que ocuparían para decorar, terminó en el apartamento de Patrick, cosa que parecía irse convirtiéndose en una costumbre. Se había puesto a hablar con Gabriel mientras Patrick se duchaba, cuando este salió ambos estaban viendo la tele y  anunció que prepararía la cena. Finalmente cuando la comida estuvo lista los tres se sentaron a comer. Neil poco a poco se iba acostumbrando a esos momentos con Gabriel, Patrick y Niebla, de pronto se veía deseando que eso fuera algo que pudiera vivir más seguido. La cena transcurrió amena, aunque claro, Gabriel tuvo varios problemas para comer por su brazo enyesado, pero en los últimos días parecía más tranquilo y con mejor salud. La medicina y la dieta parecían estar cayéndole de maravilla porque se veía con más energía.

Al final Neil, como también se estaba haciendo costumbre, terminó lavando los platos. Gabriel estaba cepillándose en el baño así que Patrick aprovechó de alzar la mirada sobre el sillón y mirar a Neil que estaba a espaldas suyas. Los últimos días habían sido raros, desde el beso, y no porque Neil actuase extraño, sino porque todo seguía como si nada y aquello de alguna manera incomprensible le molestaba. Ahora era él, Patrick, quién quería hablar; pero no sabía cómo abordar el tema o si debería de abordarlo. Estaba abstraído en sus cavilaciones que no había notado que su móvil estaba sonando, logró contestarlo justo a tiempo—¿Aló?

—Hola, Patrick…

—¿Isabella? —exclamó extrañado mientras se separaba el teléfono para asegurarse que fuera ella. En efecto. Finalmente había guardado el número de todos los Títeres Rebeldes

—Y-yo lamento molestarte, pero quería saber si Ne…—la voz de la chica se cortó.

Patrick tragó hondo cuando la escuchó llorar—O-oye, oye tranquilízate. ¿Dónde estás? ¿Por qué estás llorando?

—L-lo siento, y-yo…

—¿No se suponía que ibas a ir a cenar con tu padre? —preguntó Patrick confundido mientras se ponía de pie y veía a Neil salir de la cocina preocupado. Obviamente había escuchado todo.

—N-no quiero hablar de eso. Y-yo solo quería saber si estabas con Neil —preguntó la chica intentando tranquilizarse—. No contesta su celular y pensé que estaría contigo.

—Sí, sí aquí está ya te lo paso.

Neil se apresuró a tomar su celular—¿Isabella? ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

—¿P-puedes venir por mí? N-no quiero ir a casa, ni tener que explicarle nada a Fabio y menos a mi mamá, por favor. Tomaría un bus, pero a esta hora ya no pasan para regresar a Gastrell y no me alcanza para un taxi…

—Claro que sí. No seas tonta. ¿Dónde estás? —preguntó Neil mientras miraba a Patrick que lucía ansioso—. Bien, bien. Mejor espérame en el centro comercial, es peligroso que te quedes allí  donde estas a estas horas de la noche. ¿Segura que estarás bien en lo que llego? Puedo llamarte y…

—N-no, solo date prisa.

Colgó. Neil miró el celular e hizo lo mismo—¿Qué pasó? ¿Por qué Isabella estaba llorando? — preguntó preocupado Patrick.

—N-no lo sé. No quiso hablar al respecto, pero voy a ir por ella.

—¿Hasta Mileville? Está a una hora de acá como mínimo.

—Claro que voy a ir hasta allá. ¿Qué no la escuchaste? No quiere hablar con Fabio, ni con nadie.

—Anda, te acompaño —vio a Neil dudar—. Hey dije que voy contigo. Es peligroso que vayas tú solo además. Eres un imán de problemas, así que te viene bien que vaya yo también.

Neil sonrió agradecido—Andando.

Luego de una breve explicación a Gabriel y teniendo en mente que lo más probable que no regresase a dormir esa noche, Patrick y Neil salieron rumbo a Mileville.

Una hora veinte más tarde estaban frente al centro comercial. Patrick se adelantó a Neil mientras este buscaba parqueo. El último mensaje de Isabella dijo que se estaba quedando sin carga y que caminaría por allí. Patrick empezó a buscar entre la multitud. Había demasiadas personas por ser fin de semana. Patrick buscaba en las tiendas, pero algo le decía que no la encontraría allí. Finalmente la encontró sentada cerca de la fuente del centro comercial. No había sido difícil encontrarla. Isabella siempre destacaba mucho, para bien o para mal.

—Isabella —la llamó sobre la multitud haciendo que la chica alzara la mirada confundida. Por un segundo Patrick pensó que probablemente hubiese sido mejor que Neil fuese por ella, puesto que no eran tan cercanos, pero no se esperó que la chica corriera a él y lo abrazara con fuerza—. Tranquila, ya estamos aquí. Anda, Neil nos espera en el auto.

La chica asintió—No esperé verte aquí —exclamó solo con cierta sorpresa.

—Estaba preocupado por ti —admitió Patrick con menos dificultad de la que se esperó.

—Gracias, Patrick.

—Ya, no llores te ves horrible cuando lloras.

—No es cierto —se quejó la chica.

—Eso es porque no te puedes ver a ti misma —dijo mientras le pasaba un brazo por los hombros y la apegaba a él en un intento de reconfortarla.

—Idiota —se quejó. Pero no hizo ningún esfuerzo por alejarse. En realidad se apegó un poco más a él—. ¿Tan mal me veo?

—Pareces el tipo de Winter Soldier con el maquillaje todo corrido —comentó medio en broma o medio en serio.

—Mierda. Anda, date prisa. No quiero que la gente me vea así —exclamó horrorizada, pero sonrió a su pesar. Creyó que no podría hacerlo, pero al final Patrick le había sacado una sonrisa.

***

El camino hacia Gastrell había sido silencioso. Isabella solo había abrazado a Neil y le había agradecido por ir allí a pesar de los inconvenientes y después de eso se había sentado en el asiento trasero y no abrió la boca en todo el camino. Solo miraba a través de la ventana los autos sobre la carretera. Patrick no despegaba la mirada del retrovisor por el que podía ver a la chica.

Francamente no pensó que la encontraría en ese estado. Al menos ya no lloraba, pero se notaba su tristeza. No sabía que pudo haber salido mal, pero para poner a Isabella en ese estado debía ser muy grave. Miró a Neil quien desviaba por segundos la mirada de la carretera para mirar a Isabella y luego a Patrick en busca de ayuda. Jamás había visto a su amiga en tan mal estado. Generalmente Isabella expresaba su frustración gritando o diciendo todo lo que se le viniera a la mente, no lágrimas. Jamás la había visto llorar en todo el tiempo que la conocía y no sabía qué hacer o si la chica quería que hiciese algo al respecto.

—¿Qué hacemos? —susurró Neil—. No la podemos ir a dejar a su apartamento.

—Si la llevamos a tu casa lo más probable que se encierre y haga lo que sea que hacen las chicas cuando están deprimidas —analizó Patrick—¿Y si compramos helado? No sé…en las películas las tipas siempre que están deprimidas comen helado...

—Puedo escucharlos perfectamente —soltó Isabella de repente—. Estoy bien. En serio.

—Sí claro, y a mí me gustan las mujeres —espetó Patrick girándose para mirarla—. Anda, por qué no nos ayudas a ayudarte. ¿Qué quieres? ¿Helado? ¿Cinnamons? ¿Alguna película de mujeres?

La chica negó—No sé. No quiero pensar simplemente. No sé, olvidarme de todo al menos por unas horas. ¿Tiene lógica?

Patrick frunció el ceño mientras volvía la mirada a la carretera. Olvidarse de todo implicaba algo que Isabella se encontrase en un ambiente que le gustase o hacer algo que le gustase. No tenía idea que podía ser eso. Lo único que tenía cien por ciento seguro es que tenía una obsesión con el yaoi y sus derivados. La idea llegó como si un rayo le hubiera caído. Frunció un poco el ceño, y volvió a mirar a Isabella por el retrovisor y suspiró. No podía ser tan malo ¿verdad?

—Evans, métete en la siguiente salida de la autopista —pidió. Neil le miró confundido y vio como el mayor sacaba su billetera y sacaba las dos entradas que había visto que el tipo de medicina le había regalado.

—¿Es en serio?

Patrick se encogió de hombros—A no ser que tengas una mejor idea —como era de esperarse, Neil no tenía una mejor idea así que terminó siguiendo las direcciones de Patrick. Isabella no parecía tener la suficiente curiosidad como para saber dónde la llevaban, así que Neil esperaba que al menos la idea la animase.

Cuando finalmente llegaron al lugar estaba más lleno de lo que preveían, al parecer había personas que aún tenían esperanzas de entrar aunque no hubiesen conseguido entradas. Isabella miró confundida el lugar y luego a los chicos—Mira es lo único que se me ocurrió —dijo Patrick—. Tengo dos entradas dobles. Si ya no te diviertes, al menos tienes la barra libre y puedes emborracharte si quieres. Neil se encargará de cuidarte. ¿Qué dices?

Isabella esbozó una pequeña sonrisa—Digo que mi padre se pudra. No voy a dejar que me arruine esto —exclamó. Patrick y Neil solo se voltearon a ver aliviados—. Solo denme un minuto. Patrick tiene razón, parezco Bucky.

Cuando bajaron la fila propia para entrar no era tan larga como a primera vista se veía. Solo había un grupo de personas buscando que alguien les vendiera alguna entrada. Un grupo que parecía estar compuesto principalmente por extranjeros parecía discutir animadamente con el de la entrada—No seas huevón, pibe, deja que mi primo entre. Es el único que no tiene entrada, pero aquí nadie te va a vender una —suplicaba el tipo—. Anda, que es mi cumpleaños y me he venido desde Colombia para pasarlo bien en familia. ¿Qué querés? ¿Qué te menee las caderas como la Shaki para que lo dejes entrar? Aquí no todos somos pirobos y apenas conseguimos la plata para nuestras entradas. Solo mírame al Fernando como vas a dejármelo afuera.

—Ya déjalo, Martín. Entren ustedes. Yo vengo a buscarlos luego, después de todo yo solo soy el conductor designado —exclamó el chico.

El resto de personas en la fila se empezaba a quejar y el de la entrada empezaba a perder la paciencia— Oigan, si a mi amiga no le molesta el tal Fernando puede entrar con nosotros total a nosotros nos falta uno —dijo Patrick que estaba detrás de ellos.

El resto del grupo volvió a ver a Isabella—No hay problema, que entre con nosotros —exclamó la chica.

El grupo festejó y el tal Martín se apresuró a echarle un brazo a Patrick—Este buenote es mi nuevo héroe. Lo siento por el James, pero este es mi héroe a partir de ahora. Todos ustedes son muy chéveres —exclamó viendo a Isabella y a Neil—. Ya entremos antes que este no nos quiera dejar pasar.

Al entrar al lugar estaba bastante lleno, pero no a rebosar como se esperaría—Bueno que se diviertan y feliz cumpleaños —dijo Patrick dispuesto a buscar algún lugar donde estar.

—Eh, eh espera que yo tengo una culebra con vos —exclamó Martín.

Patrick miró confundido al resto—Que tiene una deuda con vos —se apresuró a decir Fernando.

—¿Eh? No, para nada. Nos faltaba uno. No es la gran cosa. Además a mí me las regalaron.

—¿Seguro? —preguntó el chico— Porque si querés un polvo como recompensa no me molestaría.

—Eh Martín, calmadito que viene acompañado —exclamó uno de los del grupo al notar la mirada de Neil.

—N-no te preocupes. No me debes nada. En serio. Que se la pasen bien —dijo Patrick. De la forma más educada posible.

—Vale, vale, pero si venís acompañado en serio no me importaría uno más —exclamó con una sonrisa coqueta antes de irse.

—Lo siento —se disculpó uno del grupo.

—Gracias por dejarme entrar con ustedes —exclamó Fernando a Isabella.

—Fue idea de Patrick —exclamó la chica.

—Pero si no decías que sí estuviéramos allá afuera viendo como mi primo intenta hacer una mala imitación de Shakira —exclamó Fernando—. ¿Puedo invitarte a un trago? —dijo el chico— Bueno técnicamente no sería una invitación porque tu…—el chico miró a Neil y Patrick y sonrió nerviosamente — Si a tus…no les importa claro está.

Patrick suspiró—Nosotros vamos a buscar mesa. ¿Vale?

—O-ok. Yo los busco.

—Vamos, Evans —dijo Patrick casi llevándose a rastras a Neil.

—¿Qué crees que estás haciendo? —exclamó Neil mitad molesto mitad preocupado sin poder evitar mirar atrás constantemente aunque ya había perdido de vista—Se supone que el plan era tener un ojo puesto en ella.

—Y lo haremos, Evans, anda. No seas llorón —dijo mientras le guiaba a la segunda planta y encontraban una mesa cerca del barandal—. Ves, de aquí puedes verla —le indicó—. Anda siéntate— dijo mientras le quitaba dos ron con coca cola a un hombre que pasaba ofreciendo a la gente—Anda, tómatelo y deja de ser tan paranoico.

Neil lo miró desconfiado—No tomo…

—Yo creo que por lo histérico que andas te vendría bien romper la regla —No mencionó la vez que se había puesto ebrio con el vino porque no quería discutir con él—. Anda. Yo te cuido —le indicó. Neil apartó la mirada avergonzado pero le dio un sorbo. No se sentía tan fuerte como en un primer momento temió—¿Mejor? — Neil asintió—. Bien, Dios se apiade de tus hijos y lo histérico que te pondrás cuando salgan con alguien.

—No vamos a tener esa conversación en un lugar como este —exclamó Neil mientras veía a la banda que tocaba en esos momentos en el pequeño escenario improvisado.

Patrick movía sus dedos al ritmo de la música. Uno de los que parecían ser designados para repartir la bebida pronto dejó al menos una docena de vasitos con tequila antes de sonreírle a Patrick de una manera que dejaba clara sus intenciones. Neil frunció el ceño molesto.

—Hombre ¿por qué esa cara? —preguntó Patrick notando la expresión de Neil.

— ¿Eh? N-no nada— dijo avergonzado porque hubiese notado su reacción—. Solo pensaba que eres un imán para atraer hombres.

Patrick río un poco—No lo sé. Nunca había venido a un lugar de estos así que si te hace sentir mejor es un poco intimidante, por suerte te tengo a mi lado. Con un poco de suerte creen que vienes conmigo.

—Yo vengo contigo —protestó Neil.

—Ya sabes en qué sentido lo digo, Evans. Aunque puede ser que se te note demasiado lo hetero — dijo Patrick mientras veía a Isabella hablar con el chico en una esquina del bar—. Allí sí tendría problemas si alguien intentase un acercamiento.

—Bueno aquel colombiano parecía morirse porque lo follaras —exclamó mientras se tomaba de golpe el tequila, sintió el tequila quemarle la garganta a lo que Patrick río cuando notó su expresión—. No te rías, cabrón.

—Es que eres un niño, mira que querer tomarte el tequila como los machos a la primera. Mira todos esos limones y la sal no están de adorno —exclamó poniéndose de pie y yendo a su lado—. Venga, te enseño como unos lo hacen —dijo mientras se ponía detrás de él—.  A ver toma con esta mano el tequila —dijo mientras le ordenaba agarrar una y le ponía un poco de sal entre el pulgar y el índice y le ponía un trozo de limón—. Ahora tienes que retener tequila en tu garganta y luego vas con el zumo de limón con la sal.

—Eso suena demasiado complicado —exclamó Neil. Patrick suspiró y le mostró a Neil como debía hacerlo. El menor asintió mientras miraba aún con cierto recelo el tequila—. No lo sé. No creo que debería de tomar. Soy el conductor asigna… —Patrick perdió la paciencia y obligó a que Neil se llevara el vasito a la boca y tragara. El otro solo pudo hacer una especie de gemido de protesta. Patrick sonrió un poco al ver la cara del otro.

—Mantenlo, no lo tragues aún —le indicó—. ¿Lo tienes? — El menor asintió —bien, ahora el limón con la sal. Neil obedeció y suspiró aliviado—Excelente, ya puedes ir a jugar con los niños— Dijo Patrick con una sonrisa de lado mientras se tomaba el tequila puro—. Quizás en unos años puedas venir a jugar conmigo —exclamó divertido al ver la cara de Neil.

Patrick se apoyó contra la baranda mientras se cruzaba de brazos y veía como la banda terminaba de tocar y la música electrónica empezaba a sonar con fuerza mientras las luces se apagaban y empezaba el show de luces—Oye si quieres ligar o algo…—empezó Neil con cierto temor. Era claro que varias personas miraban a Patrick como una especie de carne corte Premium.

—¿Eh? ¿Por qué? Me la estoy pasando bien contigo, Evans —exclamó Patrick con sinceridad—. A no ser que quieras deshacerte de mí.

—No, no solo pensé que tal vez querrías pasártela bien aprovechando que estábamos aquí.

—Oye, tengo tragos gratis y te tengo a ti. No necesito nada más —aseguró mientras volvía a sentarse frente a él y miraba a Isabella quien parecía buscarlos con la mirada. Al alzar la mirada notó como Neil movía las manos en el aire para que lo notasen. Pareció decirle algo al tal Fernando y se dirigió hasta ellos. Tardó varios minutos en llegar debido a la gente que ya bailaba en la pista.

—Hola…

—Hey ¿qué tal el tipo? —preguntó Patrick

—Genial. Fue a buscar a su primo a los otros con los que vino solo para asegurarse que estaban bien.

 —¿Ya viste, Evans? Y tú que te preocupabas.

Isabella sonrió agradecida antes tomarse un tequila con limón y sal. Miró a Neil unos segundos antes de voltear a ver sorprendida a Patrick—¡¿Has hecho que Neil tome?! —exclamó sorprendida al ver que Patrick se encogía de hombros.

—Oh por Dios, esto es increíble. Eres como el demonio que tienta a Neil a ir al lado oscuro —exclamó Isabella sin poder ocultar su sorpresa—. Después de esto créeme que puedes lograr lo que quieras.

—Muy graciosa, Isabella —comentó sarcástico Neil antes que le hiciera ponerse de pie.

—Anda, vamos a bailar pidió.

Neil se encogió de hombros—¿Estarás bien tu solo? —preguntó Neil mirando a Patrick quien asintió. Al poco tiempo Neil e Isabella estaban en la pista. Patrick se sintió más tranquilo a ver a Isabella de a poco volviendo a su forma usual de ser. Estaba distraído viendo a Neil quién alzó su mirada en su dirección y le sonrió antes de alzar la mano a manera de saludo que no notó que pronto tenía compañía.

—Es lindo. ¿Es tu novio?

Martín estaba frente a él. Patrick soltó un pequeño suspiro derrotado—Amigo —exclamó mientras le ofrecía uno de los vasos de tequila, el cual el colombiano aceptó gustoso.

—¿Así le dicen aquí? —preguntó divertido— Porque se nota que tu amigo tiene un crush contigo.

—Si tú lo dices —exclamó tomándose el tequila de golpe.

—Claro que sí. Solo míralo —exclamó haciendo un gesto con la cabeza—. No nos quita la mirada de encima aunque esté bailando con la chica. Es un reprimido. No se lanza por ti, pero hace mala cara cuando alguien tiene el suficiente valor de acercarte a ti.

—Solo se preocupa por mí —pensó mirándole. Martín tenía razón en que Neil no le quitaba la vista encima, pero por la mente de Patrick solo cruzaba el pensamiento que quizás Neil estaba preocupado que fuese a meterse en otro embrollo como la última vez que salieron.

—¿Quieres ir a bailar?

La pregunta le tomó por sorpresa a Patrick—Este…no lo sé. Creo que paso. Creo que no bailo muy bien y ustedes tienen fama que sí —exclamó intentando buscar una excusa razonable, pero lo que decía era una completa tontería.

—Pues yo si bailo bien. Mi primo es un asco bailando por muy latino que sea —le confesó divertido—. Anda, yo te enseño.

Patrick suspiró, aquel tipo no iba a aceptarle un no por respuesta—Escucha, no quiero ser rudo ni nada por el estilo. Se ve que eres simpático, pero no ando de humor para tener ningún ligue esta noche.

—¿Te rompieron el corazón?

Patrick solo apretó un poco los labios—No. Es solo que últimamente no ando ganas de enrollarme con nadie —desvió la mirada inconscientemente hacia Neil y recordó que desde que lo conocía no había tenido un polvo aunque fuese a los que él acostumbraba, de una noche o de una tarde—. Me siento bien en mi situación, y si ando aquí es porque mi amiga se moría por venir —explicó esperando que el otro lo comprendiera.

—Vale, entiendo. Nada de folladas, pero vas a bajar a bailar conmigo. No todos los días tienes la oportunidad que alguien como yo te ofrezca enseñarte a bailar —le replicó tomándole del brazo. Patrick derrotado se dejó guiar esperando que cumpliese su palabra.

Se dejó arrastrar a la pista de baile y solo alcanzó a ver que quedaron a unos metros de Neil e Isabella, la cual al verlo con Martín solo alzó los pulgares en aprobación. Patrick solo pudo entornar sus ojos, pero sonrió un poco al notar que poco a poco volvía a hacer la Isabella que conocía.

—¡Adoro esa canción! —la voz de Martín le sacó de sus pensamientos y notó como empezaba a bailar al ritmo de “Bailando” de Enrique Iglesias. Patrick solo le miraba por la gracia de sus movimientos, eran fluidos y nada forzados, era como si su cuerpo supiera que hacer y no necesitase pensárselo demasiado. Martín le tomó de las manos y empezó a hacer que moviera su torso—Hombre, pero mueve las piernas que no es tan difícil —le ordenó—. No lo pienses tanto. Solo siente el ritmo — exclamó divertido mientras veía movía sus hombros con una facilidad que de seguro sería la envidia de muchas mujeres—¿Ves? No eres malo. Solo tímido.

—No soy tímido —replicó frunciendo el ceño justo en el momento en que el otro le alzaba la mano y le hacía dar un giro rápido y lo tomaba de la cintura y lo apegaba a él.

—No te molesta que tome el control ¿verdad? —exclamó con una sonrisa coqueta.

Patrick tuvo que ceder mientras se dejaba guiar por el otro que con su habilidad pareciera más que se deslizaren por el pequeño espacio que tenían de libertad, a veces lo alejaba un poco y luego lo hacía regresar a él mientras daban vueltas por la pista.

—¿Y bien? —exclamó cuando la canción terminaba y daba paso a una electrónica.

—No eres nada malo —admitió Patrick. Mientras se dejaba hacer a voluntad del otro.

Quizás porque había bebido lo suficiente como para poder divertirse con un completo extraño. A lo mejor porque una parte de él le decía que quizás estaba pasando demasiado tiempo con Neil y quería demostrarse que podía pasársela bien sin él, pero inconscientemente volteaba a verlo de vez en cuando y este parecía que no quería ni intentar disimular que lo miraba bailar con el otro.

Bufó un poco molesto por esa sobreprotección. Quizás por la excesiva atención de Neil, creyendo que el otro pensaba que tenía que ser su niñero esa noche. Si le había contado todo lo sucedido con Caleb no era para que estuviera encima de él en todo momento.

La música electrónica sonaba a todo volumen por el rabillo del ojo encontró a Neil que incluso dejó de bailar. Cuando volvió su mirada a Martín este le plantó un beso antes que pudiera decir algo, de pronto la imagen de él besando a Neil le vino a la cabeza. Aquel beso no era nada como el que estaba teniendo en esos momentos. Se separó de él y le miró avergonzado. Si hubiese sido otra noche, si fuesen otras las circunstancias, si no conociera a Neil, sabía que habría terminado con Martín en cualquier lugar follando—Creía que nada de follar —exclamó Patrick.

—Dije follar. No besar —le recordó con una sonrisa mientras volvía a bailar. Pasaron tres canciones más hasta que el otro tipo se acercó a ellos y le preguntó a Martín si quería bailar con él. Martín miró al otro con cierta culpa, pero Patrick le indicó que podía irse sin sentirse culpable, de paso le libraba un poco de culpa a él.

No se había atrevido a ver a donde habían estado Isabella y Neil y se sorprendió ver a Isabella que estaba bailando con Fernando de nuevo. Buscó con la mirada a Neil y finalmente lo encontró en la mesa solo. Patrick suspiró mientras se pasaba la mano por la cara. ¿Con qué cara iría a verlo después de haber pensado en él mientras besaba a Martín? Al ver que no tenía muchas opciones volvió a subir las gradas y se sentó frente a Neil quien parecía haber arrasado con al menos otra media docena de tequilas.

—Hey…—exclamó.

—Hola, creía que estarías follando con el tal Martín en algún baño.

Patrick frunció el ceño un poco. No andaba con rodeos cuando tomaba demasiado—No se me apetecía follar —se sinceró—. Supongo que se me pegó lo puritano tuyo —exclamó con una pequeña sonrisa conciliadora—. Además te vi aquí solo y pensé que querrías un poco de compañía —mintió un poco, pero esa mentira le salvó la velada, porque Neil sonrió antes de apartar la mirada. Si no lo conociera bien, hubiese creído que estaba avergonzado por lo que le había dicho.

—Está bien —dijo llevándose la mano a la nuca—. Fue mi culpa por haberte dejado solo.

—Está bien —dijo mientras tomaba un tequila de golpe para intentar ignorar sus pensamientos—. Además Isabella parece más feliz ahora —exclamó mientras la veía con aquel chico—. Se ve decente—exclamó mientras veía a Neil no apartarle la mirada—. No tienes que cuidar de todos, Evans. Aunque seas como la mamá del grupo. Ya somos grandecitos para saber en qué nos metemos.

Neil bajó la mirada avergonzado—Lo sé. Solo me preocupo por Isabella. No quiero que su cumpleaños sea peor de lo que ya iba —le explicó con la esperanza que lo comprendiese—. Gracias por haberla traído acá.

—Supongo que tampoco quería que se la pasara mal —admitió con sinceridad—. Creo que me ha llegado a simpatizar más de lo que creía.

—¿Solo ella?

Patrick sonrió de lado—Los demás también son buenas personas —reconoció—. Y tú…— Sus palabras se perdieron cuando vio a Neil a los ojos. No era la primera vez que aquellos ojos le hacían perder el hilo de las ideas. ¿Qué estaba diciendo?, pensó irremediablemente.

—Disculpa…

Patrick se vio obligado a volver a la realidad, estaba tan perdido en los ojos de Neil que hasta la música le pareció estruendosa cuando volvió en sí y notó a Neil que parecía confundido ante el tipo plantado frente a su mesa. Notó a un chico que no debía tener ni dieciocho hablándole—Yo me pregunta si…—Patrick pensó que no estaba de humor para ir a fingir pasarla bien con alguien—. Si le podía pedir a tu acompañante bailar una canción conmigo. Prometo que solo es una canción y solo bailaremos.

Patrick le miró extrañado unos segundos y tardó unos segundos en comprender que se refería a Neil— ¿Eh? Cla-claro no importa…—exclamó sin saber bien exactamente que decía. Notó a Neil indignado, pero al ver al chico pidiéndole que bailara con él no encontró manera de rechazarlo. Cuando se habían alejado lo suficiente y Patrick comprendió toda la situación no pudo evitar soltar una carcajada más al ver a Neil bailando con el chico que en la pista no parecía tener nada de tímido. Los vio divertido mientras Neil alzaba la mirada como pidiéndole que no prolongara eso demasiado tiempo.

Estaba divirtiéndose viendo a Neil; sin embargo, sintió una mirada posada sobre él, confundido giró con brusquedad y solo alcanzó a ver una figura alta escondiéndose de él. Patrick confundido se levantó, se abrió paso entre las personas casi con brusquedad,  se llevó más de un insulto, pero al final logró verlo al pie de la escalera. El chico le devolvió la mirada porque era inevitable, sabía que lo había visto. Patrick se quedó confundido viéndolo en aquel lugar, aquellos ojos grises le miraban casi con culpabilidad por estar allí. Patrick se quedó unos segundos sin saber cómo manejar la situación. Se limitó a alzar la mano a manera de saludo, vio al otro que aún con sus dudas lo imitó, a señas le indicó que debía irse. Patrick se limitó a asentir y verlo perderse en la multitud. Aún sin entender que había sucedido regresó a la mesa, solo para ver Neil ahora bailaba con un tipo que como mínimo tenía veintiocho, que a todas luces mandó a volar al que bailaba con Neil.

Patrick no pudo evitar soltar una carcajada que quedó ahogada por el sonido de la música. Neil volvió a alzar la mirada y su alivio de verlo en la mesa, le miraba suplicando por ayuda. Patrick se limitó a hacerle una seña para que agarrara más al tipo, pero la mirada fulminante de Neil, aún con las luces era innegable. Hubiese seguido viendo divertido la escena, si no hubiera sido porque veía la mano del tipo bajando demasiado y una cosa era que Neil fuera tolerante y otra que se dejase meter mano.   

Bajó a la pista y luego de sortear, no sin cierta dificultad a las personas que bailaban,  en realidad se restregaban una contra la otra, en la pista. Solo puso una mano en el hombro del tipo y le sonrió con falsa amabilidad—Lo siento, creo que ya te divertiste demasiado con él. ¿Te importaría?

El tipo le miró entre confundido y molesto—¿Y tú eres?

—Viene conmigo, lo siento. Pensé que era inevitable que tendría que compartirlo, pero una cosa es dejar que baile con otro y otra ver cómo le meten mano —exclamó con seriedad—. Andando.

Neil solo asintió y Patrick pasó su mano alrededor de su cintura y lo apegaba a él. Neil se sobresaltó al sentir como le daba una nalgada y se quedaba su mano justo allí—¿Qué te he dicho de dejar que otros se propasen contigo? Esto es mío —exclamó con un tono molesto antes de darle otra nalgada.

—L-lo siento…

—Más noche recibirás tu castigo —le dijo acercándose a su rostro, pero lo suficiente alto para que el otro le escuchara. Volteó su rostro y notó al tipo estático y desviando la mirada avergonzado de haber visto aquella escena—. No es tu culpa. Le gusta desobedecerme.

Lo hizo avanzar un poco hasta que perdieron al tipo de vista. Neil se giró y miró entre avergonzado y agradecido a Patrick—¿Eso era necesario?

—Bueno, era eso o besarte para que el tipo te dejara ir —exclamó mientras se echaba sus rizos para atrás—. Aunque claro, podría haberle partido la cara, pero las últimas dos veces que he venido a lugares como estos me he ido a los golpes con imbéciles, así que pensé que sería bueno variar de estrategia—. Las luces y la música se apagaron por completo en esos momentos y la máquina de humo empezó a funcionar de nuevo y notó como varia gente pasó a su lado repartiendo accesorios neón y de pronto la música volvió con fuerza en el momento en que varias personas lanzaban pintura Neón a todos. Esta no tardó en llegarles—. Genial, como si no me lleno suficiente de pintura en el trabajo —exclamó Patrick intentando quitarse un poco de pintura que había caído en su cabello—Lo que me gano por venirte a rescatar —exclamó derrotado—. Anda, subamos…

—¿Para que llegue otro acosador a querer bailar? Ni muerto. Nos quedamos aquí —ordenó reteniéndolo. Las personas que estaban a su alrededor ante sus movimientos prácticamente hicieron a Neil apegarse más a Patrick para evitar ser golpeado.

—Claro, excelente idea quedarnos parados justo lo que parece una orgía —exclamó sarcástico.

—Pues baila —le dijo como si fuera lo más obvio.

—¿Contigo?

—Oye, no lo hagas sonar como si una especie de tortura. No soy tan feo —exclamó frunciendo el ceño—. No todos podemos ser como tú.

Al escuchar aquello río un poco—Creo que no todos tienen ese don —exclamó divertido al ver la expresión molesta de Neil—. Vale, no te enfades. Bailaré contigo solo para que no te enojes ¿Está bien? —Neil asintió. Las primeras canciones era una sensación extraña. Un poco de nerviosismo e incomodidad por parte de ambos porque no sabían cómo comportarse.

—No bailas muy seguido ¿verdad? —exclamó Neil alzando un poco la voz por la música.

Patrick se inclinó hacia la oreja de Neil—Tengo buenos movimientos, Evans. Solo que no son exactamente algo que puedo enseñar aquí —exclamó divertido, al separarse un poco del rostro de Neil notó, a pesar de la pintura que estaba en su rostro, que sus mejillas estaban de color rojo y evitaba la mirada. Fue entonces que cayó en cuenta lo que había dicho, pero no sabía bien como retractar sus palabras.

—Bueno, creo que no todos tienen el privilegio de ver al gran Patrick Smith en acción —exclamó Neil mirándole de nuevo con una mirada que turbó a Patrick haciendo que dejase de moverse unos segundos—. Pero ya sabes lo que dicen algunos. El que no sabe bailar no sabe moverse en la cama.

—Ahora vas a decirme que tú sabes moverte bien aquí y en la cama, Evans —exclamó divertido con una sensual sonrisa.

—Algunos aún valoramos la modestia como una virtud.

—Tonterías, además ni bailas también.

Fue turno de Neil de fruncir el ceño—Estando tan lejos que vas a saberlo —dijo acercándose a él.

La razón le dijo a Patrick que se apartara de Neil antes que hiciera algo que se fuera arrepentir, al fondo solo alcanzaba a escuchar como una de Usher terminaba de sonar.

—¿Estás intentando seducirme, Evans? —preguntó en broma.

—Para tu suerte ya se volvieron a poner más tranquilos con la música —exclamó mientras escuchaba como empezaba a sonar Of the Night de Bastille.

—Hey, no te metas con Bastille —se quejó Patrick.

—Adoro esa canción —exclamó.

—¿Quieres regresar a la mesa? —preguntó Patrick.

—No, me la estoy pasando bien aquí.

A su alrededor todos levantaban las manos mientras tomaban sorbos de lo que fuera que iban repartiendo en la pista.

Neil miraba a Patrick mientras inconscientemente sus cuerpos parecían estar más cerca. Patrick de pronto se vio obligado a ponerle atención a la canción para no pensar en esa cercanía, pero no ayudaba sinceramente porque en efecto como decía la canción, Neil podía ponerle alegría a su rostro de nuevo con cualquier tontería. Hacía años no se sentía así de feliz, de vivo como cuando estaba a su lado.

Su mano se fue a al rostro de Neil, a su mejilla y la acarició anhelante. Notó a Neil  quien le miraba sorprendido, por un segundo Patrick creyó que sostenía el aliento. Sus cuerpos seguían moviéndose al ritmo de la música, pero apenas había espacio ya entre ellos. Neil era como un rayo de sol en su vida, la cual parecía una tormenta la mayor parte del tiempo. Intentó hacer un último esfuerzo para no perder la cordura, susurró parte de la canción—Won't you teach me how to love and learn? —Y de pronto se sintió perdido por sus propias palabras, por Neil, quien no se alejaba de él, lo cual no tenía sentido. La mano en la mejilla se fue a la nuca de Neil y acarició unos segundos aquellos cabellos. El corazón le latía de una manera que jamás había sentido.

Patrick se acercó a su rostro, como hipnotizado. No, peor, como poseído por un deseo que jamás había sentido. Sus ojos se iban cerrando lentamente mientras ladeaba un poco su rostro y, con cierto temor que el otro se separara, unió sus labios. A lo lejos le llegaron las últimas estrofas de la canción, el sonido del tambor que hasta le sonaba suave de lo fuerte que latía su corazón. Sus manos viajaron a la cintura de Neil y lo apegó con fuerza, con anhelo mientras profundizaba el beso. El sabor a tequila inhundó sus sentidos, se estremeció al sentir a Neil corresponderle con la misma intensidad y pronto verse rodeado por esos brazos, y como esas manos tocaban sus cabellos. Ambos se estrecharon con fuerza, rompieron unos segundos el beso para dejar escapar un pequeño suspiro.

Patrick volvió a besarle con deseo, con anhelo, mordió suavemente el labio inferior de Neil quien se aferró más a él y suspiró mientras llevaba sus manos a las mejillas de Patrick quien se sorprendió al sentir la suavidad de sus dedos. Fue Neil quien esta vez pidió profundizar el beso el cual resultó demandante, posesivo. Patrick lo estrechó con más fuerza entre sus brazos. Aquello no podía ser real, logró razonar, porque se sentía demasiado bien. Los labios de Neil eran suaves, delicados, pero besaban con una pasión que jamás había sentido. Apenas rompieron el beso unos segundos cuando Patrick volvía a juguetear con los labios del menor hasta que se vio en la necesidad de separarse porque se quedaba sin aire. Fue como si ambos se olvidasen como respirar, porque ambos dieron una pequeña bocanada de aire y se quedaron viendo confundidos.

Las manos de Neil ahora estaban en el pecho de Patrick, pero sin intención de poner distancia puesto que sus dedos apretujaban la camisa del otro como temiendo que se le fuese a ir en cualquier momento, y las manos de Patrick firmes en la cintura de Neil parecían suplicar que ese contacto no terminase así; con esa confusión, con ese silencio que estaba allí, pero que la música de intentaba disimular.

Los ojos de ambos estaban fijos unos en el otro viendo los movimientos del otro, algún indicio que explicase lo que había pasado, pero sus respiraciones agitadas aún y ese cosquilleo en los labios eran la prueba que aquello había sido real. Si bien no fue como el primero, este beso fue como si todos los dados hasta ese momento no mereciesen llamarse así.

Neil miró los labios de Patrick, se sintió estremecer solo de recordar ese beso. Un beso. Solo uno y de pronto parecía como hubiese vivido engañado por la idea de cómo besar, pero besar en serio, se debía sentir. Sus manos soltaron la camisa de Patrick y le pareció como si sus dedos estaban soltando algo sumamente vital. Su cuerpo se sintió extraño cuando las manos de Patrick soltaron su cintura.

—¡Allí están! —la voz de Isabella lo hizo sobresaltarse— Oigan ¿No les han dicho que no deben dejar solo el bolso de una dama? —exclamó sosteniendo su cartera.

Neil y Patrick miraron a Isabella unos segundos y verla allí frente a ellos parecía tan extraño, porque ambos habían olvidado por completo donde estaban, con quien estaban. La mirada de ambos se volvió a encontrar y ninguno se atrevió a apartarla—¿Pasa algo? —preguntó confundida al notar lo extraño que ambos actuaban.

—N-no…—exclamó Patrick con una voz que no le sonaba a él.

—Ya te íbamos a ir a buscar —dijo Neil—. Y-ya es tarde y Patrick tiene trabajo temprano mañana.

—Cierto, l-lo siento, pero si tú…

—¿Eh? No, no. No sabía que trabajabas mañana. Lo siento, tienes razón. Mejor vámonos a descansar.

Ambos asintieron mientras Isabella se abría paso entre la multitud. Patrick se movió con la intención de seguirla, pero Neil le tomó del brazo, pero solo pudo fijarse en sus labios antes de soltarle de nuevo y dejarlo marchar. Patrick no se atrevió a cerciorarse de Neil lo seguía o no, porque el cosquilleo en sus labios parecía no querer abandonarlo.

Llegaron a la camioneta y tomó asiento en la parte de atrás y su mano se fue inconscientemente hasta sus labios. El solo recordar el beso fue suficiente para hacer que su corazón latiera con la misma fuerza que cuando sucedió.

La he cagado por completo…

Notas finales:

Gracias a todos por haberme tenido paciencia y por haberse preocupado por mi al no actualizar. Me marcho porque aquí son la 1 am. Gracias por leerme. 


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