Por fin había llegado el tan ansiado regreso a clases, Yugi se había despertado más temprano de lo usual, quería ser el primero en llegar a su respectiva aula.
Durante su estancia con su abuelo se había habituado a caminar largas distancias que, el trayecto a la escuela le resulto más corto de lo que recordaba.
Hacía una mañana fresca, el otoño estaba a la vuelta de la esquina.
Una vez en el salón, miró por el ventanal mientras llegaban los alumnos. Le entusiasmaba la idea de ver llegar a Seto en su lujosa limosina, normalmente siempre llegaba unos minutos antes del toque de queda.
Quedo embobado mirando mientras se alzaba el sol que no reparo cuando Joey se posicionó a su lado.
-¡Vaya! Me has olvidado ¿eh?
-¡Joey! – Reaccionó alarmado - ¿Cuánto tiempo llevas aquí? No te vi llegar.
-Diez minutos.
-¡¿Qué?!
Estalló en una sonora carcajada que captó la atención de todos en el salón.
-Es mentira, enano. Justo hace unos segundos, quería ver cuán distraído estabas ¿Qué tanto haces mirando a la nada?
Nunca se lo había confesado, no podía decirle que su amor platónico era el CEO, le tenía confianza, después de todo era su único amigo. Pero no se atrevía por nada a decirle que le atraía.
-Sólo recordaba cuando estuve con mi abuelito – recargó su mentón sobre su mano.
-¡Cierto! ¡Te largaste todo el verano y ni te dignaste en llamar! – comenzó a exagerar y hacerse la víctima.
-¡Oh! – se giró hacía su amigo e hizo una caravana – lo siento tanto, hubieron… complicaciones. Regresé un día antes y pensé en disponerlo para salir a dar una vuelta contigo. Marque a tu casa pero nadie atendió.
Deteniendo un poco su pésima actuación respondió – No hay de que disculparse, de todos modos a los tres días hubo cambios de planes y siempre sí pude estar con mi madre y Serenity. Pero después también tuve algunas complicaciones una semana antes de regresar.
-¿Complicaciones?
Le hizo un además para que acercara su oído.
-Es algo de lo que nadie debe enterarse y cabe aclarar que tampoco me es fácil contártelo.
-¿Es algo malo?
Quedo pensativo unos instantes – Es… extraño y poco inusual. Creo que me empieza a parecer interesante el engreído de Kaiba – admitió con bastante vergüenza.
Ese nombre sacudió una sensación incomoda en sí, el que su mejor amigo ahora viera con ojos de oveja a medio morir a su Seto, le escocía en lo más profundo de su cabecita. Ahora más que nunca no podría decirle que él también estaba interesado de la misma forma. No quería armar un drama innecesario con Joey.
No pudo siquiera darle su opinión pues la campana había anunciado el inicio de clases.
El día paso como cualquiera, esas miradas repentinas hacía Seto se hacían más y más continuas, y agradecía que siempre estuviera ocupado. Ahora la cuestión era si él estaba interesado en alguno de los dos, llego el horario de receso. Entonces sucedió, Kaiba volteo y sus miradas chocaron, inmediatamente Yugi la apartó fingiendo mirar alrededor. Se sintió abochornado, su rostro hervía y su corazón se detendría en cualquier momento.
Optó por suprimir sus sentimientos, después de todo, era lo mejor para todos o ¿No?
-Ejem.
Alguien se anunció frente a él, al levantar la vista se encontró con su amigo.
-Tú tienes algo extraño – dijo Joey.
-¿Ex - extraño?
-Sí. No eres el mismo de hace un mes.
“Y que lo digas” Pensó Yugi – ¿No crees que no verme en tanto tiempo te afecto?
Negó efusivamente – Te conozco lo suficiente como para saber que esas vacaciones con tu familia te cambio en algún aspecto.
No por nada era su mejor amigo, una idea traviesa atravesó por su cabecita.
-Posiblemente – detuvo su mirada en la de Joey al tiempo que sonreía maquiavélicamente.
-¿Por qué me ves así? Pareces un loco – de cierto modo ahora sonaba menos efusivo.
-Aprendí un truquito y quería intentarlo contigo, Joey.
-Ja, ahora soy tu conejillo de indias. Tienes que contarme todo lo que paso en tu verano – Ahora no podía moverse - ¿Yugi? M-mi cuerpo no se mueve ¿Y-yugi?
Estaba en una especie de trance, sus ojos se tornaron opacos y entrecerrados manteniendo cautiva la mirada de Joey.
-Oye, Yugi. Me estas asustando – ahora su voz sonaba trémula hasta que calló por completo. Sus ojos se opacaron de la misma manera que los del tricolor.
Fueron microsegundos, salieron inmediatamente del trance.
-Yo… lo siento, Joey.
Su amigo rubio parecía confundido - ¿Por qué te estas disculpando enano?
-No es nada – agitaba su cabeza negando – Olvídalo, cuéntame ¿Cómo está eso de que ahora te sientes atraído por Kaiba?
-¿Por Kaiba? – Estalló en una risa burlona – Deja de bromear ¿Cuándo dije eso?
-L-lo acabas de decir hace unas horas.
Joey sólo agitó los extravagantes cabellos de Yugi – No juegues, yo no he dicho eso. Tendría que estar loco para ello.
Era extraño y no, no estaba alucinando, no lo soñó, no estaba loco. Su mejor amigo se lo confesó y ahora ¿Fingía amnesia? No, Joey era un pésimo actor y sus palabras, tanto de la mañana como las recientes, no mentían.
¿Acaso hizo algo con su mirada? No, no era posible. Su habilidad era ver los pensamientos, o algo así según él y Yami ¿Qué había hecho?
No era su intención, él sólo quería saber que en verdad le atraía su amor platónico. Pero algo comenzó a desencadenarse a base de pensamientos egoístas y su nueva habilidad que ahora se tornaba intrigante y sombría.
CONTINUARA...