No dijo nada, no tenía palabras o fuerza siquiera para sostenerse ya que sus piernas temblaban al igual que sus manos. Estuvo a punto de dejar caer la bolsa de sus compras, pero dejaría aún más obvia su impresión.
-¿Estás bien? Parece que has visto un fantasma.
Una sensación conocida le recorrió el cuerpo de pies a cabeza como sensación de alarma y aunque no pudiera responder a todas sus emociones su rictus hablaba por él.
-Yami …
-Aun recuerdas mi nombre, eh.
¿Sólo su nombre? Recordaba todo, absolutamente todo incluyendo aquella sonrisa tan ¿Encantadora? que lo ponía más nervioso de lo que se pudiera sentir, la aparición tan repentina fue un golpe duro al ritmo de su corazón que sentí en cualquier momento saldría de su pecho. Quería callarlo, presentía que Yami podía escucharlo y eso sólo ensanchaba aún más esa sonrisa y porte con el que se acercaba a paso lento seguro hasta él.
-No luces bien ¿Te has enfermado?
Sin más llevó su mano hasta la frente de su ya no tan pequeño reflejo para sentir su temperatura. Yugi no podía reaccionar aún, sentía de nuevo aquel efecto opresivo que en algún momento del pasado, cuando comenzaba a controlar su habilidad, se vio sometido como método de entrenamiento; extraño entrenamiento en que la confusión nublaba su mente frente a los ojos carmesí y frívolos como los de Yami que escocían hasta el fondo de su alma desnudándolo, leyendo todo su interior cual libro abierto.
-¡Es-estoy bien! Cielos ¿Qué pasa contigo? Desapareces durante más de una eternidad y apareces de la nada frente a mi preguntando si todo está bien.
Rechazó aquella mano y alejándose un par de pasos.
-De hecho, fueron cinco años, Yugi.
-Todo está bien, no es necesario que te preocupes.
-De hecho, si me preocupa, algo no anda bien contigo ¿Acaso no lo has notado?
-Oh, no lo sé. Tal vez cuando esta cosa rara que tengo se adueñó de mis emociones negativas causando estragos a más de un ser querido, no, creo que no.
-¿Hiciste qué?
-Nada, ya no importa. Perdí la capacidad de hacer alguna otra “genialidad”.
Siendo sincero no se esperaba aquello, no se esperaba nada de aquella reacción de parte de Yugi, en algún otro momento lo recordaba tanto más tímido y sólo en el segundo plano era que podía ser más directo y desinhibido. Había tanto por decir y aclarar pero no sería sencillo comenzar de nuevo con la poca disposición que veía en su contrario, escucharlo decir que ya no podía usar sus habilidades le dolió, escuchar sus problemas por causa de la misma fue incluso peor, se sentía culpable en algún aspecto; por haberse ido. Pero lo necesitaba, por eso estaba de regreso.
-Yugi, lamento mucho escuchar eso. Pero en serio, tenemos que hablar.
-No tengo nada que decirte, Yami.
Oh, sí, estaba enojado.
-Bueno, tu no, pero yo sí ¿Puedes por favor escucharme?
La mirada violácea escudriñaba cada centímetro en busca de algo que pudiera usar para justificar una negativa, pero ¿A quién engaña? Si se muere por escucharlo. Tal vez diría un par de reproches más.
-Te echaré de la casa si tratas de volver a inmovilizarme ¿Quedó claro, Atemu?
-Transparente, Yugi.
Encaminaron en silencio, con la poca luz que aún quedaba del día tras de ellos y el manto oscuro cubriendo el camino. Podía notar que Yugi seguía tenso y no esperaba menos a leguas podía saber que ya no era el mismo, tenía cierto aire de confianza para expresarse y eso mismo quería comprobar en su desarrollo de las supuestas habilidades desaparecidas. Un ligero presentimiento de lo que ocurría mantuvo su mente ocupada en conjeturas lo que restó de la caminata; Yugi por su parte estaba que moría de nervios, no precisamente por Yami sino por todo lo que englobaba tenerlo de vuelta en su vida especialmente en las experiencias sobrenaturales a las cuales dejó de ponerles atención, porque si pasaban frente a sus ojos, pero decidía ignorarlas siempre que podía. Necesitaba respuestas y tenía aún más preguntas que tal vez finalmente podría resolver.
Una vez en su hogar encendió las luces de a sala de estar y el comedor mientras organizaba las compras en la alacena.
-Siéntate, pondré agua para té.
Yami hizo caso en silencio poniéndose cómodo y descansando, antes de su llegada había tenido un viaje sumamente largo del cual sentía tardaría al menos tres días de merecido descanso para recuperarse.
-¿Y bien? Te escucho.
Finalmente, Yugi tomó asiento frente a él.
-Antes que nada, quiero pedir disculpas, sé que esto es repentino, pero era necesario. Segundo, mi “desaparición” no fue aposta, hay muchas cosas que debo contarte sobre estos últimos cinco años, pero no es momento aún. Según lo que me dijiste hace un momento necesito saber exactamente ¿Qué fue lo que pasó? Dímelo todo, a detalle.
-¿Por qué? Ya olvidé casi todo lo que pasó.
-Por favor, Yugi. Al menos como fue que sucedió.
-Para no hacer el cuento largo terminé por omitir algunos de tus consejos.
Hizo una breve pausa para masticar y tragar su orgullo pues su curiosidad bramaba desde su interior por respuestas que bien sabía Yami era el indicado y quizás el único para otorgárselas, si, fue imprudente y en parte descarado por decirlo tan a la ligera como si no importase, más tarde podría escuchar los sermones de su clon mayor.
-Lo sé, no fue bueno y no buscaré justificar lo que hice conscientemente, pero si lo que sé que no lo hice a posta. Hice que Joey olvidara a alguien importante, dejé muda a Mai, invertí el patrón de sueño de mi abuelito y le rompí el corazón a la persona más dulce que he podido conocer.
No tenía el coraje para sostener la mirada mientras confesaba además que no olvidaba que podría ver más allá de algunos detalles que decidió omitir como los nombres de Kaiba y Mokuba. Pero para los rubies de Yami aquello no pasó desapercibido, su mirada estaba fija en Yugi pero no para usar su hipnotismo, escudriñaba en cada gesto, cada ademán y palabra.
-Dime cuales eran tus emociones en el momento preciso en que sucedieron las manifestaciones.
Tragó duro, también pensaba que era debido a sus deseos inconscientes y tal vez el ejemplo más claro de todos era el de Mai, realmente esa necesidad de hacerla escarmentar fue tan intensa como para que resultara real. Con Jey dudaba un poco ya que por más celos que pudiera llegar a sentir, jamás pero jamás de los jamases le haría algo así.
-Curiosidad
Dijo sin más y era cierto, curiosidad por saber hasta que punto llegaban sus habilidades.
Yami solo asintió en silencio. Había tanto de Yugi que no conocía o más bien nunca tuvo el tiempo para sacar a brote como aquella seguridad que solo en sus entrenamientos en el segundo plano lograba mantener y en persona ni hablar del tema; ahora realmente era la misma persona en ambos puntos, quería creer claro está ¿Había necesidad de iniciar desde cero? ¿Aquellas manifestaciones tan físicas eran realmente obra de él o todo coincidió en alguna vorágine de circunstancias? De ser así era demasiadas coincidencias. Especificamente por eso estaba de vuelta pero ¿Cómo decirle a Yugi que él también fue una posible víctima de sus estragos?
CONTINUARA...