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Sexy Doll por Milkin_Black

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Notas del capitulo:

Hola a todos

Una disculpa por haberme atrasado tanto con este fic. Como ya sabrán es el capítulo final de ésta loca y rara historia.

Antes de continuar quiero agradecer de corazón a todas las personas que le dieron una oportunidad a este fic, y lo siguieron. 

De manera muy especial agradezco a quienes dejaron sus comentarios, no saben cuanto me divertí leyendolos. Sus palabras me ayudan a crecer como autora (o al menos eso quiero pensar ¬¬ lol) y me emocionan profundamente. 

Quiero dedicar el capítulo a CAMIL, se que no te conozco mucho pero agradezco de verdad tus palabras, y ha sido un gusto que todas estás tonterías te hayan alegrado aunque sea un poco. No importa lo difícil que sea la vida, siempre siempre vendrán tiempos felices. Con cariño para tí.

OK, no diré que es un gran capítulo, y de verdad me disculpo, pues quedó algo...¿raro?

Hay dos cosas que debo aclarar, una, se que prometí que nos pondríamos serios, pero quedó tan bobo que incluso me da algo de verguenza, pero que les digo, no soy realmente la persona más normal del mundo.

La segunda cosa es que, recuerdo que al inicio comenté que aunque tenía advertencia de lemon, no pondría nada explícito, pero, ¿qué creen? Exacto, al final se coló un muy explícito y sucio lemon que espero no les desagrade tanto. Por lo tanto, si son personas sensibles o les desagradan este tipo de situaciones, les pido dejen dejen de leer en cuanto vean la alerta de lemon, podrán retomar la historia hasta la parte final del capítulo que pondré algo separada para que la noten con claridad.

Nuevamente una disculpa por los inconvenientes que puedan generar estos cambios.

Sin más, les dejó el último capítulo. Espero lo disfruten.

Los siguientes tres días pasaron con tortuosa calma.

Cada mañana en el coliseo, Milo se enfrentaba a los comentarios subidos de tono de sus compañeros, que descaradamente se burlaban de los agudos gemidos que incesantemente llenaban  el octavo templo. Y es que aunque deseara con todas sus fuerzas mantenerse tranquilo, la creciente incertidumbre sobre el paradero de Camus lo estaba enloqueciendo, provocando que Camie Doll se la pasara gimiendo como poseso.

Finalmente, una linda mañana, mientras el guardián de Escorpio caminaba hacia el lugar de entrenamiento, se percató de que el sitio estaba sumido en un silencio mortal. Apretó el paso notando que un intenso frío se hacía presente conforme se acercaba al coliseo.

-¿Nieve?- se cuestionó mirando la ligera escarcha que bañaba suavemente las piedras. Al levantar la mirada y observar con detenimiento lo que restaba de camino, vio con sorpresa que todo estaba cubierto por un deslumbrante manto blanco -¡Camus!- exclamó emocionado siguiendo el congelado sendero hacia donde suponía se hallaba su querido amigo.

Aquella visión lo hizo detenerse sobresaltado…”¿Qué rayos pasó?”…y es que no había que ser un genio para saber que aquella era la firma de Acuario quien al parecer estaba muy molesto. Miró hacia todos lados sin encontrar al aguador, por lo que se permitió prestar atención a la presente escena.

A no más de 20 metros de él, se encontraban sus compañeros quienes parecían inmersos en lo que bien podría ser una representación sobre los efectos del calentamiento global. Entre la muchedumbre sobresalían dos enormes cubos de hielo –Ataúdes –musitó adentrándose en el frío terreno, al acercarse pudo ver con claridad que dentro de uno se hallaba Death Mask…”Ja, cangrejo congelado” bromeó para sí viendo a un desesperado Afrodita tratando de romper el impenetrable hielo con cuanto podía, pues a sus pies yacían un montón de cosas filosas que al parecer habían resultado inútiles.

-¡No te rindas Death!...¡Yo te sacaré de ahí!- gritó el peliceleste intentando raspar el hielo usando ahora uno de los cuernos del casco de Tauro, quien solo se dedicaba a acercar a Piscis más cosas filosas y puntiagudas.

Milo sonrió ante tan irreverente escena, pero unas voces a su costado llamaron poderosamente su atención.

-Dada…dadada…da- trataba de pronunciar el muy joven Sagitario cuya lengua estaba pegada en el otro enorme cubo de hielo.

-No te preocupes, ya fueron por Dohko y pronto te liberarán- explicaba Shura  tratando de tranquilizarlo, por lo que con uno de sus brazos lo tenía ceñido por la cintura.

Lo que Capricornio no notó es que Aioria parecía haberse adelantado al joven Libra, y miraba la escena con un gesto furioso.

-Shura…me puedes decir…¡¡¿Qué diablos haces abrazando de nuevo a mi hermano?!!- gritó sobresaltando al español, quien instintivamente apretó más la cintura de Aioros, ocasionando que la rabia del león creciera, por lo que el quinto guardián se acercó rápidamente y lo aventó con violencia -¡¡¡Te dije claramente que no volvieras a tocarlo nunca!!!

-¡¡¡¡¡AAHHHHHHHH!!!!!-gritó Aioros llorando, pues por el empujón, Shura quien lo tenía agarrado por la cintura cayó, jalándolo y haciendo que su  lengua se desprendiera  dolorosamente del hielo un mísero centímetro más.

-¡Aioros!...¿estás bien?- cuestionó preocupado su hermano tratando de limpiar  los lagrimones que escurrían por las mejillas del “menor”. Al cerciorarse de que se encontraba bien se percató de que pese al anterior percance, la lengua de su hermano no había sangrado, lo que le dio una gran idea –Cabra pervertida, ven –ordenó arrastrando al de Capricornio de la camisa.

El pobre Aioros vio a los dos alejarse un poco, mientras el moría temiendo que de un momento a otro su lengua se congelaría y se caería, lo que lo hizo llorar aun más.

Tras un par de minutos en los que Aioria y Shura parecían haber discutido algo importante ambos regresaron, el primero con un gesto triunfal y el otro bastante dudoso.

-Hermanito…mi dulce y tierno hermanito…Vamos a jugar a algo muy divertido ¿siii? –dijo  acercándose con una sonrisa siniestra a Aioros que temblaba presintiendo lo peor.

-¡Dadada…dada…da…dada!- rogaba aterrado en un lenguaje totalmente incomprensible.

-Lo sé, lo sé- exclamó el león despeinando los mechones rizados de su hermano –Pero no te preocupes, Shura y yo vamos a ayudarte – indicó feliz jalando a un desconfiado pelinegro.

Los azules ojos de Aioros se abrieron enormemente al presentir a lo que su hermano se refería, así que como pudo comenzó a gritar -¡¡¡Ahhh…DADADADA DADA DADADA…DADA DA DADADAAAAAADADA!!!

Lo que el cerebro de Aioria tradujo como ¡¡¡Ahhh…Excelente idea hermano…eres lo maaaaxiiimo!!! Haciendo que el león casi llorara de la felicidad por lo lindo que era su pequeño hermano mayor.

-No tienes que decirlo, para eso estoy, para protegerte –exclamó dándole un tierno beso en la frente antes de situarse a su espalda y tomarlo por la cintura.

Aioros seguía gritando y llorando viendo a un Capricornio dudoso caminar también hacia su espalda. A  sabiendas de que se avecinaba lo peor se abrazó con todas sus fuerzas al frío hielo, rogando a su diosa que Dohko apareciera pronto.

Escorpión quien había mirado atónito la escena, se sintió incapaz de presenciar el triste desenlace que se avecinaba para la inocente lengua de ese gran guerrero, así que se alejó presuroso sin tomarse tiempo de ver quién era el segundo desafortunado que estaba enterrado en el inmenso bloque de hielo. A su alrededor vio a Mu ayudando a Saga quien tenía un brazo y una pierna congelados, pero salvo ellos, no había nadie más…Faltaban dos personas, una era Camus y la otra era…

-Milo- llamó esa odiada vocecilla que bien sabía pertenecía al caballero de Virgo.

Sin ocultar su enfado, se giró a mirarlo en completo mutismo. Shaka sonrió, de una manera tan increíble que podría haber iluminado todo el Santuario, pero por Zeus que Milo detestaba tanto esa sonrisa.

Sin prestar atención a las evidentes muecas de enfado de su compañero, Shaka se acercó unos pasos hasta quedar a solo centímetros de su compañero, lo que le permitió susurrar en su oído –Camus te está buscando…te espera en Escorpio- musitó acariciando con su aliento la cálida oreja del peliazul. Acto seguido, el rubio siguió su camino con dirección hacia los cubos de hielo.

El mensaje recién recibido lo hizo volver de lleno a su realidad…”Camus me está buscando, lo que significa…¡¡¡Que va a matarme!!!” …dedujo aterrado corriendo hacia el Santuario recordando que en su templo se encontraba un inocente juguete que a Acuario seguramente no le haría la menor gracia.

 

Superando la velocidad de la luz, recorrió los siete primeros templos rogando que Camus no se hubiera topado con su doble, Camie Doll.

Finalmente se encontró frente a su templo, el cual irónicamente le parecía ahora mismo el lugar más peligroso en el universo entero. Sintiendo a su cuerpo tensarse, decidió que era momento de enfrentarse con Acuario y aclarar de una buena vez las cosas.

Al entrar le sorprendió no verlo esperándolo, pues el francés no solía pasar a la parte privada de su templo, además de que no sentía rastro alguno de cosmos, ni había encontrado aun algo congelado. Con sigilo avanzó hacia sus aposentos, ordenando mentalmente los argumentos con los que se excusaría antes de que Acuario decidiera darle fin a su vida. Tragó saliva mientras trataba de reunir el valor suficiente para girar la perilla.

Después de varios intentos lo hizo. La habitación estaba en completo silencio. Avanzó lentamente hacia la cama  revisando los alrededores, en tanto un muy tranquilo Camie Doll lo seguía con la mirada.

-Milo, Milo, Milo –resonó por el templo la voz melodiosa del francés que emergía entre las penumbras del lado contrario al ventanal, haciendo saltar al escorpión del susto.

El simple hecho de escuchar su nombre en labios del francés, había echado por la borda todos sus buenos argumentos, llenándolo de incertidumbre, y si, una insana excitación…”Es oficial, soy un pervertido”, no obstante era más el miedo al ver esas orbes frías e inmensas mirarle profundamente.

-¿Hay algo que quieras explicar?- cuestionó el francés con un tono que al peliazul le pareció sensual.

“Estoy demente, estoy demente...¡Qué me va a matar y yo pensando en cachondeces!”

Tan perdido estaba el octavo caballero en sus regaños internos, que  no vio la ligera sonrisa de Camus que acortaba con pasos lentos la distancia entre ambos.

Milo fue consciente de su cercanía cuando no más de un metro los separaba. Sintió un sudor frío comenzar a bañar su cuerpo, mientras su corazón latía enloquecido, parte por volver a verlo después de tanto tiempo, parte por miedo.

Camus no lo miraba, se había detenido colocándose de frente a la cama, desde donde observaba al muñeco usurpador darse caricias placenteras mientras miraba fijamente al escorpión.

Pronto los placenteros gemidos llenaron el ambiente, causando un enorme rubor en Milo que yacía inmóvil sin saber qué hacer, en tanto Camus seguía analíticamente la extraña escena.

-¿De verdad crees que se parece a mí?- preguntó suavemente sin mirarlo.

“¿Qué se supone que responda?”…se preguntaba preocupado el peliazul, que se sentía dentro de una trampa donde cualquiera que fuera la respuesta, sería la incorrecta.

-Yo…no…no sé…yo solo- balbuceaba sin saber qué decir.

-Yo opino que somos muy diferentes- indicó el galo seriamente.

Lo que sucedió a continuación fue algo para lo que Milo jamás hubiera podido estar preparado. Repentinamente las blancas manos del francés habían tomado los bordes de su propia y ceñida playera, para deslizarla lentamente hacia arriba, dejando a la vista la blanca, tersa, y delicada piel que envolvía su torso finamente esculpido, el fuerte pecho y la majestuosa espalda cubierta en parte por las finas y brillantes hebras aguamarina.

-¿Lo ves?...justo aquí…-indicó Camus inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado para mostrarle de forma “inocente” a su boquiabierto compañero un lunar que tenía justo en la base del cuello, viendo que el otro no reaccionaba, decidió continuar con su “explicación”…-Oh…y este otro- dijo mientras señalaba un bonito lunar en forma de corazón justo en su omoplato izquierdo.

Milo literalmente estaba en shock, ni aun su calenturiento cerebro era capaz de procesar lo que presenciaba…”Excelente, seguro estoy muerto y llegué al cielo” pensó en lo que le parecía la explicación más lógica para lo que experimentaba.

Camus sonrió ligeramente de lado en tanto recorría con sus manos la piel expuesta de su cuerpo con la “única y pura intención” de hallar otros rasgos particulares que mostrarle a su compañero.

-Ah…también están estos- indicó el galo señalando sus músculos oblicuos (n/a la v entre la cadera y la pelvis), haciendo un ligero gesto de desagrado  –Creo que así no puedes verlos bien – fue lo último que pronunció antes de darle la espalda y comenzar a bajar parsimoniosamente sus ceñidos pantalones de entrenamiento, regalándole a Milo la visión de sus bien torneadas piernas totalmente desnudas, así como de ese bello, redondo y glorioso trasero a penas cubierto con una delgada y elástica tela negra.

El cerebro de Milo simplemente había dejado de pensar, y parecía que todo en él se concentraba en inmortalizar en su memoria la esbelta y perfecta figura del francés que con elegancia terminaba de deshacerse de sus pantalones y zapatos, quedando prácticamente desnudo frente a su amigo que seguía sin poderse mover.

-¿Ahora las ves?- indicó casual acercándose para mostrarle las bien definidas líneas que comenzaban a la atura de su cadera y se perdían con rumbo a la pelvis. La mirada turquesa seguía la blanca mano en el recorrido a través del nombrado musculo…-¿Aún crees que nos parecemos?- cuestionó haciendo un sensual mohín, y dando un giro sobre su eje, regalándole al griego una vista completa de su cuerpo.

-Camus…yo- pronunció el heleno cuando al fin pudo recuperar su voz.

-Lo sé…-interrumpió el galo acercándose hasta quedar a centímetros del cálido cuerpo de escorpio, recorriendo con sus fríos dedos aquel varonil y bello rostro moreno…-Tú tienes…necesidades –pronunció sugestivamente colocando una mano en pecho fuerte de su amigo, empujándolo ligeramente para hacerlo caminar hacia atrás, hasta hacerlo tropezar con el borde de una silla, logrando que Milo quedará sentado…-Es solo que estoy algo decepcionado –comentó colocándose a horcajadas sobre el rígido cuerpo del griego que aun lo miraba sin comprender qué era lo que estaba pasando…

-Camus...¿qué…

-Pensé que las cosas entre nosotros estaban claras- le susurró al oído mientras jugaba con algunos de los rizados mechones azules –Yo siempre he sabido que te gusto, y creí que era bastante obvio que tú me gustas…y mucho –declaró mordiéndole suavemente el lóbulo de la oreja, haciendo gemir al otro, cuyas manos descansaban firmes sobre sus cuasi desnudas caderas…-Confiaba en que cuando estuvieras preparado me lo dirías, y bueno…pasó eso- explicó señalando con su cabeza hacia la cama, donde el pequeño muñeco apenas si soltaba algún bajito gemido.

El interior del griego era un caos, dentro de la conmoción se mezclaba emoción, sorpresa, amor, lujuría, y una inmensa ansiedad por probar esos labios que se le ofrecían sugerentes.

-Yo te amo…Milo- confesó el francés, encendiendo con sus palabras algún invisible interruptor en su amigo quien al instante volvió en sí, tomándolo de la cabeza  entre sus grandes y fuertes manos  para asaltar ansioso sus dulces labios..

 

--ALERTA DE LEMON...SI ERES SENSIBLE O TE DESAGRADA NO LEAS A PARTIR DE AQUÍ--

 

Al instante Acuario pegó más su cuerpo a la cálida anatomía del griego, gimiendo sonoramente ante la fricción de sus entrepiernas.

Sin romper el contacto, Escorpio recorrió una y otra vez con sus manos la blanca espalda, llegando en cada ocasión un poco más abajo, bordeando primero la estrecha cintura, para después  regodearse estrujando con lascivia los carnosos y suaves glúteos.

-Ahhh…ahhh…Milo…siiii siiii ahh…ahhh- gimió descontrolado sintiendo una lengua húmeda recorrer su pecho sin recato, en tanto que unas curiosas manos se colaban juguetonas dentro de su ropa interior.

-Camus….ahhh…ahhh…mi Camus…- pronunció posesivo haciendo gemir excitado a su ahora pareja, quien seguía moviéndose acompasadamente sobre sus piernas.

-Ya…ahhh…ya no puedo…ahhh…ahhh-expresó el galo incorporándose con la respiración agotada y sus mejillas ardiendo, jalando el brazo de un obediente escorpión que lo siguió incluso cuando sin aviso se dejó caer en el frío suelo abriendo sin más sus largas piernas en lo que era una clara invitación para el heleno.

Sin meditarlo Milo se colocó sobre él,  invadiendo nuevamente aquella dulce boca donde lo esperaba una lengua juguetona que se entretenía retozando  con la propia, en lo que unas delgadas y agiles manos se encargaban de retirar su estorbosa playera.

-Ahhhhhhh- gimió excitado ante el repentino y frío tacto sobre su piel, el que pronto se extendió por su pecho ahora denudo. Embotado por el intenso calor de su cuerpo, comenzó a llenar de besos esa deliciosa dermis…

-Ahhhh- gritó Acuario cuando sintió una mordida en la zona del lunar en su cuello.

El griego continuó sin demora su “trabajo” mordiendo, lamiendo y besando cada milímetro de piel expuesta, jugando con su lengua en los erectos pezones, y finalmente masajeado acompasadamente el duro miembro de su amante. Ágilmente se deshizo de la fina tela que aun cubría al onceavo guardián.

Verlo desnudo agitándose excitado, con las mejillas sonrojadas y su larga cabellera aguamarina esparcida por el suelo era como un sueño. Los ojos vidriosos y fríos de Acuario lo observaban con impaciencia, logrando que el endurecido miembro de Milo doliera, rogando por atención.

-Eres muy hermoso- pronunció entre jadeos antes de invadir los rojos y carnosos labios de Camus, que le esperaban entreabiertos.

-Ahhhh…Milo-chilló el galo al sentir el fuerte agarre sobre su miembro, arqueando la espalda logrando que su pelvis se friccionara violentamente contra la masculinidad fuerte y despierta de Milo.

Reconociéndose incapaz de aguantar por mucho tiempo más, empujo al peliazul cambiando las posiciones, quedando de nuevo sobre el él. El de escorpio respiraba agitado, sintiendo las hábiles y blancas manos jalar desesperadas su pantalón, retirándolo sin el mayor cuidado, haciendo lo mismo con la ropa interior.

Las orbes azules de Acuario se abrieron asombradas viendo por primera vez el largo y grueso falo del griego, que se erguía orgulloso. De manera inconsciente besó la abultada punta, logrando que su amante se removiera ansioso. Sonrió emocionado, Milo era sumamente hermoso, su bien trabajo cuerpo de piel canela resaltaba glorioso con las ligeras perlas de sudor que hacían a sus rebeldes cabellos azules pegarse a su frente, cuello, hombros y pecho, dándole un toque de salvaje sensualidad, y sus ojos, esos bellos ojos color turquesa que brillaban encendidos y llenos de pasión, todo en él, todo en Milo era perfecto. Decidido a brindarle el mayor placer, engullo el miembro del heleno, haciéndolo gemir sonoramente mientras enredaba sus dedos en la cabellera aguamarina.

En la cama Camie Doll parecía responder asertivamente a aquella erótica escena protagonizada por su amo, pero cuando el lindo muñeco intento bajar al suelo para complacerlo, el frío aire impulsado por una de las manos del francés congelo parcialmente su cuerpo artificial, inmovilizándolo por completo.

“Él es mío” pensó posesivo el francés, sin abandonar la importante tarea de estimular al glorioso escorpión. Así continuo lamiendo, besando y mordisqueando la virilidad de Milo haciéndolo gritar de deseo.

-Ya…ya…no puedo…más-murmuró entrecortadamente el heleno, haciendo que Camus se detuviera y volviera a sentarse sobre sus caderas.

-Te amo…tanto tontín- expresó dulcemente el francés mordiendo ligeramente su labio inferior.

Sintiéndose al límite de la excitación, masajeo con rudeza los voluptuosos glúteos del galo, dejando colar entre las dos carnosidades un par de sus inquietos dedos en busca de la virginal entrada de su eterno amor.

Camus mordió su hombro al sentir la repentina y desesperada intromisión.

-Lo siento –musitó volviendo a besar su blanco cuello, al tiempo que insertaba un tercer dedo, que Acuario recibió gustoso.

-¿Estás listo?- cuestionó entre excitados gemidos, cuando le pareció que su compañero, amigo y ahora amante estaba listo para recibirlo.

El caballero del hielo solo asintió, dejándose llevar de nuevo al suelo. Milo suspiró tratando de controlarse, mientras elevaba a sus hombros las largas y hermosas piernas del galo. Con el mayor cuidado fue adentrándose en el estrecho y cálido canal de su amante, quien se removía ligeramente molesto.

-No te detengas –le susurró Camus con una suave sonrisa, haciéndole saber que estaba bien.

Escorpio solo asintió para luego en un continuo movimiento terminar de hundirse en las paredes del aguamarina. Casi de inmediato Acuario dio un ligero empujón con sus caderas, con lo cual Milo supo que era momento de continuar.

Pegó su cuerpo a del francés para alcanzar aquellos anhelados labios, al tiempo que comenzó a dar suaves embestidas.

Sentir ese cálido y húmedo cuerpo sobre él, así como las cada vez más rápidas y fuertes embestidas, le hicieron caer al borde de la locura, olvidando por completo el recato, gritó y gimió abrazado a la ancha espalda canela, dejando un par de marcas con sus uñas cada vez que el miembro de Milo lograba dar con ese punto tan sensible en su interior.

No pasó mucho antes de que la habitación rebosara de gritos, gemidos, y un olor a sudor y a sexo.

Al sentir que el final se acercaba, Milo retomó la tarea de masajear con fuerza el falo de Camus, quien poco después terminó en su mano en medio de un gran orgasmo que le hizo arquear mucho la espalda y apretar con fuerza sus paredes interiores, logrando que el heleno llegara al clímax llenándolo con su semilla.

-Te amo tanto Camus- murmuró sonriente y cansado besando sutilmente sus labios.

    

 

                                                                             

Varios minutos después, aun abrazados en el suelo comenzaron a hablar de cosas sin importancia como el clima, lo que comerían después o lo ocurrido esa mañana en el coliseo, hasta que algo realmente importante llegó a la cabeza del griego.

-Es verdad, ¿dónde estuviste todos estos días?- cuestionó acariciando suavemente los largos cabellos aguamarina.

-Con Shaka –contestó como si nada, notando como el cuerpo de su pareja se tensaba al instante –Y antes de que pienses cosas raras, fui a Virgo a esconderme.

-¿Esconderte?...¿de quién?- preguntó realmente intrigado el peliazul moviéndose para poder verlo a los ojos.

-De tí- indicó observando cómo se abrían confundidos los bellos ojos turquesas –Shion me encargó unas traducciones, y realmente la última vez que lo hizo fuiste toda una molestia y me tarde casi dos meses en terminarlas, por eso tuve que pedirle alojamiento temporal a Shaka.

Milo quien había estado a punto de defenderse, reconoció que lo dicho por Acuario era totalmente cierto, por lo que un poco malhumorado, solo preguntó –Pero, ¿por qué específicamente tenías que ir con él?

El francés sonrió enternecido por el mohín en el atractivo rostro del moreno –Porque es el único templo al que no te atreverías a ir a buscarme –contestó logrando que Milo dejara de una vez por todas ese tema.

-Yo de verdad lo siento –se disculpó el peliazul tras un corto silencio, ante la mirada confundida de Camus –Por todo lo que cause con…ya sabes…con Camie Doll, y por hacer que todo mundo pensara que eras tú.

Al escuchar ese nombre, Camus no supo si darle un zape o sentir ternura…optó por la segunda opción.

 -No te preocupes, lo que piensen o digan los demás realmente me tiene sin cuidado…además- pronunció coqueto colocándose nuevamente sobre el fuerte y perfecto cuerpo de Milo- Creo que ya te demostré que ese muñeco y yo no nos parecemos –musitó sensual dándole una ligera mordida en el cuello…-Y pensándolo bien, tal vez no es tan mala idea que piensen que estoy “enfermo”- dijo antes de besar apasionadamente los labios griegos dando inicio a un nuevo juego de tortuosas caricias.

 

Varias horas después cuando al fin terminaron de arreglar sus problemas, se enfrentaron en una dura discusión acerca del futuro del androide.

-Debe haber una manera para que deje de funcionar- meditaba en voz alta Camus observando al lindo muñeco aun apresado en la gruesa capa de hielo.

-¿Y por qué no…solo…nos quedamos con él?- propuso el heleno de forma inocente ganándose una agresiva mirada de su amigo y pareja.

-¿Perdón?

-Yo…no es lo que piensas…es solo…Es que míralo, es tan parecido a ti que jamás podría hacerle daño- argumentó el escorpión enternecido.

-Pero yo si- contestó celoso Camus alejando al griego del androide.

-¡No!...espera, no lo hagas…qué tal si piensas en él como…podría ser como nuestro hijo – exclamó emocionado abrazando ligeramente a su bello juguete.

Minutos después su asustado grito resonó por todo el santuario. Definitivamente Camus opinaba diferente.

 

De esta feliz manera las cosas continuaron.

La batalla por el destino de Camie Doll cesó cuando a la mañana siguiente el lindo juguete apareció apagado, sumiendo en un luto total a Milo quién no sabía si creer o no en la inocencia de Camus. Finalmente decidió llamar a Sexy Doll para hacer valer la garantía…no lo logró, la empresa lo catalogo como un pervertido del más alto nivel por haber mantenido tanto tiempo al juguete en funcionamiento continuo, lo que al final ocasionó la falla del mismo. Ahora el lindo androide descansa en paz dentro de una caja en el lugar más profundo del armario de Milo, claro, sin que Camus lo sepa.

Y bueno, las cosas volvieron a la normalidad en el santuario, el hielo del coliseo se derritió, los ataúdes de hielo resultaron ser vulnerables al calor por lo que ningún caballero resultó realmente lastimado en la historia, salvó quizá por Aioros que no podrá pobra volver a hablar en un par de meses.  

Omitiendo la grave enfermedad de Camus que parecía empeorar cada día, las cosas en el santuario volvieron a ser como antes. El sol siguió iluminando orgulloso el cielo, las aves continuaron llenando de trinos el despertar, y a las afueras de Aries seguía esperando un caballero.

-¿Qué haces aquí Aioria?- cuestionó el guardián de Virgo ante la extraña actitud de su compañero de entrenamiento.

-Nada…eh…¿qué tal si te adelantas Shaka?...Yo en un momento voy –sugirió jugando nerviosamente con sus manos.

El rubio suspiró imaginando que se trataba de alguna infantil travesura del griego, por lo que decidió retirarse al coliseo.

Minutos después una gran caja llegó.

A partir de esa mañana, Camus dejó de ser el único enfermo…después de todo, al parecer su condición si había resultado contagiosa.

 

Fin 

Notas finales:

Y ese fue...

¿quedo algo raro, verdad?

Bueno, pues ese fue el fin.

De corazón deseo que se hayan divertido tanto leyendolo como yo escribiendolo.

Al final ¡¡Sii!! Camus corresponde los sentimientos de Milo, aunque la verdad voy a extrañar a Camie Doll.

Y bueno, como sé que quedaron dos puntos importantes pendientes a continuación subiré un epílogo que logrará contestar dos importantes preguntas que seguramente se han planteado...

¿De qué hablaban todos que había hecho Milo?

¿Por qué Milo odia tanto a Shaka?

Las respuestas a continuación.


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