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No-Hero por sleeping god

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Notas del capitulo:

Vamos lento pero seguro. Así que continuo.

"A veces todo lo que necesitas para cambiar una gran cosa es cambiar una pequeña cosa y convertir una posibilidad en una probabilidad, mejor aún en un hecho."

Amazing Spider-Man 545

 

Si se ha perdido de vista una estrella fugaz al despedazarse contra el suelo y aun así se ha pedido un deseo, lo sonidos han sido devorados y los ojos se alzan, en un accidente, eso innombrable puede traducirse en una visión, en una gran espalda que parece invitar a rodearla con los brazos y ponen la frente en ella, hasta permitirse llorar con los ojos cerrados, al fin, pues el miedo es enorme. El corazón se oprime y las mariposas se agitan en el estómago, aunque la solución de decir dos palabras, quizás las que no describen,  no luce mejor que permanecer oculto.

Fue un accidente el ver la espalda y quererse soportar en ella.

Sostenerse en algo.

O cerrar los ojos y guardarse todo.

Cerrarse.

Cerrar los videos de Youtube.

En realidad lo consideraba bastante ridículo. Toda su atención de adolescente de preparatoria se había centrado en encontrarlo para darle unas gracias más efusivas que las que le dio. Le parecía lógico: salvó a su hermana y esa muestra de agradecimiento era lánguida y casi vergonzoso.

Empezó lento pero fue tomando fuerza. Cada vez había más videos, imágenes, noticias e historias. Cada uno de ellas las consumía con un hambre que le decía dónde podría encontrarlo y cómo podría agradecerle.

Y en algunas le molestaba a rabiar verlo con otra chica u otro hombre. Después le miraba de pies a cabeza y suspiraba con cansancio. Dormía mucho porque soñaba mucho con él.

El fatídico día de la verdad le llegó sin nada que ver. En una conversación que tendrían expertos o ebrios, pero en este caso solo eran estudiantes con mentes llenas de opiniones subjetivas:

-Supongan que pudieran salvar a todo el mundo, a todas las personas que lo habitan, que no hubiera muertes…

-¿Y si uno de ellos decide morir? ¿No muere?—interrumpió una de las chicas a Keigo, mientras este parecía desconcentrarse de su relato, probablemente leído en una revista y que le pareció tema de conversación. Nada más trascendente.

-A eso voy. Sí, los que quieren morir pueden morir. Pero el caso es que no hubiera necesidad ¿Qué harían? Piensen que si la gente no muere igual sigue habiendo nacimientos.

-Habría sobrepoblación.

-Nos quedaríamos sin alimentos.

En la mente de él, bajo el cabello anaranjado, vio a su hermana. La gente que muere. Ella debió morir y ayudar a despresurizar el mundo pero no fue así, fue salvada porque a ese héroe, H, que sentía que lo correcto no es morir.

Morir es doloroso para los que se quedan atrás.

¿Por qué no podemos decidir cuándo hacerlo y cuándo no? ¿Quién lo decide? ¿Y si se pudiera escoger? Las preguntas se juntaban en su cabeza y le parecía que provenían de unos labios ocultos tras una máscara negra.

-Yo no podría…

Les miro e interrumpió, diciendo:

-No los dejaría morir—la firmeza en su voz cambió el ambiente festivo, todas las miradas fueron hacia él y lograron sonrojarlo. No era la crítica, fue verse siguiendo a alguien con admiración y fue tan fuerte la idea en su mente que quiso verlo para expresarle otras gracias con otro sentimiento muy fuerte.

-¿Estás bien, Ichigo?

-Sí, estoy bien—respondió a sus amigos pues palideció justamente después del sonrojo.

El enamoramiento lo enfermó.

La chica que secretamente estaba enamorado de él lo acompañó, aun contra sus negativas, a su casa. El estómago lo estaba matando, su cabeza le daba vuelta y sus ojos se perdían en el cielo.

Creía estar seguro que tenía los ojos azules.

-¿Quién crees que sea?—cuestiono Orihime a Ichigo, señalando una chica con una playera estampada con una H.

-No lo sé.

-¿Crees que sea peligroso?

-Claro que no. Él es un superhéroe. Los héroes no lastiman a nadie.

Quiso decir más pero era natural que la chica estuviera confundida. Todo el mundo lo estaba. Entraban en un terreno completamente nuevo donde la gente podía tener superfuerza, supervelocidad y algo más super, ese era el problema, no saber. Ya nadie podía estar seguro de nada. Los científicos estaban vueltos locos, suplicando que H se presentara a hacer pruebas para estudiarlo, podrían salvar miles de vidas. Pero los políticos y religiosos no estaban tan felices y contaminaban a la población; era algo extraño e imposible, por lo tanto peligroso. También tenían miedo de lo que pudiera hacer.

Se teme a lo desconocido.

Pero Ichigo estaba enamorado y solo sabía que eso. Al igual que esa joven, que creía en H porque quien quería confiaba en él. Ambos eran llevados por las corrientes de aire como a las aves. O bueno, eso dicen los budistas. Quizá solo necesitaban pruebas para también tener miedo.

 

Permaneció meditando hasta que el cielo se cubrió de estrellas, sentado en la ventana imaginándolo, como si pudiera verlo. Un suspiro se le escapó, sabiendo que volvería a revisar la red por si alguien supiera donde estaba H. entonces uno de los seguidores comentó que volvía a ese bar y que estaba seguro de escucharle cantando unas rancheras. Sin estar muy seguro que tipo de música sería esa o de sus intenciones tuvo que salir en esa dirección. Unas palabras podrían aliviarle. Un cupón podría vaciar su corazón.

 

Sin embargo salió terriblemente mal.

 

Golpeó la puerta con el puño, dejando que la ira traspasara la madera y revotara hasta el interior de la enorme casa. No se detuvo hasta dar 15 golpeteos seguidos y que la pintura blanca se tornara gris. Sus manos estaban sucias al igual que él. Corrió tras de ellos y estaba sudado y con tierra en rodillas y manos después de tropezar producto de la esperanza y desesperanza. No quiso hundirse en la teorización de sus sentimientos y volvió a golpear, esta vez diciendo:

-¡Va te vi, Byakuya! ¡Abre la maldita puerta o juro que la derribaré! ¡Byakuya!

Limpió el sudor de la frente y se tocó un poco el pecho.

Latía con fuerza. Soportó su peso en la puerta, deseando sostenerse en alguien.

-Muy lindo, ¿cierto? Déjenme mostrarles cómo era adentro.

-Es… Kurosaki—se dijo Kuchiki y giró a ver a Grimmjow saliendo en ropa interior a la cocina por un vaso de agua, para parar el dolor de cabeza—Jeje, es Kurosaki. No puede ser Kurosaki Ichigo, esto debe ser una broma. Es imposible.

Volvieron a golpear la puerta.

-Estamos en problemas—corrió a la cocina y, ya fuera por compartir demasiado con Grimmjow, por dormir poco o haber visto el día anterior una película cómica, entró en pánico, uno ridículo pues así no actuaria el—¡Esta afuera Kurosaki!

-¡¿Qué?!

-¡Que está afuera. Sabe quién soy y seguramente sabe que estás aquí! ¡Ponte tu disfraz!

-¡Lo puse a lavar!

-¡Ponte otra cosa en la cabeza!

-¡Ok, ok…!

Un estruendo provino de la entrada, al asomar ambos la cabeza vieron la madera desecha y emergiendo de entre ella las manos de un adolescente que al sacar la cabeza poseía una sombría mueca que le oscurecía los ojos y mostraba unos labios torcidos encuadrando unos dientes cerrados con fuerza y que liberaban un aliento que siseaba como víbora.

-Entro—dijeron al mismo tiempo. Corriendo de un lado a otro hasta que Byakuya volvió en razón y le detuvo.

-¿Que estoy haciendo? Esto es ridículo. Hablaré con él—se dispuso en su porte, salió de la cocina, por el pasillo que daría a la puerta, siendo testigo del pelinaranja arrancando otra puerta con solo sus manos, sumido en la ira y diciendo en voz baja, pero de manera clara, “Byakuya, te mataré”. Volvió a la cocina y ahora le dijo al héroe—Date prisa y ponte algo.

-Voy, voy—asomaron la cabeza y vieron al adolecente revisando puerta por puerta con pasos enojados—Estás demente. No saldré, quiero vivir.

-Debes hacerlo. No puede verte sin tu mascara. Además, algo me dice que a quien desea matar no es a ti.

Esperaron y cuando metió la cabeza en un cuarto, Jagerjaquez salió corriendo al cuarto frente a él, siendo casualmente el del dueño de la casa.

-¿Casualmente? No comprendo cómo puedes ser tan hipócrita para decir que te agrado y siempre meterme en tantos problemas.

Siempre te saco de ellos.

-Pero antes me hundo.

No es…

-¿Acaso voy a entrar al cuarto de Byakuya, ponerme su bufanda y poder explicarle tranquilamente a Ichigo que todo es un mal entendido?

-Entonces no te defiendas. Anda, pues, sigue hundiéndome.

-¿Qué hago? ¿Qué hago?—se puso a hurgar entre las sabanas pero no había ropa suelta como sería en su cuarto, tampoco en el piso y, por el pánico, no se le ocurría empezar en el armario.

-¡Byakuya!—grito Ichigo al verlo en la cocina.

-Kurosaki Ichigo…

-¿Dónde está? Te vieron saliendo de un bar con él—le informó sacando su teléfono a otra fotografía clandestina—¿Qué haces aquí? ¿Qué eres de él? ¿Dónde está? ¿Viven juntos? ¿Desde hace cuánto? ¿Por qué?

-Eso…

Vino un ruido de la habitación y no pudo detener a Ichigo a que entrara enfurecido, con Grimmjow cubriéndose la cabeza con la ropa interior del noble.

-No es fetiche. Entre en pánico y fue lo primero que vi al abrir la gaveta.

Te creo. Los demás, no sé. Te has hecho de una reputación.

-Jeje, dijiste re y ción. Además, no mes juzgues que tú eres el escritor.

-¿H?—pronuncio Ichigo viéndole extraño a ambos.

-Hey, Ichigo. Que buen detective eres. Crees que podríamos hablar… después.

Por la mente del chico solo veía a su héroe con ropa interior en la cabeza y otra más puesta donde debe ser, únicamente. Solo pudo llenarse de celos y la cabeza de imágenes carnales y sonidos explícitos.

-¡¿Quién quiere hablar?! ¡No necesito saber qué pervertidas cosas hacen ustedes dos! ¡Me dan asco! ¡Tú, Byakuya, deberías estar avergonzado! ¡Si Rukia supiera lo que haces! ¡Y tú, H, me… me… no me vuelvas a hablar!—metió la mano en su bolsillo y le arrojó el cupón—¡No quiero nada de ti!

Se marchó, dejando un desastre tras de sí y al otro par perplejos.

-¿Qué le pasa?—cuestionó el peliazul sacándose la máscara improvisada.

-Eres un insensible ¿verdad?—regañó el otro arrebatándole sus calzoncillos—Es obvio que está celoso.

-¿De qué? Aun si nos acostáramos no tendría razones. No soy nada de él… momento, ¿Le gusto?

-No entiendes nada—informó marchándose a seguir al joven.

-Espera—pidió Grimmjow—Yo voy por él.

Kuchiki afirmó con un movimiento de cabeza viendo al hollow ponerse ropa y un pañuelo negro con agujeros para ir tras el chico. Fue solo un segundo de seriedad pero sonrió a su inquilino quizá entrando en razón.

Se adentró en la multitud de gente que salía a la hora del almuerzo, poco a poco fue creciendo el murmullo de su letra hasta estar rodeado pero solo, le hacían un diámetro de un metro como mínimo a donde se moviera. Era un superhéroe pero le tenían miedo. Sin embargo él seguía buscando una caballera anaranjada. No podía terminar así, después de lo que había trabajado, quería su pelea. Además, estaba cansado de fingir ser un héroe. Al ver los rostros humanos, también estaba harto de ellos, temblaban de miedo y aun así poseían unos ojos le expresaran odio. Le parecía una incongruencia, no deberían poder odiar si no pueden hacer nada al respecto… es más, nadie debería sentir lo que sea si no tiene los medios para demostrarlo. Le pareció que por eso los humanos son tan miserables, tantos sentimientos amontonados pudriéndose dentro de ellos. Quienes apestaban eran ellos.

Se detuvo ante la multitud y puso un porte de reto. Mirándoles, uno a uno, a los ojos. Bien señalando con su cuerpo que ahí lo tenían. Les brindaba el medio para sacar esos sentimientos.

Nadie hizo nada, así que dio la vuelta y escuchó un golpe metálico seguido de un terrible silencio. Volvió la mirada y una chica se había tragado un terror y había arrojado una lata de refresco, sin lograr atinarle,  pero si dejándole mojado de su máscara provisional.

-¡Ve-Vete! ¡Monstruo!—gritó por fin la mujer, temblando de pies a cabeza.

-¿Monstruo? No tienen idea de lo que es un monstruo de verdad—no le conocían y estaban tentando mostrar quién era en realidad. No era ese sujeto amable ni deseaba protegerlos. Quería impresionar a un exshinigami que le salvó la vida, ahora un adolecente molesto por celos imaginarios.

Vaya ridiculez, se dijo, no podía creer que hiciera tanto por Ichigo. Quizá era tiempo de mentir un poco, lastimar a esos humanos, demostrarle que los cuidaría bajo sus reglas o quizá hasta amenazar para obtener lo que quería.

-¡Largo!—espetó otro sujeto para que con esa voz le siguieran el resto, sacando de sus pensamientos al otro. La sonrisa del peliazul desapareció. Él tenía los medios para expresar ese hueco interior. Demasiados medios sin nada que expresar.

-¡Alto!—pidió Ichigo. Con odio pero también con amor pudo ver algo aterrador, una verdad que no quería saber; notó que Grimmjow dio un par de manotazos a su cadera en el lado izquierdo, entonces tuvo miedo, pues de haber llevado su ropa de siempre y no la de civil ahí habría estado su katana.

-¡Basta!—gritó ya casi frente al que juzgaban. La multitud paró pero se lo pedía a H—Basta—repitió. En los ojos azules-si eran azules- le pareció ver un gran vacío—Ven. Vamos—ordenó para que le siguiera, así lo hizo pero eso no evitó que a su espalda siguieran gritándole con odio. Ichigo les obligó a que solo fuera a la espalda pues le pareció que de frente no era tan resistente ni tan heroico.

H al verse con el chico desapareció las ideas de amenazas de su cabeza, podía explicar que no había nada entre Byakuya y él.

-Aunque lo haya.

-Lo que viste…—quiso empezar a explicar Grimmjow pero le dieron un golpe con una vara en la cabeza—¡¿Por qué fue eso?!

-¡Lo que vi entre tú y Byakuya me importa un comino! ¡¿Qué diablos fue lo de hace un momento?!

-Pinche gente culera, eso pasó—se explicó sobándose la cabeza.

-Tu… tu buscabas tu espada—le dijo con resentimiento, por primera vez viendo lo que los otros notaban de aterrador en ese sujeto.

Grimmjow guardó silencio pues reconocerlo sería peor. No tenía defensa, quería callar a esos humanos inferiores, molestos y desagradecidos.

-Confiaba en ti—sentenció el joven con la mirada al piso—No quería pensar que podían tener razón—quiso irse pero le detuvieron del hombro.

La respuesta fue lenta en su mente, viendo a ese niño, así lo consideraba, parado entre Nnoitra y él, lo más importante era el de pie, sin temblar como los humanos normales, decidido a salvarle la vida. Ahora le admiraba lo erguido que le pareció en ese momento, tan fuerte justo ante sus ojos y aun así tan lejano, en un juego inalcanzable como es ser la fuerza de quien no la tiene. Se requiere valor. Él no lo poseía. Pretendía tenerlo y la respuesta que daba cuando le rodeó la duda fue cobarde. Mostrar los sentimientos bajos: ira, desesperación y destrucción. Crear, confiar, proteger era de otros, de los fuertes, de los que se paran sin temblar. Se comportó como todo un humano con medios, como uno cobarde.

-Espera—le pidió accediendo a ser sincero—Debo ser un héroe. Debo lograr serlo por una persona ¿entiendes? Es más difícil de lo que pensé.

Ichigo suprimió el deseo de irse para verlo a los ojos. Podía ser difícil cuidar de otros, él lo sabía.

-Además, sobre Byakuya…

-No quiero saberlo—cortó, nuevamente enfurruñándose.

-Cállate y déjame explicarlo, carajo—regañó sacando de balance al otro que hasta el momento solo había conocido al amable H—Byakuya me está ayudando.

-¿Por qué?

-¿Por qué? Bueno, porque…

-Te parece ayudarme. Ya me he puesto muy existencialista en las líneas anteriores. Eso es lo que te gusta, ¿no?

Está bien. Continua, las palabras saldrán solas.

-Porque comencé a perturbar el orden el mundo, vino a ver qué ocurría y simplemente le expliqué que no me detendría. Si no me ayudaba lo seguiría haciendo y quizá terminaría arruinando todo y si me ayudaba seguiría sus reglas. Fue un trato.

-Eres bueno.

Gracias.

-Vivimos juntos, sí. Pero no somos nada. Creo que le gustó pero no es mutuo.

Ichigo entonces se sentó en la banqueta, invitando al otro a hacer lo mismo y pregunto.

-¿Por quién tienes que ser un héroe?

-Es alguien que me salvó la vida. Tengo una deuda.

-Entiendo—pusó como nota mental averiguarlo.

-Es solo que… no entiendo muy bien cómo. He salvado a tantos pero no tengo ningún fin. Simplemente hacerlo y parecerlo… No soy un héroe a final de cuentas, solo pretendo serlo—hasta que calló dio con que se sinceró demasiado con quien tenía que parecer y no ser. Se maldijo mentalmente hasta que recibió otro varazo—¡Oye!

-En ese caso te enseñaré a ser un verdadero héroe.

-Pero… Fil, no veo tus patas de cabra ¿Tendré que cantar?—recibió otro.

-Ya verás. Te gustará para cuando terminemos—le sonrió y Grimmjow le vio con molestia y algo de interés, desconocía que el shinigami podía sonreír—Nos veremos mañana para comenzar.

-De cero a héroe.

 

Al día siguiente se presentó con su uniforme donde le había citado, en el parque nacional, y según sus cuentas ya era tarde. También lo era para retractarse.

-H—le llamó Ichigo—Ven aquí.

-Espero que sepas usar esa rama porque te derrotaré con mi katana de inmediato.

-No habló de esa clase de entrenamiento—anunció aunque llevaba la vara amarrada al cinturón—Mira, aquí—le llevó tras unos arbustos donde, al asomarse, vio una gata gris con una docena de crías.

-¿Qué?

-Serán tu responsabilidad. Lo principal es eso ¿Qué harás?

Dio un gruñido y se puso a pensar. Era obvio que no podía dejarlos ahí, pero tampoco quería llevárselos, podría simplemente dejarlos en un refugio y ya pero Ichigo parecía interesado en que le afectaran los felinos así que bajó una mano y tomó a uno negro que empezaba a alejarse de su madre, lo alzó hasta su rostro y recibió una lamida en su máscara. Maulló el gatito y todos los demás también, yendo con él, que empezó a retroceder, cayendo con la raíz sobresaliente de un árbol y siendo rodeado por gatitos ya que la madre tomó eso como un descanso.

-¿Qué… qué diablos hago?—cuestionó al verse con animales tan pequeños que sentía que empujándolos los lastimaría.

- Juega con ellos un momento.

H se sentó y permitió que le treparan, atrapando a los que caían al intentar saltar más alto en su cuerpo. Solo uno, un minino blanco, fue con Ichigo que le acarició y acurró en sus piernas. Grimmjow le miraba, ignorando un segundo a los felinos, pareciendo que aquel se encariñaba rápidamente con el animalito.

-Quédatelo—espetó el peliazul—le quieres, quédatelo. Son mi responsabilidad y digo que estará bien contigo. Quédate los que quieras.

-No puedo. Mi papá no lo permite—dijo seriamente—Buen intento.

Volvió a bufar el héroe ante tanto gato. Pasada media hora de convivir con ellos, dejándolos dormir a su costado Kurosaki se levantó, tomó al que tenía y con fuerza decidió arrojarlo al rio. Grimmjow se levantó y con sonido fue a atraparlo, volvió, lo dejó con sus hermanos y sujetó a Ichigo por el cuello, levantándolo más de 30 centímetros.

-¡¿Qué mierda fue eso?!

-Lo siento. Fue arriesgado—se disculpó aunque casi riendo—si no ibas tu iría yo. Fue extremo pero parecía necesario.

-¡¿De qué hablas?!

-Le salvaste sin razón—comunicó sonriendo, siendo bajando y Grimmjow viendo a los gatitos dormidos junto al pasto aplanado por su cuerpo.

-Se siente raro—dijo sin entenderlo bien.

-Buen trabajo.

-Ok. No vuelvas hacerlo de nuevo así. Casi me da un ataque.

-Disculpa. Que delicado.

-Oye…—volvió la mirada a los felinos. Los humanos no son gatos. Esa lección le dejaría pensando el resto del día. Si no son gatos y son humanos ¿Cuál es la diferencia? ¿Y esa diferencia qué significa para él?

 

Al día siguiente fue llevado al centro de la ciudad, siendo objeto de miradas hostiles en su mayoría.

-¿A que venimos aquí? Es donde menos me quieren.

-No el día de hoy—le encaminó hasta el centro de arte y al pasar, los que ahí se dedicaban a pintar le vieron y aplaudieron, estando tras de ellos un mural del héroe y un enorme “Arigatou” en la parte baja. Ahí le comunicaban que no todos eran desagradecidos y que era un ejemplo a seguir. Mostraron dibujos y una muchacha tenia escrito en sus senos un par de Hs que hicieron que Ichigo le llamará para irse.

-Son tan extraños. Es como si no pudieran decidirse. O me odian o me quieren.

-No es tan sencillo—dijo Ichigo.

-Claro que lo es…—suspiró—pero gracias—sonrió bajo la máscara.

-Podrías levantártela un poco. Ahí veces en las que no sé qué piensas porque no puedo ver nada de ti.

Le otro le obedeció y volvió a sonreír.

Ichigo supo que tenía razón. O lo odia o lo quiere. No es cuestión de raciocinio, sino de corazón.

-Debo volver a casa. Es hora de la cena—informó Kurosaki.

-Te llevaré—propuso, acercándose para alzarlo en brazos.

-¡No!—gritó, no quería ser tocado por el héroe, más ahora que se ponía sentimental.

-Está bien… tomemos el metro. Te dejaré en tu casa y luego me voy.

Subieron ante las miradas atentas, sentándose en el fondo del vagón, uno frente al otro.

-Son extraños. Muy extraños. Creo que en eso son diferentes a otros animales—le comentó—Aun así, son tan simples. Es fácil saber su reacción, son agradecidos cuando les salvan pero temen cuando desconocen. Son sociables y aun así no tienen una decisión unánime.

-Es parte de ser una persona. No hables como si no lo fueras—le regaño Ichigo, viendo por la ventana—Es natural debatirse con uno mismo. Tú lo estás haciendo en este momento. Con algo de atención te das cuenta que hacemos tonterías por las razones correctas—se dijo más a sí mismo, pensando en cuando tuvo que rescatar a Rukia—y también buenas acciones con malas intenciones—en ese momento, era Aizen quien ponía el ejemplo.

-¿Y qué es mejor? ¿Hacer el bien o ser bueno?

El pelinaranja no esperó esa pregunta.

Guardó silencio el resto del viaje pensándolo.

Cuando salieron del subterráneo se giró a responderle al rostro.

-Creo… que si eres bueno harás lo correcto. Al menos, yo confió en que lo harás—concluyó empezando a caminar.

-¿Nos veremos mañana?

-Sí.

 

Ichigo sonrió al ver que H no estaba del todo complacido de tener que leer comics tras comic como lección del día, además de hacer muecas chistosas ante cada discurso de Superman. Arrancaba pasto de donde estaba sentado ante cada idea de valores sobreinflados en los monólogos.

-Hey, este me gusta.

El joven dio un vistazo y descubrió una versión de zombies que no era parte del plan.

-Esa no, dámela—se la quiso arrebatar pero el otro, que estaba acostado sobre su barriga, se giró con todo y el chico para quedar de frente.

-Me la voy a quedar. Y seguiré con el mandilón de Green Lantern ¿Feliz?

Nuevamente no podía responder. Se paralizó ante los labios al descubierto de H y el rostro se le cubrió de rubor.

-Es-es—tá bien—pronunció queriéndose bajar pero lo temblaban las manos. Grimmjow no hizo intento por bajarlo, sonrió y retiro una brizna de pasto del cabello anaranjado.

-Mira, estoy aprendiendo a cuidar a los demás de peligrosas plantas.

Recibió una bofetada que le hizo enderezarse iracundo ante un Ichigo echo ovillo de la vergüenza.

-¡¿Por qué fue eso?!

-No sé de qué hablas. Maldito loco. Sigue leyendo.

-¡Ahh! ¡Me golpeaste!

-Estas inventando cosas.

-¡Me golpeó ¿verdad?!

Bueno… si tuviera que darte un consejo sería darles siempre la razón.

-Me hizo dudar que lo hiciera… pero si lo hizo… creo. Mejor te hago caso.

No se vieron a los ojos. Ichigo siguió en su lugar pero Grimmjow se entretenía demasiado observando al otro que estaba sumido en románticos pensamientos mirando a la nada.

-Deja de mirarme—ordenó el pelinaranja que quería bajar el rubor de sus mejillas y que pararan las mariposas de jugar en su estómago.

-Estoy aburrido.

-Entonces prepara un discurso. Quizá debas dar uno algún día.

El pantera jaló otro comic, abriéndolo en la hoja que fuera como pretexto para estar en su propia mente.

¿Qué realmente quería? Expresarlo en palabras era difícil.

-Ichigo—le llamó para bajarlo de las nubes—Tengo listo un discurso—le informó media hora después.

-Te escucho.

-En el día más brillante, en la noche más oscura, ningún mal escapara de mi…

-Te lo robaste de algún lado ¿verdad?

-¡No!—gritó, acercándose molesto—Ya se me fue la inspiración.

-Eso no suena a ti—simplificó Ichigo.

Razonó un poco el otro, volvió la cara al shinigami y pensó qué pasaría por su mente cuando le salvó la vida. Por otro lado qué pensaría él si tuviera que hacerlo.

-Quiero proteger a quienes no puedan hacerle frente a la muerte—suspiró—¿Qué tal?

Kurosaki quedó sorprendido, expresando una risa y después burlándose para relajar el ambiente. La verdad es que deseaba ver a H convertirse en esa frase.

 

 

Había detenido un asalto a una gasolinera, ahora volvía a casa mirando las estrellas.

-Ser el que está entre la muerte y estas personas. Aquel que detiene lo indeseado. Quiero ser… como Ichigo aquel día… un entrometido—se venía hablando, aun pensando en lo que dijo el día de ayer. Después reafirmándose que él no podía ser aquello.

-En un acto nunca antes visto, las Naciones Unidas han hecho al superhéroe de Karakura: H, el siguiente llamado: “Las acciones que ha mostrado no son de temerse. Admitimos que hemos actuados irracionalmente, que el miedo no ha tenido fundamento sólido, y por ello nos disculpamos. Sin embargo, su gran fuerza es necesario conocerla. Por esa razón le pedimos que se dé a conocer, se muestre ante nosotros. La verdad es que no podemos obligarlo pero si pedirle, por favor, díganos quién es y que podemos confiar en usted. Por favor.”

Por un minuto pensó en dejar de pasar por ese establecimiento con televisores en las enormes paredes de vidrio, luego siguió su camino a paso inseguro ¿Qué se supone que debería hacer? Nunca espero que llegara tan lejos, que tardaría tanto, que se volvería tan problemático. Solo quería impresionar a Ichigo para poder pelear con él. Se detuvo, no, ya no era solo eso. Deseaba fervientemente ser valiente como él.

 

El ex shinigami vio el anuncio en internet, comenzando a morderse una uña por el nerviosismo, sin saber si realmente le había enseñado lo que debía enseñarle, siquiera si debía enseñarle. Pero estaba seguro de que H era bueno, que tenía un gran potencial para sacar, pero necesitaba tener algo a lo que aferrarse el también. Entonces quería mostrarle un ejemplo, el suyo.

Cuando llegó no pudo sonreírle, aun le costaba trabajo en cuando se encontraba en ese lugar. Le pidió que se acercara y señaló la tumba.

-Es por ella. Mi madre es la razón por la cual yo… yo intento ser mejor todo el tiempo—se le quedó atorado el discurso en la garganta y mejor guardó silencio.

Grimmjow le tomó del hombro y cuando el otro le dio una leve sonrisa prefirió abrazarlo. Se agachó un poco para dar con la cara del menor, ya habiendo levantado su máscara, le dijo:

-Se supone que debo ir a la ONU a darme a conocer.

-Haz lo que creas que debas hacer. Confió en que harás lo correcto.

-¿No me dirás que debo ir?

-Creo que ya sabes lo que debes hacer.

Grimmjow iba a besarlo y quizá hacerle el amor. Ganárselo para después pelear. Pero en esos ojos marrones veía la confianza del mundo. Ese chico esperaba un verdadero héroe.

-No soy así. No puedo ser quien salva a todos—le confesó. Aun quería pelear con el chico que abrazaba. Era lo que aun quería hacer con tanto fervor, más que nada en el mundo.

Ichigo podía ver la gran duda que consumía al héroe, una que el mismo no quería plantearse. La responsabilidad crecía en él pero la negaba.

-Tengo una idea—mencionó. Le cito al día siguiente ahí mismo. Llevó una katana y se puso en guardia en cuanto vio llegar al héroe.

-¿Qué significa esto?—quiso saber H.

-Cada una de esas tumbas es una persona.

-Son cadáveres.

-Persona, dije. Yo soy el malo que amenaza la vida de ellos. Haz como quieras, sálvalos o no. Es tu decisión.

El peliazul en realidad no le importaba. Eran lapidas. Eran cosas. Le vio tirar media docena pero no pudo creer cuando Ichigo se dirigió tan seguro a la de su propia madre. Le pareció que haría eso por su culpa, por tratar de enseñarle iba a lastimar algo que le dolería más que a nadie. Corrió a interponerse.

-Basta. No debes hacer esto.

-¿Por qué la haz defendido?—cuestionó Ichigo. Recordaba a Rukia enseñándole lo mismo. Diciendo que no era tan mala persona como para dejar morir a quienes podía rescatar. La diferencia era que H podía rescatar a todos. Sabía que podía.

-Es tu madre.

-¿Entonces solo salvarás a quienes conozcas?—le dio la vuelta y tumbo una más—Debes verlos como personas, H. eso son. Todos son personas.

Siguió absorto mientras más caían y la que él tenía no lo hacía. Son los vivos los que sufren la muerte, se dijo, son los humanos, no los gatos, ellos están tan llenos de sentimientos  tan carentes de medios. Por salvar a esa mujer, madre de Ichigo, sería la que más sufriría rodeada de tumbas caídas.

-Ichigo—susurró. Ese chico sufriría si la gente moría. No deseaba proteger a toda la humanidad pero no quería que sufrieran a los que conocía. La muerte lastima a los vivos. Los vivos lloran, ríen, lastiman y aman. Debía protegerlos para que le siguieran odiando o…

-Ya he entendido—le anunció.

… Amando.

-No pienso querer a toda la humanidad. Quiero salvar a quienes quiero de ser testigos de la muerte. No hay razón para que tengan que sufrirla si estoy aquí.

-Entonces di eso. Se sinceró. Al menos yo sabré entenderlo—dijo Ichigo, aprobándolo con una sonrisa.

 

Byakuya no podía creer lo que su pantalla le reflejaba, a ese hollow tan cambiado, incluso parecía más alto, de pie ante una tribuna, diciéndole al mundo entero que confiaran en él.

-Hay alguien que se creyó mejor que yo. Se entrometió donde no debía, haciendo lo que nadie le pidió, lastimándose por razones totalmente egoístas y sin sentido. Más bien, era una molestia al hacer lo que creía correcto. La verdad es que… es que es una buena persona.

>>Empecé a hacer eso por él, porque le admiraba. Pero ahora será por mí, quiero demostrarme que puedo ser mejor que él, que puedo tomar mis propias decisiones. Así que he decido que seré el héroe que no necesitan. Seré un no-héroe.

-¿Puede mostrarnos su rostro?—interrumpió un reportero a H, de pie ante las miradas que buscaban fe en sus palabras de representantes de países que nunca había conocido. Todos tenían la misma idea: escuchar aquello que demuestre que los pequeños cambios crecen, que las posibilidades son probables, que los héroes sí existen.

-No…—después recapacitó—Este será el rostro en el que quiero que confíen.

Los lideres mundiales se pusieron de pie y H tragó saliva, habría querido que Ichigo le hubiera acompañado. Vió a uno de los lentes de una cámara y supuso que ahí estarían las dos personas que mas cerca a tenido, en su opinión ambas enamorados de él, sonrió ya que nadie podía verlo y tomarlo como una burla.

Tenia que confiar en si mismo.

-Mister H—habló uno de ellos. Ahí les divisó con detalle. Se equivocaba un poco, también debía confiar en ellos.

-¿Puedo confiar en ustedes?—cuestionó a ese hombre que, sin mirar a sus compañeros humanos, suavizo su rostro y por fin se acompañó de su gente—Creemos que dará siempre lo mejor para protegernos, así que puedo asegurar que la humanidad también.

Escucho vagamente los aplausos y la despedida.

Se sentía extraño. ¿A eso le llamaban… ser querido?

Al salir le zumbaron los oídos. No podía creer que se hubiera puesto nervioso al hablar el público, la verdad ahora se sentía muy avergonzado de esas cosas que dijo.

-Quizá debí hacer un chiste—se dijo—Después de todo. No es difícil defenderlos. Nadie es tan fuerte como yo y las Naciones no tienen nada en contra mía.

Alzó los ojos a la oscuridad y vio una estrella fugaz. Le asaltó un recuerdo que le hizo mirar sus manos que, alguna vez, tuvieron la habilidad de hacer una estrella de papel porque en Las Noches no hay esos astros. Pero la jama pediría un deseo a una hoja de papel doblada.

A alguien más podía no parecerle así y, aunque hurgando en su mente, quiso recordar: Quién pidió un deseo al papel.

Notas finales:

Gracias por leer.


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