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No-Hero por sleeping god

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Notas del capitulo:

Creo que esta vez no fue tan larga la espera, solo se necesito un domingo entero.

Espero les agrade.

P.D: Dedicado con cariño a Maria Antonieta, una buena amiga. Feliz cumpleaños!

Son como serpientes, o anguilas fuera del agua, lamen el cuerpo con la gula de un demonio sediento de sangre. Sin embargo, son tan cálidos y tiemblan como hojas de papel al más mínimo viento. No lo saben con certeza pero están aterrados. O al menos deberían estarlo.

De un manotazo decenas desaparecen, sin tener siquiera tiempo para lamentarse, gritar o intentar enredarse a la mano que no posee la espada, la mano diseñada para abrazarlos y guiarlos a su pecho donde un corazón quiere latir.

Al abrir los ojos, despeja su última máscara, y revela al guerrero.

 

Los dedos demarcaron la columna vertebral, lograron que se estremeciera sobre sus piernas, y eso bastó para que su pene diera un brinco en sus ajustados pantalones.

-H…—susurró, demasiado seguro de que quería llegar más lejos, concluir esa relación con algo carnal. Sentir el trozo de carne que se endurecía bajo su cuerpo.

-¿Estás listo?

Afirmó, besándose mientras ambos se retiraban mutuamente la camisa, con los ojos cerrados y apenas alejando los labios.

Grimmjow quería llegar al sexo, pero disfrutó la forma en que Ichigo besaba, lleno de cariño, desesperado más hacían ese hermoso gesto  de permitir que los labios se acariciaran antes de que las lenguas incrementaran la temperatura, lo hacía por instinto. Ese instinto lo mataba de pasión.

-Te quiero—tuvo que susurrar el héroe, como correspondiendo a los besos que le imprimían esas palabras.

Se sintió muy bien decirlo.

-Yo también—hicieron una pausa para un abrazo y que sus pieles desnudas se conocieran.

El pantera estaba empezando a sudar, excitado, desesperado, ansioso pero más que nada deseoso de hacerlo lento. Se consintió olfatear el cuello de su novio, recorrer con sus dedos esa columna, las costillas y los omóplatos. Las palmas del joven le acariciaban su nuca y daban un paseo un por los músculos de su espalda mientras reía de excitación. Le dio un pequeño beso en la clavícula derecha, luego un ligero pellizco con los dientes. Ichigo dio un pequeño “auch” para sonreír y besarlo otra vez.

Se levantó, sosteniendo las piernas del joven alrededor de su cintura, aprovechándose de ello para frotar su miembro en las nalgas del otro, acomodándose así un poco su propio pene dentro de la ropa. Ichigo tuvo un salvaje sonrojo por el acto y al caer a la cama, con el héroe encima, lo transformó en una risa llena de vergüenza, ocultando su cara bajo sus manos, aunque jugando con sus dedos, que se abrían para ver la sonrisa divertida del peliazul.

El sexto espada besó las manos que cubrían la cara del shinigami, sin funcionar pues se negaba a mostrarse, entonces las retiró con una de sus manos y depositó un beso que intentó que fuera como uno de Ichigo, sin lograrlo, siendo demasiado apasionado, jugando más con la lengua que con los labios. Y a el pelinaranja le encantó, dejándose llevar, liberando sus manos para recorrerlo desde los brazos hasta la espalda, bajando y parando con nerviosismo en la cintura, pensando si tomar los glúteos del hombre o descender para descubrir si lo excitaba, si había logrado levantarlo sin actuar más allá de lo que un primerizo haría sin sentirse incomodo, si la tenía tan dura como para mamársela.

-Ichigo—gimió el espada cuando las manos del joven sobaron sobre el pantalón, acomodando mejor su pene erecto, dejando derecho ahí dentro, llegando la punta casi al cinturón—Sigue así—le pidió, perseverando en el beso, colocando sus codos a los costados de la cabeza del chico para poder moverse en la juguetona mano de Ichigo.

No pudo más cuando le retiraron el cinturón y bajaron el cierre.

-no te desesperes—le pidió el peliazul, concluyendo el beso, limpiando la saliva que había descendido por la mejilla izquierda del otro.

-Pero…

-No querrás que me exalte tan pronto.

El shinigami sonrió, pensando que ya estaba exaltado pues estaba como una roca ahí abajo.

-Si algo no te agrada o te incomoda, me dices—le advirtió Grimmjow, bajando a los pezones, sacando la lengua completa y acariciando uno completamente, llevando la punta de su lengua en un acto de levantarlo.

-¡Ah!—Ichigo se sorprendió a sí mismo, gimiendo así por una primera lamida.

-Tomaré eso como que te gusta.

-No seas molesto—regañó. Preparándose mentalmente para que volviera a hacer eso, agarrando con fuerza las sabanas—Hazlo de nuevo.

Obedeció a medias, pues repitió la acción y agregó su otra mano pellizcando el pezón contrario, con menor cuidado del que se prometió, apretujando para que el chico gimiera y gritara, adolorido en uno y excitado en el otro, conjugándolo en un remolino de emociones. Se intercaló para no lastimarlo de más, esta vez succionándolo de vez en cuando.  Concentrando un porcentaje de su mente a no actuar como un perro y flotarse contra la pierna de Kurosaki que daba empujones involuntarios a su pene erecto. Los dejó en paz cuando estuvieron duros y rojos, entonces descendió, dejando chupetones sobre la piel del muchacho hasta el obligo, lamiéndolo eróticamente como deseaba usar su lengua pero en otro orificio, haciendo la travesura de quitar el botón del pantalón del chico y bajar el cierre sin que se diera cuenta.

Por un segundo quiso quitarse la máscara para verlo mejor, y requirió mucha voluntad no hacerlo.

Tiró del pantalón rápidamente hacia abajo, dejándolo con la ropa enrollada en las rodillas en un segundo.

-¡H!—se quejó, nada preparado para que eso.

Grimmjow se rió, regresó su cara a colocarse frente a  la de su novio, dando unos besos muy suaves en los sonrojados labios.

-Te salvaste esta vez—dijo Ichigo, perdonándole el arrebato de pasión, dándole un largo beso, yéndose con excitación el espacio que ocupó el miedo al estar ligeramente desnudo frente a alguien le causaba tantas sensaciones.

-No te muevas—le pidió, bajando la mano derecha, acunando los testículos de Ichigo y usando su dedo más largo para dar un roce profundo a la entrada de Ichigo. El joven le apretó los hombros y luego ocultó la cara entre su cuello—No te muevas—le repitió y ese afirmo, causándole cosquillas el puntiagudo cabello en su coyuntura.

Con su digito dio un recorrido en círculo en la entrada, en el sentido de las manecillas del reloj, usando sus otros cuatro dedos y la palma para amoldar bien los testículos, apretándolos un poco, aguantándose la risa de que Ichigo se arremolinarse tanto contra él por resistiera a gemir mientras su pene erecto daba brincos de excitación, escurriendo pre-semen a montones. Paseó la mano entera desde la base hasta la punta, oprimiéndolo un poco, cuidando que la desesperación no se fuera, y luego regresando la mano con más fuerza hasta los testículos.

Kurosaki pegó la boca al cuello del hombre y gimió, no salió ninguna palabra en específico, más le sonó como la oración más erótica del mundo. Apenas podía creerse que estuviera en esa posición, tan expuesto ante otro ser, y aun de esa manera, sentirse seguro.

Grimmjow le mordió la oreja, le acunó más el cuerpo al suyo con el otro brazo y volvió a masturbarlo, subiendo lentamente la velocidad, introduciendo cada vez más en los regresos el dedo medio en la entrada que no se molestaba en rechazarlo.

-Voy a venirme—le informó Kurosaki, atentó a los estremecimientos que desde su columna eran enviados al cerebro.

-Aun no—pidió directamente en la oreja, soltando al chico, acomodándolo de frente en la cama para bajar, abrirle las piernas y meterse entre ellas para devorar el duro pene de Ichigo, tragándolo con algo de dificultad más negándose a no tenerlo todo, sorbiéndolo junto con su saliva. Ya que encontró en que mejilla era más sencillo acomodarlo, empezó a mamarlo siguiendo los gemidos de Ichigo. Al mismo tiempo,  atracándose la mirada con ese adolescente arqueando la espada, apretujando los puños y los dedos de los pies y cerrando los ojos con fuerza. Se preguntó qué pensaría o si su cerebro quería pensar en algo.

-Ya… Ah… no más…—le rogó.  Sus piernas empezaron a cerrarse hasta que Grimmjow se lo impidió, abriéndolas por los muslos, bajando toda la ropa y finalmente acomodándoselas en los hombros—Maldita sea… te detesto…

Se rió otra vez, acelerando la felación, preparado para recibir el semen de Ichigo en su boca. Lo cual pudo hacerlo cuando se atrevió a introducir un par de dedos en la entrada del chico.

En su vida se sintió tan incómodo y excitado mientras eyaculaba, negándose a mirar siquiera al héroe bebiendo su semen, más podía escucharlo sorbiéndolo. Se suponía que sería genial pero estaba avergonzado y queriendo que no continuara.

-Paremos…—pidió en su sollozo.

-Pero, Ichigo—se quejó infantilmente H, terminando de limpiar—Está delicioso.

-Cállate.

-No te apenes. Esto me gusta—le tomó el rostro, besando los ojos cerrados—Si quieres corresponderlo, puedes chupármelo. Me harías un favor, está empezando a dolerle—abrió los ojos, viendo inmediatamente abajo.

-Te voy a morder por no hacerme caso—bromeó, empujando a la cama y subiéndose en él.

-No seas tan cruel—le pidió, sacando su pene endurecido y rojo, lastimado de frotarse en la tela de los boxers.

-¿Cómo la otra vez?—preguntó Ichigo, pensándose bajo una mesa que ocultaba su crimen tras un mantel.

-Sería fantástico.

Accedió con una felicidad que elevaba su ego al pensarse ya bueno en eso. Lo lamió, comenzando por la punta, recorriéndola con la lengua, después bajando por el tronco, humedeciéndolo para curar esa irritación. Ya mojado, devoró la cabeza y uso su mano derecha para subir y bajar. Le gustó que esta vez Grimmjow gimiera, así como verlo semidesnudo con ese cuerpo poderoso. Sin querer recordó a un espada con esa musculatura perfecta y que, empedernidamente, la mostraba al mundo entero, también sin quererlo se cuestionó si el sexto espada la tendría tan grande que no pudiera comerla toda. Esos pensamientos se fueron cuando su novio le agarró la cabeza para darle un ritmo, al mismo tiempo que movía la cintura para penetrar su boca. Le gustó eso, excitándose otra vez, no esperando que pudiera seguirle un juego tan erótico, tampoco imaginando que la gente que conocía al héroe se lo imaginara siendo un poco “sanguinario” con un primerizo.

Le retiró la cabeza, sacando su miembro húmedo de la boca de Ichigo.

-Voy a prepararte. Debes ayudarme con esto, decirme cuando de verdad estés listo—instruyó, sin querer demostrando preocupación. No porque creyera que sería malo dilatando a un chico, sino porque la razón se le estaba borrando y tomaba su lugar el deseo carnal de poseerlo.

Ichigo le afirmó, recostándose boca arriba y cooperando con las acciones de Grimmjow; levantar las piernas, depositarlas nuevamente sobre sus hombres, acariciarse a sí mismo para que la excitación supliera un posible dolor, lamer los dedos de ese hombre cuando se los acercaba a sus labios. Mientras lo hacía, acarició discretamente la máscara, el héroe estaba muy concentrado en dilatarlo que no dio con ello. Podía quitársela y verlo, reconocerlo, y seguramente no se enojaría si decía que fue un accidente, además en esa situación en la que estaban no le preocupaba que se enojara pues seguramente deseaba penetrarlo. Podía usar su cuerpo como ventaja.

Uso esa mano para acariciar lo que se podía del rostro del héroe, negándose a retirar su secreto hasta que él lo decidiera.

El interior de Ichigo cooperaba mucho con él y la saliva de Ichigo hacia un excelente trabajo, ambos se complementarían para que al fin pudiera hacerlo. Abandono esa posición, se recostó sobre el pecho del chico y le informó que ya podían, es afirmó, abriendo las piernas en la cintura del héroe, pero antes pidiéndole que se deshiciera del pantalón. H ya no se acordaba de eso. Se pudo de pie para sacárselo junto con las botas, y sintió desnudo sólo un segundo, recordando la máscara a medio rostro. Le mantenía por Ulquiorra, se repitió, más al volver sobre Ichigo se acusó de estúpido. No podía estar cogiéndose a su novio pensando en otro hombre.

-Ichigo, te quiero—repitió, quitando las palmas de los muslos del otro, cambiándolas a los bordes de la identidad de H.

-Y yo a ti—respondió, acomodándose de tal forma que pudieran verse frente a su cara—Y entenderé si no es momento—agregó, tomando las manos de Grimmjow, besando su cara semidesnuda, gustándole que H aprendiera a devorar su boca apenas tocando su lengua. Pudo escuchar el tirón de tela, electrificando el cabello y el golpe sordo sobre el piso de una pieza de ropa.

-Estoy asustado—susurró sobre los labios de Ichigo.  Le hubiera gustado ser un monstruo de enormes colmillos, pelo duro y encrespado, además de unos ojos pequeños, brillantes y rojos. Sin embargo era el mismo, y era lo último que deseaba ser ante los ojos del shinigami. Aun así, le rogó un por una cosa:- No me temas.

Abrió los ojos, mirando hacia abajo, subiendo poco a poco a los ojos azules medios ocultos por mechones desarreglados y sudados de cabello del mismo color.

El rostro de un hollow que le mintió en dos ocasiones y le destrozó las esperanzas la misma cantidad de veces. Ese que llegó con una mueca maniaca, digna de un monstruo de largos colmillos, revelaba su rostro para nada parecido al de un héroe—Grimmjow.

-Puedo explicarte todo… no te enojes conmigo—le casi rogó, acumulándose todas las imágenes terribles que soñó tanto despierto como dormido.

El shinigami frente a él se recostó, volvió a acomodarse en su cintura y le sonrió.

-¿No estábamos en algo?—cuestionó, Ichigo. Desvergonzado a su pose.

Estaba sorprendido, lo admitía, y a la vez molesto consigo mismo por no notarlo antes, le parecía tan obvio ahora. Había tantas preguntas que quería hacerle, algunas muy serias, más todas las pasaría por alto porque antes de quitarse la máscara H le dijo que lo quería, y estaba seguro que eran los mismos labios que ahora sonreían con alivió.

Ante todo, era un monstruo que no le daba miedo.

Primero abrazó con fuerza a Kurosaki,  y riendo juntó su frente desnuda con la de su novio y agradeció mentalmente que nada de lo que soñó se realizara, excepto esa sensación cálida, carnosa y aprisionante en la cabeza de su pene mientras lo introducía lentamente.

Al instante Ichigo lo rodeó con ambos brazos, acomodando la cintura en la mejor posición para que procediera. Se odió a sí  mismo, no viéndose como lo esperaba, temeroso y sonrojado de pena, sino deseoso, ayudándole a que entrara, casi clamando más.

-Carajo, Ichigo ¿no te duele?—preguntó Grimmjow, mirándole a los ojos. El insulto fue porque sentía que ya podía meterlo todo y galoparlo con rudeza.

-No… no me veas así… ya hazlo…—aceptó, negando que una parte de su cuerpo quisiera tensarse en las paredes anales, y concediendo permiso al resto de sus células de pedir más adentro, más rápido y más fuerte.

No encontró por completo, así empezó a bombear lentamente casi recostado en el chico, teniendo una pierna sostenida para permitir la penetración. Le agradaba como se escuchaban sus cuerpos juntándose, los gemidos de su propia boca y los de Ichigo, las ganas que tenìa de no quitarle la mirada de encima y cuando enredó por primera vez una de sus manos en sus azules cabellos.

-Grimmjow… —le llamó, pidiéndole a él que lo hiciera más rápido, que entrara todo. Y que deseaba a Grimmjow, al espada de pelo azul, a su novio sin mascara.

Se hincó, atoró las rodillas del chico en sus brazos recargados en la cama y olvidó por completo que era la primera vez de Ichigo. Empezó a penetrar con fuerza, metiéndose hasta que los testículos chocaran con las nalgas del chico.

La cama rechinaba y ambos, sin ningún recato, suspiraban con fuerza, gemían y se concentraban el otro, en ver todo lo que se pudiera.

Únicamente se detuvieron al escuchar a las gemelas corriendo juguetonamente por el pasillo. Con la distracción, dieron con otros sonidos; el de la TV aún encendida, dando las noticias deportivas y, con mucha atención, el reloj de mano de Ichigo dando clics cada segundo.

Eran las 10:12 de la noche, hora de dormir de las niñas.

Grimmjow volvió a recostarse sobre él, aguantándose la risa al igual que su novio.

-Cállate—le ordenó Ichigo, colocando sus manos sobre la boca de Grimmjow.

-Si eres tú el que hace más ruido—se quejó, divirtiéndose, mientras las hermanas de su novio pasaban por enfrente de su puerta.

-Mierda, no le puse seguro a mi puerta—comentó entre risas. Algo de esa situación clandestina era divertido.

-No mames… ¿Cómo se te ocurre?—le regañó, pero aguantándose una carcajada.

-Yo qué iba a saber que ibas venir a cogerme.

Se rieron, tapándose mutuamente la boca cuando escucharon la puerta de las chicas cerrándose.

-¿Y tu papá?—cuestionó el peliazul bajo las manos del otro, retirando las suyas.

-Él no pasa por aquí—informó, enredando sus dedos en ese cabello. Le encantaba—Entonces…

-Entonces te voy a coger hasta que no puedas más—volvió a acomodarse, recorriendo su miembro toda la extensión interior de Ichigo para volver a recobrar el ritmo, las sensaciones y el calor. Al estar tan cerca de venirse, hizo a Ichigo subirse en su cuerpo, lo levantó con los brazos para besarlo y acariciarlo casi con violencia; el jovencito accedía gustoso, masturbándose tan rápido como podía para equiparar el ritmo que Grimmjow llevaba en su parte trasera.

Se vino sin aviso sobre el vientre marcado del espada y casi se soltó mientras le llenaba un líquido espeso y caliente, encantándole el gemido de Jagerjaquez al explotar dentro suyo.

Permanecieron quietos en esa posición, recobrando el aliento y sonriendo.

-¿Repetimos?—cuestionó el sexto espada, dándole una nalgada, enloquecido de volver a cogerse al shinigami. Era una sensación más placentera que imaginarse derrotándolo en una batalla.

-Sí… otra vez… ¿Ya puedes o te ayudo?—preguntó burlón, pues el pene que tenía dentro ya no se sentía tan duro como antes.

-Chistosito, ¿eh? Luego no te quejes si mañana no te puedes sentar—comentó con humor, besándolo pero si sacando su miembro para masturbarse, obligando así que la sangre volviera a invadirlo.

Apenas volvió a pararse, volteó violentamente a Ichigo, que se quejó con el mismo tono divertido. Le observó antes de meterse, guardándose que la nalgada que le dio había dejado marca, entonces posicionando sus manos a los costados del cuerpo de ese y, como ejerciendo lagartijas, le penetró, no con rapidez pero si hasta al fondo, donde Ichigo sufría un escalofrió en cada estocada.

Entraba demasiado bien, sin dolor por el semen que funcionaba como lubricante, llevándole a las lágrimas de placer que quiso ocultar pero chupando sus propios dedos, deseando la semilla de Grimmjow en sus labios. Le agarraron la cintura para levantarlo y colocarlo en cuatro, ahora si incrementando la velocidad, llevándole a los gritos de placer.

-En mi boca… dámelo en mi boca…—fue lo que pudo articular. Entonces el espada se salió y fue rápidamente al rostro de Ichigo, corriéndose después de masturbarse un rato. Kurosaki lo saboreó de su cara y chupó el resto de la cabeza.

Mientras se lo limpiaban se tensó con la imagen por más erótica del shinigami manchado de su semen en la cara, succionando su pene, levantado como una perra, mostrando el culo abierto y escurriendo esa sustancia blanca. Ichigo estaba demasiado perdido en el goce como para avergonzarse a esas alturas, así que lo levantó y lo hizo chocar contra la pared, besándole casi sin los labios, directo a la lengua, pidiéndole con el cuerpo que elevara las piernas, que él lo sujetaría, pero también que le daría esta vez sin misericordia y que se volvería a venir dentro. Finalmente se disculpó por no tocarlo, respondiendo masturbando a Kurosaki con sus grandes manos.

Esa pared daba a la calle, y fue una suerte porque si hubiera sido la que estaba al pasillo o al cuarto de las niñas no le habría importado, no era sólo que las embestidas azotaran el cuerpo de Kurosaki contra la pared, sino que ese también llegaba a golpearlo con sus manos mientras le pedía que fuera con más fuerza o más rápido.

La fuerza de gravedad hizo que cuando se corriera, el semen escurriera por sus propias piernas y que se dispersara por entre sus dedos que seguían apretando el pene de Ichigo.

-¿Estás bien?—preguntó, también recuperándose.

-Sí… sí, lo estoy… Dios, bájame…—pidió, rogando volver a su cama, sintiéndose mojado de todos lados. Grimmjow lo cargó hasta la cama, la distendió y lo recostó—Eres un maldito golfo, seguramente llevas haciendo esto hace mucho…

Jagerjaquez sonrió con egolatría, esa era la mejor manera jamás dicha de decirle que fue increíble.

-Tú también estuviste genial—respondió, apagando la TV y la luz, después acostándose a un lado—Espera a conocer el sexo mañanero, te hace estar todo el día de buen humor.

-Entonces quédate a dormir y no te vayas temprano—le pidió, no por curiosidad a si de verdad cambiaría su humor tener sexo al despertar, sino porque no quería quedarse sin él.

Sin la máscara parecía olvidar a H, sus responsabilidades y promesas. Se volvía egoísta y pensaba que era feliz obedeciendo a un shinigami.

-Haré el desayuno.

Logró que Ichigo riera con voz cansada.

-Que no te vea mi papá. Y ponte el delantal rojo.

-¿Por qué el rojo?

-Nada más el delantal rojo, sin nada de ropa. Ya verás porque lo digo—se burló, abrazándolo, perdidamente enamorado de Grimmjow. Fue tan fácil la transición que pensó que podían quedarse así, el uno con el otro, sin ningún problema.

Error.

-¡Oh, vamos! ¿De verdad no puedes acabarlo así?

No, lo siento. Deberías agradecerme de que te diera lo que querías, desde el inicio y costándome muchas páginas.

-Deberías agradecerme, ña, ña, ña. Ya quiero ver cómo me ensartas.

Bueno… pues así…

 

-Psss… Psss… ¡Psss! ¡Voltea!

-Ya te escuché—mencionó Grimmjow, que ignoraba desde hacía 5 minutos las llamadas de atención de Urahara.

-¿Entonces por qué no me hacías caso? ¡Qué cruel eres, Grimmjow-san!

-No estés jodiendo, estoy entrenando. Además ¿Cómo llegaste a Hueco Mundo? Sabes qué, no me importa. Vete de aquí o puedo matarte por accidente.

-Una pausa, ¿No pudiste darme el placer de hacer el desayuno con mi novio y luego “desayunar” en la cama?

Es demasiado sexo en un capítulo, según mi gusto.

-Por eso eres soltero.

… Eso no tiene nada que ver. Esta parte es relevante, así que guarda silencio y déjame continuar, me desconcentras.

-Eso no pasaría si dejaras de ver los juegos.

Emmm, como dije, continúo.

El rubio sonrió tras el abanico y escondió su mirada en la sombra del sombrero.

-Te sientes pesado ¿verdad?—mencionó, sentándose en una duna a ver al hollow atacar al aire con la velocidad de un boxeador humano, nada más rápido que eso, y sudando en total agotamiento—Es el gigai y Hueco Mundo que no logran convivir. Tu alma lo está rechazando, te detiene.

-Cállate, así es mejor. Estoy harto de que siempre me la pongan fácil—respondió resoplando con fuerza, continuando, negando que sus piernas volvieran a ceder ahora frente a un espectador. Pero la vista se le nublaba, los brazos le respondían segundos después de lo que pensaba y la garganta, su garganta nunca antes la sintió tan seca y rogante de un vaso con agua.

“Caerá” pensó Kisuke cuando el hollow dio un golpe con el brazo doblado y apenas logrando partir el aire.

Las piernas de Grimmjow se doblaron y antes de que las rodillas tocaran la arena, se detuvo, susurrando muy bajo:

“No”

Volvió a erguirse, limpió el sudor que le escurría por la barbilla y después sacudió la cabeza, despejando su mente, concentrándose en las secuencias de golpes, de manera separada para que su cerebro resistiera el esfuerzo sin apagarse.

Si las piernas querían cederle, entonces las obligaría a hacer algo, a patear el aire. No podía descansarlas, no lo hizo mientras entraba y salía de Ichigo, sosteniéndolo contra la pared, disfrutando del cálido interior húmedo de su propio semen y también del sonrojado rostro de la fresa.

Perdió el equilibrio, la arena le hizo patinar y antes de caer puso sus manos. Lentamente enterró los dedos en la arena blanca, se maldijo el desear tanto caer sobre ella y reposar para recuperarse. La golpeó con el puño, estiró las piernas y comenzó a hacer lagartijas. Le recorrió un escalofrió de cansancio y otro que le hormigueó en la entrepierna, recordándose  ejerciendo esa misma fuerza con dulzura, contra el trasero de su chico, besándole la espalda y acercándose al cuello, olfateándolo y sonriendo ante la vergüenza de Ichigo de sentir tanto placer que quería esconder el rostro y las tímidas lágrimas, después le intentaría esconder que se lamia los dedos y eso le llevaría penetrarlo con una rudeza que sólo ese shinigami podría haber soportado sin quejarse en su primera vez.

-Ya no puedo—se dijo a sí mismo, sosteniéndose más por los brazos tensionados que  por fuerza.

Observó sus dedos, aferrándose como garras a la tierra, y de ellos revivió el recuerdo de un cero rojo que pudo matar a muchas personas. Se levantó y descubrió que el propio abrir de su mano era  patéticamente lento. Cerró el puño, entendiendo que Ulquiorra realmente lo había superado con sencillez en esa batalla.

Recogió su cabello algo crecido, recordando que no lo había cortado desde que empezó su labor como H.

Se dispuesto a maniobrar el flexible cuerpo que siempre poseyó, molestándole lo lento que se movía, lo tieso de sus articulaciones y lo difícil que era cargar consigo mismo. Sería distinto si los labios sabor fresa le pidieran más, si el pecho que buscaba desesperadamente oxigeno fuera el de otro, y que el cansancio que lleva a quedarse dormido no fuera el que le obligó, finalmente, a ceder al piso.

-Mierda…—gruñó, se sintió tan pesado que al levantar el rostro creyó ser capaz de ver a un adolescente de cabello naranja defendiéndole. En su lugar un par de getas sosteniendo unas  piernas velludas que le pertenecían a ese rubio fastidioso fue lo que anunció su derrota.

-Resististe más tiempo del que esperaba ¿En qué pensabas para no caer?

-En cómo me cogí a Ichigo—respondió, arrojando arena en un resoplo de resignación a que ninguno de sus miembros respondiera la orden de levantarse.

Ocultando que pensó en su derrota y lo patético que fue en realidad salvar a esa gente con su propio cuerpo. Claro, lució muy heroico, pero la verdad es que si Ulquiorra lo hubiera querido lo habría matado a él y a todas esas personas tras su cuerpo, aquellas que confiaron en él.

-Cada quien con su inspiración.

El rubio le empujó con la pierna para que estuviera boca arriba.

-Ese cuerpo ha respondido bien a lo que tu alma le ha pedido, es decir, el alma pide y el cuerpo obedece. Pero aquí tu alma exige demasiado, lo cual le lleva a que te sientas lento y débil. Debes entrar el gigai, llevarlo al nivel de tu alma.

-¿Cómo mierda haré eso si soy un espíritu? ¿Y no pudiste decirme eso antes de que cayera casi muerto?

-La verdad es que fue divertido verte—se enserió y tocó el vientre de Grimmjow.

-¿Me va a violar? ¡Estoy vulnerable! ¡Soy muy joven para ser violado por un blanco!

No te va a violar… ¿Cómo que un blanco?

-Es una larga historia, créeme, muy larga.

-Sólo cerraré temporalmente tu poder—indicó, colocando un cubo de Negación como el que uso con Ulquiorra, pero en color blanco.

No pudo hacer más que observar cómo se derretía en su estómago hasta hacerse negro, calcándole su hueco en el cuerpo falso. Inmediatamente se sintió ligero, pero al poner su mano en su cadera, notó que no poseía su espada.

-¿Pantera?

-No eres un hollow, no por ahora. Sólo un espíritu, un alma humana en un cuerpo humano. Entonces…—liberó su espada del bastón y se colocó para atacar—Deberás ganarme en ese estado.

-Estoy muerto. Llama a mi agente y que pida a un extra, si puede ser DiCaprio sería excelente. Estaré en mi camerino.

Estás loco si crees que voy a hacer esas escenas de acción yo mismo.

¿Qué? ¿No puedes?

-¿Cómo dices?

Está bien, usaré un extra o no escribiré esa parte, que el público lo imagine. No, no, de verdad, nadie te está diciendo que debes hacerlo. Está bien no poder. A veces la gente toma la mejor decisión cuando no pue…

-¡Dame esa sangre falsa y la ropa rota! ¡Le voy a partir su madre!

Lo que tu órdenes.

 

En cinco minutos terminó donde empezó, agregando que se hallaba imposibilitado a moverse de las cintura para abajo. No gritaba únicamente  porque  el dolor era demasiado, tanto que no podía imprimirse en una vocalización del mismo.

-Duraste más de lo que…

-¡Cállate!—ordenó, afligido de pánico y dolor— Es imposible que te gane… Es imposible…

-Levántate.

-¡No puedo! ¡Me has roto la espalda!—no podía verse a sí mismo pero lo sabía; temblaba y algunas lágrimas escapaban de sus ojos llenos de horror.

Nuevamente ese hombre lo volteó de una patada, retorciendo la parte superior del espada en agónico dolor.

Grimmjow nunca se imaginó a si mismo pensando en morir para parar los gritos de su cuerpo, pero en ese momento lo deseó. Después Urahara puso su mano en el círculo negro y lo retiró hasta volverse el cuadro blanco.

El sexto espada rió de alivio cuando su columna dejó de doler, seguía rota, pero era un dolor soportable.

-¿Es todo lo que puedes dar?

-Esto es estúpido, es imposible que un humano le gané a un shinigami.

-¿Y cuando se te presente una batalla difícil? ¿Dirás que es imposible?—pasó el cubo a un costado de la cabeza de Grimmjow y le dijo a la cara—¿Harás lo que puedas y luego, cuando no puedas más, desearás morir?

Ese antiguo capitán pudo ver claramente las manos del hollow sueltas y livianas, no apretadas como lo haría alguien que aun quiere seguir viviendo.

-Es tu decisión.

El espada cerró los ojos, deseando ver claramente a Ichigo y a Byakuya, su soporte. Pero en cambió fue a Ulquiorra en su misma posición, entrenando con Kisuke, negándose a morir por tener una meta, gimiendo mientras se ordenaba levantarse con los brazos, pelear arrastrándose, aceptando que le clavaran la espada si con eso podía tener acceso al cuerpo del shinigami y dar un patético golpe. Todo para llenar el vacío de su corazón tanto de muerto como de un alma humana.

El cuarto espada lo pensó un héroe y ahora ese le admiraba y retaba, queriendo volverse como él.

Se empujó con ambas manos al frente y escuchó crujir sus huesos, acomodándose y sanando.

-Me volveré más fuerte, se lo prometí a Ichigo. Me volveré el héroe que Ulquiorra vio en mí y a Byakuya…—maldijo a sus adentros—Le compensaré que fuera el primero en confiar en mí—puso el cubo nuevamente en su estómago, retornando así el dolor de una columna sanando pero a nivel de humano, increíblemente insoportable, mas eso incrementaba sus ganas de no volver a tener un pensamiento tan cobarde como querer morir.

 

Urahara sonrió, esperando a ver qué opción tomaba ese espada para al menos tocarlo. Ulquiorra decidió dejarse herir para alcanzarlo, sin embargo Grimmjow lucia diferente:

Había puesto una sonrisa en su rostro.

Sin necesidad de usar el shunpo, podía darle alcance y cortar la fina piel de Grimmjow, los golpes que quería darle los leía antes de que siquiera tuvieran el impulso para lanzarse a él y los reflejos veloces de un gato que poseía eran tontos en comparación con lo fácil que era empujarle antes para llevarlo al piso. Lo tumbaría tantas veces que levantarse cada vez fuera más difícil en la mente del hollow.

Vio su reloj rápidamente, apenas llevaban una hora y Grimmjow había perdido demasiada sangre, lucia pálido y la sonrisa se había borrado. La zona donde peleaba se encontraba manchada de sangre y sudor. Y eso que no lo atacaba con todas sus fuerzas.

Estaba un poco decepcionado, Ulquiorra fue más rápido y fuerte a la media hora, y tomó su decisión a los 45 minutos. Una sabia decisión porque más tiempo lo llevaría a morir. Sin embargo, Grimmjow continuaba atacando como lo haría si fuera un hollow y ahora retrocedía ante los golpes, tardaba más en pararse y el cansancio se le acumulaba, aunque no era la razón por la cual temblaba.

-Benihime—llamó a su zanpakuto—No tiene caso, Grimmjow—dijo, adoptando una posición resignada y atacarlo con todas sus fuerzas al asustado felino que intentó huir mientras negaba las ideas de muerte que le congelaban el alma.

Por la adrenalina supo que estaban justo tras él. Si tuviera su fuerza podría contraatacar o lanzar un cero, incluso salvar su vida. Pero no podía. Se resignó a no tener esa fuerza y actuó pensándose débil, sin ninguna posibilidad. Era imposible que lo derrotara, entonces eligió que le ganaría.

Ese era el punto, ganar, no vencer al enemigo.

Tomó arena de la duna y la arrojó al rostro del Kusuke en una batalla sucia ¿Qué más le daba? Eso ya era muy desigual, después arrancó uno de los brazos de un árbol y atacó como si una espada se tratara, consciente de que el shinigami lo cortaría pero que le daría oportunidad de agacharse y jalarlo del haori. Intentaría llevarlo al piso, ahí quizá tendría una oportunidad. Mas no fue así, cortaron su improvisada espada y cuando se agachó recibió una patada al rostro.

-Bien—aceptó, retirando la sangre su nariz y  corriendo en dirección contraria, reconociendo el terreno, entrando en un bosque de árboles de cuarzo, poniendo atención sonido de las ramas cuando se quebraba bajó las sandalias de su atacante. Recogió varios trozos y los guardó en su ropa, en todas partes, pensando que su plan era una estupidez, que se mataría a sí mismo. Se rio por dentro, realmente creyendo que podía funcionar.

El espadazo le dio de lleno en el costado derecho de sus costillas, atascándose con los trozos de cuarzo. Urahara no pudo creerlo cuando le atacó con una astilla al rostro, sin darle, pero haciéndole soltar la espada. Aunque no la tuviera podría ganarle,  mas el hollow arrancó la espada de su  pecho sangrante y la uso para golpear los cuarzos, causando un retumbar en ese bosque de un eco metálico.

-¡Vamos! ¡No me he muerto!—retó el peliazul, arrojando el arma porque sería un estorbo para cuando corriera. Mientras era perseguido, lanzaba  hacia atrás las astillas, fallando en cada ocasión. Para su mala suerte una de ellas, escondida en la blanca arena, se clavó en la planta de su pie derecho, llevándole a correr a saltos—¡Vamos, maldito! ¡Vamos! ¡Aquí estoy! ¡Soy el Gran Rey Pantera!

Terminada la oración Urahara giró sobre sus talones para encontrar un adjucha abriendo la boca hacia él. Lo acabó de un golpe.

Grimmjow tuvo en esa una batalla los momentos más claros que en ninguna otra. Fue la oportunidad que requería después de llevarlo a ese criadero de hollows; sacó un trozo puntiagudo de sus ropas y lanzó una puñalada a la espalda del shinigami. Sonrió mientras lo hacía, complacido más que nunca de su propia fuerza.

Hasta que la espada del otro giró hacia atrás y le dio un corte en toda la extensión del brazo, evitando el ataque.

Soltó su arma y retrocedió. La sangre ya era poca y su energía se agotó, llevándole a retroceder hasta un árbol blanco y recargarse en él.

-Maldita sea… estaba seguro de lograrlo…—quiso gritar eso mas no pudo más que susurrarlo.

Sus dedos estaban sangrando y estaban llenos de espinas blancas. Fue su máximo esfuerzo, no podía pedirle otra cosa a ese cuerpo, a su voluntad y fuerza. Los humanos eran tan frágiles y débiles. Pero sus malditos sueños eran tan desquiciados e incoherentes consigo mismos, no podían lograrlo y aun así ellos eran quienes poseían el cielo azul.

-Estúpido—dijo, agachando la cabeza.

-No te sientas mal. Lo hiciste bastante bien—dijo Urahara, impresionado con la voluntad de Grimmjow, necio a caerse y descansar.

-Sí, supongo que sí—contestó—Me has dado una gran lección, Kisuke—entendió su mano, pidiendo un apretón de manos que fue correspondido con una mueca de desagrado del otro al recibir el apretón.

-¡Eso dolió, Grimmjow-san!—se quejó el rubio, retirando las astillitas de su palma.

-Jejeje, lo logré. Estúpido—repitió, pensando cualquier humano consiguiendo lo imposible. Se rió con la fuerza que le quedaba y después aceptando que el otro hombre lo sostuviera con una mueca satisfecha.

-Eso fue muy tramposo, Grimmjow-san—le informó, retirando la restricción y después el gigai.

-Sí que lo fue. No se me ocurrió otra forma de pelear contra alguien más fuerte que yo—se burló, cerrando los ojos—Debo volver pronto o el trabajo se me va a juntar.

-No. Te quedarás aquí un tiempo, es necesario—dijo, atándolo con kidou—es por el bien de todos. Lo siento, Grimmjow-san.

-Te dije que me violaría.

 

Te quiero”, decía una tarjeta con un perrito y un gran corazón, dejando un gran espacio para ser llenado. La devolvió al estante, suspirando con más pesar del que tuvo en su vida entera. Pensaba en un noble pervertido que durante toda la mañana le pidió unos minutos para explicarse, después dejó la explicación a un lado y pasó directamente a las disculpas. Fue algo vergonzoso y un poco gracioso, hasta que se le ocurrió preguntarle qué quería y la respuesta fue una cara de tristeza mezclada miedo en el rostro de oscuros ojos azules.

Salió de la casa inventando cualquier excusa, terminando en un centro comercial, observando todo sin ninguna importancia.

-Te quiero, pero me da miedo que me amen—expresó el pensamiento que creyó tendría Byakuya con esa cara. El suyo era… bochornoso.

Salió de la tienda y siguió por las calles, ocultando un sonrojo notorio en sus mejillas.

Quiero estar con Byakuya… quiero hacerlo con el otra vez, repitió nuevamente su pensamiento.

Se ocultó en un callejón, necio a que su cuerpo le pidiera nuevamente el ser tomado, que temblara de placer de sólo imaginarlo, y que quisiera leer ese manga pero esta vez para excitarse.

-Te quiero pero me da miedo ser amado—comentó a sí mismo—¿Y si me lo dijera con todo y el miedo y la posibilidad de que lo lastime?

En medio de la confusión, dicen que surgirá una voz que te ayudara a encontrar el camino. La voz que se dirigió a Ulquiorra fue una que hacía años no escuchaba, sin embargo la reconoció de inmediato con un:

-¡Ul-Ulquiorra-kun!

-Mujer—vocalizó, mentalizando lo último que le dijo a esa persona.

¿Me temes, mujer?

Y ella respondió: No.

-¡Eres tú!—dijo ella lanzándose a abrazarlo, jorobándolo y comprimiendo su cara contra sus pechos, quitándole literalmente el aire. Se zafó casi empujándola, se acomodó la ropa y corrigió.

-Una mujer no debe saludar a un varón de esa manera, es inapropiado y una falta de respeto a tu…

-¡¿Cómo es posible…?! ¡¿Cuándo…?!

-Completa tus…

-Estoy muy feliz—interrumpió, llenándose de lágrimas sus ojos y colocando una sonrisa amplia en sus labios.

No pudo más que suspirar, era agotador convivir con tantos sentimientos personificados en una persona.

-También me da gusto verte—correspondió, sacando un pañuelo para que limpiara las lágrimas que colonizaban las sonrojadas mejillas de la mujer, que ahora difícilmente se controlarían. Le levantó el rostro y secó su rostro delicadamente, mirándola a los ojos, notando esa diferencia en la tristeza; esta de felicidad, la que le dedicó aquella última vez… la hería.

Una vez Orihime pudo contenerse, volvió a abrazarlo, esta vez por el pecho, sin esperar que el cuarto espada devolviera el gesto.

-¿Cómo es que estás aquí?

-Querido público, habló en nombre del autor para dar el siguiente mensaje. No lo ignoren, no es publicidad.

Debido a que realmente no hay forma de explicar cómo Ulquiorra está vivo, simplemente cortaremos esa escena y pasaremos a lo que sigue. Llamémoslo la magia del cine.

Agradezco su comprensión.

Si se pregunta por qué no lo dice él, la verdad es que le rompí el ort…

¡Te doy más responsabilidades y sales con eso!

-Entonces di la verdad.

¿La verdad?  ¡Tú no puedes soportar la verdad!

-A few good men. Ahora di la verdad.

Está bien… no se me ocurrió nada para hacer lógico el que reviva. Sinceramente estoy cansado de las inconsistencia en lo que tenga que ver con Bleach, así que trato de no… hacer lo mismo.

-¿Ves que se siente bien sacártelo del pecho?

La verdad es que… sí, me siento mucho mejor.

-Ese es mi muchacho. Ándale, deja de divagar conmigo y vuelve a la historia.

 

-Entonces déjame ver si lo entendí—dijo ella—Grimmjow-kun hizo algo en Hueco Mundo, de lo cual no quieres hablar, que te hizo venir a este mundo. Grimmjow-kun es el héroe que conocemos como H. Byakuya-san lo ayuda. Tú y Byakuya-san no se llevan bien, pero aun así hiciste algo con el anoche, de lo cual tampoco quieres especificar, que te ha hecho cambiar de parecer respecto a él y ahora estás confundido. Grimmjow-kun no está y no saben dónde está. Y todo esto que me dijiste nunca debiste habérmelo dicho, ¿correcto?

-Es un buen resumen, mujer. Aunque hubiera agradecido más que no me recordaras que te conté todo.

-Descuida, puedo guardar secretos—juró ella, exponiendo su meñique frente al murciélago.

-No hace falta. Confió en ti—aceptó, sintiéndose incomodo en la casa de la chica que no entendió lo malo de invitar a un hombre a su casa sola. Ella lo desesperaba, pero a pesar de haber cambiado físicamente seguía siendo la misma, y eso le provocaba sincerarse con ella.

-Deberíamos invitar a Kurosaki-kun, estaría feliz de verte a ti y a Grimmjow-kun.

Ulquiorra bebió el té que le ofrecieron, con calma, sin hacer nada raro.

La chica de cabello naranja era transparente, podía leerse su amor por el shinigami que le derrotó, más no quería ser él quien le informara sobre la orientación sexual de aquel.

-Preferiría que mantuvieras esto en secreto un tiempo.

-Oh, entiendo—dijo ella, deprimiéndose un poco por no tener una excusa para llamar ese chico—Bueno—se alegró después—Entonces tú y Byakuya-san ahora son amigos.

Se atragantó con la bebida, tosiendo hasta que pudo liberar el líquido de su tráquea.

Amigos, le ofendió la idea. El jamás sería amigo de ese ridículo y petulante shinigami.

-No, no lo somos.

-Pero dijiste que ya no era tan desagradable como antes.

-Que alguien deje de ser tan desagradable no lo hace agradable. Lo hace… tolerable.

Orihime sonrió pues el murciélago lucia nervioso al hablar del capitán del sexto escuadrón, además le había impresionado cuando narró las múltiples peleas que tenían. Le pareció que se llevaban bien, y existía algo más. Algo aún más profundo y que tenía que ver con eso que no quería hablar.

-Ya lo tengo—dijo ella, acercándose hasta el rostro pálido del otro.

-¿Cuántas veces tendré que decirle lo inadecuado de tu comportamiento?

La chica lo ignoró y se levantó como resorte:

-¡Tu admiras a Byakuya-san!

-¡De ninguna manera!

-Entonces… ¿te sorprende su porte?

-Detesto su porte petulante.

-¡Lo tengo! ¡Quieres que te enseñe sus increíbles métodos de lucha!

-¡Maldición, mujer! ¡Me acosté con él anoche!

Lo desesperaba.

Y lo llevaba a sincerarse.

Inoue soltó la taza que tenía en las manos, se quebró e hizo sentir por más incómodo al murciélago.

-¿Tú…?

-Sí—respondió, guardándose quien más andaba en su mismo camino.

-¡Tú quieres a Byakuya-san!

Otra vez se atragantó con la bebida. Respiró hondo y se levantó.

-¡No digas tonterías! ¡Fue cosa de una noche, nada con más significado que eso!

-No tiene nada de malo estar enamorado, Ulquiorra-kun—le sonrió, tomándole las manos—Es muy bonito estarlo.

-Bonito— repitió con ironía. Aceptarlo por unos segundos le atemorizaba.

-No seas tonta, no es… para nada se parece—“a lo que sentí por Grimmjow”, se dijo mentalmente.

Esa cara de mujer, casi de una niña, lo estaba matando por su sonrisa. Rascaba en su interior en un intento cruel de sacar que quería guardar en la oscuridad, lo lastimaba; sus manos, acariciando las suyas, comprimían sus pensamientos a los que no deseaba tener.

“Te quiero”, qué sabía ella de decir esas dos palabras a la persona que se ama. Aunque fuera posible que Orihime después lo supiera, al igual que él, lo que es ser rechazado. Dolía, o debería doler, se corrigió. También tenía que ser aterrador, pero no lo fue, sólo se sintió solitario y luego Byakuya cambió eso.

-“Te quiero”—leyó mentalmente la tarjeta.

-¡¿No estás emocionado por escuchar lo que dirá?!—cuestionó ella con inocencia, en una exaltación de la verdad al fin descubierta. Eso le sorprendió al otro, que encontraba lo maravilloso en decir esas palabras y conocer la respuesta, aun si esta no fuera la esperada.

Sólo decir te quiero podía sentirse bien.

-Estás loca, mujer. Yo no…

-¡Vamos!—dijo ella, quitándole el té de las manos y jalando para salir a ese soleado día—Y puedes decirme Orihime, Ulquiorra-kun.

Orihime, esa humana metiche rompía su mundo y lo jalaba a enfrentar lo que prefería ocultar otras mil noches. De preferencia noches de Hueco Mundo.

Lo admitió, ella lo derrotó, no físicamente como Kurosaki, pero si en todos los demás sentidos.

Ya que le dijo que iría-sin mencionarle que ella no tenía ni idea a dónde se dirigían- emprendieron el paso caminando. Sin importar lo que le dijera, la chica insistió en ir de su mano como una cría demasiado alegre de la vuelta de un familiar.

La plática era incomoda en todo sentido pues ella manejaba varios escenarios, reinventaba  los personajes, los acoplaba y le proponía discursos, le avergonzaba por toneladas. E Inoue sonreía, contagiada por la felicidad que Ulquiorra poseía en ese momento, sacando a flote un sentimiento muy humano.

Deseaba tanto verlo feliz, por eso no liberaba esa mano que antes no pudo sostener. Para ella, era la escena perfecta.

Lo que Byakuya vio fue ese sentimiento demasiado humano, entre un hollow y una humana, enganchados por la mano, platicando con cercanía, riendo y gritando como lo haría…

No quiso ni decir la palabra.

-Ulquiorra—impuso su voz a la de la chica.

El murciélago, instintivamente, liberó la pequeña palma de la mujer.

-Byakuya, no es…—guardó silencio, no debía ninguna explicación, además no hacía nada malo. Los nervios lo invadieron, aun si hubiera hecho algo, que no pasó, no tenía razones para explicarse o ponerse nervioso. Además el enojado era él. Y otra cosa, él no estaba enamorado.

-Tu puedes, Ulquiorra-kun—susurró la chica tras su cuerpo,  mostrando tanto entusiasmo que era obvio para Byakuya que algo tramaban.

-¿Qué ocurre?

-Byakuya-san, Ulquiorra-kun quiere informarle algo ¿no es verdad?—intervino, suponiendo que ayudaba pero en realidad retraía más al espada.

-No.

-Claro que sí. Vamos, platica sobre lo que pasó en mi casa.

-¿En su casa?—cuestionó Kuchiki, sin mostrar enojo alguno. Eso era lo que le preocupaba al murciégalo.

-Orihime, mejor yo…

-¿Orihime?—preguntó nuevamente el noble, con el mismo tono neutral—No sabía que fueran tan cercanos.

-Es que Ulquiorra-kun fue quien estuvo conmigo en las noches todo el tiempo.

El murciélago intentó un gesto para pedirle que callara. Lo logró, pero fue un manotazo no a la pierna, sino a una nalga. Eso la hizo saltar y dar un gritito.

-Oh, vaya… Me alegra que pudieran reencontrarse. En ese caso dejaré de preocuparme cuando tardes tanto en volver, Ulquiorra—sin ningún gesto su voz se escuchaba helada, peor que cuando discutían—Discúlpenme, tengo cosas que hacer.

-Creo que hicimos algo mal—concluyó Orihime, pensando en otra estrategia.

El otro no le quedó otra más que bajar la cara y avergonzarse, deseaba por primera vez en su vida estrangular a alguien hasta matarlo, pero era una mujer que no daba con lo que provocó.

-Me matas, Orihime. Me matas—dijo en lo bajo.

Notas finales:

Tuve mis dudas sobre si ya era tiempo de quitarle la mascara a H... pero me parecio que ya tendria tiempo para otros misterios y habia varias personas desesperadas. Espero que fuera un buen momento.

El fin, gracias por leer.


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