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No-Hero por sleeping god

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Notas del capitulo:

Hablar con Grimmjow para hacer el capítulo lo hace más divertido pero más tardado también. Es dificíl de complacer.

El fin, seguimos con el resultado.

"Esto me recuerda a un chiste: Un hombre va al médico. Le cuenta que está deprimido. Le dice que la vida le parece dura y cruel. Dice que se siente muy solo en este mundo lleno de amenazas donde lo que nos espera es vago e incierto. El doctor le responde 'El tratamiento es sencillo. El gran payaso Pagliacci se encuentra esta noche en la ciudad. Vaya a verlo. Eso lo animará'. El hombre se echa a llorar. Y dice 'Pero, doctor... yo soy Pagliacci'. Es un buen chiste. Todo el mundo se ríe, suena un redoble y cae el telón."

 

-Rorschach-

 

Durmió soñando.

En la vida real no ocurría. En la negrura se permitía, dicho en voz baja, con un corazón latiendo y deseando, se lo podía permitir.

Deseaba despertar soñando.

Un deseo de ensueño.

El mundo real, ese que ahora habitaba, estaba en verano. Caluroso verano. Deseaba una ducha. No, no era eso. Estaba erecto.

Salió de entre las sabanas y se dirigió al baño.

Todo héroe, sobre todo uno en proceso, requiere un tiempo donde pueda cerrarse en sí mismo a pensar sobre el siguiente paso o el significado de ese avance. Suspiró y le dio la vuelta a la página, literalmente, encontrando una modelo rusa de rojo cabello y revelador traje de baño.

Abrieron la puerta y pegó un grito, tapando su miembro al aire con la pelirroja.

-¡¿No te enseñaron a tocar?!

-¡Discúlpame!—pidió Kuchiki, cerrando rápidamente y encaminándose al otro baño de su casa. Después paró en seco y una vena comenzó a brincarle en la frente. Dio la vuelta sobre sus talones, mandando sus ideas de nobleza y calma al seretei donde podría ser criticado. En el mundo humano tenía problemas más grandes, como ese peliazul masturbándose en su baño.

-¡¿Qué diablos haces aquí?!—recriminó azotando la puerta.

-Me masturbo. Me darías algo de privacidad, no puedo hacerlo si me miran.

-¡Lárgate de mi casa!

-Byaku-chan, no estés celoso, es una revista.

-¡Vete de aquí!

Ya que la furia del capitán era tangible en el ambiente guardó la revista y su miembro aun erecto.

-Estás de malas. Iré a mi habitación para que te tranquili…

-¿Qué… qué habitación?

-¿Dónde más se supone que me quedará?

El noble rechinó los dientes mientras veía que entraban en donde es-era-su estudio, al pasar estaba totalmente cambiado, nada de lo suyo se conservaba y parecía que un adolescente viviera ahí, con su consola, pantalla plana, desorden por todos lados y posters de bandas y mujeres desnudas.

-Lárgate—pidió sacando su arma para rebanarlo.

-Entre más rápido Ichigo cambie de parecer más rápido me iré, ¿y qué mejor manera de hacer esto rápido que con tu ayuda? Conviene que esté cerca.

Lo era. Guardó la espada y evitó bajar la mirada a los pantalones ajustados del arrancar.

-Si quieres ayuda recoge este desastre. Además, no vuelvas a tomar mi bufanda.

-Descuida, he estado pensando en que necesito un traje.

Y ya fuera por el aburrido papeleo o que el interés se metió en su inconsciente, el capitán quiso diseñar uno mientras se encontraba trabajando, al final del día volvió con uno que le pareció sería el adecuado.

Con orgullo fue con el pantera a mostrarle su diseño.

-Ah… le pedí a Urahara que me lo diseñara. Lo siento, creí que no te importaría.

-Lo siento, Kuchiki—se disculpó también Kisuke, que dibujaba en la mesa de la cocina.

Byakuya jamás demostraría decepción ni interés en algo tan mundano, mucho menos se enojaría por no ser tomado en cuenta, y claro que no haría una escena por una situación tan inmadura.

-¡Estás en mi casa, masturbándote, durmiendo y robando mi comida, así que ahora lo miras al menos!—o eso pensó, el sexto espada podía sacarle de sus casillas.

Logró asustar a los otros dos por lo que tomaron la hoja y la observaron.

Silencio.

Sería de latex como un clásico, en color negro y azul oscuro, ojos alargados triangulares en blanco, botas, guantes y un escudo aun sin letra en forma de hexágono en el antebrazo derecho.

Se carcajearon. El dibujo era pésimo, no el diseño pero si la técnica.

Lograron sonrojarlo de enojo y con ello que pétalos de sakura los rodearan.

 

5 minutos después.

-¿Entonces?

-Ambos estamos de acuerdo en que nadie podría diseñar algo mejor—compartió para parar la furia del capitán.

-Excelente.

-Para, para. No me dio miedo. Debo aclarar eso.

Grimmjow… por favor. No nací ayer.

-Es verdad. Antes de ello habíamos hecho otros diseños, pero el mejor que habíamos logrado tenía la apariencia de una abeja gigante, y otros en azul y rojo, con una capa como…

No puedes decir sus nombres. Derechos de autor.

-Oh, disculpa. Otro totalmente negro y como una pante…

¡Hey! ¡Vas a lograr que nos demanden!

-Perdóname la vida. Y otro más en rojo con negro como…

Basta, mejor continúo.

 

-¿Voy a tener un hijo? Hazlo en spandex pero no que me quede como competidor de patinaje sobre hielo—pidió al primero que le dieron, de un tamaño como para un infante de 2 años.

Al llegar el segundo aún continuaba con el logo vacío.

Necesitaban un nombre.

-No puede ser nada que tenga que ver con tu nombre, con el seis, con las espadas, los hollows o los arrancar, con las panteras, los ceros, desgarrar o…

-Lo sé, no soy idiota—se quejó ante Urahara.

-Puede ser algo que se relacione con tu estupidez—contribuyó Byakuya.

-Oye...

-O con torpeza—corroboró Urahara.

-¿Qué les…? Malditos, está bien, ríanse. Perros—tomó el traje en sus manos, revisándolo por si el mismo pudiera decirle su nombre.

-Azul oscuro—dijo, pasando sus dedos por los bordes de ese color—Azul oscuro, azul oscuro, azul y oscuro.  Quizá en inglés, algo así como… blue, dark blue, no, mejor…

Dio un fuerte suspiro, que no interrumpió a los shinigamis y sus burlas.

-Deepblue

Que te dije.

-Salió solo. No fue apropósito. Cualquier relación con un personaje ya existente fue mera coincidencia.

-No, parece de pansexual demente—rechazó lanzando el disfraz a un sillón.

-O simplemente no poner nada. Igual eso eres—anunció el noble, con una diversión terrible. Por unos momentos podía olvidar que todo eso era un fastidio.

A punto de arrojarles el traje a la cara vio el escudo.

-Nada…—susurró. Una mentira. Un deseo de ser algo. Un héroe—Ponle una H.

-¿Una H?

-¿Es enserio?

-Esperaba escucharme genial. Ahí es cuando entras y escribes esas cosas bonitas.

Ah, perdón. Me distraje.

-Estoy así de despedirte.

Lo siento.

-Sí, mira. La H en español es muda, es nada, y es la primera palabra de héroe. Y eso se supone que seré. Así no hay complicaciones y… ¡No tengo por qué explicarles nada! ¡Haz lo que te digo!

Lo hizo con una sonrisa burlona en la boca. Ninguno de los dos lo haría sentirse bien con su momento de inspiración.

 

-¡Jagerjaquez, ya es hora!

-Ahora sí, haz lo que debes.

Abrió la puerta de la habitación dando paso a su cuerpo investido en negro con detalles en azul oscuro, una máscara que lograba cubrirle el rostro entero y unas botas que retumbaron sobre el piso de madera.

Un primer paso importante e imponente.

Quizá el mundo no estaba aún preparado para él pero venía a mostrar de lo que se estaban perdiendo.

-Tiempo de ser un héroe—le informó a Byakuya.

-Lo que digas. Si quieres acompañarme a hacer las compras date prisa.

-¡Voy! ¡Quiero mantequilla de maní!

-Soy alérgico.

 

Kuchiki Byakuya no pasaba desapercibido entre la multitud, y ahora menos con un enorme sujeto disfrazado.

-¿Tenías que salir así?—le cuestionó subiendo un poco más su bufanda a la cara.

-¿Qué tal si hay problemas? Además no puedo arriesgarme a que me encuentre a Ichigo como Grimmjow. Por cierto, necesito ropa interior.

-¿Tenías que informarme eso?

-Verás, los boxers se me enrollan con esta madre así que mejor me los quité.

-¿Acaso andas…?

-En pelotas, sí—el noble tomo una distancia de dos pasos y pasaron a las mermeladas—Dije que quería mantequilla de maní.

-Llevaremos mermelada.

-Mantequilla—corroboró colocando un frasco en el carrito de supermercado.

-¿Cómo puedes ser tan necio, poco agradecido, impertinente…?

-¿Y tú como puedes ser tan tacaño?

Unas chicas pasaron a su lado y se rieron.

-Paremos con esto—concluyó Byakuya—Si vas a vivir en mi casa tendremos que poner algunas reglas—le comunicó pues ahora no solo iba el producto a base de cacahuates, sino también condones, revistas, videojuegos y un juguete que alardeaba adivinar lo que estuvieras pensando—Primero, recogerás tu cuarto.

-Ni que fueras mi madre. Mi cuarto es mi cuarto.

-Ese cuarto es mi cuarto. Es mi maldita casa y todo es mío, así que no quiero pasearme y ver que tienes un desorden.

-¡No entres y ya!—le regañó el pantera, mientras el otro comenzaba a sacar las cosas que no eran suyas de las compras.

-¡Voy a entrar si se me da la gana! ¡Si quiero estaré en tu cuarto en el tiempo que me dé la gana!

No era solo el escándalo, era la cercanía con la que se gritaban, la caja de condones en la mano del pelinegro, el traje que ahora parecía de un fetiche extraño y sobre ellos un letrero que decía: “TODOS LOS LUBRICANTES AL 2X1”.

-Dame mejor un beso y pensaran mejor de nosotros—propuso Grimmjow al darse cuenta de su situación.

-Vámonos, ya.

Mientras registraban las cosas miró a su casero. Para su rostro serio no parecía que fuera común tener el ceño fruncido, más bien creyó que sería natural tener una cara neutral. Dio una sonrisa que el noble notó, interrogándolo con la mirada.

-Luces horrible así—confesó pero con otro risa risueña.

-No digas esas cosas en público. Creerán que nos agradamos.

El pantera tuvo un momento de discernimiento que le decía que debía disculparse y agradecer. Hasta que el grito de una mujer les hizo a todos mirar hacia arriba, a la terraza del centro comercial, donde un sujeto de lentes, pasado de peso y una camisa de KIZZ se colocaba en la orilla, dispuesto a saltar.

-Es tu oportunidad.

-Pero Ichigo no está aquí.

-Se enterará. Anda.

-Está bien. Pondré algo abajo y subiré a empujarlo.

Un héroe en entrenamiento.

Lo regreso del cuello para decirle claramente algunas reglas.

-Primero: no debe haber muertos y, si puedes, tampoco heridos. Segundo: salvar a alguien también implica que sienta que lo salvaste, no en todos los casos pero si la mayoría. Tercero: no hagas nada que tú harías.

-Esa regla no tuvo mucho sentido.

-Créeme, lo tendrá. Ahora ve.

Subió corriendo, tomó el elevador los últimos pisos, compró un refresco en la zona de comidas y al final llegó a la terraza con ese chico gritando:

-¡No puede hacer eso! ¡No puede! ¡Comenzó tan bien, bajó la calidad al siguiente arco pero aún era rescatable, después le siguió con uno que todos sabíamos que solo era un puente para el ultimo, pero jamás debió hacer algo tan malo! ¡Más de 5 años en esto para este timo! ¡Le mostraré lo que causa!

-Oye, gordito.

-Justo eso es lo que dijo que no hiciera, verdad.

Ciertamente.

-Niño, ven aquí.

-¿Quién eres?—cuestionó con lágrimas en los ojos, girando con pies torpes y gordos hacia él.

-Soy H.

Como nota lo pronuncia en inglés, cree que se escucha mejor.

-¿Qué quieres?

-Que te quites de ahí. Escucha, apenas estoy empezando en este negocio de salvar vidas y me ayudaría mucho empezar sin ningún muerto, ¿sabes?

-No puedo. Debo hacerlo para demostrar a ese…

Sin nombres.

-Sabes que no debes hablarle a tus personajes, ¿verdad? Vas confundirlos.

-¿Quién es ese? ¿Dios?

¡Mierda, distráelo!

-¿Y que gano?

No me extorciones.

-¿Con quién hablas? ¿Quién está ahí? Si eres dios tienes que hacer que ya terminé esta tortura. No puede imaginarme otro año leyendo esa basura.

Ok, ok. Dejaré que viva, será tu primer éxito.

-¿No pensabas salvarlo? ¿Por qué estás en mi contra?

¡Lo salvaré, lo salvaré!

-¿Y?

Bien, bien. Verás Ichigo en este capítulo.

-Y quiero que Byakuya tenga que besarme en público.

¿Acaso te…?

-No, quiero molestarlo. Además creo que al público le gustará. Te tardas años en hacer que me joda a otro hombre. No seas ingenuo quieren que me chingué a alguien ¿A poco crees que vienen por tus grandes dotes de escritor? Por favor…

Eso fue un poco cruel.

-… Está bien. Me disculpo. Ya no llores.

No estoy llorando… ¡Cállate!

-Perdón. Mira, nos estamos desviando mucho del tema. Ya perdóname y continuemos.

…Ok, ok… Ya estoy bien.

-Bien ¿tenemos un trato?

Tenemos un trato.

-¿Quién es ese…?

-No hagas caso a esa voz. Ignórala. Mira, niño, parece que alguien te engañó ¿verdad?

-Así es.

-Entonces debes tomar venganza, no matarte. Debes ir a donde este, sacarlo desnudo y arrastrándolo de su casa, pedirle a un grupo de negros, donde uno de ellos se llame Jesús, que lo violen repetidamente, unas veintitrés veces más o menos, y que la quita sea con cariño, las siguientes cuatro con odio, otras siete u ocho entre dos y una más entre tres, nuevamente con cariño, una tú, después otra vez ellos… creo que perdí la cuenta, y después de eso, si es que no le agarró el gusto, amenazarlo con destripar a su perro si…

-Jager… ¡H, ¿Qué diablos te dije?!—gritó Kuchiki desde una planta más abajo.

-Ah, sí. La regla tres—se sobó las cienes.

-Es más difícil ser un héroe de lo que piensan. Debes dejar a todos contentos.

-O puedes ya no leerlo más.

-¡No puedo, he comenzado y ahora debo terminarlo! Es cuestión de honor.

-Lo entiendo—dijo con verdadero sentimiento—Él podrá haber traicionado nuestra confianza pero nosotros aún tenemos honor.

No debes incluirte.

-Vamos, tu sientes lo mismo. La traición de años de lectura fiel semana a semana.

Sabes que no puedo ser explícito sobre lo que hablamos.

-¡Me entiende, Mr. H!

-¡Por supuesto, niño mantecoso! ¡Años para este final! ¡Que dolor!

-¡Mr. H! ¡Mr. H!

-¡Niño manteca!

Se acercaron para un abrazo entre lágrimas.

Dejaba el rumor de una multitud asombrada comenzó lentamente hasta volver gritos y aplausos.

-¿Quién es?—cuestionó alguno y Byakuya, en vos baja, mencionó la letra. El rumor corrió hasta hacer en gran voz.

-¡H! ¡H! ¡H!

-¡El niño manteca también! ¡A soportado basura que nadie más leería por años!—agregó Grimmjow aun abrazando a su primer cliente.

-¡Niño manteca! ¡Niño manteca! ¡Niño manteca!

Volvieron a su nombre, en voz alta, desde el corazón. Una esperanza en la oscuridad, como un deseo pedido.

Un héroe ha nacido.

-Sigue mi consejo, niño manteca.

-Sí, Mr. H.

Se despidieron y Byakuya fue a su encuentro.

-¿Qué le dijiste?

-Que solo los inmaduros y vírgenes continúan con eso. Que se consiga una novia y empiece con cosas de verdad.

-No es verdad, queridos lectores. Sigan leyendo sus comics, mangas y fanfics. Los amo.

Eres un hipócrita.

 

Un jovencito se sorprendió al ver en Youtube a un salvador vestido de negro. Era poco probable pero pensó que podía ser aquel al que le debía la vida de su hermana. Sonrió. El video tenía varios nombres pero el más famoso era “Porque los héroes en mallas son reales”. El segundo más popular era “El niño manteca y Mr. H”.

-H…

Quizá porque era algo imposible quería creer que podría encontrarlo y darle las gracias personalmente.

Un deseo: verlo para dar las gracias.

-Cumple tu promesa.

Ya voy, ya voy.

La segunda misión tuvo lugar mientras salió a comprar ropa interior más ajustada, ni las trusas lograban que no terminara cada 5 minutos sacándose el calzón de entre las nalgas. Justo en una intersección tuvo lugar un choque, que dejó volcada una camioneta y otros dos autos destrozados.

Pasó primero a un Mazda rojo en donde una chica rubia  intentaba zafar su cinturón.

-Los cinturones no salvan vidas.

Si lo hacen, no des malos consejos.

Le ayudó a desabrocharlo y la sacó cargando hasta la banqueta.

-Ya estás bien—le dijo cuándo abrió los ojos. Al verlo se sorprendió y él se despidió para pasar al otro vehículo.

-¿Puedes salir?—le cuestionó a un hombre cuarentón.

-No me vendría mal una mano.

Dio un gruñido, una pataleta y empezó a ayudarle.

-Pero no voy a cargarte—le informó al dejarlo fuera. Entonces pasó a la camioneta.

-Por cierto, solo para ponerle más interés, podemos hacer que estalle.

Ok, deja de interrumpir.

-Gracias.

El olor a gasolina le invadía mientras sacaba a los dos niños de la parte trasera y a la madre.

-Mi perrito—pidió la niña, señalando a un cachorro atorado con el asiento delantero y la cadena.

-Los collares quitan vidas. Deja a tu perro sin cadena, collar ni identificación. Haz mi trabajo más fácil.

Para ya.

Fue a romper el collar y al dar la vuelta él ocurrió la explosión del vehículo. Logro adelantarse pero el fuego logró alcanzarlo, así que  tuvo que proteger a la mascota y resultar con quemaduras en la espalda.

Eso lo hizo como la regla no. 5: proteger incluso con el cuerpo mismo.

Entregó a la mascota y después giró en el piso hasta apagar las llamas.

Se destruyó una parte de la espalda y el cuello, teniendo que retirar el material plástico que se pegaba a su piel, levantando su máscara hasta la nariz para poder retirar lo del cuello.

Otra vez hubo aplausos, la gente le agradecía, la rubia se levantó corriendo, le abrazó, dijo gracias y lo besó en la boca.

Los héroes sí que tienen beneficios.

Después el cuarentón hizo lo mismo

-Oh, te odio.

Te dije que dejaras de decir consejos erróneos.

Además le dejo su número.

-Ya entendí, ya entendí.

Y al final la niña, con el perro en mano, y ante miles de celulares, le dijo:

-Muchas gracias. Es usted mi héroe.

Ese video conmovería a toda una generación. E Ichigo, que por ahí tenía que pasar para su trabajo, vio eso y se acercó corriendo.

-¿Tu… Tu salvaste a mi hermana?—le preguntó.

Endureció la voz para responder.

-Es lo que hace un héroe ¿no es verdad?

-Sí… gracias.

Sonrió. Parecía que ya podría pelear contra el pelinaranja.

-¿Quién eres?

-Soy…—tomó su máscara, a punto de tironear hacia arriba.

-Disculpa. Crees que podrías llevarme a casa. O… a la tuya—coqueteó la rubia.

Ichigo sacó su celular que tenía ya el video viral de ese y el otro beso.

Un héroe que obtiene beneficios, no es un héroe.

Maldijó para sus adentros.

-Estoy en ser un héroe—arregló, bajando la máscara y tomando de la mano a la mujer.

 

-Regla no. 6: serás una imagen pública, así que debes ver qué hacer en público.

-Debiste decírmelo antes.

-Te dije que no fueras tú.

-No es tan sencillo. La gente cree que es fácil pero es muy complicado. Deberían ponerse en mi lugar alguna vez… quiero decir… ¡Ah, por el amor de dios! ¡Entra y ayúdame!

Suspiro Byakuya, dejando de hablar a través de la puerta del baño y ayudar al felino a sacarse el traje de una pieza.

-Tengo que hacer…

-Bien, bien, no te muevas.

Los trajes ajustados pueden ser molestos pero lo más problemático fue ver la espalda quemada del felino, los moretones de otras peleas y algunas cortadas.

-Jagerjaquez…

-¿Qué? Quiero cagar, puedes salirte.

-No me habías dicho nada de esto—señaló a su cuerpo.

-No creí que te importará. En realidad, no quería preocuparte.

-No es necesario que seas tan fuerte conmigo.

-Es solo que… ya haces mucho por mí.

-Escucha, sé que tenemos malos momentos pero eso no quiere decir que no tengas que contarme cuando sales herido.

-En ese caso, ¿podrías curar mi espalda?

Puso las manos en la amplia espalda del pantera, pasando las llamas de los dedos por la a veces suave piel y en otras zonas dura por las costras, subiendo la mirada a los ojos azules del felino y…

-¡Momento, momento! ¡Qué diablos…!

-Te salió mal. Se dio cuenta.

-Hablaré con Urahara para ver qué podemos hacer. Si te mueres sería muy problemático.

Supongo que lo lograré en el próximo.

Descansó el héroe sentado en el trono. Al levantarse ya debía tener pensado en el siguiente movimiento. El héroe no tenía poderes y él quería algunos. Los suyos.

-¡Byakuya, el papel!

Notas finales:

Gracias por leer.

P.D: Tengo que ofrecer un agradecimiento y una co-autoria al mercenario favorito de todos y que me han mencionado ya en varias ocaciones: Deadpool. Mentiría si dijera que no me sirvió de inspiración.


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