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Tear Down Your Perfect world por karcris

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Notas del capitulo:

Cumplí con que la actualización sea esta semana!!wiiii!! Gracias chicas por los hermosos reviews!!

Mi preciosa NIGHT no sufras más!!! emm...perdón por el final¿¿??

Saining no puedes saber lo que es el verdadero sufrimiento.

Hasta que no ves a la ternura convertirse en odio.

Caramelos, MIAN MIAN .

Capítulo II : Limerencia

 

Comenzó a pensar en qué podría hacer para recompensar a Shuichi por el abandono que había tenido para con él en los últimos días desde que había ocurrido lo de Mian Yue. Aunque no debería sorprenderse el cantante, después de todo, el solía desaparecerse a veces por días, pero ahora mismo se encontraba en el estudio, no supo por qué no encontró rastros de que Shuichi hubiera estado al menos en la habitación, pero intentó no darle más importancia de la que se merecía. Se tiró en el centro de la cama y cerró los ojos, que le ardían, se durmió sin darse cuenta un par de horas cuando despertó sintió ganas de escribir pero no algo realmente para presentar a su editora, era alguna historia que sabía que la editorial no terminaría por aprobar aún así deseaba verla escrita en algún lugar. Seguramente sería una historia que no llegaría a ningún final, pero la experiencia le había enseñado que las historias podían reciclarse y así dar inicio a una mayor en el futuro.

Llamó nuevamente a Shuichi quien se disculpó por no haberlo atendido antes pero es que esperaban terminar con la canción que sería el nuevo single y pidieron que durante todo el tiempo mantuvieran los celulares apagados. Eiri sonrió del otro lado mientras escuchaba su interminable monólogo.

-Bueno…tengo que irme ¡No me extrañes! A la noche llevaré algo para cenar y algunas películas…o tal vez no…Tienes que trabajar.

-Shuichi.- Lo interrumpió el escritor.- Vamos a pasear.

El silencio se hizo del otro lado y se lo imaginó con el rostro sorprendido.- ¿Qué?

-Tengamos una cita.-Del otro lado no se escuchaba nada.- ¿Qué pasa? ¿Pensé que estaría feliz? - Preguntó finalmente con fingida molestia.

-¡Lo estoy! –Gritó el cantante sobresaltado.- Es que…

-¿Tienes que salir con tú amante? – No supo por qué lo dijo, pero el simple pensamiento lo molestó.

-Sabes que era mentira eso ¿Cierto? – Lo escuchó con algo de culpa y eso hizo que su molestia se calmara.

-Lo sé.

-Solo es que tenemos que terminar esta canción hoy ya que esperan que la próxima semana empecemos con entrevistas y la grabación del video.

-Eso significa que podremos salir el fin de semana ¿Cierto?

-¡Sí! – Dijo recuperando el entusiasmo en su voz. –Ahora sí debo irme Yuki, me están haciendo señas que corte la llamada.

-De acuerdo. Esfuérzate.

-Haiii.- Gritó antes de colgar.

El departamento le pareció horriblemente silencioso mientras Shuichi no estuvo, cuando escuchó el ruido de la puerta cerrarse los pasos fueron corriendo al estudio donde se encontraba.

-¡Yuki! Ya llegué.- La sonrisa brillante impregnada en su rostro. –Intenté llegar lo antes posible para que no me extrañaras tanto.

-¿Quién dijo que estaba extrañándote?

Respondió el otro sabiendo que tenía razón pero que no se lo dejaría tan fácil. Se levantó y se acercó para salir del estudio pero antes que pudiera, Shuichi sonrió y corrió a abrazarlo para hundir su cabeza en el pecho del mayor mientras el rubio fingía que le daba igual y le sacaba la bolsa de las manos del pelirosa para buscar la dichosa comida.

Cuando por fin estuvieron llenos se sentaron a ver algo de televisión, adoraba a ese mocoso cuando demostraba tener más de una neurona para pensar, tal como en ese mismo momento, había comprado helado y cucuruchos para que pudieran prepararlos ellos mismos.

-Oye…mañana ¿No te quedarás sin voz? Digo por estar comiendo algo tan frío antes de dormir.

-¿Estás preocupado por mí? -El rubio frunció una ceja perfecta y lo tomó fuertemente por uno de sus cachetes.- ¡¡¡Yuuu..ki me lash-timash!!!

Lo soltó y antes que pudiera dejarlo reaccionar lo besó. Sentía los labios fríos con sabor a crema de frutillas, el chico amaba todo lo que supiera a frutos rojos, tanto así que parecía que nunca antes el sabor se le desprendiera de sus labios.

Lo atrajo hacía sí con firmeza,  consciente de la diferencia de fuerza entre ellos. Decidió llevarlo a la cama donde podría saborearlo mejor y quién sabe tal vez esa noche podría demostrarle algo más que amabilidad. Prendieron el aire acondicionado ya que estaba algo caluroso y se acostaron desnudos solo tapados por una sábana.

Esa noche Shuichi tosió levemente pero de forma casi constante y a la mañana siguiente su voz había casi desaparecido, intentó hacer calentamientos para poder cantar pero no llegaba a las notas más altas por notarla ronca. “No irás a trabajar” dijo el escritor firmemente y Shuichi sin poder protestar demasiado vio al rato con alegría inmensa como el rubio le decía a su editora que esa mañana no iría a trabajar porque se quedaría a cuidarlo.

-Me parece perfecto que por una vez se encargue de su relación pero debo recordarle que Takeda no aparece  siempre por los alrededores de  la editorial.

-Creí que no querías que me acercara a él. –Ironizó molesto.

-Y no quiero…pero el chico vino aquí y me preguntó si sabía que hoy vendría para tomar el café que dejaron pendiente. Yo no sabía que usted no vendría, así que le dije que usted lo haría. –El rubio maldijo por lo bajo y pudo ver a Shuichi desde la cama mostrando algo de preocupación por el tono de voz que estaba usando. – Dile  que iré a la tarde.

-¿Todo bien? –Preguntó el cantante con voz rasposa.

-Me dijeron que solo podrían darme la mañana,- caminó hasta la cama sentándose al borde.- en la tarde tengo una reunión que no puede posponerse.

Shuichi puso una expresión de decepción pero se forzó a sonreír.- No importa Yuki, al menos puedo tenerte toda la mañana para mí. –Se movió en la cama intentando llegar a él, abrazó su espalda apegándose tanto como podía con su pequeño cuerpo. –Gracias. Te amo.- Susurró, haciendo que se formara un nudo en la garganta del escritor.

-Tengo que ir a prepararte algo caliente para tomar y traerte algunas medicinas.- El pelirosa se negó a soltarlo.

-Ven aquí. - Le dijo cerca del oído. - Todo lo que quiero es que te quedes aquí. Al menos algunas horas, las medicinas pueden esperar.

Aún era temprano cuando vio el reloj y vio que la oportunidad de volver a la cama era tentadora en especial si Shuichi lo dejaba acomodarse entre sus brazos. No lo pensó más, lentamente subió las sábanas y se acomodó en su pecho. Él no era de los de ese tipo que le gustara apegarse y acurrucarse…pero a Shuichi le gustaba y si al cantante le gustaba, entonces, él no era nadie para negarse aunque a veces insistiera tanto que resultaba pesado. Hoy incluso él quería cumplirle el pequeño capricho. Sin darse cuenta se durmieron unas horas más.

No se preocupó realmente cuando se dio cuenta que fuera el mediodía, pero si se preocupó cuando escuchó la tos que ahora emitía el cantante.

-Shuichi debes bañarte y cambiarte la ropa, estás muy transpirado.

El cantante aún podía levantarse pero por su rostro levemente colorado se dio cuenta que podría tener algo de fiebre. Mientras vio como se iba a bañar llamó al doctor. "Es un caso grave de placas" fue lo que dijo el doctor cuando lo vio, le recomendó que estuviera unos días en cama, una inyección de penicilina y algunos medicamentos. Perfecto, ahora tenía que dejar a Shuichi con fiebre y solo en el departamento, pensó con ironía...inconscientemente le echaba la culpa al otro odioso escritor como si fuera él quien lo hubiera obligado a que tuvieran su reunión.

Pero tenía que aprovechar todo acercamiento posible a Minako Takeda, era estúpido, pero quería saber cuál era su secreto. A él le había llevado años de estudio y sacrificio llegar a ser el famoso escritor Yuki Eiri y ahora alguien parecía haberlo logrado sin esfuerzo visible, llegó a ser reconocido en el exclusivo círculo de escritores por un solo libro, además de que era varios años más joven que él y eso , tenía que reconocer, que le daba envidia.

Después de ocuparse que estuviera seco en la cama y con todo lo que necesitara a mano, sintió pena por irse de esa forma de su casa.

Llego a la editorial y reconoció de inmediato la cabellera semi-larga castaña de Takeda, tenía que reconocer que era un chico muy atractivo, no podía evitar recorrerlo con la mirada, lo atraía demasiado. Su piel era lechosa y contrastaba con los ojos enormes y oscuros. Era del tipo que al parecer odiaba el vello, por lo que había notado ni siquiera tenía en los brazos. Debía tener la altura de Hiro y como estaba de espaldas tenía una vista perfecta de su trasero. El castaño miró hacia atrás para buscarlo con la mirada y levantó la mano en forma de saludo en su dirección al notarlo.

-Lamento el retraso. -Dijo el rubio mientras se sentaban.

-Oh no pasa nada.- Respondió el chico con una sonrisa brillante. -Tuve que pedir algo antes que llegaras. Espero que no te moleste.

-No hay problema, aunque esta cafetería no tiene tantas buenas cosas.

Takeda rió.- Es cierto, el pudín parece hecho de cartón. Si quieres una recomendación, no hay como un buen café servido en el "Gato negro".

Eiri se sorprendió un poco. -Yo también voy a tomar cafés en ese lugar...es raro nunca antes te vi allí.

-Oh ¿En serio? Es que suelo estar en las mesas al aire libre.

Al rubio aquello le pareció lógico que no se lo hubiera cruzado, después de todo él prefería o el sector VIP o el segundo piso del lugar, dependiendo de que si había mucha gente o no. Además, no es como si estuviera en el lugar las 24 hs del día.

Minako se mostró mucho más suelto que la vez anterior, era como si hubiera dejado de ser la persona tímida que conoció. Tal vez en esa ocasión lo había agarrado de sorpresa. Ahora hasta era encantador y tenía un humor inteligente que sorprendió más de la cuenta a Eiri.

Hablaron sobre sus autores favoritos, se sorprendió al encontrar que el tipo de lecturas del cual era admirador Takeda era del tipo de literatura que era "enfermizo” o “denso" para él. Sabía que estaba mal hablar así de escritores galardonados pero, por ejemplo, Haruki Murakami, Edgar Allan Poe y Stephen king no eran del agrado de Eiri...mucho menos recurría a las poesías época.

-Honestamente no es de mi agrado el tipo de lectura que ofrece Edgar Allan Poe.

-¿En serio? –Dijo Takeda algo sorprendido.- Creí que al ser un escritor reconocido encontrarías atractiva la narrativa del escritor.

-Admito que las narrativas son perfectas pero no me agradan esos personajes que repiten “No estoy loco”, todo el tiempo. -Takeda rió levemente.

-Bueno…yo creo que si ese tipo de cosas ocurrieran en la realidad, cualquier persona, no recurriría exactamente a algo como “No estoy loco”. En mi opinión es bastante realista. ¿O qué crees que sería lo que dirías tú primero?

El rubio pareció pensarlo.- Creo que diría “Esto no está pasando”…mucho antes de después cuestionarme si estoy loco. Creo que negaría todo lo que ocurre ante mí o acaso, los chicos cuando tienen miedo,  lo primero que hacen ¿No es taparse los ojos con una sábana?

Takeda le sonrió bastante complacido por la respuesta del escritor.

-¿Quién sabe? puedes tener razón. –Revolvió su café amargo, bueno para el escritor cualquier persona que colocara solo una cucharada de polvo edulcorante a su taza, estaba tomando su café amargo. Su postura era ahora segura…hasta seductora, lo que le hizo pensar al rubio que solamente cuando lo agarraba desprevenido su postura era la de alguien tímido…a menos que lo fingiera ante los demás en primer lugar, pero no encontraba razones para hacerlo.

Era una persona con varias particularidades, una que había visto desde que llegó era que tomaba las etiquetas de las tazas, o de lo que tuviera a mano y las raspaba hasta hacerlas papelillos en la mesa. Tal vez era una demostración de nerviosismo o ansías.

Él sabía por qué estaba allí, podría ser que ese joven también tuviera las mismas intenciones. Intentar descubrir cuál es el secreto del éxito de Yuki Eiri. Tal vez ambos sabían las intenciones del otro por esa razón ambos se miraban en silencio desde hacía unos segundos, intentando adivinar quién se dejaría en evidencia en primer lugar.

-¿En qué te inspiras para escribir? – Preguntó el rubio, dando el primer paso.

-Oh ¿Tienes un bloqueo? –Preguntó Takeda recibiendo un gesto adusto de Yuki.- Lo siento. No es mi intención ofender. Yo también lo tengo a veces. –Vio como el escritor se relajó, aunque no bajó la guardia.

-Digamos que lo que antes funcionaba ya no lo hace tan bien. – Intentó evadir la respuesta.

- Escribo basándome en hechos reales. Suelo mirar todo el tiempo programas de investigación o casos resonantes. Leo a escritores que escriban algo de terror.

-Pero también encontré algo de poético en tus narrativas.

-Sí, eso. Los escritores que admiro suelen hacerlo, por eso me esfuerzo en que suenen de esa forma. –Tomó un sorbo de café nuevamente antes de hablar, el rubio miró el gesto atentamente atraído por la forma tan elegante y despreocupada del movimiento, por supuesto que aquella mirada no había pasado desapercibida para el castaño.

Se miraron unos segundos a los ojos directamente, hasta que los castaños no soportaron tanto la presión que terminaron bajando a los labios del rubio. Minako necesitó hablar para cortar aquél ambiente.

-¿Y tú en que te basas para escribir?

Eiri aún no terminaba de recuperarse del momento anterior pero le dejó ganar con el cambio de tema, sabía que tenía que ser cuidadoso con lo que dijera delante de él.

-En sueños.

-¿Sueños?

Eiri asintió, eso era algo que no le decía a nadie. Sus personajes siempre vivían, sufrían y luego eran recompensados porque a la gente le gusta creer que si sufren mucho en la vida entonces en algún momento serán recompensados con algo bueno.

-En los sueños que las personas tienen, en lo que quieren que les pase a ellos.

Takeda entrecerró los ojos y el rubio rió internamente, le decía la verdad y tal como la mayoría podía llegar a entender el concepto pero no aplicarlo aunque sonara simple. Es necesario dividirse inconscientemente en cientos de rostros anónimos que sostienen el libro en sus manos e imaginar que es lo que quieren que ocurra, cosa que se confunde con lo que el autor quiere que ocurra. Es muy difícil lograr la objetividad...

-¿Cuál es el momento del día en el que prefieres escribir? Yo por ejemplo no puedo escribir a menos que sea de noche.

El rubio pareció pensarlo un momento.- No tengo horario fijo, escribo cada vez que siento que tengo la idea en mi cabeza.

Ambos se sumieron nuevamente en silencio, daba la sensación que ni uno y ni otro estaban logrando una ventaja.

-¿Cómo comenzaste a escribir? - Preguntó el castaño sin saber realmente que había tocado una fibra sensible, recordar el pasado que sí, había superado, todavía lo hacía sentir incómodo.

-Nada espectacular, simplemente en mi adolescencia tuve un tutor que me introdujo en la lectura y a partir de allí comencé a escribir. Comencé a presentar relatos cortos en revistas literarias hasta que comencé a ser llamado por editoriales. ¿Y tú?

-Bueno...tengo que admitir que comencé hace unos tres años a escribir. Antes de eso me dedicaba exclusivamente a leer y empecé desde que tenía ocho años.

El juego estaba empezando a impacientar al rubio, nada de lo que le decía lo ayudaba en algo.

-Tenía entendido que te cambiaste de editorial ¿Por qué fue?

-Bueno...solo existen grandes tres editoriales, era obvio que iría con la que tiene más influencia en Japón.

Así como aquella editorial era la más grande de Japón también era la más exigente, no muchos soportaban la presión y por eso abandonaban. Durante el tiempo que le siguió siguieron interrogándose mutuamente, era peor que una entrevista con un crítico, ya era evidente que ambos compartían el sentimiento de envidia hacia el otro. Eiri pudo sentir que el otro chico envidiaba su primer puesto en ventas...sin dudas creía que estaba siendo sobrevalorado. Dejó ese punto en claro cuando lo miró fijamente como si lo dejara en evidencia y preguntó.

-¿Es cierto que sales con ese chico?

De tal forma sorpresiva que a Eiri le sonó casi violento el cambio de tema y por un momento la sonrisa encantadora que él tenía tambaleó un poco.

-¿De quién hablas?

-¿Creí que solo salías con uno? –Hizo una pausa.- Me refiero a ese cantante. - Sonrió de una forma que le recordó a Thouma, esa sonrisa que detrás había alguna intención oculta que sin dudas creía conocer. Todo el mundo conocía a Shuichi...entonces ¿Por qué el idiota hacía que sonara como si hablaran de una persona sin importancia?

-Pero ¿Realmente sales con él? O es solamente una puesta en escena para los medios.

El rubio frunció el ceño, entonces ¿Era eso lo que pensaban todos? Que debido a ser la comidilla de los medios por su vida privada era que vendía. Siempre lo sospechó, pero era diferente cuando la persona lo dice de frente.

-Realmente estamos juntos.- En ese momento la mirada del castaño era fija, eso le dijo que no le creía absolutamente nada, bueno, lo lamentaba por él si no le creía. Le ofreció una leve risa antes de responder, siguiéndole el juego de seducción.-Aunque digamos...que es complicado. Las cosas no van tan bien como todo el mundo cree.

Le abrió la puerta dejándolo entrar en el coqueteo si él quisiera hacerlo, si lo miraba no podía negar que le encantaría llevárselo a la cama y por las miradas algo indiscretas que le dio mientras pensaba que no le estaba prestando atención era demasiado evidente.

El chico abrió los ojos solo levemente al escuchar la respuesta anterior, pero  su gesto ahora se mostró complacido con la respuesta ¡Oh por Dios! pensó Eiri, solo le faltaba revolotear las pestañas y mover las piernas para que se tocaran debajo de la mesa.

-¿Tú? ¿Tienes pareja?

-Soy gay si eso es lo que estás preguntando.

-No lo hago.- Dijo el rubio aunque sí esa era lo que seguramente le preguntaría en algún momento.

Sonrió casi traviesamente al haberlo descubierto.- Pero actualmente estoy solo por si te interesa saber.

El chico tenía ese aire femenino que tenían algunos chicos gays, el labio inferior era relleno y podría jurar que luego de besarlos y mordisquearlos serían más que sexis. La conexión y la tensión sexual, eran palpables, podría apostar que era todo un experto en la cama y que no había nada que le pareciera lo suficientemente pervertido a ese chico.

El rubio dio una leve mirada alrededor y notó como eran el centro de atención de algunas miradas indiscretas. Eran las dos figuras de la editorial y no tenía que olvidar que su pareja era famosa también.

-¿Podemos ir a un lugar más tranquilo?

-Mi apartamento queda a diez minutos de aquí. -Y le guiñó un ojo.

Propuso más rápido de lo que creyó...confirmaba su sospecha de lo fácil que era ese chico.

- En realidad había pensado en otro lugar donde no nos reconocieran.

-Oh vamos. Ambos sabemos que lo que quieres es tenerme gimiendo en cuatro debajo de ti.

Eiri no negó que su pantalón se sintió apretado cuando pensó en tener su blanco culo siendo azotado por sus bolas cuando lo penetraba. Tuvo que inspirar profundamente para controlarse y Minako rió con malicia.

-Vamos.- Dijo el rubio antes de tirar el dinero sobre la mesa.

Casi de un salto Minako lo siguió. Ese chico resultó ser toda una puta en la cama, una de las mejores noches de sexo que el rubio hubiera compartido con alguien. Luego de aquello ambos fumaron un cigarrillo y comenzaron hablar sobre banalidades...tal vez para los demás, pero no para ellos. El que ambos fueran escritores hizo que encontraran un punto de similitud, acerca de las presiones de los editores y sobre como aquello pesaba en su vida.

Notó con cierto recelo como Minako intentó inmiscuirse en su vida privada, buscando detalles acerca de cosas que no quería en hablar en aquél momento. Intentó ser paciente, aún era muy pronto para que conociera al "malhumorado" Yuki Eiri, al cual no le gustaba que controlaran su vida. Así que optó por el trato cariñoso que les daba a sus amantes.

Cuando llegó entrada la noche encontró el departamento vacío. "¿Shuichi?" Llamó cada vez más preocupado, tardó un poco en darse cuenta sobre la nota que se encontraba sobre la mesa.

"Yuki, llevé a Shuichi al hospital. Intenté llamarte pero el celular estaba cargándose. La fiebre le subió y no podía hablar. Llama a mi celular cuando llegues.  Hiro."

Invadido por un sentimiento de preocupación y culpa, corrió a buscar su celular para averiguar adonde habían llevado a Shuichi. Tardó veinte minutos en llegar. Hiro se encontraba cerca de la cama, cuando su vista se cruzó con la pelirrojo éste solo se limitó a hacer una mueca de disgusto. Iba a reclamar sin dudas, pero no lo haría frente a su amigo. Todo lo que tendrían que decirse, tendría que esperar por ahora.

Le hizo una mueca de asentimiento, que entendió, lo esperaría afuera. El vocalista estaba adormecido, nunca lo había visto tan pálido como en aquel momento. Se sentó a su lado y sostuvo su mano, para decirle que se encontraba allí.

-Shuichi. -Lo llamó bajo, apenas viendo un movimiento del entrecejo.

-¿Yuki?- Preguntó de forma inaudible de tal forma que preocupó más al escritor, solo podía deducir lo que intentaba decir.

-¿No puedes hablar?

Apenas vio las amatistas debajo de los párpados pesados, el chico negó con dificultad la cabeza.

-Está bien. No te preocupes. Estoy aquí.

Permaneció todo lo que pudo en la habitación, incluso un poco más que después que lo viera dormido con la intravenosa colocada, permaneció con la esperanza de que si despertara fuera al primero al que le pudiera pedir cualquier cosa. Hiro podía esperar, Shuichi lo necesitaba. Le importaba muy poco si pensaba que intentaba huir de él.

Pasaron tres días en aquél lugar, la fiebre cedía de a poco pero no la tos, el pelirosa le decía que le dolía el pecho pero le dijeron que era normal por el esfuerzo que hacia al toser. Durmió incómodo en uno de los sofás que tenía al lado del pelirosa pero no solo eso, el ruido de la cama por el movimiento del chico, que lo despertara para pedirle agua e incluso llevarlo al baño porque se mareaba.

En uno de esos momentos notó lo pequeño que era, no pesaba casi nada y la contextura era la de casi un niño.

Durante esos días aprovechó para ir a encontrarse con Takeda casi diariamente durante el mediodía y la tarde que eran los momentos en que Hiro iba a cuidarlo. Debía aprovechar cada momento que pudiera, en especial si no tenía una razón para volver a su departamento vacío. Al menos allí Minako lo recibía con algo preparado, intentó preguntarle por qué iba tan seguido pero Eiri evadió cada una de las preguntas.

Cuando no estaban juntos hablaban por mensajes, podía notar el cambio en el castaño, estaba comenzando a sentir algo por él. Eiri rió por el pensamiento ¿Lo había enamorado en menos de una semana? Bueno...si lo pensaba no era tan loco, Shuichi se enamoró de él a primera vista.

 

-Le dije que debía dejarte.

La voz del guitarrista sonó como navajas en sus oídos cuando salió unos minutos por un café para mantenerse despierto. No respondió a la provocación.

-Incluso llegué a dudar que te importara como para aparecerte por aquí. Después de ver que lo hayas dejado solo en esas condiciones.

-¿Qué quieres Hiro? -Cortó la charla el rubio.

Se hizo un silencio en aquél momento, como si el pelirrojo no se animara a decir lo que en verdad quería.

-Quiero que lo dejes.

Eiri se giró a enfrentarlo, pero Hiro no se inmutó.

-¿Shuichi sabe que me estás diciendo esto? –Lo vio incomodarse solo un poco.- ¿Qué pasaría si se enterara que lo dejé porque su mejor amigo me pidió que lo hiciera ¿Te harás cargo de esa culpa?

-Si te vas…si lo dejas ahora... –Parecía buscar las palabras.- Él podrá soportarlo.

-¿Por qué tendría que dejarlo? – Presionó el escritor, por qué él tenía que salir de la vida del cantante.- Si Shuichi quisiera que nosotros termináramos nuestra relación él podría decírmelo. Esto nos involucra solamente a nosotros dos. Eso lo decidimos nosotros.

Pudo ver como los labios del guitarrista se apretaron, las ganas asesinas que salían de él eran evidentes. Lo golpearía hasta matarlo si pudiera. A veces el pelirrojo parecía ser la imagen de las terribles suegras que nadie quiere tener, se metía tanto en la relación que tenía con Shuichi que era insoportable.

 

Eiri permaneció con aquellos pensamientos mientras estuvo allí, solamente aceptó irse al día siguiente cuando vio que el día amanecía y necesitaba su portátil para trabajar, ir a buscar algo de ropa para ambos y podría avanzar algo en su trabajo si estaba al lado del cantante. Cuando llegó al día siguiente se encontró con el cantante despierto pero aún muy decaído, aún necesitaba repetir las cosas dos o tres veces para que le entendieran antes de rendirse y escribirlo.

Mientras escribía algunos resúmenes, giraba a ver al cantante que se encontraba demasiado distraído con su celular. Tal vez debía estar hablando con algún amigo, creyó que ver que estaba demasiado concentrado en ello y sonreía de vez en cuando.

-¿Con quién hablas mocoso?

Recordó un poco tarde que debía verlo para entender lo que quería decir y el rostro del chico parecía demasiado serio. El rubio esperó una respuesta que llegó en un nombre escrito sobre un papel “Hiro”.

-Hola Shuichi ¿Cómo te sientes? – Su amigo atravesó la puerta y tan pronto como lo hizo, el cantante evitó el contacto con los ojos del escritor.- No sabía que estabas aquí Yuki.

Dijo el guitarrista  en tono de reproche, aún ignorando el estado de incomodidad en Shuichi. Los ojos ámbares seguían aún posados en el rostro del pelirosa, solo para dejarle claro que sabía que había mentido.

-¿Qué pasó? –Preguntó el amigo de Shuichi.

El escritor cerró su computadora con total precisión y el pelirosa lo miró asustado, sin saber cómo detenerlo o cómo llamarlo. Hiro solo pudo ver como su amigo intentó ponerse en pie y las primeras lágrimas se hacían visibles en las amatistas. El pelirrojo intentó detener su intento de salir de la cama.

-¿Shuichi qué haces? aún no puedes levantarte.- Dijo mientras intentaba retenerlo en la cama. –¡Hey! ¿Adónde vas? –Gritó algo desconcertado al rubio.

-Hazte  cargo tú de tu amiguito.

-Yuki.- Se escuchó en el  aire, más que en una voz saliendo.

Pero Eiri ya no se giró a mirarlo siquiera. Era preso de una rabia indescriptible, manejó hasta llegar al departamento aún consciente de que de cierta forma estaba actuando como un idiota pero no podía evitar sentirse traicionado, a su mente vino el recuerdo de cuando intentó llamarlo la noche que llevó a Mian Yue a la ciudad.

Su día pasó lento hasta llegar a la tarde, no atendió su celular y volvió a desconectar el teléfono de la pared.  Quiso salir de ahí, escapar y eligió ir a ver a su amigo Tachibana en el bar.

-Entonces…ella dijo que volveríamos.

Eso sorprendió al escritor, la alegría que se mostraba en el rostro de su amigo amenazaba con partirle a la mitad la cara de una sonrisa. Quería golpearlo. En su cabeza creía que tal vez podría compartir su día de mierda con alguien, lo que menos esperaba era que por fin a la otra persona le fuera tan bien. Las últimas veces que se había encontrado con él, todo lo que hablaba era acerca de la oportunidad de volver con su ex –mujer. En la cabeza del escritor jamás entendería por qué alguien querría volver con su ex pareja. Si no funcionó una vez, seguramente ni la segunda, ni la tercera deberían hacerlo ¿Cierto?

-Me dijo que podría volver a la casa.- Siguió hablando entusiasmado.- Chisato aún no lo sabe, pero estoy seguro que ella se lo dirá.

Eiri notó una mirada clavada en él por el rabillo del ojo y decidió mirar más allá de Tachibana. Una joven de cabellos castaños se encontraba con unas amigas y todas ellas estaban juntas comentando acerca de él, eran jóvenes. Tachibana siguió la mirada del escritor y sonrió antes de volver a enfrentar al escritor.

-Ese tipo de mujeres estarán contigo hasta que te mueras y lo primero que harán será ir a buscar a otro. –Se giró hacia su bebida esquivando la mirada.- Incluso apenas te vean postrado, se asegurarán de ya tener a otro como amante para que las mantenga.

Dejó al tipo seguir con sus desvaríos, pero su cabeza volaba a dónde estaba Shuichi ¿Estaría el otro tipo cuidándolo ahora que él no estaba? La reacción normal era enfrentarlo simplemente, pero no quería hacerlo porque eso significaba…bueno, tener que sacar los trapos sucios de la relación. Él no quería hacerlo, mejor dicho no quería enfrentar que podría dejarlo…pero ¿Podría hacer como si no hubiera pasado nada?

-Tengo que irme.- Dijo colocando el dinero sobre el mostrador. Revisó su celular por primera vez cuando subió a su auto, buscó otro mensaje que no dijera “Shuichi” en el remitente. Se encontró con otro nombre “Minako Takeda”, por fin sonrió al recordar cómo habían pasado aquella tarde juntos.

“Ven a mi departamento”, escribió aún sin haber terminado de leer lo que el otro le decía en aquellos mensajes, pero le pareció que aún no tenían demasiada confianza para hablarle así, borró lo escrito y pensó mejor las palabras. Escribió nuevamente “¿Puedes venir a mi departamento?”

Estaba llegando al complejo de departamentos dónde quedaba el suyo, cuando notó a la distancia las luces encendidas. Llamó rápidamente a Takeda para arreglar encontrarse en otro lugar, no quería entrar allí a ver sea lo que fuere que hubiera allí. Levantó la vista aún permaneciendo en el auto para ver hacia el ventanal, el rostro sorprendido que vio cambio a un afligido. Era Shuichi quién lo miraba ¿Se había escapado del hospital? Por su postura podría decir que se encontraba tan enfermo como lo había visto anteriormente. Estaba pálido con ojeras y le costaba mantenerse erguido, se apoyó en el ventanal con un ruego mudo de que entrara pero estaba muy herido, el escritor estaba muy herido por la supuesta traición. Era todo demasiado reciente y no tenía ganas de verlo ahora, en su cabeza se dijo que si Shuichi hubiera sido honesto no habrían llegado a esta situación.        

Frente a la mirada totalmente fría, Shuichi comenzó a llorar, podía ver claramente sus labios “No. Por favor” repetía. El escritor encendió el auto y se marchó de allí, antes que pudiera dejarse engañar por él.

 

Decidió no volverse a aparecer por el departamento, alquilo uno por unos días, por suerte siempre llevaba sus tarjetas consigo. Solo sería por unos días, los suficientes para que el cantante reflexionara sobre lo que había hecho. Pero durante ese tiempo siguió teniendo encuentros con Minako, al principio solo quería revivir aquella tarde de placer, pero después de comprobar que cada vez quería más ya no estaba seguro que solamente fueran encuentros casuales, quería tenerlo como amante permanente. Durante ese tiempo lo visitó casi diariamente. Uno de aquellos días a la tarde se encontraba en la cama junto a Minako, quien acariciaba los escasos vellos del pecho del escritor.

-¿En qué piensas? – Preguntó el castaño. Eiri que tenía su brazo alrededor de los hombros del muchacho no respondió de inmediato.

-Solo tuve un mal día. – Se quedó pensando unos momentos en que con el pasar de los días el pelirosa había dejado de a poco ser tan insistente con los llamados y los mensajes. El último que había recibido era uno que solo decía “Solo dime si estás bien.” Eso había sido a la noche de hace un día atrás.

-Antes que me digas algo más ¿Quieres que pida algo para comer?

-No. Debo irme.

-Pero…creí que te quedarías. Vivo solo así que no hay problema. Espera hasta mañana para irte.

-No puedo, en serio.

-Ya veo…¿Es por tú pareja? ¿Te está esperando?

-Tengo trabajo que hacer.

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Por supuesto.

-Tu amante ¿Sabe algo de nosotros?- Al escritor no le gustaba la palabra "Nosotros" era como si tuvieran una "Relación" o algo más allá del sexo.

-No te preocupes por eso. –Se colocó la camisa arrugada de baja calidad que había tenido que comprar porque no se había llevado nada más que la notebook.- Si lo supiera no haría nada.

-¿Por qué?

-Él también tiene un amante.

-Quién hubiera dicho que ese chico fuera infiel.

Takeda se levantó sin importarle que estuviera desnudo, se alejó a la cocina y gritó.

-¿Quieres una cerveza de miel, trigo o roja?

Se sorprendió un poco de saber que fuera amante de la cerveza. – Una de miel estará bien.

El joven llegó con un pack de cervezas. -¿Todo eso es para nosotros dos?

Le ofreció la cerveza mientras prendía un cigarrillo mentolado, que justamente era de los que odiaba el escritor.

-Pero dime ¿Cuánto duraría una relación así? ¿Ambos se engañan o están de acuerdo con ello?

-Es una relación libre. –Ante esto la ceja de Minako se elevó.

-¿Para ambos o para ti? – Recibió una mala mirada del rubio.- Lo siento, es que no me imagino a alguien aceptando ese tipo de trato…digo cuando es así, la mayoría recurren a tríos pero no duran demasiado. Y... no hacen que un amante vaya a su casa para luego pedirle que cambien el lugar de encuentro. -Dijo el castaño en forma de reproche.

-Oh, Lo siento por eso. -Dijo mientras buscaba en sus pantalones la cajetilla de cigarrillos.

-Mizuki siempre habla de él cuando puede.- Por supuesto pensó el rubio, ella nunca dejaba de hablar de las virtudes de Shuichi cuando los veía, estaba claro que marcaba el territorio del cantante cuando el pequeño no estaba. – Dice que es un chico muy bueno e hiperactivo, al que todos adoran. Pero ¿Sabes? Yo no veo eso, lo que veo es simplemente una criatura llena de tristeza.

Internamente se sintió molesto al pensar en su interés por el cantante, se suponía que Minako debía pensar en él, no en otra persona y menos en Shuichi.

-Tú no lo conoces. Tú no sabes nada de nuestra relación.

 

Eiri entró en el departamento después de varios días mientras shuichi se quedó en la sala mirando el televisor, ignorándolo. Si ese mocoso quería jugar aquél juego de niños, entonces, lo seguiría. Caminó a la habitación entre un leve tambaleo por los pasillos, no fue hasta que estuvo acostado que se sintió extraño. Extraño, de que Shuichi no le hubiera reclamado por su desaparición de varios días. Extraño, de que no le hubiera hablado o al menos intentado hacerlo.

Sin buscarlo, la bilis se le subió a la garganta y corriendo se dirigió al baño entre arcadas. Al salir más aliviado caminó hacia la sala notando solo la luz del televisor.

Caminó con pasos lentos y buscó con la mirada a su amante, que ya no estaba en el sofá pero no tardó en notar que estaba en la cocina inmóvil. Su estómago se apretó ante la imagen.

-Shuichi.-Llamó haciendo tensarse al más joven. -¿Qué estás haciendo?- preguntó conteniendo la furia que lo estaba invadiendo.

-Solo limpiaba.- Respondió el chico con dificultad en un susurro pero era muy tarde, Eiri ya había visto el filo de un cuchillo sobre la muñeca que rápidamente soltó en la mesada y que hizo ruido al chocar con la pileta de la cocina.

El chico se giró sin mirarlo al rostro y caminó a paso acelerado a su lado camino a la sala. El rubio no podía  creer lo que había visto, buscó en su mente negárselo pero estaba claro lo que había intentado hacer. La furia lo invadió. Todas esas veces anteriores que había visto al cantante en la cocina...  Shuichi estaba acercando al sofá donde podía notar que ya tenía colocada  una almohada y una sábana.

El escritor dio unos zancos hasta alcanzar su brazo y apretarlo, hasta que vio saltar algunas lágrimas de sus amatistas.

-¿Qué diablos estabas haciendo? ¿Estabas pensando en abandonarme? –Dijo de forma estupefacta, haciendo que el tiempo se congelara mientras ambos se miraban.- ¡No me vas a dejar! –Rugió asustando al pelirosa, que intentaba zafarse del agarre.- ¡No voy a dejar que te vayas! ¿Entiendes?

-¡Suéltame, me estás lastimando! – Gritó el pelirosa con la voz débil todavía.

El rubio por primera vez sintió sus músculos tensos y sus piernas temblar.

-No voy a dejarte ir.

-¡¿Por qué?! Ni siquiera estabas aquí, no respondiste mis llamados, ni mis mensajes. Ni te preocupaste en saber nada. Te desapareces siempre así y nunca me dices nada. –Logró decir el menor entre un llanto desgarrado.- ¡¿Por qué eres tan egoísta?! Lo único que piensas es que no quieres estar solo y no eres capaz de fingir que te importa el porqué de que quiera alejarme de aquí. Ya no quiero seguir esperándote.

Esas últimas palabras hicieron tambalear su determinación tanto como su cabeza que retumbaba.

-Entonces ¿Qué sigues haciendo aquí? ¡Lárgate de una vez con tu maldito amante! ¡Toma todas tus cosas y lárgate de aquí! Deja de llorar de una maldita vez. Todo lo que haces es llorar. Si lo que quieres es hacer es dejarme vete de aquí de una vez, no quiero que manches mi sala con tu asquerosa sangre.

-¡Está bien me voy pero quiero que sepas que esto es por tú culpa!

-OH claro cómo se me iba a olvidar. Podrías haberle dicho a tu amante que fuera al hospital a cuidarte en lugar de molestarme a mí.- Comentó con sarcasmo. El cantante ignoró el comentario.

-¡Tú fuiste el que se desapareció durante días y quién sabe dónde habrás estado metido!

-¿Quieres saber si estuve con un amante? ¡Porque si es así, sí estuve! ¿Por qué? ¿Qué vas a decir ahora? ¿Qué me vas a reclamar? Puedes tranquilamente irte con el tuyo.

-¿Por qué eres así? Yo te amo Yuki. –Ahora venía la victimización se dijo el rubio.- Yo no amo a nadie más, es por eso que no puedo hacer otra cosa ¿No lo entiendes? Te amo tanto que me duele, a veces no me deja respirar. Pienso en ti…a veces siento que estoy tan cerca de escuchar que me vas a decir que sientes lo mismo que yo…pero nunca lo dices.

-¿Y por eso buscas a alguien más que te lo diga? –Dijo el escritor sin darse por vencido a su postura.

-¡No tengo un maldito amante! No hay nadie más ¡¿Por qué no lo entiendes?!

-¿Y quién te escribía entonces?

-Es alguien que está enamorado de mí.- Aún seguía entre lágrimas pero ya no lo miraba fijamente.-No sé…me gusta pensar que ese tipo de cosas me las dices tú…porque nunca me dices nada. Me hace sentir halagado, me gusta. Tú nunca me dices nada…ni siquiera sé si de verdad te atraigo…ni siquiera sé por qué sigues conmigo si prefieres estar con alguien más atractivo que yo.

El escritor estaba estupefacto, le parecía una reacción muy estúpida de su parte. Se tomó la frente intentando entenderlo.

-¿Me estás queriendo decir que nunca te encontraste con él?

-¿Estás loco? Yo no puedo hacer algo así. Yo no puedo dejarte antes me muero. Vives en mi cabeza, y en mis sueños me hablas…me dices todas esas cosas que no te escucho decirme pero yo sé que cuando lo hagas voy a ser la persona más feliz del mundo. Si no lo hicieras yo ya no tendría por qué vivir.

Aquél rostro estaba rojo por el esfuerzo y el llanto, no había dudas que lo amaba. Ese chico era la viva imagen de devoción obsesiva hacia su persona, vivía y respiraba al escritor. El rubio lo abrazó conmovido por los deseos de Shuichi.

Pero no le creía, era muy estúpido que le hubiera ocultado algo como unos mensajes tan inocentes.

-Necesito que te quedes ¿Entiendes? –Dijo aflojando el agarre sobre el pequeño cuerpo. Necesitaba tiempo para entender qué era lo que sentía por él.- No quiero que me dejes.

-No puedo dejarte Yuki. –La voz en aquél momento fue increíblemente vacía.

Por un momento ese golpe en las palabras del menor lo lastimaron…el chico dijo que “No podía dejarlo”…no había dicho que  “No quería dejarlo”. Sintió un dolor profundo en el pecho y pese a todo quería sentirlo cerca. Lo abrazó esperando que sintiera el dolor que sentía él, lo abrazó con fuerza y no pudo evitar que lágrimas escaparan.

Shuichi le estaba diciendo que la única forma que podría dejarlo era si muriera.

¿Por qué sentía que iba a ser abandonado y que iba a dejarlo solo?  eso lo desesperaba. La imagen de lo que podría haber sido en ese momento si no hubiera llegado justo a tiempo llegó a su cabeza y si bien al comienzo se sintió furioso ahora lo ahogaba en angustia.

No podía dejar que el candelabro que era Shuichi en su vida se apagara. No podía concebir la idea de que su corazón dejara de latir.

-No vuelvas a hacerlo. Quédate conmigo…por favor. –Shuichi  se cubrió el rostro y un sollozo más fuerte escuchó. –Dijiste que te quedarías conmigo hasta el final. Siempre. –Insistió ya sin ocultar la angustia.

-Mientras me pidas que me quede, lo haré.- Susurró con una voz forzada a salir.

Esa noche se despertó con el cantante sobre él, habían quedado dormidos ambos en el incómodo sofá. Había sido una total estupidez pero tenía miedo que Shuichi saliera de allí cuando se hubiera dormido y se marchara si no lo tenía entre sus brazos.

Tenía sus brazos bajando por la cintura hasta descansar sus manos en las caderas, se tomó el permiso de subir la camiseta de Shuichi para acariciar algo más de piel. Había tenido tanto miedo, aquel contacto le decía que Shuichi estaba ahí y lo relajaba. Pensó que era una suerte que su cuñado le había dado unas semanas hasta que el cantante recuperara su voz, sabía que esa condición era muy delicada en alguien que trabajaba con la voz como instrumento.

Esperó un tiempo hasta que no soportó la posición para intentar levantarlo y llevarlo a descansar. Hacía tiempo que veía al cantante con tantas presiones encima que era esperado que iba a colapsar algún día y era totalmente consciente que el causante de muchos de su malestares se debían a él mismo.

“Es una criatura llena de tristeza”. Resonó en su cabeza.

Shuichi se despertó cerca del mediodía. No hubo reclamos, no hubo sentencias de silencio, tampoco había alegría y por primera vez, Eiri, se preguntó si eso era realmente sano. Tuvo tiempo para pensarlo y cayó en la cuenta que jamás llegaba a una solución, Shuichi…había tenido un intento de suicido que solo una vez había sido visto por el escritor, pero Las otras veces que lo vio en la cocina ¿Acaso también lo fueron? ¿Cuántas cosas se guardaba con respecto a él o la relación? ¿Cuántas de esas cosas el cantante ya no soportaba?

Posiblemente Shuichi  reaccionaba como si nada hubiera pasado, perdonando implícitamente lo que sabía. Que Eiri fue a buscar a un amante para pasar la noche, pero…si le dejaba pasar eso entonces, el escritor ¿Debía dejarle pasar algo tan serio como un intento de suicidio?

-Tenemos que hablar. – Le dijo interrumpiendo el camino del café en la garganta del chico.

-Aún no me siento bien.- Se excusó, con la voz no un poco más que un susurro. El chico parecía saber acerca de lo que él quería hablar.

-Entonces escucha, solo es una pregunta.- Dijo intentando que no huyera de sus palabras.-Lo que pasó ayer…No fue la primera vez ¿No?- Las amatistas lo miraban totalmente vacías.- ¿Por qué lo hiciste?

-Cuando te vi por la ventana…te pedí que te quedaras y no lo hiciste. Pensé...que ibas a dejarme. -Terminó confesando en voz baja que pero por el silencio que le siguió se dio cuenta que esperaba que le dijera que no iba a dejarlo, pero las palabras no salieron de inmediato, si las dijera en ese momento, el cantante no las creería. Él solo pudo hacer algo que intentó parecer una sonrisa pero que al final solo fue una mueca que luego se transformó en un apriete de labios.

-Lo de tu amante... ¿Es verdad? - No podía detenerse. Se dijo que no lo preguntaría, que no lo presionaría pero la idea de que alguien más estuviera con él lo consumió. Hubo un silencio más profundo que el anterior. -No me enojaré si lo admites.- "Mentira" pensó. Vio surgir lágrimas y ya no enfrentaba su mirada.- Solo quiero saber si es verdad. Te prometo que no cambiará nada.- "Mentira" repitió en su mente.

Lo vio apretar sus puños...estaba a punto de ceder.

-Shuichi...no hiciste nada malo. - "Mentira" se dijo insistentemente.- Lo sabes ¿Verdad? -Se acercó y tomó la mano más pequeña y le mostró un rostro de compresión. Se acercó sin soltarlo y lo sostuvo en su pecho, el chico lloraba y la culpa llenaba su rostro que al tiempo ocultó para que no lo viera en su pecho.

-Solo fue una vez.- Escuchó antes de que se largara a llorar aferrándose más fuerte a su camisa.- Te juro que solo fue una vez.

Lo apretó contra su pecho dándole consuelo por un lado, mientras por el otro sentía su rabia crecer.

-¿Quién es?- El pequeño cuerpo se estremeció de repente bajo su agarre que era firme y el chico entendió que no podía huir. Eiri pudo leer lo que pensaba "¿Para qué quieres saberlo?"- No le haré nada. Solo quiero saber si es alguien en quien puedas confiar.

La mirada que le dio le dijo que no confiaba del todo en su excusa, aunque estaba seguro que había ocultado bastante bien el gesto de odio o desprecio que sentía por aquella persona desconocida. Necesitaba darle forma a ese ser oscuro que veía como una sombra, darle un rostro y nombre, a esa amenaza inminente en la relación.

-Shuichi. -Suspiró e hizo un intento por suavizar su expresión.- Dime. En serio, no hay ningún problema.

-Es un cantante de una banda under que conocí en una gira.

Terminó confesando y el rubio asintió varias veces con la cabeza."Bien" se dijo el escritor, ahora tenía un hilo suelto de donde aferrarse, por ahora era suficiente con aquello.

-¿Sientes algo por él? -Presionó nuevamente contra su voluntad.

-No. -Respondió sin dudar, lo que le dijo al escritor que no mentía.

-¿Por qué lo hiciste? -Shuichi pareció casi volver a llorar en el mismo momento pero se aguantó.

-Porque…me sentía solo...- Parecía buscar las palabras- Sé que te vas por ahí con alguien y yo solo espero que vuelvas, que al menos sientas algo de culpa y a veces quiero...-Las lágrimas escaparon junto con un sollozo.- que me encuentres muerto para que sepas que fue tú culpa. Pero hasta ahora fui tan cobarde que no pude hacerlo.

De acuerdo, eso fue un pensamiento demasiado retorcido por parte de Shuichi. El rubio entendió que el cantante estaba cayendo en algo muy enfermizo con respecto a él. Las amatistas lo miraron de forma que parecían los ojos de un loco.

-Yo no puedo vivir sin ti. -Presionó sus puños en su camisa.- Antes que pienses en dejarme yo me mato. Pero antes de eso me voy a marcar tanto en ti, que no vas a poder estar con otra persona sin pensar en mi.

Tal vez en realidad él también fuera bastante retorcido, porque sintió algo de orgullo al escucharlo decir aquello. Entendió que no era sano, lo sabía, pero él sentía algo similar. Algo interior que era tanto o más posesivo que lo que había dicho Shuichi.

-Esconde muy bien a ese amante tuyo, Shuichi...Porque apenas sepa quién es, estará muerto. Nadie te va a alejar de mí.

Supo en ese instante que Shuichi estaba feliz, sus brazos se presionaron contra Eiri acercándolo y no le sorprendió que no se preocupara por la suerte que le esperaba al pobre desgraciado que había caído en medio de la relación de dos amantes enfermos y posesivos. Antes había mostrado algo de preocupación por ese cantante pero ahora, al parecer, ya no le importaba si eso significaba que el escritor lo quería.

Shuichi nunca antes había mostrado ese lado retorcido, al menos no tan claramente. Se volvió a preguntar "¿Criatura llena de tristeza?", Shuichi era totalmente dependiente de él y para él, eso no era un problema real.

Se besaron duramente como si intentaran afirmar lo antes dicho, se abrazaron y dejaron marcas en el cuerpo del otro. Uñas, dientes y amenazas entre ellos. "Nadie te hará el amor como yo" decía el cantante, "No mirarás a nadie aparte de mí" decía el rubio escritor. Expresaron sus deseos oscuros, sus corazones envenenados y sus demonios internos.

-Estoy tan feliz.- Decía el menor entre gemidos.- Tú también te sientes como yo ¿No es así? Tú también me amas con locura. -Eiri no respondió, se limitó a embestirlo y hundir su rostro en su cuello, apegándose para llegar más profundo.- Lo sé. Lo sé...lo entiendo.

Era lo más cercano que Shuichi podría conseguir alguna vez de una declaración pero mientras lo entendiera todo estaba bien.

 

 

Apenas había pasado más del mediodía cuando decidieron que podrían comer en la cama, querían holgazanear como si afuera de aquél lugar no existiera nada más. Llevaron la portátil del cantante a la cama para mirar algunas series. El celular del cantante sonó varias veces cortando el ambiente pero Shuichi lo apagó delante del escritor.

-¿Cómo sientes tu garganta?

-Aún duele al hablar, apenas me levanto no tengo voz en lo absoluto.

-¿Crees que estarás algo mejor mañana?

El cantante lo miró, intentando buscar la razón.- ¿Iremos a la cita?

El escritor asintió con una sonrisa, Shuichi rebotó varias veces en la cama antes de saltar a sus brazos y hundir su cara en su pecho. Le dijo que nuevamente tendrían que ser discretos para que no los reconocieran, pero Shuichi no había olvidado el detalle.

El rubio lo observó prepararse con anticipación, colocó varios medicamentos en caso de que se sintiera mal. En la noche no había descansado bien por escucharlo toser repetidamente, no fue hasta la madrugada que se levantó y calentó el pecho y espalda del cantante. Sacó una gorra y lentes, hizo el intento de vestirse normal pero siempre fallaba en hacerlo. Se había vestido de ropa tan negra que parecía más sospechoso entre la multitud y eso sumado a que el escritor también parecía salido de la mafia, la gente a su alrededor se alejaban.

Pero a ellos no les importaba, estaban dispuestos a dejar pasar eso si este día se transformaba en uno inolvidable para ambos. Fueron al cine a ver una película 3D, considerando que un ambiente oscuro era necesario para disfrutar de cierta intimidad. Eiri consideraba de buena forma a veces salir con un chico como en ese momento, miraban una película de acción que ambos disfrutaban. Luego fueron a pasear por lugares donde vendieran mangas, Shuichi los adoraba y si él lo hacía, al escritor le parecía bien.

Pensaron en ir a comer pero les acobardó la idea que los vieran, no era como si pudieran ir a comer con los lentes y la gorra puesta, tampoco estaban lo suficiente bien vestidos como para ir a un lugar de alta categoría. Para calmar el hambre compraron comida en puestos callejeros y ambos admitieron extrañar comer la comida rápida que vendían en aquellos lugares. Incluso se rieron cuando recordaron la mala calidad de algunas de ellas.

Llegaron al departamento con varias bolsas que apenas al cruzar la puerta arrojaron en el sofá de la sala. Se ducharon juntos y era inevitable que no quisieran sentirse, después de todo cada roce los hacía desearse más. Disfrutaron apasionadamente de cada toque, beso, mordida, estocada mientras el agua caía sobre ellos.

En la noche el rubio sintió algo de culpa por no haber escrito nada nuevamente, pero no le preocupó más que eso. Al día siguiente se ocuparía de ello. Ahora solo importaba el cuerpo que descansaba en su pecho aún con el cabello mojado, parecía tan tranquilo ahí. Intentó taparse con la sábana hasta el hombro antes de dormirse, pero el escritor no se lo permitió, le dijo que lo dejara hasta su cintura. Su amante no lo contradijo cuando lo detuvo y tampoco preguntó la razón, aunque suponía que lo sabía tanto como él.

Lo hizo para que sus ojos pudieran recorrer la figura desde sus hombros hasta la curvatura de su cintura y sus caderas, con sus dedos trazaban patrones desdibujados por la columna. Era tan hermoso cuando estaba de esa forma y en aquella posición, era como ver una escultura provocadora sin llegar a ser obscena. Al escritor no le atraía tanto el cuerpo simplemente desnudo, pero sí le atraía la provocación y Shuichi era una de las personas más provocadoras que jamás hubiera conocido. A veces lo hacía intencionalmente pero otras, la mayoría de las veces, era inconsciente de los estragos que provocaba.

Era a veces algo hipnótico cuando se sentaba en la mesa a escribir e intentaba poner un rostro de profunda concentración. Sus labios gruesos no tardaban demasiado en atrapar al pobre lápiz en su boca y mordía casi insistentemente la punta, otras veces lo que sufría esa agonía era cuando comía helado y siempre terminaba con el rostro manchado. A veces se estiraba y sus finos músculos se marcaban bajo la ropa ajustada.

La mañana apareció y con ella un tentativo mal humor, inconscientemente tenía una lista mental armada de todo lo que debía hacer aquel día. Intentó mover a Shuichi a un lado sin despertarlo, esa noche el chico se había movido demasiado para su gusto, había hablado cosas sin sentido y era simplemente un milagro que no lo hubiera arrojado de la cama.

-Yuki.- Escuchó cuando llegó a la puerta solo para darse cuenta que lo llamaba en medio de un sueño a la vez que buscaba su calor en la cama. Sonrió cuando lo vio fruncir el ceño levemente al no encontrarlo, pero simplemente se abrazó a la almohada del escritor y volvió a caer en el sueño profundo.

Se encerró un largo tiempo avanzando con alguna de sus ideas, siendo interrumpido un par de veces por el cantante que parecía haber recuperado su voz. Tiró una colilla de cigarrillo en su cenicero pero algo llamó su atención, en el borde de la pantalla de su portátil la pequeña foto pegada de la primera cita que tuvo con Shuichi estaba levemente despegada en los bordes, como si la hubieran raspado y vuelto a pegar. Para el resto aquello sería insignificante pero no para él que no solía hacer ese tipo de cosas y no creía que el cantante lo hiciera, había discutido varias veces porque utilizaba su portátil para jugar y al final éste decidió comprarse una propia. Bueno sabía que Shuichi tenía otras fotos, más que suficientes, luego le pediría otra.

Notó algunos mensajes en su celular, se rió al sentirse más solicitado que de costumbre. Su cuñado preguntando tanto por Shuichi como por él, su hermana diciendo algo similar, su editora presionando por una decisión entre las ideas que ofrecía y por último, su amante de turno, Minako Takeda preguntando cuando podrían volver a verse.

Pero justamente aquél día no tenía ganas, solo quería holgazanear. Entrada la noche se fue al bar, la mirada que le dio Shuichi le dijo que no le gustaba la idea y luego de morderse el labio con furia se lo hizo saber. “Solo tenemos un fin de semana para estar juntos antes de volver al trabajo ¿Por qué tienes que ir al bar a emborracharte?”,  “Porque me gusta salir”,  “Si te gusta salir solo podrías ir a dar una vuelta a la plaza y no necesariamente ir a un bar de ligue” ,  “No dije que iba a ir a ligar”,  “Claro que no, eso está implícito”, “Shuichi basta, solo iré con un amigo por unos tragos”, “Tú no tienes amigos” El rubio lo miró con una sonrisa “¿Quieres que te traiga una foto?” “No es gracioso Yuki. Si me llego a enterar que me estás engañando no va a haber una próxima vez ¿Lo entiendes?” El rubio se acercó a su pequeño amante posesivo y besó su frente. “No lo haré. Solo iré por unos tragos a despejar mi mente. Luego volveré”

En el bar se sorprendió de no encontrar a Tachibana y cuando preguntó al barman le dijo que en esa semana no había aparecido. A Eiri le sorprendió, seguramente la reconciliación con su mujer si habría funcionado como él había buscado tanto tiempo. Al parecer no era el único que estaba feliz, brindó en silencio por él deseándole lo mejor. Luego de una hora el lugar le pareció aburrido, no tenía con quién charlar y nunca le había pedido su número a Tachibana, pagó y volvió a su hogar con su amante.

 

Los días pasaron entre tiempo con su amante y escritura. Pensó que tal vez podría comportarse como debería mientras el cantante estuviera ahí, solo mantenía contacto con Minako. Afortunadamente con aquél escritor compartía más que sexo, si no que compartían un punto de vista filosófico. Charlas inteligentes acompañadas de buen sexo. No era por menospreciar a Shuichi pero en dicho sentido a él le faltaba mucho. Su amante escritor, entendía las presiones por las que atravesaban, lo aconsejaba e incluso compartían sus pensamientos sobre el ambiente en el que se manejaban. Para ese joven no había nada humillante, ni nada extremadamente temerario en lo que al sexo se refería.

Por un momento, por solo un momento se encontró con la verdad de que Minako estaba conociendo mucho más de él que el cantante. Se estaban convirtiendo en cercanos, las sospechas y las dudas del comienzo, comenzaron a desaparecer entre sábanas y mensajes.

 

El domingo el cantante le propuso que dieran un paseo, a él le pareció muy mala idea, la simple mención le dio un nudo en el estómago  pero el chico le dijo que en la semana tendrían el estreno de su nuevo single y que no podrían pasar tiempo junto. Salieron a pasear con el auto a los centros comerciales, nuevamente, recurriendo a la vestimenta negra para ocultarse.

Cuando decidieron por fin volver una mujer se acercó a la pareja, estaba vestida lo suficientemente normal como para no llamarles la atención hasta que estuvo en frente a ellos. Su cabello estaba atado en un rodete mal hecho y su pálido rostro enfermizo  estaba acompañado con ojeras marcadas. Había algo mal con ella, la forma en la que se inclinaba un poco hacia adelante y su postura les decía que no estaba dispuesta a dejarlos pasar. El escritor se adelantó un paso a Shuichi que se sintió un poco inquieto y tardó no más que unos segundos en reconocer el rostro.

-¿Cómo estás Eiri? Yo estoy bien, gracias por preguntar.

Debido a la familiaridad usada por la mujer, a pesar del tono sarcástico, Shuichi apretó los labios y tomó una postura defensiva.

-Shuichi ve al auto.- El chico permaneció en su lugar. -¡Shuichi!

-¿Así que este es tú amante famoso? Por fin nos conocemos de frente. –Ella estiró la mano para supuestamente estrechar la del cantante, Eiri permaneció delante de ella evitando que se acercara más de lo necesario al cantante.

-No tienes nada que hacer aquí, así que lárgate.

- ¿Por qué? No me digas que no le dijiste la buena noticia. – Fingió inocencia.- ¿Sabías que Eiri iba a ser papá?

El color de la cara del cantante desapareció pero no pronunció una palabra.

-¡Cállate!

-¿Por qué? No me digas que no le dijiste.

-¡Vete! –Gritó mientras la sostuvo de un brazo empujándola hacia atrás luego de lo cual ella se acercaba más inclusive metiéndose en el espacio personal del escritor.

Ella en su lugar comenzó a empujarlo para acercarse al pelirosa que la miraba como quien ve algo irreal.

-Por este hijo de puta estuve internada sola en un hospital porque no tuvo los huevos suficientes para hacerse cargo ¿Pero sabes cómo soluciona todo esto?

-¡Que te largues! – La mirada de algunos transeúntes era  curiosa y la de otros desaprobatoria aunque no supieran de que se tratara.

-Lleva a tooooodas sus amantes a una clínica para realizarles un aborto. – Gritó exageradamente para que todos los espectadores ocasionales escucharan.- Por culpa de este tipo, estuve internada durante tres semanas en un maldito hospital. Mi marido me dejó y ahora no puedo tener más hijos.

-¡Deja de armar escándalo! –La amenazó el escritor sosteniéndola del brazo.

-Te dije que si me hundía, tú también lo harías. –Apretando sus dientes.

“Ey déjala” se escuchó de lejos una voz que resaltó sobre las otras. El escritor miró a su alrededor notando que estaban siendo peligrosamente el centro de atención. La soltó de inmediato y giró para vez al joven detrás suyo sin ninguna reacción.

-¿Tienes una mínima idea del tamaño del harem de este tipo? –Siguió provocando al cantante. Eiri notó que habían permanecido más tiempo de lo necesario, tomó del brazo de Shuichi que se dejó conducir en trance, mirando con ojos vacíos como era arrastrado.- Yo no fui la única.

Lo sintió estremecerse ante las últimas palabras, lo arrastraba siendo todavía seguidos por la mujer.

-Dos mujeres más sufrieron lo mismo que yo.

Solo habían avanzado unos metros cuando ella lo dijo, el rubio se giró bruscamente hacia Mian Yue y estuvo a punto de levantarle la mano, si no fuera porque reaccionó justo a tiempo del lugar donde estaban.

-¡Eso no tiene que ver una mierda conmigo! –Gritó el cantante dejándola muda a ella y deteniendo el andar de Eiri.- ¡Esto no tiene nada que ver conmigo!

-¿Ese no es Shuichi Shindou? – El murmullo comenzó a levantarse con al algo de incredulidad, escuchó como algunas voces empezaron a también a reconocer que él era Yuki Eiri. “Esto va mal” apenas miró a su alrededor unos segundos, mirando a los ojos triunfantes de Mian Yue y cuando giró para ver a Shuichi este se soltó de su agarre y se largó en una carrera en dirección contraria a la multitud.

No dudó tampoco en largarse detrás de él dejando a todos detrás, sabía que ella no los seguiría después de todo, lo había conseguido. Shuichi era mucho más veloz que él, sabía que no tenía oportunidad de alcanzarlo, así decidió ir por su auto. Sabía el único camino por el que volvería, después de todo estaban lejos de su hogar. Manejó durante diez minutos antes de encontrarlo caminando a un lado de la calle de forma agotada.

-Sube.- Shuichi lo ignoró pero era obvio que lo había notado incluso antes que lo llamara. -Shuichi sube. –El chico siguió caminando.

-No quiero.

-¿Qué pretendes caminar hasta Tokio?

-Sí.

-Son dos horas caminando  y está oscureciendo. Tú mochila está en el asiento trasero.

-No me importa. –Dijo de forma empecinada.

-Shuichi. Estás siendo irracional…

-¿En serio? ¡¿Yo estoy siendo irracional?!

Los pasos del cantante se detuvieron abruptamente, el auto frenó y una mirada de cansancio con odio se clavó en él, solo en ese momento cayó en la cuenta de lo que había dicho. Tragó audiblemente sin saber  bien cómo solucionar aquello.

-Si quieres no hablemos, lo podremos hacer cuando lleguemos pero por favor sube al auto.

El cantante lo pensó antes de hacerlo pero se terminó subiendo, no le diría que estuvo llorando pero no hacía falta sus labios hinchados le dijeron que se los mordió, sus mejillas estaban rojas y aún había lágrimas en sus pestañas. Hacía rato que se había sacado los lentes pero se resistió a la tentación de preguntarle dónde los había dejado.

-¿Eres estúpido? ¿Cómo es posible que no te cuidaras? -Reclamó el pelirosa. -¿Tienes idea de cuántos estudios llevo haciéndome en el año?

-Estaba borracho. –Intentó justificarse en vano por su estupidez.

-¿En serio? ¿Las tres veces estuviste borracho? Oh guarda, que el escritor Yuki Eiri no se ponga borracho porque si no vas a poblar Japón entero.- dijo con sarcasmo el cantante haciendo apretar los dientes al rubio.- Lo único que falta es que algún hijo ilegítimo te aparezca en el departamento. –Al ver el silencio del rubio agregó con malicia.- Oh lo siento, es cierto, haces que los aborten. Dime ¿Cuánto dinero te cuesta eso al año Yuki? Porque no creo que tanto como un preservativo en la farmacia ¡No puedo creer que seas tan idiota!

-¡Es suficiente Shuichi! –Gritó, pero a diferencia de otras veces el cantante también estaba dispuesto a enfrentarlo.

-¡Me importa una mierda si dejas embarazada a todas las mujeres del mundo! Lo único que te pido es que te cuides, no quiero que me pegues nada.

-No soy idiota.

-¿En serio? Déjame esta vez ponerte en duda. –Se colocó de costado para enfrentar la mirada ámbar lo más que le permitía el cinturón de seguridad. -¿Hay algo más que deba saber?

-No. No sé de qué hablas. –Y realmente no sabía a qué se refería.

Lo vio golpear con violencia el techo del auto, jamás había visto hacer algo así. Estaba furioso, no sabía qué quería que le dijera, no sabía qué respuesta debía darle. Lo miró cada vez que pudo con gesto estupefacto pero al parecer individualmente había decidido dar por terminada la charla. Apenas llegaron lo vio abrir la puerta y dar zancadas, arrojar con violencia la mochila en el recibidor  y encerrarse en cuarto dándole un portazo mucho tiempo antes que él pudiera llegar a la habitación.

 

Al poco tiempo de lo ocurrido el cantante comenzó a mostrarse extraño. Hablaba solo lo necesario, ya no dormía con el escritor, su rostro parecía siempre enfadado y no mostraba intenciones de querer hablar sobre lo que había ocurrido. Iba a trabajar antes que el escritor se despertara y volvía muy tarde para evitarlo, el cabello rosado comenzó a aparecer de aspecto irregular y descuidado. A veces su propio rostro estaba arañado.

Rechazaba todo contacto con el rubio, llegando incluso a dejar una taza de café caer al suelo solo porque sus manos chocaron. Esas actitudes comenzaron a hacerle huecos en el estómago a Eiri, cada rechazo le hacía sentir un hueco y un dolor en el corazón. Nunca había mostrado hacia su persona tal repulsión como lo hacía en aquél momento.

Había notado que el chico no tenía resistencia a la bebida, pero igualmente había comenzado a beber. A veces tenía una botella en las manos de licor.

Esa noche lo esperó despierto en la sala, sentado en el sofá que Shuichi usaba para dormir. Cuando lo vio cruzar el umbral de la puerta iba a decir algo pero su cabeza se puso en blanco, entonces el chico habló.

-Eiri, tenemos un problema.

El rubio hizo una mueca ante la mención de su nombre en la misma frase que la palabra "problema".

-Lo sé.

-No veo que sientas algo de culpa o arrepentimiento...es más, veo tu rostro y ni siquiera sé que estás pensando ahora.

-Solo pregúntame.

-Son muchas cosas que quiero preguntar. -Dijo sin abandonar una postura firme y dura.

-Nadie nos apura Shuichi. Pero si yo respondo...tú también tendrás que hacerlo. -La expresión de dureza en el rostro de Shuichi titubeó antes de asentir seriamente.

-¿Por qué sigues conmigo?

-Creí que ya habíamos hablado de eso.

Una lágrima de rabia recorrió el rostro de Shuichi. -Responde maldita sea.- Dijo con los dientes y los puños apretados. El rubio odiaba verlo así.- ¡Dame una puta razón Yuki!

El escritor no podía darle una razón convincente, se sentía cómodo y bien en su compañía. No quería que lo dejara...pero el cantante esperaba que le dijera que lo quería, que lo amaba. Esto iba mal, la primera pregunta y no podía responderle eso.

-¡¿Quieres estar conmigo o con ella?!

-¿Qué?

-¿Quieres estar conmigo o con ella? -Repitió, observando como la supuesta calma estaba dejando lugar a la rabia y al odio.

-¡Contigo! -Gritó casi desesperado por lo que estaba viendo. Jamás podría soportar el odio de Shuichi hacia él, no de Shuichi.

-Entonces ¿Por qué no puedo ser solo yo? -Nuevamente se quedó mudo, se levantó del sillón pero no avanzó. Shuichi temblaba, la situación lo estaba superando. -¡¿Por qué mierda tengo que compartirte con los demás?! ¿Por qué no soy suficiente?- Su voz se volvió monótona y vacía, como si la furia inicial se hubiera apagado.- ¿Por qué no soy suficiente?

La situación lo superó a él también, no podía ver la actitud de Shuichi lo desesperaba ver su rostro y no poder consolarlo, no podía responder. No podía abrazarlo. Notó las primeras lágrimas recorrer su rostro pero esto no hacía más que incomodarlo de nuevo.

Se levantó del sofá y caminó hacia su estudio dejando al cantante de pie en la sala algo borracho, con el rostro vacío. Se fue a su estudio en donde buscó un libro en particular y se sentó a leerlo.  Era uno de los tantos que ya conocía tan bien, uno que su sensei le había recomendado cuando se encontraba bajo su tutoría. Shuichi entró a su estudio sin llamar, levantó su mirada hacia el pelirosa se encaminó hacia él  e intentó decir algo que terminó muriendo en sus labios cuando fijó los ojos en el libro en sus manos. Por supuesto que sabía a quién le había pertenecido aquél libro, por supuesto sabía que entre las hojas había cosas que le recordaban a Kitazawa Yuki.

Estaba seguro que no quiso hacerlo, estaba seguro que no hubo mala intención. Estaba seguro que el filo de aquél cuchillo no era para él si no para sí mismo…

Simplemente se abalanzó sobre el escritor, no fue hasta que sintió el dolor punzante en un constado derecho que notó lo que había ocurrido. “Shui…chi” llamó al otro que comenzó a llorar “¿Qué hiciste?” en ese momento el terror se hizo presente en su rostro, aún mantenía ambas manos en el cuchillo pero no escapó si no que se apoyó en su pecho en medio de lágrimas. “¿Por qué no puedo ser solo yo?”  Preguntó con la voz llena de dolor.

Notas finales:

Ay no que feio...segundo capítulo y ya Shuichi se quiso cargar al escrito??? jajajaja bueno...quería hace mucho tiempo que pasara esto y no me resistí!! tengan un precioso fin de semana!! bye bye


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