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Cuéntame una historia por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de One Punch Man no me pertenecen, sino a su autor (a nomino), El manga es ilustrado por  Yusuke Murata y One (historia), el anime pertenece a los estudios Madhouse. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Personajes: Saitama/Genos y otras

Aclaraciones y advertencia: Contiene Multiuniverso, romance, lemon, tragedia, muerte de personaje, violación, mpreg y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese (dependiendo la historia en turno).

En está ocasión, nada romántico, solo algo de celos.

 

 

Resumen: Conjunto de drabbles, basados en imágenes Saigen, que he visto en los grupos de One Punch Man.

 

 

 

 OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Cuéntame una historia

 

 

 

 

 

 

 

Corazón artificial

 

 

 

Genos observo a su maestro de la misma forma que lo hacía desde hace ya cinco años; con cada día que pasaba, se daba cuenta de lo enamorado que estaba de él, pero sabía que éste nunca le correspondería, ¿por qué lo haría? Saitama era un hombre noble, de corazón puro, fuerte; el mejor héroe que jamás existiría, mientras él, un simple cyborg, una tostadora con pies que por lo regular terminaba como simple chatarra en la mayoría de las batallas.

 

Genos se alejó, debía evitar mirar a su sensei tan fijamente. No quería ser una molestia o incomodarlo, era mejor ocuparse en preparar la cena, pero ni así dejó de pensar en Saitama. Por un instante, se preguntó lo que se sentiría besarlo, imaginó la calidez de sus labios; los brazos de ambos rodeando al contrario; sentirse dentro de él. Últimamente había estado leyendo de géneros homo, en las escenas sexuales siempre mencionaban lo caliente y apretado que se sentía el interior del pasivo, ¿se sentiría así estar dentro de Saitama?, ¿Qué sensaciones le daría el miembro de su sensei en su interior?

¿Cuál de los dos sería más placentero para su maestro?

 

Tan ensimismado estaba que no prestó atención a los vegetales que cortaba que no se percató cuando terminó con éstas y había comenzado con su mano, hasta llegar a la muñeca; tal vez hubiera llegado más lejos de no ser por la voz de Saitama.

 

—¡Genos! —el calvo le quitó el cuchillo (ahora inservible), miró al menor entre preocupado y confundido —, ¿estás bien? —el aludido asintió con la cabeza, examinando su “obra”.

—¡Lo siento mucho, sensei! ¡Dañé su cuchillo! —exclamó haciendo una profunda reverencia. El héroe calvo suspiró pesadamente, realmente no le importaba, estaba más preocupado por el cyborg, ¿acaso no le dolió hacer picadillo su mano?

—Yo terminaré de hacer la cena —dijo Saitama mientras empujaba al rubio fuera de la cocina. Genos se dejó llevar, aunque no dejaba de pedir disculpas, pues, a su criterio, había cometido un error imperdonable.

 

Durante la cena, Saitama observa al cyborg, quien casi no ha tocado su comida y que parece apesadumbrado.

 

—Deberías ir con el científico que te repara —aconsejó el calvo antes de darle un sorbo a su té. Genos bajo la mirada; quizás era mejor visitar al doctor Keseno para que reparara su mano y de paso examinar sus sistemas.

 

 

 

 

Genos fue al laboratorio del hombre que en cierta forma era su padre; el doctor Keseno no tardó mucho en reparar su mano y en cerciorarse que sus sistemas estuviesen funcionando adecuadamente, eso no alegró al rubio, pues guardaba la esperanza que sus sentimientos por Saitama fuese un fallo en la programación, incluso un virus, pero tal parecía que alguna divinidad se había ensañado con él.

 

—Estoy enamorado de Saitama-sensei —el doctor Keseno lo observó apacible. Su mirada, reflejaba comprensión y cariño paternal.

—Debes decirle —Genos negó violentamente con la cabeza.

—¡De ninguna manera podría! —exclamó aterrado —Saitama-sensei es una persona increíble que jamás se fijaría en alguien como yo.

—¿Cómo lo sabes, si jamás lo has intentado?

—He hecho un sinfín de simulaciones con diferentes variantes; tomando en cuenta la presión atmosférica, ciclos de la luna, en distintos días y horas con…

—¡Suficiente! —gritó el hombre. Dio un largo suspiro. ¿Por qué Genos tuvo que copiar ese mal habito suyo? Si no fuera posible, juraría que el rubio era su hijo. —Si no le dices lo que sientes, jamás sabrás si eres correspondido —el cyborg negó con la cabeza; jamás estaría con alguien como él, sin mencionar que existían inconvenientes relacionados con la intimidad. No poseía un cuerpo orgánico, ni una piel suave ni tersa. Su fisionomía estaba compuesta por aleaciones que, aunque más resistente que el titanio y tan ligera como el aluminio, sin embargo no dejaba de ser tan frío y estéril como el metal.

 

Si tan sólo Saitama-sensei fuese como él, tal vez tendría una oportunidad. Un minuto, ¡eso es!

 

—Doctor Keseno —dijo mirándolo con seriedad —. Por favor, ¿puede crear un robot con la apariencia de Saitama-sensei?

 

El anciano le miró con pena.

 

—Si Saitama-sensei fuese una maquina como yo, también me amaría.

 

Keseno estuvo a punto de negarse, no quería que el menor viviera una ilusión, mientras perdía la oportunidad de disfrutar su realidad, pero al darse cuenta de aquella expresión desoladora, simplemente no pudo negarse.

 

—Está bien —dijo dándose por vencido —. Necesitaré toda la información que tengas sobre tu maestro —el cyborg asintió con la cabeza.

 

 

 

 

Genos observaba con pesar el mármol tallado frente a él; palabras escritas en oro rezaban: Aquí yace Saitama, gran héroe, maestro y amigo. Habían pasado ya, doscientos años desde que el mayor salvador de la tierra —ése a quien, incluso en sus últimos momentos de vida, jamás fue reconocido por la gente—; cerró los ojos para siempre.

Saitama falleció con casi noventa años de edad, mientras él, Genos, permanecía incorruptible sin importar cuanto tiempo pasara «las ventajas de ser un cyborg». En el final de su vida, el gran héroe calvo le dijo a su fiel estudiante las palabras que, en años posteriores, mantendrían en pedazos el corazón del rubio.

 

«Te amo, siempre te amé… disculpa a éste viejo por no tener el valor de decírtelo».

 

Genos se dejó caer de rodillas; lágrimas de aceite escapaban sin restricciones, como en tantas ocasiones cuando el dolor de la pérdida era tanta que lo agobiaba. Con el correr de los años, tuvo que despedirse y enterrar a sus seres queridos, primero su familia, luego el doctor Keseno, sus amigos y finalmente… él, su más grande amor: Saitama.

 

—Sí tan sólo hubiese aceptado mi propuesta.

 

Por supuesto que Genos le ofreció a Saitama convertirlo en un cyborg cuando éste comenzó a envejecer, pero el calvo se negó todas las veces que su pupilo se lo propuso, aun en su lecho de muerte.

 

Pasó alrededor de una hora hablando frente a la tumba del hombre que amaría hasta que la energía de su Core se extinguiera. Al llegar el ocaso, decidió regresar al laboratorio que en algún momento fue del doctor Keseno; durante esos años, nuevos héroes llegaron y se fueron, pero a Genos no le importaba, él ya no pertenecía a la Asociación, incluso se había aislado de la sociedad.

¿Por qué no tenía el valor de extinguir su vida? Podría por fin reunirse con su sensei y estar juntos por la eternidad.

 

—Has llegado —aquella voz robótica se dejó escuchar, a penas Genos ingresó al laboratorio. Una figura se dejó ver poco tiempo después, era, Saitama, o más bien, un robot con su apariencia y personalidad (con unos ligeros cambios, por supuesto: amar incondicionalmente al cyborg rubio). El doctor Keseno lo había construido para que acompañara a su hijo durante el resto de su existencia.

—Sí. Disculpe la demora… Saitama-sensei —el robot ladeó la cabeza en un gestó poco natural.

—Te extrañé —dijo la máquina y lo besó; Genos cerró los ojos, imaginando que era el verdadero Saitama, igual que lo hacía siempre. Fingir una realidad que ya jamás podría ser.

 

Fin.

 

 

 

 

Bueno. Nuevamente me han inhabilitado mi cuenta Alejandra Astorga y por el momento estoy usando una nueva: escritoradefanficyaoi, por si algún alma caritativa me agrega a los grupos de OPM

 

Este fic va dedicado a Tamara, que me está ayudando a recuperar mi cuenta. ¡Gracias!


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