DECISIÓN
Con los días transcurriendo a paso veloz, Harry aun no podía cumplir con esa promesa de unas vacaciones largas en compañía de Draco. Realmente no le importaba el destino pues eso se lo dejaba con entereza a decisión de su dragoncito, él sabía de esas cosas y confiaba en su buen juicio.
"Aunque creo que ya quiere ir…" meditó al ver los entrecerrados ojos grises en su dirección de tanto en tanto.
No es que no quisiera llevarlo, si no que aún no podía hacerlo con libertad.
Primordialmente era porque la información de Seamus, tan importante con forme leía los informes, aun no era empleado de la manera en la que debía de ser. Era poca, pero valiosa la información de McNair justo una semana antes de haber secuestrado a Draco en ese tortuoso 5 de Junio en el quinto año de su dragón, y como cereza del pastel, una muy tentativa idea con el paradero de Yaxley quien fue visto recientemente en el callejón Diagon. Incluso había un testigo visual quien prestó parte de su recuerdo a Seamus. Todo podría avanzar más deprisa si tan solo Robands comprendiera su corazonada.
"Maldito Robands…" bufó exasperado frotando su rostro con una pizca de desesperación. Quería a su niño sano y salvo ¿Por qué no lo entendía y ponía de su parte en lugar de llamarle paranoico? Sus nervios no estaban en su mejor momento y lo sabía, pero no por ello dejaría de hacer los quehaceres domésticos ahora que Kreacher ya no estaba con ellos.
"Y luego está ese problema…" se dijo como si todo lo anterior fuera solo un juego de niños en comparación con eso que aún estaba por venir.
-Niños, alístense que en una hora llega Vanessa- pidió con voz autoritaria. Dos pares de ojos se dirigieron enseguida a su dirección y pudo sentir la fulminación de parte de su pequeño.
"A mal tiempo, darle prisa…" se dijo al momento que apresuraba su marcha.
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Harry lucía incomodo en la espera de Vanessa, quien después de tanto darle largas, accedió a reunirse con él esa tarde.
Draco comprendía el motivo de esta por posponer el final definitivo de su relación con Harry. Fama.
Eso era lo que era para ella y más que hicieron al menos cinco números del Profeta dedicado a lo que se llamaba "La conquista del corazón del héroe ¿estará hecho para durar?" para su ego estratosférico. "Como si eso pudiera considerarse relación…" se dijo rechinando los dientes. "Solo te usa como reemplazo, tonta…" le dijo a la imagen en el profeta donde se mostraba esa chica demasiado segura de tener en sus manos al salvador del mundo mágico y sonreía cínica a las cámaras. Provocando una pequeña llamarada en el periódico lo arrojó al suelo hasta que se volvió cenizas.
-¿Así que unas vacaciones, Draquis? Ya era hora- dijo Teddy arrojándose contra su espalda para usarla como almohada.
-Si- asintió ignorando la molestia que sentía en la boca del estómago al imaginar a aquella mujer tan cerca de Harry. Como sus sucias garras profanaban la piel de Harry o como se atrevía a manchar su rostro o cuello con pintalabios "Maldita…" pensó antes de dirigirse a Teddy –y para tu información, no estás invitado. Es un viaje solo para dos- el bufido de su compañero de juegos le dio un extraño bienestar.
-Ni que quisiera ir- refutó el chiquillo cambiando su cabello azul eléctrico a un amarillo neón –no soy Draco que solo está pensando "Oh Harry, mi amor, cuanto te amo, mua, mua, quiero tener muchos drangocitos contigo, mua, mua"- comenzó a canturrear y lanzar besos al aire con su mejor imitación de cierto rubio que estaba más rojo que una cereza.
-¡Ya cállate!- comenzó a agitar sus brazos vigorosamente sin negar nada, pues aunque no lo admitiría ni bajo amenaza, era claro como el agua que eso pensaba.
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Aun en la cocina, Harry preparaba la cena. Teddy estaba inquieto por la ropa elegante que traía y se quejaba de tanto en tanto que le picaba. Draco suponía que era urticaria a las mangas largas pues por más que se rascaba, no se detenía. Rodó los ojos.
-Ya cálmate Ted que me pones de nervios- dijo cruzándose de brazos. El tampoco entendía porque la molestia de vestirse con buenas galas si era una cita para terminar "¿o no?" se preguntó con una pizca de duda antes de volver a fulminar con la mirada a Harry quien pasaba por ahí.
-¿Por qué?- preguntó en voz alta el rubio para captar la atención de Harry, pero este solo le dio una misteriosa sonrisa.
-Es una sorpresa- fue lo único que dijo antes de volver a perderse en la cocina. Eso no era bueno para Draco y comenzó a impacientarse refunfuñando aquí y allá.
Se escuchó un sonido proveniente de la chimenea y Draco se tensó. Solamente podía tratarse de una persona y por inercia se movió.
-Hola pequeño Draco, cuanto tiempo sin vernos- sonrió de falsa manera la mujer sin sorprender lo mas mínimo al menor. Sólo le devolvió la misma sonrisa. Bien podía jugar su juego descarado y lo haría –te traje un obsequio, espero te guste- dijo alargándole un oso de peluche tan simple que en otro momento le hubiese hecho bostezar.
-Muchas gracias Vania...- dijo alejando su rostro para evitar el sonoro beso que tanto desagrado le daba. Sonrió disimuladamente cuando la sintió tensarse al notar que dijo mal su nombre -Digo Bianca ¿o era Valentina?- preguntó con su mejor cara de inocencia que siempre lograba derretir a Harry y tomó el peluche.
-Vanessa... -dijo la mujer apretando los dientes, volviendo a incorporarse. Draco fingió sorpresa cubriendo su boca con sus manos. Teddy comprendiendo lo que estaba haciendo, ocultó lo mejor que pudo su risilla.
-Claro. Que torpe de mi parte- dijo dándose un golpecito en la frente como si realmente fuera un accidente –lo siento, pero es que Harry tiene TANTAS amigas cariñosas como tú, que a veces me confundo de quien es quien-
La mujer era un energúmeno y eso le hacía sentir tan bien que apenas y podía contener su sonrisa triunfal. Se notaba que trataba por todas sus fuerzas no molestarse, pero parecía que su paciencia sus conteos mentales no estaban funcionando pues poniéndose nuevamente a su altura, dejó de sonreir y le miró amenazante.
-Yo que tu tendría mucho cuidado, pues cuando me vuelva tu madrastra, te mandaré al primer internado que encuentre- nada de la dulzura empalagosa quedaba en su murmullo que solo escuchó Draco. Finalmente le mostraba sus verdaderos colores, lo cual no era nuevo para el ojigris, pero si le hacía mucha gracia por su ingenuidad.
-¿En serio?- preguntó sin perder su calmado arrastre de palabras –me gustaría verte intentarlo- dijo al momento que hacia explotar el oso de peluche. El sonido seguido del grito de la mujer alertó a Harry quien con prontitud abandonó lo que estaba haciendo para checar que todo estuviese en orden.
-¿Qué fue lo que sucedió?- preguntó alarmado, sin embargo la escena le daba muy mala espina.
-¡Explotó el obsequio que le hice!- chilló la mujer señalándolo. Harry solo suspiró. A Draco generalmente le gustaba encender en llamas las cosas cuando le molestaba, pero estaba seguro que en esta ocasión estaba muy molesto para decidirse por explotar algo. "Merlín dame paciencia" se dijo con una inhalación aproximándose al lugar de los hechos.
-Cuanto lo siento Vanessa, pero Draco aún le cuesta controlar su magia- dijo una vil mentira pues eso no tenía trazas de ser un accidente.
-Perdón por oso…- dijo el pequeño humedeciendo sus ojos –pero ¿a qué se ven bonito el relleno de algodón cayendo como copos de nieve?- su inocencia casi le conmueve, pero conociéndolo de tantos años, no se tragaría su teatro.
-Draco... -pidió de la mejor manera. El niño puso su mejor carilla de angelito solo para Harry y asintió.
-Vale… ya me voy- dijo alzándose de hombros subiendo unos peldaños a la escalera para poder estar a la altura de Harry -voy a jugar allá arriba con Teddy... Querido papi- pudo sentir el temblor del mayor por sus palabras y más cuando le dio un casto pero muy provocativo beso en la mejilla tan cerca de los labios. Símbolo de una afrenta a la mujer que solo bufó -Nos vemos después... Valeria-
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Arrastrando los pies, subió las escaleras. Siempre ese momento era el más difícil de una relación, incluso una tan laxa como la que tuvo con Vanessa. "Aunque duele igual como si fuera algo serio" dijo dejándose caer sobre la cama masajeando su mejilla por la sonora cachetada que le dio.
Era obvio que no se retractaría por más que llorara y le suplicara que no la dejara. La consideró una buena chica, sin embargo, tampoco pudo llegar a amarla como se merecía. Su corazón ya tenía dueño y no era cualquier persona. "Vaya que no" se dijo con media sonrisa pensando en su dragoncito gruñón pero tan dulce que revoloteaba a su alrededor.
-¿Ya se fue?- preguntó Teddy recargándose sobre estomago mirándole con interés. En especial el hematoma rojo en su mejilla –parece que te dio una buena golpiza padrino-
-Seguro y fue boxeadora en su otra vida- dijo con alegría Harry que contagió al instante a Teddy quien rio, pero Draco solo resopló.
-¡Esa tipa! ¡¿Incluso se atrevió a golpearte?!- se puso rojo de ira. "Creo que fui muy blando con ella" se dijo muy molesto por su desfachatez. Algún día se la cobraría.
-Descuida Draco, no es nada- dijo calmadamente –era natural que lo hiciera, estaba muy molesta y desolada –"claro… pues perdió su trofeo andante" se dijo entre gruñidos Draco acariciando la zona del golpe. Harry cerrando sus ojos, disfrutó de la manita fría de su niño y lo bien que se sentía como un bálsamo.
-Pero lo que no entiendo es ¿Por qué nos hiciste vestirnos de pingüino si no íbamos a cenar con ustedes?- dijo Teddy haciendo puchero.
-Porque no cené con ella Teddy- el peliazul ladeó la cabeza –les dije que les tenía preparada una sorpresa que seguro ya no tarda en llegar –los niños se regresaron a ver –así que acomoda tu chaleco pequeño porque seguro ya no tarda- Teddy refunfuñó antes de correr al baño a arreglarse.
-¿De qué se trata la sorpresa Harry?-
-Ya lo averiguarás, cariño- las mejillas de Draco se encendieron ante ese mote. Nunca lo había llamado así, pero aunque su corazón latiera deprisa, le gustaba –creo que merezco una recompensa por mi buena acción ¿no crees?- Draco regresando a ver la puerta aun cerrada de donde estaba Teddy, regresó a ver al mayor.
-Tal vez- dijo sintiéndose algo cohibido por la súbita iniciativa de Harry, que no le desagradaba en lo absoluto, pero que si era extraño viniendo de él. Examinó que no tuviese ni rastro alguno de ruidoso labial rojo de Vanessa y dándole el visto bueno, asintió. Más le valía a Harry si no quería hacerlo enojar.
Besó su boca con cariño cerrando sus ojos. Adoraba el sabor de sus dulces besos que siempre le hacía desear por más; por esa sensación de ansiedad y abrumador placer que les provocaba incrementar el contacto. La lengua juguetona de Harry que siempre lograba incitar la suya le hizo gemir.
-¿Ahora si eres todo mío?- preguntó tratando de recuperar el aliento. Harry limpiando la comisura de sus labios enrojecidos amplió su sonrisa.
-Siempre he sido tuyo Draco-
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Ya más despejado, Harry bajó las escaleras para encontrarse con sus misteriosos invitados. Teddy quien daba brinquitos lo siguió muy de cerca, aunque no de tanto en tanto se regresaba a mofarse de Draco por sus labios enrojecidos.
-Cállate, Edward…- gruñía Draco.
-Vamos, cuéntale a tu amigo Teddy porque estas rojito- lo picó con divertimiento.
-Si no te callas yo no te pondré rojito, sino morado- amenazó con su puño a un muy alegre peliazul que ahora corrió a refugiarse en la túnica de Harry entre risas.
Harry negó con la cabeza. Aunque pensó que Teddy no alcanzó a cacharlos, parecía que estaba más al tanto de sus acciones de lo que esperaba. Suspiró agotado. "Solo espero que no vaya a decírselo a Andrómeda…"
Nada llegar a la planta de abajo, se escucharon con más fuerza cuchicheos y movimientos de platos y trastos. Teddy se paró en seco.
-¡Abuelita!- gritó emocionado al ver a la elegante dama sentada sobre el sofá, ya mucho más repuesta desde que la vio en San Mungo. Corrió a arrojarse a sus brazos abiertos que lo recibieron con amor -¡abuelita, que bueno que estas aquí!-
Un montón de cabelleras rojas inundaba la estancia y solo sobresalía una que otra mata de cabellos castaños, rubios y oscuros.
Tras un abrumador recibimiento entre estrechamientos de manos, abrazos y besos, Draco logró escapar de la oleada de Weasley que invadía su preciado silencio. Pudo respirar tranquilo en su esquina. Teddy estaba radiante en su pleno elemento.
-¿Así que este era tu sorpresa?- preguntó a un Harry que al igual que él, huía de tanta emoción.
-Si- asintió –quería que después de ese mal trago que pasaste, pudieras tener algo de tranquilidad- sonrió con genuina inocencia –además, Molly me dio la noticia que cuidaría de Andrómeda hasta que se recuperara enteramente y apenas la dieron de alta, por tanto pensé que sería mejor que fuera una sorpresa para Teddy el verla aquí, más animada que allá en San Mungo-
-Fue buena idea- estrechó su mano con delicadeza antes de entrelazar sus dedos –eres genial Harry- dijo besando su mejilla antes de correr a saludar a su tía. Acariciando el lugar de su beso cerró sus ojos disfrutando el calorcito.
*oOºº* 1 semana después* oOºº*
Uno pensaría que tras mucho sufrimiento y situaciones indeseadas tendría un poco de paz por al menos un par de años. Por un escaso momento, pensó que aquí seria y que todo se encaminaría de la manera correcta para que siguiera esa paz que bien; solo prevaleció un par de días.
"Perfecto" se dijo con hastío Harry aun discutiendo con su jefe. De haber pensado que las cosas se trastocarían de esa forma, consideró que hubiese sido mejor declararse enfermo y quedarse en cama en compañía de su lindo niño.
-¡No arriesgaré a mis hombre solo por una corazonada, Potter!- gritó el hombre cano dando un golpe en su escritorio claramente exasperado, tanto o más que el propio Harry.
Ni contando hasta mil podría hacerle sentir calmado. Llevaban cerca de media hora discutiendo su plan con respecto a atrapar a los discípulos de McNair pues aunque no le constaba que él fue la cabecilla del grupo, al parecer fue miembro fundamental. Lo sentía en sus entrañas.
-Pero es fundamental que se haga algo. Los acontecimientos extraños que han sucedido tanto en Hogsmeade como en el callejón Diagon no son algo aleatorio, señor. El hecho de que no sigan el mismo modus operandi, no quiere decir que no hayan sido llevados a cabo por la misma persona o el mismo grupo-
La información valiosa de Semus también estaba desparramada en el escritorio, expuesta para que lo comprendiera el jefe de los autores y que se pusiera en marcha para reabrir la investigación del caso Malfoy.
-¡Te digo que no Potter! ¡te prohíbo siquiera seguir investigando sobre estas fantasías de las que hablas!-
-No son fantasías ni paranoias mías- dijo apretando sus puños sintiéndose claramente ofendido. No era la primera vez que le llamaban un demente, pero en dichas ocasiones, al igual que en ese momento no mentía y lo que presagiaba, terminaba siendo cierto.
-Señor, es necesario hacer algo antes de que la cosas se compliquen- sin querer dejó entrever su molestia que subía como la espuma.
-¡No harás las de héroe y dejaras las cosas como están! ¡Es una orden y más te vale que la acates!- volvió a golpear su escritorio, tirando al suelo la valiosa información de Seamus -¡tu trabajo es de escritorio y si me enteró de que estas utilizando recursos de la oficina para tu propio beneficio, me importará un comino que seas el tan querido salvador del mundo mágico y te removeré de tu puesto!-
No supo que fue lo que se apoderó de él. Tal vez la presunción con la que lo llamó héroe o la media hora perdida en discusiones lo que lo llevó a gritar aquello, sin embargo una vez que salió de su boca, no se retractó.
-¡Entonces renuncio!- dijo haciendo un florete con su varita para recoger las hojas de investigación y se retiró dando un portazo.