CONVIVENCIA
Observar a Draco se había convertido en un gusto secreto de Harry; el pequeño era listo y astuto, siempre atento a lo que le rodeaba, aprensivo y huraño a ratos, pero también podía llegar a ser sorprendentemente dulce y tierno que no podía dejar de querer mimarlo y abrazarlo como el pequeño tesoro que era.
La ropa oscura le fascinaba y siempre que podía andaba con un pantalón negro de pana a la medida y zapatos cerrados a juego, por más que Harry trataba de sugerirle algo más alegro o acorde a su edad.
Sabía acoplarse a la rutina que estableció y jamás rechistaba sobre ello, asistía al mismo jardín de niños que Teddy y siempre estaba listo esperándolo con un efusivo abrazo y un “bienvenido” que siempre sabía reconfortar y mejorar su día.
Con forme las semanas pasaban, Draco crecía ante los ojos de un muy feliz Harry que ansiaba tenerlo para siempre con un pequeño niño para cuidar de él y consentir a más no poder, por más egoísta que sonara pues simplemente no podía apartar la idea que con terror crecía en su interior instándole a pensar que llegaría un día donde su dulce niño volvería a ser el odioso y patán chico que conoció en Hogwarts…
Pero cada que miraba los ojitos suplicantes que le pedía que leyera los cuento de dragones que tanto le fascinaban, o poniéndose de puntillas buscando con su pequeña manita los buñuelos azucarados mientras creía que no lo veía, incluso cuando lo abrazaba por las noches aferrándose a él como si temiera que de un momento a otro se desvanecería, le reiteraba que no era posible que volviera a ser aquel chico que nunca llegó a comprender, pero que tal vez llegaría a conocer por como la vida le había dado esa oportunidad y quería creer que esta vez no lo odiaría con todo su ser.
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Teddy iba una vez por semana a visitarlos con la autorización de Andrómeda y tan pronto veía a Draco pedía a gritos ir a jugar. Draco con reticencia aceptaba la insistente amistad de Teddy, pero Harry podía ver que la presencia de su ahijado hacia muy feliz a su pequeño rubio pues aunque casi siempre se mostraba serio y reacio a cualquier contacto ajeno al suyo, con tímidas miradas, en busca de su aprobación, pedía permiso para ir al jardín junto con Teddy y Harry más que solicito accedía alegre de que pudiera convivir de vez en cuando con alguien más acorde a su edad.
Sin embargo ese día que Andrómeda le había encargado que cuidase de Teddy, pensó que sería buena idea dejar a los pequeños jugando con un juego de pociones infantil en la sala mientras él atendía la montaña de trabajo que tenía atrasado pues nadie le dijo que el trabajo de oficina era tan ajetreado. “Que creo que se está aprovechando el jefe para dejarme el trabajo del escuadrón completo” se dijo masajeando sus hombros.
-Y luego está esto…- se dijo sobre analizando nuevamente la curiosa carta que le había mandado Ginny recientemente. Después de aquella vez que se había marchado hecha la furia no hubo contacto por parte de ninguno de los dos. No es que no haya querido, es más, vergonzosamente se daba cuenta que por estar encandilado pensando en Draco y sus necesidades, ni siquiera le había dedicado más de dos pensamientos en su ¿ex? ni si pensaba en recuperarla… “que esplendido novio soy” se dijo con sarcasmo.
No tenía idea de que haría, pues sabía que si Ginny seguía empecinada en irse encontrar de Draco no tendrían futuro alguno. Su pequeño de ojos grises en corto tiempo se había convertido en parte de él que dejarlo ir no era una opción. Sin embargo, por más que se debatía entre como contestar su carta, no lograba concentrarse en ello pues de las risas bulliciosas acompañadas de agradables comentarios de los niños, habían pasado a una acalorada discusión en menos de 5 minutos que comenzaba a ganar fuerza.
-¡Que es mío!- gritaba Teddy agitando sus bracitos sobre su cabeza –¡mío, mío, mío!-
-¡Que no! ¡Haddy es mío!- rebatió Draco cruzado de brazos.
-¡No es cierto! ¡Él es mi panino y siempre lo ha sido!- dijo el niño cambiando de color su cabello siempre azul a negro cubriendo sus orejas con amabas manos –¡no tuyo Dwyco!-
Harry suspiró saliendo de su despacho para ver a los pequeños aireados sin querer ceder ante el otro.
-¿Porque están discutiendo?- Draco bajó la cabeza abochornado comenzando a apretar sus manitas y Teddy se puso de pie para demostrar su punto.
-Poque Dewyco dice que eres suyo y yo le digo que no es cieto- las mejillas pálidas ganaron color y Harry sonrió acariciando los cabellos platinados –¡Teddy llegó pimero, así que mío, mío!- reiteró triunfal haciendo reír al mayor “Merlín ¿todo la discusión era por eso?” se dijo con un suspiro.
-Pues si soy tu padrino, Teddy- el niño con emoción saltó a su regazo cantando victoria -pero también soy el papi de Draco –le guiñó el ojo y él rubio jugueteó con la orilla de su camisa -Ven aquí pequeño- dijo extendiendo sus brazos para que también Draco lo abrazara.
-Te quiedo Haddy... gacias…- dijo apretando su cuello con fuerza.
-Yo también pequeño. Los quiero a los dos- exclamó besando a cada uno su cabeza –ahora como prometí a Andrómeda unos niños limpios y merendados, es hora del baño-
Teddy comenzó a reír desprendiéndose de su camisa y zapatos con rapidez –¡Si vamos a juga’ en tina! ¡Vamos panino! ¡Dweyco, tina, vamos!- comenzó a correr en dirección del baño ignorando que cierto rubio ipso facto pegó el brinco y se refugió en la esquina contraria de la habitación.
-Draco- llamó Harry esperando que no hubiera panchos esa vez, pero Draco negaba con la cabeza efusivamente.
-¡No!-
-Ven de una vez que Teddy ya se adelantó-
-¡No!- reiteró.
-O vienes o voy por ti- canturreó Harry bloqueando la salida del niño que renegaba con todas sus fuerzas a darse un baño. No tardó mucho para atrapar al pequeño que se resistía con uñas y dientes.
-¡No Haddy, no!-
Porque los pleitos seguían siendo pan de cada día con la clara aversión al agua de Draco y en lugar de molestarle, divertía en gran medida a Harry.
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Tras mucha espuma regada, juegos con el agua, Harry consiguió dos niños rechinantes de limpios discutiendo sobre cual mermelada era mejor para el pan con mantequilla.
-Aquí tiene amito- exclamó Kreacher con su pronunciada reverencia sirviendo al pequeño su té mientras hacía un mohín porque Harry le instaba a agradecerle por su atención.
-Creo que sería buena idea que Kreacher te llamara por tu nombre ¿no crees Draco?- tanto el niño como el elfo lo miraron horrorizados. Era inconcebible para ambos caer en el dilema moralista de los hijos de muggle, pero siendo Draco un niño que necesitaba la aprobación de su persona favorita accedió a regañadientes.
-Está bien… Keacher puedes llamarme por mi nombe… Daco está bien…- los ojos de la criatura parecieron brillar y una sonrisa torcida surcó su arrugado rostro. Draco suspiró dándole un sorbo a su té.
-Kreacher no sabe cómo agradecer este honor…-
-¡Planchate las orejas poque mi té no tiene azuca’!- dijo el chico dejando su taza de lado.
-¡Draco!- reprendió Harry mientras Teddy rió como si fuera un chiste –Kreacher no tienes que obedecer esa orden- pero el elfo parecía en otra dimensión.
-Kreacher con gusto obedecerá- dijo desapareciendo en un PLOP y Harry solo miraba con desaprobación al niño.
-Padre decía que a los elfos les gustan los castigos…- “Brillante Lucius, grandes enseñanzas le diste a tu hijo” se dijo apretando los dientes para no decir algún improperio en contra del padre de su protegido.
-Pero está mal- el niño se encogió en su lugar jugando con sus dedos.
En definitiva jamás comprendería a los sangre pura con su necesidad de castigar a los elfos ni mucho menos como estos aceptaban de buenas a primeras las órdenes.
La red Flu se escuchó y casi se da de topes contra la pared por olvidar que después de tanto tiempo postergándolo, sus amigos del alma irían a visitarle para ver que tan bien llevaba la estancia permanente de Draco en su casa, seguramente Ron esperaba que se estuviesen matando como si estuviesen nuevamente en la escuela.
Teddy comenzó a dar brinquitos cuando los divisó y corrió a saludarlos. Draco se mostraba receloso y se ocultó tras de Harry; aquello le parecía un Deja’ Vu. “A mal tiempo buena cara” se reiteró apretando la mano de Draco.
-Mira Draco, ellos son mis amigos, Ron Weasley y Hermione Granger- dijo presentándolos.
Los ojitos grises los analizaron de arriba abajo a uno y después a otro sin decir palabra.
-Un ¿Weasley? y… ¿Sangue sucia?- preguntó seriamente Draco siendo sorprendido por un pelirrojo enfurecido que apretó sus manos en puño como si estuviese a punto de atestar un golpe y por acto reflejo Harry lo cubrió.
-Draco eso no se dice- el niño se veía avergonzado.
-Pero padre decía que cualquie' apellido que no sea de las sagrados veintiocho como Abbott, Black, Bulstode, Burke, Carrow, Couch… F-Fawley, Flint, Gaunt, Greengass, Lestange, L-Longbottom, Macmillan, Malfoy… Nott…- cerró los ojos sin poder recordar más -o de las familias ancestales que no están dento del libro, es poque es mestizo o sangue sucia y son infediodes...- dijo aparentando sus manitas con temor.
En ese instante deseó revivir a Lucius Malfoy para patear su trasero por semejante cosa que le enseñó a Draco a tan corta edad.
-¿Lo hice mal Haddy?-
-Decir sangre sucia es malo Draco, esa palabra es muy fea para que tú la uses- los ojos grises se volvieron cristalinos como si estuviera a punto de llorar.
-Pero padre...-
-Él estaba muy equivocado- se acuclilló para quedar a su altura y poder mirarlo de frente -aparte no es correcto que pienses que alguien es superior o inferior que tu... por ejemplo ¿sabías que Hermione siendo hija de muggles es la bruja más inteligente y brillante que conozco?- el niño regreso a ver a la mujer y negó con la cabeza.
-Perdón...- exclamó con la cabeza baja -Daco será buen niño y no dirá malas palabas...-
-Muy bien- dijo Harry besando su frente.
-Descuida, disculpa aceptada- dijo la castaña esbozando una tenue sonrisa -Harry ¿podemos hablar a solas?-
Harry dudó dejar a Ron con Draco, pero considerando que Ron ya era lo suficientemente adulto para notar que el pequeño ahí parado aun no era el chico que se burlaba de su físico y familia, aparte tener ahí también a Teddy era reconfortante.
Le dio un asentimiento yendo al rincón más apartado de la sala. Ron como que no quiere la cosa se sentó al lado el niño que apretaba un libro contra su pequeño cuerpo y se rascaba la nuca como si no supiera que hacer.
-Y bien Mione ¿de que querías hablar?- La chica miró unos segundos a su esposo antes de regresar a ver a su amigo y alargándole un periódico del Profeta, arqueó una ceja,
-Aquí dice que el área de servicios humanos está mejorando su calidad de trabajo, los niños reciben los cuidados que requieren y el papeleo se entrega a tiempo ¿tienes alguna idea de a qué se debe este cambio favorable, Harry?- cuestionó incrédula.
-La verdad no tengo ni la más mínima idea…- dijo evitando la sonrisa que estaba por aparecer en su rostro.
-Bueno y yo haré de cuenta que te creo- disimuló una sonrisa –ahora quiero hablar sobre lo que noto de tu trato con… mm… Draco- pronunció como si le costara trabajo decir su nombre –puedo ver que te has encariñado mucho con él en estos seis meses que han pasado-
-Es sensacional Mione, es tan dulce y tierno, a veces algo terco y reacio pero la mayor parte del día es una aventura-la chica tuvo reservas.
-Me alegra muchísimo que estés bien y que esta nueva etapa de tu vida seas feliz- tomó sus manos haciendo una pausa para meditar sus palabras –aunque solo espero que no te dejes llevar mucho por tus emociones, entiendo que quieras a Draco como tu pequeño, se nota que es un niño dulce con una muy arraigada y estricta enseñanza, pero… debes de tener cuidado, no puedes ocuparlo para llenar algún vacío…- el moreno hizo una mueca.
-No lo estoy ocupando Hermione- su amiga se le quedó viendo con un ¿enserio? Marcado en toda la cara. Pero antes de que pudiera decir palabra, las llamas de la vía Flu se encendieron dejando ver a Andrómeda, la cual fue recibida con un efusivo abrazo de Teddy.
-Buenas noches; Harry querido, vengo por mi nieto- llamó la mujer –muchas gracias por hacerte cargo de él, es pero que no haya causado muchos problemas- el niño sonrió dulcemente.
-Claro que no, se portó muy bien y ya sabes que estoy más que feliz de tenerlo-
La mujer se dio por bien servida y con un movimiento de cabeza se despidió tomando la mano de su nieto –Vamos, despídete Teddy-
- Bye, bye Mione y tío Ronny! ¡Hasta luego panino! ¡Nos vemos mañana para jugar Dweyco! – el pequeño rubio se despidió con la mano, volviendo al instante su completa atención a Ron quien parecía tan ensimismado en lo que decía que apenas y cayó en la cuenta de algo más. Harry sonrió ampliamente.
-Harry, quiero que sepas que siempre te apoyaré en tus asuntos y siempre podrás contar con nosotros en cualquier decisión que tomes- el moreno le devolvió el apretón de manos y dejó salir todo el aire que estaba conteniendo.
-Ya que lo mencionas ¿Podrían cuidar de él? Es que necesito hacer algo mañana en la noche y no es que no confié en Kreacher, pero creo que Draco estaría mejor en compañía de alguien menos aprensivo- Hermione se le quedó viendo unos instantes a Ron interactuando tranquilamente con el pequeño Draco –tengo que reunirme con Ginny para rescatar lo que se pueda y quedar en los mejores términos- su amiga sin pensárselo mucho asintió.
-Por su puesto. Si Ron puede superar su aversión a él, esto segura que en la Madriguera será muy bien recibido-
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Cuando todas las visitas se fueron, Harry llevó a Draco a dormir. Pese a que le dejó dormir en su cama durante la semana lluviosa que no dejaba de molestar a Draco, el pequeño parecía demasiado cómodo en su compañía que las noches se hacían dobles y se reusaba más con el paso de los días a abandonar la habitación del auror.
Harry no tenía problema alguno con eso pues le gustaba cuando el pequeño cuerpecito buscaba siempre acurrucarse contra su torso, sentir su calor y respiración que con la mayor naturalidad, aquello se volvió una costumbre y como armonioso ritual, Draco ansiaba escuchar un cuento de las buenas noches mientras Harry le acariciaba su cabello.
-¿Ellos quiénes son, Haddy?- preguntó Draco señalando uno de los tantos cuadros que Harry tenía sobre su buró. El moreno sonrió con nostalgia al contemplar a sus progenitores bailando alegremente tan enamorados como siempre.
-Son mis padres…-
Draco ladeó la cabeza como buscando algún indicio de su presencia por la casa y se frotó los ojos del cansancio.
-¿Y dónde están?-
-Ellos murieron hace tiempo…- el niño se acercó más a su cuerpo para darle un abrazo y tratar de reconfortarlo -¿Recuerdas a tus papás Draco?- le preguntó.
Pese a que pasaban gran parte del día juntos, todos los días por los últimos seis meses, el pequeño jamás reparaba en temas profundos y Harry no quería preguntar pues quería darle tiempo, tiempo que consideraba en ese momento que ya había sido demasiado de solo mutismo. Draco cerró los ojos un instante.
-Si los recuedo… a mi mami le gustaba cantadme bonitas canciones y cargadme diciendo cuanto me quedía... también le gustaba baila’ conmigo; aunque a padre no le gustaba que me abazada...- bajó la cabeza como si aún le doliera esas muestras desdeñosas, lo cual probablemente así era –padre no eda muy cariñoso… pero era bueno…-
-Draco…- le devolvió el abrazo con fuerza queriendo disipar cualquier dolor que tuviera.
-¿Tú también los extañas?-
-Todo el tiempo… a veces incluso me pregunto qué hubiera pasado si los hubiera podido conocer… tal vez no me sentiría tan solo como me sentía cuando era niño…- carraspeó avergonzado cuando notó al niño mirándolo fijamente –perdona pequeño por decirte todos estas tonterías…- Draco con delicadeza acunó su rostro entre sus manitas y sonrió dulcemente.
-Ya no estás solo Haddy… yo siempre estadé contigo-
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Era imposible no adorar a su pequeño niño. ¿Cómo usando tan sencillas palabras podía calmar su agitado corazón, cuando nadie más podía? Era un misterio, pero estaba muy agradecido que la vida lo haya llevado a ese instante en el que tenía que estar, ahí con aquella personita que hacía que todos los fantasmas de su pasado palidecieran y se desvanecieran tal y como habían llegado.
En momentos como ese en el que Draco se quedaba profundamente dormido, Harry se dedicaba a investigar sobre el caso de los Malfoy, pero ya se estaba comenzando a impacientar. Por más que buscara, en el informe sólo estaba escrito los que ya sabía, parecía que siempre, tomara el camino que tomara, topaba con pared.
-Pero no es posible que no haya más…- murmuró tratando de leer entre líneas.
No había mucho para volver a trabajar en un caso declarado “cerrado”, donde los únicos testigos presenciales estaban muertos y que el afectado no podía recordar absolutamente nada de lo que pasó.
Solo sabía que tendría que investigar con detenimiento las únicas dos pistas que tenía. La casa Malfoy y los tres nombres de ex Mortifagos que aún no habían sido encarcelados y que, aunque parecían que se habían desvanecido en el aire, eran los principales sospechosos del caso.
-Yaxley, Walden McNair y Augustus Rockwood- releyó sus nombres en voz baja, acariciando la espalda del pequeño que temblaba entre sueños. Si esos hombres crueles tan allegados de Voldemort tuvieron algo que ver con el caso de los Malfoy, aquello no le gustaba nada.