“De acuerdo, ya estás aquí. No hay vuelta atrás” Y justo cuando estoy a punto de girar el pomo de la puerta que sellaría mi destino… ésta se abre sola.
- ¿Qué te trae por aquí, Rogers? – Tony, que en un principio se sorprendió de ver a Steve al otro lado de la puerta, inmediatamente recompuso su expresión - ¿Venías a pedirme disculpas acaso?
- Este… yo… - “¡Vamos! ¡No es tan difícil!” – Mm… Sí. – “¿Es en serio?” – Siento mucho el haber actuado de una forma tan descortés contigo hace unos instantes – “Ya deja a un lado el protocolo”-. Estaba un poco estresado, pero eso no justifica el que me desquitara contigo.
- Mm… - Parece que Tony realmente está considerando mis disculpas, si tuviera una idea de que eso no era para nada lo que planeaba saliera de mis labios al venir a su recámara -. De acuerdo – sonríe ladino –. Y ahora que mencionas eso de la frustración… hay algo que debo mostrarte – abre completamente la puerta –. Pasa – me ordena –. Ahora espera aquí un momento – diciendo esto último entra en lo que parece ser un cuarto adjunto.
Mientras lo espero no puedo evitar echar un vistazo alrededor. El cuarto es muy espacioso; pintado de blanco y con muebles en tonos metálicos, todo está pulcramente organizado (algo que debo admitir me sorprende por la veces en que he lo he visto trabajar tan exhaustivamente que incluso él está hecho un desastre), aunque hay algo que llama mi atención. El gran y reconocido playboy no tiene ni una sola fotografía o retrato, ni suyo ni de su familia… La puerta por la que desapareció Tony hace unos instantes se abre, interrumpiendo mis cavilaciones.
- ¡Aquí está! – entra radiante –. Toma – y me ofrece una bolsa plateada que sostiene en las manos -.
No puedo hacer más que observarlo interrogativo.
- Sólo ábrelo – rueda los ojos – Juro que no es ninguna broma como la vez pasada – Lo había olvidado por completo, y me es imposible no reír ligeramente. Recuerdo que aquel día era el primer cumpleaños que celebraba con mis compañeros y Tony no tuvo mejor idea que hacerme un regalo muy peculiar… – Me van a salir canas.
Grande es mi sorpresa al sacar lo que se encuentra dentro de la mencionada bolsa. Se trata nada más y nada menos que de una libreta y los accesorios necesarios para dibujar.
- Este… - por primera vez noto a Tony nervioso –. El otro día estaba realizando algunas compras y me topé con esta tienda con accesorios para artistas amateur… - parecía luchar por las palabras –. Recordé lo mucho que pareces disfrutarlo. Claro, un anciano como tú, ¿qué otra cosa podría hacer? – justo cuando comenzaba a compadecerme por su dificultad para explicarse – Bueno, pensé que si te hacía este obsequio dejarías de estar tan fuera de lugar o rondar por todo el lugar con ese maldito manual de autoayuda que afortunadamente no traes en este momento en mano.
- No sé si sentirme alagado u ofendido – y no tengo idea de qué debería decir. – Gracias – es todo lo que sale de mi boca. “Pensó en mí. Al comprar esto, él pensó en mí” Me encuentro realmente conmovido – Muchas gracias – Un agradecimiento y una sonrisa. ¿Debería ser suficiente? Nunca, en lo que a mí respecta con Tony nunca será suficiente.
- No es nada – le resta importancia – Realmente ni siquiera fue costoso, fue una de las razones por las que decidí comprarlo. Incluso tenía descuento. ¡¿Puedes creerlo?! El gran Anthony Edward Stark comprando artículos en descuento. Jajaja.
¿Cómo decirle que para mí significaba todo? No importa qué tan pequeño y simple pueda parecer, el simple hecho de que me recordase al pasar por esa tienda… no pude haber recibido un mejor regalo, porque se trata de algo que él me obsequió. Cualquier cosa que venga de él será siempre bien recibida por mí. Lo veo, estoy feliz, realmente feliz como hace tiempo no lo estaba. Miro su rostro y… Espera un momento, ¿qué es eso?
- No te muevas, por favor.
- ¿Qué? – me mira confundido-.
- Creo que… – acerco mi mano a su cuello – Creo que tienes una araña.
- ¡QUÉ! – Salta - ¡QUÍTAMELA! ¡POR FAVOR, QUÍTAMELA!
- ¡Es lo que estoy tratando de hacer! – Me acerco. – Sólo deja de moverte tanto, ¿quieres? – no para de moverse y justo cuando toco al arácnido Tony mueve un brazo, obligándome a dar un paso al frente, lo que por consecuencia lo hace perder el equilibrio. Trato de alcanzarlo para que no se golpee y ambos terminamos en el suelo - ¿Estás bien? – Mi respiración está agitada. Lo observo, tiene los ojos abiertos de par en par, pero no me responde en absoluto -. Tony, ¿estás bien?
- Eh… ¡SI! – parece que apenas sale del shock – No tengo idea de cómo pasó esto…
De pronto tomo conciencia, estamos tan cerca. Sólo un par de centímetros, tanto así que puedo observar cada detalle de su rostro, y esos hermosos ojos color chocolate. ¿Cómo se puede estar tan cerca de alguien y al mismo tiempo tan lejos? Hasta el momento él no ha hecho nada por separarse, así que me arriesgo y me acerco un poco más a su rostro, el cierra los ojos y…
La puerta de la recámara de Tony se abre.
- ¡Ey, hermano! Te necesitamos en la sala de juntas, ¿has visto al cap…?- Es Bruce Banner. Genial. – Oh… Creo que ya lo encontré – carraspea incómodo – Disculpen por interrumpir su… - nos observa y yo me levanto inmediatamente – Mejor me retiro – señala la puerta y prácticamente huye.
Le tiendo la mano a Tony para que se levante.
- Gracias, pero yo puedo solo – se levanta y sacude su pantalón –. Estúpida araña, ni siquiera se murió. Bueno, será mejor que vayamos, seguramente Fury se trae algo entre manos y yo quiero un poco de acción.
- Sí, será mejor – debo recordar devolverle el favor a Banner en algún momento -.