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A Imagen y Semejanza por chibigon

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A Imagen y Semejanza

Por Ladygon

 

Capítulo 3: Mi Ángel Protector.

Llegando a casa de Bobby, los chicos miraron al dueño de casa con un lenguaje subyacente.

—¡Qué! —exclamó el mayor.

—Tenemos qué hablar —dijo Dean con seriedad.

Se sentaron alrededor del escritorio de Bobby y contaron su fantástica aventura.

—Así que dicen que Castiel está remodelando el cielo —Los chicos le respondieron, afirmativamente—, ¿será sobre el sistema de ángeles de la guarda? Deben de haber otros como ese ángel de ustedes.

—Cassy, su nombre es Cassy —el tono de Dean era malicioso y sin querer recorrió la vista por el cuarto.

—¿Cassy? —respondió sospechoso Bobby— ¿Seguro que ese es su nombre?

Dean encogió los hombros.

—No he escuchado quejas al respecto.

—Bueno si es así… —Miró alrededor también—. ¿Crees que nos está escuchando en estos momentos?

—Dijo que lo haría.

—No dijo eso, Dean, dijo que recibiría nuestras oraciones —interrumpió Sam.

—Es nuestro ángel de la guarda, ¿no?, significa que nos está vigilando.

—Depende de cuál es su definición  de “Ángel de la Guarda” —Bobby agarró un libro y lo hojeó—, por lo que contaron, más se parecía a esto. —Arrastró el libro por la superficie del escritorio, sin soltar el libro.

Era la pintura del Arcángel Miguel, derrotando a Satanás. La misma imagen que les mostrara antes cuando buscaban la espada de Miguel.

—¿Miguel? No, no era él, ¿crees que lo sea? —Dean se asustó.

—No, no creo que sea Miguel —dijo Sam—, pero sí, tenía un traje muy parecido a este. Yo creo que era una especie de ángel guerrero.

—Bien— dijo Bobby agarrando el libro de nuevo y volviendo a hojear —, porque esto… —Les volvió a arrastrar el libro por el escritorio, señalando con el dedo—… es un ángel de la guarda.

Los dos se acercaron y vieron una imagen donde había una hermosa ángel “mujer” cabello largo rizado, ojos azules como el cielo y con una túnica larga, muy larga que arrastraba por el piso con un manto celeste que la rodeaba. Tenía sus manos en dirección a una niña y un niño que cruzaban un puente destartalado.

—Tú eres la niñita —dijo Dean a Sam, mirándolo fijo.

Sam hizo una mueca de disgusto y agregó:

—Sí, Bobby conocemos a los ángeles de la guarda, pero de todas formas no estamos hablando de la concepción de los humanos. Nunca ha sido así, fíjate en Castiel no más cuando lo conocimos, no se parece a casi nada a la figura de los libros.

—Lo sé y eso es lo que me llama la atención —respondió Bobby.

—¿Cómo?

—No les parece raro que ahora  aparezca un ángel con una imagen definida por los humanos, cualquiera que sea, cuando nunca se presentaron de esa forma, hasta ahora.

Los hermanos se quedaron sorprendidos. Era verdad, Sam más que nadie se desilusionó por completo cuando conoció a los verdaderos ángeles y no los que imaginaba.

—Puede que sigan siendo idiotas como siempre —agregó Dean medio enojado.

—Quizás —Sonrió Bobby—. Si es la sombra de Cas como dijeron, lo más seguro es que Cas lo creó y se basó en la concepción humana sobre cómo debía ser un ángel, pero si es así, no sé por qué eligió a uno guerrero en vez de un “Ángel de la Guarda”.

—El cabello y el vestido le quedarían —se burló Dean.

Sam sonrió.

—¿Muy femenino? —preguntó Sam.

—No lo creo —dijo Bobby—, los ángeles son asexuados, además, si se crea bien una túnica no es nada femenina, sino vean a Jesús.

—Pero de esa forma no podría pelear —dijo Dean sin pensar. 

Silencio. Bobby y Sam se quedaron pensando, mirándose el uno al otro.

—¿Qué? —fue una exclamación de Dean, que sonó a una pregunta.

—Creo que ahí tienes un punto, chico —explicó Bobby— de todas formas no lo sabremos hasta preguntarlo, pero la forma no es tan importante como el propósito, ¿por qué ángeles de la guarda?, ¿para qué?, ¿qué planea nuestro Dios Castiel?

—¿Una invasión? —soltó Sam.

—¡Qué, estás loco! ¡Para qué invadir la Tierra, si eres Dios y puedes hacer lo que quieras! —exclamó Dean.

De verdad, no se imaginaba eso y ni quería imaginárselo. Nadie quería imaginárselo.

—No sé, Dean, yo solo lanzo teorías.

—Pues lanza una más creíble, esa no sirve —se oía muy enojado.

—Ya, ya, tranquilos, primero debemos informarnos para ver cuáles son las intenciones de estos ángeles —concilió Bobby.

—Podríamos atrapar a uno y preguntarle —saltó Dean.

—Y cómo piensas  hacer eso, genio, si no puedes ni hablar con el que tienes en el hombro.

—Pues podemos cruzar un puente ruinoso.

—O un precipicio —agregó Sam.

—Tendría que ser un puente muy, muy ruinoso o un precipicio demasiado alto —agregó Bobby.

—¿Un puente en un precipicio? —Sonrisa maliciosa de Dean.

—¿Están hablando en serio? —Bobby los miró preocupados, pero cuando vio la sonrisa en ambos rostros, suspiró—. Bueno, han hecho idioteces peores. No sé de qué me sorprendo.

Resultó que “el puente” eran unos genios y “el precipicio” una casona laberíntica tipo victoriana: “El puente sobre el precipicio” era un nido de genios, familia completa de cinco miembros en una casona más fea que la de Norman Bates. Dean odiaba esas cosas en lo personal, pero ni modo, tripas corazón y al ataque. Todo por perder al piedra, papel o tijera; debía entrar solo, así lo exigió Bobby, uno no más; armado con un cuchillo pequeño de plata; una linterna; un transmisor y cámara de video —insistencia de Sam—. El problema era que Sam, no entendía que debía estar en peligro mortal si quería que se presentara Cassy y no estaría así, con un transmisor o cámara de video. Buscaría una forma de deshacerse de esas cosas, además, ¿de dónde las sacó Sammy?

—Mala idea, mala idea —decía mientras penetraba en las penumbras del nido.

Monstruos engañadores que lo hicieron tonto en más de una vez. Prefería a los vampiros, por lo menos te chupaban la sangre y ya, eran como él: efectivos.

El único alivio era el tipo de genios, ya que estos son los de las pesadillas y no los del paraíso. Dudaba si quería salir otra vez de ese sueño ideal. Prefería a estos más mortales y peligrosos —te tocan y chao— además, esa era la idea.

“Las cosas que hacía por ver a Cas” —¡Uy! ¿De dónde salió ese pensamiento?—. Sacudió la cabeza: “Concéntrate idiota”.

Un paso, dos, una sombra y a la pelea. Los reflejos de Dean estaban curtidos y mató al primer genio con facilidad.

“No, idiota, no juegues a ser Batman esta vez” —Ni Batman sería tan efectivo, porque el genio, ni lo tocó—. Estaba pensando que debieron elegir un puente más roñoso, cuando sufrió una emboscada de tres a la vez.

Por otro lado, Sam estaba furioso con Dean porque, el muy idiota, apagó la cámara así como el transmisor y no sabía lo que pasaba en el lugar. El GPS localizaba a su hermano dentro de la casona, pero no indicaba nada más. Al menos con el transmisor, podría haber sabido sus signos vitales y ni eso. Bobby trató de calmarlo, pero no resultó. Desesperado, se encontró a sí mismo rezándole a Cassy para que salvara “honestamente” a su hermano idiota. Incluso olvidó el principal objetivo de atrapar al ángel, ya que lo único que deseaba es que saliera vivo de ahí.

—Voy a entrar Bobby, lo siento mucho. Esto no resultará.

—¡Sam! Estos muchachos me dejarán la cabeza blanca antes de tiempo —gruñó antes de salir corriendo detrás del alto.

Por su parte, Dean tenía serios problemas:

—Cassy si vas a presentarte, hazlo ahora, porque después, será muy tarde y fallarás miserablemente en tu misión —murmuró con fervor mientras veía como, en cámara lenta, se le acercaban los monstruos mientras retrocedía.

Fallando en las matemáticas, tres más el genio muerto a lo Batman eran igual a cuatro, faltaba uno, ¿dónde estaba?, ¿detrás de él? Se detuvo. Agarró fuerte el cuchillo y se dio la vuelta, atacando a una genio de pelo largo que lanzó un chillido espantoso. Vio como las manos de ellas trataban de tocarlo antes de expirar y sintió a sus espaldas como los otros se abalanzaban sobre él.

Sin embargo, una fuerza misteriosa lo sacó de ahí, teletransportándolo, y lo puso frente a su hermano, el cual venía corriendo y chocó contra él. Los dos terminaron en el piso: Dean con la nariz adolorida. Se miraron los dos a los ojos cuando escucharon un grito, asustados, se levantaron al mismo tiempo y corrieron por los pasillos de la casona.

—Chicos, ¡qué está pasando! —Bobby les pisaba los talones.

Dean los guió al cuarto, pero antes de entrar, una fuerte luz los cegó y obligados, cerraron los ojos. Cuando todo terminó o la luz se apagó, los chicos vieron lo que estaban buscando.

Parado, en medio de cuatro genios muertos con los ojos quemados tirados en el piso en forma circular, estaba su Ángel de la Guarda tan esplendoroso como la última vez que lo vieron.

Este fue el turno de Bobby de quedar boquiabierto y las mentes les quedaron en blanco por un instante.

El ángel miraba el suelo con sus alas recogidas en su espalda. Al levantar su vista chocó con la mirada de Dean. Por un leve instante, el ambiente se volvió diferente.

—Eeeeh, ¿Cassy? ¿Podrías no desaparecer de improviso?, sino tendremos que hacerlo otra vez.

Cassy ladeó la cabeza hacia un lado:

—¿Qué cosa? —preguntó extrañado.

Dean parpadeó unos momentos.

—Nos referimos a esto. Volveremos a ponernos en peligro hasta que hables con nosotros —su voz sonó decidida.

El ángel empequeñeció los ojos.

—Creí que ponerse en peligro es lo que siempre hacían.

Silencio vergonzoso. Sam se removió en su puesto incómodo. Dean desvió la mirada.

—Sí, bueno, no de esta forma…. lo que quiero decir… necesitamos hablar contigo.

—Yo no puedo hablar con ustedes.

Ahora fue el turno de Dean de empequeñecer los ojos.

—¿Por qué no?

—Lo tengo prohibido. Mi Señor me previno. No puedo hablar, ni ser su amigo, nada de relacionarme con ustedes. Puedo protegerlos cuando estén en peligro mortal, pero es todo.

—Ya, yyyy, exactamente, ¿cómo te previno? —Se sintió temblar.

—Dean —comenzó Sam, pero su hermano lo detuvo con una mano.

—Me dijo que el contacto con ustedes puede corromperme, por eso debo mantenerme lo más lejos posible de su influencia.

Dean sintió un golpe invisible en su estómago. Sam se sintió muy mal y Bobby  también experimentó algo comparable a la desazón.

—¿Sabes por qué dijo eso? —preguntó Sam, ya que Dean estaba medio ido.

—Porque es la verdad

—No, no es cierto –dijo Sam muy seguro.

—Mi Señor no miente y debo creerle a él.

—No, no debes. Si fuera cierto, también hemos corrompido a Dios, ¿no?, porque estuvo bajo nuestra influencia.

Cassy pareció pensarlo.

—No, solo me quieren confundir —dijo el ángel con tono molesto.

—Te equivocas, no queremos confundirte. Mira, solo queremos hablar contigo y si no nos escuchas nos arriesgaremos de nuevo —sentenció Sam.

—¿Arriesgarán sus vidas solo para hablar conmigo?... Eso es tonto —concluyó el ángel.

—¡Exacto! —Dean hizo una señal afirmativa con su mano—, somos unos tontos y unos completos idiotas y si eres la sombra de Cas, sabes que lo haremos —dijo con seguridad.

—Pueden hablarme todo lo que quieran, yo escucharé. Ya se los dije antes.

—Espera, ¿te refieres a rezar? —preguntó Sam.

—Soy un ángel, escucho rezos y oraciones.

—Mira, ya me cansé de esto —Dean avanzó unos pasos—. No quiero rezarte, quiero hablar contigo. Yo pregunto, tú respondes. No me dejas elección. —Sacó un encendedor de la mano y lo lanzó encendido al piso.

El fuego se extendió, pero no hizo la trampa. El círculo estaba bloqueado por los cuerpos de los genios muertos.

—¿Ves? A eso me refiero —contestó Dean—. Sabías lo de la trampa que teníamos para ti.

Cassy no respondió.

—¿Nos estás escuchando todo el tiempo? —preguntó extrañado Sam.

—Vamos Cassy dinos que no sabías que tratábamos de atraparte  y que no nos vigilas todo el tiempo. Por eso sabes cuándo estamos en peligro y acudes en el momento preciso.

—Sam rezó por ti y por eso vine. —Paseaba la vista por el lugar.

—Cassy, mírame —Vio como el ángel detuvo sus ojos azules—. Mírame a los ojos y dime que no nos vigilas todo el tiempo.

Cassy lo miró, pero no pudo mantener la vista.

El corazón de Dean dio un brinco de alegría. Trató de no reflejar la emoción en el rostro.

—Mi Señor dijo que esto sería difícil, pero no dijo cuánto. Está bien, pregunten, yo responderé, pero les advierto que no sé mucho.

—Eso será suficiente —respondió más animado Dean—, primero debemos deshacernos de estos cuerpos y regresaremos a casa de Bobby. Ahí hablaremos, ¿de acuerdo?

Cassy dejó una pausa un poco larga, pero luego respondió:

—De acuerdo.

—Otra cosa —Dean sintió la mirada enojada—, no me mires así, solo quiero saber cuál es tu nombre.

—No tengo uno —Hizo una pausa corta—. “Cassy” está bien para mí.

—Ok. —Sonrió.

La duda quedaba de si cumpliría o no el acuerdo. No podrían discutir nada al respecto en el camino, porque Cassy se daría cuenta. Tendrían que esperar cuando estuvieran en la casa de Bobby.

Fin capítulo 3


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