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A Imagen y Semejanza por chibigon

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A Imagen y Semejanza

Por Ladygon

 

Capítulo 4: El Ángel en mi Hombro.

Dean tenía sentimientos encontrados con respecto al ángel, porque en el fondo extrañaba a Cas y ese no era Cas, sino su sombra: una muy engañosa a la imagen y semejanza de su amigo. Incluso tenía el mismo comportamiento, la misma conducta, el mismo poder —antes que fuera Dios por supuesto— y aunque lucía un diferente traje, en el fondo era Cas. Eso lo confundía terriblemente. Aun así, notaba cierta inocencia de parte del ángel. Si bien Cas también lo era, este se parecía más al recién bajado del cielo como cuando lo conoció por primera vez: tenía ese aire. Sin embargo, estaba la posibilidad de que fuera otro ángel u otra cosa con malas intenciones. No podría soportarlo de nuevo con la misma imagen. No, por el momento, donde los recientes episodios con su amigo lo tenían dolido todavía.

Se sentía mal, muy mal por la traición de Cas. Prefirió a un demonio en vez de a él, igual que su hermano… “¡Qué! ¿Acaso debía convertirse en demonio para que no lo traicionaran?... Grrr” –pensó.

Le hervía la sangre de rabia, pero no lo demostraría, mejor dejarlo estar. Él era fuerte, lo superaría y todo seguiría su curso, cualquiera que este fuere. No podía hacerse mala sangre, porque no era bueno para su trabajo. Ya se desquitaría con algún hombre lobo, vampiro u monstruo que hubiera por ahí. Cazar, cazar y cazar; enterrar el cuchillo y matar. La sangre era lo mejor para lavar las penas y frustraciones, porque Dean estaba frustrado. Nada le resultaba bien y eso era frustrante.

Así que cuando llegaron a la casa de Bobby, sin decir nada en todo el camino por miedo a que el ángel escuchara algo impropio, Dean subió todos sus muros de concreto para no salir herido en esa conversación. Debía hacerlo, porque si no, podía afectarle de mala manera, y ya estaba demasiado mal, para que se pusiera más mal. No quería admitirlo, pero tenía miedo. Un miedo irrazonable y poco comprendido por él, por eso no podía identificarlo como miedo, sino más bien a un sentimiento de incertidumbre. Dean debía ser fuerte, como siempre y enfrentar esto como siempre lo hacía: con decisión y valentía.

Claro que cuando tuvo de nuevo  frente a su Ángel de la Guarda, no contó con que las piernas le jugaran una mala pasada.

—Mejor nos sentamos —sugirió como quien no quiere.

Todos se sentaron menos el ángel. Debía ser por las alas.

Ahí estaban los cuatro con un silencio incómodo, que solo un cuchillo podía cortar. Daba esa impresión ¡Al Diablo! Usaría el cuchillo si era necesario.

—¿Qué son los ángeles de la guarda y cuál es la intención de Dios con ellos? —dijo un serio Dean.

Cassy lo miró a él, luego paseó su vista por todos los demás y volvió a él de nuevo.

—Los ángeles de la guarda, son un grupo de ángeles elegidos para proteger a los humanos en problemas. A estos ángeles, se les asigna una persona o personas para protegerlos y de esta forma crear bien en el mundo.

Eso sonaba bueno. Demasiado bueno para ser verdad.

—¿Y estos ángeles son como tú? ¿Los creó Dios… eeeh, Castiel?

—No, ninguno es como yo. Soy el único que creó mi Señor, los demás, son hermanos del cielo, que bajarán a la Tierra con esa misión.

—¿Quieres decir que tomarán recipientes? —preguntó Sam preocupado.

—Deben tenerlos para cumplir su misión, pero estos serán escogidos con minuciosidad, para no crear daño en el humano cuando sea tomado o dejado. Una vez terminada la misión, el ángel dejará el recipiente para tomar otra misión y otro recipiente. Así irán por el mundo.

—¿Por qué solo tú eres único? Digo, Dios pudo crear más como tú parecidos a él. —Dean estaba extrañado.

—Ustedes necesitan un ángel y nadie quería hacerse cargo. Además, no cualquiera podría, necesitaban uno poderoso, porque siempre se meten en problemas, digamos, peligrosos. Además, alguien que escuchara sus rezos, pues mi Señor no puede. Él está muy ocupado en el cielo. Ser Dios es trabajo completo.

Dean estuvo a punto de flaquear, pero se contuvo.

—Me imagino. Debe ser un trabajo duro —dijo con la boca seca.

Así que Cas no recibía sus rezos, ahora era Cassy quien lo escuchaba. A eso se refería Cas cuando dijo que no volvería, no importando las veces que lo llamara. Se aseguró de que no lo molestaran, pasando la carga a este otro ángel. Eso quería decir que Castiel no escuchaba más sus plegarias. Era cierto: “Cas no regresaría… no volvería… no…”.

Sam interrumpió al ver a su hermano tan ensimismado:

—¿En verdad devolverá todas las almas que tomó del Purgatorio? ¿No dejaría de ser Dios en ese momento?

—No estamos seguro de eso, pero las devolverá. Él dijo que lo haría.

—¿Quién lo convenció de devolver las almas al Purgatorio? —continuó Sam.

—Muerte y Baltazar. Le hicieron ver el futuro y no le gustó. Decidió, entonces, cambiarlo.

—¿Baltazar está bien? ¿Dónde está?

—Baltazar se unió a los ángeles de la guarda. Tomó un protegido y está en la Tierra. No puede contactarse con ustedes, porque ese es mi trabajo.

—Ah, entiendo ¿Baltazar un ángel de la guarda? ¡Pobre protegido! —rio Sam.

—Era eso o quedarse en el cielo como administrativo. El cielo no se puede quedar sin cuidado, ya saben, hay almas que cuidar. Él prefería la Tierra.

—Claro, el Paraíso. —Sam se quedó meditab­­­­­­undo.

Silencio.

—¿Hay más preguntas o puedo desaparecer?

Levantaron la vista y Bobby reaccionó:

—En serio esperas que te creamos, todas esas tonterías de crear bien en el mundo.

—Bobby… —Dean lo miró sorprendido.

—Sé que ustedes no confían en mi Señor —respondió Cassy.

Golpe bajo para todos. El ángel continuó:

—Pero tiene buenas intenciones, después de todo, la naturaleza del cielo es hacer buenas obras, mientras la naturaleza del infierno es hacer las malas. Es solo poner un poco de equilibrio. Dios está remodelando el cielo, porque después de la guerra civil quedó todo desordenado. También, está tratando de que los ángeles se involucren más con los humanos y sean más unidos, porque no sabemos qué pasará cuando mi Señor devuelva todas las almas.

“¿Qué pasaría si deja todas las almas? ¿Volverá a ser solo Castiel? ¿Solo Cas, mi amigo o seguirá siendo Dios? ¿Y si le pasa algo malo y desaparece?” –pensaba Dean y algo en su interior derribó el muro de concreto que tenía en su interior:

—¿Él está enojado con nosotros todavía? —preguntó fuera de lugar.

Todos se sorprendieron, excepto Cassy.

— Dean —el ángel lo nombró como antaño y eso lo hizo peor.

—Contesta por favor —su voz era de súplica.

—No, no lo está.

—Entonces por qué no viene a vernos.

—Está ocupado.

—Antes también lo estaba y venía igual. Dile que venga.

—Dean, ya te dije.

—Dile. Llámalo ahora mismo.

—No puedo.

La sangre bombeó en su celebro y se perdió en su rabia frente a la negativa del ángel.

—¡Claro que puedes hijo de perra! ¡Me importa una mierda tener un ángel de la guarda, quiero a mi amigo! —dijo totalmente fuera de sí.

Se levantó de su asiento y en dos pasos rápidos, largos, agarró de los pliegues superiores de la armadura al ángel. Sam reaccionó y fue a sujetar a su hermano para que no cometiera una locura.

—Escúchame bien angelito de la guarda —continuó Dean—. Quiero que lo llames ahora mismo, o si no, freiré tu lindo trasero en aceite sagrado.

—Dean, no —dijo Sam.

El ángel desapareció entre sus manos. Dean quedó en shock con las manos estiradas en el aire.

—¡Noooo! ¡Maldito! ¡Aparece ahora mismooo!

—Dean, cálmate. —Su hermano lo sujetó más fuerte

—Tranquilo muchacho, ya se fue. —Bobby también ayudó.

Dean se tranquilizó un poco.

—Ya Sam estoy bien, suéltame —dijo, soltándose del agarre de su hermano.

Sentía como si lo hubiera atropellado un tren de carga.

—Necesito tomar aire. —Dean salió al patio de las chatarras sin dar más explicaciones.

Cas… ¿En serio no escuchaba sus plegarias?, pero si siempre lo hacía aunque no le respondiera. Él sabía  que estaba ahí y tarde o temprano, aparecería y diría su acostumbrado “Hola Dean” o el “¿Qué necesitan?” Ahora… ahora no sabía qué pensar.

—Estás mintiendo, él sigue enojado —dijo al aire, aunque no tomó seria conciencia de que se estaba dirigiendo a Cassy—. Maldito, soy yo quien debería estar enojado con él. Es cierto que no confié en él, ¡pero él nos traicionó! Si yo no confié, él tampoco confió en mí ¿No podría ser un empate?

Solo, en medio de la chatarra, se quedó mirando el polvo en sus zapatos sin saber que arriba de él, en una torre de autos aplastados, estaba parado Cassy, mirándolo con mucha tristeza. El ángel se quedó en esa posición todo el tiempo que Dean estuvo ahí, luego, lo siguió volando hasta dentro de la casa. Lo vio aceptar una cerveza de su hermano y estirarse en el sofá. También lo vio prender la TV, y ver unos comestibles curiosos que se movían al ritmo de la música.

Ahora tenía el grave problema, de que su Señor, se enojara con él por hablar con sus protegidos. Se avecina un gran castigo, sino había comprensión por parte de su Señor. Sería cuidadoso la próxima vez, ya que los chicos eran muy manipuladores —eso le habían dicho.

¿De qué forma respondería ante su Señor? Ese era un dilema. La única solución que veía era la confesión, confesar con toda la verdad el porqué  se vio obligado.

Pensaba que si tal vez su Señor comprendía, que no podía permitir que los chicos cumplieran su amenaza de ponerse en peligro, por muy tonto que pareciera, el castigo no sería tan… “uuuh, ¿malo?, ¿grande?, ¿horrible? ¿Qué es lo peor que podría pasarle?”... lo sabía perfectamente.

No podía dejarlo así, por eso mandó un mensaje a su Señor. Un reporte minucioso, esperando que la misericordia divina aminorara el castigo.

Espero unos minutos y nada. El mensaje debió llegar y no había respuestas. La lógica del asunto llamó su atención, pero concluyó, de que si su Señor no respondía, era porque no era nada importante como para que valiera una sola palabra de su boca o pensamiento. También concluyó, que podría hablar con los chicos, siempre y cuando, fuera muy importante o pusiera en riesgo su vida. Convencido, siguió con su misión de forma invisible a los ojos de ellos. Solo se mostraba físicamente, en los momentos más peligrosos y trataba de tener el mínimo de contacto posible con los muchachos.

Mantener a los hermanos Winchester con vida era un continuo trabajo sin descanso: ¿Verdadero o falso?; eso dependía del punto de vista. Los hermanos si bien, corrían hacia la muerte sin control, también tenían sus momentos de paz. Eso lo sorprendió gratamente, pues no imaginó que tuvieran descansos tan prolongados. A veces, pasaban semanas completas sin un caso, otras solo pistas falsas, lo cual siempre terminaban en salidas al bar.

En esos lugares tan oscuros, Dean levantaba una chica y se la llevaba al motel donde tenía sexo con ella. El ángel lo seguía sigiloso, cuidando que la chica en cuestión escogida, estuviera limpia de ser un monstruo o una de las tantas enemigas juradas de los Winchester. Cuando se convencía de su “inocencia”, el ángel se retiraba e iba donde Sam para cuidarlo a él también. Repetía la acción con todos los que rondaban a los chicos, pero, especialmente, a las mujeres de los bares, ya que eran ellas quienes más se acercaban  a ellos y ellos caían redonditos, en especial el mayor. Logró calcular el tiempo de los encuentros de este último, así sabía cuánto demoraba y cuándo específicamente, saldría la mujer del motel o saldría Dean de su casa. Nunca se quedaban: si no se iba ella, era él quien se iba. Los encuentros en el Impala eran más fugaces, porque los chicos se lo turnaban: cuando Dean iba al motel, Sam al Impala y viceversa.

Algunas veces, no muchas, Dean se quedaba más tiempo de lo necesario en la cama, mirando a la nada. La chica del sexo se iba con un confundido “llámame”, “podemos repetir otro día”. El ángel seguía a la chica para asegurarse de que todo estaba bien y no tenía secuaces por ahí escondidos. Luego volvía donde Dean y lo encontraba inquieto sufriendo de pesadillas. Esas pocas veces, el ángel se sentaba en la cama a su lado y lo observaba, luego ponía su mano en la frente del Winchester con mucho cuidado. Este quedaba tranquilo y seguía durmiendo, no se daba cuenta de nada. Al día siguiente, despertaba de muy bien humor y lo achacaba al fabuloso sexo de la noche pasada.

Otras veces, las que más le gustaban, eran cuando Sam y Dean sentados en el capó del Impala, con una cerveza cada uno, miraban las estrellas. Cassy, sentado en el techo del auto con sus alas plegadas, compartía aquellos silencios llenos de sentimientos. Los pensamientos también volaban y podría leerlos, pero nunca lo hacía. Él, con los ojos al cielo, conectaba su mente con su espíritu: un momento muy personal.

La verdad, eran contadas las veces que leía las mentes de los hermanos. Solo lo hacía cuando necesitaba alguna información del caso en cuestión, con el único propósito de salvarles la vida. Pero no  necesitaban tan seguido su ayuda en eso, ya que eran muy competentes en su trabajo y casi siempre se las arreglaban solos. Dean parecía esforzarse mucho en aquellos instantes de peligro vital, despertando en él una admiración, de guerrero a guerrero.

Esta admiración terminó con un mal sabor, cuando Sam increpó a Dean, hasta los gritos, por lo riesgoso de los actos de su hermano.

—¡Qué demonios crees que haces! ¡Suicidarte! —chilló Sam cuando la discusión fue tomando matices mayores.

Dean con la adrenalina todavía en su sistema, contestaba de forma altanera.

—¡Deja el escándalo! ¡No ves que tengo un ángel en mi hombro! ¡No pasará nada!  

Sam se tranquilizó de improviso y su hermano lo miró extrañado.

—No me digas que haces esto a propósito –señaló con seriedad.

—¡Qué! ¡Claro que no!

—¡Dean! –exclamó.

—¡Quieres callarte! –Puso fin a la discusión.

Cassy, invisible, movió sus pies intranquilo. Una desazón reemplazó a la admiración guerrera. Esa misma noche, parado arriba en el techo de la casa de Bobby, extendió sus hermosas alas blancas, cerró los ojos, bajó la cabeza y puso mucha atención en los pensamientos y corazones de los hermanos. Tuvo que concentrarse mucho y lo que logró descubrir lo dejó intrigado.

Sam estaba preocupado, pero esa era su naturaleza, así al buscar más a fondo descubrió confusión. Estaba entre preocupado y confundido por su hermano. Se debatía entre llamar o no al ángel en su hombro, o sea, llamarlo a él.

Dean, en cambio, era difícil de leer. Estaba muy cerrado. Además, interfería cierto programa televisivo de medicina. Concentró más su poder hasta lograr escanearlo por completo en un intento de averiguar qué pasaba con el cazador. De repente, encontró una grieta en ese muro, fue un instante y vio en el fondo un deseo. 

Fin capítulo 4

Notas finales:

No sé si están leyendo, pero les subo este capi porsi :)

Estaba viendo en youtube “Angel with a shotgun” y quedé O.O si la letra es Castiel en todos los sentidos ¡Me encantó! Y eso que me gustaba antes de saber la letra. Ahora es mi favorita. La recomiendo a quienes adoran al angelito.


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