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A Imagen y Semejanza por chibigon

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Notas del capitulo:

Advertencia: Lime. Cuando comencé este fic, no lo tenía pensado, pero sabía que estaba la posibilidad, por eso le puse clasificación M. A partir de aquí la temperatura sube, así que quedan advertidos/as XD.

 

-7-

 

A Imagen y Semejanza

 Por Ladygon

 

Capítulo 7: Mirada de Ángel.

Las conversaciones con Cassy eran siempre grandes monólogos de Dean, los cuales eran respondidos con monosílabos del ángel. El soliloquio se alargaba, porque Dean se tomaba el tiempo de explicar referencias imposibles para el entendimiento del ser sobrenatural. Al final, la plática terminaba con la desaparición repentina del ángel, el cual dejaba una sensación agradable en el corazón del cazador por el momento compartido.

—… y ese fue un weivampiro o weipiro… —explicaba Dean con otro nombre inventado.

—¿Con quién hablas?

—¿Eh?

Como el tipo desaparecía de improviso, sin o con explicación, muchas veces Dean terminaba hablando solo para la sorpresa del recién llegado —si interrumpía alguien—. Incluso para la sorpresa de Sam o de Bobby, a quienes no había razones para desaparecer, ¿o sí?... quizás… cuando la conversación era un tanto, ¿privada?, ¿extraña?, ¿rara?, ¿fuera de lo normal?... Ni idea.

Fue así que Dean desarrolló la “conversación extrasensorial”, aunque era más una conversación unilateral con un ser celestial. Dean hablaba al aire, solo al parecer, pero con la convicción de que le escuchaban, porque sentía su presencia. La verdad es que lo extrasensorial lo tenía en la percepción, así que podríamos decir, con toda propiedad y sin ánimo de equivocarnos, que Dean tenía “percepción extrasensorial”. Percibía al ángel, pero no lo veía, ni tampoco lo escuchaba. Lo sentía como algo intangible dentro de la habitación, del Impala o lugares abiertos. Eso lo confortaba y también lo inquietaba, o lo desesperaba cuando no lo percibía.

—¿Cassy?, ¿estás aquí verdad?

Solo cuando volvía la sensación, suspiraba aliviado.

El remedio se estaba volviendo peor que la enfermedad, porque Dean no estaba mejorando y el ángel lo sabía.

Entonces sucedió que un día, en la soledad de una habitación de motel, comenzó su plática y el ángel se presentó.

—Hola Dean.

Lejos de sentirse invadido en su espacio personal:

—Cassy, ¡qué bueno verte, amigo! Antes que nada, no me dejes hablando solo por favor. Sammy ya cree que tengo esquizofrenia. —Sonrió divertido.

—Sam no piensa eso —dijo con su acostumbrada seriedad— sabe que conversas conmigo.

—¡Ah!, es un alivio saberlo, pero no quiero que desaparezcas.

El “no quiero que desaparezcas” retumbó en el cerebro de ambos y lo nuevo fue que Dean no se arrepintió de decirlo, porque era la simple y llana verdad. No quería dejar de verlo a los ojos. A esos azules, bellos, expresivos ojos angelicales.

—Está bien Dean, no desapareceré, aunque Sam aparezca de su coito…

Dean sonrió ante esto y pensó hacer una broma después. Cosa que nunca hizo.

—…, pero si aparece alguien desconocido no debe verme —continuó el ángel—. No puedo cambiar mi imagen. Me verá así como me ves tú.

—¿Quieres decir que no puedes esconder tus alas o hacerlas invisibles? —preguntó sorprendido.

—No, no puedo. Tampoco cambiar de traje, ni quitarme este que llevo. Es parte de mí.

—¡Oh!, pero Cas podía hacerlo. —En ese momento, cuando dijo eso, algo en su interior se removió.

—Mi Señor podía cuando era un ángel, tal como otros ángeles de la guarda pueden, pero yo no puedo. No soy como los otros ángeles.

—Ah, sí, se me olvida que eres solo su sombra —murmuró con inusitada tristeza.

Cassy lo miró con preocupación. Parecía ido a otro lugar muy lejano.

—Dean, ¿estás bien? —Se acercó casi encima de él, ya no solo invadía el espacio personal, sino que lo robaba.

—Sí, estoy bien —mintió—, no… solo… te pareces mucho a él… —No se apartó, en vez de eso, lo miró a los ojos—. Cuando recién lo conocí, era así como tú.

—Dean.

El humano cerró los ojos a su llamado y sin aviso, pasó ambos brazos por su cuello y lo abrazó. Fue un abrazo fuerte, pero delicado, con la cabeza descansando en su hombro.

El ángel, pese a la armadura y su traje de guerrero, sintió el calor que emanaba del otro y también sintió ese músculo en ese pecho, golpeteando como loco. Se quedó parado sin saber qué hacer, ya que su armadura era extensión de su cuerpo, era dura, pero también suave, cálida, y sentía. Sus brazos estaban a los lados y lentamente, fueron subiendo hasta alcanzar la cintura de Dean. Lo rodeó con sus brazos y palmas, sacó un suspiro del frágil cuerpo y la respiración de aquel, se agitó.  Sintió la necesidad de Dean, como también sintió cuando los dedos de él, se enredaron en su nuca, y esa nariz, se enterró en su cuello. No podía soltarlo, o sea, podía, pero Dean estaba como en trance, como si estuviera explorando, reconociendo o descubriendo algo, que ni el mismo sabía.

A Dean, el inconsciente lo estaba traicionando una vez más, porque ya no podía reprimirlo, porque el continuo picoteo había creado una fractura profunda hasta la raíz en aquel muro levantado. Y, frente a eso, el ángel no podía ayudarlo, salvo dejarlo ser.

Dean acarició con una mano la parte de atrás del cuello de Cassy, y con la otra siguió enredando sus dedos en la nuca y en los cabellos. Su nariz, sin rozar, se desplazó por el perfil del ángel hasta llegar a sus labios donde los besó. Primero con delicadeza, unos besitos suaves, para luego volverlos más demandantes, irrumpiendo en la boca del otro hasta la lengua. Eso lo electrocutó y quiso pegarse más a él, cosa que hizo. En ese momento, sintió como era rodeado por algo más allá de su propio entendimiento: plumas, suavidad, alas; el corazón se detuvo; soltó el beso.

—Cas… Cas… no me dejes —dijo con ojos entrecerrados.

El ángel lo miró con tristeza.

—No lo haré. —Y esta vez, fue el ángel quien lo besó.

Las piernas del cazador flaquearon, Cassy lo sujetó abrazados como estaban, no lo soltó y así en el aire lo depositó con cuidado en la cama. Dean no se despegaba de él, al contrario, se aferraba como no queriendo soltarlo por nada del mundo. Como si fuera un tronco en el río caudaloso y si lo soltaba, era su inminente ahogo. Entonces, Cassy supo que Dean no estaba bien. No estaba en sus cabales. Era como un ebrio fuera de sí y así como un borracho, se arrepentiría al siguiente día por ser tan débil.

—Dean, tranquilo, estaré aquí —Puso las yemas de sus dos dedos, en la frente del cazador—. Ahora duerme y mañana estarás mejor.

Dean se durmió feliz entre los brazos del ángel, quien no lo soltó en toda la noche. A la mañana siguiente, cuando Dean despertó, el ángel seguía en sus brazos y lejos de sentirse mal, un calor tranquilo acarició su cuerpo.

—Dean, ¿estás bien? —preguntó el ángel.

—Sí, lo estoy. —Sonrió avergonzado.

Permanecieron un momento más entrelazados, luego Dean se incorporó perezoso.

—Sam estará por llegar.

—¿Quieres que me vaya? —preguntó Cassy.

—No, está bien —dijo, restregando sus ojos con una mano—, no es necesario. Me daré una ducha rápida e iré por el desayuno.

Cassy asintió con la cabeza. Se levantó de la cama. Estiró sus alas y permaneció de pie en el centro de la habitación mientras el otro estaba en el baño. Cuando Dean salió, estaba vestido con el cabello mojado.

—Vuelvo en un momento —dijo el cazador y salió.

En el intertanto, Sam volvió, también con el cabello mojado. Miró con sorpresa al ángel y buscó a su hermano.

—¿Y Dean? —preguntó Sam confuso.

—Salió por el desayuno —respuesta simple de Cassy.

—¿Y no lo seguiste?

—Te estaba esperando a ti.

Eso disparó las alarmas de Sam.

—¿Qué pasó?

—Dean no está mejorando.

La simpleza de la respuesta dejó a Sam con la boca amarga.

—¿Y qué hacemos?

—Por el momento iré con él, además de revisar tus pasos.

—¿Cómo que mis pasos? —preguntó Sam extrañado.

—Por si algún enemigo te siguió. Tú cuida de tu hermano cuando no me vean. Tengo que vigilar a Bobby también y a pesar que siento cuando todos ustedes están en peligro, es mi deber verlos, y con más razón ahora que no puedo teletransportarme.

—¿Por qué no puedes teletransportarte? —Abrió los ojos sorprendido.

—Es un castigo de mi Señor, me quitó esa habilidad ese día.

—¡No puede ser!, ¿qué harás ahora? —Sam sonó alterado.

—Volar, hacerme invisible, traspasar paredes.

—¿Traspasar paredes cómo los fantasmas?

—Sí, pero solo puedo hacerlo mientras estoy invisible. Es una habilidad un tanto desagradable que no uso, hasta ahora.

Sam no quiso preguntarle por la perspectiva desagradable, aunque veía una idea de eso con razones subatómicas y esas explicaciones científicas-cuánticas que daba Cas y que nadie entendía.

—Ok —Sam asintió dudoso.

 —Dean sentirá mi ausencia, así que vigílalo. —Sin más que decir, el ángel se hizo invisible y voló, traspasando el techo como un espíritu.

—¿Siente tu ausencia? —Quedó extrañamente preocupado.

Las preguntas continuaron arremolinándose en la cabeza de Sam. Puso su laptop sobre la mesa y se sentó a teclear. Algo no cuadraba en todo esto. Tuvo una idea.

Al volver Dean, este paseó la vista por toda la habitación.

—Cassy se fue ¿Está contigo? —se apresuró Sam a preguntar.

—No, no está conmigo. —Fue la respuesta terminante de Dean.

—Así que es cierto que puedes sentirlo.

Dean suspiró. Tiró las bolsas arriba de la mesa, la cual dio un ligero salto en su sitio por el golpe.

—¿Qué más te dijo? —preguntó Dean.

—Que no estás mejorando.

—Eso no es cierto. Me siento bien.

—Entonces, por qué me dijo eso.

—No tengo la menor idea.

—¿En serio estás bien?, Dean.

—Por supuesto, ¿qué no me ves? —Abrió los brazos.

En verdad, Dean se veía bien. Relajado con una actitud positiva y nada fuera de lugar.

—Puedes que estés bien, pero no mejorando. —Fue la conclusión de su hermano.

—Eso no importa, mientras Cassy me ayuda, me siento bien. Cuando hablamos o lo veo, me siento bien. No puedo explicarlo.

—Quizás porque es la sombra de Cas y se parece a él en casi todo.

—No lo sé.

—Dean, ten cuidado. No confundas las cosas. Cassy no es Cas. Castiel es Dios y está en el cielo.

—Ya lo sé, no soy estúpido, sé que está en el cielo y que no volverá —Encaró a su hermano—. Mira Sam, estaré mejor cuando el lazo desaparezca.

—¿Quieres que desaparezca?

—Esa es la idea, ¿no?

—¿Y cómo hacemos que desaparezca?

—Cassy me ayuda.

—¿En serio crees eso?

—Sí —respuesta terminante.

Sam lo miró unos segundos

—Ok —aceptó Sam— pero si no desaparece, buscaremos otra forma.   

—Perfecto.

El plan quedó trazado.

Dean demandaba la presencia del ángel muy seguido. Supuestamente, razonable, porque trataba de deshacer el lazo con su ayuda. En los días muy malos, permanecía todo el tiempo con él y en los días no tan malos, su presencia era intensa antes los sentidos del cazador.

Cassy trataba de permanecer invisible ante los ojos de los chicos. Desplegaba sus grandes alas para volar por el cielo cuando se separaban y ver si estaban bien o no. Volvía con Dean, porque era quien más lo necesitaba en esos momentos. Se iba cuando los chicos tenían sexo; cuando Dean tenía, él se iba con Sam y cuando era Sam, él se iba con Dean; cuando era al mismo tiempo en diferentes lugares, permanecía no muy lejos con los sentidos alertas en caso de peligro. Generalmente, rondando el perímetro desde el aire, al igual que halcón al asecho, listo para atacar al enemigo.

Siempre hacía lo mismo… excepto una vez.

Fue un día que Cassy se adelantó para revisar el cuarto del motel por si había alguna amarra de bruja u otra cosa peligrosa. Dean entró de improviso abrazado a una hermosa morena y cerró la puerta con su pie de un golpe. La mujer reía histérica y él, con sonrisa ladina, siguió su presencia invisible mientras desvestía a la morena. No pudo moverse. No pudo levantar sus pies, algo en esos ojos verdes se lo impidió.

La chica también desvestía a Dean y Dean se dejaba con entusiasmo a las caricias. Ella lo besaba en el cuello y él gemía sin quitarle la vista de encima al ángel invisible, y de vuelta: él besaba a la chica en el cuello, con la  malicia de un vampiro, y sus ojos fijos en el lugar deseado. Ese lugar eran los ojos del ángel, el cual, no sabía cómo podía ser tan preciso.

Debía salir de ahí.

“Quédate”. —Fue la orden dirigida con el pensamiento.

Desnudos sobre la cama, la luz potente caía sobre los cuerpos. Dean sobre ella, movía su trasero de forma sensual. Cassy, hipnotizado por ese bello movimiento, se acercó para verlo más de cerca, haciendo que Dean sintiera la vista del ángel clavada en su culo, y eso elevó la excitación del cazador a niveles insospechados. Comenzó a moverlo de forma erótica, frenética y pornográfica. Abría las piernas para sentir la mirada del ángel, acariciando su entrada y eso lo ponía a mil.

La vista del ángel, recorrió toda la parte de atrás de ese increíble cuerpo: la nuca, los omóplatos, los bíceps, los codos, la cintura; la columna vertebrar en un camino lento hasta la exquisitez de la cola, bajando más por la separación de las nalgas; hizo un alto en ese agujerito, que parecía dilatarse y llamarlo; el golpeteo de esas esferas redondas y rellenas; los perfectos muslos, piernas, planta de los pies y dedos. Era un pecado verlo. Un pecado muy delicioso.

Dean sintió esa mirada recorrerlo milímetro por milímetro y eso lo elevó hasta el orgasmo más increíble del último tiempo.

La desnudez del cazador, después de esto, jamás volvió a esconderse de la presencia del ángel. Le gustaba sentir las caricias de la vista invisible, e incluso, se exhibía en todo su esplendor.

Cassy era un ángel, pero no era de piedra. No podía quitarle la vista de encima, pese al pecado. Además, lo disfrutaba, les gustaba esa “complicidad” entre los dos.

La próxima vez, Dean no se llevó a la chica al motel. En vez de eso, se fue solo, tomó una habitación aparte con cama matrimonial, trajo una botellita y una toalla del baño que puso sobre el velador, se desnudó y dejó la ropa en una silla, se acostó boca arriba en la cama y comenzó a masturbarse.

Cassy había seguido cada una de sus acciones de forma atenta y en expectación, pero cuando vio la última imagen se puso nervioso. Planteó irse.

—Quiero que me mires —dijo Dean con voz sexy.

El ángel se hizo visible. Caminó hasta tocar el borde de la cama y miró.

Fin capítulo 7

Notas finales:

Si esto es lime, ¿cómo será el lemon? Respuesta el próximo capítulo. Saludos.


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