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TU RASTRO SOBRE LA NIEVE por NYUSATSU NO AI

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Notas del capitulo:

Te has vuelto una razón para pensar que el cielo me ha devuelto algún favor, tus ojos me llenan, el tiempo se frena, estoy perdiendo en ti mi corazón.

DAMIÁN


 


Después de la cena los abuelos recibieron la llamada de unos amigos que acaban de llegar de sus vacaciones en Alemania, eran otra pareja como ellos y Susan me contó que los cuatro se conocieron desde que ambas parejas eran solo novios y de antaño habían mantenido una muy buena amistad. Así que habían quedado de verse en un café de la plaza pequeña.


– Damián, vendrás con nosotros… ¿cierto? – Susan tenía una forma muy particular de hacer sus invitaciones, y cuando entró a la cocina, donde Ariel y yo terminábamos de lavar los trastes, con mi ropa ya seca y limpia, me quedó claro que era más una orden que una simple invitación.


– Ella no acepta un “no” por respuesta… – Agregó Ariel sonriendo. A lo que su abuela asintió de inmediato y me dejó la ropa sobre una de las sillas.


– Supongo… que está bien. – Respondí.


– ¡Supones bien! – Aseguró ella y me dedicó una sonrisa divertida, para justo después, volver a dejarnos solos.


– A veces tengo la impresión de que está coqueteando conmigo… – Confesé, Ariel se echó la carcajada y casi deja caer unos de los platos que enjabonaba.


– Definitivamente… está coqueteando contigo. – Lo dijo entre risas y no supe si lo decía enserio o solo lo hacía por preocuparme más. La verdad es que ella me agradaba mucho, pero… era la abuela de Ariel, no sé bien qué pensar al respecto. – ¿Preocupado? – Era increíble que se estuviera burlando de mí de esta manera, cuando a leguas se podía ver mi angustia.


– ¿A tu abuelo no le importa? – Ariel dejó de sonreír y después poniéndose de frente a mí, colocó sus manos en jarra. Con la ceja en punta y esa mirada adusta, tenía cierto aire tenebroso que nunca antes le había visto. – ¿Qué?


– ¡Ah, no! – Dijo con voz dramática. – ¡Yo te vi primero…! – Sentenció – Y estoy dispuesto a hacer valer mi derecho de antigüedad. – Y de la misma manera en la que se puso serio, se volvió a reír. Y ante esto, solo pude cuestionarme si mis cambios de humor eran igual de transitorios. Porque realmente asustaba.


– ¿Celoso?


– Totalmente… – Respondió de inmediato. – Una cosa es que ella coqueteé contigo y otra muy distinta es que ambos quieran conspirar en contra de mi abuelo y mía.


– Qué cosas dices… ¿Cómo podría hacer algo así?


– Estas advertido… – Amenazó.


– ¡Disculpa! – Le contesté tajante ante esa actitud suya tan desdeñosa.


– ¡De acuerdo! – Agregó, como quien me estuviera haciendo el favor de mi vida – Te disculpo, pero que no se vuelva a repetir… – Se reía y ante tanta irreverencia no pude hacer más que imitarlo. Era listo y sabía usar mis propias palabras para agredirme.


– Eres un… – Dejando en la barra el plato que sostenía, lo empujé contra el lavabo, arrinconándolo entre mi cuerpo y la losa fría que tapizaba la alacena. Mis manos se ciñeron a sus muslos y lo levanté de manera que sus piernas se aferran a mi cadera, para que quedara a mí misma altura. – ¿Ahora quien se ríe de quién? – Tuve que arreglármelas para pasarle una mano por la cadera porque la ropa hacía que se me resbalara y él tampoco estaba ayudando mucho.


– Bajame… – Me pidió, pero nada de la actitud arrogante de hace unos segundos, se encontraba ahora. – Mi abuela puede…


– ¡Disculpate! – Le interrumpí y le dediqué la mejor de mis sonrisas. – Disculpate…


– ¡No!


– Entonces no te bajo…


– Pero…


– ¡Disculpate! – Insistí – Repite conmigo: Damián… lo siento mucho, eh sido un grosero y presuntuoso contigo, estoy terriblemente apenado y no lo volveré a hacer…


– No voy a decir eso… – Se defendió de inmediato.


– ¡Que terco! – Me quejé y lo aplasté contra la pared de alado. – Pero yo soy mil veces más obstinado que tú cachorro… Así que o me ofreces mis disculpas o te voy a tener que castigar.


 


ARIEL


 


No pensé que estuviera hablando enserio porque no dejaba de reírse, pero en medio de todo, realmente esperaba a que me disculpara y yo no pretendía hacerlo. Al menos fue así, hasta que sostuvo mi rostro y me aprisionó contra la pared, de tal manera que tuve que sujetarme a sus brazos para no caerme cuando me soltó por completo. Fue curioso cómo le dio la vuelta a la situación, ahora, por así decirlo, ahora era yo quien aferraba mis piernas entorno a su cadera, mientras él envolvía mi rostro con sus manos. Lo vi acercarse lentamente y dejé de moverme, pero cuando estábamos a unos cuantos centímetros de distancia, se detuvo.


Lo estaba haciendo apropósito.


Durante unos segundos nos limitamos a observar los labios ajenos, y los suyos me resultaban insinuantes, los extrañaba y quería sentirlos ya, contra los míos. Pero sabía que si intentaba rozarlos Damián se apartaría, así que levanté la mirada y resultó que él me observaba. – ¿Y bien? – Preguntó y me sonrió de medio lado. Estaba llevando mi autocontrol a límites nunca antes soportados. – Ahora mismo podría estarte haciendo todo eso que sé que te has imaginado, pero primero… vas a disculparte.


Era una cuestión de orgullo. De saber quién se someté a quien…  


– No lo haré… – Le dije y Damián ensanchó su sonrisa.


– Ya veremos… – Se acercó un poquito más a mí, la distancia entré nosotros se hizo ridícula, su respiración me acariciaba el rostro y nublaba ligeramente mi razón. Entonces se relamió los labios, como ofreciéndomelos y por un momento me dije mentalmente que mi orgullo podía irse por la borda, yo quería besarlo, pero me contuve.


Una de sus manos se coló por debajo de mi abrigó y me sorprendió porque no noté el momento en que había soltado mi rostro. Cuando quise reaccionar la punta de su nariz recorría mi cuello, rosándolo muy ligeramente. Su calor me causaba estremecimientos que eran imposibles de controlar.


Sentí la punta de su lengua humedecer desde mi hombro hasta lóbulo izquierda de mi oreja y lo aceptó, mentalmente no estaba preparado para esto. Y aunque me cubrí la boca, de mi interior salió un ruido que nunca antes había hecho y me avergoncé por ello. La sensación era tan placentera que todo mi ser se erizó. Y me estremecí en un gemido.


– ¡Dilo! – Me ordenó con voz ronca y volvió a hacer el mismo recorrido pero ahora de arriba hacia abajo.


– ¡No!


– Ariel… – Susurró mi nombre sobre mi oreja y por mero impulso, temblé al sentir como si corrientes eléctricas me recorrieran el cuerpo. – ¡Sé que lo quieres! Solo disculpate… – No solo lo quería, lo necesitaba, de la misma manera en la que comenzaba a necesitarlo él, pero no iba a ceder. Inclusive, tuve que frenar el andar de su mano, porque comenzaba a tocarme en lugares que no solo me estremecían sino que causaban que me determinación flaqueara. – Imagina que te tengo de esta manera, pero en tu cama… – Eso era jugar sucio, y aunque me rehusé a pensar en ello, casi podía vernos. – Que te quitó todo está estorbosa ropa y mi lengua te recorré en todo el cuerpo.


– ¡No digas eso! – Me quejé.


– Imagina que te voy a llenar por completó… – Y en medio de ese calor que me subía y bajaba me descubrí tapándole la boca con la palma de mi mano. Damián se rio y lamió mi mano, podía sentir su lengua entre mis deseos y eso me resultó igual o incluso más incitante que sus palabras.


Bien, podía perder una batalla pero no la guerra.


– ¡Lo siento! – Susurré y él se detuvo. Quería estar en primera fila para verme arder de vergüenza al saberme temporalmente vencido. – He sido muy grosero y presuntuoso contigo… y estoy… terriblemente apenado… no volverá a suceder.  – Las palabras me salieron encimadas la una de la otra y de mala gana. Pero ahí estaban, las había dicho, ahora que se preará porque iba la mía.


– Ya vez que no era tan difícil… – Se burló.


– ¡Aja!


Sin más preámbulos buscó mis labios y me cubrí la boca mientras negaba con la cabeza.


– ¿Qué?


– No puedes tener todo en esta vida… – Le dije y aunque quiso apartar mi mano, no se lo permití. – Besa a tu disculpa, a mi bajame…


– ¿Estás hablando enserio?


– Completamente… – Intentó atacar mi cuello pero me escondí entre mis hombros, tal y como lo haría una tortuga. Y sin más, deshice el agarre de mis piernas y me resbalé por la pared, era insultante que Damián sea tan alto. Pero la ventaja era que me le podía escapar de entre las manos con facilidad. Rodeándolo volví a lo que hacía.


– ¿Enserio no me vas a besar? – Se quedó ahí plantado, completamente incrédulo de que me haya rehusado a todo ese excelente trabajo de convencimiento. Y también yo estaba un poco sorprendido, pero estaba más orgulloso. Por fortuna, a mi edad, aun no soy alguien demasiado pasional y cave en mí, un poco de cordura. 


– Voy a hacer que te arrepientas de esto… – Amenazó.


 


DAMIÁN


 


Susan entró a la cocina de nuevo y sin darme tiempo a nada, prácticamente fui arrastrado hacía el baño que estaba aún lado de la cocina. Era un poco gracioso que me dejara guiar tan mansamente por una persona, pero era Susan, simplemente no podía negarme.


– ¡Vamos hijo! – Me apremió y la forma en la que llamo “hijo” sonó realmente cálida. – Dijimos que a las nueve estaríamos ahí, ya luego tendrás tiempo de hacer que mi nieto se arrepienta por no besarte.


– ¿Lo escuchaste? – Pregunté tontamente, ya que si lo estaba mencionado era precisamente porque lo había escuchado. – ¿Qué tanto…? – Pregunté avergonzado.


– Dejémoslo en que lo escuché… – Me interrumpió y empujándome hacía adentro del baño, se dispuso a cerrar la puerta, pero justo entonces, se detuvo y la volvió a abrir ligeramente. – Es mi nieto favorito… – Dijo con voz calmada pero severa – Solo asegurarte de no hacerlo sufrir, creo que él ya ha tenido suficiente de eso… Y lo que le falta.


– ¿A qué te refieres con lo que le falta? – Pregunté algo perturbado.


– Lo hablaremos en otro momento, tal vez deberías visitarme cuando él no este… – Sugirió.


– ¿No crees que eso le puede molestar?


– ¿Acaso no sabes guardar un secreto? – Preguntó con dureza y al mismo tiempo cerró la puerta, dejándome con la duda. ¿Y lo que le falta…? ¿Acaso vienen más malas noticias?


Cuando salí ya me esperan los tres en la sala, me demoré un poco porque en mi mente, las palabras de Susan siguieron dando vueltas y me distraje con ellas. Pero en cuanto me vieron, se pusieron en pie casi al mismo tiempo.


Los abuelos se adelantaron y yo me apuré para llegar hasta donde Ariel, quien también se había cambiado. Llevaba una camisa de vestir blanca de manga larga, y encima suéter de cuello triangular en color verde claro. Por fortuna la marca que había dejado en su cuello, no se notaba.


– ¿Todo en orden? – Le pregunté.


– ¡Sí! – Respondió de inmediato – ¿Y contigo?


– Sí, también…


– ¡Qué bueno! – Sin más se dirigió a la puerta, pero antes de que diera el primer paso, lo detuve y con un gesto y parándome bien derechito le di a entender que inspeccionara mi atuendo. – ¿Se ve bien?


– ¡Perfecto! – Respondió mientras me sonreía – Como siempre…


Fue la abuela la condujo, el cachorro y yo nos metimos en la parte trasera del auto y desde que estuvimos dentro, Ariel recargó su cabeza en mi brazo, Susan nos sonrió cuando notó que buscando la mayor comodidad para él, le había pasado el brazo por los hombros.


Hacía años que no viajaba en la parte trasera de un auto y con tan poca velocidad, no es que Susan manejara mal, es solo que respetaba los límites de velocidad.


La noche había caído y si mis cálculos no me fallaban debíamos estar a unos 15° centígrados, aun sí en la tarde había descendido bastante, conforme anochecía iba volviendo a subir. Era un clima soportable y que permitía disfrutar del paisaje de árboles delgados cuyas ramas apuntaban a todas direcciones. Aun así, podía apreciarse una especie de niebla gris que recubría las laderas del bosque y el viento olía a humedad, al parecer, llovería durante la noche, lo cual no era muy común.


La luna se encontraba en Gibosa Creciente, su cuarta fase y aunque era temprano podía apreciarse. En unos días seria Luna Llena, así que tenía un brillo especial.


– No vayas a dormirte… – Le susurré al que se acomodaba entre mi brazo.


– Lo intentaré… – Su teléfono vibro en la bolsa de su pantalón, cuando lo sacó en la pantalla pude apreciar ese nombre que tanto desprecio me producía.


– ¿Y ahora que quiere?


– No lo sé… – Respondió, mientras miraba la pantalla que seguía vibrando. – Ha llamado varias veces.


Sin más le quité el teléfono, cancelé la llamada y lo apagué para después devolvérselo.


– ¡Solucionado!


Ariel miró detenidamente el teléfono y aunque por la posición en la que estaba no podía verlo bien, si pude oler su tristeza y luché con todas mis fuerzas por no enojarme, después de todo debía comprender que era lógico que le tuviera aprecio.


Por suerte, llegamos a la zona alta de Sibiu y lo focos de colores y el bullicio de la gente pronto lo entretuvieron lo suficiente como para olvidarse de Axel. Después de que buscamos estacionamiento, fuimos callejeando para llegar al centro de la Piata Mare y debó decir que la impresión que ese lugar causo en Ariel fue bastante peculiar, no era lo mismo pasar por aquí de día, que hacerlo en las noches. Las fachadas en tonos pastel, durante la noche resaltaban ese estilo que parecía sacado de cuentos infantiles. Con tejados amplios y voladizos abuhardillados, cuyas ventanas se asemejaban a ojos que observaban el día a día del lugar. Pasamos por la casa Haller que es una de las más antiguas de Sibiu y justo alado, en una acogedora cabañita, esperaban la otra pareja.


Ariel y yo nos quedamos un poco atrás mientras dejábamos que ellos se saludaran, realmente parecían mantener muy buena amistad. Y después de que terminaron de abrazarse y besarse, fuimos presentados.


– Queridos… queridos, este par de aquí atrás, son mis nietos… – Dijo Susan mientras nos señalaba. – Damián y Ariel. – Tal y como fuimos nombrados saludamos. Y debo decir que fue muy incómodo ser abrazo por un par de desconocidos, pero me causo gracia ver a Ariel igual o peor que yo. 


Por suerte la pequeña mesa era para cuatro personas, así que el cachorro y yo, nos sentamos en la contigua, viendo hacía ellos, pero al mismo tiempo pudiendo disfrutar de un poco de intimidad. Por debajo de la mesa, mi mano estaba entrelazada a la suya y cada cierto tiempo le acariciaba los bordes con mis dedos.


Los hombres ordenaron Pilsener, la otra mujer ordenó Tuica y Susan demostrando quien era la que más sabia de Brandy, ordenó Palinca.


– ¿Qué es todo eso que pidieron? – Preguntó Ariel, mientras ojeaba el menú.


– El Pilsen es cerveza, está hecha con Maltas de Moravia y es Rubia o clara. – Expliqué – La Tuica es una Brandy refinado hecho de ciruelas y la Palinca es lo mismo solo que refinado dos o más veces.


– ¿Sera que lo puedo probar?


– ¿Bebes?


– Francamente no…


Aprovechando su poco conocimiento en licores, le pedí una copa de Strega en Cóctel. Tanto Susan como su amiga me miraron ligeramente sorprendidas por mi elección, pero después de que les sonriera, lo olvidaron por completo o al menos, eso creí.


 


– ¿Qué tipo de bebida esta? – Preguntó Ariel, en cuanto tuvo su copa frente a él.


– Strega Sun Witch… – Respondí, el color de la bebida era llamativo y con tres capas en distintas tonalidades oscuras.


Como todo un catador de licores profesional, lo observé levantar la copa por el cuello de una manera graciosamente refinada, hasta dejarle a la contraluz de una de las lámparas de luz blanca que teníamos cerca.


Y después de volver la copa hacía a él, la movió ligeramente por varios segundos, para hacer que se evaporé el alcohol y que sus aromas dulces se enciendan, seguidamente olisqueó un poco y cerró levemente los ojos, como concentrándose en poder apreciar cada aroma por muy sutil que fuese. Posteriormente, acercó más la nariz hasta el borde de la copa, casi metiéndola, sin llegar a mojarla y aspiro profusamente.


Entonces bebió un poco y dejó el líquido reposar en su boca para calentarlo, después, casi lo mastico. Deviant decía que hacer esto ayudaba a liberar todos los sabores y diferentes olores. Cuando finalmente lo tragó, exhaló por la nariz para la última apreciación de aromas retro-nasales.


– ¿Y bien? – Preguntó la mujer y hasta ese momento no me había percatado que teníamos la completa atención de los cuatro adultos. – ¿Cuál es el veredicto?


Ariel se intimido ante la pregunta, y les sonrió avergonzado, pero ellos aguardaron por la respuesta.


– Tal y como presumía su color tan oscuro, es un licor fuerte de olores intensos. Al gusto es astringente, pero poco a poco se va sintiendo acido hasta volverse dulce y combina a la perfección con todos los aromas que pude apreciar. Conforme se calentaba pude sentir sabores frutales, tal vez grosella. También algunas especies, clavo, pimienta, por supuesto canela y un ligero toque de menta. Por supuesto, la crema de cacao y el jugo de naranja con el que fue mezclado también se sienten. El sabor es intenso y se mantiene durante varios segundos. Al final pude apreciar un ligero toque viscoso… ¡Me gusta!


El otro hombre felicitó al abuelo de Ariel y dijo cosas como “el buen gusto se traé en la sangre” y que había heredado su gracia. Ellos volvieron a su conversación y mi completa atención volvió a Ariel, quien ya casi se acababa la bebida.


– ¡Despacio! – Le dije y retiré la copa de sus labios. – Si la tomas rapido, te golpeara fuerte… Dale tiempo.


La amiga de Susan nos miraba cada cierto tiempo, a ella, más que a la abuela, le había incomodado mi lección y no dudó en hacerlo saber a Susan, quien solo le sonrió y buscó la manera de cambiar de tema. Pero tanto Ariel, como yo, habíamos escuchado lo que dijo.


– ¿Qué tiene de malo esta bebida?


– ¡Nada! – Le respondí.


– En realidad… – Intervino la mujer que ya comenzaba a sacarme de mis casillas – Es un licor con mala reputación… – Ariel me miró y negué ligeramente con la cabeza. – No es algo que un hombre deba ofrecerle a otro.


– Con todo respeto, es solo una copa de licor… – La interrumpí.


– Damián hay una pequeña fusión teatral en la plaza central, porque no van a verla… – Ofreció Susan y asentí de inmediato.


Sin más y ante la inconformidad de la mujer tomé de la mano a Ariel frente a ellas y nos echamos a andar. No había ninguna función hoy, Susan solo lo había dicho para sacarnos de ahí, y se lo agradecía.


– Esa mujer no me agrada… – Comentó Ariel una vez que los perdimos de vista.


– A mí tampoco… – Confesé y ambos reímos.


– ¿Por qué dijo que es una bebida con mala reputación? – Me reí nervioso, no era algo que pensara confesarle.


– Bueno, Strega es la bebida de las brujas…


– ¿Brujas?


– Todo empezó en la Edad Media, cuando la ciudad fue invadida por los Bárbaros y la iglesia tuvo que cerrar sus puertas. La gente se quedó sin algo en lo que depositar su fe, entonces esa necesidad les llevó a creer en las brujas, magos, incluso en los alquimistas. Tan fuerte llegó a ser esta creencia, que incluso el Rey Arturo tuvo como consejero al Mago Merlín.


– ¿Eso fue real? – Preguntó asombrado – Es decir… ¿no fue solo una historia?


– Todas las historias tienen algo de real… Esta es incluso comprobable.


– ¿Y qué paso después?


– Bueno… Merlín conocía a tres brujas que eran consideradas como verdaderamente poderosas, se dice que ellas vivian en una casona antigua, en la aldea de Benevento, en Italia. Sus nombres eran Sheibla, Neibla, Naibla. Dichas brujas hacían un brebaje de amor… – Esperé unos segundos por su reacción, pero no pude notar nada fuera de la normal, me escuchaba atento como cada vez que le contaba alguna historia de las muchas que hay en Sibiu. – La leyenda cuenta que esta era una pócima amorosa que servía un amante a otro para enamorarlo sin que lo supiera. Entonces, al darle de beber el Licor Strega, ambos quedaban unidos en un hechizo profundo de amor por siempre.


Ariel detuvo su andar y halo de mi mano para obtener mi atención.


– ¿Voy a amarte por siempre?


– Si lo preguntas de esa manera parece más un castigo que algo romántico… – Respondí incómodo. – Esta bebida está hecha a base de setenta hierbas y entre ellas, catorce raíces. – Continué, en un tonto afán de no responder a su pregunta, jalé con suavidad de su mano y seguimos caminando, íbamos sin rumbo fijo, solo por el justo de estar juntos. – Esas brujas eran temidas porque decían que esa bebida podía hacer que un lacayo conquistara a una princesa o viceversa, que un príncipe se enamorada de una mendiga.


Según se cuenta, Bianca Lancia se enamoró apasionadamente del emperador Federico II de los Staufen, una de las familias más prominentes de aquella época. Ella quiso enamorarlo, así que las bujas la hicieron recopilar las setenta hierbas aromáticas bajo la luz de luna llena para poder prepararle esa bebida, ella era la dama honor del emperador y valiéndose de su puesto se la dio de beber. Se sabe que la bebida no fallo en sus efectos…


También se cuenta que el Mago Merlín uso este brebaje para enamorar a Neibla, y por eso en el logotipo de la botella, se muestra la unión eterna que tuvieron, hasta el punto de volverse una sola persona. Si tapas por la mitad a la bruja en el logotipo, puedes ver al Mago Merlín y en su honor, se creó “la Strega del amor”, es un cóctel que se volvió tan famoso, que incluso en la actualidad, los descendientes de las brujas siguen comercializando. Pero ya no tiene el mismo efecto, pues cambiaron cinco de las catorce raíces.


– Es una buena historia…


– Lo es… – Reconocí. Y por lo que dura un segundo, me distraje con un olor que me resultó conocido, pero Ariel volvió a atraer mi atención.


– Todos tenemos nuestra magia, y si he de amar a alguien no será por una bebida, sino porque en mi corazón así ha sido resuelto.


– Estoy de acuerdo, aunque no es exactamente lo que esperaba escuchar…


Todo parecía confabular a mi favor, estaba resulto a sacarle una declaración comprometedora y no me detendría hasta lograrlo.


– ¿Sabes cómo se llama ese lugar? – Le pregunté mientras señalaba a nuestro costado derecho, un camino estrecho con bordes metálicos y sobre el cual, por debajo cruza una calle que lleva al rio Cibin.


– ¡No! – Respondió y acelerando el paso lo llevé hasta donde iniciaba.


– Es el Podul Minciunilor…


– ¿El puente de los mentirosos? – Asentí y cuando él quiso dar un paso hacia adelante para cruzarlo lo detuve. – ¿No se puede cruzar? – Preguntó.


– Se puede… – Respondí, pero hay algunas cosas que debes saber antes.


– ¿Qué tipo de cosas?


– Una de ellas, es que todo lo que digas aquí, significa lo contrario… pero esa historia quedó descartada hace mucho tiempo.


– ¡Entiendo! – Con cuidado lo empujé para que quedara sobre el puente, mientras que yo aún estaba por fuera.


– Otra cosa… Y esta si es verdad y sigue vigente hasta la actualidad. – Aseguré – Si dices una mentira, el puente se derrumbara…


– ¿Enserio? – Preguntó preocupado y quiso regresar a mi lado pero no se lo permití.


–Entonces… ¿Cómo quedamos de nuestra conservación en la cocina? – Me reí y me crucé de brazos. – ¿Dijiste que te gustaba? – Rápidamente abrió la boca para rebatirme, pero después de mi explicación sobre el puente, se la pensó un poco más mientras miraba alrededor. Eso era algo que me atraía mucho en él, esa inocencia tan poco característica de un chico de su edad. Cualquiera se estaría riendo aun, de que le haya dicho que si decía una mentira, el puente se derrumbaría. – Son poco más de tres metros, sin duda alguna, una caída dolorosa, tal vez mortal…


– ¡Lo hiciste apropósito! – Me acusó.


– ¡Que frialdad! – Hablé fingidamente dolido – ¿Cómo puedes pensar que soy capaz de semejante cosa? – Ariel hizo un gestito gracioso que me causo cierta ternura – ¿Te gusto?


– Tal vez, definitivamente…quizá… solo un poco. 


– Tu lingüística es irreprochable… – Me burle.


– No es gracioso…


– ¡Por supuesto que lo es! – Le rebatí – Tengo otra pregunta… ¿Qué pensaste de mí la primera vez que nos vimos?


– ¡Que me golpearías! – Contestó de inmediato, dejando más que claro que esa primera impresión fue nefasta.


– Antes de eso… Cuando te acercaste después de que me hiciste derrapar y rodar por varios metros por el piso en un accidente en el que “tal vez, definitivamente…quizá… pude perder la vida”. – Quiso reírse porque use sus palabras, pero mi tono de claro reproche, no se lo permitió. – Cuando te quedaste mirándome… – Pese a que era de noche, pude percibir ese leve sonrojo en sus mejillas y cuando ya no lo soportó, desvió la mirada, y la clavó en el piso.


– ¿En verdad se caé? – Preguntó mientras con una de sus manos acariciaba el barandal de metal. Me limité a asentir y lo vi suspirar resignado. – Pensé… que nunca había visto a nadie como tú… Me gustaron tus ojos y la forma en la que la parte larga de tu cabello cae sobre tu rostro. Pensé… que eras muy atractivo y que iba a ser casi grato, el que tu hubieras sido lo último que mis ojos miraran, si esos lobos nos alcanzaban. Pensé que tú no eras real, que había algo más, casi trágico y místico… pero que me atraía con fuerza hacía a ti.  Y después dijiste todas esas cosas y yo respondí de tan mala manera que llegué a creer que jamás te iba a volver a ver.


– ¿Y pensar en eso te entristecía?


– Cada vez que lo pensaba…


Acabé con la corta distancia entre nosotros y lo besé. Tal vez había gente alrededor, no lo sé, pero en este momento, solo existíamos él y yo, y también un puente que nunca se ha caído a pesar de todas las mentiras que se han dicho sobre él.


Estaba terriblemente asustado, de un fin de semana para otro, mi vida había cambiado por completo, veintiséis años de soledad, de amargura, de una tristeza sin medida, hoy se veían empeñadas por una felicidad que me aterraba, ya no estaba solo, ya no estaba triste, Ariel hacía que en mi interior nacieran sentimientos que desconocía. Y era perfectamente consiente que estaba perdiendo mi corazón él.


Tenía el poder de callar el vació que hay en mi interior, poco a poco se va volviendo una razón para creer que algo bueno debí haber hecho y por eso la vida me premia con su compañia y la de sus abuelos. Y solo puedo rogar porque él este sintiendo lo mismo que siento yo. Porque ahora, mientras sentía sus labios con sabor a Strega, ahora que esa bebida de amor nos había envuelto a ambos, sé que lo quiero a mi lado, ahora comprendo que los milagros no ocurren cuando lloras, los milagros ocurren cuando se cree en ellos y yo quiero creer que él sera para mí… ese... EL MILAGRO DEL QUE TODO EL MUNDO HABLA.

Notas finales:

Capitulo dedicado a PLATA, REBECA, IVONNE, SANDRA, MAR, MARINA, LUCI Y TAIGA (¿querida tu tambien votaste por ellos? ) Si alguien me falto, disculpen, es un cap para todos los que votaron por esta pareja.

 

Lamento que haya sido hasta ahora, pero he tenido demasiado trabajo y escribí este capitulo en dos ocasiones y cuando ya lo tenia listo y lo revisaba no me gustaba y volvi  cambiarlo todo, pero la tercera fue la vencida, por ahora estoy disfruando de la dulzura de estos dos. 

HADADELANOCHE: En el capirulo que viene tendre tu JAMESXSAM. En esta ocasion Lusso, Samko, Damián y Ariel fueron las dos parejas mas votadas. 

Saludos a todos y nos leemos pronto...


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