Era domingo por la tarde y pensé en visitar a mi mamá, no la veía hace ya tiempo, llegué de improviso y entré sin avisar a su casa, me lleve una asombrosa sorpresa pues no esperaba encontrármela cogiendo como si el mundo se fuera a acabar con una persona que no conocía, al hombre no lo había visto ni en peleas de perros, y para fastidiarla un poco y aprovechar de vengarme por la última que me había hecho cuando me encontró en su casa cogiéndome a una pelinegra muy exquisita que no volví a ver más, en fin, para fastidiarla y llamar su atención tosí fuerte y asuste al hombre comportándome como si fuera el esposo de mi madre pues ella era bastante joven, si me tuvo a los 15 años, en ese entonces mi padre tenía 18, fueron unos adolescentes descuidados, pero no me quejo porque me criaron con mucho amor, hasta que se separaron, sin divagar en los recuerdos, saque mi voz más varonil y de adulto para decir:
-Cariño veo que me estas engañando otra vez, pero que zorrita eres no, debería unirme a ustedes para que la pases mejor-. Dije desabotonando mi camisa, el hombre me miro asombrado y rápidamente cogió su ropa para salir corriendo de la casa, mi madre me miro divertida por la reacción del hombre-.
-¿Así que querías hacer un trío con tu hermosa madre?-. Se acercó a mí para depositar un sonoro beso en mi mejilla.
-Al menos podrías vestirte antes de acercarte ¿no crees?- dije alzando una ceja-.
-Y tú podrías avisar que vendrías para no ver a tu mamá teniendo sexo después de varios días –puso sus manos al costado de sus caderas-.
-Touché-le dije antes de que se diera vuelta para buscar su ropa y adentrarse en su habitación.
Luego de que tomara una ducha salió muy arreglada, no es porque sea mi madre pero era una mujer hermosa, delgada y jovial, nadie pensaría que tendría un hijo, y muy guapo como yo, gracias a dios heredé sus genes, no es que mi papá sea feo pero ella era mucho más hermosa.
-Y bueno, ¿a que se debe el honor de tenerte en mi casa?-preguntó como siempre lo hacía-.
-A nada en especial, solo te quería visitar, hace tiempo no lo hago, y si mal no recuerdo la última vez me viste…-cortó mis palabras-.
-Tienes razón, ¿Quieres almorzar o ya lo hiciste?- dijo con su tono siempre maternal-.
-No, ¿qué tienes de comer?
-Tú favorito- me respondió con una sonrisa, hace tanto tiempo que no como mi plato preferido hecho por ella pensé-.
-pollo picante- dijimos al mismo tiempo, y nos reímos por lo dicho-.
Pasamos al comedor y charlamos de manera tranquila, reíamos por algunos comentarios que decíamos
-Hijo y cómo van los estudio, ¿se te está complicando la carrera?- preguntó con cara preocupada-.
-No, aunque medicina sea estresante, me gusta y voy bien con las pruebas no tienes de que preocuparte.
-Sabes que puedes contar con migo para lo que sea bebé.
-lo sé, lo sé, siempre me lo dices y sabes que te lo diré- si bien con ella no nos viéramos mucho desde que me fui a la universidad siempre ha existido una gran confianza entre nosotros-.
-y ahora lo más importante, como vas en el amor pequeño pícaro, ya es tiempo que me traigas a algún o alguna joven- me miró con cara picara-.
-Sabes que gente no me falta-dije con superioridad- pero aun no encuentro a la persona indicada- ella ya sabía que era bisexual por lo que hablaba cómodamente de mis relaciones que han sido muy pocas, prefería divertirme y tener aventuras de una noche a algo más formal, si era un Casanova de primera-.
-Pues ya deberías traerme un nieto a casa –me sonrió-.
-¡¡MAMÁ!!, no encuentras que soy muy joven para tener hijos, tengo un futuro por delante, cualquier padre quisiera que sus hijos terminaran la universidad antes que todo-.
-Pero yo te tuve a temprana edad –dijo orgullosa-.
-Pero yo no soy como tú, quiero tener un buen futuro –dije alzando la voz un poco enojado, debo admitir que hablé sin pensar en mis palabras, la cague con ese comentario, y lo noté por el rostro triste que reflejó después de lo que dije- Perdón no lo quise decir de esa manera, discúlpame –dije sinceramente arrepentido-. Quise decir que –me interrumpió-.
-No te preocupes yo fui absurda con lo que dije, tienes razón, una madre normal no le diría eso a su hijo, discúlpame tu a mi- dijo con un bajo tono, enserio que me sentí muy mierda la verla triste-.
-Vamos levanta el ánimo, cuando encuentre a la persona indicada te daré muchos nietos –me levante de la mesa para acercarme a ella y darle un sonoro beso en la mejilla-.
-Sabes que no lo dije con mala intención solo no quiero que te quedes solo, deseo que formes una bella familia, y no te descuides –dijo mirando mi parte baja, y entendí a que se refería-.
-Por eso no te preocupes, esa área está 100% cubierta –dije guiñándole un ojo-.
Estuvimos charlando un rato más hasta que ya se hizo tarde y tuve que volver a mi departamento pues al otro día me tocaba una extensa jornada universitaria, así que me despedí de ella prometiéndole volver el otro fin se semana, y que le cocinaría algo rico, pues no me creyó cuando le dije que si sabia cocinar, así regresé a mi departamento a descansar un poco de ese día de madre e hijo.
Entrada la noche me sentía acalorado, el sudor estaba por montones en mi cuerpo, el motivo, estaba soñando con una persona a la que no conocía, lo único que podía enfocar era su cabellera rubia, en mi sueño el rubio se encontraba atacando mi boca en una pieza desconocida; comencé a sobar mi miembro contra el suyo para provocarlo, acto seguido y sin darme cuenta ya me encontraba embistiéndolo con fuerza hasta el fondo, gemíamos de placer, no paraba de divertirme viendo su cara cuando con mi boca rozaba desde su cuello hasta su oreja.
-Veo que te gusta de manera brusca –dije en un gruñido, embistiéndolo vorazmente -.
-siii –gritó cuando me adentre con fuerza- me encanta, sigue, no pares, no te dejare en paz, hasta que quedes seco.
-como si fuera a detenerme… -. Continuamos hasta que ya no resistí y me corrí en su interior, mientras él hacía lo mismo pero entre nuestros cuerpos, el joven experto con una agilidad me acostó en la cama para empezar a lamer todo mi cuerpo, desde mi sexo pasando por mi trabajado torso para terminar en mi boca mientras masturbaba mi erección, ya me encontraba lo suficientemente caliente para adentrarme en él otra vez pero desperté, eché unas cuantas groserías al aire por despertarme cuando yo todavía tenía ganas de más, no me quedó más remedio que levantarme para bañarme y bajar la erección de mi cuerpo y dejar de pensar en el chico, mentiría si dijera que me acuerdo de cómo era, solo tenía presente su color de pelo y nada más, bueno no estaba sorprendido, no es la primera vez que sueño en tener sexo con un desconocido, con pereza me levanté para alistarme e ir a la tediosa universida.