Lentamente, el mayor introdujo aquel erecto miembro en el menor, sentía placer, lo hacía casi con devoción. Disfrutaba cada gemido que Ayase le regalaba, porque eso eran, preciosos regalos para el oído. Los gritos se habían convertido en peticiones que suplicaban por más, ya no para que parase. Pensar eso le brindó enorme satisfacción al mayor.
Lento, muy lento sacó un poco su miembro, y de igual manera y velocidad lo volvió a introducir
-¡Ngh...! K-Kanou
Sólo eso necesitaba escuchar para comenzar con embestidas más veloces, más profundas. Sentía cómo chocaba con el frágil cuerpo del otro, esto generó más excitación en él, en ambos. Aunque no lo dijese, el oji-azul claramente lo disfrutaba, esa noche había sucumbido al placer, a los impulsos del cuerpo ¿cierto?, era detestablemente atracción sin amor, sólo eso.
Poco a poco Ayase comenzó a aferrarse a la espalda de Kanou, pues ya no podía sostenerse sólo atrapando al otro entre sus piernas, la velocidad era mucho mayor que hacía unos minutos, era placentero, brindaba una agitación corpórea enorme.
-¡Ahhh...! ¡K-Kanou, ya-a!- el oji-azul apretó sus ojos, el clímax lo estaba consumiendo, no quería que su voz lo evidenciara, pero siendo honesto, cómo no podría.
-Lo sé, s-sólo aguanta un poco, quiero que lo… que terminemos juntos- dicho esto, apretó una de las nalgas del menos, haciendo que gimiera un poco más, las estocadas aumentaron en profundidad hasta que, llegó el final para ambos, quienes dejaron irse en un grito, Kanou rápidamente colocó a Ayase entre sus brazos, como lo haría cualquier amante.
-¿Estás bien Ayase?- y besó la frente del oji-azul, para demostrarle que ese acto y esa acción, estaban cargados de amor y preocupación por su bienestar.
-S-SÍ, ¿y tú?- cuestionó Ayase todavía con la respiración irregular y las mejillas sonrojadas, tenía sus ojos cerrados pues estaba agotado. Esto sorprendió a Kanou, jamás le habían preguntado eso, pero sonrió tiernamente
-Claro que sí, lo he disfrutado bastante Ayase- y esta vez tomó de la barbilla al pequeño para subirla un poco a su altura, Ayase entreabrió sus ojos y cuando supo lo que pasaba, volvió a cerrarlos, añorando aquel suave toque. Sus labios al principio se rozaron, luego se quedaron juntos durante unos segundos, eso fue todo. Con eso le bastaba a Kanou para darle las buenas noches a su pequeño y tierno amante.
Lo rodeó con sus brazos y Ayase colocó sus manos en el pecho del otro, aquello le brindaba paz a uno y seguridad al otro. Estar así era simplemente perfecto, podían sentir el calor que el otro brindaba, podían escuchar su respiración, y el latir de su corazón, aunque realmente no sabían si aquel palpitar era el propio o el ajeno, eso les divertía a ambos.
-D-Descansa Kanou- dijo suavemente el oji-azul, quien sólo se aferró un poco más al otro, al fin había podido decir aquello que hacía tanto quería exteriorizar, porque esas palabras no eran sólo eso, tenían un significado mucho más profundo. -Como si fuésemos amantes- Pensó el pequeño
-B-Buenas noches Ayase- no podía creerlo, esas dos simples palabras lograron que su corazón dejase de latir sólo para volver a hacerlo con más fuerza.
La noche fue tan tranquila, ambos conciliaron el sueño de una manera sorprendentemente rápida. Varias cosas habían cambiado, y la verdad, sólo generaron en ambos la necesidad de seguir con el otro, de seguir en aquel lugar que ya podría llamarse “hogar”.
Kanou despertó de golpe, algo no estaba bien, Ayase no estaba junto a él, las sábanas ya estaban frías. Así que se levantó de la cama, buscando al pequeño en las otras habitaciones, no lo encontraba, la desesperación comenzó a invadirlo, no podía ser, Ayase ya se había ido, ni siquiera dijo nada. Kanou sólo se quedó mirando fijamente al piso, no podía hacer nada, pero… realmente quería escuchar la despedida, quería saber que toda relación con el menos se había terminado.
-Espera, Ayase realmente no pudo haber hecho algo así, algo le pasó, tengo que encontrarlo por todos los medios necesarios- y aún más preocupado, se puso su pantalón, apenas y le había dado tiempo de tomar unos zapatos.
La búsqueda iniciaba, tenía que encontrar a Ayase…