El día había transcurrido sin problema, Kanou pudo darse un tiempo para comer con el oji-azul. Ambos estaban sentados, de frente, sin mirarse. Cuando terminaron de consumir los alimentos, Ayase comenzó a ponerse nervioso, pues sintió una mirada fija y penetrante sobre él.
Con algo de temor, alzó la vista hasta chocar con aquellos ojos oscuros a los que les empezaba a tener cariño.
-Kanou, ¿qué sucede?- preguntó con algo de temor, el comportamiento del otro era diferente desde hacía unos días
-Ayase, ¿tú quieres…?- y antes de finalizar aquella pregunta, su celular empezó a sonar, esto lo molestó, así que sin delicadeza alguna tomó el teléfono y se dirigió a otra habitación.
¿Qué ocurría?, ¿Cuál era el final de esa pregunta? El pequeño se encontraba en lo que podría llamarse, un “mar de preguntas”. Su pecho comenzó a doler. Así que decidió recoger todos los utensilios y platos que estaban en la mesa para llevarlos a la cocina.
Comenzó a lavar, condesgana, sus pensamientos lo llevaban cada vez más y más lejos de aquella realidad. Fue interrumpido cuando Kanou entró ahí, el oji-azul volteó un poco sorprendido, el otro se acercó rápidamente hacia él, los ojos de ambos se encontraban atrapados en los del otro. Ayase cerró lentamente sus ojos, tuvo efecto.
Kanou no pudo resistirse más y con su mano izquierda tomó de la cintura al pequeño y lo acercó a su cadera, con su otra mano, acogió aquella hermosa y sonrojada mejilla. Presionó un poco con su mano derecha, provocando que Ayase abriera sus labios, dando entrada a lo que sería un beso apasionado.
-Mngh…- Fue lo único que salió de su boca al momento de sentir aquella suavidad en sus labios, Kanou realmente era bueno, era sutil…
-Ngh…- Claro que no, no era sutil, acababa de introducir su lengua, se sentía tan bien.
-K-Kanou- Dijo jadeando un poco, aquel beso a pesar de haber durado poco, había sido tan placentero para el pequeño, no podía admitirlo.
-¿Te gustó?- preguntó con una leve sonrisa el mayor.
Sonrojado, lo único que pudo hacer el pequeño fue lo usual, taparse su rostro con ambas manos. Ante esta reacción tan conocida, Kanou tomó de la muñeca al oji-azul, y acercó su boca a aquella delicada y delgada parte de su amado. Comenzó a lamerla, al principio con círculos, pero posteriormente, su recorrido fue de arriba hacia abajo.
Avanzó hasta una pared, colocando al pequeño de espaldas a él, el recorrido de su lengua cesó, para pasar al cuello de aquella pálida y suave piel, su mano izquierda subió un poco la camisa del menor para acariciar su esbelto abdomen.
Los ojos de Ayase estaban cerrados, generando que sintiera con mayor intensidad aquellas caricias, aquel húmedo recorrido que se acrecentaba en su cuello. ¡No! Una descarga empezaba a despertar su entrepierna, sólo eso bastaba para prender al oji-azul, quien no resistió más y soltó un pequeño gemido, casi inaudible.
Quería ver aquel rostro, así que con su mano derecha, Kanou, volteó al pequeño logrando su objetivo. ¡Ah! Aquellos hermosos ojos brillaban aún más cada vez que el contacto entre ellos era más íntimo. Le dio un cálido beso en sus labios, en su nariz, y a cada precioso contenedor de aquellas hermosas gemas azules. Sonrió al ver la reacción del pequeño evidenciada en su pantalón. Quería continuar, y lo haría…