Cap. 7.- confesiones.
25 de julio:
La silla de ruedas la trajo Alice, debieron suponer que tendría más tacto; pero nadie puede tener mucho tacto cuando te dicen que cabe la probabilidad de que ya nunca vuelvas a caminar, que esa maldita casi hizo polvo tus vértebras y que si Paul no te hubiera encontrado a tiempo, otra historia sería. Solo quedaba saber si con mis genes lobunos se puede hacer algo, una cirugía es de pensárselo ya que no sabemos si cuando comiencen a abrir esta se cerrará inmediatamente; así que lo único que me queda hacer es esperar.
Por su parte, Edward se ha comportado algo extraño, sé que es por mi culpa, si yo no hubiera seguido a Victoria él no se sentiría culpable de lo que me pasó.
Extraño tanto convertirme en lobo, extraño tanto seguir a la manada que creo entrar en depresión. Esme dice que eso no es bueno para mi salud y lo sé, tampoco es bueno para mí que Edward se halla alejado tanto... Eso no es reconfortante.
Mañana parto hacia mi hogar, Carlisle propuso que mi recuperación fuera ahí, ya que no puede hacer nada por el momento, así que mi último día en esta casa me lo pasaré durmiendo.
*
3 de agosto:
Mi padre está muy feliz de tenerme de vuelta, aunque puedo notar en sus ojos la angustia al verme como él, atado a una silla de ruedas; pero lo deja de lado, sabe que eso no es bueno para ambos.
Mis compañeros quileutes me visitan varias veces a la semana así que no me siento solo, hasta que es la visita de Paul la que me hace temer. He intentado hacerme como el que no sé sus intenciones, es tan evidente desde hace una semana que si hubiera seguido como antes no me hubiera dado cuenta. Sé que le gusto y prefiero decirle lo que siento hacia Edward antes de que se haga ilusiones.
Paul esta mañana me pidió permiso para salir así que ahora me lleva a la playa arrastrándome en mi silla de ruedas. Me preparo mentalmente para lo que viene, tal vez me golpee y sé que lo merezco.
Él deja mi silla justo frente al mar, donde las olas frías puedan mojar mis pies, sabe que me gusta mucho eso, aunque ahora no pueda sentirlo.
-Jacob... Sabes que eres una persona muy importante para mí-comienza a decirme mientras ambos miramos como el cielo y el mar se funden por su color tormentoso - la electricidad recorre mi cuerpo cada vez que te siento cerca de mí, así que por favor te suplico que me dejes ser uno contigo. No importa lo que la imprimación diga, yo sé que te quiero junto a mí.
El silencio, solo roto por la madre naturaleza, se instauró entre nosotros, él ya se había confesado ahora era mi turno de decirlo todo.
-Jacob, di algo-me suplica, su voz se escucha atormentada- si ya imprimaste de alguien quisiera saberlo… saber si aún tengo esperanzas.
Se arrodillo frente a mí en espera de mi respuesta, yo solamente pude mirarlo fijamente y tomarlo de las manos en un gesto de comprensiva incomodidad.
-Paul – dije suavemente, esperando retrasar aunque sea poco el momento para no romperle tanto el corazón a mi amigo- yo… yo no te puedo corresponder como tú deseas, tú eres mi amigo, pero yo ya estoy enamorado de otra persona.
Suspiré, no deseaba que esto sucediera así, pero ya es tiempo.
-dime quien es, quisiera saber quién es.
Suspiré una vez más, sé que esto no es justo para él, que se merece a alguien que lo ame con fervor.
-es Edward Cullen… me imprime de Edward.
Eso fue más que suficiente para que diera pasos atrás y una ira descontrolada abarcara su cuerpo haciendo que se convirtiera en lobo. En eso sentí una ventisca y Ed apareció frente a mí intentando cubrirme del inmenso lobo que es mi amigo.
Ambos se miraron fijamente, no podía verlos por la espalda de Edward pero lo supuse, es una costumbre entre ellos a la que ahora se por qué.
-Yo también lo amo Paul, así que no dejare que me lo quites-menciono con decisión mi vampiro de cabellos cobrizos inclinándose hacia mí y dándome un beso en la sien derecha sorprendiéndome por la caricia, ya que hace menos de dos días no me dirigía la mirada.
Paul solo me miro a lo que yo respondí sorprendido y con algo de culpa, a lo que él solamente gruño y se alejó corriendo, podía notar la decepción y el dolor en sus acciones, así que lo único que pude hacer fue colocar mi cara en mis manos para llorar. Si, había obtenido el amor de Edward, pero ¿a qué precio?