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Oportunidad (Johnlock -Kidlock-) por fannigram24

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Hermanos.

Henry estaciono el auto. Enfrene de ellos el orfanato para niños. Era sin duda un lugar muy grande. A la vista estaba un jardín un poco descuidado, tal vez por los niños que se paseaban por ahí. John imaginó que era un lugar perfecto para jugar. Después de un camino de piedra estaba la puerta del orfanato.

John bajo del auto, su madre y padre detrás de él. John pensó que aquel lugar sería más ilustrativo, tal vez un poco más llamativo.

 

 

Entraron y no había indicios de los niños, una señora se acercó y saludo amigablemente los dirigió a una habitación donde decían era la sala de espera, ahí esperarían a que fuera su turno, para proceder a arreglar los papeles de adopción y ver si estaban calificados para adoptar.

Dos monjas los acompañaban y les explicaban alguna que otra cosa.

– Johnny, nosotros veremos aquí las cosas para la adopción. Tu ve a ver a los niños, en cuanto terminemos iremos contigo. Solo no te alejes. – habló Henry agachándose a la estura de su hijo, el parecía más que emocionado por la idea.

– ¿Puede alguien acompañarlo? – dijo Ella antes de que John desapareciera por el umbral de la puerta. No quería que se perdiera. –  Digo, hay muchos niños y no quiero que se con…

– Oh, por eso no hay problema los niños que están aquí tienen su uniforme, no hay forma de confundirlos, señora. – explico. – Él puede andar con mucha tranquilidad.

– Nuestros niños son muy bien portados. – agrego con una sonrisa una monja, esta con menor edad que la otra.

– Oh, en ese caso. John, ve, solo no te vayas muy lejos ¿está bien? – dijo el padre más que satisfecho con lo que habían dicho las dos mujeres.

John sin más abrió la puerta y con suma tranquilidad salió. En cuanto cerró la puerta se echó a correr por el largo pasillo. La luz del sol enraba por las ventanas en forma de arcos. Algunas monjas que pasaban solo alcanzaban a ver como el pequeño pasa a toda prisa por sus lados.

John ya quería ver a los niños, quería conocer a su nuevo hermano.

En su camino se topó con una señorita que le había dicho que no corriera, que el lugar donde todos los niños estaban era en el patio, según ella era la hora de recreo. John hizo caso y no volvió a correr por los pasillos, solo aceleró el paso y abrió de golpe la puerta que dirigía al patio trasero.

Todo el piso que pensó seria de tierra, estaba pavimentado y había bancas en una mayor parte del lugar, ocupadas por algunos niños. Había muchos árboles que daban sombra incluso algunos niños aprovechaban aquello y se sentaban justo debajo de ellos. Un poco más alejado podía ver unas canchas de futbol y otras con cestas de baloncesto. Algunos niños ocupaban esos lugares y estaban jugando mini torneos.

Como había dicho la monja, todos llevaban sus uniformes unos más arreglados que otros. Había muchos niños, solo eran varones. Como su padre había dicho; vamos a un orfanato solo para chicos, ya que tú no quieres a un hermanita ¿cierto?” algunos incluso eran muy grandes, tal vez de 15 o 16 años. Pero ellos eran los que nunca eran adoptados; la gente busca niños pequeños, mayormente bebes.

A los jóvenes en cuanto cumplían 18 años los dejaban fuera, claro, les conseguía trabajo o los ayudaban durante un tiempo, para que pudieran ubicarse y hacer su vida por sí mismos. Muchos terminaban de nuevo en la calle, algunos tenían más suerte que otros.

El orfanato les ayudaba en la educación desde preescolar hasta secundaria.

John sonrió para sí y dio unos pasos adentrándose por el lugar. Algunos niños lo miraban con duda, después simplemente lo ignoraban. Pensaban que solo era un nuevo huérfano. John noto el rechazo, pero siguió caminando, mirando a los niños. En los columpios estaban unos niños de su edad columpiándose y otros les daban vuelo. Sonrió parecían ser muy agradables.

Había varios grupos de chicos sentados ya sea platicando o jugando.

Sintió una mirada. Alguien le observaba… voleo en aquella dirección  un niño mayor –tal vez de unos 11 años– hacia señas.

– ¡Ey! – John miro a todas pares  luego se apuntó con así mismo con su mano, el adolescente se fue acercando y al estar más cercas contesto; – Si tú. ¿Tus padres te dejaron aquí? – John asintió. –Qué mala suerte, pero podrás acostumbrarte, me llamo Sebastián. – saludo amigablemente. Sebastián pensaba que era un niño huérfano.

– Ah, no, no. – Negó con las manos – Venimos a adoptar a alguien. A mi nuevo hermano.

– Oh. – Entendió su error – ¿Cuál es tu nombre?

– John. – observó para todos lados, los niños parecían no notarlo. Solo aquel niño; Sebastián – ¿Por qué todos me ignoran?

– Así son todos. Bueno, algunos. La mayoría pesamos que eras uno nuevo. Pero ya veo que no es así. – le sonrió. Unos chicos que estaban de donde Sebastián había venido le llamaban, Sebastián le asintió con la cabeza y se despidió de John; – Bueno, me tengo que ir, espero que encuentres a tu nuevo hermanito. – después se alejó y fue con los que parecían ser sus amigos.

John asintió agradecido, ¿Dónde se encontrara su futuro hermano? Seguiría buscando…

 

 

En las canchas una pequeña pelea se llevaba a acabo. Eran solo dos niños y los demás estaban de espectadores. El mayor y que parecía más amenazante, estaba enfurecido por la hemorragia verbal que estaba soltando el niño de ojos azules hacia su persona. No lo soporto más, lo silencio con un grito.

– ¡No digas eso de nuevo!

Le grito justo en el rostro al joven de enfrente. Después apretó el puño y se lo estampo en el estómago. El menor retrocedió por el dolor, espero unos minutos y habló de nuevo;

– ¿por qué? … Aun no aceptas que tu madre odia el hecho de haberte tenido. – el chico se sintió ofendido. El niño de ojos azules agrego con falsa voz; – Oh, lo siento, pensé que te habías dado cuenta. – dejo la burla de lado y cambio su semblante a uno serio, sin mostrar sentimientos. –  No, era de esperarse; eres un idiota, tanto como tus estúpidos “amigos”, o como gustes llamarlos.

– ¡te he dicho que te callaras!  

Le soltó otro golpe, pero esta vez en el rostro. Este como reacción cayó al suelo por la fuerza empleada. Los niños que miraban la escena se quedaron callados, algunos apoyaban al adolescente mayor y otros se burlaban del chico de ojos azules. Todos pensaron que ahí quedaría la pelea. El “matón” sonrió son sorna y se voltio para irse de allí. Pero una voz le interrumpió;

– No,… tú me has dicho que no dijera que tu madre se acostó con un hombre con el que no estaba casada y que al darse cuenta su esposo los corrió de la casa a los dos. Como consecuencia tu madre te mando a un orfanato, por lo bajo que era la economía. Pero eso no podías saberlo porque aun eras un crio ¿no es así?

Así era, Sherlock nunca se callaba. Parecía que nadie pudiera parar su hemorragia verbal. Ni aunque lo golpearan el siempre volvía a levantarse.

– Y lo dices tú, – lo apunto al pecho y lo empujo un poco – un rarito que cree que lo sabe todo.  Ahora dime, – soltó una risa de burla – ¿Cómo terminaste aquí? ¿Acaso tus padres notaron que tenía por hijo a un fenómeno?

Todos ahí presentes se echaron a reír. Y es que Sherlock no era la persona más agradable… a nadie le caía bien. Tal vez era su forma de hablar, o la forma en la que humillaba a todos. El solo ignoro las risas y dio un paso al frente, su rostro reflejaba seriedad y tranquilidad. El dolor estaba aún ahí, le dolía el rostro y un morete se estaba formando en su ojo. Pero no le importo y contesto;

– buen puno, solo que lo que tu ignoras es que… yo estoy aquí porque así lo decidí. – el mayor y los demás no esperaba aquella declaración ¿Quién quisiera estar allí, sin sus padres, sin libertad?– Pero tú, tu estas aquí porque tu madre no uso preservativos. – soltó y lo dejo ahí sonrojado por el enojo y avergonzado, siguió caminando aunque escuchara sus gritos con palabras ofensivas.

John que había visto todo aquello, miraba al niño de ojos azules perplejo. ¿Cómo sabía todo eso? Se notaba que el grandulón no sabía nada de eso y el joven de ojos azules lo soltó como si nada. Claro que fue un poco grosero de su parte, pero lo soltó así como así. John pensó en entrar a ayudarlo la primera vez que aquel grandulón lo golpeo en el estómago. Pero noto la diferencia de estatura, de fuerza. Solo lo empeoraría. Se había limitado a observar como los demás. Y es que nadie hizo el esfuerzo de parar la pelea, nadie.

John siguió al chico peculiar, intentando no ser visto.

Sherlock por supuesto que noto la presencia de John. Cuando estaban lo suficientemente lejos de los demás lo encaro. Lo miro de pies a cabeza.

– ¿Qué quieres niño? – su voz era, era muy intimidante o eso crea John.

Ahora que lo notaba el chico era mayor que él, tal vez de unos 13 años.

– y-yo…

– aburrido. – Lo dejo allí y continúo caminando. John lo alcanzo e intento hablar correctamente;

– Espera. ¿Qué fue lo que hiciste hace unos momentos?

– oh, eso. – la mayoría de la gente no preguntaba, solo se limitaba a enfadarse con él por saber más de sus vidas que ellos mismos. Se sintió tan fuera de lugar. – Solo lo observe.

– ¿lo observaste y ya sabias todo aquello? – Sherlock asintió. John dudo de esa respuesta pero añadió; – Eso, fue… ¡fue sorprendente!

– ¿E-eso crees?  – era extraño que alguien le dijera eso. Se sintió bien, extrañamente bien. – No suelen decir eso.

– ¿y que suelen decir?

Una monja se acercó por detrás de John y lo tomo de los hombros suavemente. Sherlock perdió ese bienestar y miro a la monja, sabiendo lo que se avecinaba.

– ¿te está molestando? – le dijo a John, mientras que miraba con reproche a Sherlock.

– no. – contesto dudoso.

– oh, pues vamos tus padres te está llamando. – la moja se extrañó; la mayoría de los niños que se acercaban a Sherlock salían corriendo. Ese parecía más calmado. Cambio su tono de voz amigable a uno amenazante; – Y tú no estés molestando a tus compañeros.

La monja se llevó a John para con sus padres.

Sherlock bufo, había conocido a alguien que había llamado su atención y ya no lo vería otra vez.

Dejo eso de lado y se fue a descansar, ocupaba pensar.

Estaba aburrido y lo único que llamaba su atención era el caso de cierto niño que había muerto ahogado. Las noticias eran recientes, por la fecha del periódico. Era un caso normal, hasta que los policías no encontraron entre sus pertenencias sus zapatos. Claro para ellos no era algo importante, pero Sherlock pensaba en su paradero.

Ahí adentro no encontraría lo que buscaba, la pregunta era; ¿Dónde, Carl Powers, dejo sus zapatos?

Estaba claro que estar con la duda no era algo con lo que estuviera conforme.

Ahí adentro no podría continuar con la investigación, era hora de salir…

 

 

– ¿quién quieres que sea tu nuevo hermano? – Pregunto la señora Watson, su esposo estaba sentado junto a ella y el pequeño John frente a ellos. Estaban en una habitación, donde muy pronto vendría a directora del orfanato y les preguntaría cual era el pequeño al que adoptarían.

John sabía exactamente a quien escogería. Se había decidido.

– al niño pálido. – respondió, no sabía su nombre y no sabía cómo dirigirse a él. Por la ventana se podía ver al joven niño del cual hablaba. La señora y señor Watson miraron a través de ella. Se notaba que el niño era unos años mayor que su hijo.

– pensé que querías a un hermanito menor. Hay más niños pequeños. – dijo el señor Watson.

– quiero que él sea mi hermano, algo me dice que nos llevaremos bien.

Con eso tenían para tomar la decisión. Si a John le parecía bien, ellos no se negarían.

La directora llego;

– ¿ya se decidieron por uno de los muchachos? Si, gustan puedo darles más tiempo.

– No hay porque. Ya sabemos a quién adoptaremos. Nos gustaría adoptar al niño de cabellos rizados. – dijo la joven señora. Apunto con la cabeza a la ventana. Por ella se podía ver a un niño recostado de una forma extraña en el masetero mirando al cielo, pero desde ahí se podía ver que tenía un ojo morado. La directora del lugar miro extrañada a la señora y después al señor Watson. Simplemente se preguntó “¿él? Habiendo tantos más, ¿lo escogieron a él?”

Sin más hablo por un comunicador;

– hagan pasar a Sherlock, dile que recoja sus cosas.


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