Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Camino al cielo por Aomame

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Camino al cielo


Km 10. Epilogo

 

 

Regresamos del concierto, el cual fue todo un éxito. Mi banda fue bien recibida y tras los aplausos disfrutamos en primera fila del maravilloso concierto de Atsushi. Es un monstruo en el escenario, hipnotizante como pocos he visto. Fuimos por unas copas después del evento y luego, no sé por qué, lo invite a mi pequeño departamento.

Me arrepentí cuando estábamos llegando a él. Comparado con su casa… no había mucho que presumir, pues. Pero él no pareció inmutarse por nada.

—Ponte cómodo —le dije corriendo al otro lado de mi pequeño espacio buscando algo que ofrecerle de beber.

Él se quitó el saco y lo dejó sobre el respaldo de una silla con su elegancia característica. Yo lo miré de reojo, mientras lamentaba mi impulso de nuevo.

—Ah, lo siento, sólo tengo cerveza—dije sacando un par de latas del refrigerador. Atsushi había estado tomando vino, así que de pronto me pareció no sólo una mala combinación, sino una vulgaridad ofrecerle una vil cerveza. Sin embargo, él dijo que estaba bien y aceptó la lata sin rechistar —¿Quieres algo de comer?  —pregunté al tiempo que volvía a abrir el refrigerador en busca de algo que picar, de nuevo, no tenía nada decente, lo cerré y me giré hacia él—. Yo… puedo ir a comprar algo… lo siento, no esperaba invitados, yo…

—Está bien —repitió él y le dio un sorbo a la lata de cerveza, la cual dejo sobre la mesa de la cocina y caminó hacia mí —, todo lo que quiero comer lo tengo aquí.

Dijo aquello al tiempo que me rodeaba la cintura con un brazo, mientras que con la mano del otro me acunaba el rostro. Lo siguiente que sentí fueron sus labios contra los míos. Tomado por sorpresa en un inicio, tardé en responder, pero cuando lo hice me aferré a su camisa y me entregué a sus labios, de su lengua que se abrió paso entre mis dientes y me acarició el paladar, provocando un escalofrío.

Lentamente, me hizo caminar hacia atrás, hasta la cama, sin dejar de besarme, ya fuese la boca o el cuello, deteniéndose sólo para rectificar el camino. Me quitó la chaqueta y la playera antes de que pudiera decir o querer algo opuesto a sus deseos, y cuando llegamos al borde de la cama, le bastó con empujarme un poco para hacerme caer en ella.  Lo vi sonreír de medio lado, mientras yo trepaba un poco más arriba en el colchón. Él hincó una rodilla en el colchón, justo entre mis piernas y se inclinó hacía mi para besarme otra vez.

Comencé a sentir el calor del deseo, la chispa de la lujuria abordando cada célula de mi cuerpo. Sus manos agiles desabrocharon mi cinturón y luego el pantalón, el cual deslizó por mis piernas con todo y mi ropa interior. Iba muy rápido, pero ese frenesí encendía todo en mí. Me dejé llevar por los besos que dejó en mi cuello, en mi pecho; suspiré con el roce de sus dientes contra mi piel, la succión suave de mis pezones y el roce de su ropa contra mi piel desnuda.

Tras un largo y apasionado beso, se incorporó. Su rostro parecía impávido, pero esa sonrisa tan suya, entre lo sutil y lo malicioso, me estremeció.  Hincado entre mis piernas lo vi desabrochar con calma los puños de su camisa, seguidos de cada botón que la mantenía abrazando su cuerpo. Cada pequeño botón fue una tortura, sentía en mi interior una urgencia desconocida y hasta cierto punto, dolorosa.

Atsushi se quitó la camisa y la botó a un lado. Tragué saliva, porque después vi como sus dedos se dirigían a la hebilla de su cinturón.

—Ay, sí, papasito, quítatelo —escuché justo a un lado de mi cabeza.

Giré el rostro y ¡vi a Tat chan! Él estaba ahí babeando ectoplasma en mi sabana, embelesado y demasiado excitado para ser un fantasma.

—¡AAAAH! —grité y Atsushi me miró extrañado cuando, también, me vio replegarme hacia la cabecera de la cama.

—¿Qué sucede? —me preguntó.

Tat chan me miró también, aunque aparentemente algo enojado porque había interrumpido su espectáculo. Me quedé de piedra, no sabía qué hacer… responderle a Atsushi ¿qué? ¿qué había un fantasma voyerista en la habitación?

—Yo… yo… yo… —balbuceé, sabía que estaba matando el ambiente.

—Entiendo, demasiado pronto de nuevo—dijo Atsushi.

—¡No! —dijimos Tat chan y yo al mismo tiempo.

Atsushi me miró confundido.

—Es que… es que…

—Si no quieres, déjame entrar a tu cuerpo y que me folle a mí —dijo Tat chan.

—¿Estás loco? —le replique.

Atsushi me miró más extrañado.

—No, tú no…—trate de disculparme.

—Tal vez bebimos de más—dijo él —. Sera mejor que me vaya a casa.

Quería decirle que no, pero él se había incorporado y se estaba poniendo de vuelta el cinturón.

—¡Detenlo! —me dijo Tat chan —. No dejes que se vaya sin que te…

—¡Vete! —le dije manoteando hacia él.

Atsushi me miró y de nuevo quise que me tragara la tierra.

—No, no te lo digo a ti —dije ya un poco fuera de mí.

—Está bien, Hideto. No quiero presionarte.

Se incorporó y se puso la camisa.

—Ciertamente, es algo tarde. ¿Me permites tu baño?

Asentí por reflejo y cuando entró al baño me dirigí a mi amigo.

—¿Qué demonios te pasa? —le espete casi en un susurro —, ¿no se supone que ya estabas en el cielo?

—Sí, pero me aburrí.

—¿Qué?

—Es que todo es muy tranquilo.

—¿Tenías que volver hoy?

—Acerté, ¿verdad?

—Te mataría si no estuvieras muerto ya. Vete, me arruinas la noche.

—Pero quiero ver.

—¡No! ¡Vete, quiero estar a solas con él!

—Pero…

—¡Me lo debes!

Tat chan me miró con un puchero.

—¿Ni siquiera ver?

—¡No!

Suspiró.

—Bien —dijo a regañadientes y lo vi desaparecer a través del techo.

—No se te ocurra asomarte —le dije.

En ese momento, Atsushi salió del baño. Me incorporé de la cama y me abracé a él.

—No te vayas —le dije —. Te… te lo explicaré luego… pero…

Me levantó el rostro tomándome de la barbilla y me besó de nuevo. Me abrazó y sus manos lejos de quedarse quietas contra mi espalda, la recorrieron hasta acunar con sus palmas mi trasero. Sus dedos encontraron el camino entre mis nalgas y sentí la presión de uno de ellos contra mi entrada, di un respingo y, sin querer, rompí el beso.

—¿Estás seguro? —me preguntó él.

Y yo por toda respuesta me arrodillé frente a él y me deshice del cinturón, del botón del pantalón y la cremallera. Liberé su miembro de la ropa interior y en lo que calificaré de un impulso, lo lleve a mi boca. Él marcó el ritmo de la felación aferrando sus dedos a mi pelo y tirando de él suave pero firmemente, guiando mis movimientos.

Entonces, regresamos a la cama y ya nada lo detuvo, ni a mí. Nos dejamos llevar por el momento. Deje de preocuparme, cuando estuvo dentro de mí. Recuerdo haber mirado el techo, sólo por un instante, buscando rastros de mi amigo, pero pronto la vista se me nublo y el pensamiento se me hizo trizas. Lentamente, entre besos y caricias, a cada penetración, en cada sutil espasmo y gemido, entre cada jadeo e intentos de pronunciar su nombre; trepé cada peldaño hacia mi cielo particular. Morí por unos segundos y vislumbre el otro lado, maravilloso y brillante; y regresé, sólo para descubrir que seguía en el cielo.

Esa noche dormí entre sus brazos. Dormitaba yo de espaldas a él, sintiendo su cuerpo contra el mío y su respiración acompasada sobre mi pelo, cuando algo me despertó por completo. Al abrir los ojos vi a Tat chan acodado en el colchón, mirándome con ojos de gatito.

—¿Qué tal estuvo? —me preguntó en voz baja.

No respondí, sólo sonreí.

—Eso supuse —dijo con fingida envidia —. Será mejor que me vaya.

—¿Volverás? —susurré.

—Cuando me aburra de nuevo —me dijo encogiéndose de hombros.

Sonreí y lo dejé marcharse, no lo he visto desde entonces, pero quizás algún día venga a visitarme y entonces, le diré: gracias por mostrarme mi camino al cielo.

Notas finales:

¡Wola! Espero que les haya gustado. 

Parece que escribo este fic cada año, de hecho creo que es así. Pero finalmente ha llegado a su fin, valga la redundancia. 

¡Feliz cumpleaños Ydiel!

¡Te quiero mucho amiga!

<3 <3

 

Owari


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).