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Camino al cielo por Aomame

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Camino al cielo


Km 5

—¿Una canción?

—Sí, Ken chan, ¿tienes una?

Mi amigo Ken, es también guitarrista en la banda de la que soy miembro. Es mejor guitarrista que yo y también mejor compositor. Su estilo es un rock puro y sencillo. Me gusta mucho trabajar con él, porque además de ser genial en ello, es muy divertido.

—Pues… ¿tienes una buena letra?

—Ken chan, ya sabes que no se me dan esas cosas.

—Ja, ja, lo que pasa es que no has intentado lo suficiente. Y a todo esto, ¿para qué quieres la canción?

—Hyde chan —Tatsurou revoloteó hasta dónde estábamos sentados mi amigo y yo. Tat chan y Ken chan nunca se llevaron demasiado bien, digamos que se toleraban, pero nunca fueron realmente cercanos —¿Qué hacemos aquí? Ya vámonos, mejor vamos a hablarle a Sakurai.

—Para mostrársela a un amigo —dije ignorando a Tat chan.

—¿Un amigo? —Ken chan levantó una ceja y también la vista de lo que estaba haciendo —¿No será una amante verdad?

—El único que se llena de amantes eres tú —le dijo Tat chan, haciéndole una trompetilla —¡Maldito promiscuo!

—No, Ken chan, se trata de un amigo de Tat chan.

—Uy, entonces, olvídalo, no tengo ninguna canción.

—¡Bastardo! —dijo Tat chan.

—Vamos Ken chan, no seas así, Tat chan ya no está…del todo aquí.

Ken chan ladeó el rostro y volvió a lo que hacía, que no era más que una maqueta. Era curioso que el más talentoso en eso de la composición musical, Ken chan, también fuera un muy buen arquitecto, tal vez era por aquello de las matemáticas. El punto es que él era quién tenía el mejor trabajo de nosotros, y gracias a él habíamos grabado algunas cosas.

—Tengo la última. ¿Recuerdas? La que hicimos en la noche del cumpleaños de Yuki.

—¡Ah, sí! ¿La grabaste?

—Pues digo, Haide, ¿por quién me tomas? —Se levantó de su escritorio con un lápiz entre los dientes y se dirigió a uno de sus cajones —. ¿Quién es ese amigo?

—Se llama Sakurai Atsushi.

—¿El pianista? —me sorprendió y no, que Ken chan lo conociera. Asentí y él chasqueó la lengua —Pues a ver si le gusta…a esto le falta una letra.

Ken chan siempre me decía que escribiera las letras de las canciones, aunque él podía hacerlo perfectamente, o Tet chan, o Yuki, por alguna razón él siempre insistía en que lo hiciera yo. Tatsurou se asomó por encima del hombro de Ken chan para ver lo que revolvía en él, me volteó a ver.

—Hyde chan —me dijo con voz de apuro —, tiene puras tangas de mujer aquí.

—Las colecciona— le dije. Las tangas de sus mujeres…Ken chan las consideraba un tesoro. Tengo que aceptar que mi amigo es un pervertido, pero uno al que le puedes perdonar todas esas cosas.

—¿Qué? ¿Sakurai, colecciona canciones? —me dijo Ken chan. De nuevo, había olvidado que a Tat chan sólo lo escuchaba yo.

—No…algo así, no sé ni siquiera porque quiere escucharnos.

—Tal vez, ve potencial en ti —Ken chan regresó y me mostro la cinta en la que grabamos—. Así como yo.

Negué con la cabeza y tomé la cinta —Yo creo que sólo tiene curiosidad.

—¿Curiosidad de qué? —mi amigo se sentó frente a mí y  se puso un cigarrillo en los labios, lo encendió y le dio una primera calada.

—De Tat chan, es que, digamos que eran amigos a distancia —no tenía manera de explicarle las cosas—. Y no lo conoció personalmente.

—Oh, ya — Ken chan le dio varias caladas a su cigarrillo con un aire pensativo —Oye, Haide, si fuera curiosidad por ese, ¿no crees que te habría pedido una cinta suya y no de ti?

—¿Ah?

No había pensado en ello. Ken chan, tenía  la capacidad de ver las cosas desde un ángulo diferente, quizás por eso de la arquitectura. Como no le contesté algo coherente, se encogió de hombros y me dejo en paz, así también era él, sabía cuándo seguir jugando y cuando no. Se puso de pie y regresó a la maqueta con un suspiro.

—¿Es una casa? —pregunté

—Sí, me pagaran bien y tal vez, hombre, podamos grabar algo más y mejor…espero que tengas una buena letra para entonces.

—Ja, ja, Ken chan, como insistes. De todas maneras, no sé de qué te preocupas, te va bien.

—Sí, me gusta construir casas, Haide, pero construir canciones me gusta más. Así que espero que ese amigo tuyo sea, no sé, una influencia positiva.

—¿Qué quieres decir?

—Nada, nada —Ken chan, me sonrió y con el cigarrillo entre los dientes volvió al trabajo.

++++

Esta vez, la reunión con Sakurai me puso mucho más nervioso. Me invitó a su casa. Tat chan estaba que explotaba de felicidad, y no habría estado nada mal que lo hiciera, así de una vez, convertido en ectoplasma, me dejaba de molestar y así yo, podría huir para siempre de esos nervios que me comían por dentro como en ese momento.

Tat chan y yo íbamos en el transporte público, camino a la casa del pianista. Para disimular llevaba el teléfono celular pegado a la oreja, así no se veía mal que hablara sólo. Entre mis dedos, llevaba la cinta que Ken chan me había dado, jugaba con ella, intentando calmar la sensación en mi estómago.

—¿Crees que le guste, Tat chan? —le dije mirándole frente a mí recostado tranquilamente en el aire.

—No los sé, Hyde chan. Esperemos que sí —me contestó —. Pero oye, ¿crees que te pregunte más sobre mí?

—No te preocupes, en todo caso yo le hablaré de ti.

—¿De verdad?

—Claro que sí.

Mi amigo me sonrió y se puso a cantar durante el trayecto. Yo bajé el teléfono y respiré calmando mis miedos.

La casa de Sakurai era una casa enorme y muy bonita. Tenía un lindo jardín enfrente, con una fuente al centro. Toque la puerta con la aldaba que tenía enfrente y fue el mismo Sakurai quién nos abrió. Luego, amablemente, nos condujo por el interior hasta lo que parecía ser su estudio.

—¿Te imaginas si fuera  mi novio? —me susurró Tat chan —. ¡Me lo pasaría de maravilla en esta casota!

Reí ante su comentario, pero lo hice muy discretamente. Sakurai me ofreció asiento y él se sentó frente a mí en el sillón opuesto.

—¿Quieres algo de beber? —me preguntó. Sobre la mesa al lado de su sillón había una botella de vino abierta y una copa a menos de la mitad—. Abriré una nueva botella en tu honor.

—Ah, no es necesario. Así estoy bien.

—Bueno, ¿qué tal una copa de la misma botella?

—¡Ay, Hyde chan! Dile que mejor de la misma copa. ¡Quiero un beso indirecto!

—¡Ya no puedes!

—¿Perdón? —Sakurai me miró confundido.

—Digo, es que no puedo. Estoy enfermo y tomando medicamentos y…por eso — no estaba enfermo, pero algo tenía que inventarme.

—Ya veo —aun así me sirvió y me tendió la copa —. ¿Me mostrarás tu trabajo?

—¡Ah! Sí—Saqué la cinta y se la tendí —. Fui por ella esta mañana. Mi amigo Ken chan es quién hace las mezclas y demás.

Él tomó la cinta y se apresuró a hacerla sonar. Ese día, quizás por ser un día de descanso o por estar en su casa, vestía de una manera más casual, un pantalón de mezclilla oscuro y una playera a rayas de manga larga con un par de botones en el pecho. Se veía mucho más relajado y cómodo, justo como él día marcaba.

En cuanto la cinta estuvo en su lugar y él se sentó de nuevo frente a mí. Con el control a distancia hizo que la  grabación empezará.

Tengo que decir que yo me sentí muy satisfecho con lo que estaba ahí. Sin duda, las copas en la fiesta de Yuki nos sentaron bien. Y eso sin contar que fue una grabación hecha casi en vivo, y con todo y ruido era una canción muy buena. Sólo esperaba que para Sakurai fuera al menos un poco de ello.

Tat chan se balanceó durante la canción de un lado a otro, curioseando entre las cosas de Sakurai; un par de veces levantó la cabeza para decirme que algo le había llamado la atención. Para él era irreal todo esto. Es decir, nunca se imaginó ni por un momento que podría estar ahí en la casa de la persona que le gustaba. Y que había sido su último amor antes de morir.

Yo lo observé de reojo, asintiendo a sus palabras con discreción. Y mientras lo hacía también, intentaba prestarle atención a las reacciones de Sakurai. Cinco minutos después, la canción terminó y el sonido se volvió el de una cinta vacía. Él apagó el aparato y luego, me miró.

—Es realmente buena—me dijo y me hizo sonreír.

—¿De verdad, le gustó?

—Sí —tomó su copa de vino y le dio un sorbo —, deja una sensación de lo etéreo.

—¿Lo etéreo?

—¿Has leído algún haiku? —Asentí —. Bueno, un haiku se basa en lo efímero, son escenas instantáneas, que dejan esa sensación de futilidad. Tu canción, me deja esa misma sensación, una emoción repentina y fugaz, que se va pero que deja su huella. ¿Me explico?

—¿Eso es bueno? —pregunto Tat chan.

—¿Es bueno? —repetí yo, con la misma duda.

—Por supuesto —Sakurai volvió a poner la canción —, es una sensación hermosa. Es como los recuerdos amables o como una flor.

—¿Una flor?

—Una flor es hermosa y vibrante. Pero no dura por siempre, y sin embargo, su belleza ya dejo huella.

—Es como la vida.

—Así es. Fútil pero hermosa. Lo bueno, es así.

Sonreí porque no tenía más respuestas. Creo que fue lo más bonito que habían dicho al respecto de nuestro trabajo. Me sentí feliz.

—¿Y no hay una voz que cante? Si es una banda de rock, es por lo general importante, ¿o no?

—Sí… pero —me removí incomodó en mi asiento. Tat chan me miró curioso—. Se supone que soy yo, pero yo digo que Tet chan canta mejor. No me gusta cantar.

—¿Por qué?

—Porque no sé…no es muy divertido.

—Es divertido, te lo puedo asegurar.

—Usted canta.

La canción terminó y Sakurai san movió algo en su control, la música cambio, esta vez era una tranquila melodía de fondo que no entorpecía nuestro dialogo.

—A veces —me dijo y sonrió suavemente, clavando su mirada en la mía y haciendo que mi estómago diera un vuelco, sin que yo supiera porque.

—Hyde chan, dile que yo también — claro, pensé, yo no estaba ahí por mí. De hecho, mi visita con aquella cinta era un pretexto.

—Tatsurou si cantaba. Quiero decir, él era el vocalista en su grupo. Era bueno.

—¿Y no cantabas con él?

—En realidad a Hyde chan, no le gusta cantar, aunque todos decimos que lo hace bien —Tat chan tomó la palabra, lástima que no fuera escuchado. Así que yo simplemente negué.

—Me gustaría escucharte —me sonrojé de nuevo, una cosa era mostrarle algo grabado y otra que me hiciera cantar.

—No…no puedo, estoy enfermo —repetí mi excusa inventada.

—Ah, es verdad —pareció decepcionado, pero no insistió—. ¿Y una letra?

—¿Eh?

—Una letra para la canción.

—Ah, no, no tenemos —y antes de que preguntara porque le explique que todos escribían canciones, pero que Ken chan siempre me decía que le llevara una —. Él siempre dice que le lleve una buena letra y él me construirá una buena canción.

—Bueno, eres el vocalista —dijo él y volvió a tomar un sorbo de su copa —, cuando el vocal canta algo suyo, canta lo que quiere, y si canta lo que quiere, lo transmite con facilidad. No es gratis que la mayoría de los vocalistas sean también los que más letras de canciones escriben.

—Lo sé —repliqué, no quería que me regañara, aunque un regaño en forma tampoco era —Lo que pasa es que no sé qué escribir. Todo mundo canta sobre el amor, y las experiencias. Y yo, bueno…no hay mucho que contar.

Sakurai se levantó, fue a la parte de atrás de su estudio y regresó con un folder. Se sentó a mi lado en el sofá. Y me tendió el fajo de hojas.

—¿Qué es…?

—Algunas cosas que he escrito. ¿Sabes? No todas ellas están basadas en alguna experiencia.

Hojeé las páginas, había cosas realmente muy bonitas. Tat chan se pegó a mi hombro para poder verlas también.

—Puedes imaginar una historia —continuó —, la que sea. Hay muchas cosas más aparte del amor y el desamor para contar en una canción.

—¿Una historia?

—Sí, la que más te guste. La que sueñes está noche. Después deja que tu amigo le ponga música, y verás, que tendrás una canción completa y hermosa.

Lo miré y él a mí. De cerca, tenía que reconocerlo, era mucho más guapo. Entendía porque Tat chan estaba pegado a mi mejilla en ese momento. Pensé, brevemente que él volvía a tomar mi cuerpo y se aventuraba a darle un beso. ¿Qué haría Sakurai? ¿Me apartaría? ¿Me correspondería? Quiero decir, a Tat chan. Aunque, él no sabría que era Tat chan, para él sería yo, yo y solo yo. Cuando hice conciencia de lo que pensaba, tragué saliva y aparte la mirada, sintiendo mi rostro caliente.

—Lo…lo intentaré—farfullé, aturdido.

—¿Me la mostrarías? —sentí su mano en mi hombro y de inmediato mi cuerpo se tensó.

—Sí, sí es algo que no me avergüence…

—Estoy seguro de que estará bien — sentí su mirada clavada en mí, estaba tan cerca que podía oler sin problemas su colonia. Un aroma sumamente masculino que hacía que mi cabeza diera vueltas.

—Yo… —volteé a verlo de nuevo y no pude más que aceptar sus deseos. Me sorprendió la facilidad con que mi guardia se vencía —…se la mostraré.

Él me sonrió y su mano dejó mi hombro para revolver mi cabello de nuevo, sólo que esta vez suavemente, casi como una caricia. Y entonces, Tat chan se coló entre los dos.

—Hyde chan, dile que yo si escribía mis canciones.

Cuando Tat chan dijo eso, me enojé. No tenía porque, pero no podía soportar que Tat chan quisiera quedar bien con Sakurai a costa de mi inutilidad para hacer lo que él si hacía. No dije nada, desvié la mirada y me puse de pie.

—Gracias, por todo, Sakurai san. Pero tengo que irme.

Él me miró desde el sofá con un brazo sobre el respaldo, justo detrás de donde segundos antes yo había estado, y asintió con calma.

—Está bien. Takarai san, te agradezco la confianza.  

—No, yo a usted —me incliné a modo de despedida —. Me acuerdo del camino, con permiso.

Sin decir más, salí de la habitación, con Tat chan detrás de mí.

—Hyde chan, ¿por qué nos vamos? ¿Hyde chan?

—Takarai san, espera…

Pero yo no escuché a ninguno, salí como alma que lleva el diablo, y una vez en la calle eché a correr con todas mis fuerzas.

—Hyde chan, ¿por qué nos fuimos? —me preguntó mi amigo cuando, según yo, estaba a salvo.

—¿Por qué quieres hacerme quedar mal con él? —le dije aún molesto.

—¿De qué hablas, Hyde chan? —Tat chan ladeó el rostro y frunció el ceño confundido. Entonces comprendí, que no había forma de que hiciera eso. Que el único que había actuado patéticamente y huido, había sido yo.

—Olvídalo, Tat chan, sólo estoy estresado.

—¿Seguro? —Asentí y él volvió a estar como siempre, revoloteando a mí alrededor intentando hacerme reí con sus tonterías —. Por cierto, Hyde chan, ¿Cuándo escribirás la canción?

—¿La canción? Ah, la canción —murmuré cuando me senté en la parada del autobús para esperarle— ¿Quieres verle pronto, eh?

—¿Tú no? —Sus palabras hicieron a mi estómago saltar de nuevo —Digo, así te puede ayudar a escribir algo bonito, él es escritor ¿recuerdas?

Asentí. —Le llamaré en cuanto la haga.

Tat chan sonrió feliz y se puso a dar vueltas. Pero yo, comencé a darme cuenta que Sakurai me afectaba, y no necesariamente esa sensación era buena. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

A la pregunta que me hicieron de por qué estan de moda estos dos. La verdad es que no lo sé, pero me gusta la idea, ambos tienen lo suyo, parecen hacer una bonita pareja. Quiero decir, parecen ser compatibles en muchas cosas, incluso en el estilo músical. Y bueno, a mi me encantan!

 

Hasta la proxima!

Y gracias por leer!

continuará...

 


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