"La Dolorosa Historia de un Ángel"
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Se dice en que si dos almas se aman entre sí, un vínculo inseparable se creará, esto quiere decir, que por más que el cuerpo terrenal fallezca, el alma destinada buscará la manera de regresar y unirse a su vínculo, y eso era lo que estaba por descubrir el actual Maou, Shibuya Yuuri.
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Yuuri veía con sorpresa al rubio frente a él, y es que las palabras dichas con anterioridad no podía creerlas siquiera, aun cuando sabía que el gran Shinou Heika no se atrevería a mentirle con algo como eso.
— ¡No puede ser! —Exclamó con histeria, simplemente se negaba a creer ante lo dicho. —Mi hijo no ha nacido aun y ya todo mundo cree que le pertenece, pues no, al menos no si yo no lo permito.
Murata veía con diversión la escena. Vio de reojo a Shinou y no pudo evitar reír al ver la cara llena de sorpresa que traía y es que, ¿quién iba a imaginar que Shibuya Yuuri, quien siempre se negaba a casarse con un hombre en el pasado, sería un padre y esposo muy sobre protector?
—Shinou espabilo y encaró con seriedad a su sucesor. — ¿Crees que lo puedes proteger de su destino? —Preguntó y al no recibir respuesta decidió continuar. —Pues te digo que no, tu hijo tendrá que ir donde su corazón le dicte, en este caso, su alma destinada será su camino a elegir. —Sentenció con autoridad.
Yuuri se quedó callado, simplemente no encontraba como rebatir ante esas palabras. Miro a Murata en busca de ayuda, pero este estaba muy ocupado riéndose de la escena.
—Si me permites, te contaré una trágica historia y créeme que ya aceptaras lo antes dicho. —Dijo con seriedad. —Y no acepto ni una palabra que me interrumpa. —Dictaminó cuando vio las intenciones del escandaloso Heika. —Todo comenzó en mis tiempos de juventud, cuando ni siquiera pensaba en ser el Maou, ni que mi mejor amigo fuera el gran sabio, toda esta trágica historia dio inicio cuando Crystal Von Bielefield se enamoró perdidamente de Tristán Von Winsord.
Ante lo dicho, el espejo dejo de parpadear, para comenzar a brillar con fuerza, tanto así que dejo a los tres presentes, cegados por completo.
— ¡¿Qué pasa?! —Preguntó con sorpresa el peli negro, mientras cubría sus oscuros ojos.
—El espejo nos mostrará su pasado. —Explico con brevedad.
Y por arte de magia, los tres estaban situados en lo que eran las antiguas tierras de la familia Bielefield.
—Murata miro a su amigo con intriga. —Shinou, ¿estamos en el pasado? —Preguntó con sorpresa.
—Así es y aunque quieran, no podrán hablar ni tocar a las personas. —Dijo aquello mirando de reojo a Yuuri, el cual ya iba a comenzar a preguntar sin control.
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Comenzaron a caminar por aquellas tierras tan hermosas. Llegaron a lo que parecía el jardín de aquel castillo y allí vieron lo que según Shinou buscaban.
Shinou y Murata no podían evitar sonreír al ver a sus yo del pasado, quienes jugaban con su vieja amiga y compañera de batallas, Rufus Von Bielefield, pero lo que Yuuri veía con suma atención era al joven doncel que estaba junto a los niños.
Un joven de cabellera larga, rubia y ondulada, atada con una coleta baja; esa hermosa figura que seguro encantaba a quien lo viera, la piel blanca y frágil como la porcelana misma, pero lo que lo tenía hipnotizado era ese par de ojos verdes que brillaban como gemas recién hechas.
— ¿Wolfram? —Cuestiono con duda. Ese hermoso doncel se parecía a Wolfram cuando tenía sus 82 años mazoku, pero de alguna manera era diferente.
—Error...ese es Crystal Von Bielefield, era un primo de Rufus, el pobre quedo huérfano de padre y madre al cumplir los 70 años y el padre de Rufus al ser el hermano mayor de la madre de Crystal, se volvió su tutor legal y lo crio como su hijo. —Contó en resumidas cuentas la historia de aquel doncel.
—El peli negro escuchaba con atención aquello, esa historia sí que lo entristeció y sentía pena por el hermoso chico, pero a la vez más dudas llegaban a su cabeza. —Entonces si no quedo solo y desamparado, ¿por qué sufrió tanto según lo que dices? —Inquirió.
—El rubio apretó los puños con fuerza, cosa que no pasó desapercibido por sus dos acompañantes. —La respuesta es simple y hasta tú mismo la sabes...dime Shibuya, ¿por qué sufrió Wolfram por tantos años? —Cuestionó con frialdad.
Yuuri abrió los ojos con sorpresa, él sabía con perfección la respuesta, y aun con tantos años dándole a Wolfram, a su amado esposo el amor, cariño, comprensión y atención que siempre se ha merecido, aun con todo eso, Shibuya Yuuri sentía que no le daba lo suficiente.
—Por amor. —Susurró con dolor.
—Así es...por amor lo perdió todo, desde su honor, orgullo, confianza en sí mismo y su pureza, hasta el respeto de su tío y la demás nobleza que lo rodeaba, y aun cuando yo, Rufus e incluso mi amigo aquí presente lo apoyamos, Crystal quedo marcado y maldecido por ese amor.
De pronto aquella cálida escena que veían se tornó oscura. Se situaron en lo que parecía una lujosa y no muy grande bóveda, en donde un blanco ataúd rodeado de montones de flores era el adorno principal.
Yuuri se acercó con miedo y un sentimiento de dejavú lo embargo. Abrió sus ojos sin creerlo, allí en el ataúd, un hermoso ángel descansaba. Vestido completamente de blanco, se encontraba el que alguna vez fue, Crystal Von Bielefield.
—No puede ser. —Susurró con trabajo.
Shinou y Murata se acercaron y vieron al doncel con tristeza. Los tres se quedaron en silencio, pero todo silencio se quedó atrás cuando una persona hizo acto de presencia en el desolado lugar. Un varón de piel ligeramente blanca, cabello corto y alborotado, de un color blanco platinado, y unos ojos grises llenos de una expresión seria, pero con una mirada llena de dolor y tristeza. Una vestimenta llena de lujos era lo que traía puesto, un traje tipo militar, compuesto por un pantalón y chaqueta blanca con todo y sus medallas y emblemas familiares, botas de un color negro y una capa roja que lo hacía resaltar en demasía, y por supuesto no hay que olvidar la espada que estaba en el lado derecho de su cintura.
El varón se acercó y se hinco frente al ataúd, donde aquel frágil ángel descansaba, todo siendo visto por Shinou y sus dos acompañantes.
—Crystal...mi amado Crystal...como lamento el daño que te cause. —Susurró con dolor.
Como se lamentaba el dolor que le causó a su amado para haberlo llevado a los brazos de la muerte. Sus ojos estaban anegados de lágrimas, simplemente no buscaba como apaciguar su dolor, el dolor de haber perdido al ser amado.
—Maldita sea la hora en que le hice caso a Marielle. —Con odio dijo el nombre de aquella arpía que decía ser su amiga.
Shinou y sus dos acompañantes solo observaban con dolor la escena, más Yuuri, el entendía perfectamente lo que sentía ese tipo, pero no podía evitar sentir molestia con aquel hombre que se atrevió a lastimar al dulce doncel.
—Supongo que quieres saber lo que hice para que Crystal falleciera.
Aquella voz hizo que los tres viraran a ver hacia atrás de ellos, topándose con el mismo varón que veían con anterioridad. De pronto, todo a su alrededor se volvió de cristal, un hermoso y brilloso cristal.
—Me presento, soy Tristán Von Winsord, heredero de la vieja y muy rara dinastía del elemento del hielo. —Se presentó cordial y respetuosamente. —Contare que fue lo que hice, pero luego no quiero tener más contacto con ninguno de ustedes. —Sentenció mirando con seriedad al único rubio de ojos azules. —Lo que hice fue enamorarlo, enamorarlo a tal punto que no podría vivir sin mí...le hice tantas promesas, promesas que no le cumplí...hice caso a las personas equivocadas...chismes de una supuesta amiga...me dijeron que Crystal me engañaba, que solo estaba encaprichado conmigo, que tenía un prometido, incluso el supuesto prometido se presentó ante mi...me dijo tantas cosas llenas de calumnias en contra de Crystal, cosas que yo creí como tonto...decidí vengarme quitándole su pureza e inocencia y luego lo deje con palabras hirientes que le destrozaron el corazón y no contento, lo hice público ante todo el mundo...solo abrí los ojos a la verdad cuando su prima Rufus fue a buscarme y gritarme hasta de que me iba a morir...y cuando regrese a disculparme y responsabilizarme de mis actos...Crystal había muerto. —Contó con completo dolor.
— ¿Qué? —Apenas y pudo pronunciar esa pregunta.
—Ya les conté todo, así que no vuelvan a molestarme. —Dijo con seriedad, él ya no quería acordarse de lo que paso en el pasado.
El actual Heika estaba que no se la creía, ¿cómo pudo cometer tal barbaridad en contra de ese pobre doncel?, él sabía lo que era caer en las palabras de las personas equivocadas, y aceptaba que en el pasado cometió un grave error que casi se lleva la vida de su amado, pero al menos el sí logro enmendar su error y no se arrepentía.
Shinou por su lado, ya tenía idea de lo que pasaba por la mente de su sucesor, sabía que pensaba en lo sucedido con Wolfram.
— ¿Lo violaste? —Aquella pregunta fue pronunciada con cierto dolor y rencor.
—El albino negó presuroso. —No...Jamás se pasó esa idea por mi cabeza...él se entregó a mí, se entregó de la manera más pura y yo lo herí...el no soporto el dolor que le cause, enfermo por falta de amor y yo fui el causante de esa enfermedad. —Explico con dolor. —Ya he hablado demasiado.
Dicho esto, una luz cegadora hizo acto de presencia en el lugar. Para cuando los tres visitantes lograron abrir los ojos, ya estaban en el lugar donde empezaron, con el espejo que aún con todo, seguía brillando y parpadeando.
—Nos sacó del recuerdo. —Le dijo el de lentes a su amigo oji azul.
—Así es amigo mío, nos sacó del recuerdo, porque le teme a la verdad. —Shinou apretó los puños, mientras veía al espejo que estaba en el suelo. —Yuuri, te diré una cosa, esto que está pasando, pasa cada determinado tiempo...cuando Crystal Von Bielefield reencarna, el cuerpo de Tristán Von Winsord también lo hace, más el idiota de Tristán no deja ir su alma. —Comenzó a explicar, llamando la atención de su sucesor. —Según Ulrike, la penúltima reencarnación de Crystal fue en el padre de Wolfram...William Von Bielefield, y este al no encontrarse con su amor, término casado con Cecilie Von Spitzberg, ya sabrás que ella jamás lo amo y el sufrió por ello, lo único bueno de esa unión fue Wolfram.
Yuuri solo escuchaba, de cierta manera sentía pena por su difunto suegro, pero también agradecía a que eso hubiera pasado, de lo contrario él no tendría su felicidad con sus amados y valiosos tesoros.
—Pero hay algo más, según Ulrike, ella hablo con William Von Bielefield cuando estaba a punto de morir, al parecer las reencarnaciones recuerdan en sus últimos momentos, su vida como Crystal. Según ella, el pobre dijo que si en la próxima reencarnación no se encontraba con Tristán, ya no regresaría nunca más, porque entendería por completo que él jamás lo amo. —Termino de hablar, esperando la pregunta de su sucesor.
—Yuuri no buscaba que decir, pero opto por decir la duda que lo asaltaba desde un principio. — ¿Qué tengo que ver yo?, ¿qué tienen que ver mi esposo y mi hijo no nato? —Con intriga cuestionó desconfiado.
—Eso era lo que esperaba oír desde el inicio y sonrió de medio lado al oír las dudas de su sucesor. —Tú crees que todo fue un sueño, ya sabes, donde impartí mi castigo y tu esposo quedo dormido por toda la eternidad, mientras tu esperabas a que despierte. —Externo con cierta malicia, sorprendiendo a su sucesor. —Apuesto a que cuando viste a los hijos de tus cuñados te sorprendiste del parecido que tienen con los de tu sueño, bueno pues te diré que no fue un sueño, eso paso, pero como Wolfram pidió un deseo al espejo de los sueños y este se lo cumplió cuando tu abriste los ojos a la verdad, Tristán Von Winsord regreso el tiempo atrás y gracias a él tienes todo lo que ves ahora. —Reveló con seriedad.
— ¡No puede ser! —No lo podía creer, todo parecía tan irreal.
—Tú le debes un favor al igual que Wolfram, pero eso no es todo, el niño que esta pronto a nacer es la última reencarnación de Crystal Von Bielefield y si no convences a Tristán de ir a su cuerpo, tu hijo estará destinado al sufrimiento y la soledad.
Yuuri abrió los ojos a más no poder, simplemente no podía creer aquello, pero sabía que era verdad, y ahora que lo sabía, tenía que hacer algo, después de todo, la felicidad de su hijo estaba en juego, claro que si lograba convencer a ese tal Tristán, como padre protector que era, no se la dejaría nada fácil. Iba a decir algo, cuando su padrino y cuñado entro al lugar de manera estrepitosa.
—Yuuri, es Wolfram...tuvo una recaída repentina.
Eso basto para dar por terminada la reunión. Yuuri no dijo nada, simplemente salió corriendo con dirección a la habitación real, sabía que allí estaría su esposo y esperaba que nada malo le haya pasado.
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—Murata veía a su amigo con duda, siempre que veía que su rubio amigo sonreía era porque algo se traía entre manos y esa no era la excepción. — ¿Qué tramas? —Preguntó con seriedad.
—Yo no tramo nada, solo sé que las cosas terminarán mejor de lo que esperaba, aunque hay una energía maligna que siento desde el principio del embarazo de Wolfram...amigo mío, vigílalo por favor.
Murata salió del lugar, no sin antes asentir en silencio. Miro al espejo y vio que brillaba cada vez con más intensidad y rapidez, dejo el tema y comenzó a caminar con dirección a la habitación de la pareja real para verificar el estado del consorte real.
—Tristán, sé que escuchaste todo y te diré que ese muchacho que es el actual Heika, no va a dejarte en paz hasta que no vayas a tu cuerpo, sabes que si tu cuerpo cumple el año de vida, morirá y por el brillo del espejo diría que le quedan unas dos semanas, o tal vez menos. —Hablo para después desaparecer.
CONTINUARA