Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hilo Rojo (KagaKuro) por Tesschan

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Descargo: Kuroko no Basket y sus personajes le pertenecen a Fujimaki Tadatoshi, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

 

 

Capítulo 3:

Atar

 

Algo se acumula en mí,

lo siento, ya no tengo remedio...

yo solo estoy atado a tu frontera...

(Luis Alberto Spinetta)

 

 

 

Aquello no era una cita. Solo era una salida normal, como amigos. Para nada era una cita.

Kagami llevaba repitiéndose aquellas palabras como un mantra budista desde la tarde anterior, cuando en aquel impulso alocado invitó a Kuroko a salir con él. Bueno, técnicamente no lo invitó, más bien se lo exigió y luego ni siquiera se detuvo a esperar una respuesta; por ese motivo llevaba la última media hora muriéndose de nervios pensando que quizás el chico no aparecería y lo dejaría plantado. Y no podría reprochárselo.

¿Qué demonios se suponía que estaba haciendo?

Su intención cuando fue a buscar a Kuroko a la escuela la tarde anterior era la de disculparse con él, intentar que su amigo olvidara el incidente del beso y que pudieran volver a su relación habitual como si nada hubiese ocurrido entre ellos; sin embargo, después de verlo y hablar con él, de que Kuroko hubiera parecido aunque fuera solo un poquito interesado, su determinación se esfumó de golpe y aquella estúpida esperanza le hizo pensar que quizá, solo quizá, pudiera tener una oportunidad de llegar a gustarle; entonces lo terminó invitando y…

—¡Ah, maldición! —Profundamente frustrado, Kagami se pasó las manos por el pelirrojo cabello sin importarle lo más mínimo si lo desordenaba o no. Algunas personas que paseaban cerca del cine se lo quedaron viendo hasta que él les dedicó una mirada hostil, momento en el que fingieron ignorarlo y seguir su camino.

Buscó una banca donde sentarse y miró nuevamente el reloj, comprobando que solo habían transcurrido cinco minutos desde que lo viera por última vez. Kuroko no llegaba tarde, se recordó Kagami en un intento de calmarse, el problema era que con su ansiedad él llegó demasiado temprano al sitio del encuentro, ya que el estar en su casa dando vueltas, muerto de los nervios, terminó por hacérsele insoportable. Más de una vez pensó en llamar a su amigo para confirmar si asistiría, pero por pura cobardía no lo hizo. Si Kuroko le decía que no…

El inesperado timbre de su móvil casi logró que a Kagami se le parara el corazón. Lo contestó a toda prisa, a la vez anhelante y temeroso de que fuese Kuroko quien lo llamaba.

—Eh, Taiga —la voz de su amigo, Himuro Tatsuya, desde el otro lado de la línea, sonaba animada—. ¿Estás ahora en casa? ¿Tendrás libre el día de hoy?

—¿Tatsuya? —Kagami se sintió un poco sorprendido por las repentinas preguntas del otro chico y, no podía negarlo, también levemente desilusionado de que fuera Himuro quien lo llamaba y no quién él estaba esperando—. No, no estoy en casa… Y tengo planes. He quedado con alguien. —O eso esperaba, aunque no se lo dijo al otro chico—. ¿Por qué? ¿Ocurre algo?

—Nada —respondió su amigo, aunque su alegría inicial parecía haber decaído un poco—. Solo es que como estoy cerca de Tokio pensé en hacerte una visita y que tal vez pudiésemos pasar el día juntos. Mmm… Taiga, ¿realmente no puedes cancelar con tu cita?

—N-no es una cita. He quedado con Kuroko —le soltó a toda prisa justo en el momento en que divisó al aludido abriéndose paso entre un grupo de chicos de secundaria que platicaban animados.

No era la primera vez que se daba cuenta de ese pequeño detalle, pero a Kagami seguía asombrándolo el hecho de que su amigo ya no le pasara desapercibido como solía ocurrir antes. Era como si pudiera sentir su presencia antes de verla, como si algo cambiara cuando Kuroko estaba allí y él pudiese percibirlo con facilidad.

—Kuroko, eh… ¿No podrías llamarlo y decirle…?

—No. No puedo. Él ya está aquí —le dijo, intentando que su voz no reflejara lo nervioso que se sentía por ver al otro chico—. En verdad lo siento, Tatsuya… Prometo compensarte la próxima vez.

Durante unos segundos, Kagami solo oyó un completo silencio al otro lado de la línea. Estaba a punto de mirar el móvil para saber si la comunicación se había cortado cuando oyó suspirar a Himuro y luego soltar una breve risita despreocupada.

—Descuida, Taiga. Ha sido mi culpa por avisarte con tan poco tiempo. Será para la próxima vez, aunque realmente quería verte.

—Lo siento —se disculpó él nuevamente, sin poder evitar sentirse bastante culpable por dejarlo de lado—. A mí también me hubiera gustado verte, Tatsuya.

—Lo sé. Lo sé. Disfruta de tu cita, Taiga. Adiós.

—No es… —La comunicación con Himuro se cortó antes de que pudiese responder nada. Aunque le hubiera asegurado que todo estaba bien entre ellos, Kagami estaba seguro de que su amigo se encontraba un poco dolido y molesto con él. Tendría que buscar alguna manera de disculparse con Tatsuya.

Al sentirse observado, levantó la vista. Kuroko, de pie frente a él, lo miraba con su habitual expresión imperturbable.

—Hola.

—Hola —le dijo Kagami en respuesta, odiándose un poco por sonrojarse en una mezcla de vergüenza y alivio.

—¿No he llegado en un buen momento? Pareces preocupado, Kagami-kun.

—¡Claro que no! No. Es solo que… No es nada importante. —No podía hablarle a Kuroko sobre lo ocurrido con Tatsuya y sus preocupaciones. Ya pensaría en qué hacer con ello más tarde—. Solo estoy un poco sorprendido… No estaba seguro de que fueras a venir.

En esa ocasión, Kuroko sí lo miró confundido.

—Pero me invitaste, ¿verdad, Kagami-kun? —preguntó extrañado—. Claro que iba a venir.

Kagami no podía confesarle el miedo que pasó pensando en que no lo haría; creyendo que Kuroko aún estaba algo molesto con él y que debido a ello le daría plantón; pero claro, era un idiota, porque aquel chico de mirada firme y seria jamás le haría algo así. Y esa era una de las cosas que más le gustaban de él.

—Lo siento, lo siento. Tienes razón. —Kagami le revolvió el claro cabello con la mano ganándose una desaprobadora mirada que lo hizo sonreír.

—Por favor, deja de hacer eso, Kagami-kun.

—¿Quieres que vayamos dentro y decidamos que película veremos? ¿Tienes algo en mente?

Cierta indecisión reflejada en los ojos del chico, tan mínima como un suspiro, lo hizo preocuparse. Kuroko frunció levemente el ceño, respiró profundamente y le preguntó:

—Esa llamada, ¿era importante? Porque parecías inquieto, Kagami-kun, y si la salida de hoy es un inconveniente…

—No —se apresuró a responderle, sorprendido de que Kuroko se hubiese dado cuenta de la culpa que sentía por haber dejado de lado a Tatsuya—. No quiero que te preocupes por eso; no es nada que no se pueda arreglar. Lo de hoy también es importante. Venga, entremos o nos quedaremos sin boletos. —Al ver que Kuroko aún parecía un poco inquieto, posó otra vez una mano sobre su cabeza y comenzó a balancearla suavemente de un lado a otro—. Deja de pensar tanto, se te van a enredar las ideas.

—Eso duele, Kagami-kun. Por favor, deja de hacerlo. Además, no quiero que me diga eso alguien que solo tiene baloncesto dentro de la cabeza. Es muy descortés.

—El único descortés aquí eres tú, pequeño idiota. Vamos. —Sin darse tiempo a arrepentirse, tomó a Kuroko de la mano y lo guio dentro del cine para buscar la lista de películas y horarios.

Sintiendo que él corazón le iba a mil por hora, Kagami notó como un calor furioso le abrasaba el rostro cuando el otro chico entrelazó sus dedos con los suyos, como si fuera algo normal entre ellos. Algo que estaba bien.

Cita o no cita, que más daba, pensó resignado. Aquel momento era importante y le pertenecía solo a ellos dos.

 

——o——

 

Observando a Kagami mientras este pagaba las cosas que decidieron comprar, Kuroko no pudo evitar notar que contrariamente de su firme propósito de ignorar lo sucedido, de todos modos se sentía un poco molesto.

A pesar de lo mucho que esperó por aquella salida, las cosas no estaban sucediendo como esperaba. No dejaba de sentirse un poco desanimado e inquieto a pesar del intento de Kagami de tranquilizarlo restándole importancia a su preocupación. Sí, estaba molesto porque sabía de quien era esa llamada aunque su amigo no se lo hubiese dicho y tenía una clara idea de lo que esta podía significar.

No le gustaba ser así de egoísta, pero no podía evitarlo; odiaba el efecto que Himuro Tatsuya parecía tener siempre en el otro chico.

—Aquí tienes. Té y los caramelos que pediste —le dijo Kagami sacándolo de sus sombríos pensamientos mientras le pasaba las cosas que Kuroko había solicitado en la confitería del cine—. Recuérdame no enviarte nunca más a comprar. ¡Te podrías haber pasado allí el día entero!

—El vendedor ya me había visto cuando llegaste —se defendió Kuroko—. No es mi culpa que no me notara en un principio.

—¡Te notó después de quince minutos! No tienes remedio. Tu presencia es demasiado débil. Lo bueno es que aún tenemos tiempo.

—Lo siento, pero no es algo que pueda remediar, ¿sabes? Sin embargo… es extraño —comentó—. Tú siempre me notas, Kagami-kun.

—Yo… yo… Supongo que es porque estoy acostumbrado a ti —le dijo su amigo de mala gana, sonrojado y apartando un poco la mirada, como si de ese modo pudiera huir de él—. De algún modo pareciera que mis ojos te siguen… No puedo dejar de mirarte.

Sin saber que decir, Kuroko también apartó la vista, seguramente tan sonrojado como Kagami.

Aquello era vergonzoso. ¿Qué se suponía que debía decirle después de oír aquello? ¡Ni siquiera estaba seguro de poder volver a mirarlo a la cara! Porque, a pesar de su firme propósito de no complicar las cosas entre ellos, a momentos tenía la sensación de que Kagami esperaba mucho más de él que una amistad y quizá, pensó Kuroko, muy en el fondo a él le ocurriera lo mismo, aunque no lo deseara; aunque luchara desesperadamente contra eso. El haber tomado su mano antes, cuando se encontraron, era un claro indicio de que las cosas con el otro chico estaban cambiando.

No, se repitió en un intento de autoconvencerse. No quería enamorarse. No, ¡no podía enamorarse!

Cierto pánico comenzó a abrumarlo al darse cuenta del peligroso rumbo que aquello estaba tomando. Definitivamente el ir allí resultó ser un error, debería haberse marchado en el momento en que oyó la conversación de Kagami con Himuro como tuvo la tentación de hacer. Tenía que irse de allí de inmediato…

—Kagami-kun, yo… —Las palabras de Kuroko se vieron interrumpidas por un par de brazos que lo aprisionaron tan fuerte que apenas lo dejaban respirar.

—¡Kurokocchi! ¡Kurokocchi! ¡Que sorpresa! ¡¿Qué haces aquí?!

—Eso duele, Kise-kun. Por favor, no vuelvas a hacerlo —logró decir con alivio cuando fue liberado de aquel abrazo. El alto chico rubio, que lo miraba sonriente, parecía no haber notado la mirada feroz que Kagami le estaba dedicando en aquel preciso momento—. Hola.

Kise Ryôta, su excompañero de equipo y amigo, parecía extremadamente feliz de haberlos encontrado en aquel sitio. En cualquier otro momento, quizá, Kuroko también se hubiese sentido contento, pero no en ese instante, con sus dudas y emociones demasiado descontroladas y con Kagami que parecía dispuesto a asesinar al chico si volvía a abrir la boca. Lo peor era que Kuroko lo comprendía bien. Algunas veces Kise podía ser agotador.

—¡Es genial que nos encontráramos aquí! —prosiguió Kise lleno de alegría al mirar a un ceñudo Kagami que puso algo de distancia entre ellos, tal vez temeroso por si el chico también sentía el impulso de abrazarlo a él—. ¡Kagamicchi! No has devuelto mis últimos mensajes, eso me ha herido.

—Te he dicho que no me escribas, idiota. Pensé que entenderías la indirecta.

—Moo, que malo eres. Pero es genial que nos hayamos encontrado hoy. ¡Kasamatsu-senpai ha venido desde la universidad a verme!

Percatándose recién de su presencia, Kuroko notó al chico de corto cabello oscuro y serios ojos azules que miraban a Kise con una mezcla de enfado y resignación. Como si aquello fuera algo común cuando estaban juntos.

—Hola —lo saludo Kuroko con una leve inclinación de cabeza oyendo que Kagami decía lo mismo tras él.

—Hola —les respondió el aludido excapitán de Kaijo, que parecía bastante incómodo por llamar tanto la atención gracias a su acompañante.

—¿Qué hacen aquí, chicos? ¿Han venido a ver una película juntos o esperan a alguien más?

Kuroko sabía que aquella era su oportunidad. Conocía lo suficientemente bien a Kise como para estar seguro de que, si se lo pedía, se quedaría junto a ellos el resto de la tarde. No habría momentos incómodos junto a Kagami, ni aquellos nervios absurdos que a veces lo dominaban, ni el anhelo de algo que no podía definir. Con Kise allí todo sería mucho más fácil, solo tenía que hacerlo. Abrir la boca y decírselo; sin embargo, al ver la expresión taciturna y un poco desilusionada de Kagami no tuvo corazón para llevar a cabo su plan.

Y tomó su decisión.

—Solo hemos venido nosotros dos, Kise-kun. Estamos en una cita —le dijo a su amigo, con rotunda claridad, logrando que tanto este como Kagami y Kasamatsu lo miraran asombrados.

—¡Eso no es justo! ¡Yo también quiero estar en una cita con Kurokocchi! —protestó Kise abrazándolo nuevamente—. ¡Ya sé! ¿Por qué no vemos los cuatro la misma película? Luego podríamos ir a comer algo. ¡Sería estupendo! ¿No?

—¡Claro que no, idiota! —protestó Kagami, perdiendo finalmente la calma—. Salir contigo es siempre un incordio, con todas esas chicas persiguiendo al «súper modelo». Kuroko ya te lo ha dicho, es«una cita». Además, ¡suéltalo de una maldita vez, bastardo pegajoso!

Una maliciosa sonrisa se formó en los labios de Kise cuando miró a Kagami, burlón, y abrazó a Kuroko con más fuerza, solo para provocarlo.

—Ehh, Kagamicchi, no seas egoísta. Kurokocchi no es solo tuyo, ¿o sí?

Kuroko se percató de que la rabia de Kagami iba rápidamente en aumento, algo que sabía perfectamente cómo acabaría si no hacía algo de inmediato. Estaba ya dispuesto a golpear a Kise para que lo soltara, lo que sería mucho menos peligroso a que lo hiciera Kagami, cuando oyó el gemido de su amigo y vio como Kasamatsu Yukio agarraba la oreja de este y lo jalaba sin compasión para que lo soltara.

—¡Ay, ay, ay! ¡Kasamatsu-senpai, eso duele! —Se quejó el chico con gesto de sorpresa y dolorosa traición—. ¡Senpai!

Kasamatsu cruzó una significativa mirada con Kuroko. Una mirada que parecía decirle que comprendía lo que pasaba y que no se preocupara por el tonto de su amigo, que él se encargaría de solucionarlo.

Kuroko se sintió aliviado.

—Deja de molestar de una vez, Kise. Vamos. —Kasamatsu les hizo un gesto con la mano en señal de despedida—. Hasta la próxima.

—Pero senpai, la película… ¡Dijiste que querías venir al cine!

—Pero antes tú comentaste que querías ir a aquella tienda que te recomendó tu hermana y me rogaste que fuera contigo, ¿no? Pues vamos.

—Pero, senpai, dijiste que no querías ir —le recordó amablemente Kise—. Y que si seguía insistiendo me patearías hasta matarme y que…

—He cambiado de opinión. Tengo muchas ganas de ir. Muero de ganas de ir.

—Pero Kurokocchi y Kagamicchi… —Kise se volteó a mirarlos, indeciso—. Podríamos ver la película e ir después a la tienda —se atrevió a sugerir a su cada vez más enfadado acompañante.

—He cambiado de opinión —dijo Kasamatsu, molesto, dirigiéndose hacia la salida—. Me voy a casa.

—¡No, senpai, espera! ¡Voy contigo! ¡Realmente quiero ir contigo! —Kise se apresuró a despedirse de ellos con un efusivo gesto de la mano—. ¡Adiós, Kurokocchi, Kagamicchi! ¡Nos vemos luego! ¡Espérame, senpai!

Kuroko los vio salir del cine y alejarse por la calle, mientras un efusivo Kise le echaba los brazos al cuello a Kasamatsu y este le apartaba con violentos empujes hasta quitárselo de encima y luego lo regañaba por algo. En verdad, pensó sorprendido, aquella relación era extraña.

—¡Ah, demonios, eso ha sido un horror! —Kagami se cubrió los ojos con una mano y respiró profundamente, seguramente intentando calmarse un poco.

—Sí, Kise-kun es un poco… agotador —tuvo que reconocer Kuroko.

—Querrás decir que es insoportable —rectificó su amigo. Una sonrisa asomó a sus labios y acercó una de sus manos a la cabeza en un intento de peinarlo un poco—. Ese idiota ha dejado tu cabello hecho un desastre.

El peso de aquella caricia lo hizo llenarse de congoja y arrepentimiento. Frustrado, Kuroko se mordió el labio con fuerza, tragándose las ganas de llorar.

—Lo siento, Kagami-kun —se disculpó pasados unos segundos. Sentía la interrupción de Kise y que las cosas no parecieran ir nada bien entre ellos. Que aquella «no cita» no dejara de ser un desastre. Sentía el haber pensado en marcharse y el buscar una excusa para que no tuviesen que estar solos. Pero sobre todo sentía que sus revueltas emociones no permitieran que aquel momento fuera agradable para los dos—. Lo siento mucho.

—¿Pero qué dices, tonto? Nada ha cambiado, todo sigue igual. No tienes nada por lo que disculparte. Creo que el problema he sido yo desde el principio, por no hacer las cosas correctamente —le dijo Kagami, completamente seguro—. Así que dame otra oportunidad y déjame hacerlo todo de nuevo, ¿está bien? —Respiró hondo y le dijo—: ¿Te gustaría ir a ver una película conmigo, Kuroko?

La sonrisa de Kagami, como tantas otras veces, pareció llenarlo todo. Como si pudiera ver su interior, sus dudas, y con ese pequeño gesto le dijera que no se preocupara por nada, que él arreglaría su mundo. Y Kuroko lo dejaba hacer, una y otra vez, porque aunque quisiera apartarse y luchar solo, el hilo que los ataba no cedía ni un poco. Siempre terminaba volviendo a Kagami, y Kagami siempre terminaba volviendo a él, como una voluntad inquebrantable.

Sí, estaban atados hasta el punto de ser doloroso; sus caminos tan entrelazados que sería casi imposible desenredarlos para separarlos. Solo les quedaba seguir hacia adelante, anudándose cada vez más, con el pensamiento egoísta de que así jamás podrían distanciarse, porque, se recordó Kuroko, el cortar aquel hilo era un dolor agónico. No querría volver a sentirlo jamás.

—Gracias, Kagami-kun —le dijo en apenas un susurro, sabiendo que él otro chico entendería y no necesitaría más explicaciones. Una respuesta que le dio aquella sonrisa que sin poder evitarlo hizo surgir la suya—. Sí, me encantaría.

 

——o——

 

Kagami se sentía terriblemente inquieto sentado en aquella butaca de cine, no solo porque tenía la impresión de que eran algo estrechas, para alguien de su complexión por lo menos, sino que también porque la presencia de Kuroko a su lado parecía exacerbarle los sentidos; no podía evitar notarlo, prestarle atención a cada pequeño detalle, ser consciente de gestos que antes le pasaban por completo desapercibidos.

¡Dios, estaba cada vez peor!

Intentó centrarse en el murmullo constante de la sala al llenarse antes de la película. Un par de chicas sentadas tras ellos no paraban de charlar y reír tontamente, alterando sus ya de por si desgastados nervios. Harto, él se volvió a mirarlas con gesto hosco logrando que se callaran en el acto.

—Eso no ha estado bien, Kagami-kun —lo regañó Kuroko al darse cuenta de lo que hizo, girándose para hablar con ellas y disculparse en su nombre—. Esa actitud tuya es la que asusta a los demás y hace que te malentiendan. Creo que también deberías disculparte.

A pesar de que su primer impulso fue negarse rotundamente, la expresión de seria determinación de Kuroko terminó ganando. Kagami no sabría explicar por qué, pero sin necesidad de que fuera intimidante o nada, aquel chico lograba convencerlo de hacer cosas que normalmente no haría, manejándolo de una manera alarmante.

Era un efecto extraño el que Kuroko tenía sobre él.

—Lamento si les causé algún inconveniente —les dijo a las estudiantes agredidas que volvieron a responder con otra ronda de molestas risitas que solo la sonrisa de aprobación de Kuroko compensó.

Apoyó la cabeza en el respaldo de la butaca, cerrando los ojos por un momento. Kagami todavía estaba nervioso, tanto por el hecho de tenerlo allí a su lado como por cómo estaban saliendo las cosas. No tenía necesidad de ser un genio para percatarse de lo alterado y abatido que parecía su amigo después del encuentro con Kise, aunque no sabía que fue lo que lo detonó. Aquel era un estado de ánimo que Kagami le había visto solo en contadas ocasiones y siempre deseaba no volver a presenciar.

El leve roce en su mano lo hizo abrir los ojos y mirar a Kuroko, que lo estaba observando, atento, como siempre.

Si hubiesen estado en otro lugar, si él se hubiera tenido más confianza, con solo inclinarse un poco, Kagami podría haber disminuido la distancia que los separaba y así poder besarlo como deseaba hacer en aquel momento; porque no importaba lo que se dijera ni cuan decidido estuviera a contener lo que sentía por este en secreto, cada vez que estaba junto a Kuroko sus sentimientos crecían más y más, consumiéndolo completamente, amenazando con desbordarse.

Porque en verdad estaba enamorado, pensó. Él amaba a Kuroko.

La violenta sensación de algo entrando en su boca y el repentino frío del líquido deslizándose a la fuerza en su garganta lo hizo atragantarse. Tosió unas cuantas veces hasta que nuevamente pudo respirar con normalidad. Ofendido, Kagami miró a Kuroko que lo observaba con gesto inocente mientras bebía tranquilo de su vaso de té, como si nunca le hubiese puesto a él la pajilla en la boca y le hubiese hecho beber a la fuerza, casi ahogándolo.

—¡Kuroko, maldito! ¡¿Qué se supones que estabas intentando hacer?! ¡¿Matarme?!

—Te veías un poco mal, Kagami-kun. Pensé que lo necesitabas.

—¡Claro que no lo necesitaba! ¡Además, si hubiera querido beber algo, tenía mi…! —Se quedó callado cuando el chico volvió a ofrecerle en silencio su bebida, casi como una ofrenda de paz. Sin poder evitarlo, Kagami la aceptó y bebió de ella antes de devolvérsela—. En verdad eres un tipo raro, Kuroko.

—Tú eres el extraño, Kagami-kun. Yo soy bastante normal.

Como si de un pequeño destello se tratase, Kagami pudo vislumbrar su sonrisa antes de que comenzaran a bajar las luces. Nuevamente oyó el parloteo incesante de las chicas sentadas tras ellos, aunque esta vez estaba dispuesto a ignorarlas. Sin embargo, entre sus risitas quedas llegaron a sus oídos las palabras «beso indirecto» y comprendió de inmediato que estaban hablando de ellos.

A pesar de que a Kagami no le importaba mucho lo que los demás dijeran de él, no pudo evitar que aquel comentario lo pusiese nuevamente nervioso aunque supiera que era solo una tontería. En la semioscuridad, no podía estar muy seguro de si Kuroko también lo hubo oído o no, pero le avergonzaba un poco pensar en que el chico sí lo hubiese hecho y que fuera a sentirse mal por ello, o por lo que los demás pudieran pensar sobre ambos…

Era un idiota. Estaba más que claro que Kuroko jamás se lo tomaría a mal y seguramente no le daría más importancia de la que en verdad tenía. No era un tonto como lo era él. Además, pensó Kagami, aquello no era extraño entre ellos. Eran compañeros de baloncesto, jugaban juntos casi todos los días, por lo que en más de una ocasión compartieron bebidas sin que fuera algo importante. No había motivos por los que preocuparse.

Aun así, su corazón no paraba de latir acelerado. Por primera vez consciente de un pequeño y tonto detalle que parecía a cada minuto más importante.

—Kagami-kun. Kagami, kun. —Inclinándose un poco hacia él, Kuroko lo llamó para conseguir su atención. Parecía preocupado—. ¿Estarás bien con la película? Tal vez no podamos cambiarla, pero si quieres…

—Voy a estar bien —le respondió Kagami, alejándolo de su lado sin mucha delicadeza para que no estuviera tan cerca y que así la tentación de abrazarlo no fuese demasiado grande—. No es como si no pudiera ver una película de horror, lo he hecho antes, ¿sabes? Además dijiste que querías verla.

—Pensé que ibas a negarte —reconoció el chico, algo avergonzado—. Era una broma. Solo te estaba probando.

—¡Pues deberías haberlo dicho antes, pequeño idiota! —Bajó la voz ante el «shhhh» colectivo de varios de los espectadores. Se frotó la nuca con frustración—. Ahhh… ya no hay nada que podamos hacer. Tendremos que verla.

—Lo siento —se disculpó Kuroko.

—No sé por qué, pero esa disculpa no me parece muy convincente.

Kagami lo oyó reír, un sonido cálido que aligeró su corazón y lo hizo creer que quizá después de todo, ese día no iba a ser un completo fracaso.

El suave roce de sus dedos sobre los suyos lo hizo contener el aliento. Sorprendido, vio como la mano de Kuroko buscaba la suya y las entrelazaba, haciendo que la sangre en sus venas bullese furiosa, tan enfebrecida como el sonrojo que inundó sus mejillas.

—¿Tienes miedo, Kagami-kun? —le preguntó el chico, con sus celestes ojos clavados en él.

Una pregunta sencilla. Una respuesta sencilla.

¿Tenía miedo? Muchísimo. Porque cada vez parecía que su caída sería más precipitada. Lo que sentía por Kuroko lo aterraba… y lo hacía sentirse vivo; un sentimiento que lo ataba a él sin poder evitarlo. Entrelazándolos tanto como lo estaban sus manos en aquel simple gesto.

—Sí —confesó pasado un momento; permitiéndose bajar la guardia por un instante, deseando que él pudiera ver aunque fuera un poco de lo que había en su corazón—. Estoy aterrado. Así que por favor, quédate conmigo.

La mano de Kuroko lo aferró con más fuerza en respuesta a su petición, y Kagami la atrapó con la suya. Ansiando poder capturar aquel momento. Deseando que tenerlo a su lado pudiese convertirse en un «para siempre».

 

Notas finales:

Hola nuevamente a todos quienes se han dado el tiempo de leer. De corazón, muchas gracias por la oportunidad y disculpas de antemano por errores, fallos o alguna idea inconexa. Soy muy novata en esto, así que prácticamente estoy aprendiendo de mis errores. Cualquier sugerencia, duda o comentario es bien recibida.

Aparte, esta vez quisiera aclarar dos cosas, la primera es que con este capítulo, aparte de ser el más difícil que he escrito hasta el momento, me vi en la necesidad de dividirlo en dos partes para poder poner todo lo que quería escribir. En un comienzo, aunque tenía la idea de cómo sería, no calculé que resultaría tan extenso. Intenté quitar partes pero había demasiadas cosas que necesitaba para capítulos siguientes así que me resigne a hacer dos capítulos en vez de uno. Así que pido disculpas a quien esperaban leer la cita completa en esta entrega, pero realmente me fue imposible.

Lo segundo, es que también por la extensión del capítulo terminé haciendo algo que no estaba en mis planes, y que era poner la perspectiva de ambos protagonistas en un mismo capítulo. Mi idea original era un capítulo para cada uno (Kagami-Kuroko respectivamente) pero mientras estaba escribiendo me di cuenta de que había cosas que quería mostrar dese el punto de vista de Kuroko y otras desde Kagami y terminó así. Descontando el próximo capítulo que es la continuación de este, no sé si volverá a suceder, esta historia avanza sola mientras se escribe, la verdad, así que no aseguro nada.

Gracias otra vez y hasta la siguiente actualización.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).