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In summae re por kuraitsukiyume

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Notas del capitulo:

:3 espero les agrade como siempre digo, a paso lento todo sale correcto....o en su mayoria xD 

Hagrid enrolló la nota y se la dio a la lechuza, que la cogió con el pico. Después fue hasta la puerta y lanzó a la lechuza. Entonces volvió y se sentó, como si aquello fuera tan normal como hablar por teléfono.


—Él no irá


—Me gustaría ver a un gran muggle como usted deteniéndolo a él


— ¿Un qué? —preguntó interesado Harry 


—Un muggle es como llamamos a la gente «no mágica» como ellos. 


— ¿Vosotros lo sabíais? ¿Vosotros sabíais que yo era... un mago?


La furia de Harry crecía en su interior todo ese tiempo tratando de comprender que hacia mal y el problema para que… esos simios lo supieran de toda la vida, su quijada se tensó y sus dientes rechinaron, los puños se cerraron en su costado y por todo lo que existía que estaba usando toda tolerancia para no explotar.


—. ¡Saber! ¡Por supuesto que lo sabíamos! ¿Cómo no ibas a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana? Oh, ella recibió una carta como ésta de ese... ese colegio, y desapareció, y volvía a casa para las vacaciones con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en ratas. Yo era la única que la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi padre, oh no, para ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban orgullosos de tener una bruja en la familia! …Luego conoció a ese Potter en el colegio y se fueron y se casaron y te tuvieron a ti, y por supuesto que yo sabía que ibas a ser igual, igual de raro, un... un anormal. ¡Y luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos que quedarnos contigo! 


— ¿Explosión? ¡Me dijisteis que habían muerto en un accidente de coche! 


— ¿ACCIDENTE DE COCHE? ¿Cómo iban a poder morir Lily y James Potter en un accidente de coche? ¡Eso es un ultraje! ¡Un escándalo! 


Harry respiro de manera pausada, relajándose de toda aquella realidad, por un momento deseo desconectarse pero su mente procesaba todo de tal manera que al unir cada cavo le era difícil buscar noquearse a sí mismo.


Mientras Hagrid iba terminando su molestia, vio otra vez la cegadora luz verde con más claridad de lo que la había recordado antes y, por primera vez en su vida, se acordó de algo más, de una risa cruel, aguda y fría.


—Tonterías. Ahora escucha esto, chico acepto que haya algo extraño acerca de ti, probablemente nada que unos buenos golpes no curen. Y todo eso sobre tus padres... en mi opinión, el mundo está mejor sin ellos... 


Hagrid miró a Harry con afecto y respeto, pero Harry, en lugar de sentirse complacido y orgulloso, estaba casi seguro de que quería cumplir su único deseo deshacerse de sus tíos y su gordo primo, devolverles cada golpe y al mismo tiempo recriminarle tanto al gigante como al tal Dumbledore ¿Qué pensaban dejándolo con esos barbaros muggles? Pues el no creía que no supieran de cómo eran estos.


— ¿Nunca haces que sucedan cosas cuando estás asustado o enfadado? 


Harry contempló el fuego. Si pensaba en ello... perseguido por la banda de Dudley, de golpe se había encontrado fuera de su alcance; la última vez que Dudley le pegó, ¿no se vengó de él? ¿No le había soltado encima la boa constrictor? Harry miró de nuevo a Hagrid, sonriendo.


— ¿Te das cuenta?


Después de un momento Harry simplemente había oscurecido un poco su mirada, conteniendo la risa y notando como su familia subía rápidamente a esconderse a sus habitaciones como si nada pasara. Claro no sin antes ver con agradable albur como Hagrid había colocado una cola de cerdo en Dudley. 


—Te agradecería que no le mencionaras esto a nadie de Hogwarts... bien, no me está permitido hacer magia, hablando estrictamente.


— ¿Por qué no le está permitido hacer magia? 


—Bueno... yo fui también a Hogwarts y, si he de ser franco, me expulsaron. En el tercer año. Me rompieron la varita en dos. Pero Dumbledore dejó que me quedara como guardabosques. Es un gran hombre. 


Harry frunció un poco el ceño, no molesto con el gigante sino con el hecho de que este pensara en aquel tal Dumbledore como un gran hombre, ¿acaso no veía que en realidad al parecer solo lo estaba usando como una mano desechable o incluso un peón dentro del ajedrez?


— ¿Por qué lo expulsaron? 


Hagrid guardo silencio y para Harry fue notoria la incomodidad mientras este desviaba olímpicamente el tema.


—Se está haciendo tarde y tenemos muchas cosas que hacer mañana 


La noche había pasado lenta mientras hagrid se había adueñado del sofá en la sala él se había introducido nuevamente en su alacena y durante la noche hablo casi a susurros con Sesha, para la mañana siguiente una duda asalto a Harry.


—Mm... ¿Hagrid? 


— ¿Sí?


—Yo no tengo dinero y tío Vernon no va a pagar para que vaya a aprender magia. 


—No te preocupes por eso ¿No creerás que tus padres no te dejaron nada? No, la primera parada para nosotros es Gringotts. El banco de los magos


— ¿Los magos tienen bancos? 


—Sólo uno. Gringotts. Lo dirigen los gnomos
Harry pensó que ese era un buen inicio tendría el dinero para comprarse lo que necesitara y no tendría que continuar como un pordiosero, eso claro dependiendo cuanto le hubieran dejado y si sería suficiente como para sobrevivir todo un curso.


Además de eso la data sobre los gnomos era intrigante, como serian esos seres, jamás había llegado a imaginárselos o siquiera investigar sobre criaturas míticas… o mágicas.


—Harry. Gringotts es el lugar más seguro del mundo para lo que quieras guardar, excepto tal vez Hogwarts. Por otra parte, tenía que visitar Gringotts de todos modos. Por Dumbledore. Asuntos de Hogwarts. En general, me utiliza para asuntos importantes. Buscarte a ti... sacar cosas de Gringotts... él sabe que puede confiar en mí. ¿Lo tienes todo? Pues vamos.


O simplemente sabe que puede usarte de la forma en que desee y como buena mascota mueves la cola solo para él y por él, pensó de manera agria el menor.


— ¿Todavía tienes la carta, Harry? Hay una lista con todo lo que necesitas.


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA UNIFORME 


Los alumnos de primer año necesitarán: 

— Tres túnicas sencillas de trabajo (negras). 

— Un sombrero puntiagudo (negro) para uso diario.

— Un par de guantes protectores (piel de dragón o semejante). 

— Una capa de invierno (negra, con broches plateados).
(Todas las prendas de los alumnos deben llevar etiquetas con su nombre.)


LIBROS 


Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

— El libro reglamentario de hechizos (clase 1), Miranda Goshawk. 

— Una historia de la magia, Bathilda Bagshot. 

— Teoría mágica, Adalbert Waffling. 

— Guía de transformación para principiantes, Emeric Switch. 

— Mil hierbas mágicas y hongos, Phyllida Spore. 

— Filtros y pociones mágicas, Arsenius Jigger. 

— Animales fantásticos y dónde encontrarlos, Newt Scamander.

— Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentim Trimble. 


RESTO DEL EQUIPO 

1 varita. 

1 caldero (peltre, medida 2). 

1 juego de redomas de vidrio o cristal.

1 telescopio. 

1 balanza de latón. 


Los alumnos también pueden traer una lechuza, un gato o un sapo. 


SE RECUERDA A LOS PADRES QUE ALOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS.


.
.
.


Harry no había estado antes en Londres. Aunque Hagrid parecía saber adónde iban, era evidente que no estaba acostumbrado a hacerlo de la forma ordinaria. 


—Es aquí. El Caldero Chorreante. Es un lugar famoso.


Era un bar diminuto y de aspecto mugriento. Si Hagrid no lo hubiera señalado, Harry no lo habría visto. La gente, que pasaba apresurada, ni lo miraba. Sus ojos iban de la gran librería, a un lado, a la tienda de música, al otro, como si no pudieran ver el Caldero Chorreante.


Al entrar solo pudo observar a personas de dudosa procedencia y el cantinero que limpiaba un tarro de cristal.


— ¿Lo de siempre, Hagrid? 


—No puedo, Tom, estoy aquí por asuntos de Hogwarts 


Harry siseo un poco, esperando que nadie se acercara lo suficiente a él, tenía después de todo una mochila vieja donde mintió a hagrid diciendo que tenía objetos para el que no quería dejar, mentira todo, ahí estaba Sesha oculta y si esta se sentía presionada con tantas presencias seguro no dudaría en salir y atacar.


—Buen Dios ¿Es éste... puede ser...?


El Caldero Chorreante había quedado súbitamente inmóvil y en silencio. 


—Válgame Dios. Harry Potter... todo un honor.


Harry se estaba irritando, cuanta gente más hipócrita o estúpida, que les pasaba para saludarle como si le conocieran de años, no dudaba en pensar que asi era, o asi les habían hecho creer, pero la verdad era diferente, nadie le conocía, seguro esperaban algo de él o era el simple hecho de ser ignorantes lo que no les permitía pensar más haya, las manos callosas o sudorosas de muchos le saludaron y él estaba ya al límite.


Un joven pálido se adelantó, muy nervioso. Tenía un tic en el ojo. 


— ¡Profesor Quirrell! Harry, el profesor Quirrell te dará clases en Hogwarts. 


—P-P-Potter. N-no pué-e-do decirte l-lo contento que-e estoy de co-conocerte. 


— ¿Qué clase de magia enseña usted, profesor Quirrell? 


—D-Defensa Contra las Artes O-Oscuras. N-no es al-algo que t-tú n-necesites, ¿verdad, P-Potter?


Por un momento la mirada de Harry se ensombreció siendo severa y el hombre de turbante lo noto tanto que pensó en ver en la mirada del chico verdadero odio o algo parecido, algo que le erizo la piel, por otro lado Harry pensaba si aquel maestro estaba de broma, ¿no necesitarlo? Es como si todos pensaran que el vivió la mejor y más galante vida, tronando los dedos y recibiendo todo lo que quería.


Después de aquel recibimiento hagrid se alejó con el llevándolo a un pequeño espacio en la parte trasera, hagrid dio tres golpes a la pared, con la punta de su paraguas. El ladrillo que había tocado se estremeció, se retorció y en el medio apareció un pequeño agujero, que se hizo cada vez más ancho. Un segundo más tarde estaban contemplando un pasaje abovedado lo bastante grande hasta para Hagrid, un paso que llevaba a una calle con adoquines, que serpenteaba hasta quedar fuera de la vista.


Habían llegado a un edificio, blanco como la nieve, que se alzaba sobre las pequeñas tiendas. Delante de las puertas de bronce pulido, con un uniforme carmesí y dorado, había... 


—Sí, eso es un gnomo 


El gnomo era una cabeza más bajo que Harry. Tenía un rostro moreno e inteligente, una barba puntiaguda y, dedos y pies muy largos. Cuando entraron los saludó. Entonces encontraron otras puertas dobles, esta vez de plata, con unas palabras grabadas encima de ellas. 


Entra, desconocido, pero ten cuidado 

Con lo que le espera al pecado de la codicia, 

Porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado, 

Deberán pagar en cambio mucho más, 

Así que si buscas por debajo de nuestro suelo 

Un tesoro que nunca fue tuyo, 

Ladrón, te hemos advertido, ten cuidado 

De encontrar aquí algo más que un tesoro.



—Buenos días. Hemos venido a sacar algún dinero de la caja de seguridad del señor Harry Potter. 


— ¿Tiene su llave, señor? 


—La tengo por aquí 


—Disculpe 


EL gnomo vio atentamente al menor alzándose sobre su cuerpo e inclinándose un poco para ver al chico.


—Pasa algo joven… Potter


—En realidad… me gustaría saber un poco sobre todos los procedimientos y movimientos bancarios que se me permiten a mi edad.


La mirada analítica del pequeño ser vio a Harry y mostrando sus afilados dientes puntiagudos solo sonrió.


—Como guste señor Potter… por favor caballeros síganme.


El gnomo los guio hasta su oficina y acomodándose en su lugar dio asiento frente a Harry, por otro lado hagrid se mantenía un poco confundido, el no manejaba cuentas ni nada pero lo que hacía Harry no le parecía malo o sospechoso asi que ¿Quién era para intervenir?


-Joven Potter, debido a su edad usted es acreedor de una cuenta de baja denominación eso abarca cámaras de menor seguridad, con su llave se le permite venir y hacer retiros para compras en comercios en Londres mágico y en el extranjero, y le da acceso a los servicios 12h del día, los 365 días del año. Su cuenta está protegida las 24 horas, y puede adquirir hasta más de 10,000 galeones dependiendo la herencia que se le haya dejado. 


>>También se le permite adquirir una libreta de ahorros, un documento en forma de cuadernillo expedido por nosotros en el que se anotan los movimientos de capital efectuados en la cuenta a la que está asociada. Los apuntes se hacen de manera mágica, y son efectuados por la entidad que la ha emitido. En cada línea de detalle se suele anotar la fecha de la operación, el concepto, la cantidad cargada o abonada, el saldo de la cuenta una vez efectuada la operación, se pueden usar para sacar dinero de la misma forma que con llave pero necesita estar habilitada la libreta y tener contratado ese tipo de servicio para poder operar simplemente con su firma mágica.


-En ese caso me encantaría y agradecería usted me guiara con los documentos y los pasos para adquirir libertad sobre mi cuenta.


El gnomo sonrió de manera amplia y solo asintió de manera educada para simplemente apoyar al chico en tan solo unas cuantas cosas de mínima importancia.


—Parece estar todo en orden. Ahora la llave por favor


—Aquí está —dijo finalmente Hagrid, enseñando una pequeña llave dorada. —Y también tengo una carta del profesor Dumbledore es sobre lo-que-usted-sabe, en la cámara setecientos trece.


—Muy bien. Voy a hacer que alguien los acompañe abajo, a las dos cámaras. ¡Grippok!


Grippok llego y les guio. Estaban en un estrecho pasillo de piedra, iluminado con antorchas. Se inclinaba hacia abajo y había unos raíles en el suelo. Grippok silbó y un pequeño carro llegó rápidamente por los raíles. 


Al principio fueron rápidamente a través de un laberinto de retorcidos pasillos. Harry trató de recordar, izquierda, derecha, derecha, izquierda, una bifurcación, derecha, izquierda. El veloz carro parecía conocer su camino, porque Grippok no lo dirigía.


La cara de hagrid se había puesto verde y, cuando el carro por fin se detuvo, ante la pequeña puerta de la pared del pasillo, Hagrid se bajó y tuvo que apoyarse contra la pared, para que dejaran de temblarle las rodillas.


Grippok abrió la cerradura de la puerta y entrego la llave a Harry sin que el gigante pudiera detenerlo pues estaba más concentrado en su malestar. 


Una oleada de humo verde los envolvió. Cuando se aclaró, Harry estaba impresionado. Dentro había montículos de monedas de oro. Montones de monedas de plata. Montañas de pequeños knuts de bronce. 


—Todo tuyo


Los Dursley no debían saberlo, o se abrían apoderado de todo en un abrir y cerrar de ojos. ¿Cuántas veces se habían quejado de lo que les costaba mantener a Harry? Y durante todo aquel tiempo, una pequeña fortuna enterrada debajo de Londres le pertenecía. Harry recordó también que podía meter la cantidad que deseara en la libreta de ahorros y que conforme pagara o comprara sus cosas los gastos irían apareciendo en esta.


—Las de oro son galeones. Diecisiete sickles de plata hacen un galeón y veintinueve knuts equivalen a un sickle, es muy fácil.


Harry tomo por lo menos una quinta parte de lo que había, prefería sobre todo tener extra y no que le faltara algo.


—. Ahora, por favor, la cámara setecientos trece. ¿Y podemos ir un poco más despacio? 


—Una sola velocidad


La cámara setecientos trece no tenía cerradura. 


—Un paso atrás 


Tocó la puerta con uno de sus largos dedos y ésta desapareció


— Si alguien que no sea un gnomo de Gringotts lo intenta, será succionado por la puerta y quedará atrapado


— ¿Cada cuánto tiempo comprueban que no se haya quedado nadie dentro? 


—Más o menos cada diez años


La sonrisa del gnomo fue maligna y Harry no pudo evitar soportar una risita cómplice.


Después de la veloz trayectoria, salieron parpadeando a la luz del sol, fuera de Gringotts. Harry no sabía adónde ir primero. No necesitaba saber cuántos galeones había en una libra, para darse cuenta de que tenía más dinero que nunca, más dinero incluso que el que Dudley tendría jamás.


—Tendrías que comprarte el uniforme —dijo Hagrid, señalando hacia «Madame Malkin’s, túnicas para todas las ocasiones»


Hagrid se había despedido de él alentándolo a comprar sus cosas tranquilamente mientras lo esperaba en el caldero chorreante.


Madame Malkin’s era una bruja sonriente y regordeta, vestida de color malva. 


— ¿Hogwarts, guapo?


Harry asintió mientras se dejaba guiar, el preferiría primero a ver ido por los libros e incluso su varita, quitándose la mochila y siseando muy por debajo del ruido que había le dijo a Sesha que esperara un poco más, hacia una hora o más el pobre se estaba desesperando.


-Disculpe… también me gustaría un ropero nuevo
La mirada brillosa de la mujer fue suficiente para saber que o se estaba emocionando con las ganancias o le gustaba la “moda” suficiente como para crear un ropero desde cero


En el fondo de la tienda, un niño de rostro pálido y puntiagudo estaba de pie sobre un escabel, mientras otra bruja le ponía alfileres en la larga túnica negra. Madame Malkin’s puso a Harry en un escabel al lado del otro, le deslizó por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado.


-Bien querido primero tus túnicas y una vez tenga tus medidas hare un ropero magnifico para ti… ¿Deseas puras ropas mágicas?


-Hum, de preferencia que pudiera usar tanto frente a muggles como magos


-Bien


Después de un rato de silencio el chico a su lado le hablo


—Hola ¿También Hogwarts? 


—Sí 


—Mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros, y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas


-Hum


— ¿Ya sabes en qué casa vas a estar? 


—No 


—Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos allí, pero yo sé que seré de Slytherin, porque toda mi familia fue de allí. ¿Te imaginas estar en Hufflepuff? Yo creo que me iría, ¿no te parece? 


—Mm.


—¿Dónde están tus padres? 


—Están muertos 


—Oh, lo siento. Pero eran de nuestra clase, ¿no?


—Eran un mago y una bruja, si es eso a lo que te refieres


—Ya está listo lo tuyo, guapo. 


La mujer le guiño el ojo y Harry, sin lamentar tener que dejar de hablar con el chico, bajó del escabel. Cuando llego para pagar se sorprendió de tan solo ver un par de bolsas.


—En esta están ropas casuales y en estas otras ropas formales junto con tus capas


Harry asintió satisfecho y pago, después fue a comprar el material más liviano pergamino y plumas. Harry se animó un poco cuando encontró un frasco de tinta que cambiaba de color al escribir. Además busco comprar lo mejor. Después Harry camino para comprar sus libros, en una tienda llamada Flourish y Blotts, en donde los estantes estaban llenos de libros hasta el techo. Había unos grandiosos forrados en piel, otros del tamaño de un sello, con tapas de seda, otros llenos de símbolos raros y unos pocos sin nada impreso en sus páginas. Harry no solo había comprado los libros escolares, también compro libros que hablaban sobre el colegio, el mundo mágico, costumbres y demás, prefería estar a partir de ese momento bien informado, también escogió un libro para bitácoras.


Lo siguiente fue el caldero, y demás material, consiguió una bonita balanza para pesar los ingredientes de las posiones y un telescopio plegable de cobre. Harry perdió casi igual de tiempo en la droguería que en la librería, pidiendo al dependiente que le surtiera con ingredientes básicos para pociones y un kit aparte profesional, él quería experimentar de igual forma y no atrasarse por nada del mundo. 


—Sólo falta la varita...


Una varita mágica... Eso era lo que Harry realmente había estado esperando.


La tienda era estrecha y de mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía: «Olivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.». 


En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita.


—Buenas tardes 


—Hola 


—Ah, sí. Sí, sí, pensaba que iba a verte pronto. Harry Potter. Tienes los ojos de tu madre. Parece que fue ayer el día en que ella vino aquí, a comprar su primera varita. Veintiséis centímetros de largo, elástica, de sauce. Una preciosa varita para encantamientos


>>Tu padre, por otra parte, prefirió una varita de caoba. Veintiocho centímetros y medio. Flexible. Un poquito más poderosa y excelente para transformaciones. Bueno, he dicho que tu padre la prefirió, pero en realidad es 58 la varita la que elige al mago.


>>Cada varita Olivander tiene un núcleo central de una poderosa sustancia mágica, Harry. Utilizamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y nervios de corazón de dragón. No hay dos varitas Olivander iguales, como no hay dos unicornios, dragones o aves fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrás tan buenos resultados con la varita de otro mago


Harry intentó de nuevo como con cada varita que le había estado dando. No tenía ni idea de lo que estaba buscando el señor Olivander. Las varitas ya probadas, que estaban sobre la silla, aumentaban por momentos, pero cuantas más varitas sacaba el señor Olivander, más contento parecía estar.


—Qué cliente tan difícil, ¿no? No te preocupes, encontraremos a tu pareja perfecta por aquí, en algún lado. Me pregunto...


Harry tocó la varita. Sintió un súbito calor en los dedos. Levantó la varita sobre su cabeza, la hizo bajar por el aire polvoriento, y una corriente de chispas rojas y doradas estalló en la punta como fuegos artificiales, arrojando manchas de luz que bailaban en las paredes.


—Recuerdo cada varita que he vendido, Harry Potter. Cada una de las varitas. Y resulta que la cola de fénix de donde salió la pluma que está en tu varita dio otra pluma, sólo una más. Y realmente es muy curioso que estuvieras destinado a esa varita, cuando fue su hermana la que te hizo esa cicatriz.


Al atardecer Harry sentía que ya no podría se decidió ir por el baúl que usaría, le mostraron muchos, de piel de dragon, piel de serpiente, por este último Sesha casi sale a matar al vendedor, forrado de terciopelo o piel, el termino escogiendo uno de piel de dragon color negro, con cintas de plata y por dentro forrado de seda color verde, además lo más curioso es que era de tres compartimentos, el de cinco le parecía demasiado exagerado para comenzar, tenía una librería, boticario (algo asi como un laboratorio sospecho el) y por supuesto para la ropa, no pensó dos veces para meter las compras y hacer que Sesha se encendiera por un momento donde pertenecía a la biblioteca.


Cuando regreso al caldero chorreante se encontró con hagrid esperándolo y ocultando algo a su espalda, Harry enarco una ceja con intriga, pero no tardó mucho en que el gigante sacara una jaula con una hermosa lechuza blanca un poco moteada y que dormía, mientras el mayor le decía que era su regalo.


-Gracias…no tenías porque


-Lo sé, pero yo quería


Harry no habló mientras salían a la calle y ni siquiera notó la cantidad de gente que se quedaba con la boca abierta al verlos en el metro. Subieron por la escalera mecánica y entraron en la estación de Paddington.


Hagrid ayudó a Harry a subir al tren que lo llevaría hasta la casa de los Dursley y luego le entregó un sobre.


—Tu billete para Hogwarts. El uno de septiembre, en Kings Cross. Está todo en el billete. Cualquier problema con los Dursley y me envías una carta con tu lechuza, ella sabrá encontrarme...


El último mes de Harry con los Dursley no fue divertido. Harry se quedaba en su nueva habitación (era la que antes también pertenecía a su gordo primo tan solo para ocupar espacio), con su nueva lechuza por compañía. Decidió llamarla Hedwig, un nombre que encontró en Una historia de la magia. Los libros del colegio eran muy interesantes. Por la noche leía en la cama hasta tarde, mientras Hedwig entraba y salía a su antojo por la ventana abierta. Era una suerte que Petunia ya no entrara en la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos para ella y la Boa aunque Sesha prefería pasearse por los jardines en busca de presas, pequeñas a ves roedores se atrevía a decir que incluso quizás alguno de los gatos de la vieja Figg.


Ya era el día, Harry se despertó a las cinco, tan emocionado e ilusionado que no pudo volver a dormir. Se levantó y se puso unos pantalones rectos de color gris oscuro y una camisa de cuadros blancos, gris claro y negro: no quería andar por la estación con su túnica de mago, ya se cambiaría en el tren. Miró otra vez su lista de Hogwarts para estar seguro de que tenía todo lo necesario, se ocupó de meter a Hedwig en su jaula y a Sesha decidió dejarle escondida entre una caja con huecos como si fuera uno de los paquetes que llevaba, había decidido llegar como si su baúl fuera de un solo compartimento, asi nadie molestaría con tontas preguntas.


Llegaron a King Cross a las diez y media. Y Harry con dificultad cargo su baúl y demás paquetes en un carrito, para comenzar a caminar hasta el andén 9 y 10. Suspiro de forma onda y relamió sus labios nervioso, según su lectura sobre transportes del mundo mágico, el andén que buscaba estaría pasando el muro, cuando estaba por detenerse sintiendo que chocaría contra este una parte de su carrito ya había atravesado la pared… sorprendido Harry solo decidió terminar por cruzar, escuchando solo segundos después la voz de una mujer que decía sobre muggles.


Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras «Andén Nueve y Tres Cuartos». Lo había logrado


Los primeros vagones ya estaban repletos de estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar. Harry empujó su carrito por el andén, buscando un asiento vacío.


Harry se abrió paso hasta que encontró un compartimiento vacío, cerca del final del tren. Primero puso a Hedwig y luego tomando el paquete de Sesha para dejarlo apartado. Cuando iba a subir su baúl no pudo, pesaba demasiado.


— ¿Quieres que te eche una mano? 


Era un chico alto pelirrojo


—Sí, por favor 


— ¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar! 


Con la ayuda de los chicos que al parecer eran gemelos, el baúl de Harry finalmente quedó en un rincón del compartimiento. 


—Gracias


Con una última mirada a Harry, los gemelos saltaron del vagón. Harry se sentó al lado de la ventanilla. Desde allí, medio oculto, podía observar a la familia de pelirrojos en el andén y oír lo que decían.


El tren comenzó a moverse. Harry vio a la madre de los muchachos agitando la mano y a la hermanita, mitad llorando, mitad riendo, corriendo para seguir al tren, hasta que éste comenzó a acelerar y entonces se quedó saludando. Harry observó a la madre y la hija hasta que desaparecieron, cuando el tren giró. Las casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla. Harry sintió una ola de excitación. No sabía lo que iba a pasar... pero sería mejor que lo que dejaba atrás.


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