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In summae re por kuraitsukiyume

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Notas del capitulo:

Hola Hola :3 pido perdon por la espera y sin mas les traigo el siguiente capitulo, debido a que ya tengo nuevamente muchos proyectos las actualizaciones seran viernes o sabados a lo mucho domingo xD pero de ahi no pasa, lo prometo <3 

CAPITULO 4

Harry se había mantenido tranquilo encerrado y había logrado dejar un libro fuera para leer, había aprendido que lo que la gente a veces quería es que fueras ignorante, y siendo ignorante cualquiera podía aprender a manejarte, a usarte, él no estaba ya para tales tonterías, el haría lo que deseaba, subyugaría a todo el que fuera en su contra, sonrió ladinamente y después se relamió los labios, seria libre y una vez libre, el que impondría las reglas seria él; prefirió continuar leyendo y no permitir que su mente se desviara de la información que recibía, las costumbres mágicas eran muchas severas, pero servían y al parecer igual que en el mundo muggle, las autoridades modificaban todo a su placer, gusto y ventaja.

Mientras el leía Sesha se mantenía enroscada y durmiendo cómodamente, Harry había bajado las pequeñas persianas de las ventanas interiores para que nadie asomara su nariz y curioseara a su alrededor, suficiente de ser el venado pequeño y desvalido al que observaban hasta que era atacado, se volvería un depredador, y volcaría el rencor y la frustración que después de 10 años solo se acumulaba.

A eso de las doce y media se produjo un alboroto en el pasillo, Harry alzo su mirada cerrando por un momento su libro y Sesha serpenteo hasta la sombra del asiento, una mujer de cara sonriente, con hoyuelos, se asomó

— ¿Quieres algo del carrito, guapo?

Harry, que no había desayunado, se levantó de un salto. Harry salió al pasillo. Cuando vivía con los Dursley nunca había tenido dinero para comprarse golosinas de hecho las únicas veces en que había probado algún manjar dulce era cuando caía algún trocito de chocolate o de los caramelos de su primo, o cuando le dejaban las sobras de algún postre y, puesto que ahora tenía dinero y cierta libertad, estaba listo para comprarse todas las barras de chocolate que pudiera llevar. Pero la mujer no tenía. En cambio, tenía Grageas de Todos los Sabores, chicle, ranas de chocolate, empanada de calabaza, pasteles de caldero, varitas de regaliz y otra cantidad de cosas extrañas que Harry no había visto en su vida. Como no deseaba perderse nada, compró un  poco de todo y pagó a la mujer.

Harry desenvolvió una rana de chocolate y sacó el cromo. En él estaba impreso el rostro de un hombre. Debajo de la foto estaba el nombre: Albus Dumbledore

Harry dio la vuelta a la tarjeta y leyó: Albus Dumbledore, actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el mundo como el más grande mago del tiempo presente, Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald en 1945, por el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia con su compañero Nicolás Flamel. El profesor Dumbledore es aficionado a la música de cámara y a los bolos

Gruño y frunció el ceño antes de romper el cromo en dos, asi que aquel era el decrepito anciano que le había dejado llevar una vida de perros con los Dursley. No sería idiota, no caería con esa cara de abuelo, los magos como Dumbledore eran igual de hipócritas que los muggles, sucia gente que por poder o querer mostrarse superiores jugaban a dos bandos y no necesariamente en diferentes grupos.

Se oyó un golpe en la puerta del compartimiento, y después de que Sesha lograra nuevamente ocultarse bajo el asiento, entró el muchacho de cara redonda que Harry había visto al pasar por el andén nueve y tres cuartos. Parecía muy afligido.

 —Perdón ¿Por casualidad no habrás visto un sapo?

Cuando negó con la cabeza, el gordito chico solo gimió.

— ¡La he perdido! ¡Se me escapa todo el tiempo!

—Ya aparecerá

—Sí. Bueno, si la ves...

Se fue.

Harry se estaba hartando, primero el tímido chico, a él lo perdono, pero después una molesta chica que se creía sabelotodo y quien siquiera llego a presentarse ya le había mostrado ser una pesadita, él tenía un problema y era que quería saber, ser el mejor, pero no por eso hacer sentir a los demás inferiores o como idiotas como la chica aparentemente hacía, una simple cretina, que con inteligencia buscaba reconocimiento y agrado… ¡PUAG!

Nuevamente notaba a la Boa esconderse bajo el asiento siseando cuan molestos eran los mocosos que no le permitían estar en paz junto a su “amo”

Entraron tres muchachos, y Harry reconoció de inmediato al del medio: era el chico pálido de la tienda de túnicas de Madame Malkin’s. Miraba a Harry con mucho más interés que el que había demostrado en el callejón Diagon.

— ¿Es verdad?  Por todo el tren están diciendo que Harry Potter está en este compartimento. Así que eres tú, ¿no?

Harry gruño para sus adentros, descuidadamente había mostrado su cicatriz a la chica molesta y al parecer no había podido quedarse callada. Quizás y debió de lanzarle algún doloroso hechizo para que la lengua se le enroscara de manera dolorosa, o que los labios se le pegaran.

—Sí

Observó a los otros muchachos. Ambos eran corpulentos y parecían muy vulgares. Situados a ambos lados del chico pálido, parecían guardaespaldas.

—Oh, éste es Crabbe y éste Goyle y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy

—Un… placer, ahora si no les molesta me gustaría continuar mi lectura

—Muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso

Harry solo soltó un bufido, preguntándose que se creía aquel rubio, si le salía con que era una versión delgada y (no pudo negar también) atractiva de su idiota primo, no le importaría en ese mismo momento mandarlo a freír espárragos.

—Independientemente de eso, sería mejor esperar en que casa quedare… dudo que quieras continuar hablándome si llegara a quedar en Gryffindor u otra diferente a Slytherin, pues por lo que recuerdo me dijiste estas seguro de caer ahí.

Draco Malfoy se ruborizó, un tono rosado apareció en sus pálidas mejillas. Y sus dientes por un momento rechinaron, sintiendo que le habían humillado.

—Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter a menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo camino que tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos.

Harry enarco una ceja y sonrió.

— ¿Me estas amenazando? O te vas a pelear conmigo ¿eh?

—Solo aclaro un punto

—Ya lo has hecho asi que sin más me encantaría te retiraras, ya buscare yo considerar tu pedido

Le mostro una sonrisa, si, aquella mascara de niño bueno, era ahí donde recaía todo el meollo, Harry no era como sus tíos le veían, un chico tímido al que podían reprender, al contrario, pero claro, a veces el temor infundido con malos tratos, logra quebrar un poco las verdaderas personalidades.

—Pero nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no es cierto, muchachos?

La mirada de Harry se mostró irritada.

—Draco… ¿Puedo llamarte asi? ya he dicho que lo considerare, pero si presionas terminaras por ser el primero en probar cuan duro es mi carácter

La sombra en la vos de Harry o su manera fría de mirar, no importaba que fuera, había estremecido a Draco, erizándole los vellos de la nuca, quizás también fue la forma en que su nombre salió como caricia de aquellos labios que logro que él solo soltara un chasquido para retirarse, claramente ocultando un poco la vergüenza.

—Esperare entonces tu respuesta Potter

La verdad es que Draco tenía interés, y quería amigos, desde siempre le hablaron del tal niño que vivió y el deseaba conocerlo, ahora que sabía quién era, quería tenerlo, pues toda su vida teniendo lo que quería, jamás nada se le negó y esperaba que el chico de lentes realmente aceptara.

Estaba oscureciendo. Podía ver montañas y bosques, bajo un cielo de un profundo color púrpura. El tren parecía aminorar la marcha. Se quitó la camisa y se puso la larga túnica negra, debajo de esta ocultándose perfectamente Sesha.

—Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos. Por favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevarán por separado al colegio.

Dijo la voz de uno de los prefectos.

El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. Harry se estremeció bajo el frío aire de la noche. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los alumnos, y Harry oyó una voz conocida.

— ¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí!

El sendero estrecho por el que se habían internado se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.

Para cuando los botes comenzaron a moverse todos se mantenían en silencio apreciando la oscuridad y espesura de todo, y el como el castillo cada vez se sentía la presión que daba el castillo con su magnífica construcción, cuando llegaron entraron por unas cuevas, el choque de los botes con la orilla rocosa hizo sentir a muchos que se caerían menos a Harry que se había preparado para la pequeña e insignificante turbulencia, él había tenido que viajar en un bote junto al chico pelirrojo que era hermano de los gemelos, la niña castaña que ya le caía un poco mal y el tímido chico del sapo, al cual ya había recuperado, se preguntó si él se vería igual si hubiera llegado con menos información de la que ya había obtenido.

Subieron en fila y de manera cuidadosa los escalones que a imaginación de muchos parecían peñascos peligrosos, al salir se encontraron en un especie de salón abandonado pero siguieron procediendo y subiendo más escaleras, lo siguiente era ver como las escaleras eran como salientes en espiral de las paredes rocosas y barandales que servían para sujetarte, cosa que casi todos hacían con la desconfianza que daba, al final por fin llegaron a un espacio donde les esperaba ya alguien.

Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro muy severo, y el primer pensamiento de Harry fue que se trataba de alguien con quien era mejor no tener problemas.

—Los de primer año, profesora McGonagall

—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.

 Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era tan grande que hubieran podido meter toda la casa de los Dursley en él.

Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Harry podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha, pero la profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo.

—Bienvenidos a Hogwarts el banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa.

»Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros seáis un orgullo para la casa que os toque.

—Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia

Harry se mantuvo en silencio pensando en qué clase de prueba seria la que les pondrían, en ningún libro hablaban de ella, aunque sí que sabía uno que otro detalle del castillo asi como de otras escuelas.

Unos veinte fantasmas acababan de pasar a través de la pared de atrás. Por lo visto, estaban discutiendo.

—Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos darle una segunda oportunidad...

 —Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves todas las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama a todos y, usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad...

Los fantasmas terminaron por irse de nuevo sin siquiera haberlos visto.

—En marcha

La profesora McGonagall había vuelto.

—Ahora formad una hilera

Harry se puso detrás de un chico de pelo claro, con el chico pelirrojo tras él. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.

Harry bajó la vista después de observar todo su alrededor, mientras la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio.

Después de una ridícula y extraña canción que canto el sombrero muchos se encontraban ansiosos y nerviosos, Harry en lo personal pensaba en cuan raro se sentía el escamoso cuerpo de Sesha escondida debajo de su túnica.

—Cuando yo os llame, deberéis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen  ¡Abbott, Hannah!

— ¡HUFFLEPUFF!

— ¡Bones, Susan!

— ¡HUFFLEPUFF!

— ¡Boto, Terry!

— ¡RAVENCLAW!

Harry ignoraba los nombres, mientras el no pasara los demás le daban igual, porque debería interesarse por personas que no le reconocerían hasta que seguramente dijeran su nombre frente al resto, también odiaría que hubiera que fuera tan odioso como su primo y a cada oportunidad buscara abalanzarse sobre él.

Malfoy se adelantó al oír su nombre y de inmediato obtuvo su deseo: el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó: ¡SLYTHERIN!

Malfoy fue a reunirse con sus amigos Crabbe y Goyle, con aire de satisfacción.

Moon... Nott... Parkinson... Después unas gemelas, Patil y Patil... Más tarde Perks, Sally-Anne... y, finalmente.

— ¡Potter Harry!

— ¿Ha dicho Potter?

— ¿Ese Harry Potter?

Lo último que Harry vio, antes de que el sombrero le tapara los ojos, fue el comedor lleno de gente que trataba de verlo bien.

Gruño y la primera conversación que tuvo con Sesha en el zoológico lo asalto… realmente como podía alguien acostumbrarse a ser mirado durante todo el día como si fuera el animal más raro de todos los tiempos.

—Mm. Difícil. Muy difícil. Lleno de valor, lo veo. Tampoco la mente es mala. Hay talento, oh vaya, sí, y una buena disposición para probarse a sí mismo, esto es muy interesante... Entonces, ¿dónde te pondré?

—Donde puedo yo ser mejor

—Mm. En Gryffindor habitan los valientes, pero la tolerancia no es lo de ellos, actúan siempre antes de pensar, buenos pero peligrosos si tienen ambiciones…Ravenclaw habitan los inteligentes, pero como siempre tienen la razón no buscan escuchar a los demás, de alguna manera siempre neutros, pero a veces vuelan muy alto…Hufflepuff claramente neutrales cuando quieren, aunque se dice que son las sobras del colegio no es asi,  son leales, muy leales, y tienen mismas capacidades que las demás casas sin embargo… no son tan vistas por que lo ocultan.

—Y ¿Slytherin?... ¿Es cierto que todo el que sale es un mago oscuro?

—leales cuando te aceptan, inteligentes y astutos, pero no todos los alumnos cumplen las condiciones que tienen las casas, tu podrías ser una excepción… como Merlín en sus tiempos, podrías ser muy grande, sabes, lo tienes todo en tu cabeza y Slytherin te ayudaría en el camino hacia la grandeza. No hay dudas, ¿verdad? Bueno, si estás seguro, mejor que seas

— ¡SLYTHERIN!

Harry oyó al sombrero gritar la última palabra a todo el comedor. Se quitó el sombrero y anduvo, con paso firme y porte recto, hacia la mesa de Slytherin. Sabía un poro el principio de las serpientes, eran peligrosas y muy poco agradables cuando no se encontraban a gusto, pero si sabía ganárselos, sería un logro.

Estaba tranquilo, que casi no se dio cuenta de las miradas que le enviaban el resto de las casa o incluso varios profesores. Marcus el prefecto se puso de pie y le estrechó la mano aunque su mirada dejaba más que desear, eran como dagas y al mismo tiempo pozos analizan tés.  Harry se sentó en el lado opuesto al fantasma que había visto junto a los otros, parecía estar lleno de sangre plateada que caía sin terminar de llegar al suelo. Éste le dio una mirada y después un saludo elegante que por modales correspondió, dándole la horrible sensación de haberlo metido en un cubo de agua helada.

Después de ello sintió un ligero golpe en su costado y noto entonces al rubio y otros más chicos de primero.

—Entonces Potter

Harry reprimió una sonrisa notando las ansias que salían de los poros de Draco Malfoy, pero respiro profundamente antes de responder.

—Sera un placer conocerte y tenerte como compañero Malfoy

Extendió su mano y el rubio la acepto mientras se sonreían, uno de manera altanera y el otro escondiendo una sonrisa burlona y divertida.

—Entonces desde ahora dime Draco

—Y tú llámame Harry

Después de aquello y saludar al resto de primero, Harry se acomodó y miro la Mesa Alta. En la punta, estaba Hagrid, que lo miró y después desvió su mirada. Harry solo rodo los ojos, seguro el gigante pensaría algo como “ahora estando en Slytherin me despreciara”, vaya que los prejuicios abundaban en todos lados. Y allí, en el centro de la Mesa Alta, en una gran silla de oro, estaba sentado Albus Dumbledore. Harry lo reconoció de inmediato, gruño por lo bajo y sintió que quería matar un anciano. Harry también vio al profesor Quirrell, el nervioso joven del Caldero Chorreante. Estaba con una mirada sorprendida y desconcertada.

La profesora McGonagall enrolló el pergamino y se llevó el Sombrero Seleccionador. Harry miró su plato de oro vacío.

Harry casi se sorprende, casi. Los platos que había frente a él de pronto estuvieron llenos de comida. Nunca había visto tantas cosas que le gustara comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado, chuletas de cerdo y de ternera, salchichas, tocino y filetes, patatas cocidas, asadas y fritas, pudín, guisantes, zanahorias, salsa de carne, salsa de tomate y, por alguna extraña razón, bombones de menta.

Harry con elegancia y modales que había adquirido de libros (para no parecer un troglodita o dar vergüenza) comenzó a servirse, siempre procurando no  hacer ruidos o alguna otra cosa, lo primero era que le vieran como alguien culto, el respeto venia de cómo era visto. Y muchos de los primeros de Slytherin que le vieron y que por un momento habían olvidado sus enseñanzas sangre pura volvieron a recomponerse manteniéndose todos en silencio.

Las acciones llamaron la atención de los maestros, algunos ocultando sus muecas y otros no tanto, para cierto par de hombres, aquello era impresionante, interesante y para nada les molestaba.

Cuando hubieron comido todo lo que quisieron, los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos tan limpios como antes. Un momento más tarde aparecieron los postres. Trozos de helados de todos los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza, relámpagos de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, fresas, jalea, arroz con leche...

Mientras Harry se servía una tarta después de a ver probado las plumas de azúcar, la conversación se centró en las familias.

Malfoy presumiendo sobre el trabajo de su padre o la posición en que se encontraba dentro del ministerio, con los demás no fue diferente.

—Y tu Harry

—No sé porque preguntas, por lo que se ustedes seguro saben más de mí que yo mismo

Comento casi sarcástico pero mordió su lengua y suspiro.

—Mis padres eran magos, aunque por lo que se mi madre era hija de…muggles

Harry arrugo la nariz como si la sola palabra le molestara y lo hacía con tal tono despectivo. Que quienes lograron notar eso se sintieron algo… más a gusto con el joven.

—Entonces eres un mestizo

Dijo Blaise casi escupiéndolo, Harry enarco una ceja

—En todo caso mi sangre es ¾ de magos por lo que no soy considerado mestizo sino mago de segunda categoría, los mestizos son magos de tercera… Si te informaras lo sabrías.

Silencio entre los jóvenes que miraban sorprendidos al chico y a un Blaise que parecía sentirse ofendido de indirectamente ser llamado idiota.

Harry, que comenzaba a sentirse aburrido y somnoliento, miró otra vez hacia la Mesa Alta. Hagrid bebía copiosamente de su copa. La profesora McGonagall hablaba con el profesor Dumbledore. El profesor Quirrell, con su absurdo turbante, conversaba con un profesor de grasiento pelo negro, nariz ganchuda y piel cetrina.

El profesor de nariz ganchuda miró por encima del turbante de Quirrell, directamente a los ojos de Harry... y un dolor agudo golpeó a Harry en la cicatriz de la frente.

Harry frunció el ceño pero no profirió de una sola queja aunque discretamente tallaba su frente.

— ¿Quién es el que está hablando con el profesor Quirrell?

Pregunto a Marcus.

 —Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es raro que parezca tan nervioso, es cobarde y no sabe manejar a las personas de actitud fuerte, ése es el profesor Snape. Su materia es Pociones el mejor, pero no le gusta... Todo el mundo sabe que quiere el puesto de DCAO. Snape sabe muchísimo sobre las Artes Oscuras y sería un mejor profesor.

Cuando estaban a punto de irse, Albus de levanto de su lugar y su voz retumbo en todo el comedor.

—El señor Filch, el celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos.

>>Las pruebas de Quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.

>>Y por último, quiero deciros que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.

— ¿Lo decía en serio?

—Eso creo es raro, porque habitualmente ese viejo nos dice el motivo por el que no podemos ir a algún lugar. Por ejemplo, el bosque está lleno de animales peligrosos, todos lo saben. Creo que, al menos, debió dignarse a avisarnos a nosotros, los prefectos.

Cuando por fin todo el circo del director había terminado todos se dirigían a sus habitaciones, en su caso eran las mazmorras, guiados por Marcus Harry solo miraba por donde pasaban para no perderse en ningún momento.

Unos bastones flotaban en el aire, por encima de ellos, y cuando Marcus se acercó comenzaron a caer contra él.

-Tsk…Peeves es un duende, lo que en algunos lugares llaman poltergeist.

Dijo para los de primero, mientras le exigía al duende que apareciera y este parecía gruñirle improperios.

— ¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?

Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas.

De pronto se abalanzó sobre ellos. Todos se agacharon, menos Harry quien se le quedo mirando de manera analítica e intrigosa. El duende se posó delante de él y también le miro de arriba abajo.

—Interesante, un niño de primero que no parece temerme.

—Por que debería…

La mirada de Harry se endureció al punto que el mismo ser sintió miedo

—…estoy cansado de las bromas… sobre todo las que van contra mi integridad física asi que tu… duende… lo pensaras dos veces en intentar hacer algo en mi contra

Lo último salió como un frio siseo que el duende solo asintió y antes de que Marcus le amenazara con enviarle al barón sangriento este ya había desaparecido.

Cuando llegaron todos pasaron en orden por un extraño motivo el primero era Harry teniendo a su lado a Draco Malfoy, y después continuaban los demás, como Nott, Blaise, Los guarda espaldas de Draco, Pansy y demás.

Harry miro su alrededor, la decoración era oscura pero exquisita el frio era algo notorio considerando que estaban en la parte baja del colegio, los de años delante se retiraron directamente a sus dormitorios y los de primero como el tuvieron que esperar.

—Pronto vendrá nuestro jefe de casa, muestren que no son como el resto de primer año.

Dicho esto Marcus se hizo a un lado, la puerta  por la  que habían pasado se abrió, Harry mentalmente se repitió la contraseña “basilisco”.

Por la puerta entro el mismo hombre de cabello grasiento y oscuro, con la capa ondeando altiva y serena, un ser frio que hacía que en el naciera expectativa.

—Soy Severus Snape, su profesor de posiones y jefe de casa, aclararemos unas cuantas reglas… no quiero que  consigan alguna infracción y pierdan puntos para la casa, ahora este es su hogar, se cuidaran y cualquier trapo sucio que tengan entre ustedes se resolverá solo en la sala común, tendrán etiqueta, sea en discusiones o cualquier otra forma, no dejaran que les superen y sean ingeniosos.

Harry sonrió ladinamente, ignorando olímpicamente la penetrante mirada del hombre que momentos después les dejo retirarse. Harry tenía que compartir dormitorio con Draco y Blaise.

Tal vez Harry había comido demasiado, porque tuvo un sueño muy extraño. Tenía puesto el turbante del profesor Quirrell, que le hablaba y le decía que hacia bien en  estar en Slytherin, porque ése era su destino. Harry contestó al turbante que si era o no, no le debería interesar y el turbante se volvió cada vez más pesado, aclarando que debía también apoyar el lado oscuro (la frase tan solo le parecía una mala imitación de una película que Dudley alguna vez vio). Harry intentó quitárselo, pero le apretaba dolorosamente, y entonces apareció hagrid, que se burló de él mientras luchaba para quitarse el turbante. Luego se convirtió en el Albus Dumbledore, cuya risa se volvía cada vez más fuerte y fría... Se produjo un estallido de luz verde y Harry se despertó, temblando y empapado en sudor.

Los murmullos siguieron a Harry desde el momento en que, al día siguiente, salió del dormitorio, junto con los Sly. Los alumnos que esperaban fuera de las aulas se ponían de puntillas para mirarlo, o se daban la vuelta en los pasillos, observándolo con atención.

Tenían que estudiar los cielos nocturnos con sus telescopios, cada miércoles a medianoche, y aprender los nombres de las diferentes estrellas y los movimientos de los planetas. Tres veces por semana iban a los invernaderos de detrás del castillo a estudiar Herbologia, con una bruja pequeña y regordeta llamada profesora Sprout, y aprendían a cuidar de todas las plantas extrañas y hongos y a descubrir para qué debían utilizarlas, en cada una había demostrado ser un chico capacitado, la observación y sobre todo el cuidado de las plantas era algo a lo que se acostumbró viviendo con los simios Dursley. Pero la asignatura más aburrida era Historia de la Magia, la única clase dictada por un fantasma. El profesor Binns ya era muy viejo cuando se quedó dormido frente a la chimenea del cuarto de profesores y se levantó a la mañana siguiente para dar clase, dejando atrás su cuerpo. Binns hablaba monótonamente, mientras escribía nombres y fechas.

El profesor Flitwick, el de la clase de Encantamientos, era un brujo diminuto que tenía que subirse a unos cuantos libros para ver por encima de su escritorio.

La profesora McGonagall era siempre diferente. Harry había tenido razón al pensar que no era una profesora con quien se pudiera tener problemas. Estricta e inteligente, les habló en el primer momento en que se sentaron, el día de su primera clase.

—Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderéis en Hogwarts. Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya estáis prevenidos.

Después de hacer una cantidad de complicadas anotaciones, le dio a cada uno una cerilla para que intentaran convertirla en una aguja. Al final de la clase, sólo él había hecho algún cambio en la cerilla. La profesora McGonagall mostró a todos cómo se había vuelto plateada y puntiaguda, sin embargo si se veía de cerca se podía notar los elaborados tallados de la aguja, gracias a eso se ganó una felicitación y unos cuantos puntos.

Últimamente Harry se sentía tranquilo, algo que no experimentaba con los simios de sus tíos, ciertamente había encontrado una amistad con Malfoy y su sequito aunque aún tenía roces con Blaise, no era de esperar, apenas llevaban unos cuantos días y la semana no estaba siquiera por terminar.

— ¿Qué tenemos hoy?

—Pociones Dobles con los de Gryffindor

Harry sonrió un poco ante la mueca de Draco y poso uno de sus dedos sobre la frente

-Solo ganaras arrugas si frunces el ceño, solo ignóralos no es como si fueran capaces de hacer algo… ya se han intentado meter muchas veces con nosotros y no logran nada

Draco sonrió y se apegó a Harry riendo quedo, era cierto los Gryffindor de años superiores intentaban siempre acorralarlos pero Harry había resultado ser una extraordinaria serpiente, imponiendo miedo y respeto o en momentos diferentes saliendo siempre bien librado.

Recordó la primera vez en que caminaban Pansy, Blaise, Theo, Harry y el, por los pasillos hacia una de las tantas clases hasta cruzarse con el Wesley, el cual no se tentó en insultarlos y después ir en contra del de ojos verdes. Harry tan solo había sonreído ladinamente alzando la mano para que el resto no dijera una sola palabra.

—Wesley, ¿Alguna vez alguien te dijo que eres una persona increíblemente promedio?

 —Es obvio que soy increíble, no soy después de todo el siguiente señor oscuro

—Me encanta como dices cosas obvias con la sensación de que descubriste algo, y estaría de acuerdo contigo, pero después los dos estaríamos equivocados.

— ¿Qué quieres decir con eso?

—Y pensé que comprendías, sabes me han dicho cosas peores y gente mucho mejor que tú, asi que porque no nos haces un favor y dejas de tapar nuestro paso, no sé qué cualidades tengas que compensen tu actitud porque tan solo eres como el carbón… algo que intento pero no pudo llegar a ser un diamante.

Los Sly se habían erizado con tal emoción, al ver al pelirrojo no hablar y como si su mente procesara todo lo dicho, ellos claramente entendieron los elegantes insultos, como el hecho de que le dijo idiota, ignorante, poca cosa y más. Dejando al chico solo continuaron su paso, y el, Draco, se sentía cada vez más emocionado teniendo a Harry de su lado para conocerlo.

Justo en aquel momento llegó el correo. Harry ya se había acostumbrado, volando sobre las mesas hasta encontrar a sus dueños, para dejarles caer encima cartas y paquetes. Hedwig no le había llevado nada hasta aquel día. Algunas veces volaba para mordisquearle una oreja y conseguir una tostada, antes de volver a dormir en la lechucería, con las otras lechuzas del colegio. Sin embargo, aquella mañana pasó volando entre la mermelada y la azucarera y dejó caer un sobre en el plato de Harry.

Este enarco una ceja pero solo guardo la carta, recibiendo que era de cierto profesor.

-Vamos Harry tenemos pociones

Harry asintió, desde el segundo día el singular grupo de Slytherin se había impresionado y no falto mucho para que los ataque contra Harry se formaran, como ser el próximo señor oscuro o su aliado o cosas asi.

Las clases de Pociones se daban abajo, en un calabozo. Hacía mucho más frío allí que arriba, en la parte principal del castillo, y habría sido igualmente interesante sin todos aquellos animales conservados, flotando en frascos de vidrio, por todas las paredes. Snape, como Flitwick, comenzó la clase pasando lista y, como Flitwick, se detuvo ante el nombre de Harry.

—Ah, sí. Harry Potter. Nuestra nueva... celebridad.

Draco Malfoy Crabbe y Goyle, junto el resto  solo se mantuvieron esperando que pasaría, sonriendo ladinamente porque era obvio el ataque del profesor hacia Harry, y porque este seguramente no sabía cuan serpiente era el mismo.

Snape terminó de pasar lista y miró a la clase. Sus ojos eran tan negros como los de Hagrid, pero no tenían nada de su calidez. Eran fríos y vacíos y hacían pensar en túneles oscuros.

—Vosotros estáis aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones.  Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.

Más silencio siguió a aquel pequeño discurso. Harry y Draco intercambiaron miradas con las cejas levantadas, como retándose a ver quién superaba a quien, además de desviar después ambos la mirada cargada de burla hacia Granger que estaba sentada en el borde de la silla, y parecía desesperada por empezar a demostrar que ella no era un alcornoque. Harry sentía excitación una emoción que bullía dentro, de hacer posible todo lo que deseaba quizás en algún momento lograra crear algo para darle a su “familia” y volverlos más tolerables, con suerte y pensarían que murieron en un accidente.

— ¡Potter! ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?

Harry miro frívolamente al profesor, pero luego enarco una ceja y se mostró más tranquilo y con una mirada más cálida y suave, ahí había algo más que solo estarlo atacando con preguntas.

—Profesor…Producen una poción para dormir muy poderosa llamada filtro de muertos en vida… ¿sabía también que para pociones muchos magos tienden a aprenderse el lenguaje de las flores victoriano?

Harry sonrió tranquilamente, y mientras el resto se mostraba desubicado por el pequeño dato dado por el chico Severus no pudo más que evitar mostrar una mirada sorprendida. Para después recomponerse y gruñir por lo bajo.

— ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?

—Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarte de la mayor parte de los venenos

— ¿Cuál es la diferencia, Potter; entre acónito y luparia?

—En lo que se refiere a acónito y luparia, es la misma planta

Después de parecer un poco satisfecho por el desempeño y de decir a todos que anotaron lo dicho, Snape los puso en parejas, para que mezclaran una poción sencilla para curar forúnculos. Se paseó con su larga capa negra, observando  cómo pesaban ortiga seca y aplastaban colmillos de serpiente, criticando a todo el mundo, cuando se detuvo en la pareja de Harry y Malfoy para su pesar ambos trabajaban perfectamente, el polvo había sido hecho de forma cuidadosa y dejando solo una finesa parecida al de la arena, había pesado sin pasarse un solo gramo, en el preciso momento en que les estaba diciendo a todos que miraran la perfección con que ambos había cocinado a fuego lento los pedazos de cuernos, multitud de nubes de un ácido humo verde y un fuerte silbido llenaron la mazmorra.

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—De alguna forma me dio lastima ese chico, mira que no ser apoyado siquiera por su casa

—Asi son los leones Harry que bueno que no llegaste a parar ahí

—En realidad estuvo a punto de Draco

Harry se mantenía a su lado en la sala común, mientras leía tranquilamente un libro, ya libre de sus deberes, y siendo mimado por Draco, para muchos de Slytherin Harry seguía siendo un misterio, era silencioso y tranquilo pero al provocarlo se sentía un aura peligrosa, además de eso se notaba que detestaba metieran sus narices en asuntos como su familia, muchos sospechaban que llevaba alguna marca más en el cuerpo porque este siempre iba enfundado con sus ropas.

No se dejaba tocar por nadie más que por el rubio y eso que incluso muy poco, Draco por otro lado buscaba ser más cercano a Harry, desde que su madre le conto historias de él, supo que era su destino conocerlo.

—Mañana a primera hora tenemos vuelo verdad

—Asi es con los mugrosos leones

Harry soltó una risita, le habían caído bien aquellos gemelos que conoció y le ayudaron en el vagón, pero su hermano menor y el mayor… esos si fueron una molestia cuando se los encontró, ahora no querían tener ni a cinco metros cerca al tal ron.

Harry no había recibido una sola carta desde la nota (que al parecer solo hacía mención de una reunión, aunque sin fecha ni hora), algo que Malfoy ya había notado, por supuesto. La lechuza de Malfoy siempre le llevaba de su casa paquetes con golosinas, que el muchacho abría con perversa satisfacción en la mesa de Slytherin y el único con suficiente suerte para probar tales delicias era Harry.

Aquella tarde, a las tres y media, Gryffindor bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo. Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo sus pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia. Los Slytherin’s ya estaban allí, y también las veinte escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo.

Harry había oído a Fred y a George Wesley quejarse de las escobas del colegio, diciendo que algunas comenzaban a vibrar si uno volaba muy alto, o que siempre volaban ligeramente torcidas hacia la izquierda. Esto mientras caminaban por el pasillo, al parecer a los gemelos les daba igual en que casa había terminado, por lo mismo dijeron esto al resto de sus Slytherin y llegaron antes para tomar las que se notaban más decentes.

—Extended la mano derecha sobre la escoba —les indicó la señora Hooch— y decid «arriba».

— ¡ARRIBA! —gritaron todos.

La escoba de Harry saltó de inmediato en sus manos, pero fue uno de los pocos que lo consiguió.

—Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada. Mantened las escobas firmes, elevaos un metro o dos y luego bajad inclinándoos suavemente. Preparados... tres... dos...

— ¡Vuelve, muchacho! —gritó al ver que uno de los chicos no siguió las indicaciones, pero Neville subía en línea recta, como el corcho de una botella... Cuatro metros... seis metros... Harry le vio la cara pálida y asustada, mirando hacia el terreno que se alejaba, lo vio jadear; deslizarse hacia un lado de la escoba y...

BUM... Un ruido horrible y Neville quedó tirado en la hierba. Su escoba seguía subiendo, cada vez más alto, hasta que comenzó a torcer hacia el bosque prohibido y desapareció de la vista.

—No debéis moveros mientras llevo a este chico a la enfermería. Dejad las escobas donde están o estaréis fuera de Hogwarts más rápido de lo que tardéis en decir Quidditch.

 

Notas finales:

:D espero les haya gustado 


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