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In summae re por kuraitsukiyume

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Notas del capitulo:

Aqui un nuevo (y recien salido del horno) capitulo, espero les guste lentamente nos acercamos a los choque de harry con sus en antaño (y en la historia original) "mejores amigos"... snape y por supuesto nuestro hombre... el-que-no-puede-ser-nombrado... so se como se le ocurrio a nuestra escritora Jk. ponerle asi, sobre todo los personajes que usan ese nombre... digo... es mas facil decir voldemort xD 

— ¿Habéis visto la cara de ese gran zoquete?

Harry solo sonrió un poco aunque sentía aun pena por el chico, los otros Slytherin’s le hicieron coro.

— ¡Cierra la boca, Malfoy! —dijo Parvati Patil en tono cortante.

—Oh, ¿estás enamorada de Longbottom? —dijo Pansy, la chica de Slytherin de rostro duro. —Nunca pensé que te podían gustar los gorditos llorones, Parvati.

— ¡Mirad! —Dijo Malfoy, agachándose y recogiendo algo de la hierba—. Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom.

 La Recordadora brillaba al sol cuando la cogió.

—Trae eso aquí, Malfoy —dijo Ron.

 Todos dejaron de hablar para observarlos. Malfoy sonrió con malignidad.

—Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque... ¿Qué os parece... en la copa de un árbol?

— ¡Tráela aquí! —rugió

 Malfoy había subido a su escoba y se alejaba. No había mentido, sabía volar. Desde las ramas más altas de un roble lo llamó:

— ¡Ven a buscarla, Wesley!

— ¡No! —Gritó Hermione Granger—. La señora Hooch dijo que no nos moviéramos. Nos vas a meter en un lío.

No le hizo caso. Le ardían las orejas que estaban tanto o más del color de su pelo. Se montó en su escoba, pegó una fuerte patada y subió, la escoba se tambaleaba un poco, y nadie creía que el pelirrojo fuera siquiera capas ahora de poder moverse.

El aire agitaba en Draco su pelo y su túnica, silbando tras él. Ron empujó su escoba un poquito más, pero esta vibraba, y oyó los gritos y gemidos de las chicas que lo miraban desde abajo, y una exclamación de terror. Dirigió su escoba para enfrentarse a Malfoy en el aire. Éste lo miró asombrado.

— ¡Déjala o te bajaré de esa escoba!

—Ah, ¿sí?

—Aquí no están Crabbe y Goyle para salvarte, Malfoy

Draco sonrió y quiso hacer dote de su habilidad para volar que al pasar junto al Wesley no noto cuando este se inclinó de forma arriesgada para tomar de las cerdas la escoba y hacer que perdiera el equilibrio.

Harry miro preocupado por su dragon, si desde que acepto estar con él, el rubio se había vuelto de alguna forma de su propiedad, era algo que vio con su primo Dudley y para el eso era lo normal, que si aceptabas a alguien, este pasaba a ser de tu propiedad, como un bonito objeto o mascota.

Preocupado y alterado cuando Draco comenzó a tambalearse tomo la escoba de un golpe y como si fuera un experto salió volando a su rescate antes de que este llegara a caer desde esa altura contra el suelo, ron Wesley no le fue mejor, la escoba casi al igual que la de Longbottom se había vuelto loca y a una mayor altura casi a 6 metros, Harry dejo a Draco y fue hacia el pelirrojo.

—Mira lo que causas

Gruño Harry antes de ir a su lado controlando la escoba para bajar ambos lentamente.

—No necesitaba ayuda mago oscuro

Harry enarco una ceja pero después mostro una severa sonrisa.

—Lo que digas pelirrojo.

— ¡HARRY POTTER!

Su corazón latió más rápido que nunca. El profesor Snape caminaba hacia ellos. Se puso de pie, intentando mostrarse tranquilo e inexpresivo... El profesor Snape estaba casi mudo de la impresión, y sus ojos brillaban de furia.

— ¿Cómo te has atrevido...? Has podido romperte el cuello...

—No fue culpa de él...

—Silencio, Draco.

—Pero...

—Ya es suficiente, Wesley pronto sabrás de la sanción por parte de tu jefa de casa. Potter, ven conmigo.

Ron al inicio tenía una sonrisa socarrona se quedó pálido, los Slytherin estaban molestos, y Draco aunque intento detener a Snape no lo logro, además de la mirada de Harry que le dijo que se quedara en silencio.

Mientras caminaban no evito escuchar la seseante voz de Snape.

—Realmente es tonto no es asi

—Preferible a ver herido a uno de mi casa y al tonto que causo el accidente, después de todo si lo vio significa que vio todo.

Subieron por los peldaños delanteros y después por la escalera de mármol. El profesor no volvió a  hablar. Abría puertas y andaba por los pasillos, con Harry caminando tras él.

—Discúlpeme, profesor Quirrell, me permitiría a Flint

—Seguidme los dos

—Aquí

Señaló un aula en la que sólo estaba Peeves, ocupado en escribir groserías en la pizarra.

— ¡Fuera, Peeves!

El duende estaba por reclamar pero al ver al chico solo chillo y desapareció. Eso le pareció extraño a Snape pero lo dejo pasar.

—Potter, ya debes de conocerlo… te he encontrado un buscador.

La expresión de intriga se convirtió en deleite.

— ¿Está seguro, profesor?

—Totalmente

—Al menos me preguntaran si desea hacer lo que quiera… que pase por sus mentes

—No es una opción Potter si no quiere tener problemas

Harry sonrió ampliamente y enarco una ceja

—No provoque

Siseo suficiente para que ambos mayores se estremecieran, por dentro Snape se preguntó quién demonios era este Potter, solo le recordaba a… a alguien que no quería ni mencionar su nombre. Dejando eso de lado Marcus se armó de valor para continuar.

— ¿Alguna vez has visto un partido de Quidditch, Potter?

—Parece que criado por muggles no les suena para nada

—Dejando eso de lado tienes el cuerpo indicado para ser buscador. Ligero, veloz... Vamos a tener que darle una escoba decente, profesor, una Nimbus 2.000 o una Cleansweep 7.

—Hablaré con el profesor Dumbledore para ver si podemos suspender la regla del primer año. Comprenda señor Potter que estas facilidades y consentimientos no se le darán siempre

—Jamás he pensado asi profesor….

Dijo con una mirada ensombrecida que Severus se preguntó nuevamente, que mierda había pasado para que el chico supuestamente de oro y que debía quedar en Gryffindor no siguiera nada de lo planeado.

— Por otro lado profesor de una oportunidad a Draconis, si no es asi, aceptare el castigo aunque sea la expulsión

Snape gruño

—Bien Potter, Marcus que puesto falta

—Cazador

—De la información al señor Malfoy…Potter

.

.

.

—Es una broma.

Era la hora de la cena. Harry había terminado de contarle a Draco todo lo sucedido cuando dejó el parque con el profesor Snape.

— ¿Tu buscador? Y yo ¿Cazador? Pero los de primer año nunca... Seríamos los jugadores más jóvenes en...

—Un siglo

Draco estaba tan sorprendido e impresionado que se quedó mirándolo boquiabierto olvidando sus modales.

—Tenemos que empezar a entrenar la semana que viene. Pero no se lo digas a nadie, Marcus quiere mantenerlo en secreto.

— ¿Comiendo la última cena, Potter? ¿Cuándo coges el tren para volver con los muggles?

—Eres mucho más valiente ahora que has vuelto a tierra firme

Hablo fríamente Harry. Por supuesto como la Mesa Alta estaba llena de profesores, no podían hacer más que matarse con las palabras y las miradas, además de con el ceño fruncido.

—Nos veremos cuando quieras — menciono ron.

—Esta noche, si quieres. Un duelo de magos. Sólo varitas, nada de contacto. ¿Qué pasa? Nunca has oído hablar de duelos de magos, ¿verdad?

—Por supuesto que sí

Miro a Draco de reojo y este impresionado pero sintiéndose importante asintió.

—Yo soy su segundo. ¿Cuál es el tuyo?

Ron miró a la mesa Gryffindor valorándolos.

—Dean. A medianoche, ¿de acuerdo?

—Nos encontraremos en el salón de los trofeos Wesley, nunca se cierra con llave.

Harry sonrió ampliamente al verlos retirarse y Nott, Pansy, Blaise e incluso Draco se inclinaron a su dirección.

— ¿Hablas enserio?

—Naturalmente… he mentido… ¿Desde cuándo las serpientes le damos la palabra a los leones?

Todos suspiraron aliviados y después colocaron una sonrisa torcida

— ¿Qué tienes planeado?

—Si querido, no se dicen las cosas solo porque si

—Simplemente porque escuche de uno de los recuadros cerca de la mazmorra que la dama gorda le visitara a esa hora, por lo tanto Wesley se quedara fuera y si le encuentra el celador…

—Oh que serpiente más astuta

Los Sly rieron y continuaron, Harry pensó hace cuanto no veía a Sesha, la había dejado rondar por el castillo a su gusto y placer, pero no la había vuelto a ver hasta ahora. El temor de que fuera herido o se perdiera, mordió su labio cuando le encontrara estaba decidido a hacer ya el lazo.

.

.

.

Los Sly caminaban con sus pasos seguros entre los pasillos hasta el gran comedor, no tardaron mucho en que sus miradas cayeran pesadas y altivas sobre un pequeño grupo que se notaba pálido y con falta de sueño, la chica sabelotodo, el chico del sapo, el tal Dean y por supuesto ron, una ladina sonrisa surco los rostros de las serpientes.

Wesley al verlos les miro colérico, se alzó rápidamente dando un fuerte golpe de sus palmas contra la madera de la larga mesa y se acercó a Harry para agarrarle del cuello de su capa.

—Maldito cobarde, nos engañaste

—No sé de qué hablas, pero luces más demacrado de lo usual… ¿Paso algo?

La sonrisa de Harry solo lo saco más de sus casillas, pero antes de que su puño alzado impactara el sonido de una garganta aclarándose, lo hizo girar y quedar casi del color del papel, pues tanto Snape como McGonagall le miraban severos y con el ceño fruncido.

—Joven Wesley, si no quiere que recapacite con su castigo… compórtese o permitiré que el profesor Severus sea el que se encargue de usted.

—No dude en que yo le enviare de regreso al tren con sus maletas…

Mientras las lechuzas volaban por el Gran Comedor, como de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en unos paquetes largos y delgados, que llevaban doce lechuzas blancas, seis cargando cada paquete. Harry estaba tan interesado como los demás en ver qué contenía aunque sin demostrarlo, y se sorprendió mucho cuando las lechuzas bajaron y dejaron el paquete frente a él, tirando al suelo su tocino, enarco una ceja y noto que el otro paquete lo tenía Draco.

Se estaban alejando, cuando un búho real dejó caer una carta sobre el paquete del rubio. Harry se inclinó sobre su hombro para leer la carta, decía:

NO ABRAN EL PAQUETE EN LA MESA

Contiene la nueva Nimbus 2.000, pero Severus se encargó de remarcar que  no quería un alboroto por que sepan que se les han comprado una escoba, porque también querrán una. Escuche que les esperarán esta noche en el campo de Quidditch a las siete, para la primera sesión de entrenamiento, no nos defraudes Draco y salúdanos al joven Potter.

Lucius Abraxas Malfoy.

 Harry tuvo dificultades para ocultar su desconcierto.

— ¡Una Nimbus 2.000! — jadeo Draco con sus ojos brillantes

Salieron rápidamente del comedor para abrir el paquete en privado (siendo Draco en realidad el que jalaba a Harry) antes de la primera clase, pero a mitad de camino se encontraron con un par de Gryffindor, que les cerraban el camino. Uno  quitó el paquete a Harry y lo examinó.

—Es una escoba

Devolviéndoselo bruscamente, con una mezcla de celos y rencor en su cara

—Esta vez lo has hecho, Potter. Los de primer año no tienen permiso para tener una.

—No es ninguna escoba vieja ¿Qué sabes tú, si seguramente no puedes comprar ni la mitad del palo?

—No os estaréis peleando, ¿verdad, chicos?

—A Potter y Malfoy le han enviado una escoba, profesor

—Sí, sí, está muy bien. El profesor Snape me habló de las circunstancias especiales. ¿Y qué modelo son sus escobas?

—Una Nimbus 2.000, señor

Dijo Harry, tratando de no reír junto a Draco ante la cara de horror de los leones

—Y realmente es gracias a los Gryffindor que las tenemos.

Harry y Draco se fueron hacia la mazmorra, conteniendo la risa ante la evidente furia y confusión de los leones. Seguidos después por el resto de su grupo.

Durante aquel día, Harry atendía  a las clases. A veces su mente volvía al dormitorio, donde la  escoba nueva estaba debajo de la cama, o se iba al campo de Quidditch, donde aquella misma noche aprenderían a jugar. Durante la cena comió sin darse cuenta de lo que tragaba, y luego se apresuró a la mazmorra con Draco, para sacar; por fin, a la Nimbus 2.000 de su paquete.

—Oh

Draco lucia complacido, cuando la escoba rodó sobre la colcha de la cama. Hasta Harry, que no sabía nada sobre las diferencias en las escobas, pensó que parecía maravillosa.

—Dale mis agradecimientos a tu padre Draco, es simplemente extraordinaria y artesanalmente exquisita.

—Claro Harry

Draco se sentía con el pecho hinchado, quizás no había sido muy sincero en cuanto a explicar, simplemente le había dicho a su padre que su amigo era Harry Potter, y que ahora ambos eran después de tanto tiempo los primeros jugadores de primer año que jugarían Quidditch, su padre simplemente le había recompensado de la mejor manera y por supuesto para ganarse un poco la confianza del niño que vivió.

Durante los siguientes momento fueron llenados de preguntas por sus amigos, Harry parecía menos dispuesto a los detalles, dejando a Draco lucirse con su refinada y a veces condescendiente habla.

Cerca de las siete, Harry y Draco salieron del castillo y se encaminaron hacia el campo de Quidditch. Demasiado deseosos de  volar antes de que llegara Marcus, Harry y Draco montaron en su escoba  dando una patada en el suelo, se alzaron en vuelo.

Qué sensación. Harry subió hasta los postes dorados y luego bajó con rapidez al terreno de juego, mientras Draco parecía dar vueltas casi con maestría.

— ¡Eh, Potter, Malfoy, bajen!

Había llegado. Llevaba una caja grande de madera debajo del brazo. Harry y Draco aterrizaron cerca de él.

—Muy bonito. Ya veo lo que quería decir, realmente tienes un talento natural y Malfoy no se queda detrás. Voy a enseñarte las reglas esta noche a Potter y luego te unirás junto a Malfoy al equipo, para el entrenamiento, tres veces por semana.

Abrió la caja. Dentro había cuatro pelotas de distinto tamaño.

.

.

.

Tal vez fue porque estaba ocupado tres noches a la semana con las prácticas de Quidditch, además de todo el trabajo del colegio, la razón por la que Harry se sorprendió al comprobar que ya llevaba dos meses en Hogwarts. El castillo era mucho más su casa de lo que nunca había sido Privet Drive.

Los Sly eran su verdadera familia y junto a ellos sus mejores aliadas, su hermosa lechuza y por supuesto Sesha que al parecer había terminado su aventura salvaje por el bosque prohibido, dándole a Harry un maravilloso y amplio relato de cómo era el oscuro interior del lugar, Harry también había ya terminado por formar el lazo con la serpiente, sintiéndose extrañamente bien, como si una parte de él se llenara, aunque aún sentía un pequeño vacío.

Sus clases, también, eran cada vez más interesantes, una vez aprendidas los principios básicos.

En la mañana de Halloween se despertaron con el delicioso aroma de calabaza asada flotando por todos los pasillos.

Durante las clases los Slytherin llevaban siempre la ventaja, en algún momento a quien menos recibían se había vuelto incluso la cabeza, Harry daba tan brillantes ideas que simplemente y de manera tan delicada, lograba convencer a Draco, auto dominado príncipe de Slytherin , a seguir sus ideas e implantarlas entre los de primero, cosas como un pequeño grupo de estudio para ayudar a fortalecer los puntos débiles de algunos, fuera la clase que fuera, aunque quizás el único contrincante que tenían las pequeñas serpientes era la chica sabihonda Granger, una que Harry podía superar fácilmente sin ser impertinente o pesado.

Para la noche de Halloween mil murciélagos aleteaban desde las paredes y el techo, mientras que otro millar más pasaba entre las mesas, como nubes negras, haciendo temblar las velas de las calabazas. El festín apareció de pronto en los platos dorados, como había ocurrido en el banquete de principio de año.

Harry se estaba sirviendo una patata con su piel, cuando el profesor Quirrell llegó rápidamente al comedor; con el turbante torcido y cara de terror. Todos lo contemplaron mientras se acercaba al profesor Dumbledore, se apoyaba sobre la mesa y jadeaba

—Un trol... en las mazmorras... Pensé que debía saberlo.

Y se desplomó en el suelo. Se produjo un tumulto. Para que se hiciera el silencio, el profesor Dumbledore tuvo que hacer salir varios fuegos artificiales de su varita. Harry enarco una ceja y continuo comiendo, sus amigos le miraron como si fuera alguna especie de hidra o un ser mágico extinto. El alzo la mirada y parpadeo un poco.

—Harry no pareces preocupado

—Por que debería,  nosotros Slytherin primero debemos mantener la compostura, calma y mente fría, no mostrar debilidad… además por supuesto que, estamos más a salvo aquí… si apareció en las mazmorras quien dice y no nos lo topamos en el camino a nuestra sala común.

El silencio que se había generado por el director había permitido que por lo menos se escuchara lo último, la casa de las serpientes lo sopesó y momentos después se encontraron sentados nuevamente y con expresiones tranquilas.

— ¿Cómo ha podido entrar aquí un trol? — pregunto Harry

—No tengo ni idea, parece ser que son realmente estúpidos. Tal vez Peeves lo dejó entrar; como broma de Halloween.

—Donde haya sido ese duende y me lo encuentre, no le ira bien.

El director que por un momento se mostró consternado regreso a sí mismo.

—El resto de las casas, prefectos por favor guíenlos a sus salas comunes.

Mientras todos se iban y la única casa que quedaba era la de Slytherin, los maestros decidieron retirarse quedando solo Snape, quien pasaba su mirada seria y achicada de Harry a Quirrell, el segundo achicándose ante el escrudiño de Snape.

—Profesor Snape, Profesor Quirrell

—Que paso joven Percy

—Un alumno de la casa Gryffindor falta

.

.

.

—Da gracias que Snape y los demás profesores no hicieron nada Harry

Dijo por lo bajo Draco mientras se encontraba recostado frente al fuego de la chimenea y Harry mantenía su cabeza sobre el regazo de este, casi ronroneando.

—No es tan malo, a ellos le restaron puntos y a nosotros nos sumaron

—A costa de que Potter

—Sabes que tenía ganas de ver un verdadero troll y tú decidiste seguirme, en ningún momento use un imperius en ti.

Draco solo suspiro tirando una de las mejillas de Harry a manera de venganza, pues después del aviso Snape les había dicho regresar a la sala común, asegurando que el troll ya no estaría ahí, sin embargo el pequeño lado Gryffindor del azabache los había guiado a ambos junto a Blaise a buscar al troll, y para su suerte estaba este, a punto de eliminar a la hija de muggles, que Harry no le llevo mucho tiempo en desmayarlo y después los maestros llegaran para mirarles y de un corto interrogatorio dejarles libres, realmente una suerte, incluso la sangre sucia había hablado al favor de ellos.

—Snape dijo que no tentáramos nuevamente la suerte

—Draconis desde que estas a mi lado tientas mucho tu suerte

Draco bufo y rodo los ojos, solo se tranquilizó cuando Harry le beso la mejilla

—No volverá a pasar

—Más te vale Harry

.

.

.

Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía de acero congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha blanca.

Iba a comenzar la temporada de Quidditch. Aquel sábado, Harry y Draco jugarían su primer partido, después de semanas de entrenamiento: Gryffindor contra Slytherin.

 Si ganaban, pasarían a ser nuevamente primeros en el campeonato de las casas. Casi nadie había visto jugar a Harry, porque el capitán había decidido que sería su arma secreta. Harry también debía mantenerlo en secreto y no es como si a él le interesara andarlo gritando a los cuatro vientos.

El día anterior al primer partido de Harry los Sly estaban a fuera, en el patio helado, durante un recreo, y él había hecho aparecer un brillante fuego azul, que podían llevar con ellos, en un frasco de mermelada. Estaban de espaldas al fuego para calentarse cuando Snape cruzó el patio.

De inmediato, Harry se dio cuenta de que Snape cojeaba, no le dio mucha importancia, aunque algo le decía que pasaba un acontecimiento extraño.

En la sala común de Slytherin había mucho ruido aquella noche. Harry, Draco, Blaise, Nott y Pansy estaban sentados juntos, cerca de la ventana. Entre ellos estaban repasando los deberes sobre Encantamientos. Nunca se dejaban copiar, pero si alguien pedía que le revisaran los trabajos, le explicaban las respuestas correctas.

La mañana siguiente amaneció muy brillante y fría. El Gran Comedor estaba inundado por el delicioso aroma de las salchichas fritas y las alegres charlas de todos, que esperaban un buen partido de Quidditch.

A las once de la mañana, todo el colegio parecía estar reunido alrededor del campo de Quidditch. Muchos alumnos tenían prismáticos. Los asientos podían elevarse pero, incluso así, a veces era difícil ver lo que estaba sucediendo

Los Sly se reunieron en la grada más alta. Para darle una sorpresa a sus serpientes, habían transformado en pancarta una de las sábanas. Decía: «Potter y Draco; Príncipes de Sly», y Pansy, que dibujaba bien, había trazado una gran serpiente de Slytherin. Luego Nott había realizado un pequeño hechizo y la pintura brillaba, cambiando de color.

 Mientras tanto, en los vestuarios, Harry, Draco y el resto del equipo se estaban cambiando para ponerse las túnicas color verde de Quidditch.

—Bueno, chicos

—Y chicas —añadió la otra cazadora

—Y chicas. Éste es...

—Nos sabemos de memoria el discurso

—Callaos. Éste es el mejor equipo que Slytherin ha tenido en muchos años. Y vamos a ganar. Les lanzó una mirada que parecía decir: «Si no...».

 Harry y Draco siguieron a los mayores fuera del vestuario y, esperando que las rodillas no les temblaran, pisaron el terreno de juego entre vítores y aplausos.

La señora Hooch hacía de árbitro. Estaba en el centro del campo, esperando a los dos equipos, con su escoba en la mano.

—Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos

Harry notó que parecía dirigirse especialmente a su capitán y no pudo evitar ladear una sonrisa que se contagió a Draco y después al resto de serpientes.

Con el rabillo del ojo, vio el estandarte brillando sobre la muchedumbre. Se sintió más superior y a Draco le pasaba lo mismo.

—Montad en vuestras escobas, por favor. Harry junto a su dragon subieron a las Nimbus 2.000. La señora Hooch dio un largo pitido con su silbato de plata. Quince escobas se elevaron, alto, muy alto en el aire. Y estaban muy lejos.

—Slytherin ha cogido la quaffle, el capitán de Slytherin, Marcus Flint se apodera de la quaffle y allá va... Flint vuela como un águila... está a punto de... no, lo detiene una excelente jugada del guardián Wood de Gryffindor y Gryffindor tiene la quaffle... ah nuevamente... La quaffle en poder de Slytherin... Draco Malfoy cogiendo velocidad hacia los postes de gol, pero lo bloquea otra bludger, enviada por Fred o George Wesley, no sé cuál de los dos... evita la  bludger, los postes de gol están ahí... ¡GOL DE SLYTHERIN!... Por primera vez en años un primero jugando y logra un estupendo inicio.

—Todavía no hay señales de la snitch, ¿no? — pregunto Blaise

—No —dijo Pansy—.Harry todavía no tiene mucho que hacer.

—Mantenerse fuera de los problemas ya es algo— término por comentar Nott sacando un par de sonrisas de sus compañeros.

Por encima de ellos, Harry volaba sobre el juego, esperando alguna señal de la snitch. Cuando Draco anotó un punto, Harry se vio complacido dando unas volteretas, y volvió a vigilar la llegada de la snitch.

Harry la vio. En un arrebato de excitación se lanzó hacia abajo, detrás del destello dorado. El buscador de Gryffindor, también la había visto. Nariz con nariz, se lanzaron hacia la snitch... Todos los cazadores parecían haber olvidado lo que debían hacer y estaban suspendidos en el aire para mirar.

Harry era más veloz. Podía ver la pequeña pelota, agitando sus alas, volando hacia delante… casi la tenía, casi, Harry esquivó otra bludger, que pasó peligrosamente cerca de su cabeza, ocurrió. Su escoba dio una súbita y aterradora sacudida. Durante un segundo pensó que iba a caer.

Sucedió de nuevo. Era como si la escoba intentara derribarlo. Pero las Nimbus 2.000 no decidían súbitamente tirar a sus jinetes. Harry gruño, frunció el ceño y murmurando algo solo lanzo un hechizo rompe maldiciones, su escoba nuevamente se mantenía bajo sus órdenes, sus orbes pasaron rápidamente por todo el público, dejando de lado a alumnos decidió centrarse en los profesores y ahí estaba, su maestro de pociones Snape que en un segundo había dejado de mover sus labios y a su lado Quirrell con los ojos abiertos como platos.

De nuevo el destello de la snitch y Harry iba a toda velocidad hacia el terreno de juego cuando vieron que giraba sobre su propio cuerpo y momentos después se levantaba, como si su brazo se hubiera herido. Pero lentamente lo extendió y  algo dorado se mostró en su mano.


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