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In summae re por kuraitsukiyume

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Notas del capitulo:

Hola tanto tiempo me extrañaron, eso espero xD no los retraso ni atraso mejor lean, lean y sean felices

CAPITULO 6

Harry se encontraba en la sala común con sus compañeros, mientras escuchaba a estos casi reprenderle sobre su hazaña con la escoba no hacía más de una semana.

—Querida… si quisiera a alguien regañándome, no serias la indicada

Dijo siseando ya irritado, todos callaron sabían o habían aprendido a conocer cuando el chico no estaba para que se colocaran pesados, aprendieron casi a las malas cuando por accidente conocieron al lazo de Harry, Sesha, los Sly se habían quedado sorprendidos e incluso maravillados, claro que Harry aun no les decía de su habilidad del pársel, pero él creía que con decirles sobre Sesha ellos ya debían tener en cuenta que se ganaron un pequeño lugar cerca de él, no como el Wesley al que desde la última amenaza lo había evitado, y para el mejor.

Se acercaba la Navidad. Una mañana de mediados de diciembre Hogwarts se descubrió cubierto por dos metros de nieve. El lago estaba sólidamente congelado y los gemelos Wesley fueron castigados por hechizar varias bolas de nieve para que siguieran a Quirrell y lo golpearan en la parte de atrás de su turbante.

Harry se había divertido al ver esto (apoyando con gestos a los gemelos que no tuvieron reparo en sonreírle, eran quizás ese par, uno de los pocos leones a quienes él podría soportar) para momentos después dirigirse a la oficina del profesor Snape, pues aun una duda lo asaltaba, desde el partido.

Toco la puerta con unos ligeros golpecitos y la grave voz de su maestro de pociones se escuchó.

—Adelante

Sin pensarlo dos veces entro cerrando detrás de él y acercándose al escritorio donde su profesor parecía revisar los ensayos de la clase anterior. Por un momento los negros ojos le apreciaron para después ignorarle nuevamente.

—Pasa algo Potter

—En realidad si profesor, he tenido una duda desde cierto tiempo y usted es el único posible en poder responderme

—Entonces no se haga de esperar

Harry sonrió ladinamente y asintió

—Me preguntaba si usted había sido el que busco ayudarme a detener la maldición de mi escoba

Severus dejo por un momento los pergaminos para mirar seriamente al menor analizándolo.

—Porque supone eso

—Claramente usted durante el partido mantuvo contacto visual de forma fija y movía sus labios de forma casi repetitiva, incluso cuando la escoba dejo de moverse bruscamente por segundos continuo moviendo sus labios para después mostrar una expresión un poco relajada

Severus se mordió la lengua, Potter era más observador de lo que espero. Cada vez la imagen y el pensamiento de que se parecía a su padre quedaban lejos.

—Bueno no venía para eso, en realidad solo quería agradecer su ayuda, seguro habría caído si no intervenía y en este momento estaría en la enfermería con huesos rotos

Harry sonrió con sinceridad al mayor y después de despedirse dejo a un atónito maestro de posiones sin saber cómo responder a las acciones del menor.

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Todos estaban impacientes de que empezaran las vacaciones. Mientras que la sala común de Slytherin y el Gran Comedor tenían las chimeneas encendidas, los pasillos, llenos de corrientes de aire, se habían vuelto helados, y un viento cruel golpeaba las ventanas de las aulas.

Lo peor de todo eran las clases abajo en las mazmorras, en donde la respiración subía como niebla y los hacía mantenerse lo más cerca posible de sus calderos calientes.

—Me da mucha lástima —dijo Ron, en una de las clases de Pociones— toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la Navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.

Mientras hablaba, miraba en dirección a Harry. Harry, que estaba pesando polvo de espinas de pez león, no les hizo caso.

 Después del partido de Quidditch, el Wesley se había vuelto más desagradable que nunca. Disgustado por la ya común derrota de Gryffindor, había tratado de hacer que todos se rieran diciendo que un sapo con una gran boca podía reemplazar a Harry como buscador. Pero entonces se dio cuenta de que nadie lo encontraba gracioso, porque estaban muy impresionados por la forma en que Harry se había mantenido en su escoba.

Así que Ron; celoso y enfadado, había vuelto a fastidiar a Harry por no tener una familia apropiada. Lamentablemente para él sus insultos bajaban a ser nada, cuando Draco le callaba entregándole su pobreza y falta de modales.

Era verdad que Harry no iría a Privet Drive para las fiestas. El profesor Snape había pasado la semana antes, haciendo una lista de los alumnos que iban a quedarse allí para Navidad, y Harry puso su nombre de inmediato. Y no se sentía triste, ya que probablemente ésa sería la mejor Navidad de su vida. Aunque lamentablemente no podría pasarla con sus serpientes que ya tenían planeado sus días con sus familias.

Cuando comenzaron las vacaciones,  Harry tuvo mucho tiempo para pensar, últimamente sus sueños eran violados con alguna especie de visión, donde iba por las escaleras hacia el piso que al inicio del año el director les había prohibido, pasando a través de la puerta y logrando apreciar a ese magnífico espécimen de perro gigante de tres cabezas, después caer por una trampilla que cuidaba y de ahí terminaba por despertar.

Harry tenían el dormitorio para sí y la sala común estaba mucho más vacía que de costumbre, así que podía elegir los mejores sillones frente al fuego. Se quedaba siempre saboreando una humeante y caliente taza de chocolate  y planeaba formas de hacer la vida imposible a quienes llegaban a molestarlo, pero imposibles de llevar a cabo, sin terminar siendo llevado a Azkaban (enterándose sobre esta después de leer libros sobre la comunidad mágica). Harry amaba jugar al ajedrez mágico. Era igual que el de los muggles, salvo que las piezas estaban vivas, lo que lo hacía muy parecido a dirigir un ejército en una batalla. Le había encantado tanto que había terminado por comprarse un juego de la mejor calidad. Harry jugó algunas veces con el ajedrez que Nott le había prestado, y las piezas no confiaron en él, o al menos no al principio después se impuso de forma tan fría que las piezas volvieron a ser solo eso, piezas que debían obedecer.

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En la víspera de Navidad, Harry se fue a la cama, le daba igual que día fuera, para él las festividades eran solo un día más largo de trabajo, sin esperar ningún regalo, pues siempre se limitaban a sobras de ropas, juguetes rotos, e incluso golpizas. Cuando al día siguiente se despertó temprano, lo primero que vio fue unos cuantos paquetes a los pies de su cama, parpadeo algo confuso.

Harry cogió el paquete que estaba más arriba. Estaba envuelto en papel color verde y tenía escrito: «Para Harry de Draco». Contenía un libro de las artes celtas, magia supuestamente oscura. Era evidente que Draco recordaba cuando le comento que era un libro que quería. Harry lo aprecio, hecho de piel, las hojas amarillentas por el tiempo que el libro tendría, y la caligrafía pulcra. Lo dejo a un lado.

El segundo, era pequeño, contenía una nota. «La reunión será pronto.», el objeto era un relicario de plata que tenía impreso el escudo de Slytherin, Harry lo reviso con un hechizo y al saber que no contenía nada que le dañara se lo coloco.

El siguiente regalo fue de Pansy y eran un par de capas de alta costura una de verano de color verde oscuro y la otra era para invierno y en realidad parecía simplemente la piel de un lobo negro.

El de Nott fue un libro, Crabbe y Goyle le dieron un vasto de diversos dulces que le fascinaban y para sorpresa de Harry, o no tanto, también había un presente de Blaise, Snape e incluso de… Albus Dumbledore.

El de Blaise era una pulsera de cuero que parecía una serpiente mordiendo su cola y al parecer tenia interesantes hechizos, Snape le había regalado una variedad de chocolates de diferentes sabores y formas ¿Cómo sabia el mayor de su delirio por el chocolate? , el último era el del director.

Algo fluido y de color gris plateado se deslizó hacia el suelo y se quedó brillando.

—Había oído hablar de esto

Harry cogió el género brillante y plateado. El tocarlo producía una sensación extraña, como si fuera agua convertida en tejido.

—Es una capa invisible

Harry estaba fascinado, y por primera vez sintió una sensación cálida en el, miro hacia abajo y aprecio a Sesha que durante esas frías noches dormía a su lado para obtener calor.

—Me pregunto…

Harry estaba conociendo personas que le apreciaban, y él quería tenerlas siempre a su lado, esas personas fueran suyas, sonaba infantil, pero deseaba marcarlas de alguna forma y que no se olvidaran de que le pertenecían, él podía ser vehemente, pues cuidaba muy bien sus cosas, como si fueran únicas, mordió su labio, había leído ya sobre los magos, de la luz y los oscuros, cada uno tenía su falla, y el… él no le importaba el bando, quería lograr grandes cosas, que su nombre se conociera, marcar y conseguir lo que deseara, hacer sufrir a quien buscara nuevamente empeñarse en su contra, y sobre todo, hacer sufrir a los muggles y magos… todo aquel que hubiera podido darle una mejor vida pero que por propia seguridad no buscaron tenderle la mano, hacer sufrir a los estúpidos que pensaran que él era cerdo criado para matadero, porque todo lo que había leído y hablaba de él, solo le llevaba a pensar que querían usarlo.

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Harry no había celebrado en su vida una comida de Navidad como aquélla. Un centenar de pavos asados, montañas de patatas cocidas y asadas, soperas llenas de guisantes con mantequilla, recipientes de plata con una grasa riquísima y salsa de moras, y muchos huevos sorpresa esparcidos por todas las mesas.

Él había tomado algunos cuantos y en la privacidad Harry tiró uno al suelo y lo envolvió en una nube azul, mientras del interior salían varios ratones blancos, vivos, sin siquiera pensarlo le había permitido a Sesha tomarlos como almuerzo, a él no podía importarle menos aquellos pequeños animalejos.

Durante la noche Harry pensó que el día no podría mejorar, había pasado el resto de la tarde leyendo sobre aquella magia terrenal que catalogaban como oscura, vaya ridiculez, fue lo que pensó Harry.

A media noche sintió nuevamente aquella violación en su mente, como si entraran de manera forzada, le mostraba la visión como salía de las mazmorras y caminaba hacia el pasillo que lo llevaba al tercer piso.

Decidido a detener a quien quería llevarlo a ese lugar, se deslizó fuera de la cama y se envolvió en la capa. Miró hacia abajo y vio sólo la luz de la luna y las sombras. Era una sensación muy curiosa.

Salió cautelosamente del dormitorio, bajó la escalera, cruzó la sala común y pasó por el agujero del retrato.

Harry había caminado directo hacia aquel lugar que se les había prohibido, pero el peso de descubrir quién le llamaba era mayor. Sin embargo en un descuido había equivocado el tiempo de cambio de las escaleras y antes de que le llevaran a otro sitio se encamino hacia un pasillo diferente.

Harry se quedó petrificado, mientras Filch y Snape se acercaban. No podían verlo, por supuesto, pero el pasillo era estrecho y, si se acercaban mucho, iban a chocar contra él. La capa no ocultaba su materialidad. Retrocedió lo más silenciosamente que pudo. A la izquierda había una puerta entreabierta. Era su única esperanza. Se deslizó, conteniendo la respiración y tratando de no hacer ruido. Para su alivio, entró en la habitación sin que lo notaran. Pasaron por delante de él y Harry se apoyó contra la pared, respirando profundamente, mientras escuchaba los pasos que se alejaban. Habían estado cerca, muy cerca. Transcurrieron unos pocos segundos antes de que se fijara en la habitación que lo había ocultado

Las sombras de sillas y pupitres amontonados contra las paredes, una papelera invertida y apoyada contra la pared de enfrente... Había algo que parecía no pertenecer allí, como si lo hubieran dejado para quitarlo de en medio. Era un espejo magnífico, alto hasta el techo, con un marco dorado muy trabajado, apoyado en unos soportes que eran como garras. Tenía una inscripción grabada en la parte superior: Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse.

—Esto no es tu cara si no de tu corazón el deseo.

Se acercó al espejo, deseando mirar para no encontrar su imagen reflejada. Se detuvo frente a él.

Se veía a sí mismo, con un extraño brillo en la mirada, su sonrisa amenazante cuando llegaban a enojarle, tenía las personas que él consideraba suyas, detrás quienes le veían con adoración, y una sombra más haya que no sabía reconocer, después paso a verse frente a sus tíos muertos, sobre el suelo y después nada.

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Harry estaba molesto, o irritado, nadie lo sabía, aunque seguía comportándose de igual forma con ellos, los Sly sabían que algo pasaba por la cabecita del ojos verdes, pero sinceramente ninguno tenía valor suficiente para preguntarle,

Y con justa razón, aun no lograba nada con el infractor de su mente, ¿sería el viejo? Se notaba que ese viejo loco lo quería como cachorro manso, ¿Alguien más?

Solo bufo, sus ojos paseaban por su lectura, nada nuevo, nada que representara dificultad para él. Pero si un gran interés. Había estado investigando de igual forma y era tan gracioso como resultaban las cosas.

El antiguo estudio de la alquimia está relacionado con el descubrimiento de la Piedra Filosofal, una sustancia legendaria que tiene poderes asombrosos. La piedra puede transformar cualquier metal en oro puro. También produce el Elixir de la Vida, que hace inmortal al que lo bebe. Se ha hablado mucho de la Piedra Filosofal a través de los siglos, pero la única Piedra que existe actualmente pertenece al señor Nicolás Flamel, el notable alquimista y amante de la ópera. El señor Flamel, que cumplió seiscientos sesenta y cinco años el año pasado, lleva una vida tranquila en Devon con su esposa Perenela (de seiscientos cincuenta y ocho años).

Su respiración se bufo aún más, estúpidos y aún más idiotas, ahora se suponía que el colegio seguramente resguardaba aquello, con un cancerberos, trampas y por supuesto la maravillosa advertencia de no llegar a sufrir una dolorosa muerte.

 

Las clases transcurrían igual de aburridas y continuas, sin representar un completo reto para su mente, notaba sobre si cada vez más miradas taladrantes, a medida que el tiempo se extendía de igual forma crecía la irritación, algo totalmente notable para sus Sly que no esperaban más que, Harry volcara su venganza sobre el pequeño que se atrevió a molestarlo y así ellos poder volver a respirar tranquilamente en su sala común.

Harry no recordaba verse tan tenso, aunque era el mejor, aunque nadie ya buscara cruzarse en su camino para darle algún desplante, eso no quitaba el como la migraña le invadía en más de un momento, pero que placer, que placer seria el que sus pasos decididos se movieran hacia el despacho de cierto profesor tartamudo que con su deficiencia de habla solo lo hacía querer aventarle una imperdonable.

Harry llego delante de la puerta, mirando hacia abajo nuevamente la nota, que ahora al fin llegaba con destinatario, con la excusa seguramente que era un hombre tímido que temía a sus propios alumnos.

Toco y la puerta le fue abierta invitándole a pasar, antes de entrar miro a los lados, todo despejado, no quería miradas sobre el que después se convertirían en chismes que volarían rápido en el interior de aquel castillo.

Detrás del escritorio se encontraba el hombre y aunque le fastidiara el teatro del temblor y la voz cortada hizo esfuerzo en comportarse.

—Buenos días profesor

—Bu…enos días Potter

Soltó un bufido por lo bajo y lentamente se acercó para tomar un lugar delante del mayor.

—He venido porque me lo ha pedido ¿Acaso ocurre algo?

El tartamudear, la mirada que ocultaba el brillo oscuro y el constante traqueteo del tembloroso cuerpo, Harry estaba al límite.

—Simplemente ¿Podría detenerse?

— ¿Po-Potter?

—Si, a eso me refiero, deje de lado su mala actuación, he visto a niños haciendo un papel mejor que el que me muestra, me da dolor de cabeza como le cuesta el hecho de intentar tartamudear y sobre todo me fastidia que piense que puede ocultar de mi ese brillo perverso en su mirada, si va hablar, sea claro.

Los verdes ojos ahora eran fríos, tanto que Quirrell se estremeció y temió, temió que ese pequeño mocoso fuera capaz de algo que cobrara su vida y que al mismo tiempo sospechaba saldría libre de cualquier cargo.

—Interesante joven Potter… e intuyo o supongo que sabe porque está aquí.

— ¿Además de las constantes peleas maritales que sobreactúan usted y el profesor Snape durante las noches? No imagino el porqué, después de todo soy el mejor en las clases y no causo ningún problema.

—Interesante, verdaderamente interesante ¿Cuándo el joven Potter dejara de impresionarnos?

—Tal vez cuando todos se metan en sus propios asuntos y dejen de intentar provocarme. Ahora creo que debido a su deficiencia maestro, debo yo poner las cartas sobre la mesa, dígale a “esa” persona o lo que sea, que deje de violar mi mente, si quiere algo que me lo pida de forma directa, porque no soy títere de nadie y mucho menos una pieza que puedan mover a su voluntad.

Los verdes ojos centellaron y el hombre creyó ver en ellos el hechizo de la muerte, verdes, brillantes, pero oscuros, fríos y peligrosos.

Momentos después Harry salía con pausa y tranquilidad, dejaría pasar un par de días para saber cómo actuaria aquel ente, porque no era tonto, lo había sentido, la magia que provenía del turbante como si protegiera algo.

Por otro lado Quirrell sí que estaba nervioso, había colocado hechizos silenciadores y escudos de privacidad, y solo momentos después de retirarse las telas del turbante un tipo de paracito que usaba su cabeza fue visible, desagradable y aberrante, uno que tenía que sobrevivir tan solo como una santígüela.

—Maravilloso, lo has sentido Quirrell, el poder que emana, esa actitud… simplemente esplendido, has que nos encontremos, si fallas sufrirás las consecuencias.

— ¿MI señor?

—Preferiblemente fuera de los dominós del viejo loco, en el bosque prohibido.

Quirrell no sabía qué hacer ante tal pedido, el niño parecía difícil de controlar o siquiera de convencer, en las semanas que siguieron se fue poniendo cada vez más delgado y pálido.

Por otro lado Harry, él ya se encontraba tolerable y de buen humor, las videncias habían dejado de molestarle y podía concentrarse por lo menos en sus estudios, aunque aún se preguntaba, divertido, cuanto tardaría Quirrell en hacer que se metiera en otro problema tan solo con un soso plan.

Cada vez que Harry se lo cruzaba le daba una sonrisa para ponerlo nervioso, o sacarlo de sus casillas, aunque tan cobarde como aparentaba usualmente era la primera la que usualmente le mostraba.

— ¿Harry?

—Si ¿Draconis?

Harry se encontraba con este en su regazo, se había vuelto una costumbre entre ellos ser afectuosos, demostrarse cada uno a su manera, un poco de cariño, el tener otro cuerpo cálido, para Harry no era algo más que un abrigo, o quizás no tanto, pues apreciaba realmente al rubio, era al único que lograba soportarle más contacto, con el resto a veces rehuía. Pero solo eran así en la privacidad de la sala común, donde ya todos sabían cómo eran ese par y donde la discreción obligaba a la mayoría a mantenerse en silencio.

—¿Pasa algo?

—Para nada, simplemente he tenido algunas cosas en mente, pero pasar las materias por el momento está por sobre todo, bueno… no por sobre ustedes, también me importan.

—Hum… Hagamos como que te creo

Harry enarco una ceja y sonrió de lado mientras Draco no aguanto y se rio.

— ¿Tortolitos han escuchado?

— ¿Qué cosa?

—Al parecer unos leoncitos se saltaran el toque de queda e iran a dar una visita al guarda bosques

Harry suspiro negando, esa sonrisa y ese brillo en la mirada del rubio solo significaba una cosa para el…Problemas.


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