Antes de decidir a los embajadores del imperio Kou.
-Hakuryuuuuu- pronuncia con harta flojera el sol negro mientras esta tirado en el suelo cual si fuera vago.
-¿Qué pasa Judal?
-Estoy aburrido.
-¿Y por qué no vas a molestar a alguien?
-Tengo flojera.
-En ese caso no puedo hacer nada.
-Eres un maldito.
-¿Y quien lo dice? Levanta tu gordo trasero y vete a dormir.
-¿En dónde escuchaste esa frase?
-La decía algunas veces Aladdin-dono.
-Ese maldito enano pervertido...espera, si piensas que mi trasero es gordo, eso quiere decir que te has quedado mirándolo.- dice con burla.
-Claro que lo he hecho- dice un tanto fastidiado- ¿cómo no hacerlo si cada que te metes a mi cama me aplastas con él?
-Óyeme, es el precio justo por la ayuda que te brindo, si tanto fastidio te da que me duerma en tu cama, bien podrías llevarme a la mía cuando estoy agotado.
-No eres un niño.
-Eres un amargado.
-Y tú un aprovechado.
-Ya quisieras, lo único que quiero de ti es que seas mi candidato a rey, y nada más, no te hagas ilusiones.
-No quiero hacerme ilusiones, eres un maniático que ama la guerra, aún no terminó por confiar del todo en ti.
-Eso me vale.
Ambos se quedaron mirando con hostilidad, hasta que el oráculo sintió una enorme furia, no podía creer en las palabras que le había dicho el menor, había arriesgado su vida en la batalla contra la bruja de Al Thamen y aún así ¿no confiaba en él? ¿Pues que más quería? Se puso de pie, y se encaminó a su habitación, no tenía ganas de seguir discutiendo, pues en verdad le ha dolido lo pronunciado por el oji celeste, pero que ni crea que se olvidara de tal ofensa, oh no, cuando este de mejor animo, definitivamente buscara un desquite, total, dicen que la venganza es un platillo que se sirve frío, y no por nada su especialidad es la magia de hielo, se va con una sonrisa tan perturbadora, que el príncipe entiende rápidamente que la ha regado, pero ni así piensa pedir perdón.
De muy mal humor el oráculo llega a su cuarto, da un portazo y se adentra al lugar, chasquea la lengua mientras cierra su puño con mucha fuerza, que ganas de golpear al idiota de Hakuryuu, pero donde lo haga se echa a medio imperio encima, bueno, tal vez no tanto, pero si a Koen que es casi lo mismo, se acerca a su cama mientras siente que la furia le corroe, por lo que da una patada con toda su fuerza en el respaldo, para desquitar un poco y solo un poco de ira.
-¡Aaaaaaaaaaaaa!!!! ¡Me lleva!!!!
Definitivamente el chico no pensó bien las cosas, pues esa patada le ha desgraciado el físico, y ahora esta de peor humor, toma su varita y lanza un hechizo sobre la insolente que se atrevió a herirlo, y se la carga fácilmente con una enorme estaca de hielo, pone sus brazos a los lados de su cintura en señal de victoria, y ahora que lo piensa mejor, ya no tiene donde dormir, es obvio que la ira no es el mejor consejero, no quiere dormir con el cuarto príncipe por obvias razones, Koen le da miedo, parece que solo tiene una opción, dormir en la habitación de la vieja, digo octava príncesa, aunque también podría utilizar una de las decenas de habitaciones que hay en todo el palacio, pero tendría que pedir que arreglaran las sábanas, y el ya quiere dormir, camina en dirección a los aposentos de la chica, tiene tanto que no le visita que en realidad ha olvidado en donde duerme, pero da igual, usa su varita y sigue el camino que le indica que cerca hay un dueño de contenedor metálico, después de todo, solo Kougyoku esta en esa parte del palacio, sonríe pues rápidamente le indica la dirección, va, entra y sin empacho se mete en la cama, esta oscuro, pero alcanza a notar su cabello rosa, y sin más se queda dormido.
Después de un rato comienza a tener una sensación extraña en su cuerpo, parece que la príncesa esta deprimida, pues le abraza con mucha fuerza, le irrita un poco el contacto, pero tiene tanta pereza como para intentar protestar, cuando de pronto siente que una mano se cola por debajo de su top, orale, parece que anda un poco más afectiva de lo normal, pero igual se siente bien, siente que esa mano recorre poco a poco su cuerpo mientras baja, y eso si que ya no le gusto, en ese momento tiro con fuerza de las sábanas para poner en evidencia a la pervertida.
-¡Deja de intentar violarme vieja!!!!!! ¡¿Kouha?!!!! ¿Qué rayos haces aquí?
-¿Yo? Más bien ¿qué haces tú aquí? Esta es mi habitación.
-¿Qué? Pero yo use mi magia para encontrar a la vieja con su contenedor, no pude haberme equivocado, se supone que ninguno de mis candidatos estaba en el palacio a esa hora a excepción de Hakuryuu y la vieja.
-Pues yo estaba aquí, me dio fiebre y no pude salir, y como estabas de ofrecido, me dije a mi mismo ¿por qué no aprovechar?
-No estaba de ofrecido, me equivoqué.
-Te equivocaste, estabas de ofrecido ¿qué diferencia hay?
-¡Mucha!!!!! Por eso te da fiebre, es la venganza de tu libido por andar de cerdo.
-Tal vez, eso no lo niego- le mira con sensualidad al tiempo que baja un poco su ropaje para dejar descubierto uno de sus hombros- ¿No quieres bajarme la fiebre?
Se lanza con la intención de no dejar escapar al oráculo, este lo intenta, pero es demasiado tarde, le atrapa con sus legendarias piernas, y en ese momento siente que su virginidad esta en serio peligro.
-¡Hakuryuu!!!!!!!
Es lo único que el azabache alcanza a gritar, lastima para él, que el oji celeste este roncando calientito en su cama, calientito como el joven que lo aprisiona, pero en otra forma, una muy peligrosa.