Miro la puerta con fastidio; ese maldito pelirrojo actuó extraño, sabía que tenía ganas de besarlo más se detuvo.
—Que se cree, que por ser Alfa tiene derecho a eso —gruño mientras caminaba a la mesa que había ocupado el hombre, recogiendo la taza de porcelana.
Su mirada se perdió en la nada. Su aroma no lo había ocultado bien, no importaba cuanto se esforzara; quería ocultar esa maldición que tuvo desde que nació, nacer como un omega era un fastidio; la leyes ya hacían que tanto omegas como alfas fuesen iguales pero aun así se veía el grado de menosprecio hacia los omega. Mucho le costó tener este trabajo mediocre, pero igual no quería está en su casa sin hacer nada; quería demostrar que un omega podría salir por su cuenta adelante y gracias a eso se le venían obstáculos grandes encontrándose en la calle a alfas que lo golpeaban por no aceptar su lugar pero a él no le importaba en lo absoluto, seguía mirándolos con superioridad, algo que era prohibido para ellos.
—¡Idiotas! —chasqueó la lengua y llevo la pequeña taza a la cocina, después de eso siguió con su trabajo. Tenía que mantener un perfil bajo, hacerse pasar por un beta, su trabajo era estresante ya que por la puerta a veces entraban hombres que se sentían superiores: Unos idiotas que se merecían palabras de desagrado y una que otra grosería. Al terminar la jornada salió del restaurante, su mirada estaba en el camino con la frente en alto, no se dejaba intimidar por nadie. Al llegar a su hogar tomó las llaves y abrió, dejando su saco en el perchero, levantó la vista notando como la televisión estaba encendida, y en el sillón estaba alguien sentado, sus cabellos al estilo mohicano, contemplándolo unos momentos para luego regresar la mirada al camino hacia su habitación.
—Regresaste.
—Si—dijo cortante mientras caminaba hacia la habitación.
El chico pelinegro se levantó del sillón y caminó con el joven antes de que se encerrara en su habitación tomándolo de la cintura manteniéndose en silencio unos segundos.
—¿Ya puedes soltarme?—como respuesta sintió la cabeza de ese chico en su hombro, respirando cerca de su oído.
—¿Qué sucede Kotaro?
—Nada
—¿Te molestó alguien? —estaba al tanto de que negaba su naturaleza, sabía que quería algo más que ser simplemente un adorno para el alfa como él lo decía, a pesar de eso pudieron tener una relación, haciendo que se sintiera en igualdad.
—No—sus ojos intentando ver al hombre —.Además si lo hubiesen hecho yo me hubiera defendido, soy muy inteligente como para dejarme por toda esa bola de...—el pelinegro lo interrumpió con un beso.
Lentamente comenzó a voltear el cuerpo de Kotaro hasta estar frente a frente, mirándose mirándolo fijo
—Musashi —susurró su nombre a la par que desviaba la mirada mientras sus mejillas se volvían rojas, por mucho que quisiera negar su naturaleza simplemente algunos aspectos eran inevitables y ese sonrojo en su rostro lo demostraba.
Agarrando su muñeca lo guío al sillón, acostándolo con delicadeza, sus ojos demostraban ternura, algo poco común aún en su relación, quizás esta vez estaba de humor para hacerlo pero el problema era que no quería arriesgarse a quedar preñado, él amaba a Misashi, pero sabía las consecuencias de ese sentimiento al momento del sexo y más si este terminaba dentro de él.
Uniendo de nuevo sus labios, Kotaro rodeó su cuello con sus manos abrazándose a Musashi, éste correspondió el abrazo a la par que cerraba los ojos, por unos minutos se quedaron en esa posición, Musashi comenzó a bajar su mano para acariciar su abdomen. En ese momento el celular de Kotaro sonó, sabía que cualquier cosa que lo distrajera era probable de que ya no quisiera regresar a lo que estaban haciendo.
Quitó a Misashi de encima haciendo que este quedara hincado en el sofá, mientras que el pelimorado se incorporaba y contestaba su celular, manteniendo una mano en el pecho desnudo de su pareja evitado así que se acercara .
—¿Hola?— contestó, se escuchaba una respiración al otro lado de la línea — ¿Hola?—comenzó a ponerse nervioso, después de unos segundos la línea se cortó, Kotaro miró el aparato algo confundido.
-¿Quién era?—preguntó Musashi, extrañado.
—No… creo que… no —el pelinegro intentó continuar con lo de antes, acarició su mejilla y lo miro fijamente , intento besarlo pero este le tapó la boca con su mano evitando la unión de sus labios— ¿Qué crees que haces? —estaba irritado, ese joven era algo difícil.
Intentaba volver.
—No estoy de humor.
—Kotaro…
—Quítate —eso lo desespero, ¿Cuándo tomaría su rol de Omega en serio?
—Tuve un mal día—lo acostó en el sillón, quería tenerlo, quería que ese joven le quitara un peso de encima con sus caricias, quería saborear todo su cuerpo ya que aun no lo había echo. No pasaba de los abrazos de besos húmedos y toqueteos íntimos pero todo era encima de la ropa.
-¿Y que culpa tengo yo? —se molestó, sabía lo que intentaba decir —.No me someteré así por el simple hecho de ser omega.
—Por una noche haz tu rol como se debe.
—¿Rol? —detuvo el forcejeo, su pareja lo miró algo sorprendio , sabía que lo había arruinado—. Eso es lo que crees de mí, ¿un simple rol?
—Kotaro…
—Sabes cómo me fastidia eso —empujándolo de manera que lo alejara completamente de él para luego irse de ahí, encerrándose en su habitación.
Cerca de ese hogar, un hombre se mantenía parado en la otra acera, su teléfono en mano mientras miraba la fachada que estaba frente a él, gracias a la información que le proporcionaron sus amigos del trabajo más unas cuantas cosas que hizo ya sabía su número de teléfono, su dirección y con quien vivía.
Marcando el número de su contratista, se llevó el celular a la oreja y espero a que contestara
—¿Sí?
—Tiene pareja —fue lo único que dijo, cortante y directamente
—Lo imaginaba
—Te cobrare extra si investigo a su pareja también.
—No es necesario.
Al otro lado de la línea el pelirrojo analizaba la situación, ¿cuál sería la manera de acercarse a él sin que su pareja fuera una molestia? Dándose cuenta que existían dos maneras de deshacerse de él.
—Después de todo, todos buscan dinero —sonrió de manera triunfante ya que si no quería dejarlo por dinero tendría que usar el plan B a lo cual no le preguntaría si lo quería o lo dejara, simplemente lo haría y punto.
Continuara...