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Jugando con el destino por ami4alice

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Notas del capitulo:

Buenas a todos. He regresado de los muertos para poder publicar otro capítulo. Tristemente este es el penúltimo capítulo. Así que el siguiente será el final de la historia.

Agradezco mucho la paciencia y el haber pasado a leer la historia. De verdad que los amo <3

Como siempre KKM no me pertenece, si fuera así le daría tres tiro a Yuuri por idiota. <3

Espero les guste el cap.

¿Cuándo es el momento correcto para darnos cuenta de que hemos cometido un error? ¿Acaso nos damos cuenta en algún punto que hemos estado errando en nuestras decisiones?

La respuesta a esas preguntas puede estar a la vista, pero a veces no queremos verlas, por el miedo de aceptar lo que hemos hecho.

Porque el mayor pecado de los humanos es no aceptar su error.

 

 

-¡Majestad! –la voz conocida de alguien llegaba a los oído del soberano -. ¡Majestad! ¡Yuuri!

El maou fue abriendo los ojos lentamente comenzando a ver un par de sombras cerca de donde estaba, cuando termino al fin de reaccionar se levantó de golpe. Al estar con la espalda recta se dio cuenta que estaba arrodillado en el borde de la cama.

-Shibuya, ¿Te encuentras bien? –pregunto Murata preocupado por su amigo.

Yuuri miró unos minutos a Murata antes de fruncir levemente el ceño llevando su vista a la cama donde yacía el cuerpo inmóvil de Wolfram, si no fuera por el leve movimiento de su respiración cada cierto tiempo creería que era una muñeca. Paso una mano por su cabello antes de levantarse del piso.

-Gunter, prepara unos caballos, saldremos de inmediato –la seriedad con la que lo dijo dejo a casi todos sin habla.

-¿Saldremos de una vez? –soltó incrédulo Gunter.

-Entonces prepararemos…

-No –sentenció Yuuri interrumpiendo la oración de Gwendal -. A excepción de Gunter y Waltorana, ninguno de ustedes ira.

-¿Eh? ¿De qué está hablando majestad? –pregunto Conrad confundido.

-Yo… -e hizo una pausa donde suspiro, respiro hondo y miro fijamente a cada uno de los presentes en la habitación -. Yo he sido la peor persona del mundo. Aunque quiera negarlo, he sido culpable de que estemos en esta situación, he sido indeciso todo este tiempo sobre mi relación con Wolfram…

-Eso no es…

-Es mi culpa –la severidad que uso en su voz al decir aquello silencio a Cherry que lo estaba defendiendo -. He dudado sobre mis propios sentimientos y eso es lo que ha causado que Wolfram lleve consigo una gran duda. Esa duda fue la que aprovecho esa mujer para dañarlo, por esa razón, tanto yo…como ustedes, somos culpables de todo esto.

-Así que finalmente estás viendo la luz del final del camino –comento Murata con una corta risa -, pero estoy interesado en un hecho. ¿Dijiste una mujer? ¿Ya sabes quién está causando todo esto?

-Sí, ya lo sé, también se perfectamente a donde debemos de ir –comento con toda la seguridad que podía tener.

-Yo lo que estoy curioso es del hecho de que diga que todos somos culpables –dijo Waltorana de pronto cruzándose de brazos.

-Como dije antes, usted es la excepción. Estoy seguro que el único que no le causó daño es usted –dijo el moreno junto a un suspiro -. Pero, tanto Cherry-sama, Conrad, Gwendal. Ustedes no son libres de ese pecado.

A pesar de que Yuuri miro fijamente a cada uno de los nombrados estos no hicieron lo mismo, cada uno evito la mirada seria del menor. El moreno suspiro antes de pasar su mano por el cabello.

-Partiremos lo más pronto posible y… -e hizo una pausa volviendo a fijar su mirada en los otros tres -. Si para ese momento no tienen sus problemas resueltos, entonces no quiero que muestren su cara.

Estaba siendo severo, el mismo Yuuri lo sabía, pero como había mencionado antes Murata, si no tenía esa actitud hacía los mayores estos jamás iban a enfrentarse a la carga que llevaban encima. Jamás iban a poder enfrentarse a Wolfram.

-Maj…

-No –sentenció Yuuri de inmediato -. Ninguna excusa será acepta,  si no resuelven su problema no vuelvan a mostrarme sus caras.

-¿Qué haremos con Sir Bielefeld? –pregunto Murata viendo al otro en la cama.

-Está bien, Wolfram estará bien mientras se encuentre en ese estado, por eso debemos partir rápido. Vamos de una vez a arreglar todo, Gunter.

Por parte de Yuuri no hubo ni una palabra más, con la seguridad que pocas veces mostraba, solo cuando estaba en modo Maou, salió de la habitación junto a Gunter y Waltorana. Los otros tres se quedaron en la habitación con un gran silencio.

-A veces el pecado no está afuera sino dentro de nosotros –soltó Murata antes de también dejar la habitación.

Sin agregar más nada los otros tres adultos se marcharon uno detrás del otro con un espacio de tiempo de diferencia. La primera en dejar la habitación fue Cherry, luego le siguió Conrad y de último Gwendal, quien antes de marcharse pasó su mano por el rostro del menor.

 

¿Qué es lo más difícil de enfrentar? ¿A alguien externo o a uno mismo? ¿A quién es más difícil perdonar? ¿A alguien más o a uno mismo? La respuesta para algunos puede estar clara, pero para otros, no es de esa manera.

La pierden de vista, porque en realidad lo que están buscando no es el perdón de alguien más, es aquel perdón que se debe tener a uno mismo, perdonarse y saber aceptar los errores que se cometieron. Porque uno no es perfecto y a veces sin darse cuenta termina haciendo cosas que lastiman más de lo que se piensan a los demás. Y al darse cuenta de ese hecho, no buscan primero un perdón ajeno, buscan primero su propio perdón.

Eso era lo que les pasaba a Cherry, Conrad y Gwendal. No buscaban el perdón de Wolfram, buscaban el perdón de ellos mismo, pero darse cuenta de ese hecho significaba enfrentarse al error que no querían. Un error, una decisión que tomaron que tiempo después se arrepintieron, pero que no hicieron nada para cambiarlo. Un perdón que no se aceptaría hasta ese momento, donde ya no había vuelta atrás, tenían que hacerlo, aunque una parte de ellos deseaba seguir huyendo. Huyendo de los errores que fueron cometiendo con el paso del tiempo.

Cherry caminaba por los pasillos del castillo de manera indecisa, no pasaba de una cierta distancia y volvía en sus pasos, luego de nuevo se arrepentía y se giraba de regreso. Así estuvo unos minutos sin saber qué hacer. Más que el hecho de no poder ir con el Maou para poder detener a la persona que había causado todo eso, sentía que debía hacer aquello por su propia decisión. Se golpeó levemente las mejillas, tenía que dejar de seguir de esa manera. Se llenó de determinación para comenzar a caminar.

Su determinación no dejo ver como pequeñas luces flotaban a su alrededor. Llego a la puerta de la habitación de Wolfram y duro un momento con la mano en el pomo de la puerta, la duda de nuevo le estaba invadiendo, pero de nuevo, respiro hondo y se llenó de valor para poder abrir aquella habitación. Al abrirla fue cubierta por el silencio que había, una habitación tan silenciosa le parecía un poco triste, cerró la puerta detrás de sí pegando su frente en esta. La duda estaba comenzando de nuevo a invadir su cuerpo, era inevitable, se enfrentaría a algo que había huido todo el tiempo.

-Esa no es la Hahaume que siempre he conocido –una voz familiar llego a sus oídos haciéndola girar de golpe.

No se pudo creer lo que estaba viendo. Era Wolfram, no, era un pequeño Wolfram, de apariencia de un niño de ocho años, era tal cual lo recordaba. La pregunta que se hacía en esos momentos era ¿Por qué? ¿Por qué estaba Wolfram pequeño en aquel lugar?

-¿A no? –pregunto de la nada mirando fijamente a aquel niño -. ¿Cómo debería ser?

-¿Cómo? –el pequeño llevo su mano a su mentón pensativo. Duro unos minutos en silencio mientras la mujer se acercaba a paso lento al más pequeño -. Bueno, más… ¿Radiante?

-¿Estas dudando? –soltó con un par de risas.

-¡No! –dijo con firmeza sorprendiendo a la mujer -. No es eso… es solo que… no es solo radiante.

-¿No solo eso? –pregunto mientras se agachaba para quedar a la altura de aquel pequeño Wolfram.

-Sí –comento asintiendo con la cabeza -. Debes ser como siempre, más radiante, más alegre, más animada, más segura, más divertida. Más determinada…

Cherry se quedó en silencio en su sorpresa. La mujer que estaba describiendo aquel pequeño Wolfram era ella misma cuando era Maou. En aquella época donde ella tuvo tantas dudas y aun así, su propio hijo, él que poco le prestó atención no la veía como una cobarde. Era más que eso, la veía como una persona mejor de lo que ella misma se veía.

-Pero, si soy de esa manera, no podré estar contigo… ¿Estas bien con eso? –pregunto con suavidad llevando su mano al cabello rubio de su hijo acariciándolo con ternura.

-¿De verdad? –pregunto mirando fijamente a la mujer, antes de regalarle una sonrisa -. Nunca has sido una buena mentirosa… -aquello no se lo espero.

-¿Mala mentirosa? –dijo en su confusión. El menor asintió en respuesta -. ¿Por qué lo dices?

-Al principio creía que no me querías… -le escucho comenzar a decir -, pero, al final me di cuenta que no era así. ¿Aun sigues guardando los dibujos en esa pequeña caja?

Aquella pregunta le tomó por sorpresa. ¿Cómo sabía de ese hecho? No entendía como era que sabía de aquello. La pequeña caja de cosas valiosas de Cherry, era una caja que solo ella podía abrir, pero entonces, ¿Cómo el pequeño Wolfram sabía de ella? La mujer siempre creyó que luego de aquello su hijo la odiaba. Luego de aquella época donde no lo trato como un hijo. Donde no le dio un verdadero amor de madre.

Era en la época donde era la Maou. Tanta presión que le daba el puesto había causado noches sin dormir e irritación interminable, que termino pagando con la persona menos indicada. Su pequeño hijo que no tenía nada que ver con el asunto. Aun recordaba perfectamente aquel momento, donde su enojo llego al límite y termine siendo cruel con su hijo. Este le iba a dar un regalo que ella cruelmente rechazo.

-¡Hahaume! –Grito Wolfram cuando estuvo cerca de ella -¡Mira lo que te he hecho! ¿Te gusta? –Y sin siquiera verlo Cherry lo aparto con su mano.

-Wolfram, mamá está ocupada ahora, será para más tarde. No tengo tiempo para ti –índico para darle la espalda.

-¡Hahaume! ¿Cuándo? –pregunto tomando con duda la falda del vestido que llevaba. Sin más la mujer de manera violenta alejo la mano del menor.

 -¡Ya te dije que no tengo tiempo para ti! ¿Acaso no lo has entendido a la primera? ¡No quiero verte! –palabras crueles que salieron de su boca en la ira acumulada.

-Yo…

-Vete ahora, no quiero ver tu cara –dijo sin siquiera mirarlo y comenzando a caminar lejos del menor.

Arrepentimiento fue lo que le quedo luego de aquel momento. Cherry entendió que su comportamiento había sido completamente cruel, pero al momento en que se dio cuenta de  ese hecho ya todo se había dado, no podía regresar lo que hizo. No solo fue aquella vez que trato mal al pequeño Wolfram, duró una temporada donde sacaba su frustración con su hijo menor. Un día que andaba caminando por los pasillos luego de haber comido el almuerzo, escucho una voz provenir de una habitación, cuando se encontraba en dicha zona. La reconoció como la de Wolfram de inmediato.

A paso lento se acercó al lugar donde escuchaba la voz de su hijo pequeño. La habitación donde estaba el menor tenía la puerta entre abierta así que no le costó nada a Cherry poder ver un poco del interior de aquel lugar. Wolfram estaba sentado en el suelo con un par de papeles alrededor igual que lápices para colorear. Le observo unos minutos, se veía tan concentrado haciendo aquel dibujo, no solo eso, también pudo ver como se llenaba la cara cuando se pasó la mano lo que le hizo reír de manera baja. Sin darse cuenta se encontraba agachada observando por una rejilla de la puerta a su hijo más pequeño.

-¡Listo! –dijo levantando el dibujo con orgullo -. Seguro le gustara a Hahaume –dijo con una risa a lo que la mujer se tensó -, pero… ¡Bien! –Dijo mientras golpeaba levemente sus mejillas  –. Debe estar muy ocupada, no se puede hacer nada. Se lo mostraré en otra ocasión.

Como si se hubiese imaginado la escena, el pequeño Wolfram tomaba la decisión de lo que haría, pero pronto la mujer pudo observar como tomaba con una mano el dibujo y lo arrugaba con fuerza.

-Lo más seguro es que ni le guste… -un murmuro que se pudo escuchar en aquel gran silencio de la habitación. Un susurro ligado a un pequeño sollozo.

Cherry se vio sorprendida cuando observo a Wolfram golpearse las mejillas soltando por un momento el dibujo. Luego de eso lo tomo terminando por arrugarlo por completo en una pequeña pelota y se levantó del suelo yendo a la ventana, al estar frente a esta estiro su mano por ella para sin más lanzar la pelota de papel lejos de aquella habitación.

-¡Bien! Haré uno mejor, uno que si le gustara… -soltaba mientras regresaba al lugar donde estaba antes.

La mujer desde donde estaba, miraba completamente fría. ¿Tanto le había costado tomar solo unos segundos para atender a su hijo? ¿¡Tanto le había costado!? Se llevó su mano a su pecho para apretarlo con fuerza. Había lastimado a su hijo menor con sus acciones, sin poder evitarlo se levantó en silencio y cuando estuvo lejos de aquella puerta salió corriendo sin más al lugar donde daba la ventana de la habitación del rubio.

Al llegar estaba agitada y algo sudada aun así a paso torpe camino a donde estaba la pequeña pelota de papel, cuando estuvo cerca sus piernas no dieron más cayendo de rodillas en el césped. Tomo con sus manos aquel papel comenzando a desarrugarlo, estirando la hoja para poder ver con claridad el dibujo. Era un dibujo de ella, con su traje de Maou, se veía tan radiante y hermosa en ese dibujo. Sin poder evitarlo las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.

Después de aquello duro casi un mes buscando el resto de los dibujos. Recordó las veces que trato mal y que parecía que su hijo menor le iba a dar algo, así más o menos estimo los dibujos que estarían en la basura. Cada uno los busco y los guardo en una pequeña caja, había unos en pedazos que se dio el tiempo de pegar. Cada uno de los dibujos los fue guardando, cada uno de los que no recibió en aquel momento, y cada uno de los que Wolfram no tuvo el valor de entregar por su culpa.

Con cada dibujo que guardaba iba intentando volverse una mejor madre. Con cada dibujo que era introducido en la pequeña caja, Cherry buscaba las maneras de estar más cerca de su pequeño hijo. Le compraba regalos que le daba con alegría, pasaba tiempo con él, lo arrastraba a todas partes. Con cada dibujo que guardaba se prometía ser una mejor madre para Wolfram, por lo que había hecho, por el pecado que había cometido. Nunca tuvo el valor de ver a Wolfram por ese asunto, así que había decidido cambiarlo. Pero al final…

No se pudo perdonar a ella misma por haber lastimado a su hijo.

Aun los tenía y cada vez que los veía recordaba lo que había hecho, lastimándose a ella misma al no poder perdonarse a sí misma de lo que había hecho. Siempre pensó que aquello lo estaba haciendo como retribución, pero en un punto ya no era de esa forma, le gustaba pasar tiempo con su hijo, amaba a su hijo de todo corazón. En esos momentos para Cherry, Wolfram era su radiante sol.

-Los tengo –dijo con una pausa -, los tengo, pero, ¿Tan fácil me perdonas? –pregunto sintiendo como las lágrimas no podían contenerse más. A los minutos sintió la pequeña mano del menor, era tan cálida como la recordaba.

-No… -inició con una pequeña sonrisa sin dejar de acariciarla -. No soy yo al que le debes pedir perdón.

Aquello la dejo sin habla, ¿De qué estaba hablando?

-¿Eh?

-Wolfram siempre querrá a Hahaume. En un tiempo no la quiso, porque creía que no me amabas, pero… lo haces, ¿No? –en respuesta tuvo una asentida de cabeza.

-Eres mi preciado hijo después de todo –comento con una corta risa.

-Creía que no me amabas porque ni siquiera me mirabas, pero luego, descubrí la caja… ¿Todavía tienes todos los dibujos?

-Sí, cada uno de ellos –contesto de una vez.

-Por eso no es a mí a quién debes pedir perdón. Yo no te odio, yo te perdoné hace mucho tiempo, por eso uso los pijamas que siempre me compras, porque son un regalo tuyo…

-Entonces… -comento haciendo una pausa donde dejo salir un sollozo -. ¿De quién busco el perdón? –dijo tapando su rostro con sus manos.

Wolfram con suavidad llevo ambas manos a la cabeza de la mujer, pegando su mentón con la frente ajena. Con una sonrisa en su rostro comenzó a acariciar el cabello de la mujer mayor.

-Todo… -inició con suavidad -. Todo este tiempo a la que no has perdona es a ti misma. No te has perdonado por no tener el valor de pedir perdón en aquel entones, por haber rechazado mis dibujos, pero, es suficiente… es suficiente con el hecho de que los hayas guardado. ¿Te costó mucho conseguirlos, no?

-¡Sí! –chilló comenzando al fin a dejar salir aquellos sollozos ligados a pequeños gritos. Sin más se abrazó al pequeño Wolfram cubriendo su rostro con aquel pequeño pecho.

Lo que ella nunca se perdono fue el hecho de no tener el valor de disculparse con su hijo por lo que había hecho. Por haberlo lastimado, por haber rechazado su dibujo, no tuvo el valor de enfrentar el gran error que había cometido. Y se pasó los siguientes años con aquella culpa, culpa que ahora estaba dejando ir en esos momentos.

Después de tantas lágrimas en algún punto termino acostada en el suelo, ni siquiera se había dado cuenta. Las manos de su pequeño hijo se sentían tan cálidas que el frio del suelo se sentía distante. Dejo que su pequeño hijo continuara acariciando su cabello, aquello la llenaba más de lo que podía imaginarse, le daba una sensación cálida en su corazón. En ese punto entendía perfectamente las palabras del actual Maou.

-Wolfram… -dijo con suavidad la mujer antes de posar sus manos alrededor del pequeño en un abrazo -. Me iré por un momento.

-¿Te tienes que ir? –pregunto con suavidad.

-Está bien, no te dejaré solo mucho tiempo, además… -e hizo una pausa donde observo fijamente a su hijo con una sonrisa -, todos iremos por ti pronto, debo ir a entregar tu mano en matrimonio –soltó con un risa. De parte del menor lo único que obtuvo fue un sonrojo junto a un bufido.

-¿De qué estás hablando? –soltó avergonzado.

-Te has enamorado de un buen hombre…-murmuro abrazando con fuerza al pequeño -. Me sentiré un poco sola cuando seas completamente de él… aunque supongo que ya lo eres desde hace mucho…

-¿Desde hace mucho? –pregunto sin entender.

-Cosas mías… -dijo con una risa -. Volveré en unos momentos.

-¡Sí! –obtuvo como respuesta en una sonrisa.

Había uno menos de las tres personas que tenían que perdonarse a sí mismas. Porque no era el perdón de Wolfram lo que en realidad buscaban, buscaban su propio perdón, para poder aceptar el perdón de Wolfram, que había estado ahí desde hace muchos años.

El segundo en buscar un perdón fue un castaño que aun a esas alturas dudaba sobre el asunto. No es que quisiera ir en contra de las palabras de su rey, pero era exactamente por ese motivo que tampoco deseaba enfrentarse al asunto. Aun así se encontraba ahí, delante de aquella puerta. Le llevo unos minutos decidir abrir aquella puerta para así entrar en la habitación donde dormía Wolfram. Entro de manera lenta observando a la persona durmiendo un momento. En esos momentos una pregunta cruzó su mente: ¿Qué era lo que realmente debía hacer en esos momentos? No tenía una respuesta.

Suspiro llevando una mano a su rostro, era estúpido el hecho de que se encontrara en esa habitación. No es que odiara a Wolfram, pero sinceramente no entendía el motivo para encontrarse en ese lugar. Sin ninguna duda termino por girarse en sus propios pies dispuesto en dejar la habitación, pero justo en el momento en que su mano estuvo en el pomo de la puerta sintió una presencia a su espalda, que la reconoció sin necesidad de voltearse.

-¿Volverás a huir? –La voz de Julia hizo que alejara su mano del pomo.

-Así que es eso… -murmuro antes de girarse para poder ver fijamente a esa mujer.

-No pareces sorprendido –dijo la mujer.

-Quizás me daba una idea –dijo el castaño con una leve sonrisa.

-Eso es un poco cruel. ¿Aun así continuabas ignorándolo? –pregunto la mujer llevando una mano a su cabello.

-No tengo una respuesta a eso… -murmuro el castaño.

-¡Julia! –otra voz familiar lleno la habitación. Era un pequeño Wolfram quien se lanzaba a los brazos de la mujer.

-Wolfram… -dejo salir el castaño de manera baja.

-Sí, es mi adorado aprendiz. ¿No crees que es lindo? –dijo la mujer con una corta risa acariciando un poco los cabellos del menor. El castaño frunció por un corto tiempo el ceño.

-Sí que lo es, por nada es mi hermano –dijo el castaño con una sonrisa.

-¿No vas a ser sincero? –escucho preguntar a aquel pequeño Wolfram.

-¿Eh? –soltó el castaño un tanto confundido.

-Siempre creí que me odiabas, por eso me preguntaba la razón –dijo con una sonrisa el rubio -. Pero con el tiempo me di cuenta de ella.

-¿De verdad? –soltó el castaño viendo fijamente al menor. Wolfram había bajado de los brazos de Julia para sin más caminar a donde se encontraba el mayor.

-Tú sentías envidia de mí, ¿Cierto? –dijo Wolfram con una sonrisa en su rostro. Aquello tomo desprevenido al castaño.

-¿De qué estás hablando?

-Querías estar en mi lugar… -inició de nuevo el pequeño Wolfram -. Querías tener lo que yo tenía, después de todo era el aprendiz de Julia, no solo eso, el alma de la mujer que te gustaba termino en Yuuri, la persona con la que me casaría. Tú querías estar en mi lugar ¿Cierto?

-¿En tú lugar? No sé de qué hablar Wolfram –dijo con su típica sonrisa el castaño.

-No podías estar con la persona que más amabas porque estaba comprometida con otra persona y cuando tienes una nueva oportunidad de nuevo pasa lo mismo. Me odiaste por eso, ¿Verdad?

-Eso… -dijo el castaño desviando la mirada, era imposible que él tuviera esa clase de pensamientos. Era imposible ¿Cierto?

-Eso es así… me llegaste a odiar porque podía tener lo que tú no podía. Por eso me odiaste y el hecho de tener ese sentimiento por tu propio hermano hizo que te odiaras a ti mismo, ¡No venía con tu personaje!

-Eso… -volvió a dejar salir Conrad.

-Está bien…Eres una persona al fin y al cabo, ¿Qué importa que no venga con tu personaje? Nada está escrito en piedra, así que… Está bien enojarse y sentirse celoso, es parte de ser una persona de carne y huesos.

-Eso… -dijo el castaño llevando una mano a su rostro, cuando lo hizo se percató de algo, las lágrimas habían comenzado a caer por sus mejillas -. Lo odiaba…

-Sí… Lo sé.

-Odiaba el hecho de que te tuviera en tan alta estima, odiaba el hecho de que no pudiera estar con ella. Al inicio solo era un poco odio, pero cuando apareció de nuevo como el nuevo Maou ese odio fue aumentando –comento a decir Conrad.

-No te gustaba el hecho de que tu nueva oportunidad fuera robada de nuevo…

-Lo detestaba, pero así no era yo… normalmente siempre soy tranquilo, no odio a nadie, no va conmigo, pero…

-Comenzaste a odiar a tu propio hermano y no pudiste con ese sentimiento.

-Te odiaba por quitarme mi segunda oportunidad, pero a la vez no podía hacerlo…eres mi pequeño hermanito, ¿Cómo puedo tener este odio hacia ti? No podía…

-Está bien…Desde hace tiempo me había dado cuenta de ese hecho.

-¿Desde hace tiempo? –soltó con sorpresa el castaño.

-No soy ningún idiota, lo sabía y aun así continué tratándote, porque todavía seguías siendo mi hermano –con aquellas palabras hizo que el castaño terminara sentado en el suelo.

-Aun a pesar de todo sigues pensando en eso… -dijo con una corta risa pasando su brazo por su rostro para detener las lágrimas.

-Sí. No importa que, seguirás siendo el molesto Weller. Así que no debes de preocuparte más, está bien tener ese sentimiento, yo también lo tenía por ti. Así que estamos a mano.

-Qué… -dejo salir con una corta risa -. Quizás ahora entiendo porque eres tú el que está al lado de su Majestad. Tal vez la mejor persona para ese lugar todo este tiempo fuiste tú.

-¿Y lo dudabas? Por supuesto que soy la mejor opción para Yuuri. Así que no lo olvides de nuevo.

-Sí, por eso déjame odiarte un poco más, ladrón de oportunidades –Dejo salir con una corta risa.

-¿¡Eh!? ¿Qué clase de apodo es ese Weller? ¡Será mejor que no te acostumbres a llamarme así! –se quejó el rubio colocando sus manos en la cintura -. ¿Todo está bien ahora?

-Sí –contesto con una sonrisa el castaño.

-Entonces será  nuestra promesa –dijo el rubio estirando su meñique en dirección del mayor -. Te dejaré tener ese odio por mí lo que esta fuera de tu personaje y yo prometeré siempre estar al lado de Yuuri. Sin importar qué lo protegeré.

-Sí. Es una promesa –comento el castaño uniendo su meñique con el del pequeño Wolfram -. Así que será mejor que cumplas con ella o si no te lo robaré.

-¿Eh? ¡Eso jamás! –soltó sacándole la lengua al mayor.

El castaño rió antes de pasar su mano por su rostro terminando de secar las últimas lágrimas que caían, pero al acabar de terminar pudo notar como de nuevo se encontraba solo en la habitación. Así que aquello era su enfrentamiento a él mismo. No le llevo mucho darse cuenta del hecho de que no era al otro de quien quería el perdón, sino más bien de él mismo por el hecho de no aceptarse a sí mismo. Había muchas cosas las cuales se había contenido porque no eran características de su personalidad, pero con aquello se había dado cuenta que eso no tenía mucha importancia. Quizás por eso sentía odio a su pequeño hermano.

Ahí en ese punto fue que el castaño se dio cuenta que el odio que sentía realmente por Wolfram era por el hecho de que este se comportaba como le viniera en gana, haciendo siempre lo que quisiera, no prestándolo atención a nadie, era algo que le faltaba a él mismo, por eso cuando podía ver al menor actuar así sentía un resentimiento por eso. Conrad se odiaba a sí mismo por tenerle envidia a su hermano menor, pero con aquello se había dado cuenta que era normal, después de todo, con la llegada del nuevo Maou, ambos se habían enamorado de la misma persona. Aunque eso fueron sentimientos que solo uno de los dos acepto de inmediato, el otro no lo hizo porque eso no era como él o así se hizo pensar.

Ya dos personas de los tres que debían de resolver su problema habían logrado perdonarse a sí mismo, ahora solo quedaba una sola persona para así poder ir a la batalla final contra Hana. Gwendal era uno de los que debía de buscar su propio perdón. También fue el último que estuvo en la habitación donde dormía Wolfram, este fue a horas de la noche, cuando la mayoría dormía él se encontraba enfrente de aquella puerta.  A diferencia de los demás él no dudo en abrir aquella puerta para así enfrentarse a su propio perdón.

 

 

 

 

 

Ya todos los involucrados habían logrado resolver todos sus problemas. Yuuri se dio cuenta de ese hecho a la mañana siguiente que sería en la que partirían para el lugar donde se encontraba Hana. Al verlos directamente a sus rostros pudo darse cuenta como estos habían logrado superar sus problemas. Pero en ningún momento el moreno dudo de que no pudieran lograrlo, por esa razón fue que esa mañana estaban listos los caballos para esas tres personas, de esa manera podrían ir todos a buscar el amor de Wolfram.

-Entonces es hora de marcharnos –dijo el rey de Shin Makoku, todos asintieron a sus palabras.

-¿Por qué no puedo ir con ustedes? –pregunto la pequeña princesa tomando al moreno de la manga de su ropa.

-Greta… -dejo salir antes de agacharse para así quedar más a la altura de la pequeña princesa -. A donde vamos es un lugar peligroso, no podemos llevarte…

-¡Pero yo quiero ir! –dijo Greta, ella también quería ir a salvar a Wolfram.

-Yo no tengo ningún problema en que vengas con nosotros –dijo Yuuri con una sonrisa.

-¡Majestad! –soltaron al unísono Gunter, Conrad y Gwendal, pero antes de poder decir algo más el moreno levanto su mano en gesto de que no comentaran nada.

-¿En serio? –pregunto la pequeña princesa -. ¿Puedo ir con ustedes?

-Está bien, pero… Si tú vienes con nosotros ¿Quién se quedara con Wolfram? –Pregunto a lo que la pequeña princesa tenso sus hombros -. ¿Qué pasaría si él despertara de pronto?

-Yo…

-Esa es la verdadera razón por la que no puedes ir con nosotros –dijo Yuuri con una sonrisa  -. Tú tienes aquí la tarea de proteger a Wolfram mientras no estamos, ¿Quieres hacerlo?

-¡Sí! –dijo sin ninguna duda, ella protegería a Wolfram mientras todos los demás no estaban -. ¡Yo cuidaré de él!

-Bien, entonces te dejaré esa tarea a ti, estoy seguro que harás un buen trabajo –comento el moreno colocando su mano en la cabeza de la pequeña -. Cuida de Wolfram y pacto de sangre en nuestra ausencia.

-¡Sí! –dijo mientras un par de lágrimas se escapaban por sus mejillas.

-Volveremos pronto –dijo el moreno para subirse a su caballo -. Todo saldrá bien.

Luego de darle una última sonrisa a su hija quien también le dio una sonrisa puso a andar su caballo. Todos los demás hicieron lo mismo cuando su rey comenzó a andar. Así fue como iniciaron su viaje en dirección del lugar donde se ocultaba Hana. Sería la batalla final que decidiría el final de toda esa guerra. En aquel lugar es que se definiría el final de la historia.

¿Quién sería el ganador o el perdedor?

Solo al final se podría saber esa respuesta.

En la última batalla que tendrían.

 

 

 

Ya todos se habían marchado de pacto de sangre, en esos momentos además de la servidumbre los únicos en el castillo era un inconsciente Wolfran y la pequeña princesa. Esta se había prometido quedarse al lado del rubio hasta que este pudiera despertar, quería ver de nuevo a aquel Wolfram que tanto amaba. Esa era la razón por la que en esos momentos se encontraba en aquella habitación, observando a un inconsciente rubio. Greta quería pensar que todo eso no era más que una pesadilla, que en cualquier momento despertaría para ver al Wolfram normal darle mimos para volverla a dormir, pero tristemente no era de esa forma.

Llevo su mano a la cabellera ajena para pasarla con suavidad, de la misma forma que hace tiempo el rubio le hacía en la cabeza. Deseaba que con aquel gesto pudiera despertar, pero aquello no iba a pasar más allá de un simple deseo. Sus lágrimas avisaron su salida, pero antes de hacerlo Greta se golpeó levemente sus mejillas para llenarse de valor, no podía simplemente continuar llorando sin hacer nada, debía dejar las lágrimas y pasar a la acción. Ahora era la cuidadora de un inconsciente Wolfram, hasta que el moreno regresara ella lo cuidaría con todo su amor.

Le vio fijamente un instante, hace tiempo que no podía observarlo dormir, después de todo el rubio se alejó por completo de todo el mundo, ya las cosas no eran como antes, cuando este tenía su amor. Unió sus manos en gesto de rezo, para poder pedir por todas las personas importantes para ella, sobre todo por aquel que dormía en la cama. Deseaba que todo pudiera tener un final, pedía de manera insistente poder recuperar aquellos maravillosos días donde reinaba la paz, antes de que Wolfram pidiera el rompimiento del compromiso. Desde ese punto fue que todo comenzó a cambiar drásticamente.

Respiro hondo para pedir un poco más para que todo regresara a la normalidad, después de eso le dio de nuevo una mirada a Wolfram para suspirar levemente. Agitó su cabeza, no debía de tener pensamientos negativos, seguro que Yuuri lograría traer de nuevo el amor que Wolfram había perdido. Se dio unas leves palmadas en las mejillas, era un gesto para llenarse de valor, quería tener el mismo valor que había tenido el moreno para poder terminar con todo eso, debía tenerlo para así poder mirar a Wolfram con una sonrisa cuando despertará.

Todo comenzaría a ir mejor, ahora que la batalla final iba a comenzar todo iba a  comenzar a mejorar, las cosas se arreglarían de buena manera o por lo menos así lo deseaba la pequeña princesa. Paso su mano por su cabello rizado para respirar hondo un par de veces, debía de despejar su mente o si no se deprimiría estando ahí sola en la habitación. Se separó de la orilla de la cama para levantarse, iba a ir por un poco de comida ya que pasaría la noche en ese lugar, pero cuando se levantó de pronto sintió un fuerte movimiento haciendo que de nuevo cayera al suelo.

Al momento en que sus manos tocaron el piso pudo notar que no era el mismo suelo de la habitación de sus padres. Levanto su vista rápidamente para poder observar que no era la misma habitación. ¿Qué había pasado? No lo sabía con exactitud, pero aun así tomo aire para levantarse y así explorar un poco el lugar, lo primero que hizo fue llevar su vista hacía un lado para observar como Wolfram aun dormía, era una cama diferente, pero aún seguía ahí el rubio. Se sintió aliviada por eso llevo toda su vista por el resto de la habitación. A pesar de ser un lugar desconocido la habitación estaba bien cuidada, no había nada roto o dañado, todo estaba en tan buen estado que hizo que su preocupación aumentara.

Reviso cada cosa en la habitación para certificar que no tuviera nada raro, por suerte todo era completamente normal, no había nada sospechoso en esa habitación, ahora lo que le preocupaba era lo que podría haber afuera. Si ya sabía que no era la misma habitación significaba que no se encontraba en el castillo. Así concluyó luego de un rato pensando en el asunto. Debían estar en otro lugar, no creía que la habitación simplemente fuese cambiada sin otra razón oculta. Aun con el valor encima camino a la puerta de aquel lugar, se había decidido a abrir aquella puerta para así poder descubrir el lugar donde actualmente se encontraba.

No era pacto de sangre, así que ¿Dónde podría estar en esos momentos?

 

 

Hana se encontraba sentada mirando el cielo que había ese día. Estaba nublado como si le estuviera indicando que la tormenta se estaba acercando. Suspiro levemente antes de levantarse de su asiento y así dar unos pasos, estiro su mano un poco para así poder ver a los minutos una luz aparecer en su mano. Era el amor de Wolfram el que ahora tenía en su mano, aquel amor que le había ayudado a llegar a ese punto. Lo observo unos instantes notando algo que no había visto antes.

-¿Por qué esta agrietado? –pregunto al aire la chica para fijarse mejor, notando como este tenía leves grietas por los alrededores. ¿Por qué se encontraba en ese estado? No tenía una respuesta -. ¡¿Por qué tiene eso?!

Como si fuese a tener una respuesta grito aquella pregunta, era imposible que la tuviera si en ese lugar solo se encontraba ella sola. El amor que tanto le había costado conseguir ahora mismo se estaba agrietando, ¿Por qué pasaba eso? No lo entendía, pero eso solo significaba una cosa. Aquel amor ya no le iba a servir, un amor agrietado era uno que dejaba de ser puro, por esa razón comenzaría a perder su verdadero poder. Aun sabiendo algo como aquello desconocía el hecho de cómo había acabado así aun a pesar de que había tenido extremo cuidado.

-Supongo que no importa. Te usaré hasta el final… -dijo con una leve risa mientras veía fijamente aquella estrella agrietada -. Te usaré para poder finalmente lograr mi venganza. Haré que el preciado rey que todos aman sea el culpable de todo el caos.

Rio con fuerza luego de aquellas palabras. Nada iba a detener a Hana para lograr su objetivo, iba a acabar con todos por venganza. Ni siquiera Ulrike lo había logrado así que aquello no iba a terminar exactamente bien. Hana usaría todas sus cartas para poder acabar con aquel rey preciado para todos, sobre todo para aquella persona dueña de aquel amor que en esos momentos se estaba rompiendo. Hizo un gesto con su mano y aquella pequeña estrella agrietada desapareció, tenía que montar todo el escenario para su último acto.

El de la batalla final.

Notas finales:

Bueno espero les halla gustado. Tal vez quedaron muchas cosas al aire, pero es inevitable, no quiero alargar más la historia, pues estoy segura que tardaría mil años más en otros cap, por eso preferí darle un fin a la historia. 

Nos veremos en el próximo cap <3


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