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Shift por shipa-chan

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Corrí por los pasillos hasta llegar a mi habitación, en cuanto la abrí coloque el seguro y me arroje a mi mullida y esponjosa cama, el corazón me latía sin control, la cara me ardía y mi cuerpo clamaba por atención, de no ser por el profesor Germania no sé qué hubiera pasado, aun puedo sentir aquel cuerpo contra el mío y aquella picazón en mi trasero por la fricción, con solo volver a recordarlo provoca que me encienda más de lo que ya estoy, mi erección duele, llevo mi mano a ella. Dios sí que había sido intenso, aun puedo sentir su respiración caliente en mi cuello, su lengua recorriendo mi cuello, y aquel gruñido tan excitante que dio cuando nos encontraron, comienzo a masajear con ritmo, como me hubiera gustado que nadie hubiera llegado, jamás me había sentido de aquella forma, hundí mi rostro en las almohadas tratando de silenciar un poco mis gemidos, estaba tan cerca, mis caderas embestían ligeramente contra el colchón.


-uhg…D-demonios…hag…


Arque la espalda cuando alcance la liberación, había sido el mejor orgasmo de mi vida, en cuanto mi respiración se normalizaba me di cuenta de lo vergonzoso que era el hecho de haberme excitado por un pervertido, ¿tan desesperado estaba? ¿Acaso el pervertido era yo al reaccionar de esa manera?


Me levante de la cama y me deshice de mi ropa, entre al baño contiguo a mi cuarto y decidí tomar una ducha. Cuando estaba por meterme a la cama a dormir, las campanas comenzaron a tocar de manera estrepitosa, abrí una de mis ventanas y grite a uno de los trabajadores que pasaba corriendo.


-Hey tú, ¿Qué está pasando?


-Hemos encontrado al profesor Germania muerto en el bosque.-


-¿E-el p-profesor?-tartamudee de la impresión


No perdí el tiempo y me vestí de manera rápida, en cuanto llegue a la recepción me encontré con mi madre aun con bata de dormir, que tomaba del brazo asustada a Matthew.


-Arthur dicen que fueron los mismos lobos que atacaron a tu padre.-dijo mientras sus lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas pálidas


En el acto se soltó del brazo de Matthew y se arrojó a mi pecho. Pasos apresurados se escucharon por el pasillo y pronto vi a Alfred vestido con un pantalón café con tirantes, camisa blanca ligeramente abierta del pecho, botas y chaqueta negra, detrás de él venía Ludwig con pantalón verde oscuro, camiseta blanca a rayas y chaqueta azul marino, ambos traían armas. Pasaron a un lado de nosotros, el rubio ni siquiera volteo a verme, se detuvo en seco frente a su hermano.


-Matt si algo ocurre huye con el clan Vargas, has entendido- dijo de manera ruda y áspera. Haciendo temblar al rubio menor-Matti no dudes en correr, pase lo que pase no dejes que te encuentren ¿de acuerdo?- le besa en la frente y desaparece tras la puerta


 


 


Sentí un dolor en el pecho tras aquella escena, me sentía solo e ignorado, ¿pero qué rayos estoy pensando? solo lo conozco de un día no era posible que sintiera celos por alguien a quien prácticamente desconozco. Ludwig se acercó a mi madre y nos pidió que nos quedáramos dentro de la hacienda hasta que todo se aclarase.


No dormí en toda la noche, me encontraba en mi habitación sentado en la silla de mi escritorio cansando y preocupado, una de las criadas había entrado con una taza de té y poco después se retiró, lleve a mis labios la hermosa taza de porcelana y tome un trago, tenía un sabor esquicito, Manzanilla, dulce y tranquilizante, aleje mi vista de la ventana y me concentre en el interior de mi habitación, era relajante y acogedora, los muebles eran rústicos y con un aire de paz, tenían algunos detalles en los bordes, la cama tipo matrimonial con dosel rojo dando un toque íntimo y llamativo, también había un estante repleto de libros.


-¡TRAIGAN AGUA Y VENDAS! -


Era la voz de Alfred, casi derramo el té en mi regazo cuando le oí, me acerque a la ventana y vi como Alfred bajaba de una carreta a Ludwig que parecía herido, Salí de mi habitación apresurado. Cuando llegue al recibidor Alfred intentaba caminar con un casi inconsciente Ludwig, tenía rasguños por todas partes, había sangre escurriendo por su hombro izquierdo y tenía una herida un poco profunda en el costado.


-Damning ¿qué diablos ha pasado?


-….-


Su silencio me hizo perder mis estribos, pero fui callado cuando Alfred me miro directo a los ojos tratando de decirme algo, luego paso su mirada a Ludwig que parecía ido. Matthew llego con algunas vendas y alcohol, llevaron al rubio herido a su habitación, el cual fue atendido en un principio por Alfred, después llego uno de los médicos del pueblo y se encargó de lo demás.


En cuanto vi salir a Alfred le seguí y una vez solos le volví a interrogar. Me miro de manera cansada y ¿avergonzada?, pero finamente me explico lo que paso. Cuando ellos llegaron al bosque el profesor Germania ya había sido envuelto en una manta y subido a una carreta, algunas personas del pueblo habían intentado detener la hemorragia pero había sido en vano, Ludwig perdió la cabeza debido a esto y huyo al interior del bosque, para buscar al causante, Alfred le siguió y trato de calmarlo, pero fueron atacados por lobos. Sentía que dentro de su explicación había algo que faltaba y no quería decirme. De repente Alfred se mareo y por poco cae al suelo, le había sujetado a tiempo, lleve mi mano a su espalda y un gemido de dolor salió de sus labios, mi mano se sentía tibia y húmeda, me horrorice cuando vi que se trataba de sangre. Lo lleve a mi habitación que era la más cercana y lo recosté en mi cama, tome del pequeño botiquín de mi cajón algunas vendas y desinfectantes, abrí su chaqueta y ahogue un gemido de terror, su camisa estaba rasgada y había una gran cantidad de sangre que brotaba de su estómago, tenía una herida profunda. Trate de hacer presión para detener un poco el sangrado.


-Shh tranquilo, no es algo grave- su mano acaricia mi mejilla, al parecer estaba llorando.


-¿Qué me tranquilice? ¿Que no es grave? Estas herido, acaso no ves tú estado, ¿eres estúpido o qué?- dije enojado


Mi comentario pareció enojarlo por un momento pero su mirada cambio a una dulce y un sonrojo apareció en sus mejillas, mi corazón comenzó a latir rápido, nuestros rostros estaban demasiado cerca.


-Gracias- me dijo con una sonrisa sincera


Me sonroje y voltee la mirada a cualquier lugar que no fueran esos atrayentes y profundos ojos azules. Retire mis manos de la herida, al menos el sangrado se había detenido, tome una aguja e hilo y cosí la herida, no era que fuera un experto cosiendo este tipo de heridas ni nada por el estilo pero sabía tejer muy bien lo cual era muy parecido ¿no?. Cuando termine limpie la herida y coloque un poco de yodo para evitar alguna infección, finalmente lo ayude a levantarse y lo vende.


-Listo, creo que con esto será suficiente- dije dando una palmadita en su hombro, el solo reviso el vendaje y se cubrió con su chaqueta.


-Muchas gracias Arti-me dijo mientras sonreía de manera tierna


-M-mi nombre es Arthur, no Arti-dije un poco molesto por el apodo


-Lose, pero Arti es más corto y lindo


-¿Pero quién diablos te crees para ponerme apodos?


-Tu amigo


-¿Q-qué?


-Me ayudaste con mi herida a pesar de que podías haber llamado al doctor que atiende a Ludwig, eso te hace un héroe, pero como el único héroe soy yo, entonces eres mi amigo- dijo mientras reía escandalosamente ante su gran deducción arrogante


No sabía realmente que decir o hacer, reír por su estupidez al llamarse a sí mismo un héroe o avergonzarme por el hecho de que había actuado de manera impulsiva por alguien a quien apenas conocía, pero al ver su sonrisa y aquel brillo en sus ojos me hizo sentir tranquilo, al menos lo peor había pasado. Me levante para dejar todo de nuevo a su lugar pero resbale y por poco golpeo mi cabeza con la esquina de la mesita de noche, unos brazos fuertes rodean mi cintura y me levantan, su respiración roza mi oído y no puedo evitar sentirme como anoche siendo dominado tan salvajemente, volteo avergonzado por recordar aquello, sin embargo al voltear para dar las gracias, nuestros rostros quedaron demasiado cerca, mis mejillas ardían y no podía despegar mi mirada de aquellas lagunas azules, la distancia de nuestros rostros es demasiado corta solo debo inclinarme un poco y nuestros labios se rozarían, puedo escuchar el palpitar rápido de Alfred, sus mejillas se han sonrojado y su mirada sorprendida ahora es una de ¿lujuria?, no puedo evitar mirar la forma en cómo su lengua ensaliva sus labios, por un momento creí ver sus caninos afilados mostrarse, intimidándome tal como un depredador a su presa, mi cuerpo comienza a reaccionar, y un ligero olor a pino y tierra húmeda inunda mis fosas nasales embriagándome, es tan atrayente que no me eh podido resistir a romper nuestra distancia y besarle, fui correspondido de inmediato, era un beso salvaje y un poco torpe, apasionado pero tímido, aquel ligero agarre en mi cintura ahora es fuerte, he llevado mis brazos a su cuello, masajeo sus cabellos dorados y me dejo llevar por esta danza prohibida, mis pies ya no tocan el suelo, él me ha levantado y recostado sobre la mullida cama, no puedo pensar claramente, me siento atolondrado y confuso, lo único presente en mi mente son sus grandes manos acariciando mis piernas las cuales comienza a separar, no pongo resistencia llevo mis labios a su cuello mordiendo suavemente, una de sus manos se cuela bajo mi camisa y me retuerzo de placer al sentir como sus dedos acarician mis pezones, se ha colocado entre mis piernas y ha comenzado a frotar nuestras pelvis aun con el pantalón puesto, el aire cada vez es más pesado, mis gemidos hacen eco en la habitación, pronto las caricias se vuelven insuficientes.


Toc Toc Toc


La voz de mi madre en el pasillo termina con todo aquel arranque apasionado, Alfred se levanta asustado y avergonzado, toma su ensangrentada camisa y sale apresurado disculpándose con mi madre al pasar a su lado. Mientras tanto yo me quedo en la misma posición viendo el techo de mi habitación, sordo de lo que mi madre decía, mis dedos trazando mis labios, aun podía sentir su delicioso sabor.


 


.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-


 


Hubo mucha gente en el funeral del profesor Germania, algunos niños dejaban cartas y flores sobre la tumba, el juez del pueblo dejo varios arreglos de distintas flores. Ludwig no dijo una sola palabra durante todo el día, Alfred me miraba intensamente cada vez que creí que yo no lo veía y Matthew no dejaba de derramar lágrimas mientras se aferraba al brazo de su hermano. Por un momento me sentí como si nuevamente estuviera en el funeral de mi padre, con mi madre llorando sobre el pecho de Scott y mi hermana Alice en el mío.


 


.-.-.-.-.-.-….-.-.-.


 


Ya han pasado seis días desde el funeral y realmente han pasado un montón de cosas en tan pocos tiempo, primero la forma en que el juez del pueblo y Alfred se encerraran para hablar de cosas importantes que a decir verdad parecía más una disputa debido a los gritos y golpes que se escuchaban, segundo la actitud de Ludwig que se había vuelto muy sospechosa con el nieto del juez, tercera, la carta que envió hace dos días mi madre a Scott, no me dijo de que se trataba lo cual me molestaba en gran medida ya que sentía que nadie quería decirme nada y por ultimo estaban estos celos hacia aquel rubio escandaloso cuando lo veía hablar animadamente con algunas de las sirvientas de la hacienda. Cada vez que nos topábamos nuestras miradas se conectaban por unos segundos antes de desviarse y ambos nos sonrojáramos, desde aquella interrupción por parte de mi madre, bajo mi puerta aparece una flor distinta con una nota, siempre con los mismos mensajes cortos "Hola" "Buenos días" "Sonríe" en cuanto se lo dije a mi madre se puso a reír como hace tanto no lo hacía y me abrazo contenta, a decir verdad me alegraba la forma en cómo Alfred intentaba cortejarme me enternecía la manera tan dulce e inocente en como trataba de llamar mi atención. Estaba caminando por los corredores del jardín principal, aquel hermoso lugar donde fui atacado por un misterioso hombre, no era estúpido sabia claramente que había sido Alfred quien me sujeto con fuerza y presiono contra la pared aquella noche que llegue.


-Muchas gracias Alfred, eres muy amable.


-HAHAHAAHA soy un héroe, ayudar es mi trabajo


-S-sabes esta noche mi compañera de cuarto no va a estar…y bueno…me preguntaba si quisieras…ya sabes hacerme compañía…para no estar sola.


Me escondí tras una de las columnas y escuche atentamente la conversación que se llevaba en el jardín, Alfred cargaba sobre su hombro un costal de lo que parecía carbón y bajo su brazo una canasta con algunos víveres, frente a él estaba una joven de cabello rizado castaño y mirada chocolate. "Pero que se creía esa chiquilla para hacer ese tipo de proposiciones", mire de reojo a Alfred esperando su respuesta, el la miraba algo confundido y después volvió a sonreír, mi corazón dolió ante la posibilidad de que el accediera.


-Ya entiendo, tienes miedo a la oscuridad y temes dormir sola, HAHAHAAHA no te preocupes te leeré algo para que puedas dormir tranquila.-dijo alegre, esto debía ser una broma, ¿no podía ser tan tonto como para no comprender lo que esa chica había insinuado?


La chica pareció molesta y le arrebato la cesta con víveres, se marchó ofendida y avergonzada, respire tranquilamente cuando vi a Alfred desaparecer por otro pasillo que llevaba al almacén. En cuanto me cerciore de que no hubiera nadie cerca Salí de mi escondite y seguí paseando con una agradable sensación de paz y felicidad. Me encamine a la habitación de Ludwig últimamente al terminar sus labores se encerraba bajo esas cuatro paredes, me pareció ver a alguien charlando con mi madre en el vestíbulo pero no tome importancia, estaba a unos pasos de la puerta de Ludwig cuando escuche una risita provenir de dentro, me acerque con cuidado de no hacer ningún ruido y me di cuenta que la puerta estaba abierta, me asome un poco y pude ver al fornido rubio sentado en el borde de su cama y en sus piernas el nieto del juez, me quede paralizado de la impresión, "¿Qué diablos estaban haciendo ese par?".


-Vee luddy tengo hambre.-


-¿Quieres ir a la cocina por algo de comer?


-Vee~no…quiero estar otro rato así - Se ha lanzado sobre su cuello mientras sus piernas le envuelven impidiéndole escapar.


 


-Feliciano no hagas esto…tu abuelo esta…no me gustaría tener más preocupaciones- dijo nervioso mientras intentaba separar al chico que comenzó a lloriquear.- Además no debes acercarte demasiado…recuerda que aún estoy en medio de mi transformación


 


-Vee~ pero me siento muy solo…luddy- exclamo mientras besaba el mentón del rubio que parecía contenerse, lentamente pareció ceder ante el delgado chico y hundió su rostro en su cuello, di un paso atrás cuando note como sus azules ojos cambiaban a unos de color amarillento y de sus labios sus colmillos crecían.


El sonido de pasos por el corredor me sorprendió, alguien se aproximaba y eso no era bueno, de inmediato me aleje de ahí e intente hacerme el desentendido cuando Mathew apareció en una esquina con una bandeja de galletas.


-Buenas tardes Arthur, ¿buscaba a alguien?-dijo calmadamente


-Hola Matthew, no…estaba un poco aburrido y quise tomar aire fresco.-


-¿Por los pasillos? No hubiera sido mejor..emm…el jardín?-


-Si…umm…bueno-tenía que pensar rápido no podía decirle que estaba husmeando-…A decir verdad no conozco del todo los alrededores.-


-Si es así…porque no viene con mi hermano y conmigo al pueblo, tenemos que ir por algunas cosas, además está cerca y podría visitar la librería – dijo sonriente


-¿La librería?-


-Sí, el señor Kirkland nos dijo que a usted le gustaba mucho la literatura.-


Algo en mi pecho dolió, ¿mi padre había dicho aquello? a pesar de todo lo que habíamos pasado, las discusiones y palabras hirientes que nos dijimos cuando se enteró de mi sexualidad y más cuando supo que no me interesaba hacerme cargo de la hacienda. Me sentí triste y culpable al recordar la última conversación que tuvimos días antes de que falleciera. Él había intentado hablar conmigo para hacer las paces y yo simplemente le cerré la puerta en la cara. Me odiaba y detestaba en estos momentos, si tan solo lo hubiera escuchado tal vez el no estaría ahora 4 metros bajo tierra.


-¿Se encuentra bien?- la voz de Matthew me trajo a la realidad, una lágrima había descendido por mi mejilla y eso lo había preocupado.


 


-Si.-


 


.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.


 


En cuanto llegamos al pueblo, Alfred me llevo a conocer los alrededores, muchos de los que pasaban saludando al par de hermanos lo hacían con una sonrisa, algunas personas mayores entregaban algunos alimentos y daban su pésame por el profesor, el pueblo era muy hermoso, los techos eran de un color vivaz, las calles estaban decoradas con una especie de mineral blanco que a la luz del día lo hacía parecer blanca nieve y resplandeciente, fuimos al boticario donde conocí a Vash Zwingli que era una especie de psicópata, y un tacaño. Después fuimos al muelle y fue ahí donde comprendí el porqué del nombre de aquel lugar, el mar en si era asombros pero eso no era lo grandioso del lugar, bajo el agua se podía ver algo de color rojo aparentando ser sangre.


-En estas épocas las cangrejos llegan de todas partes para reproducirse, es por eso que suelen venir algunos turistas para probar nuestra gastronomía y ver su llegada-dijo Alfred mientras apuntaba a unos cuantos cangrejos que arribaban a la costa.


-Cuando éramos niños siempre veníamos para cazar algunos cangrejos- dijo Matthew con un poco de nostalgia


-No cabe duda que es un buen lugar para nacer- dije


-A decir verdad nos hubiera gustado nacer aquí- dijo Matthew un poco triste


-¿De qué hablas?-


-Matt y yo no nacimos aquí, después de la muerte de nuestros padres llegamos a estas tierras cuando tenía siete años


-Espera un momento…estas diciendo que llegaron solos a este pueblo ¿cuándo aun eran unos niños? ¿Cómo lograron sobrevivir?-


-….-


-Aalfred…- dijo tembloroso Matthew


Creo que eh tocado un tema delicado, pero es solo que no puedo creer que hayan sobrevivido solos, debieron haber pasado por mucho para estar ahora frente a mí.


-Matt era lo único que tenía en ese entonces, no podía rendirme y dejarme vencer, soy el alf…el mayor y por lo tanto debo de protegerlo.-dijo serio


No dije más en todo el camino, compramos pescado a un tipo de mirada severa y cabello en punta, después compramos algo de comer con una chica muy simpática que vendía waffles, finalmente entramos a una tienda de telas. Un hombre delgado y cabello negro atado en coleta nos recibió.


-Bienvenidos aru


-Hola Yao…¿ya está lo que te encargamos?- dijo un poco incómodo Alfred, Matthew fue el primero en acercarse al mostrador alegre.


 


-Claro aru, solo debo pedirle que se lo pruebe aru


Matthew tomo la caja blanca que ofrecía aquel hombre de acento y vestidura extranjera. Pronto desapareció tras uno de los probadores. El de mirada rasgada me miro curioso.


-¿Quién es la persona que te acompaña Alfred aru?-


-Oh Sorry, es Arthur Kirkland…Arti él es Wan Yao un buen amigo.-


-Mucho gusto aru…siento lo de su padre aru-dijo mientras inclinaba su cabeza en señal de respeto, me sentí incomodo por esa clase de comportamiento pero le imite


-Gracias, el gusto es mío.-


El sonido de la unos pequeños pasos nos hizo voltear.


-umm…¿Cómo me veo?- dijo Matthew


-Muy bien si me permite decirlo aru.-


-Hermoso Matti- dijo de manera nostálgica Alfred.


Matthew vestía un traje de color aperlado, el saco tenía un acabado en olan aparentando un vestido, el corte de enfrente era profundo, parecía un ángel sin alas, algo en mi hizo clic al reflexionar por su aspecto.


-U-un momento… ¿vas a casarte?- pregunte incrédulo


-Por desgracia si-dijo molesto Alfred


-¡Alfred!- regaño Matthew.-Así es, Gilbert regresara pronto de su servicio militar y planeamos tener una ceremonia de unión


Lo que me dijo no debió de tener nada de malo ya que una boda no estaría mal en esos días que parecían más oscuros que brillantes, sin embargo el hecho en como Matthew anunciaba su boda con un hombre y no un hombre cualquiera sino el nieto de profesor Beilshmidt me dejo sin palabras. Alfred pago por el traje a Yao, pero antes de retirarse tomo de las manos bruscamente al oriental y le miro furioso, compartieron algunas palabras y se miraron entre sí, Yao parecía asustado pero no dijo nada solo asintió y bajo su cabeza, después Alfred tomo su cambio y nos marchamos. Mathew caminaba contento con aquella caja blanca entre sus brazos, mientras que Alfred no dejaba de mostrar una expresión de enojo en su rostro, por un momento intente regañarle por su actitud tan agresiva hacia aquel hombre pero había algo que me lo impedía, era como una especie de aura que me decía que debía quedarme callado por primera vez. Nos paramos en la librería, era grande y en el escaparate había una exposición de libros de algunos de mis actores favoritos, entre sin vacilar al lugar y me maraville al ver tan hermosa estructura, el techo tenia diseños estilizados, era amplia y acogedora, había varios estantes repletos de libros, Alfred me explico que la mitad de la librería también era una biblioteca pública, me sentía en el paraíso, un hombre bajo de cabello corto se acercó y saludo.


 


-Es bueno verlos de nuevo, Alfred-san


-Kiku tenía tiempo sin verte


-Lo mismo digo. Mi más sincero pésame por lo del profesor Beilshmidt-san y kirkland-san


-Gracias Kiku-dijo amable Matthew


-De hecho hemos traído a alguien que podría serte de grata compañía- Alfred me dio un empujoncito para que me presentara-Arti él es Kiku Honda es el encargado de la librería


-mucho gusto mi nombre es Arthur Kirkland.-


-Un gusto conocerlo Arthur-san, siento lo de su padre, él siempre hablaba de usted.-


-¿Lo hacía?-


-Por supuesto fue el quien compro la mayor parte de los libros en tu habitación.-dijo Alfred


-El señor Kirkland siempre hablaba de usted, decía que había sido el primero en ser capaz de sostenerse sobre sus dos piernas sin flaquear para conseguir lo que quería, él estaba muy orgulloso de usted.-


-Su padre le quería mucho Arthur-san.-


O través aquel sentimiento de soledad me inundo, una vez más me sentía incómodo y culpable, parecía mentira el cómo estas personas hablaban de la forma en como mi padre se enorgullecía de mi a pesar de que cuando nos topábamos frente a frente discutiéramos en todo momento, era como si el padre que conocí fuera otra persona frente a ellos, no sabía bien que decir o responder. Kiku me agrado mucho, era alguien reservado y amable, no era tan escandaloso como Alfred cada vez que habría algún libro de imágenes para niños.


-Mira Matt, en esta escena el héroe le da una lección al ladrón.-


-Alfred no hagas tanto ruido.-


 


-Silencio, soy el héroe y puedo hacer todo el ruido que quiera HAHAHAHAHA.-


 


-Alfred-san podría bajar un poco la voz por favor.-


Si, este es un día como cualquier otro desde que llegue y aun no puedo acostumbrarme, cuando llegamos a la hacienda ya estaba anocheciendo, me divertí mucho alado de aquel par, Matthew entro feliz mientras decía que le mostraría a Kumajiro su traje para su boda.


 


-¿Quién es kumagirou?-


-Es un oso de peluche que le regalo mi madre hace mucho tiempo.-


Estábamos solos, Alfred estaba bajando del coche los víveres que conseguimos del pueblo, no sabía que decir, por un momento quería darle las gracias por los regalos que dejaba bajo la puerta de mi habitación pero me sentía avergonzado y nervioso al recordar nuestro último encuentro pasional, vi como Alfred cargaba sobre su hombro tres costales y una bolsa mediana con algunos cangrejos que compramos en el muelle, sus músculos se marcaban perfectamente bajo sus delgada camisa, los rayos del sol le daban un toque salvaje y sensual, mi respiración se aceleró ante tal visión. Inconscientemente me acerque a él, lleve mis manos a su pecho sintiendo sus fuertes músculos tras la tela, el dio un respingo ante mi toque pero no retrocedió, en su lugar se inclinó un poco acortando nuestra distancia, nuevamente aquel aroma a pino me inundo y se volvió adrenalina en mi cuerpo excitándome, solo unos centímetros más y nuestros labios se unirían nuevamente.


-¡Se puede saber qué demonios estás haciendo maldito conejo!-


-¡Scott!-


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