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Shift por shipa-chan

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"La sed y el hambre constituyen uno de los instintos primarios de todo ser viviente, una vez que estos se satisfacen podemos centrarnos en otras necesidades, sin embargo si no es así, nuestro raciocinio se ve comprometido, nuestro instinto de sobrevivencia se apodera de nuestra mente y cuerpo; una vez se cruza el limite nos transformamos en algo más, nos volvemos incapaces de controlar nuestro cuerpo. "


 


Estas fueron una de las tantas enseñanzas del profesor Germania, nuestra sobrevivencia depende de que tan discretos y hábiles seamos para mezclarnos con aquellos que nos tachan de monstruos. Aunque la mayoría de los clanes suelen mantener a los suyos lejos de las personas , siempre hay uno que intente revelarse a las leyes de su alfa, son aspectos como estos que hacen que miles de inocentes perezcan al caer en medio de guerras sangrientas. Mi familia quedo involucrada cuando mi padre se negó a participar, como consecuencia fuimos traicionados por nuestra propia gente, solo fue cuestión de tiempo para que los cazadores dieran con nuestro escondite.


 


Aun puedo recordar aquel fatídico día y estoy seguro de que mi pequeño hermano también, las gruesas gotas de la lluvia azotaban nuestro menudo cuerpo y el viento cortaba nuestras piernas cubiertas de lodo, pero no nos importaba, lo único en lo que nos teníamos que concentrar era en escapar del fuego, ¿Dónde estaban nuestros padres? Hasta la pregunta era obvia, ni siquiera quería decirlo, en el momento en que nuestra madre nos llevó por el túnel debajo de nuestra casa supimos que no los volveríamos a ver, ¿Qué cómo lo sabíamos?; ni siquiera yo podría decirlo, simplemente lo sabía. Pasamos horas bajo la fuerte lluvia, ocultándonos con ayuda del manto nocturno logramos escabullirnos, aquellas enseñanzas de nuestro padre habían rendido frutos. Antes de que nos diéramos cuenta nos encontrábamos en un pueblo, vagamos hambrientos por diferentes lugares, nunca nos quedábamos en un solo lugar por más de una semana. La sola idea de tener a nuestro propio clan detrás de nosotros nos llenaba de terror, siendo unos niños la orden de los cuervos negros no sospecharían de nosotros ya que nuestra sangre lobuna aun no maduraba. Tantos años escapando, desconfiando de todos…hasta que lo conocimos…el señor Kirkland había llegado a rescatarnos tal y como uno de los ángeles de los que hablaba Mama.


 


Después de su muerte decidí que mi destino seria uno plagado de dolor y sangre, así que pensé "¿Por qué molestarse en buscar la felicidad?" ser feliz era un anhelo de cualquier ser humano, yo estaba dispuesto a olvidar aquellos inútiles sentimientos, dejaría que mis instintos me guiaran tal y como en un principio mis antepasados vivieron. Pero entonces una nueva luz apareció frente a mí, su cabello rubio y sus cejas pobladas me hicieron retroceder de excitación, era como si el destino intentara decirme que no todo es sufrimiento y soledad, pero entonces la muerte volvió a tocar la puerta, esta vez se había llevado al profesor alguien en quien me sentía identificado ya que el al igual que mi hermano y yo fuimos traicionados y expulsados por nuestro clan. Durante el funeral del Profesor Germania me decidí a dejar de huir, no más miedo, no más dudas. A partir de ahora yo luchare para sobrevivir, peleare por Arthur, incluso si para ello tengo que enfrentar a su propia sangre para salvarle.


 


Mientras caminaba rumbo a la hacienda Kirkland, repasaba mi plan para ajustar cuentas con Scott, en el trayecto me di cuenta de que alguien me seguía, no necesitaba darme vuelta para saber su identidad, Gilbert nunca ha sido el tipo de persona que gusta de andar al asecho, además de que los pesados pasos de Ludwig delataban su posición, sé que si lo querrían podrían ser menos obvios, pero incluso ellos sabían que no había peligro, el aire se sentía fresco y más ligero.


 


-No tienen por qué venir conmigo…estaré bien- dije sin mirar atrás.


 


-KESESESE…No intentes ser cool como el asombroso yo- dijo Gilbert medio burlón medio serio


 


-Deberías estar cuidando de Matt-


 


-Quien crees que me mando a proteger tu trasero- dijo con molestia.


 


-Bruder- dijo Ludwig molesto- Lo que él quiere decir es que no estás solo, lo más seguro es que Scott te esté esperando.


 


Lo sabía perfectamente no era idiota, si él había planeado todo esto desde el principio, era más que seguro que estaría preparado en caso de que su primer plan fallara, ciertamente aunque Scott era un dolor en el culo aun me negaba a creer que tenía la suficiente sangre fría para mandar asesinar a su propio padre. Tal vez yo estaba equivocado, tal vez no había sido él, tal vez solo tal vez no había visto alguna pista del verdadero culpable. Dos horas después nos encontrábamos frente a las puertas de la hacienda, los trabajadores aquellos que durante la mitad de nuestra vida nos conocían, nos veían de manera temerosa en más de una ocasión una de las mucamas sacaba su cruz de hierro mientras no pasaba de recitar uno de los tantos pasajes de la biblia "¿acaso ya habían olvidado que nosotros asistíamos a misa cada domingo?" no es como si fuéramos algún tipo de espíritu maligno huyendo de un exorcismo pero estar cerca de ellos nos hacía sentirnos como bichos raros. Di un largo suspiro, no podía culparlos, tenían miedo.


 


-Esa cruz de hierro me pone los pelos de punta-


 


- Solo ignóralos- dijo frio Ludwig


 


Pronto logramos meternos por la cocina, esta tenía un pasaje conectado con el comedor principal, el lugar se encontraba sumido en un profundo silencio, y uno muy pesado debo decir. Tome el pasillo que llevaba a la habitación de Arthur, los hermanos me seguían silenciosamente, alertas ante cualquier señal del malhumorado pelirrojo. A pocos metros de llegar a nuestro destino, escuche un lamento tan doloroso que casi caigo de espaldas.


 


-¿Señora Kirkland?- estaba asombrado la pequeña mujer se encontraba sentada sobre el piso, su rostro lleno de lágrimas y profundas ojeras despertó en mi interior un sentimiento de lastima.


 


-¿Se encuentra bien Señora Kirkland? ¿Le han hecho daño?- se apresuró Ludwig, ayudándola a ponerse de pie, la mujer en cambio no dudo en buscar algo de consuelo, Lud no estaba acostumbrado a ese tipo de afecto por lo que no pudo evitar mostrar un poco de incomodidad.


 


-No sé qué hacer…él ha perdido la cabeza.- digo temblorosamente


 


-¿Quién señora?- cuestiono Gilbert intentando captar su desorbitada mirada


 


-Tengo miedo de que le haga algo horrible…deben ayudarlo…ayuden a mi bebe-suplico desesperada la menuda mujer, su apariencia demacrada le hacía parecer a un ser a punto de morir.


 


-¿Quién… a quien debemos ayudar?- su mirada se fijó unos instantes en mi antes de voltear en dirección a la habitación de Arthur.


 


Mi sangre se helo, lo mataría, si ese bastardo le había hecho algún tipo de daño a mi Arthur, no tendría piedad. Mis pies se habían movido en automático, ni siquiera tome la precaución de asegurarme que fuera seguro entrar al cuarto, en cuanto mi mano toco la perilla y la giro la puerta fue abierta de golpe. Frente a mí un pálido y magullado rubio me miraba sorprendido.


 


-Arthur-


 


-A-albredt- su hinchada mandíbula no le permitía hablar claramente.


 


Mi sangre estaba ardiendo, mis encías picaban y mi cabeza comenzaba a doler. Estaba cabreado y sabía perfectamente en quien desquitar mi furia.


 


-¿Dónde está?- intente no sonar demasiado duro, no quería asustarle.


 


-No sé de qué hablas- dijo mientras miraba a otro lado.


 


Esto era el colmo, ¿Por qué lo protegía? Que acaso no se había visto a un espejo, tenía un moretón muy marcado en su mejilla derecha, su mandíbula estaba inflamada, sus labios hinchados y con llagas, su cuello, santo cielo había claras marcas de que le habían intentado ahorcar, sus muñecas tenían las huellas de golpes. Estaba por sacarle la verdad a gritos cuando con un poco de temblor llevó sus adoloridos brazos a mis hombros, sus profundos ojos verdes me veían de manera cansada y suplicante, mis instintos alfa me indicaron que debía quedarme y darle tranquilidad y seguridad a mi futuro compañero, lleve mis brazos alrededor de su cintura, le abrace no muy fuerte, no quería lastimarlo pero quería que supiera que no estaba solo, me tenía para protegerlo de su enfermo hermano. Sobre su espalda lance una mirada autoritaria a Gilbert y al aun sorprendido Ludwig, Gilbert alzo su cabeza y comenzó a olfatear el lugar, pronto pareció dar con su presa y desapareció al dar vuelta al pasillo, él se encargaría de encontrar al bastardo y entonces una vez asegurada la protección de Arthur y su perturbada madre les dejaría al cuidado de Ludwig mientras yo arreglaba cuentas.


 


Los sacamos de aquel lugar, sea lo que sea que haya pasado en la hacienda mientras el pueblo ardía y se desmoronaba ante las explosiones eh incendios, sería un misterio o al menos lo seria por un corto tiempo hasta que tuviera que hablar con cierto pelirrojo de frente.


 


Un hombre un poco mayor quien había sido alumno y amigo del profesor nos ayudó brindando transporte, él llevaría hasta la casa del juez Vargas a Ludwig, Arthur y su completamente des ubicada madre sanos y salvos. Arthur me miro confundido al notar que no pensaba subir a la carreta con ellos.


 


-Está bien…estarás seguro con Luddy-


 


-Hey- reclamo molesto el ojiazul.


 


Arthur se preocupó, intento bajar nuevamente pero Ludwig se lo impidió. Me acerque un poco al borde de la carreta y le mire suplicante.


 


-Por favor, necesito que confíes en mí-


 


-Aldred…el ya nosh…eshs el…missmo…la besstia lo essta desvorrando…nosh lo lasstimess- dijo con mucho esfuerzo, acaricio mi mejilla cariñosamente y beso mi frente, asentí ante su petición.


 


"No lo mataría por el momento". Arthur tomo lugar junto a su madre quien un poco distraída le abrazaba. Ludwig le indico al hombre que podían irse, el me dio una mirada de confianza y seguridad sin duda cumpliría con su parte del plan, solo esperaba que Gilbert tuviera suerte.


 


"¿La bestia lo está devorando?"


 


¿A qué se refería Arthur con eso? Era alguna metáfora eso debía de ser, mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando el sonido de un disparo a lo lejos me indico que Gilbert lo había encontrado. Mis nudillos tronaron con emoción, nuevamente la ira de hace unos momentos hacia vibrar cada musculo de mi cuerpo y sin pensarlo dos veces me dirigí hacia ellos.


 


Me había tenido que internar al bosque, el olor de Gilbert me había traído hasta este lugar, estaba a punto de llamarle pero me detuve, eso solo revelaría mi posición y probablemente incitaría a escapar a Scott. Comencé a rastrearlos, pero al poco rato me encontraba confundido, había marcas de pisadas por todos lados era como si hubieran dado vueltas de un lado a otro y esto confundía mi olfato.


 


- Un momento-susurre esperanzado


 


El profesor nos había enseñado a dejar huellas que solo nosotros podríamos identificar. Como por ejemplo, dejar mechones de nuestro cabello camuflado en la vegetación, marcas hechas con nuestras uñas en los tallos de ciertas plantas o bien crear huellas falsas de otro animal. Gilbert era demasiado vanidoso como para dejar por ahí su "valioso cabello" y no era muy bueno plasmando huellas de otros animales. Lo que dejaba la más difícil de todas.


 


-Maldición Gilbert- dije frustrado.


 


Gilbert era un ególatra pero no idiota y mucho menos alguien débil, si estuviera en problemas él se las sabría arreglar, sin embargo lo que me preocupaba no era el que se enfrentara con Scott, mi temor era que fuera acorralado por la orden de los cuervos negros.


 


Por fin después de tantas vueltas encontré una marca irregular sobre un viejo árbol, la dirección a donde apuntaba la marca era el este, con sigilo seguí la dirección, y a unos metros me encontré un casquillo de escopeta entre los arbustos de moras donde a unos pasos había un camino en zigzag de este suculento fruto, después fueron señales con ramas, piedras y más marcas en los árboles, entre más caminaba, más me adentraba al bosque, pronto la mañana paso y el sol se comenzó a ocultar tras las montañas, en tan solo unos minutos saldría en todo su esplendor la luna llena. Cuando creí que les había perdido la pista logre encontrar algo cerca de un rio y ahí me lleve una gran sorpresa.


 


Sangre. Demasiada sangre.


 


Por el olor pertenecía un lobo, pero también a humano. El camino de sangre terminaba en el rio y continuaba al otro lado, también había huellas de botas, el camino se veía un poco sin sentido lo cual indicaba que el daño era severo. Mi búsqueda término cuando no muy lejos del rio divise a Gilbert vendando su brazo derecho con pedazos de su propia camiseta, tenía marcas de cortaduras en su rostro y su ropa demostraba clara evidencia de que había tenido una gran pelea, su escopeta descansaba alado de él, también demostraba signos de haber servido como defensa ya que mango tenia sangre y el cañón tenía algo de lodo y raspaduras. Me miraba complacido, esperando ser elogiado por su logro. Sobre el suelo, atado de pies y manos se encontraba Scott Kirkland.


 


-Bastardos, no crean que se saldrán con la suya, les arrancare la garg-ahhh- Gilbert molesto le había estrujado la herida sobre su hombro.


 


-kesesese…porque mejor no nos dices la verdad-


 


Antes de que comenzara a maldecir nuevamente, le tome del cabello rojizo y levante su cabeza bruscamente, no sé cuál sería la expresión de mi rostro pero incluso Gilbert había retrocedido de forma cautelosa, en medio de mi estupor pude detectar mi propio olor, este había cambiado, era más amenazador y no era para menos estaba furioso y Scott lo sabía. Mi puño se estrelló contra su rostro.


 


-¡¿PORQUE?!...¿PORQUE LO HICISTE?-mi puño no le daba tiempo a responder, solo seguí golpeándolo- ERA TU HERMANO…IMBÉCIL…TE ARREPENTIRÁS JURO QUE PAGARAS POR CADA GOLPE- un puñetazo en el estómago le obligo a escupir sangre. Seguí golpeándolo hasta que los brazos de Gilbert me sujetaron fuertemente.


 


-Ya basta Alfred, de esta forma no lograremos sacarle nada-


 


Forcejee entre sus brazos, aún tenía que desquitarme un poco más, pero la fuerza de Gilbert detrás de mí me hizo flaquear un poco, finalmente respire hondo y relaje mi cuerpo en un intento de pensar nuevamente claro.


 


-Está bien…ah ah…puedes soltarme…ya estoy bien- lentamente Gilbert me libero, mi mano pulsaba un poco y mis nudillos sangraban.


 


Scott en medio de su propia sangre volteo a mirarme de forma burlona, después comenzó a reírse, Gilbert y yo nos mirábamos desconcertados, tal vez me había pasado con los golpes y había terminado por dejarlo más perturbado, finalmente así como comenzó su maniaca risa esta termino, nos miró a ambos eh ignorando el estado de sus heridas logro sentarse.


 


-No importa cuántos golpes reciba este cuerpo, es solo cuestión de tiempo antes de que el venga y se encargue de ustedes.- nos escupió en una forma de sellar sus palabras.


 


-Has perdido el juicio Scott, asesinaste a tu propio padre, solo por dinero-dije ácidamente


 


-Eso…eso fue un accidente-


 


Su expresión cambio drástica mente, antes de que nos diéramos cuenta Scott se retorcía sobre el suelo, estupefactos Gilbert y yo veíamos como el pelirrojo en medio de gritos y alaridos realizaba una transformación de la que solo nosotros conocíamos, sus orejas se alargaban de forma puntiaguda, su rostro comenzó a alargarse, de sus dedos sus uñas se desprendían y eran reemplazadas por garras, su cuerpo se llenó de pelaje. Sobre nosotros brillaba en todo su esplendor la luna llena.


 


-Imposible-murmuro Gilbert aun asombrado


 


Natalia lo había dicho en aquella reunión, un media sangre un convertido había asesinado a Oscar Kirkland aquella fatídica noche, solo que no había sido cualquier media sangre el que realizo el crimen, fue el mismo Scott Kirkland quien acabo de la manera más brutal y fría con la vida de su propio padre, lo más seguro es que nuestra teoría sobre su alianza con la orden era cierta.


 


Frente a nosotros en medio de gruñidos de amenaza nos miraba un ser mitad humano mitad lobo, su pelaje pelirrojo reflejaba su identidad, voltee a ver a Gilbert que aceptando el reto silencioso de Scott comenzó su transformación, al poseer sangre pura poseemos la habilidad de manifestar una media transformación , levante la mirada hacia la brillante luna que nos observaba en silencio siendo espectadora de la pelea próxima a manifestarse, podía sentirlo aquel familiar impulso por todo mi cuerpo, cerré mis ojos y deje que la transformación continuara su curso.


 


Si Scott quería pelea, entonces la tendría. Sin lugar a dudas le mostraríamos su verdadero lugar, le enseñaríamos lo que es meterse con un lobo alfa.


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