Steve cerró los ojos por un parpadeo más largo de lo habitual.
—E–está bien —dijo, levantando una mano para pasarla por su rostro—. Tú y Loki. Tú... y Loki. —Como si pronunciándolo con una inflexión diferente, de alguna manera, hiciera la información más fácil de digerir. Otro largo parpadeo, esta vez acompañado por un movimiento de cabeza—. Quiero decir, sabía que ustedes estaban frecuentándose, pero— esto es... —Hizo un gesto incoherente mientras sus palabras se iban apagando.
Tony sonrió y bebió un sorbo de su café.
—¿Qué puedo decir? ¡Ni siquiera los dioses pueden resistírseme! —Estaba encontrando difícil no sonreír como un idiota.
Steve hizo una mueca.
—Lo siento —suspiró, ofreciéndole una mirada culpable y avergonzada—. Solo— bueno, no sabía que bateabas de ese lado, es todo.
Tony se encogió de hombros y se encorvó.
—Bah —respondió—. Generalmente bateo hacia las señoritas, pero a veces la brisa me lleva hacia la otra dirección. —Movió las cejas hacia Steve, lo cual le valió otra mueca del Capitán—. Es decir, hubo esta vez, con mi compañero de cuarto en la universidad—
—¡Está bien —le interrumpió Steve con una voz estridente—. ¡No necesito saberlo! —Su rostro estaba rojo como un tomate.
Tony rio maliciosamente de una manera que extrañamente resonó como la risa de Loki.
—¡Oh te has sonrojado, Capitán! —Entonces se le ocurrió algo, y apaciguó un poco su sonrisa—. Oh. Oh. Período de tiempo diferente y todo eso. A veces lo olvido. ¿Esto te molesta? ¿Toda esta cosa de chico con chico?
Eso no cambiaría nada, pero tenía curiosidad.
En todo caso, Steve se ruborizó en un rojo más profundo. Apartó la mirada de Tony y se frotó la nuca.
—Bueno, no, no exactamente —tartamudeó—. Quiero decir, es un poco traumático y estoy un poco incómodo, pero supongo que me acostumbraré a ello. —Finalmente, miró a Tony a los ojos mientras se encogía de hombros y dijo—: Eres mi amigo. A decir verdad, estoy más preocupado por el hecho de que sea Loki. —Los ojos de Steve se quedaron fijos en un punto por encima del hombro de Tony—. ¿Y tú, Thor?
Tony contuvo el impulso de saltar de su asiento. Tratando de parecer casual, observó por encima del hombro y encontró a Thor de pie junto a la puerta, con una mirada de resignación en su rostro y una taza en la mano. Tony sonrió, manipulando las comisuras de sus labios como una marioneta, y deseó que Thor dejara simplemente de aparecerse así, de la nada. Usualmente, su corpulencia era difícil de ignorar, y Tony no pudo evitar preguntarse si Thor se había vuelto más ligero de pies o Loki le distraía demasiado para su propio bien. Solo rezó para que Thor no fuera el tipo de hermano sobreprotector, a pesar de su anterior y escabrosamente incómoda conversación.
—Honestamente, mi buen amigo —respondió Thor, pasando de largo a Tony para situar la taza sobre la encimera—, esto es una mejora para las usuales... aventuras de mi hermano. Miró incómodamente a Tony mientras decía esto, pero no había malicia en sus ojos—. Tras el escándalo con Svadilfari, he dejado de sorprenderme.
—¿Svathi–qué? —gruñó Tony en su taza, decidiendo que estaba más curioso que celoso. Repentinamente, quería saber todo sobre Loki, hasta los detalles más escabrosos.
—Svadilfari —repitió Thor distraídamente, hurgando en una bolsa de frituras mientras se volvía para marcharse—. Era un caballo.
Tony consideró tomar otro sorbo de café solo para poder escupirlo encima de la mesa. Después, decidió que Steve ya parecía bastante cerca de asfixiarse por los dos.
—Espera —dijo, agarrando a Thor por la muñeca mientras pasaba delante de él. Thor parpadeó hacia él con la boca llena de frituras—. ¿Quieres decir que el mito es cierto?
Thor levantó la vista hacia el techo e hizo un movimiento evasivo con la cabeza.
—Más o menos —respondió.
Tony lo miró un momento antes de doblarse de risa. La madera de la mesa estaba fría contra su nariz y frente.
—¡Oh Dios! —jadeó—. ¡Va a oírme hablar de esto por un buen tiempo!
****
Tony encontró a Loki en su oficina, con las botas apoyadas en el borde de su escritorio mientras leía atentamente un montón de libros más rápido de lo que debía ser físicamente posible. Se le acercó por detrás y envolvió sus brazos alrededor de los hombros del Tramposo, inclinándose hacia adelante para mordisquear la elegante curva de su oreja. Loki ronroneó y se apoyó contra su pecho.
—Entonces. —Tony se esforzó por contener una sonrisa—. Thor me habló sobre ti y Svafa–whatsit. —Movió las cejas, aunque Loki no podía verlo.
Loki no levantó la mirada, pero sus ojos dejaron de moverse por la página.
—¿Svadilfari?
—Svadilf... sí.
El libro se deslizó hacia el escritorio, y Loki lo miró intencionalmente con una expresión vacía. Tony tomó nota para nunca jugar al póker con él.
—¿Y? —sugirió el dios, arqueando una delicada ceja.
«Hmm. Tratando de enervarlo, ¿eh? Bueno, dos pueden jugar este juego». Tony sonrió contra el lóbulo de su oreja. El dios se estremeció.
—Y quiero detalles. —Se apartó para ver la reacción de Loki.
El rostro de Loki se arrugó de disgusto, y el Tramposo bufó y se quitó los brazos de Tony de encima. Regresó al libro.
—Pervertido —murmuró, casi con afecto.
—Oh, vamos. ¡Solo tengo curiosidad!
—Pues qué mal.
—¿Cómo fue? ¿Es cierto lo de «dotado como un caballo»?
—Fue... proporcional. —Loki sostuvo el libro un poco más alto y hacia un costado más de lo necesario, aún así Tony alcanzó a ver un tenue rubor extendiéndose por su mejilla antes de que desapareciera. Tony sonrió.
—Entonces eras hembra, ¿cierto? Y, ¿cómo fue? Quiero decir, ¿se te montó por detrás y—?
El libro se cerró bruscamente, revelando a un Loki con el ceño fruncido y con un rostro tan rojo como una cereza. Giró sobre la silla para mirar al humano.
—Tony Stark, si de verdad tienes tanta curiosidad puedo darte tu propia vagina.
Tony inmediatamente abrió la boca para protestar, pero luego se detuvo a pensar en ello. Ese sería un experimento interesante. Ya sabes, con fines científicos.
Loki lo miró fijamente por un largo momento antes de suspirar y poner los ojos en blanco.
—Olvídalo. En realidad te gustaría eso, ¿cierto?
—¡Oh! ¡Ahora que lo recuerdo! —canturreó Tony, ignorando la mirada de disgusto en el rostro de Loki—. Probablemente eres la única persona que pueda responderme esto: ¿qué duele más, el parto o una patada en los huevos?
Loki parpadeó durante un momento antes de suspirar con resignación.
—El parto, sin duda. ¿Cómo puedes siquiera preguntarlo?
Tony se encogió de hombros.
—Bueno, ¿cómo iba a saberlo?
—Piénsalo —suspiró Loki, frotándose las sienes—. El parto dura más tiempo. Además, es como empujar una bola de bolos por la punta de tu—
—¡Está bien! —Tony levantó ambas manos en señal de «alto»—. ¡Ya entendí!
La sonrisa de Loki era absolutamente maliciosa.
—¿Qué? —ronroneó, apoyando la barbilla en la palma de su mano—. Pensé que querías detalles.
—Sobre el sexo, no las... ¡consecuencias!
—Realmente no quiero hablar de eso, Tony. Fue hace mucho tiempo. Y es un tema bastante... incómodo, por así decirlo.
Loki se removió en su asiento incómodamente, y Tony observó su rostro.
—Oh, hombre. No fue tu primera vez ni nada parecido, ¿cierto?
—¿Qué? ¡No!
Tony dejó escapar un suspiro con una risa nerviosa.
—Oh, bien, está bien.
Loki volvió a su libro y añadió con indiferencia:
—Mi primera vez fue con Seth.
Tony parpadeó.
—Seth —repitió para sí, sabiendo que conocía ese nombre. Sus ojos se abrieron—. Espera, ¿Seth como el dios egipcio Seth?
Loki despreocupadamente anotó algo mientras respondía:
—El mismo. —Sonrió suavemente.
Tony miró a Loki por un instante, tratando de decidir cómo procesar esto. Podía molestar a Loki con el caballo, pero la idea de Loki estando con otro dios era... desconcertante.
Él era Tony Stark, genio, multimillonario, mujeriego y filántropo, pero por mucho que le gustara fingir lo contrario, no era un dios.
Loki bajó el libro una fracción de pulgada y observó a Tony por el rabillo de su ojo. Una sonrisa ondeó en su rostro.
—Está en el pasado, Tony —murmuró—. Y si te sirve de consuelo, yo lo dejé.
Tony abrió la boca para responder, pero Loki cogió un puñado de su camisa y jaló al humano hacia él. Inclinó a Tony en un ángulo incómodo, pero a él esto poco le importó mientras presionaba sus labios contra los de Loki. La boca del dios siempre estaba fría contra la suya, su lengua era como un vaso de agua fresca, y Tony cerró los ojos sumergiéndose en las sensaciones, respirando entrecortadamente por la nariz. Deslizó una mano por los contornos conocidos y perfectos de los brazos y hombros de Loki, antes de agarrar su nuca. Loki se permitió ser atraído más cerca y gruñó mientras profundizaba el beso.
«¿Había sido así con Seth? —se preguntó—. ¿Sabía a hielo y deslizaba sus largos y hábiles dedos sobre su piel y sus músculos? ¿O había titubeado, ojos verdes grandes, bellos e inciertos ante el despertar de nuevas sensaciones?». La idea de que alguien hubiera estado allí antes que él, que hubiera recorrido todo este hermoso territorio, corroía a Tony de una manera que no podía comprender.
Loki era un dios, se recordó; por supuesto, Tony no había sido su primera vez, pero pensar en Loki perteneciendo a alguien más, incluso estrictamente en el pasado...
El apriete de Tony se tornó violento en el cuello de Loki y alrededor de su cintura. Loki gimió de sorpresa y sonrió contra los labios de Tony. Se apartó para examinar a su humano, sus labios se torcieron en una sonrisa pícara.
«Mío», pensó Tony, y eso le asustó.
Pasó una mano por los pómulos finamente cincelados del dios y se preguntó qué demonios le estaba ocurriendo.