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Amor en la catedral por deathotel22

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Notas del capitulo:

hola!!!, se que es una historia un poco rara, pero a muchos parece que les gustó, asi que aquí les dejo la continuación!!!

Desde la desaparición de Tom, Bill se ocultó en lo profundo de la catedral, en lo más alto del campanario, sumido en una gran tristeza. Los días seguían pasando y en el fondo Bill añoraba el regreso de Tom, aunque sabía que se aferraba a un imposible, sabía que el joven de cabellos extraños y ropa muy rara no regresaría nunca.


-          Ay, Bill- se dijo así mismo con lágrimas en los ojos- jamás debiste creer en las palabras de un extraño-


Con el paso del tiempo Bill fue cayendo en una gran debilidad, no solo anímica sino también física. Se sentía muy mal y la tristeza tampoco ayudaba a menguar su dolor. Inclusive el parcelador que le llevaba la comida notó algo extraño en su comportamiento, sin embargo no le preguntó nada, los asuntos del niño de la catedral no le concernían- morirá pronto- se dijo así mismo el parcelador una tarde que le llevó la dotación de comida y vio que la antigua dotación estaba intacta y echándose a perder- incluso huele a muerto- se estremeció por el escalofrío que le vino de repente- solo espero que no tenga una muerte dolorosa-.


Conforme los meses iban pasando y se acercaba el invierno Bill empeoró, casi no tenía apetito y ahora si estaba próximo a parecer un fantasma. Aun así una noche de tormenta, sumido en la desesperación no le quedó más remedio que abandonar su cómodo escondite y pedir ayuda. El cuerpo le temblaba y no precisamente de frio, su respiración era entrecortada y dificultosa, a pesar de eso alumbrado por la luna llena y guiado por los rumores que se escuchaban en la catedral, llegó a una casucha a las afueras de la ciudad. Se comentaba que ahí vivía una curandera. En cuanto llegó, Bill tocó la puerta desesperado con las ultimas fuerzas que tenía su cuerpo, al abrir la puerta la mujer se asustó de muerte, nunca creyó ver al niño de la catedral tan cerca, se apresuró a santiguarse y le cerró la puerta en la cara a Bill.


-          Señora…por favor- rogó suplicante el pelinegro temblando como gelatina.


Bill creyó que moriría ahí mismo, pero unos minutos más tarde la anciana mujer, salió envuelta en un chal.


-          Aprisa muchacho- dijo apremiante- vamos al granero y ruega para que mi esposo no te vea, porque de lo contrario será el fin para ambos-


Cuando la mujer vio el estado en el que venía Bill, pensó que era la abominación más grande del mundo, ese muchachito simplemente había violado las leyes de la naturaleza- que el cielo me perdone por ayudar a alguien así- pensó cuando lo ayudó a acomodarse entre los montículos de paja.


Aquella noche de luna llena, Bill comprendió con dolor que la gente tenía razón en huirle, no era un ser ordinario, ahora entendía porque Tom nunca regresó a su lado.


Esa misma noche, bajo la luna de Alemania, Tom sintió un calor extraño recorrer su pecho. Él estaba sentado en el jardín trasero de su casa contemplando las estrellas, cuando el estremecimiento lo invadió- Bill- suspiró triste. Le dolía lo que pasó y aun así no podía sacárselo de la cabeza.


-          ¡Tomás! Entra a cenar ahora mismo- la voz demandante de su madre lo sacó de sus pensamientos- si sigues afuera te resfriarás-


Tom se levantó y entró al comedor sin dirigirle una sola palabra a su madre, estaba dolido con ella, por su culpa el joven de la catedral lo estaría odiando ahora mismo.


-          ¿Vas a seguir con esa actitud?- preguntó Simone, frunciendo el entrecejo.


Tom no contestó, se dedicó simplemente a masticar la comida de mala gana.


-          Ya te lo repetí un millar de veces…-


-          ¡Y yo ya te expliqué lo que sucedió!- habló furioso- no puedo creer que no tengas corazón- se retiró de la mesa seriamente enojado y murmurando  improperios.


-          ¡Tomás ven acá! ¡Tomás!-


Pero él no hizo caso, en dos grandes zancadas subió las escaleras hasta su habitación y se encerró dando un gran portazo. Recostado en su cama se puso a contemplar el techo para ver si así se le quitaba el enojo, y es que no entendía como su madre podía ser tan fría. Aquella bella noche en la que pasó un momento inolvidable con Bill por desgracia su madre lo había seguido y se había encontrado con la indecorosa imagen de dos personas recostadas en una alfombra apenas cubiertas con una mullida sabana, esa había sido la gota que derramó el vaso, Simone no iba a permitir que su hijo se estuviera revolcando con cualquier muchachita fácil y aparecida, así que en cuanto su hijo llegó al hotel, lo encaró y no le dio tiempo para explicarle nada de lo sucedido, unas horas más tarde la familia se encontraba abordando el avión de regreso a Alemania. Simone acortó las vacaciones con tal de que su hijo aprendiera a comportarse.


Aun así Tom quería explicarle todo a su madre, pero ella permaneció infranqueable y no quería saber nada del asunto, hasta que una noche por fin dio su brazo a torcer y Tom le contó la historia de Bill, Simone se sintió culpable, si le hubiera puesto atención a su hijo en el tiempo justo hubieran podido ayudar al pobre chico, pero ahora era tarde, ya habían pasado varios meses y Simone creía que era un caso perdido y no tenía chiste hacer un viaje solo para encontrar un cadáver mal oliente en la catedral.


Tom sin embargo no se daba por vencido, él quería regresar y recuperar a su pelinegro, pero su madre estaba reacia- Tomás, ese niño debió haber muerto de hambre, no insistas- era la respuesta que siempre daba cuando su hijo tocaba el tema. Y es que no solamente le parecía necio de su parte aferrarse a un niño que nada tenía que ver con ellos, sino también le parecía ridículo oír hablar a su hijo de amor y quien sabe que cosas cuando apenas era un adolescente.


Jörg tampoco estaba de acuerdo con el pensamiento de su hijo, sobre que estaba enamorado de Bill y esas tonterías, pero a diferencia de su esposa, no creía que fuera mala idea ir a ver si podían rescatar al muchacho de la catedral.


Tom sumido en sus divagaciones y viendo fijamente un punto en el techo de su habitación pero sin prestarle real atención, se preguntaba cómo hacer para regresar a Paris, pero la única idea que se le ocurrió, fue esperar hasta que cumpliera la mayoría de edad, así su madre no opondrían resistencia.- pero todavía faltan 2 meses- pensó dándose la vuelta en la cama con fastidio.                 


 


El invierno por fin llegó y con él la navidad se hizo presente, aun así Tom sabía cuál hubiera sido el regalo perfecto para esas fechas. Sus padres intentaron animarlo comprándole muchas cosas costosas, pero él apenas y las abrió. Tom adoraba la navidad, pero después de sus vivencias en la catedral, su mente viajaba constantemente a París.


Cuando el año se terminó y dio paso a uno nuevo, lleno de promesas por cumplir y objetivos trazados, Tom comenzó a tachar los días en el calendario, estaba ansioso que llegara el 30 de enero, su cumpleaños. Después de eso no habría berrinche de su madre que valga para que él pueda regresar a París.


Jörg secretamente, estaba de acuerdo con su hijo, y le prometió que si sus notas mejoraban en el colegio, él le daría el dinero suficiente para que pueda hacer el viaje sin preocupaciones. Tom por supuesto cumplió la promesa al pie de la letra, nunca antes estudiar se había vuelto algo tan primordial en su vida. Con el paso de los días Jörg logró apaciguar a su esposa y la convenció de que era buena idea dejar a Tom hacer algo por su cuenta, su padre jamás lo había visto tan empeñado con algo y eso era bueno.


El dos de febrero exactamente a las 11:45 de la noche, Tom abordó un avión con destino a Paris, no era un viaje excesivamente largo, pero para él fue como llevar viajando una semana.


En una linda mañana de Paris, de un taxi bajó un joven alto con unas largas trenzas negras y ropas anchas. Este joven se hospedó en el mismo hotel que lo hizo hace un año con sus padres. Se registró de inmediato en el hotel, dejó sus maletas y rápidamente partió hasta la catedral. Nada ahí había cambiado, todo estaba como lo recordaba, pero eso no le importaba mucho, lo único que ocupaba su mente era encontrar al joven que conoció hace un año en esa misma catedral.


Recorrió las torres una a una pero no lo encontró, fue hasta el campanario pero tampoco lo halló. Fue hasta los pasadizos que el mismo Bill le mostró, pero nada.  Simplemente había desaparecido- o tal vez está molesto conmigo- pensó para sus adentros.


A su mente llegó el recuerdo de la última vez que lo vio. Fue la mañana al día anterior que estuvieron juntos. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar que es esa misma catedral se amaron por primera y única vez. Una lágrima rodó por su mejilla, había pasado tanto tiempo y quizá su madre tenía razón- ¡No!- se dijo y meneó la cabeza espantando esas ideas.


Y es que había pasado tanto y tantas cosas que si se lo contaran a Tom él no las creería. Él buscaba a su chico de la catedral, pero lo que no sabía es que Bill ya no estaba más.  


Sin darse por vencido se puso a averiguar entre la gente que no parecía turista. Ninguna persona joven le daría la razón puesto que no conocían la leyenda de Bill. Se internó en el pueblo por donde se veía gente mayor y fue preguntando. Los que escuchaban el nombre del Bill simplemente hacían gestos y le cerraban la puerta en la cara.


Cansado bajó al rio Sena y se puso a llorar.


-          ¿Qué te pasa jovencito?- dijo una señora algo mayor que llevaba un cesto con ropa.


-          Estoy triste- dijo sin regresarla a ver- busco a alguien, pero nadie me quiere ayudar-


-          ¿Se perdió algún familiar tuyo?-


-          Sí…- mintió, sabía que si decía que eran parientes lejanos había más posibilidades de sacar información- él vivía en la Catedral de Notre Dame-   


-          ¡Santa Señora!- dijo la mujer asustada- ¿tú eres familiar de ese muchacho?- se santiguó.


-          Sí, un familiar lejano- la vio a los ojos- ¿Usted sabe en dónde está? Dígame por favor- prácticamente le imploró de rodillas.


-          Ahora no puedo joven…- habló nerviosa, viendo de un lado al otro- hay gente rondando por aquí y no quiero ganarme su desprecio, pero regresa en la noche, nos veremos bajo el puente- le dijo en un susurro casi imperceptible y luego cubriéndose el rostro se alejó.


 


Tom fue a comer algo y cuando la noche cayó fue hasta el puente para encontrarse con la mujer mayor. Esperó sentado y cuando creyó que le había mentido, ella apareció. Estaba agitada y se cubría con varios chales el rostro.


-          Perdona que no haya venido antes- dijo la mujer tomando aire- pero tenía que escapar primero, no tengo tiempo, así que dime lo que quieres saber-


-          ¿En dónde está Bill?- fue directo al grano- lo busqué en la catedral pero no lo encontré-


-          Y no lo encontraras si buscas ahí, hace tiempo que él ya no vive ahí-


-          ¿Usted cómo lo sabe?- 


-          Porque una noche, en noviembre para ser exactos él fue a mi casa, estaba muy pálido y en su vientre…- la voz le tembló horrorizada- en su vientre llevaba un bebé-   


-          ¿Un bebé?- dijo Tom asombrado- pero… ¿Cómo es posible?-


-          Ese muchacho está maldito, todos lo sabemos…- habló con resentimiento y cólera a la vez- desde que su madre la gitana murió y esa mujer testaruda decidió criarlo como suyo ¡mujer torpe!- dijo con desdén- su esposo hizo bien en llevar al engendro a la catedral-


Tom escuchó el relato muy confundido, ¿La madre de Bill era una gitana?, eso era nuevo, pero lo que más le asombraba era que Bill tuvo un bebé. Se había convertido en padre y no lo sabía, era extraño, nunca  pensó que Bill fuera hermafrodita.


-          ¿Y qué pasó con el bebé?- dijo el de trenzas preocupado.


-          Yo…- la mujer dudo un poco- lo ayudé…no debía hacerlo, pero cuando llegó a mí no me pude negar, ya sabré yo lo difícil que es traer al mundo a un hijo, sin embargo… no lo podía ayudar más, mi esposo se enteró y recibí un gran castigo ¡merecido me lo tenía! Por meterme en cosas demoniacas-


-          Pero… ¿A dónde fue Bill? ¿usted sabe en dónde está?-  


-          Lo único que sé es que fue hasta una posada a pedir refugio, él estaba muy débil y no tenía como alimentar a su hijo- su mirada entristeció- ya no me preguntes más- dijo la mujer agitada- tengo que regresar, me estoy metiendo en líos por ayudarte- dio la vuelta dispuesta a irse.


-          Espere- la detuvo Tom- solo una cosa más ¿Cómo se llama la posada?-


-          Es la posada de las gárgolas, un hombre robusto de cara rojiza te recibirá, es el dueño... y ahora déjame partir- dijo demandante.


-          Muchas gracias… y esto es para usted por su ayuda- le dio algo de dinero que guardaba en el pantalón y la mujer se fue.


Tenía que ir a esa posada cuanto antes, pero primero Tom necesitaba conocer el pasado de Bill, ¿Por qué la gente le temía? ¿Quiénes eran sus verdaderos padres?


Tom caminó hasta la biblioteca en busca de información. Bill debía tener más o menos su edad, quizás era un año menor. Pidió ayuda con los archivos de las fechas que él creía las más cercanas y se puso a buscar. 


Cualquier cosa relacionada con gitanas le llamaba la atención, pero cuando leía los artículos, eran relacionados a la caza de estas.


Hasta que encontró un artículo muy pequeño, era de un diario local. Hablaba sobre la leyenda de una gitana que hechizó a un capataz llamado Alexander Trümper. Tom siguió leyendo y se enteró que tuvieron un hijo el 1 de septiembre, pero que fue una desondra para el capataz, ya que el bebé era casi tan banco como la luna y sus rasgos eran muy angulosos como el de una niña. Supo también que Alexander abandonó a la gitana por creer que el niño no era suyo y que era un castigo divino por juntarse con gente que practica hechicería.


Tom no podía creer que la gente fuera tan ignorante- Si todos los bebés se parecen- dijo en un susurro. En la parte superior del articulo vio la foto en blanco y negro del capataz, era idéntico a Bill solo que con el cabello corto- ¿Y así decía que no era hijo suyo?- susurró molesto.


Ahora que sabía del pasado de Bill y del miedo infundado que tenía la gente hacia él fue hasta la posada. Era bueno aprovechar la noche, no creía que le negarían una habitación a un extranjero.


Caminó hasta la triste posada de las gárgolas y en efecto un hombre robusto y de cara rojiza lo recibió. Se veía que era un hombre tacaño y ambicioso, porque al reconocerlo forastero le subió inmediatamente el precio de la habitación. A Tom no le importaba mucho, pagaría cualquier pecio con tal de encontrar a Bill y a su hijo.


Llegó hasta la habitación que era más bien feúcha y con una cama casi tan dura como una piedra. Necesitaba sacarle información al dueño de la posada o a uno de sus muchos ayudantes. Estaba pensando en cómo hacerlo hasta que una mujer entró en su habitación, interrumpiendo sus pensamientos.


-          Le traigo la cena joven- dijo con la cabeza agachada, llevaba un velo que no dejaba ver su rostro.


-          Gracias…- dijo el joven de trenzas- ¿Puedo hacerte una pregunta?- quizás ella sabía algo.


-          Sí…sí…- tartamudeó un poco, pero no mostró su rostro.


-          ¿Tú conoces a Bill? Él vino aquí ¿cierto?-


-          ¿Cómo lo sabes?- dijo alarmada- ¿de dónde lo conoces?-


-          Tranquila- se acercó a ella- yo soy… un familiar lejano y vine a buscarlo-


-          Bueno él…- se calmó un poco- vino aquí hace unos meses, ¡tenía un bebé!- dijo escandalizada- ¡es una maldición!... no solo parece una mujer, sino que da a luz a niños, ¡es una cosa del diablo!- se santiguó.


-          Entonces ¿sí vino?- dijo impaciente y harto porque digan que era una maldición.


-          Sí… trajo al bebé consigo, él estaba muy débil y murió…pero el niño sobrevivió, el dueño de esta posada lo cría como suyo-


Tom se quedó en silencio, su Bill había muerto, no podía ser posible.


-          Yo…- dijo Tom después de recobrarse de la impresión- necesito recuperar al bebé, soy la única familia que le queda-


-          Eso va a ser imposible- la muchacha se descubrió el rostro, tenía una linda cara color canela- así se lo exijas al dueño él no te dará razón, es un anciano muy terco-


-          Pero ¡no puede hacer eso!- dijo con rabia- ese niño no le pertenece, tienes que ayudarme- la sujetó de las manos- tengo que recuperarlo-


-          La única forma que veo posible es robar al niño- desvió la mirada- pero en eso no te puedo ayudar, hay una forma de entrar hasta donde tiene al bebé, pero yo no la conozco-


-          ¿Sabes de alguien que sí la conozca?- la miró suplicante.


-          Sus hijas… estoy segura que ellas deben saber, pero va a ser difícil convencerlas-


-          Gracias por tu ayuda- le dio un beso en la mejilla.


-          De nada- dijo sonrojada- una de sus hijas es la cocinera, intenta hacerte su amigo-


La mujer volvió a taparse con el velo y salió apresurada.


Tom esa noche no pudo dormir bien, no solo porque la cama era muy incómoda, sino porque el corazón le quemaba de tristeza. Varias horas estuvo llorando por la pérdida de su amado Bill. Antes de quedar dormido se juró a si mismo encontrar a su hijo. 

Notas finales:

este capitulo está dedicado a "lety"... gracias linda, te lo mereces!!!

gracias a todos por leer, dejen sus comentarios para saber si les gustó, asi podre actualizar más rapido....les mando muchos besos, bye!!!


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