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Sintomas por Abyss

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Notas del capitulo:

No tengo la mas remota idea de como esta avanzando esto peero... ¡Me la juego :D!

Debido a su carácter amable y a su buena costumbre de evadir cierta clase de gente, muy raramente se había visto envuelto en momentos incomodos. Algo que pareció romperse poco después de conocer a su joven pareja, pero no podían culparlo, Jun por sí mismo era capaz de crear momentos realmente incómodos sin ayuda de nadie más, la mayor parte de las veces… Por estúpido.

Claro, que muy probablemente la razón del momento incómodo actual no solo era culpa del rubio, aunque sí podía culparlo por abandonarlo en la sala en compañía de Palmer, tras tomar bruscamente una de las bolsas llenas de dulces y dirigirse rápidamente escaleras arriba —lo mas rapido que podia tomando en cuenta él peso extra— seguido por Graziella quien intentaba convencerle de que se quedara en él primer piso.

—¿Gusta un dulce?

Abrió la bolsa blanca de plástico que mantiene los dulces que Jun había pedido y unos cuantos que al verlos le habían llamado la atención. Su rostro no mostró ninguna mueca en especial —o al menos lo intento— aunque Palmer si alzo una ceja ante él curioso ofrecimiento.

Tal vez desconcertado porque la persona con la cual se agarró a golpes de un momento a otro en plena fiesta navideña se encontraba ofreciendo —¿Amablemente?— un dulce sin mostrar sentimiento alguno por lo ocurrido poco tiempo atrás. Por lo que simplemente alzó los hombros para restarle importancia y posteriormente estirar la mano para tomar un dulce de la dichosa bolsa.

0.o.0

—Eso no estuvo bien.

Hikari hundio aun mas su rostro en la almohada que mantenía entre sus brazos a la vez que murmuraba algo que no llegó a los oídos de su novia quien iba de un lado a otro arreglándose para salir.

—Y mucho menos que estés aquí conmigo únicamente porque temes encontrarlo en la casa donde vive su madre, la que justamente se encuentra al lado de la tuya.

La de cabello azulado abrazo aun mas —si es que a estas alturas era posible— la almohada y movió las piernas que mantiene dobladas aún más cerca de su pecho sin intención alguna de ocupar más lugar en él sillón donde se encontraba cómodamente sentada. Su inseparables sombrero se encontraba a su lado y su chaqueta blanca yacía colgado del respaldo del sillón.

—¿Piensas responderme o me voy a seguir quejando en soledad?

Finalmente la rubia de ojos grises se detuvo frente a la silenciosa joven de cabello azul con las manos en la cintura, obviamente esperando alguna respuesta que se tardaba en llegar.

Asi habia sido desde lo ocurrido en la fiesta de tiempo atrás, cuando su mejor amigo anunció que se encontraba en cinta, algo que no agradó al padre —razón por la cual la fiesta se convirtió en un caos— y que ni siquiera los amigos más cercanos habían mostrado agrado por la pareja. A Cynthia sinceramente Kouki no le importaba, él ayudante del profesor era complicado, muy complicado, decía tener una relación con Volkner —asombrosamente si la tenía, aunque ni parecía que esta existiera— y la mayor parte de las veces que había visto a los tres amigos juntos, antes de que Jun decidiera entrenar de manera definitiva en la Isla Hierro —algo que en un principio no había entendido él porque— había alcanzado a notar él como Kouki parecía tener alguna especie de “sentimientos” que era incapaz de exteriorizar por él hiperactivo rubio.

Unos sentimientos que a estas alturas le hacían preguntarse dónde podría estar él ayudante del profesor.

—¿Como crees…?

La rubia rápidamente salió de su estupor y centró su atención totalmente en la de cabello azul, quien continuaba aferrada a la almohada entre sus brazos y mirando al vacío de un costado, evadiendo la figura que yacía firme frente a ella.

—¿Cómo crees que hubiese sido una buena forma de reaccionar?—finalmente terminó de formular su pregunta, alzando su triste mirada con dirección a los grises ojos que le observaban.

Para que finalmente Cynthia soltara un suspiro.

0.o.0

—¡Oh Riley!

Ambos varones en la sala giraron la cabeza hacia donde habían escuchado la voz de Graziella hablándole a uno de ellos, quien bajó las escaleras precipitadamente —después de haberse desvanecido por una media hora tras seguir a su hijo— para simplemente encontrarse con la escena de la bolsa de plástico vacía —donde suponía había dulces— todos los dulces aún sin abrir yacían a un lado junto a envolturas de dulces que ya pasaban a la categoría de basura, todo esparcido encima de la mesita central.

Riley mantenía entre sus manos un dulce por abrir —a la vez que facilmente se podia notar que tenia caramelo en la boca— mientras Palmer se encontraba ligeramente inclinado sobre la mesita con toda la intención de tomar otro dulce.

Graziella los observó durante un momento antes de cruzarse los brazos y sonreír de lado, obviamente la escena le parecía graciosa, pero no tenía la intención de reírse en ese momento.

—¿Han estado comiendo dulces todo este tiempo?

Ambos varones se miraron de manera cómplice antes de asentir.

—¿Ya arreglaron las cosas?

Una vez más, ambas miradas se buscaron antes de que cada uno hiciera una mueca de desagrado y posteriormente negar con la cabeza.

—¿Media hora y no hicieron otra cosa más que comer dulces?

Continuo con él interrogatorio antes de caminar con dirección a la mesa y ver que tan grande era la cantidad de azúcar que ambos debían de haber consumido.

—¡Es Palmer él que no quiere arreglar nada!— se quejo Riley alzando de su lugar, asustando a la castaña en él proceso, a la vez que señalaba a Palmer.

Él rubio obviamente no se quedó callado.

—¡Eres tu él que no me ha dirigido la palabra!— se defendió él rubio también alzando de su lugar, ocasionando que su esposa retrocediera alzando las manos.

—¡¿A cuál de los dos es al que le interesa arreglar las cosas!?

Él silencio que invadió la sala fue igual al de hace media hora antes de comenzar a consumir dulces entre los dos.

Incómodo.

0.o.0

Gruño entre dientes, molesto, de la misma manera en que lo hizo él dia anterior y él anterior a este, desde hace poco más de un mes que se encontraba de mal humor, molesto y con la necesidad de gritarle a cualquier persona que se dignara a preguntar qué le pasaba o si se encontraba bien, pero conteniendose en él ultimo momento.

Porque no iba a portarse de mala manera en un lugar donde todo él mundo podría verlo… Además de que era de muy mala educación hacer algo así.

—Voy al sótano a dejar estas cajas, ¿Alguien necesita algo de allá?

Pregunto de manera distraída sin siquiera girarse mientras de la misma forma se acomodaba las dos cajas de cartón que no tenía tanto problema en cargar, ambas estaban medio llenas con los mismos papeles totalmente llenos de un tipo específico en información, razón por la cual estaban en dos cajas distintas.

—No, solo ve y ponlas con él resto, después volvemos a poner todo en su lugar.

Le respondió él científico más cercano sin despegarse en ningún momento de su trabajo. Él profesor no se encontraba, como siempre, aunque antes de haberse ido no se olvidó dejar indicaciones sobre lo que necesitaba que se hiciese en él laboratorio, principalmente, volver a archivar todo aquello que se había requerido utilizar dias atras y que tras pasada su utilidad simplemente no hacía otra cosa más que estorbar.

—Maldita sea.

Finalmente se quejó abiertamente —aunque obviamente en un susurro— mientras dejaba caer ambas cajas sin consideración alguna en la esquina del sótano, que para ser un lugar poco usado se encontraba lo suficientemente limpio que ni polvo alzó.

—Maldita sea…

Se repitió antes de sentarse en un escritorio del lugar que encima tenia una sabana blanca para que no se empolvaba —cosa imposible por lo bien que se cuidaba él lugar—. Su mirada instantáneamente se perdió en él vacío de las escaleras que le habían ayudado a llegar hasta ahí mientras su mente volaba velozmente ante aquello que tanto le molestaba.

Jun.

La imagen de un feliz —porque antes de que todo se saliera de control se podía ver la felicidad tatuada en su rostro— y avergonzado rubio siempre aparecía de regreso en su mente por mas que le molestara, principalmente, cuando ponia atencion en él cambio más notorio de su cuerpo: un vientre abultado.

En un principio había intentado convencerse que estaba gordo o algo similar, y que él sonriente habitante de la isla hierro que nunca le había agradado —o mejor dicho, se habían agradado mutuamente— que se encontraba a su lado no tenía nada que ver con su notoria gordura y felicidad. Pero no pasó más de diez minutos cuando él vestido de azul simplemente había soltado aquello que tanto le emocionaba y posteriormente había dejado con la boca abierta a todos los presentes.

No iba a mentir y mucho menos a engañarse, pero cuando Palmer se había puesto frente a ellos para soltar una cachetada o un golpe —no sabría decirlo con exactitud, desde su lugar era confuso ver que fue— algo dentro de sí se alegró sin duda alguna al ver como él de cabello azul perdía aquella sonrisa que parecía estar tatuada en su rostro, y aun cuando reacciono a tiempo como para ir a detenernos, su molestia —¿O eran ira y celos?— le hicieron tomar él brazo de Hikari que se encontraba de pie a su lado, para impedir que fuese a detenerlos o a ir con Jun. Alguno muy profundo de su ser —que se negaba a reconocer— le hizo quedarse en su lugar sin moverse y mucho menos, dejar que la mejor amigo de Jun lo hiciera.

—Maldita sea.

Soltó una vez más antes de pasarse ambas manos por su rostro, en un gesto cansado.

0.o.0

Jun se mantuvo ahi, dandole la espalda a la puerta de salida mirando a sus dos padres que momentos antes habían estado hablando mediante susurros. Ni su novio ni mucho menos él le había dicho a Graziella que era exactamente lo que pasó entre ellos y Palmer, lo único que le dieron a conocer fue que tuvieron una pequeña pelea y se encontraban enojados entre ellos mismos, por lo que no le sorprendía en lo más mínimo que su madre hubiese estado insistiendo a su padre que hablara con Riley y arreglaran él “pequeño” desacuerdo que debían tener entre ellos.

Algo que a pesar de que realmente si quería hacer él amo de la torre, no le era tan fácil de llevar a cabo.

—¿Listo?

Preguntó Riley en un susurro, tomando su mano derecha que descansaba en su costado para llamar su atención y poniéndose a su lado para mostrar apoyo.

—Si.

Respondió con una sonrisa a la vez que cerraba su mano entorno a la de su pareja, para una vez más, dirigir la vista hacia sus padres y finalmente llamar su atención.

—Mamá… Papá—soltó de repente, una con más cariño que la otra—Riley y yo nos regresamos a la Isla.


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