Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Contigo nunca se que esperar por dark kirito

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Los personajes de Contigo no sé qué esperar pertenecen a mi XD seré sangrona XD. Escrito en el móvil, errores son sin querer. Muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo :D.

.

Capitulo 33 Cita

.

Un par de meses más tarde.

Aginis y su amigo del alma están en casa de este último, ahora que los padres de Enek han partido en un nuevo viaje y se han llevado a Derenia, el chico por fin tiene la amada paz por la que tanto imploró. Respira hondo y sonríe ampliamente al tiempo en que se estira en el sillón.

—Te digo que estoy en el cielo Aginis.

—Si no te conociera diría que odias a tu hermana.

—Sabes que no es el caso pero, es tan intensa que me quita años de vida. No es sano estar estresado las veinticuatro horas del día los siete días de la semana.

—Entiendo tu dolor — hace una referencia a Alannis con pesar — ¡Ey cuidado! — señala el televisor y al plomero que debía aplastar un champiñón y terminó en el barranco. En la pantalla apareció la leyenda: “ Game over” — Si que apestas para los videojuegos Enek. ¿Cómo pudiste perder las quince vidas que conseguí de un jalón?

—Ey, no puedo ser bueno en todo, ¿te crees que soy una clase de dios? — arquea la ceja confuso — Uy si, tu don perfecto, ya quiero verte terminando Circus Charlie.

—Es por demás sabido que fue creado para no ser finalizado por ningún jugador.

—Derenia siempre lo acaba.

—No… — incrédulo.

—Si…

—Eso es… aterrador. ¡Mejor cambiemos de tema! ¿Cómo va la historia que le estás escribiendo a Kouryuu?

—Ah, ¿no te dije? Ya la acabé.

—¿Enserio? Eso sí que fue rápido.

—Las vacaciones me dieron mucho tiempo libre y bueno, estaba tan inspirado que difícilmente me pude detener. No sé si es un buen trabajo pero lo hice con mucho entusiasmo. El solo imaginarlo en esas escenas — su mente vuela lejos, niega rápidamente con la cabeza — ¿Y cómo vas con Alannis? — el castaño se encoge de hombros.

—Supongo que normal, no es como que haya grandes cambios.

—¿Enserio? ¿Nada? ¿Todavía te sientes incómodo en su compañía?

—No es eso, es difícil de explicar. Aún no lo considero mi mejor amigo, es casi imposible que sienta por otra persona lo que contigo.

—Bueno, es natural, ¿o no? Ya llevamos mucho de conocernos. Dale tiempo.

—Eso hago, no cometeré el mismo error dos veces. Es solo que no es que tenga esperanzas o que crea que algo maravilloso va a pasar. Solo me gusta estar con él y ya.

—Oh — interesado — con que es así.

—Así y punto — declaró tajante. De pronto le miró con seriedad — ¿Vamos por un bocadillo? El estrés de los juegos me abre el apetito.

—A ti todo te da hambre — sonríe captando el que su amigo busca cambiar de tema — Vamos pues…

.

.

En casa del castaño por la noche.

Este seca su cabello luego de tomar una ducha, va rumbo a su alcoba.

—Chocolate, ¿Eh? — una voz a su espalda.

—¡Wah! — pega un brinco involuntario y luego gira — ¡No me asustes así desgraciado! ¡Deja de salir de la nada!

—Te falta prestar atención — le sonríe cínico — pero volviendo al tema, no esperaba que te gustaran los aromas tan infantiles. ¿Qué pasó con los varoniles que usabas antes?

—Eso lo hacía para que Inoran no se sintiera incómodo, ¿Ok? Perdón por no ser el señor madurez, anciano — emitió antipático — Para que te lo sepas es mejor si no te agrada — hace un berrinche ofendido.

—¿Cuándo dije que fuese así? El suponer trae problemas princesa — le molesta amigable. Se acerca lo suficiente para olfatear.

—¿Qué eres un perro? — arquea la ceja.

—¿Pasó algo fuera de lo común?

—¿Qué te hace pensarlo?

—Actúas extraño, según yo ya nos llevábamos mejor.

—Ah — respira hondo — Tienes razón, lo siento Alannis — se inclina respetuoso — es solo que Enek dijo algunas cosas que… me pusieron un poco mal.

—¿Se pelearon?

—No.

—Ah, veo por donde va el asunto — se encoge de hombros — No le des tantas vueltas, entre uno más lo piensa peor sale. Mejor veamos una película, traje esa que querías ver.

—¿No salía el DVD en dos semanas?

—Es una versión pirata.

—Lo imaginé — el otro suelta una carcajada — ¿Qué es tan gracioso?

—Siempre piensas que todo lo que hago es ilegal. Hoy no, la esposa de uno de los chicos trabaja en una empresa que… solo me lo dieron antes.

—Igual no suena del todo correcto…

«—Licito o no, siempre busca tenerme contento. Trae mi comida favorita, mis videojuegos y películas, hacemos lo que me hace feliz. ¿Qué hay de él?»

—¿Hay algo que quieras hacer? — interroga el castaño.

—Librar a la ciudad de la escoria.

—¿Algo más normal?

—¿Cómo qué?

—¡No respondas con una pregunta! Es importante por favor, no la evadas.

—No es eso. Si quieres saber mis pasatiempos supongo que son mi hermana, sobrina y tú.

—¿Nunca te has dado la oportunidad de un tiempo libre?

—Es una pérdida de valioso tiempo.

—Para alguien con tus ambiciones y planes supongo pero, ¿cómo has logrado aguantar tanto?

—No lo hago, solo quiero devolver a Nizah todo lo que hizo por mi.

—Ese nivel de obsesión raya en lo enfermo.

—Aginis, ningún obsesionado está sano.

—Eso creo. Pero… ¿no quisieras ir a algún lado?

—¿Contigo?

—Ah — se tensa — dependiendo tal vez…

—En ese caso, dentro de tres días haré un espacio en mi agenda. Estaré esperando tu elección, será mi primera vez así que ánimo.

—¿P-primera vez? ¿L-literal? ¿Porqué yo? Para algo tan importante, ¿no deberías hacerlo tú? — el mayor da un suave coscorrón al chico que fue más una caricia.

—Por eso lo hago, se que no me decepcionarás.

Alannis le dio la espalda rumbo a la biblioteca, el joven no pudo evitar sonrojarse. No está bien, definitivamente ¡es horrible! Desde aquel incidente donde le apuñalaron y Alannis no tuvo el menor empacho en hacerle una transfusión se siente un poco extraño en compañía de ese sujeto y el que a partir de ahí estrecharan la amistad lo hizo peor. Se lleva las manos a la cabeza, aterrado.

«—No por favor, no, no, no, no. ¡No otra vez! ¡Ese sujeto me desgració la vida! ¡Me alejó de la única persona que he amado! ¡No hay nada bueno en el!... No… no, no, no… por favor, te lo suplico… si hay una existencia superior que controla mi vida te lo ruego, no permitas que me enamore de Alannis…»

Se lleva las manos al rostro en una plegaria.

—Por favor.

No quiere verse fácil y menos con alguien como él que seguramente siempre adivinó que le tendría en sus manos.

.

.

En la fecha acordada, fuera del parque de diversiones.

El castaño sonríe victorioso, seguro que el mafioso lo odia y con ello tal vez desista de sus intentos de conquista.

—¿Y bien? ¿Qué te parece?

—Ni idea.

—¿Uh?

—Cuando era pequeño pasé por uno que otro y siempre quise entrar pero jamás tuve dinero. En uno de mis cumpleaños Nizah me dio dinero para un boleto, como era poco ella no podía acompañarme así que no tenía sentido y no me pareció justo así que lo ahorré y nos ayudó en alguna emergencia, cuando no teníamos para comer. Aunque no lo sabe, le dije que me había encontrado el dinero tirado en la calle y que nadie lo reclamó.

«—¡Maldición este hombre es un santo…! con quien quiere. ¡Ahora me siento culpable!»

Llegan a la taquilla donde el mayor está a nada de pagar pero el otro le empuja de un caderazo y pone unos billetes en el mostrador.

—Dos pases VIP por favor.

—Claro — le sonríe la chica que le da los tickets.

—Deberías ahorrar ese dinero… jamás te pregunté cómo te mantienes.

—Uno de mis abuelos paternos me manda una valiosa mensualidad con tal de no tener que lidiar conmigo, muy cariñoso el hombre, ¿no?

—Oh, ya se me hacía extraño. Desde que te investigué y ahora, no me ha parecido que tengas un trabajo de medio tiempo y no tengo la impresión de que las pequeñas inversiones que haces por internet sirvan para cubrir tus gastos.

—¡¿Cómo es que sabes tanto?! — perturbado.

—Es mi deber.

—Entremos antes de que me arrepienta.

—Gracias.

—No son tan caros.

—No solo por eso — sonríe de una manera tan encantadora que Aginis se ve en la necesidad de adelantarse corriendo sin mirar, por lo que choca con un sujeto corpulento — ¡Perdón!

—¡¿Ah?! ¡Maldito bicho!

El sujeto en cuestión siquiera tuvo un rasguño pero simplemente vio la oportunidad de aprovecharse de un enclenque. Lanzó un puñetazo con intención de estamparlo en el rostro de Aginis y así arruinar su linda carita pero sin más se fue al piso de sentón.

—¿Eh? — se quedó confuso.

—Hombre — el de ojos plata — tenga cuidado de dónde pisa — le ofrece la mano e inclina para ayudarle a levantar, instante en que acorta distancia para susurrar.

—Tócalo y considérate hombre muerto. Ah, si gritas también — el desconocido no entendió la advertencia pero lo hizo en cuanto le rompieron la diestra de un apretón. ¡Qué fuerza tan monstruosa! No tuvo más opción que apretar la quijada y contener los gritos — Quizá sea mejor que lo deje con sus amigos, ellos sabrán cuidarle mejor que yo. Con su permiso. — se alejó galante en compañía del castaño hasta que les perdieron de vista.

—Si que eres impresionante, como un héroe o algo así — su acompañante — me salvaste… de nuevo. Solo te meto en problemas, lo siento. No quise arruinar un acontecimiento tan especial.

—¿De qué hablas Aginis? Ni que algo como eso fuera a hacerlo. Y si tanto te arrepientes, invítame una bebida.

—¿No que no querías que gastara?

—Pues ya que dijiste que el dinero no es problema — se encoge de hombros.

—Desvergonzado. Ya pues — sonrió — ¡Vamos por una de mis favoritas!

Caminaron unos cinco minutos hasta llegar a una fuente de sodas dentro del parque donde, el chico pidió la misma bebida para ambos, luego tomaron asiento en una mesa que daba a un gran ventanal, con excelente vista por cierto, ya que daba a un lindo pasillo lleno de flores.

—Quizá un frappé de chocolate no sea sofisticado para un hombre como tú pero a mí me agrada.

Alannis permanecía en silencio preocupándolo, ¿es que no le gustaba? ¿O es que lo odiaba? ¿Porqué no le detuvo al ordenar entonces?

—Así que frappé, ¿eh?

—¿No lo conocías?

—No. Nunca tuve dinero y aún ahora tengo la mala costumbre de darle casi todo a mi hermana.

—Pero tu auto y ropa… la comida en casa… lo que llevas… creí que…

Ciertamente jamás le ha visto comprar un postre que no deguste con ellos, al igual que la comida. Cosas como un frappé se deben beber casi de inmediato porque se derriten con facilidad y ya no saben igual. ¿Entonces jamás se había permitido un lujo así? Aunque el resto de su actitud da la impresión contraria, incluso su teléfono es el más costoso en el mercado.

—Si quieres que te respeten primero debes lucir como alguien importante, la gran mayoría se deja llevar por la apariencia, ¿no?

—P-pues…

—No niego que me pasó lo mismo contigo, independiente de tu personalidad lo primero que me llamó la atención fue tu linda cara, hasta creí que eras una chica algo ruda ja, ja, ja — ¿lo estaba halagando o insultando? — Bueno, gracias y provecho — llevó sus labios al popote, dio un sorbo y paró en seco, luego ocurrió algo que Aginis jamás creyó presenciar, Alannis hizo una expresión súper tierna ,al grado en qué era difícil pensar que tuviera más de diez años, sus mejillas se tiñeron de un inocente carmín, provocando lo mismo en las suyas — ¿Qué son estos puntitos?

—¿Eh? — con la pregunta le sacó del instante en que su mente se quedó en blanco — ¿Te refieres a los chochitos de chocolate?

—¿Eso son? ¿Crees que pueda comprar un extra?

—¿Eh? En este lugar son gratis una vez compras la bebida — señala una mesa a unos cinco metros de ellos — ahí tienen una botellita llena, puedes tomarla si quieres.

—¿Enserio? — el muchacho asintió, instante que fue aprovechado por el otro para cogerla, de hecho secuestrarla hasta donde estaban y turnarse entre echar chochitos y beber.

—Me alegra saber que te ha gustado — le hizo un gesto lleno de cariño, conmovido por su inesperada simpleza.

—Mucho. Gracias princesa.

Por alguna razón no le molestó el apodo, si bien aún no termina de convencerlo, ahora sabe que no lo dice para molestarlo. No pretendía hacerlo pero no pudo evitar el compararlo con Inorah que muchas veces sacaba a relucir su faceta de hombre de mundo, quizá para mostrarse confiable y si bien eso le atraía pues se sentía seguro…

«—No sé, Alannis puede ser así de natural y aún así siento que mataría al primer hombre que cruzara esa puerta con malas intenciones.»

El cómo podía lograr algo así era un misterio. Cuando le conoció pensaba que era un monstruo, luego, con la convivencia se dio cuenta de que no estaba del todo equivocado e incluso parecía algún tipo de súper héroe-villano al que un arma difícilmente heriría. Posteriormente salió lastimado y cayó en cuenta de que era un humano como cualquier otro, incluso divertido y amigable que no siempre ganaba en los videojuegos, que podía distraerse y casi quemar la comida e incluso romper un plato al lavar, más aún, no trataba de disimular o esconder sus fallos, hasta los hacía evidentes con una risilla ciertamente encantadora con un: “Ah, se me resbaló ja, ja, ja”. Entendiendo que no tenía sentido enojarse por una tontería. Un sujeto que de vez en cuando se enrollaba extraño con las sábanas, o se destapaba o de plano terminaba en el piso. No siempre era como un soldado reposando en un sillón o un sicario vengativo y hoy lucía tan dócil… la mirada de Aginis viajó de esos resplandecientes ojos plata a los labios y se preguntó a qué sabrían. Quedó atónito y se le cortó la respiración al percatarse.

«—No puede ser. ¡No debe ser!»

Se obligó a apartar la mirada pero le faltó voluntad.

—Deberías tomar el tuyo Aginis o se derretirá.

—¡Ah si!

Hizo lo propio más jamás pudo concentrarse en aquél placer semi líquido.

.

Más tarde.

Una vez acabaron con sus frappés reiniciaron con la caminata, visitaron varias atracciones entre ellas la casa de los espejos donde el castaño se estrelló una que otra vez pues no son lo suyo, la casa del terror que más le hizo reír por los efectos de sonido tan raros ganándose miradas extrañadas de aquellos que estaban a su lado y que no pudieron ver por la penumbra. Los carros chocones donde Alannis demostró una destreza increíble, poco le faltaba para voltear a un desafortunado individuo que tuvo la mala idea de chocar accidentalmente a Aginis. El carrusel para adultos, la rueda de la fortuna, algunas atracciones que les dejaron empapados y les llevaron a secarse al sol mientras botaneaban unas papas fritas. Los minutos, las horas, pasaron volando, sin tregua, pronto se puso el sol.

—Será mejor que volvamos a casa — el de ojos del color de la luna — mañana tienes que ir a la Universidad.

—Si — asintió sin entusiasmo.

—¿Subimos a uno último?

—¡Sería genial!

—¿Cuál prefieres?

—¿Estás seguro? Es tu salida.

—Gracias a ti fue un día inolvidable, como muchos otros contigo. Es lo menos que puedo hacer — niega — que mi chico favorito decida es sin duda el broche de oro.

El castaño se rascó la nuca, nervioso.

—¿La montaña rusa está bien?

Alannis no pudo contener una carcajada, esperaba algo más romántico como un paseo en el túnel del amor, donde quizá pudiera recargarse en su hombro porque como caballero se negaba a robarle un beso pero algo tan extremo suena más como el.

—¿Fue raro?

—Es perfecto.

La fila era casi nula pues a esa hora la mayoría se pone meloso, así que no tardaron ni diez minutos en subir, les colocaron el cinturón de seguridad y el juego arrancó.

—¡Madre santa! — el joven — ¡No recordaba que fuera tan aterrador! — el otro reía como desquiciado, emocionado — ¡Tu eres el aterrador! — apretó con fuerza los tirantes del cinturón que rodeaban sus brazos.

—Siente el viento, es seguro. ¡¿No es como si volaras?!

—¿V-volar?

Disparado por los aires será, esto no luce seguro… y de pronto captó todas las luces de los puestos, de las demás atracciones, de algunas personas con lamparitas. La brisa fría pero refrescante, de su cuerpo que se sentía ligero. Es verdad, cierra los ojos, deja de prestar atención a eso que siente en su estómago y que es similar al vértigo pero con menos intensidad.

«—Es como si tuviera alas y pudiera ir a cualquier lugar.»

En ese instante era libre, podía ir al rincón más lejano de la tierra y sin embargo decidió voltear al lado para contemplar a su acompañante, con el brillo de la luna en sus ojos y cabello, con ese tinte rosado en las mejillas, con esa blanca y tersa piel como porcelana. Si, era un crimen ignorarle, prestar atención a otra persona o cosas que no fueran Alannis y se olvidó de sí mismo. La luz se fue de improviso, el juego se detuvo de golpe y por azares del destino el cinturón de Aginis se rompió, ahora sí era realmente libre, ya nada le ataba a este mundo.

—¿Eh? — extendió la mano buscando aferrarse a la vida, alguien la tomó.

—¡Aginis!

No podía verle en la penumbra pero no fue necesario, esa voz, la sensación, aquella protectora mano que más de una vez le consoló.

—¡Resiste, pronto vendrán a ayudarnos!

De todos los días, de todos los momentos, de todos los instantes, ¿porqué ahora? Todo iba tan bien, era una ocasión especial para Alannis, su primera vez. Pensaba en ello cuando un líquido caliente resbaló de sus dedos por la extremidad y llegó al hombro y más. Una impresión demasiado familiar para su gusto, sangre y no era suya.

«—¡Las heridas del choque se han abierto!»

Intentó alcanzar el metal pero era imposible, faltaban unos cuantos centímetros pero eran cruciales, estaba claro que Alannis le habría subido de poder, eso significa que a duras penas evitaba que cayera. Si algo es evidente en esta situación es que no les auxiliarían de inmediato, eso llevaría al hombre a desangrarse hasta morir.

—¡Suéltame! ¡Necesitas hacer presión en tus heridas!

—Solo es una.

—Con más razón. ¡Suéltame!

—Estamos a diez metros.

—¡Se caer de pie!

—Incluso ahora eres lindo.

—¡Este no es momento para…!

—Es justo por esto que lo es.

—Alannis yo te…

—No así. No te dejaré ir, podrás decirme lo que desees más tarde.

¿Más… tarde? La cantidad de sangre que empapa su camisa no dice lo mismo.

—¡Se que eres un necio de primera pero por una vez en la vida hazme caso! — no recibió respuesta — ¿Alannis? — un sudor frío le recorrió la espina, ¿se habría desmayado? Cerró los ojos un instante, se armó de valor e intentó soltarse con ayuda de su otra mano. Estaba seguro de que lo odiaría por ello pero no podía dejar que se sacrificara de nueva cuenta. Aún así el otro no aflojó el agarre ni un poco, es mas, cobró ímpetu. Los ojos ámbar se llenaron de lágrimas. Pronto sintió un tirón en su espalda y más líquido… frío.

«—Olvidé que me habían apuñalado.»

La visión se tornó borrosa, toda energía le abandonó. No estaba seguro del tiempo que había pasado pero no iba a resistir mucho más. Caería y su cuerpo se haría añicos no sin antes pasar por un instante de inmenso dolor, eso suponiendo que muriera en el acto y no agonizara por varios minutos y aún así, estaba tranquilo e incluso agradecido.

«Que alegría me dio el haberte conocido. Fue por poco pero jamás me traicionaste, fuiste transparente e incluso demasiado sincero. Me salvaste más veces de las que nadie lo haya hecho jamás por otra persona. Siempre que te necesité estabas ahí y me dejaste consentirte. Habría deseado hacer mas, ojalá no hubiera dejado que el miedo se apoderara de mi. Si volvemos a encontrarnos en otro lugar sería más agresivo.»

Sonrió ampliamente con las pocas fuerzas que le quedaban.

—Te quiero mucho.

Y no supo más.

.

El sonido de varias sirenas no dejaba de taladrarle los oídos, seguramente patrullas y ambulancias, abrió los ojos con algo de dificultad sintiéndose pesado.

—¿En dónde estoy? — preguntó con dificultad a una chica vestida de azul, una paramédico.

—Sufrió un percance y perdió sangre, no una cantidad que ponga en peligro su vida, le hemos hecho una transfusión de suero. Se sentirá débil por un rato pero estará bien.

—Ah yo… ¡Alannis!

Se reincorporó de golpe, se arrancó la aguja y salió de la ambulancia ignorando los gritos de la mujer. No podía pensar en otra cosa que no fuera su acompañante. Había tres ambulancias y muchas camillas donde se atendía a varias personas con crisis nerviosa, seguramente nadie se esperaba a lesionados como ellos ya que, después de todo no salieron heridos en la atracción. Buscó por todos lados pero no le hallaba, entonces un escalofrío parecido a un rayo le congeló, alzó la vista y se llevó las manos a la boca ahogando un grito.

—Por dios… ¡¿Porqué no lo han bajado?!

Un grupo de rescatistas con arneses le sacaba con ayuda de algunas herramientas porque así como el cinturón de Aginis se rompió, el de Alannis se atascó ya que formaban parte de una misma pieza (al menos en la metálica) y fue la respuesta natural. No tardaron mucho en ponerlo al nivel del suelo donde un bombero le llevaba entre sus brazos al no haber camillas. ¿Siempre fue así de pequeño? Juraría que incluso esta más chiquito que Enek, ¿o es solo la situación? Cuando pudo reaccionar el joven se echó a correr, tal como suponía se había desmayado y estaba empapado en sangre, pálido… muy pálido lo que irónicamente y cuál burla resaltaba su belleza, incluso un par de chicas le miraban coquetas.

—¿Crees que tenga novia?

—La tendrá si sale de esta ji, ji, ji.

Cuchicheaban, esa fue la primera vez que Aginis tuvo el impulso de golpear a una persona y maldecirla hasta la muerte pero pasó de ellas, justo ahora son irrelevantes, menos que una piedra bajo sus pies. Aginis siguió al bombero con todo y víctima, rápidamente le subieron a una ambulancia y le conectaron una bolsa con sangre, pero pasó algo que no esperaba nadie. Alannis comenzó a convulsionar. La máquina que registraba sus signos vitales hizo aquel ruido que te pone los nervios de punta.

—¡Atrás! — gritó el paramédico que procedió a reanimarle.

—¿Qué… sucede? — preguntó Aginis angustiado, conociendo la respuesta.

—¡Se le ha detenido el corazón!

—¡Haga algo por favor! ¡No le deje morir! ¡No lo merece!

—¡¿Qué crees que intento?!

El hombre cargó las paletas eléctricas y las empujó contra el pecho en un toque luego de abrirle la camisa que por la rudeza quedó desgarrada, no funcionó.

—¡Otra vez! — nada — ¡De nuevo! — nada — ¡Todavía no! — nada.

No fue hasta el séptimo intento que el órgano se dignó latir. Con trabajo lo estabilizaron y de ahí, en silencio y rezos del castaño llegaron al tan detestado hospital.

.

Por la madrugada.

Aginis caminaba de un lado a otro, estaba solo. Había querido llamar a Enek pero no quería molestarlo una y otra vez. Había pasado por mucho después de todo, solo le llamó para contarle lo sucedido, confirmarle que estaba bien y pedirle que por favor no fuera, que si algo grave pasaba sería el primero en enterarse. Colgó luego de que este le dio algunas palabras de ánimo. Por su mente siquiera paso el poner al tanto a Nizah puesto que sabía que no era algo que el herido soportara. Edgar se habría enterado al pertenecer a la policía pero le había pedido, rogado por su silencio ganándose la furia, aunque comprensión de este. La luz de la sala de emergencias se apagó. Sufrió un leve mareo que le llevó a golpearse la espalda contra la pared. ¿Serían noticias buenas o malas? El doctor se aproximó en lo que parecía cámara lenta, pronto hizo una señal positiva con el pulgar.

—¡Muchas gracias! — se inclinó como si estuviera ante una presencia divina.

—Dentro de poco le llevarán a una habitación, vaya a tomar algo, si usted se descompensa no será bueno para el paciente. Le garantizo que estará bien, goza de una gran condición física aunque… debe cuidar más su cuerpo. Según la bitácora del hospital esta no es la primera vez que el jefe de la policía muere unos minutos. Una vez más no la contará.

—¿Dos… veces? D-disculpe, ¿sabe si ha tenido infartos?

—No, el corazón se detuvo en ambas ocasiones debido a la deficiente circulación pero no hubo daño en el corazón.

—Entiendo — bajó la cabeza.

—¿Pasa algo?

—No — sonrió — voy por unos bocadillos, necesitaré mi fuerza.

—Así se habla.

.

.

En una carretera.

Cierto pelirrojo que no debería estar por aquí conduce a toda velocidad, alejándose del parque de diversiones. Aprieta con fuerza el volante.

«—Menos mal que Aginis está bien. No se suponía que casi cayera, solo debía entrar en pánico, asustarse y notar que ese sujeto no es confiable… ¿cómo arreglaré las cosas? Estoy seguro de que me vió, estaba escondido y no podía pero sentí su odio…»

Meditaba en cómo solucionar la cuestión. Escuchaba las noticias y todos atribuyeron el siniestro a la falla de un generador (lo que no es del todo mentira) aunque en su negligencia le echaron la culpa a la falta de mantenimiento así que el parque estaría cerrado una semana en lo que arreglaban. Si, esa no era su preocupación sino lo que pensaría Aginis al enterarse porque estaba seguro de que su rival no se estaría callado. Cogió el primer vuelo a su disposición y volvió al extranjero. Ya en su hotel siete horas más tarde recibió una llamada.

—¿Cómo estás hermano?

Y dolió, generalmente se pondría muy feliz pero sabía que arruinaría las cosas con él de nuevo. Quizá de manera definitiva.

.

.

Once días después.

Alannis abre los ojos lentamente, lo primero que ve es al castaño dormido en una silla. Rápidamente desplaza la mirada hasta su ropa; la camisa está desgarrada pero el saco en perfecto estado; se cambia, coge a su princesa y le carga en dicho estilo. En el pasillo se topa con un doctor que le conoce del bajo mundo y le ordena arreglar los papeles de su salida. Ya en la calle le esperaba una patrulla.

—Me complace ver que vigilas el hospital pero ahora llévame a casa. Este chico necesita descansar.

—¡A la orden señor!

«—¿Qué tan agotado debes estar como para no haber despertado? Gracias por quedarte conmigo. En cuanto a Inorah te advertí que no te perdonaría el acercarte. Así me odie Aginis, está mejor sin ti en su vida.»

.

.

Notas finales.

Hasta la próxima :D gracias por leer :3.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).