Mientras, sus manos habían abandonado su rostro, dedicándose a recorrer su cuerpo en efímeras caricias. Su tacto era delicado, intentando mostrarle a su capitán que, para él, era sencillamente lo más importante que tenía en su vida.
Por largos minutos siguió así, sin detenerse, hasta que se dio cuenta que una nueva sonrisa brillaba con fuerza en el rostro del rubio. Su expresión decía tantas cosas, desde una inmensa gratitud hasta el fuerte amor que le proclamaba.
Y una vez más, se dio cuenta, que si se trataba de Steve podría permitirse olvidar todo lo que sabía y aprender a actuar con el corazón.
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Steve se detuvo indeciso fuera de la habitación, escuchando las risas y los comentarios de sus amigos. Tras una semana conviviendo con Tony, aislado del mundo, permitiéndose un tiempo para respirar y ganar confianza; era hora de enfrentarse a la realidad. Llevó una mano a su pecho, sintiendo como su corazón latía desbocado, asustando ante la perspectiva de volver a charlar con sus amigos. Sobre todo, luego de darles la espalda por días, sin ser capaz de atreverse a contarles lo que pasaba por su cabeza.
Abrió la puerta con las manos temblándole, pero siendo capaz de mantener un rostro tranquilo y apacible. Las conversaciones frenaron en seco al verlo entrar, pero rápidamente se reanudaron, con el grito de Clint pidiendo que trajeran su desayuno.
El rubio dudaba que sus amigos estuvieran fingiendo, intentando hacerle creer que todo estaba bien, pues no veía matiz alguno de falsedad en sus expresiones. Con algo más de valor al no sentirse rechazado, se sentó al lado de Tony, quién le sonrió con afecto y tomó su mano bajo la mesa. El chico le había dicho que bajaría primero al desayuno, al pisco común que todos compartían en esas ocasiones, mientras él se duchaba y terminaba de alistarse. Entendía perfectamente que intentara, con suavidad, a que se enfrentara por propia cuenta a sus propios temores.
Y Steve lo entendía perfectamente, era hora de volver a ser ese hombre valiente que todos conocían. Se los debía, o al menos intentar, de enfrentarse a lo que había pasado. Como todos lo habían hecho desde el primer momento.
-Esto es para ti, Steve- Natasha dejo un plato frente a él, lleno de hotcakes y fruta picada. Se veía realmente delicioso, y a juzgar por la cantidad estrepitosa de crema batida y chocolate en él, sabía que había sido obra de Clint el desayuno de ese día- tenemos otra porción guardada para ti, dado que demoraste un poco. Y ya sabes, con cierto dios del trueno aquí…-su tono se volvió levemente amenazante, haciendo que Thor se atragantara con un trozo de pan, que había robado fácilmente del plato del doctor-
-Esto es perfecto, gracias-respondió con suavidad, empezando a comer y fingiendo que no sentía las miradas escrutadoras y poco disimuladas de su equipo sobre cada una de sus acciones y palabras- es delicioso-
-Por supuesto que lo es. Steve si sabe apreciar la buena comida- el arquero se mostró visiblemente satisfecho, alzando su plato para evitar que Thor tomara su ultimo bocado. Puede que el dios fuera sigiloso, pero Hawkeye no se había ganado ese apodo por nada-
El Capitán no pudo evitar sonreír, contenido, al ver esa escena desarrollarse con tanta normalidad frente a sus ojos. Recordaba vagamente su tiempo de niño, el modo en que lo habían hecho sentir seguro, a gusto entre ellos, a pesar de encontrarse en un mundo totalmente diferente al que recordaba. Eso mismo le había ocurrido siendo adulto, y ahora era mucho mejor: se sentía parte de aquella camarería, formando realmente parte del equipo.
Tal fue su estado, que los chicos poco a poco le incluyeron en sus conversaciones, mostrándose optimistas al notar como respondía con verdadero interés. Pasaron de charlar sobre los entrenamientos a una pelea en videojuegos inconclusa entre Sam y Bucky, un campeonato al que Tony sugirió que podrían transmitir por internet para recaudar fondos. Había reído con verdadera felicidad ante sus ocurrencias, y prontamente, se dio cuenta que no había acabado solo con un plato lleno de comida, sino que con cuatro de ellos.
Su rostro empezó sonrojarse, irremediablemente notorio por culpa de su pálida tez. Clint pareció darse cuenta de su descubrimiento empezaba a entrar en un ataque de pánico; por lo que rápidamente se puso de pie y le abrazó con fuerza, cardando una mano por su corto cabello.
-Steve, calma, no tienes por qué preocuparte-el rubio tardíamente se dio cuenta de cómo todos, desde que había vuelto a la normalidad, le llamaban por su nombre. Y no solo ello, sino que lo hacían con tanto cariño, que no pudo más que dejarse llevar por las palabras del arquero e intentar controlar su respiración- sé que es difícil, ver una alacena repleta de comida, pero que no puedes alcanzar. Luego pasan los años, y finalmente tienes la oportunidad de comer hasta saciarte, pero el miedo de perder todo otra vez evita que llenes tu estómago como deberías hacerlo ¿me equivoco? -
-No, no lo haces- luego de una pausa, Steve se permitió contestar, decidido a ser sincero con ellos- es tan duro, y sé que tú lo pasaste mal por tu tiempo en el circo, sentir eso es…-
-Terrible- Natasha terminó su frase, arrodillándose frente a él y tomando sus manos con suavidad. Era una posición extremadamente vulnerable, pues si bien ella solía intentar ponerse a su altura cuando era niño para calmarlo, era ciertamente extraño cuando volvía a ser un adulto- y sé que estás consciente que pasé también por ello, en la Habitación Roja. Por eso siempre te preocupabas de estar al pendiente, de que comiéramos, como lo hacías con Tony cuando se perdía en sus proyectos por días-
-¡Oye! ¡Los batidos de Dum-E también son alimentos! -murmuró refunfuñado, pero con una pequeña sonrisa jugando en sus labios-
-Ambos sabemos que es mentira-replicó Hawkeye, sacándole la lengua. Pero pronto retomó su seriedad, sin dejar de acariciar su cabello- es gracioso que te sienta como una figura paterna, cuando eres uno de los menores de nosotros. Es por eso que es nuestro turno de cuidarte-
Steve le miró como un ciervo encandilado, más que sorprendido por lo que había dicho. Sabía perfectamente que a veces se comportaba como una madre gallina, los Comandos se burlaban de ello cada vez que tenían la oportunidad. Pero escucharlo de alguien tan diferente, tan capaz y competente como el arquero, era una situación completamente ajena.
-Aún después de lo que hice…del modo en que me comporte…de lo roto que estoy- sin darse cuenta, Steve se aferró a Clint y Natasha, como un puerto seguro en medio de la tormenta- ¿aún creen que valgo la pena?-
-¿Somos una familia, no es así? Vale la pena, sin importar nada. Y todos estamos un poco rotos, pero entre nosotros encontraremos el modo de volver a estar bien otra vez- respondió la pelirroja, acariciando con suavidad el dorso de su mano-
-Y tiene todo el sentido del mundo que te fuera difícil seguir adelante, ninguno te culpa. Habría sido más extraño si esa experiencia no te produjera ningún cambio, o extrañeza- lentamente Clint abandonó su abrazo, permitiendo que Tony tomara su lugar- y Tasha tiene razón. Fuiste capaz de venir, llevó un tiempo, pero estás haciendo un esfuerzo. Nosotros también, nos ganaremos tu confianza y te ayudaremos a sanar-
Steve asintió con fiereza, sin saber si sería capaz de abrir la boca y no terminar derramando sus sentimientos en un mar de lágrimas. Tony le abrazó por detrás, permitiendo que recargara su peso en su pecho, dándole la confianza que necesitaba para saber que podía permitirse eso, que podía pensar que finalmente todo estaba yendo por un buen camino.
Cuando el resto termino de desayunar, ayudó a Clint y a Bruce a lavar la vajilla. Era una actividad metódica, reconfortante, aún más al encontrarse rodeado un silencio totalmente cómodo.
Tony había perdido muchos días con él, holgazaneando y viendo películas, por lo que aceptó sin mayores problemas que se dirigiera a su laboratorio hasta entrada la noche. Le había mencionado que subiría a su cuarto, cuando terminara de trabajar y repasara el papeleo que Pepper le había enviado, y que podrían cenar juntos tras ello. Mientras, tendría que matar el tiempo, decidiendo unirse al equipo y regresar a su vieja rutina de ejercicios.
-No sé si seré capaz de hacerlo, Clint. Dar el primer paso-le confió Steve cuando se encontraron solos, dirigiéndose al gimnasio a entrenar, luego de saber que el chico era el único disponible en ese momento-
-Pero has dado un salto enorme, y ni siquiera te diste cuenta, Steve- respondió el arquero entre risas divertidas, disfrutando con su expresión confusa; pero no de un modo cruel, sino más bien acogedora- no estabas atento, por lo que no podía esperar otra cosa. Pero en el desayuno… en el desayuno tu comiste hasta saciarte. Sin culpa, sin remordimientos ¿o acaso negaras lo bien que te sentiste, de no tener que restringirte y hacerte daño, por una vez en tu vida? -
-Eso fue…eso fue porque me sentía hambriento, pero también cómodo. Ya no tenía vergüenza. Pude ver a Bucky disfrutar, a ustedes, saber que ya no estamos en crisis- tartamudeo un poco a la hora de responder, evidentemente sorprendido ante tamaño descubrimiento-
-En ese caso, tendremos que hacerlo más a menudo. Se supone que las familias comparten diariamente sus meriendas- Clint le dio un golpe juguetón en el brazo- supongo que soy el hijo menor, dado que Bruce y Rhodas son mayores. Bueno, descontando a Sam. Wanda es nuestra hermanita, y Thor el abuelo extraño…Y si tu eres el padre ¿Tony es la madre? -
No sabía cómo el equipo se había enterado de su relación, sabía que no eran muy disimulados, pero nunca habían mencionado nada al respecto. Aún así no pudo evitar sentirse contento, partimientos reír, esta vez aun con más fuerza. Era como si un peso fuera quitado de sus hombros, y si bien aún se encontraba dispuesto a tener una conversación con su equipo, lo haría cuando se estuviera más estable para hacerlo.
Mientras, podría disfrutar sin culpa alguna de esos momentos.
Si, era todo lo que necesitaba. Una familia cálida y una persona a quien amar.