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Cuando la venda cae por KuroAshi_ZxS

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Notas del capitulo:

Marvel, así como sus personajes, no me pertenecen.

¡Hola a todos! Primero que todo, quiero darle las gracias a todos aquellos que aún siguen este fic, y a quienes llegaron hace poco también. Regresé con la idea de terminarlo, pero no esperaba que aún hubieran lectores dispuestos a perdornar mi ausencia. De verdad chicos, me hacen muy feliz.

Se que tardé dos días más de lo presupuestado en actualizar, pero dado que planeo regresar a todos mis proyectos abandonados y seguir los nuevos, quizás eso pase más de lo que yo desee.

Como siempre, saludos especiales a: Dai- 99 y Damocles, muchas gracias por comentar.

Disculpen las posibles faltas ortográficas.

No sabía cómo el equipo se había enterado de su relación, sabía que no eran muy disimulados, pero nunca habían mencionado nada al respecto. Aún así no pudo evitar sentirse contento, partimientos reír, esta vez aun con más fuerza. Era como si un peso fuera quitado de sus hombros, y si bien aún se encontraba dispuesto a tener una conversación con su equipo, lo haría cuando se estuviera más estable para hacerlo.

Mientras, podría disfrutar sin culpa alguna de esos momentos.

Si, era todo lo que necesitaba. Una familia cálida y una persona a quien amar.

xxxxx

La cena había sido, en primer momento, un desastre.

Steve recordaba, de su tiempo como un niño, la ocasión en que Tony había mencionado que podía cocinar. Tal detalle no había llamado su atención; pues no veía nada de raro que, como la mayoría de las personas, el castaño fuera capaz de preparar al menos lo básico.

Pero si le hubiera advertido que en realidad Tony no se encontraba en su laboratorio, sino que más bien en su piso intentando hacer una cena de lujo, habría repensado sus opciones.

El Capitán creía que, como su antecesor, FRIDAY poseía vestigios de la personalidad de su creador. El sarcasmo y el humor cínico eran parte fundamental de su personalidad, pues no hubo advertencia alguna de lo que se encontraría al llegar allí. Al parecer, la IA había ignorado olímpicamente las instrucciones de Tony, pues este había dicho que le avisara “cuando Steve se encontrara en su departamento”. No por ello, según FRIDAY, tenía la obligación de hacerlo cuando se estuviera camino al ático.

Y que, convenientemente, la cocina se encontrara a solo un par de metros del ascensor; negando la posibilidad que el ingeniero pudiera esconderse de su mirada.

Requirió un valiente esfuerzo para el rubio no estallar en carcajadas, pues si bien entendía el exceso de harina en la ropa de Tony, no lograba concebir como rodajas de tomate y algo de pepino habían quedado atascados en su abundante cabellera. Tampoco tenía muy en claro que era lo que planeaba hacer, en realidad, pues la mescolanza de ingredientes no le entregaba ninguna pista clara. Además, Tony se encontraba enfurruñado, pensando que Steve no llegaría sino hasta dentro de una o dos horas. Pero a pesar de ello, permitió que le ayudara a limpiar y preparar en su lugar pizza y algunos bocadillos.

Tal parecía que aquella había sido la elección correcta, pues notar como el ingeniero reía al ver el casco de Iron Man dibujado con salsa de tomate en una de las masas, había justificado por completo su decisión de subir al ático un poco antes de lo planeado. Había regresado de su almuerzo con Wanda, y tras llegar, había sido interceptado por Sam y Bucky, quienes habían tomado en consideración la sugerencia de llevar su batalla campal de videojuegos a una recaudación de fondos, y necesitaban un mediador para ello. Dado lo competitivos que ambos eran, pronto había aprovechado la llegada de Rhodey para escabullirse y, sin ningún plan en mente, le había preguntado a FRIDAY donde se encontraba Tony y dirigiéndose prontamente al ático.

Ellos terminaron disfrutando su cena en la enorme sala de cine que poseía la Torre, adornada con mullidos sofás, decorados especialmente con las calcomanías de cada Vengador. Una enorme pantalla y un mini bar eran parte del resto del inmueble, además de una enorme despensa equipada con poptards, palomitas y helado en cantidades desorbitantes.

Fue sin duda una velada grandiosa, donde ambos permanecieron acurrucados el uno contra el otro, disfrutando de aquel momento de intimidad. Steve se había emocionado enormemente con una nueva maratón de películas de acción, dejándose llevar esta vez por el gusto de su pareja, y tachando uno de los temas inconclusos de su interminable lista.

-No le digas a Bruce que estamos viendo Jurassic Park-susurró Tony en su oído, sonriendo un poco al notar que este se sobresaltaba con la aparición de los velociraptor- ya sabes que esas cosas debían tener plumas ¿no? Mi querido hermano de la ciencia odia las películas que presentan ese tipo de inexactitudes. Cuando intenté convencerlo de que tuviéramos una noche de cine con ellas, me dio una conferencia en su lugar-

Steve estalló en carcajadas ante tal comentario, sabiendo de primera mano lo serio que podía ser el doctor cuando algo le molestaba. Por su parte, Tony se encontraba extasiado. Y es que escucharle reír era una de las cosas que más amaba en el mundo.

No era un camino fácil el que debían recorrer, no con su Capitán pensando tan pobremente de sí mismo, ni con los errores que todos habían cometido. Pero su esfuerzo estaba dando sus primeros frutos, y esa mañana lo había comprobado.

Había temido que el rubio no se presentara a desayunar, no luego de escapar tras decirle que esperaría en la cocina común, para que desayunaran con el resto del equipo. Sabía que esa había sido una jugada demasiado obvia, pero si quería que Steve empezara a interactuar con sus compañeros, debía marcar una línea clara entre lo que había sido su tiempo de descanso y el momento de enfrentar sus demonios.

Cuando había salido del ascensor, sus amigos ya se encontraban allí, expectantes, sabiendo que aquel día sería clave. Apenas si habían comido, absortos en sus pensamientos, pero conversando entre ellos de todas formas. Debían permitir que su líder se sintiera a gusto; y si se sentaban todos en silencio esperando lo inevitable, terminarían por hacerle huir o que no pudieran exponer sus disculpas como deseaban.

A fin de cuentas, nunca se había dado el espacio para pedir perdón, no como muchos deseaban. Pero el resultado era mejor que el que todos habían planeado: su Capitán se había comportado, había desayunado con ellos a pesar de sus temores y; cuando se había visto sobrepasado, se había quedado con ellos en vez de huir de la habitación.

Le debían aquel éxito, en gran parte, a Natasha y Clint. Ambos entendían a Steve lo suficiente como para saber que pasaba por su cabeza, habían vivido de primera mano esos horrores, y que ambos se mostraran tan abiertos con un tema tan difícil, le habían dado una oportunidad al rubio para relajarse en su presencia. Por lo que sabía, el arquero y el rubio habían pasado buena parte de la mañana entrenando, y luego Wanda le había llevado a almorzar a uno de sus restaurantes preferidos.

Lo mejor de aquella perspectiva, es que no se había producido ningún nuevo incidente. La compañía del equipo no era excesiva, pero si necesaria. Y para todos, notar como todo marchaba bien por primera vez en mucho tiempo, había mejorado su ánimo y su buen humor.

En algún momento dado, tras finalizar la tercera película, ambos se habían quedado dormidos. Los restos de su cena habían quedado abandonados, a favor de la suave calidez de las mantas en que se encontraban acurrucados y la paz que sentían por dentro.

Tony despertó pasada la media noche, ligeramente confundido al no encontrarse en su taller. Tras percatarse de lo que ocurría, no pudo hacer más que sonreír: Steve se había acomodado sobre él, ocupándolo como una almohada. El peso extra le había despertado, y dado que poseía un sueño horriblemente ligero, no era novedad que eso ocurriera. El rubio, en cambio, era capaz de dormir sin problemas, siempre que algún ruido extraño o su reloj biológico no le llevaran de vuelta a la vigilia.

Acarició lentamente su cabello y su ancha espalda, riendo quedamente al notar como Steve fruncía un poco el ceño y parpadeaba, regresando de su apacible siesta. Al darse cuenta de la posición en que se encontraban sus mejillas se tiñeron de un suave tono rosa, pero en vez de retirarse, dejó que retomara sus caricias.

El corazón de Tony tartamudeó, cerrando los ojos un instante para evitar que el rubio se diera cuenta de lo emocionado que se encontraba. Habían pasado pocos días desde que se encontraban juntos, de los besos compartidos, del cuidado que intentaba brindarle. Era difícil para él pensar que Steve confiaba tanto en su persona; que algo tan valioso como su corazón lo tenía allí, entre sus manos, y que su chico se encontraba de acuerdo con ello.

Era más de lo que podía esperar, y también más de lo que sería capaz de regresar. Steve, su hermoso y valiente Steve merecía tanto, pero pocas veces ese esfuerzo se había visto retribuido...

Cambió de posiciones, dejando a Steve bajo su cuerpo, de tal forma que fuera más fácil para él poder actuar.

Recorrió su torso con ambas manos, primero sobre su camiseta y luego bajo ella, deleitándose con la suave extensión de su piel. Steve suspiraba, contenido, apoyándose en su toque. Recordaba con claridad que, cuando este se había convertido en niño, se había dado cuenta de lo táctil que era, de lo hambriento que se encontraba por un abrazo, por saberse apreciado. Pero ahora, como adulto, podría brindarle todo el amor que necesitara.

Tony deseaba adorar su cuerpo, a aquel héroe que le había rescatado de sus tinieblas y no había pedido nada a cambio. No el Capitán América, no un súper soldado. Sino que Steve Rogers, aquel hombre que podría llamar novio, y que nada en el mundo podría separar de su lado.

Más temprano que tarde unió su boca a aquel juego, dejando pequeñas mordidas que sabía con certeza, desaparecerían a la mañana siguiente. Steve parecía entregado a ello, pidiendo por más con la voz entrecortada. Y el castaño estaba feliz de cumplir, pues sus más de dos décadas teniendo a quién quisiera en su cama, no se comparaban a lo que sentía en este momento: plenitud y amor total por el hombre bajo sus manos.

No pensaba dejar ningún lugar de su cuerpo sin recorrer, quería que Steve se sintiera tan amado como él sentía, lo especial y único que era. Que entendiera que realmente era merecedor de todo el cariño que quisiera, de todo lo que pudiera desear en esta vida.

Era tan…tan hermoso.

No, estaba equivocado. Incluso esa palabra quedaba pequeña para describir a alguien como su chico…

Cuando su camiseta y su pantalón fueron retirados, Tony supo que se encontraba irremediablemente perdido, y que nunca sería capaz de apartar su mirada de ese ser tan perfecto. Pero como había dicho días antes, no solo se trataba de lo físico. Era su bondad, su estúpida valentía, su inteligencia. Todo ello hacía de él…el hombre de quién se había enamorado…

Quizá con su cuerpo antes del suero habría sido un poco distinto. Pero Tony sabía, por experiencia, que el exterior no era gran cosa. No por nada había odiado fervientemente al soldado, pues no se había dado el tiempo de conocer lo que existía en su interior. Le había subestimado, y aquello había traído nefastas consecuencias en alguien que no lo merecía.

Pues más que su exterior perfecto, agradecía la oportunidad que le brindaba el suero de poder conocerle y tenerle en ese momento entre sus brazos…

Notas finales:

Espero les haya gustado, y disculpen si es un poco corto, pero...esta historia ya está por finalizar. No se si quedan uno o dos caps por delante, pero traeré el siguiente a fines de esta semana o inicios de la siguiente.

Hasta entonces, cuídense mucho.


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