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Amor-es por gns

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Amor-es

 

 

 

Cap. 2 Creencias

 

 

 

 

 

Su cabeza le duele, se siente como mareado, demasiado mareado, ruidos extraños a su alrededor y no logra divisar nada. Nunca debió salir de su cómoda y sencilla casa pero era necesario hacerlo, tuvo que hacerlo porque se comenzaba a asfixiar; su vida le agobiaba o solo exageraba en ello. No odiaba a su esposo hasta cierto punto, lo que odiaba  en realidad era el hecho de tener que ser siempre el sumiso, obedecerlo como si fuera un perro y no una persona más a su lado, como si no fuera suficiente el hecho de haberlo comprado como un caballo o una mercancía se tratase.  Siempre caía en la misma rutina de sus pensamientos depresivos para notar después que fue mala idea al encontrarse ya algo alejado, rodeado por esa oscuridad, siendo cubierto solo por el frío, el peli azul intenta cubrirse con sus brazos; solo se encontraba con la camisola de dormir que le cubre hasta las rodillas y sus pantuflas, todo un aspecto mata pasiones. Logra ver aquella luz parpadeante de la lámpara en la pared de la casa, solo a unos 80 o 100 metros cuando dando el primer paso de regreso, un ruido llamo su atención, rápidamente voltea hacia esa dirección, sintiendo su pecho saltar. Aspros rara vez salía de noche y siempre en compañía de alguien, excepto esa vez, odiaba la oscuridad y un pánico le comenzaba a invadir, tragando saliva se apresura hasta tropezar y caer por su propio miedo. Era odiosa y vergonzosa su actitud pero él era así, quizá frío por fuera pero muy temeroso por dentro, sus ojos comenzaron a nublarse mientras se puso de pie y se dispuso a seguir caminando o correr según como su miedo progresase; sin embargo sus pasos fueron cortos y lentos, escuchando un silencio bastante extraño, nunca lo noto hasta que sintió una mano fuerte tapándole la boca. Gritar no fue opcional, si se arrebató con lo que fuera que lo sujetara y lo arrastrara fuera de los dominios de su esposo, hasta que sintió un golpe y de allí perdió el sentido.

Recuperar la consciencia no fue la solución, sus sentidos estaban drogados, solo recuerda que le dieron de beber algo cuando apenas recuperaba el sentido y no fue una grata imagen lo que vio.

 

-Hasgard…-sale de sus labios

 

Una mirada brillante en la oscuridad se clava en su persona, el peli azul se había quedado sumiso, tirado en aquel suelo sin saber el lugar ni con quien se encontraba, unos pasos se arrastran hasta al peli azul dormido, una mano le acaricia la blanca piel, recorriendo cada rincón de su rostro. De pronto una argolla brilla en el dedo anular del joven, siendo que el ser misterioso se aparta del peli azul, era la sortija de matrimonio que relucía en aquel oscuro lugar.

 

 

 

……………………………………………………………..

 

 

 

Hasgard se encontraba furioso y descontrolado, su desesperación destilaba por cada uno de sus poros, Dohko solo se mantiene en silencio cruzado de brazos, pensando cada una de las alternativas, los otros habían salido en grupo para inspeccionar el lugar, donde su compañero encontró el listón, solo hallaron unas huellas que empeoraron el estado de ánimo del grandulón. Sin mediar más palabras y aún con la luna en alto y  horas para el amanecer, todos parten hacia el bosque, ya era demasiado con ese misterio y numerosas las perdidas en ello.

 

Degel se despide de Kardia luego de avanzar un buen camino, había dos jovencitos que cuidar y obviamente Asmita no iba a hacerse cargo de hijos ajenos, también contaba con su propia carga para tener otros a su cuidado. El joven Degel era alguien callado, extranjero que por engaños llego a aquel pueblo con la promesa de un amor, mismo que termino abandonado con un hijo en camino, no regreso a su país natal, lucho hasta que por ende del destino Kardia se cruzó en el suyo, mismo hombre tachado de loco y enfermo pero con gran corazón que logra derribar aquella muralla que había impuesta el de cabellos verdes, cuando Camus nace, a los dos meses este par comienzan a vivir juntos siendo que un año después, son bendecidos no solo por habladurías  a su unión libre sino por un hijo en común, Milo.

 

Bajando del caballo, Degel mira con atención el amanecer, en estos momentos Kardia y los otros ya debían estar llegando al bosque. La puerta se abre dejando ver a un rubio de cabellera extensa, sus pasos son lentos pero firmes, su mirada luce vacía y opaca pero con una sonrisa en su rostro; su nombre es Asmita, quien era ciego de nacimiento.

 

-¿Y los otros? –pregunta tocando una vieja mecedora donde toma asiento

-Fueron al bosque –explica mientras sube los tres escalones-, Aspros desapareció, parece que fue raptado

 

La expresión de Asmita se vuelve seria y gris, sabe de Aspros porque fueron en algún tiempo compañeros pero no hubo una muy buena relación entre ellos, menos cuando el rubio se hizo acreedor del corazón de Deuteros, el hermano gemelo del peli azul. Muy pocas veces sus caminos se cruzaban cuando el gemelo asistía en compañía de su esposo al pueblo, Asmita no tenía nada en contra del otro pero este al parecer lo odiaba, sino fuera por Hasgard los gemelos de Aspros no hubieran tenido contacto con Shaka, el hijo no reconocido de Deuteros, quien murió en una misión, desconociendo que sería padre.

 

-Que tragedia –dice bajando el rostro ensombrecido-. Pobre Hasgard, la pena debe invadirle el corazón, primero su hijo Saga y ahora su esposo

 

Degel le informa al rubio de los detalles conocidos, la desesperación de su compañero y la expedición al bosque, ya que esta especie de misión solo era una de las tantas razones para investigar aquel bosque siniestro. El pequeño pueblo siempre era temeroso de aquel basto arboleado, de hecho el bosque era lo que los separaba del templo de Athenea, y casi nadie lo intentaba cruzar una vez caída la noche, los pocos aventureros o desinformados jamás regresaban de este. Pero si no fallaban en cálculos, cada determinado tiempo cuando la luna se determinaba hermosa, este bosque se llenaba de un tumulto, se podía apreciar una luna bastante clara y hermosa, acompañada de lo que juraban eran gritos y aullidos, eran como si las fieras enloquecieran, quizá realizaban sus actos satánicos, a lo mejor, las victimas que caían en su poder eran sacrificadas en ese momento.

 

 

 

………………………………………………………..

 

 

 

Un desesperante goteo traspasa sus sentidos dormidos, sus parpados tiemblan, sus músculos se contraen, estos han comenzado a reaccionar a lo que sea que le hayan dado de beber. Entreabriendo sus ojos, solo divisa oscuridad, una muy densa y luego ese goteo que es lo único que podría distinguir en ese lugar desconocido, se remueve de su lugar, tantea con las palmas de las manos, el suelo es frío pero debajo de su cuerpo puede distinguir una manta de piel, piel de animal; un ciervo para ser exacto. Trata de no alejarse, sus pupilas comienzan agudizarse hasta convertir lo negro de la oscuridad en un tono gris muy oscuro, no pronuncia ninguna palabra, solo deja derramar unas lágrimas. Aspros llora, no sabe dónde se encuentra pero de algo si se puede encontrar seguro, se encontraba lejos de su casa, hundido en una horrenda oscuridad a la que le temía. Decide cerrar sus orbes, total era lo mismo, la oscuridad seguía allí mismo mientras que el lloraba en silencio hasta quedarse dormido.

 

 

Comienza a sentir frío entre sueños, siente que alguien lo acecha, un aliento caliente en su oído, algo subiendo por su pierna pero se detiene. Abriendo lentamente sus ojos, esta vez su vista es más acertada pero no del todo, unos mareos aun le siguen, una mano lo obliga a redarse acostado, su fuerza es tal pero igual siente como puñales en su pecho. No pasa demasiado tiempo, cuando su cabeza es levantada para obligarlo a beber, lo que parece agua pero es algo amargo, su paladar logra descifrar restos de hierbas que se le pegan en los dientes. A pesar de tener los ojos cerrados siente como si todo le diera más vueltas, esa sensación de debilidad y vulnerabilidad, ladea su rostro sintiendo algo provocado el estómago que por suerte no tienen nada en este sino lo devolvería en esos momentos. Vuelve a sentir ese toque pero ahora más delicado, la piel o lo que sea que fuera antes ahora era más suave, un roce cerca de sus labios, luego algo húmedo que los saborea pero los mantiene firmemente cerrados por la repulsión del peli azul.

Escucha unos pasos alejarse mientras que se queda dormido lentamente.

 

 

Recordando:

 

 

Sus padres habían muerto quedando huérfanos desde que recordaba, las únicas figuras por decirles autoritarias más no paternales eran sus tíos, dos hombres mayores Sage y Harukei con quienes vivían. Aspros y Deuteros eran gemelos siendo el primero el mayor, ambos de cabellera azulada pero el segundo con el tono de piel bronceada mientras que Aspros tenía la piel blanca como la leche, su mirada azulada como sus cabellos, de apariencia tierna a sus cinco años, sonriente y astuto, más que su hermano menor.

Jugaban en el jardín, debajo de un gran árbol de duraznos, Aspros abanica la espada de madera que le había ganado a su hermano, le fascinaba escuchar el sonido al cortar el viento, Deuteros solo lo mira de reojo, aun le duele el raspón en su rodilla que gracias a Aspros tiene ahora. El mayor de los pequeños corre riendo imaginándose quien sabe que aventura hasta que una fuerte mano lo jala del brazo, la mirada seria de Sage le dice a ambos niños que el viejo se encuentra furioso. Pegándole la mano al mayor de los gemelos, quien comienza a gritar, el menor grita en defensa de su hermano mientras corre hacia este, golpeando las piernas del mayor para que dejase al otro.

 

-Cállense –ordena con voz alta y llena de autoridad, soltando al gemelo quien ha comenzado a llorar-. Par de críos desobedientes –mirando a Aspros, quien oculta su mano adolorida-, nunca toques los juguetes de tu hermano, él será un fuerte guerrero que enorgullecerá el nombre de la familia, tú en cambio…-guarda silencio mientras entrecierra sus orbes llenos de desprecio- solo servirás para dar críos

 

Deuteros abraza a su hermano, quien derrama unas cuantas lágrimas más, dejando a la vista su enrojecida piel de su mano, los pequeños no comprenden nada pero con el paso de unos años más todo se aclara para Aspros. Con apenas nueve años, ya alejado totalmente de los juguetes y actividades de su hermano menor, el jovencito comienza a ser educado a los deberes de lo que debe ser un hogar, sosteniendo unas toallas limpias, sus tímpanos tiemblan ante los gritos de dolor de una mujer que daba a luz. Los quejidos de dolor de la afortunada madre le eran de terror para el peli azul, todo su cuerpo temblaba, tirando las toallas, retrocede unos pasos, avanza tres a su lado derecho, viendo aquella imagen que lo ayudaría a decidir su futuro. ”

 

 

Sus parpados se vuelven a abrir, y seguía siendo lo mismo para el joven, no sabe el tiempo trascurrido quizá ha sido días, los cuales se la ha pasado dormido, sin embargo a pesar de ello en sueños ha sentido como es tocado por ese ser, no sabe si es producto de su imaginación mismo que es provocado por su propio miedo o realmente sucede. Arrastrándose lentamente, intenta guiarse con sus manos, como si fuera invidente hasta tocar algo de lo cual duda su proceder, traga saliva pero a estas alturas cualquier cosa era mejor. Regresa a su lugar del mismo modo como se retiró, en realidad no fue muy lejos, los mareos le siguen pero al parecer estos no impiden su sensatez. Unos pasos van acercándose, el peli azul se tira en la cobija como si estuviera dormido, ocultando lo que encontró debajo del manto de piel.

 

-Despertaste –escucha la voz, Aspros abre sus orbes con la mirada algo perdida pero luego los entrecierra dudando y analizando

 

Escucha claramente los pasos acercándose a su lado, sus sentidos se han agudizado o solo es por el silencio del lugar; los ecos. Aspros siente la caricia del extraño por su hombro, lentamente recorre todo su brazo hasta pasar por su cintura, comienza a desesperarse sabe lo que sigue, solo había sido tocado de esa forma por su esposo y lo permitía porque era su obligación doblegarse ante su marido.

 

 

El hecho que le agradará la lectura no incluía que adorara las anécdotas pacíficas y nulas de la diosa de la sabiduría, relatos de palabras y nada de aventuras sangrientas en combates ni romances incluidos pero se las había ingeniado para que con tan solo dos años ya portará el habito de aspirante a sacerdote, Aspros había suplicado a sus tíos ser ingresado en el templo de Athenea, todo esto ante su sorpresa ya que Sage accedió encantado porque le ahorraba la dote del matrimonio. Deuteros por su parte ya comenzaba sus entrenamientos, siendo prácticamente separados más que solo en la cena lograban verse las caras, por las noches intercambiaban palabras en sus habitaciones, esto a escondidas.

 

-¿Por qué haces esto? –Pregunta el menor con el rostro confundido –tienes talento…

-Odio mi naturaleza –responde el mayor apretando las sabanas con sus puños- no quiero… sufrir –el menor frunce el entrecejo- no quiero sufrir para tener…bebitos -dice ante el rostro serio y confundido de su hermano menor-. Además es siempre una prisión pero al menos es mi elección –mirando a su hermano mientras le acaricia la mejilla acanelada-, tienes suerte hermano, naciste con ella.

 

Dándose un abrazo se consuelan en el silencio de la alcoba, ya que en la mañana siguiente el menor partiría sin fecha de regreso, Sage deseaba que Deuteros fuera entrenado para ser un gran guerrero, esto le aseguraba un buen futuro al jovencito, los padres de su futura pareja pagarían una buena dote por tenerlo en su familia. Aspros se despide sacudiendo su mano en el aire cuando la carreta que se lleva a su hermano se va alejando con un rumbo para él desconocido, llevándose su único amigo-confidente-hermano. Unas lágrimas derrama por su rostro pero las seca rápidamente, no desea que le llamen la atención, Harukei le toca el hombro a modo de consuelo.”

 

 

Siente el repentino calor del aliento  por su rostro mientras que el agarre de su cintura sube lentamente, unas palabras en susurros y su corazón agitado le comienzan a desesperar. Su mente es como un torbellino, esa sensación de tener ese cuerpo cerca del suyo, un cuerpo que no es de su esposo. Unos labios en su mejilla buscando sus propios, le hacen apretar la cobija de piel con fuerza.

 

 

Solo le faltaba una prueba, una solamente para que fuera oficialmente un sacerdote, la túnica blanca con bordados de oro y plata, como la coronilla y el delicado velo que usaría estaban más que listas, expuestas en la habitación del templo menor de pueblo, esperando por el nombramiento, Aspros no podía evitar sentirse emocionado, ya había aprendido a amar esa vocación. Y si las cosas no podían salir mejor, su hermano regresaba, años de haberse ido y ahora de vuelta. El peli azul se apresura para poder llegar a su casa, caminando a prisa por el pueblo con su inmaculada vestimenta sencilla de aspirante, tanta era su prisa que no se da cuenta y choca con una mujer que lleva una canasta, cayendo las frutas al suelo. Aspros se disculpa y recoge las frutas, siendo ayudado por un hombre corpulento de cabellera azul pálida, que queda boquiabierto  al ver al peli azul y con un dolor en el pecho, puesto reconoce las vestimentas sagradas que porta el joven de larga cabellera azul.

El encuentro fue gratificante, a pesar del tiempo aun conservaban esa conexión de hermanos, Deuteros se había vuelto fuerte y Aspros lo supo apenas lo estrecho, era un centímetro más alto que él y eso que el gemelo mayor tenía una más que digna estatura. Pero no todo era bueno, Sage pronto dio la noticia, la familia se encontraba en quiebra, Harukei no podía creerlo y no oculto su enojo al saber que el dinero de la ofrenda de Aspros sería usado para pagar solo una parte de las deudas. El peli azul mayor palideció más de la cuenta, no podía pasarle aquello pero no pudo renegar, solo callarse y sacrificarse. El destino de Deuteros era más valioso que el suyo, Aspros no solo ya no contaba con su ofrenda al templo sino que no tenía ni dote, lo segundo le importaba poco al gemelo. Harukei trato de consolarlo diciéndole que con un tiempo debido se podría conseguir otra ofrenda, solo tenía que ser paciente.

 

Sin embargo la paciencia no duro puesto que Sage le surgió una tentativa oferta, una caída del cielo y que no pudo decir no a ella.

 

-Te desposarás –fueron las secas palabras pero seguras del anciano ante el jovencito mudo-, se llama Hasgard y será tu futuro esposo, pórtate bien y no lo eches a perder –dijo con una sonrisa

-Pero… no tiene dote –menciona Harukei como modo de defensa hacia el menor

-No es necesario, el hombre es un… campesino, con ganas de tener a alguien de clase calentándole la cama por las noches –Aspros se horroriza ante aquellas palabras déspotas de su tío-. No pidió dote y a pesar de su clase conoce bien el valor de mi sobrino, y está dispuesto a pagar cada centavo por una… joya como él. –Mirando a Aspros, quien traga saliva por la tan sola idea- Quítate ya ese habito y comienza  aprender a ser complaciente, él hombre vendrá en la tarde para sellar el compromiso

 

Aspros deseo gritar, maldecir y llorar, todo al mismo tiempo pero había aprendido a tragarse su dolor, ocultarlo en la soledad y soltarlo solo para él. Deuteros noto esa tristeza en su gemelo, sin importarle la mirada desaprobatoria de su tío Sage, abraza a Aspros y le besa la frente para sacarlo de la presencia de sus tíos. Esa misma tarde, el peli azul mayor comienza a portar una sortija de compromiso, conociendo su futuro y temiendo con día a ello, al menos ahora por las tardes podía platicar con su hermano, Deuteros era ahora más arrojado, se enfrentaba a  Sage, y aunque no pudo salvarle de ese destino al menos le enseño unas cuantas técnicas, porque el gemelo no olvidaba lo astuto que era su hermano mayor.”

 

 

Sus orbes se abren de golpe, la mano intrusa ha comenzado a acariciar los muslos para irse acomodando lentamente  a un lado de su víctima, sin dejar de besar su piel. De un sonoro “No” Aspros se pone de pie colocándose de espaldas hacia la pared, siendo tomado del brazo con gran fuerza pero el ser extraño no contaba con algo, su víctima tenía un secreto. Forzando al peli azul a su cercanía mientras lo va estrechando con fuerza hasta tirarlo en el mismo lugar donde se encontraba, el de cabellos largos se arrebata con todas sus fuerzas pataleando y gritando hasta ser tomado de sus muñecas para ser sometido. Pero el peli azul sigue luchando con sus gritos hasta logar asestar un golpe bajo a la entrepierna de su agresor, provocando su liberación por instantes. Aspros aprovecha para tomar el objeto guardado y justo cuando su agresor reaccionada para volverlo a someterlo, un corte cerca del ojo izquierdo le es asestado con un pedazo de hueso roto. Furioso, su ojo brilla al sentir la herida y la sangre emanar de esta, el peli azul con las fuerzas que tiene y el poco sentido de orientación sale corriendo del lugar, chocando con las paredes frías del lugar, descubriendo pasillos alumbrados por escasas antorchas, lo que le dan más esperanza, guiándose por el sonido del agua.

Un grito a sus espaldas le hace volver a la realidad, una  a la cual es seguido de cerca y disminuyendo sus esperanzas de poder huir. Tomando una antorcha se guía con esta, su corazón palpita con tal fuerza como si se fuera a salir de su cuerpo. Logra llegar a una posible salida pero duda, no sabe dónde se encuentra, que hallaría del otro lado. Pensando en tirarse contra las aguas, su mano es atrapada con tal fuerza, soltando la antorcha que se apaga con el agua. Una mano fuerte le sujeta el cuello contra la pared, una respiración ajena siente cerca de la suya.

 

-Todo tiene que ser a la fuerza contigo –escucha esa voz de aquel ser- así lo disfrutas hacerlo con tu esposo. Te lo hare entonces de esa…

 

Un quejido se traba en la garganta de la bestia al sentir como le es clavado a un costado del abdomen un objeto punzante, soltando a su presa para poder sacar del objeto de su carne, Aspros sin pensarlo tanto salta hacia esas aguas, perdiéndose de la vista de su agresor mientras que cierra los ojos para perderse él también.

Aventando el pedazo de hueso hacia las mismas aguas, la bestia regresa a su forma, de su mano corre sangre, su sangre al igual que de su rostro. Un momento guarda silencio para después golpear la pared con fuerza y lanzar un fuerte grito. Había perdido más que su presa.

 

 

 

 

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Saga se acurruca hacia la pared, Aioria solo le lanza una mirada desaprobatoria a su pareja, no lo había vuelto a tocar y deseos no le hacían falta pero tampoco le hacía sentir orgulloso la idea de violarlo cada vez que tuviera deseos por el joven. Dejándole un buen pedazo de carne asada, misma que Saga apenas prueba, el castaño se acerca al joven, siendo que este trata de huir pero es tomado del brazo con fuerza para obligarlo a quedarse alado suyo, rodeándolo con su brazo por sobre los hombros. El jovencito apenas y respira, no había intentado poner otro pie fuera de la cueva y no tiene ni la menor idea de cuánto tiempo ha pasado en aquel lugar, solo ha visto al que se ha proclamado como su dueño, ya que ni siquiera ha vuelto a asomarse más allá de la “alcoba”. El hombre acaricia su mejilla pálida, ya libre de toda huella de algún golpe, por lo que el peli azul se sobresalta.

 

-Por favor… –comienza a suplicar mirando al castaño

-No comiences de nuevo, ya fui claro contigo –advierte el castaño a modo de amenaza-. Relájate… y disfruta

 

Saga cierra sus orbes al sentir el aliento caliente en su cuello, siente la lengua tibia del hombre, sus labios recorrerle la piel mientras que su mano toca su rodilla comenzando a subir por ella. Su rostro es capturado por la mano del castaño, siendo obligado a corresponder al beso de este, nunca antes había tenido un contacto semejante lo que le parecía algo impropio pero no por ello dejaba de ser gratificante, no podía calificarlo de otra manera a menos por decirlo; placentero. La unión de sus bocas no le era algo asqueroso, el castaño era cariñoso o trataba de serlo en esos momentos al igual que sus caricias. Su muslo era acariciado con suavidad mientras era descubierto por la tela, su hombro desnudo besado con lentitud después de haber sido recorrido su cuello y nuevamente sus labios vuelven a unirse.

 

Un ruido alerta al castaño, interrumpiendo su momento pero solo fue un segundo que después regresa su atención a Saga, quien ya luce acalorado; sus mejillas y labios en un tono rojizo mientras sus pupilas se notan dilatadas. Recostándose en aquel lecho de pieles, se hunden entre besos en medio de la oscuridad que les brindaba la cueva, solo había dos antorchas, las cuales alumbraban poco, reflejando en las paredes las sombras de la pareja.

 

 

 

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Kardia bebe de un solo trago su bebida mientras observa a su compañero, la expedición había sido un fracaso y de no ser por la interferencia de los sacerdotes del templo de Athena, no hubieran abandonado el bosque al segundo día de la búsqueda y acusados de romper las sagradas reglas e interferir en contra de los dioses. Hasgard golpea con fuerza el tarro sobre la mesa, su expresión es de descontrol e ira, la sangre le hierbe como nunca, lo único bueno en todo esto era la cercanía de su familia pero a que costo. Sus hermanos apenas al primer día  de la noticia, ya habían conseguido un posible consorte que si valiera la pena, según en palabras de estos. Manigoldo no solo se burló por la suerte de su compañero sino que lamento la perdida de Aspros, al darlo por muerto, teniendo la desfachatez de mencionar las largas piernas del peli azul.

 

-Teneo es un buen joven –menciona Kardia con seriedad-, es joven… pero tiene un buen espíritu y se nota que le agradas bastante

-Amo a Aspros –dice el grandote en tono cortante-, sé que nuestro matrimonio no fue voluntario pero –bajando el rostro ante la mirada del otro-no voy a traicionarlo

 

Kardia y Manigoldo solo cruzan sus miradas, no trataban a menudo con Aspros pero tampoco habían tenido malos entendidos con este, las veces que solían visitar a su compañero, el peli azul era amable en su atención. Más no eran ciegos y notaban la frialdad con que se trataban los esposos, algo que no pasó desapercibido por la familia de Hasgard; ellos nunca aprobaron tal matrimonio, anteponiendo en contra no solo la clase social sino el poco amor que mostraba el peli azul. Aldebaran y Cassios simplemente pusieron un límite entre ellos, puesto que veían como su hermano se esforzaba de sobremanera por darle lujos al fino esposo.

 

 

 

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Aioria se levanta con lentitud, deslizando sus brazos del cuerpo del joven, Saga aún duerme y al parecer un sueño profundo, a lo que el castaño solo lo cubre con las pieles, dejando solo una parte de la espalda descubierta. El mayor se levanta para colocarse sus pocas prendas y se encamina por los túneles de la cueva, había visto poco a su hermano por lo que los deberes de conseguir comida ahora eran solo de él, doblando por una esquina, escucha un quejido por lo que lentamente se asoma. Sus orbes verdes ven a su hermano mayor cambiando sus vendas por la herida con anterioridad y es que después del ataque sorpresa no hubo indicios de otro pero había algo extraño.

 

-Aioria –lo llama su hermano, que tiene sus sentidos más agudos que el menor- no te he enseñado lo malo de espiar

-Hermano –responde

 

Aioros se endereza de su lugar y aguarda segundos en silencio hasta que mira de lado a su hermano menor, regalándole una sonrisa a lo que el menor le responde con la misma alegría.

 

-Parece que tuviste una muy buena noche –menciona

 

Aioria solo sonríe más mientras se cruza de brazos y apoya su espalda contra la pared de la cueva. El mayor de los hermanos se pone de pie sin mirar de frente, Aioria solo observa con detenimiento mientras que el mayor le hace una señal con la mano de que volvería luego. El menor sospecha que bajaría quizá con la otra manada, por lo que debe de buscar su propio alimento, mira hacia el fondo de donde había venido, Saga no volvería a intentar huir y eso lo sabe, el peli azul era demasiado propenso por el momento pero su  mirada regresa de nuevo al lugar donde antes se encontraba su hermano. Siente ese aroma y era fresco, algo que debería de ser imposible. Quizá sus sentidos no eran tan agudos como el resto de todos ellos pero había ganado experiencia en reconocer y leer el terreno, así como aquella maldición de transformarse, aunque en él solo se aplicaba en determinado tiempo.

 

 

 

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Un grupo de hombres van cabalgando a toda marcha, uno de ellos es quien los dirige, los cabellos azules revolotean con el viento en galope. El resto de los hombres tratan de seguirle el paso pero su capitán a mando lleva tanta prisa que apenas su caballo puede con su jinete.

Aquel hombre de rostro moreno, luce gallardo y temible y no solo por la expresión seria de su rostro, y ese brillo de su colmillo que reluce a un lado de su lado inferior. Ese hombre era como un demonio en persona en el campo de batalla, que sus compañeros que iban detrás de él jurarían que volvió de las mismas llamas del infierno con un solo objetivo; desenmascarar.

 

 

 

 

 

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