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De demonio a ángel. por DarkSweetLady

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Notas del capitulo:

Hola!! les traigo el segundo cap!! aprovechando que ya lo tenía escrito xD 

muchas gracias por haberle dado oportunidad al fic! y por sus lindos rw!! espero les siga gustando! 

Lamento las posibles faltas de ortografía >.< 

Kazunari soltó un cansado suspiro. Hacía dos semanas de su encuentro con Kagami, una semana y media que había cancelado el trabajo formalmente y al parecer Kuroko no se había quedado atrás contratando otro asesino.

Kazunari había pasado la semana entera frustrando los intentos de aquel nuevo asesino que justamente era de la mafia del sur. Tooru le había dicho que interferir en un trabajo de la banda contraria podría costarle la vida. Era una regla, si alguien se interponía tenía libertad de matarlo, pero Kazunari estaba dispuesto a proteger a Kagami.

Era estúpido. Definitivamente lo era. Pero ahí estaba, protegiéndolo ¿Dónde había quedado aquel demonio que se dedicaba a matar? Se había convertido en el ángel guardián de Kagami Taiga. Ôshima le decía que aquello era ridículo, que un demonio no podía volverse bueno, se burlaba de él y le decía “No confundas bondad con amor, tú te has enamorado y el amor puede ser el peor de los demonios” Kazunari estaba de acuerdo, pero solo por reñir le llevaba la contraria, por reñir y para auto convencerse de que no era amor, algo que sabía si era.

Las semanas fueron pasando, uno tras otro frustro cada uno de los ataques hacía el pelirrojo, era una tarea difícil pero lo había conseguido. Mes y medio después se encontró con el líder de la mafia del sur.

-Así que tú has estado frustrando los ataques de mis hombres – le había dicho.

Él era un hombre de prácticamente su misma altura, cabello rojo y ojos bicolor, uno rojo otro dorado. Kazunari sintió escalofríos, ni siquiera tenía que presentarse, sabía su nombre: Akashi Seijuuro.

-Y tú eres Akashi Seijuuro, el mejor asesino del sur de Japón.

-¿Del sur? De Japón – le corrigió el de ojos bicolores – y vengo a poner fin a quien tanto proteges, no me importa si debo de matarte.

La piel de Kazunari se erizo y un escalofrío recorrió su espina dorsal. Lo sabía perfectamente bien, que Akashi no se molestaría en eliminarlo de ser necesario.

-Por favor, no lo mates – le suplico ¿Qué más le quedaba? No era tonto sabía bien que posibilidades no tenía – Él es bueno, no merece morir de semejante manera…

-¿Bueno? Yo no conozco personas así, y por su cabeza me ofrecen una gran cantidad de dinero…

-Te ofreceré el doble… lo que tú pidas… pero no lo mates por favor…

Kazunari estaba pálido, todo a su alrededor parecía moverse y a él le vinieron una enormes ganas de vomitar todo lo que traía en su estómago.

-Quiero tus servicios, deja a Ôshima Tooru y únete a nosotros.

Kazunari negó con la cabeza, no podía traicionar a su más grande amigo. El movimiento de cabeza empeoro sus nauseas. Seijuuro no espero otra respuesta. Sacó una navaja y camino con lentitud hacía el pelinegro. Pero Kazunari no podía hacer más que intentar retroceder, el mareo era muy fuerte, sus piernas flaqueaban y vomitaría en cualquier instante. Era el peor momento para ponerse enfermo. Había estado sintiéndose mal, pero hasta el momento eso solo le pasaba en las mañanas, ahora era muy inoportuno.

Takao casi pudo jurar que vio su vida pasar frente a sus ojos, pero algo detuvo a Akashi, más bien alguien. El pelirrojo se encontraba ahora tirado y encima estaba nada más y nada menos que Himuro Tatsuya, un colega de Kazunari. Alto, peli negro de ojos verdes grisáceos, cabello cubriéndole la mitad del rostro y un lunar bajo el ojo visible. Kazunari al reconocerlo le sonrió, aquello duro segundos pues su sonrisa se vio interrumpida por el vómito.

Seijuuro se levantó dispuesto a luchar y Himuro únicamente le mostro una tarjeta. El pelirrojo la agarró con enfado entendiendo bien el mensaje. Ôshima estaba pidiendo una alianza y aquel peli negro era su mensajero. Suponía que dejar vivos tanto al sujeto Kagami Taiga y a Takao estaría incluido en la alianza.

El pelirrojo miro de soslayo a Kazunari quien seguía vomitando. Luego miro directamente a Tatsuya.

-Acompáñanos para hablar sobre la alianza – le dijo Himuro.

-Te sigo  - Seijuuro miro como Tatsuya asentía y luego iba a recoger a Takao quien había terminado de vomitar.

Himuro subió a un auto, con él iba Kazunari. En otro auto iba Seijuuro siguiéndolos por la autopista. Dentro del automóvil Kazunari se abrazó a sí mismo.

-¿Cómo supiste donde estaba? – le pregunto por fin a Himuro.

-Tooru me envió, dijo algo de que su séptimo sentido maternal le decía que necesitabas ayuda – le explico Tatsuya - ¿Qué rayos te paso ahí? No eres débil Kazunari te conozco, es una enfermedad ¿no?

-No lo sé Tatsu-chan, pero por hoy te debo una, me salvaste – Takao le sonrió – Ese tipo no parece tener piedad.

-Y no la tiene cuando le conviene – le secundo Tatsuya – será buena una alianza con él, aunque sea para protegerte, pero no entiendo ¿Por qué te atacaba?

-Porque estoy protegiendo a una de sus víctimas.

-¿Y por qué haces algo tan estúpido?

-Porque él no merece morir, es un buen hombre, con grandes propósitos y con el poder para cumplirlos.

-Así que Tooru tenía razón, estás enamorado hasta la medula.

-¡Cállate!

Tatsuya rió y Kazunari no tuvo oportunidad de ocultar el sonrojo que había invadido sus mejillas. Al parecer era una persona muy fácil de predecir o mejor dicho de leer.

Llegaron a un restaurante, ahí Himuro dio el nombre de la reservación y los pasaron a un espacio privado. Ya los esperaba Ôshima con una mesa servida, con una mano les indico que tomaran asiento. Seijuuro tomo asiento frente al de ojos cafés, Kazunari y Tatsuya lo hicieron a los lados.

-Sírvanse cuanto quieran, la cena la invito yo – les dijo Ôshima con una sonrisa  tomando un poco de lo que había en la mesa – Hay mucho trabajo últimamente ¿No Seijuuro?

-¿Qué clase de alianza quieres Tooru? Me has interrumpido, he venido aquí por cortesía, para mantener los acuerdos en paz, no para comer, menos cuando uno de tus hombres ha estado molestando a los míos.

-Ah sí, justo de eso, mi instinto maternal me dijo que uno de mis niños estaba en peligro, el asunto es Seijuuro, que quiero hacer una alianza para la protección de Kagami Taiga – se explicó Tooru y luego con una sonrisa añadió – Sabes tú muy bien a qué tipo de alianza me refiero.

-¿Y qué causa de fuerza mayor te obliga a proteger a este Kagami Taiga?

-Las mismas causas que te llevaron a proteger a Murasakibara Atsushi.

Seijuuro se quedó en silencio por unos instantes, tomo de la copa de vino que le habían servido. Hacía tres años habían formado una alianza de protección para que nadie dañara a Murasakibara Atsushi, su actual pareja, esposo y el padre de sus hijos. El asunto había sido ese, Akashi estaba en cinta, incapaz de pelear y alguien había mandado a matar a Atsushi, por supuesto este no sabía nada de aquella mafia donde estaba metido Seijuuro; Ôshima iba a matar a Murasakibara, Akashi no podía pelear en su estado. Se reunió con Tooru y llegaron a una alianza, el castaño había sido muy comprensivo y estaba seguro que esperaba que aquella comprensión se le fuese devuelta.

El pelirrojo miro a Kazunari, así que por eso había estado tan débil y había vomitado, era algo normal y él que ya había pasado por aquello lo comprendía muy bien. Sonrió.

-Está bien entonces, nos retiraremos del caso – Seijuuro termino su copa de vino y se levantó – Vigilen a Kuroko Tetsuya, no creo que vaya a detenerse solo porque le hemos negado nuestros servicios.

 -Gracias Seijuuro – Ôshima hizo una reverencia en agradecimiento, Kazunari y Tatsuya lo imitaron –Luego hay que quedar, hace mucho que no veo a tu familia.

-En otra ocasión será – Seijuuro le sonrió – ellos estarán feliz de verte.

El pelirrojo se retiró y ambos peli negros voltearon enseguida a ver a Tooru quien comía sin preocupaciones.

-¿Lo dejaras irse así? ¿No firmaran nada? – preguntó incrédulo Tatsuya sin acabar de comprender.

-No hace falta, somos hombres de palabra.

-¿Y si decide traicionarte? – pregunto asustado Kazunari.

-Miren a Seijuuro le quedan mucha clase de malos adjetivos, pero traicionero no es uno de ellos, es un hombre de palabra y por decirlo de alguna manera, él me debe un favor, así que estén tranquilos.

Kazunari soltó un suspiro aliviado y tomo una de las copas para servirse vino, pero esta se le fue arrebatada de la mano al instante. El peli negro solo vio sorprendido a su amigo, quien por primera vez le negaba una copa.

-En tu estado no debes tomar, le hará daño al bebé.

Fueron palabras suficientes para que el pobre Takao perdiera la conciencia.

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Seijuuro dejo su abrigo en el perchero al entrar a su casa, las luces estaban prendidas y llegaba el sonido del televisor desde la sala. El pelirrojo sonrió, antes de ir directo donde su familia, paso primero al baño, ahí se quitó la lentilla que le hacía lucir una falsa heterocromía. En su tiempo aquella característica había sido natural en él, pero el embarazo y el amor de su esposo le había devuelto sus ojos carmesí y su verdadero yo. Ahora solo usaba la lentilla para aparentar y para dar el toque tétrico, únicamente cuando trabajaba como asesino. Actualmente había dejado aquello y se limitaba a recibir las peticiones para distribuirlas a sus distintos matones.

Una vez que se aseguró de guardar la caja de lentilla donde sus curiosos hijos no pudiesen verla y jugar con ella, se dirigió a la sala. Ahí se encontró con la adorable escena de su esposo intentando peinar el cabello de su hija mayor de tres años, una linda pelirroja de ojos lilas. Aun lado jugando con un pequeño peluche estaba sentadito entre cojines su pequeño hijo de un año de edad, quien había heredado el cabello morado de su padre y los ojos carmín de su madre.

-Aka-chin al fin llegas – Murasakibara le sonrió, su enorme cuerpo de más de dos metros lucía aún más gigante al estar con las criaturitas que eran sus hijos – ¿Cómo te fue en el trabajo?

-Bien, todo en orden – Seijuuro, aprovechando que Atsushi estaba sentado en el suelo se agacho para darle un beso, pocas oportunidades de hacer eso tenía – Luego te cuento.

-¡Mami! ¿Cómo quedo mi peinado? ¿Yuki quedo linda? – le pregunto su pequeña con una sonrisa presumiendo sus para nada simétricas coletas.

-Te ves preciosa – le aseguro Seijuuro tomándola entre sus brazos cuando la niña pidió ser cargada – ¿Por qué no le pides a papá que te haga otro peinado?

-¡Sí!

La niña quedo contenta y volvió a sentarse frente a su padre esperando que le hiciera otro peinado digno de princesa. Murasakibara hico un gesto de preocupación pues no era lo suyo peinar a la pequeña. Seijuuro rió y luego fue a saludar a su pequeño que ya estaba viéndolo con carita de echarse a llorar en cualquier momento si no obtenía un poco de atención de su madre.

Seijuuro lo cargo, beso su frente y se sentó junto a su esposo con el pequeño en sus brazos.

-¿Te portaste bien con papá Seiji? – le pregunto con dulzura

-No – el pequeño rió divertido negando con la cabeza – Papá no pudo atlapal a Seiji.

-Ahh no debes hacer que tu papi se enoje ¿vale?  Debes portarte bien para la próxima – le regaño con cariño.

-Seiji no quería que lo bañaran y se fue a esconder – le acusó su hermana mayor

-Arara~~ pero si tú también estabas escondida Yuki-chin – acusó esta vez Atsushi.

Como única respuesta obtuvo a su pequeña indicándole con un dedo que no dijera nada. Seijuuro sonrió al verlos, eran su amada familia. El que sabía bien que era traer una vida al mundo y que era amar tanto a un hombre como para atar su vida a la de él, comprendía también lo que significaba querer proteger con uñas y dientes a sus seres amados, por ello había cedido tan fácil a la alianza.

Una hora después sus pequeños ya estaban profundamente dormidos, Seijuuro y Atsushi los llevaron a sus respectivas camas y luego les dieron las buenas noches, besando sus frentes y abrigándolos con las cobijas. Después tomados de la mano fueron a su habitación donde dormirían abrazados toda la noche.

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Takao respiro profundo, las náuseas habían aumentado de alguna manera. ¿Desde cuándo el perfume de la profesora de gimnasia era tan insoportable? Ya tenía dos meses de embarazo, y aún no podía procesarlo de la manera adecuada. Estaba esperando a un bebé, una vida, un pequeñito ¿Qué debía sentir? Náuseas y vómito matutino. No le había dado tiempo a procesar nada más aunque posiblemente muy dentro de él estaba feliz.

Ôshima y Tatsuya habían estado cuidando de él. El castaño le había aconsejado hablar cuanto antes con Kagami Taiga sobre su estado. Por supuesto Kazunari había estado huyendo de aquella plática con el padre de su hijo. No podía simplemente llegar con el pelirrojo y decirle “Hola ¿recuerdas que tuvimos sexo hace un par de meses? Bueno pues estoy embarazado y es tuyo” ¡No! Para empezar Kagami era casado ¡Casado! Y ellos no habían compartido más que una noche de sexo después de unas copas. A esas alturas ya no lo negaría, había quedado encantado de aquel ángel pelirrojo, se había enamorado, sí; pero aquello ¿Hacia una diferencia? Taiga amaba a su esposo y de haber sentido algo similar a lo que él sintió al menos lo habría buscado y eso no había sucedido.

Entro a su salón de clases y comenzó a impartir el tema del día. Después de explicar por séptima vez porque las plantas producían oxigeno por fin se pudo descansar un momento mientras los niños realizaban un ejercicio en su libro de texto. Un mensaje le llego al celular, al abrirlo era un mensaje-cadena de esos que traen historias conmovedoras para luego pedirte que lo reenviaras a tus primeros diez contactos.

Esa clase de mensajes le daban pereza, pero esta vez sin nada mejor que hacer se puso a leerlo. Fue terriblemente conmovedor y ahora tenía ganas de llorar, había estado sensible por el embarazo, lo sabía. Aun así ahora tenía que lidiar con las lágrimas que luchaban por salir de sus azulados ojos, aquellas que no estaba dispuesto a dejar salir.

No se iba a echar a llorar por culpa de un mensaje-cadena enfrente de sus alumnos. La campana que anunciaba el receso sonó y todos los niños salieron felices a comer su almuerzo. Takao se dirigió a la sala de maestros para tomar su propio almuerzo y poder comer en el patio donde los olores no se concentraban tanto.

En su escritorio se encontraba Ôshima.

-¿Qué haces aquí? – le pregunto a forma de saludo.

-Solo pensé que mi polluelo podría tener ganas de chocolates – el castaño le sacó una pequeña caja de chocolates, Kazunari la recibió con una sonrisa – Terminando las clases iremos a donde Kagami y hablaras con él.

La sonrisa de Takao se borró. Se dio la vuelta y se marchó. Tooru lo alcanzó en el patio.

-Kazunari yo sé que esto es difícil para ti, que no quieres hacerlo y que diciéndole lo pondrías en una situación complicada, pero piensa en que no solo tiene derecho a saber de la existencia de su hijo sino también la obligación de ayudarte.

-Me las arreglare solo.

-¿Y el derecho de tu hijo de conocer a su padre? Mira hazlo por él, al menos dile, ya si te apoya o no quedará en él tu cumpliste con decirle, y en caso de que te mande muy lejos, nosotros lo resolveremos, nos haremos cargo de él, conseguiré un trabajo si quieres pero primero tienes que decirle. Hazlo por él.

Al terminar de decir esto Tooru acarició el aun vientre plano de Kazunari y el peli negro solo se echó a llorar. Ôshima lo consoló durante 9 minutos con 45 segundos exactamente.

-Tengo que volver a clase – Kazunari se limpió las lágrimas.

-Está bien, te espero a la salida, y ya no llores que asustaras a tus alumnos.

-Gracias Tooru-chan. 

Notas finales:

eso es todo por ahora! espeor les haya gustado!! 

Nos leemos!! 


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