Segundo hijo de una de las más prestigiosas familias sangre pura de toda Inglaterra era inevitable pensar en lo odioso y petulante que podía ser Regulus Black. Era atractivo, es cierto. Pero en vez de esos ojos grises tirando a plateado que poseía su hermano él tenía unos ojos negros, tan profundos que había que tener cuidado de no perderse en ellos. Y aun asi no se le comparaba.
El peso que había caído en sus hombros era abrumador, jamás imaginó que al ser desconocido su hermano él tendría que soportar una carga tan grande. Ser el ahora heredero de los Black no era tarea sencilla. Tenía clases particulares aún cuando asistía al colegio.
Debía aprender idiomas que aunque muertos ahora, eran útiles en la magia “prohibida”, también se tenía que especializar en duelos mágicos. No podía darse el lujo de perder en una batalla venidera. Y aún así, a pesar de que ponía todo su empeño en ello jamás dejaban de compararlo con el traidor de su hermano, siempre era lo mismo.
“Sirius es más hábil en el combate” “a Sirius le tomó menos tiempo aprender este contrahechizo” “Tu hermano tiene mejor tiempo de reacción” “él es más alto y atractivo que Regulus”
TODO era Sirius, Sirius y por mil demonios aún seguía siendo Sirius. No entendía como era que sus padres amaban tanto compararlo con su hermano. Quizá por eso estaban furiosos cuando él decidió ir encontra de todo lo que representa su familia. Sirius era el favorito.
Por ello el sentir el peso en sus hombros era abrumador. Jamás sería reconocido como su hermano, aún ahora. El mismísimo señor tenebroso había invitado a su séquito a Lucius Malfoy y este había intervenido para que él también entrará.
¿Tan patético era que no lo habían considerado antes? ¿¡Aun siendo un Black!? La ira que sentía solo era apaciguada por la presencia de aquel que consideraba su mejor amigo. No podía creer que Severus estuviera con él, pero allí se encontraba apoyándolo.
Era bueno saber que tendría su atención para variar. Desde que había comenzado a salir con su hermano sintió que lo perdía cada tanto. Aunque debía de admitir que con la creciente atención de James a veces solía olvidarse de su amigo.
-¿Por qué sonríes así?-La mirada fría y calculadora de Severus estaba sobre de él analizando cada movimiento. Black tenía una estúpida sonrisa, casi tan encantadora como la de su hermano mayor-pareces idiota con esa sonrisa.
Esa boba sonrisa se transformó en una cara avergonzada, Regulus no había pensado que esa era la imagen que tenía cada que pensaba en James. Si bien su relación era totalmente casual no podía dejar de pensar en esas manos escurridizas que se paseaban por todo su cuerpo sin impedimento alguno.
-Me empiezas a asustar.reafirmó Severus dando una mirada inquisidora a su amigo.
-¿Estas enamorado?-su pregunta fue tan natural que si Snape no estuviera preparándose para ese momento tal vez se habría ahogado con su propia saliva. Respiro hondo y se preparó para cualquier cosa que pudiera venir. Nadie le había dicho que enfrentaría esa conversación con su amigo tan pronto. Menos que lo haría en el territorio de los Malfoy poco después de haber aceptado ingresar con los morifagos.
El silencio que se hacía presente no era incomodo, era una clara afirmación. Pero antes de que pudiera aclararlo la puerta se abrió de golpe. El rostro irritado de Malfoy solo traía un mal presagio al grupo. Sin dejarlos decir ni una palabra agarró del saco a Regulus para sacarlo precipitadamente de la habitación. A paso veloz lo hizo cruzar varios pasillos hasta llegar a la sala principal de la Mansión Malfoy donde lo primero que pudo notar fue la mirada inquisidora de Abraxas Malfoy, aun lado estaba su tío Cygnus.
Con algo de temor en sus actos Regulus se paró con todo el orgullo que llevaba en el apellido. Miro con total seguridad a su tío antes de adentrarse a la habitación, justo en el centro estaba parado Lord Voldemort. Nada igual a la imagen que todos rumoraba. Se trataba de un hombre alto, de ojos azules, pálido, a pesar de su edad era sin duda atractivo y aun así se trataba del ser más temido a cientos de kilómetros a la redonda. Quizá el más temido del mundo mágico en ese momento.
-¿Me mandó a llamar, mi señor?-trato, en serio intentó ocultar el creciente miedo en su pecho al momento de hablarle. Fue casi imposible, deseaba que nadie lo hiciera y de hacerlo lo ignoraran debido a su edad.
Sin siquiera mirarlo se levantó de su asiento y miro a todo su séquito.
-¡Todos los traidores a la sangre serán ejecutados! ¡Todos aquellos que apoyen a los sangre sucia y a los muggles serán castigados! ¡Todos los que están en contra de nosotros serán torturados hasta la muerte!
Su piel estaba erizada, agradecia que nadie le prestara atención en ese momento pues estaba temblando como si no hubiera un mañana. Respiro hondo tratando de calmarse, no podia creer que estuviera asi de cerca del Lord y que este pareciera ignorarlo, debía de estar preparado para cualquier cosa que le pidiera o de lo contrario humillaria su nombre y el de su familia. Sintió la fuerte presión de una mirada penetrante en su espalda. Se volteo como acto reflejo, seguido de esto un gran arrepentimiento surgió en su mente. Aquella sonrisa retorcida que le estaban dedicando solo le hacia pensar lo peor.
-Por eso, se tiene que eliminar al heredero de la familia Black. Se tiene que castigar al traidor que prefirió a los muggles por sobre la sangre. ¡Regulus Black acabará con la vida de su traidor hermano!
Nada
No se escuchaba nada
La gente vitoreaba feliz, había algunas caras llenas de sorpresa. Pero el mensaje que se quería enviar era claro. Nadie estaba a salvo.
Severus se quería morir
Regulus no entendía que estaba pasando
Lucius maldecía su gran bocota.