Capítulo 12. Salida
No podía creer que apenas llevarán medio año de salir de Hogwarts, todo parecía tan irreal que aún a veces al despertar pensaba que vería a sus amigos acostados aún lado en las camas, que vería a Sirius cada vez más molesto por la presencia de luz, ver a Remus oculto mientras gruñe si lo intentan despertar y claro al regordete de Peter haciéndose el dormido mientras espiaba las revistas porno de otro.
Pero al menos la vista que tenía ese día era mejor, su bella pelirroja ahora vivía con él, parecía que todo era perfecto. Busco sus lentes para poder enfocar, lo cual lo llevó a recordar lo que había pasado la noche anterior. No estaba en su casa. La noche anterior había ido a un bar con sus amigos, se peleó con Sirius aun por culpa de Snape y después Remus lo apoyó fue así como había decidido ir al departamento donde Regulus se estaba quedando.
—¿Puedes hacer menos ruido en la mañana?— preguntó Reg mientras se acomodaba entre los brazos de James buscando un poco más de calor en esa mañana fría, anoche todo había sido espontáneo y hermoso. A veces se sentía un poco mal por la relación que tenían, ciertamente no le gustaba ser “el otro” pero lo prefería a no verlo nunca.
Estos ratos que pasaban juntos eran los mejores, porque sabía que allí estaba él, siempre diciendo que amaba a Lily, pero eso jamás evitó que fuera a su lado, que lo abrazara como si no hubiera un mañana, ni que le besara y acariciara con tal ternura que sabía era imposible describir con las palabras.
Se quedó impasible, moviendo con cuidado sus dedos por el fornido pecho del Gryffindor. Quería seguir entre sus brazos toda la mañana si era posible, le gustaba mucho sentir su corazón latiendo y escucharlo respirar. Pronto sintió las manos traviesas de su pareja juguetear en su espalda, dirigiéndose peligrosamente hacia abajo. Cosa que comenzaba a disfrutar.
Poco a poco suaves besos comenzaron a volverse cada vez más apasionados, incluso violentos, salvajes. Potter devoraba con ferviente pasión no solo los jóvenes labios de Regulus, también estaba concentrado en su cuello, le gustaba dejarle marcas para que quien lo viera supiera que había alguien con el. Alguien a quien se le entregaba sin condiciones, solo ellos dos.
—James, espera…— sus labios fueron silenciados con un beso, un beso apasionado. Regulus no quería dejarse llevar, sabía que no tenía que hacerlo porque, ¡Porque Severus llegaría en poco tiempo! Lo había invitado a las 12 y eran 11:54 el pánico comenzó a apoderarse de él-Potter cálmate, Snape estará aquí dentro de unos minutos.
—No sabía que eras tan travieso primor, pero si quieres hacer un trío yo elegiría a alguien más—
—Eres un completo idiota, pero si no te mueves el ex mejor amigo de la insulsa de tu novia te verá aquí, así, conmigo—le dolía, siempre le dolía ser el segundo plato de cualquiera. Era el segundo heredero de la casa Black, ahora también el segundo en el corazón del Gryffindor sin mencionar que había bajado de estar entre los más destacados por el Lord a ser una completa vergüenza por no haber podido matar a su hermano.
James se levantó de inmediato y comenzó a ponerse la ropa, lo último que quería es que ese haragán que había humillado a su mejor amigo lo viera en esas condiciones y luego corriera a contarle todo a Lily, quien seguramente lo odiaría por siempre si se enteraba de lo que sucedía.
—Nos vemos luego primor— se despidió de él, no es como si le disgustara estar con el hermano de su mejor amigo pero agradecía profundamente el tener alguien más que se encargará de satisfacerlo. Era como tener un árbol de naranja en casa pero conforme este iba acabándose era necesario dejarlo reposar, que tuviera la próxima cosecha y mientras podía ir a cortar manzanas. Solo lo utilizaba mientras sirviera.
Poco tiempo después de la partida del Gryffindor llegó Severus y le invitó a pasar, desde que el Lord le había ordenado que matara a su propio hermano había decidido hacer todo lo posible para que pareciera que así estaba sucediendo. Se había puesto en contacto con él y la única forma en que se comunicaban para fingir los intentos era por medio de Snape, su futuro cuñado.
Todos en Hogwarts había creído que después del gran espectáculo de Sirius en el comedor y del claro rechazo de pocionista marcó el fin de la historia pero no fue así, todo fue parte de un muy detallado plan realizado por Snape para deslindarse del animago y que pudiera actuar a su favor sin que nadie sospechara de ello.
Los mortifagos no tenían más razones para sospechar que tenía una relación amorosa, mucho menos para darse cuenta de que la única razón por la que el primogénito de los Black seguía con vida es que recibía ayuda desde dentro. Solo querían asegurarse de que todo saldría bien.
—¿Cuál será nuestro siguiente movimiento? Yo creo que el Lord está cansado de esperar resultados— comenzaba a dudar sobre lo que estaban haciendo, debía al menos intoxicarlo un mes para que creyeran que lo envenenaba poco a poco.
—Tranquilo, a partir de hoy vamos a ponerle un par de gotas de esta poción a su bebida, causa pérdida de sangre al estornudar, pero tú hermano estará bien— le trato de asegurar Snape. Debía admitir que no le gustaba ese plan pero después de haberlo discutido con Sirius no tenía de otra.
Ese león era tan terco que había decidido pasar una temporada en el hospital con tal de que su hermano no estuviera en la mira del señor oscuro, lo último que deseaba es que lo lastimaran por protegerlo.
Poco después terminaron su pequeña reunión. Snape se levantó y se despidió de su amigo mirándolo con sumo cariño. Sabía que se acercaba la fecha en que este iba a decidir traicionar al Lord y robarse el guardapelo. Cuando eso pasara debía de estar allí, debía de estar a su lado y cuidarlo. Evitar su trágica muerte.
No le quedó de otra que fingir que todo marchaba más que bien, se había trasladado a su actual domicilio. Su horrible casa en la Hilandera.
Al salir de Hogwarts había tenido la opción de irse a vivir con Sirius a esa pequeña casa a las afuera de Londres que conocía perfectamente bien. Pero sabía que eso era demasiado peligroso. No se iba a arriesgar a que surgieran de nuevo los rumores de que se estaba acostando con el mayor de los Black. No ahora que estaban en los planes para matarlo.
El quedarse en aquel lugar había sido la mejor jugada. Con su padre muerto y su madre quien había perecido sin poder si quiera evitarlo, la casa se encontraba completamente sola. Había hecho un hechizo de expansión. Fuera era de la misma casa que solo le traía malos recuerdos. Dentro era un lugar sencillo pero acogedor y solo tres personas tenían acceso a aquel lugar. Los hermanos Black y claro, el dueño.
Había un pasadizo directo para trasladarse del número 12 de (?????) a la casa de Sirius y luego a la Hilandera. Era lo mejor para que estuvieran en contacto sin ser vistos fuera.
Snape respiro pesadamente, había mucho por hacer y poco tiempo. Le sorprendía lo mal que se podían poner las cosas aún tomando decisiones para evitar lo peor. Jamás pensó que sumados a sus problemas tuviera que evitar que mataran a su pulgoso antes de tiempo.
—¿Cómo te fue con Reg?— preguntó Sirius quien estaba atento a la mirada preocupada de su novio.
—No está de acuerdo con que te tomes esa cosa, a decir verdad yo tampoco— contestó con su típico tono de mal humor, era obvio que no le iba a emocionar pero cuando a Sirius se le metía una cosa en la cabeza era casi imposible quitársela de encima.
—¿Aún te preocupas por ese pobre idiota? Si tanto temes perderme deberías de atarme por siempre a tu lado— contestó con una media sonrisa, sabía que era peligroso pero no había otra opción si quería que no lastimaran a su hermano en el proceso.
—¿Qué tal las lecciones para ser auror?— preguntó cómo si no supiera que era el mejor de la clase. Si bien también se encontraban Potter, Lupin y Evans, le complacía saber que se esforzaba el doble por ellos.
—¿Necesitas preguntar? Me dijiste “nada de sexo hasta que seas el mejor”, pues por ti SIEMPRE sere el mejor— no podía evitarlo, le alegraba más que nada en el mundo el poder estar a su lado. Recibió un beso de recompensa, no podía evitar sonreír con idiota.
Podía recordar perfectamente ese punto en que todo cambio, esa noche en la torre de Astronomía. Se había sentido miserable durante las tres horas que se la paso esperando la llegada del Slytherin hasta que por fin lo vio aparecer por la entrada principal.
Lo vió, tan inalcanzable, pero con la misma mirada de anhelo que tenía el mismo. Al parecer Snape no esperaba que aún le estuviera esperando. Recordaba su cálido aliento siento reflejado en el aire cada que hablaba, sacando un poco de humo de su boca.
Le sonrió, aún recordaba esos ojos azabache evadiendolo, como si al verlo al rostro sus ideas comenzarán a perturbarse. Recordaba su tacto, ese salto de la sorpresa cuando quiso tomarlo de la mano y aun así permaneció a su lado. El miedo que sintió esa noche, el beso que compartieron, todas esas dulces palabras que habían brotado de su boca. Ahora estaban juntos, estarían juntos sin importar las circunstancias porque se estaban preparando para lo peor ahora que estaban tan inmiscuidos en esa guerra.
—¿Qué piensas?— preguntó Snape quien lo había visto perderse en sus pensamientos más de lo usual, preocupado sobre todo por la sonrisa de idiota que tenía en el rostro, temiendo en su salud la mañana siguiente.
—¿Te casarías conmigo?— preguntó de pronto, ganando una mirada por demás confundida por parte del ex Slytherin —No ahorita, me refiero a cuando acabe la guerra, cuando podamos vivir en paz y no se...—
—¿No sabes?— un ligero tonó de esperanza había acompañado esas palabras. Sirius no sabía lo mucho que significaba para él. Ya había tenido que vivir una vida entera de dolor, de sufrimiento, perdiendo todo lo que amaba, perdiendo al bebé que pudieron haber tenido y ahora estaba otra vez en ese camino pero todo era muy distinto. Estaba más que convencido de que Sirius lo amaba de forma sincera, ambos estaban conscientes y tenían muy presente la guerra que se avecinaba y si bien no todo era perfecto como el hecho de que quisieran intentar matar a su novio, sabía que eran obstáculos que debían de superar.
—Formar una familia— sonrió al darse cuenta de cómo se iluminaban esos ojos tan profundos, tan oscuros que tenía su amado, se veía totalmente radiante, como si se tratara de la más extraña gema —Sería perfecto ¿no? ya sabes… Tú, yo, no existe otra manera en que pueda imaginar mi futuro y me gustaría saber si alguna vez podrías considerarlo... — eso último había sonado más una súplica que otra cosa.
—Te amo— repitió como muchas veces antes lo había hecho. Sirius no necesito mayor respuesta para encaminarse a su lado y comenzar a besarlo con deseo y pasión. Había días que se maldecía por haber sido tan estúpido cuando joven, pero agradecia infinitamente esa estúpida broma que los había acercado, que le permitió conocer y enamorarse de la testaruda serpiente porque ahora que lo conocía estaba completamente seguro de que era lo mejor que lo podía haber pasado en la vida.
Lo tomó entre sus brazos para intensificar el beso mientras lo cargaba. No se necesitaba de mucha imaginación para saber que se dirigían al cuarto de este. Esa noche se habían entregado como muchas otras antes.
Ahora lo único que le quedaba a la joven pareja era afrontar todos los problemas que se les avecinaba y esperar salir con vida de la cruel guerra que tocaba a sus puertas.