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Espíritu intocable por Veel Caed

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Notas del capitulo:

Una disculpa por el retraso, mi musa se ha perdido y no logro encontrarla. Prometo subir más seguido.

Un agradecimiento a Grace Potter y Chrissie Canizales por betear el capítulo.

Un agradeimiento a los que leen y dejan un comentario.

Tomé la foto que madre había sacado mientras me probaba las túnicas en <<Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones>> y la snitch que padre me había dado en celebración por mi próximo ingreso al colegio.

Flashback

Nos encontrábamos en la tienda de túnicas Madame Malkin, después de haber ido a comprar en caldero.

 —Madre, por favor deja esa cosa —dije girando mi rostro hacia los espejos frente a mí primero, porque mi mamá no dejaba de tomarme fotos y el flash de la cámara me deslumbraba. Segundo, porque un Malfoy no debía hacer tales demostraciones en público y aunque no había nadie más en la tienda, no le daría el lujo a nadie de vernos en un momento íntimo de la familia.

Papá y mamá eran muy afectuosos siempre y cuando no hubiera nadie fuera del círculo familiar. Por Salazar, que tenían una imagen que cuidar aunque no fuera muy buena.

—Draco —dijo mi mamá con reproche a la vez que posaba sus manos a cada lado de su cintura, la cual estaba cubierto por un vestido verde oscuro y le pegaba al suelo con uno de sus zapatos de poco tacón, color azul opaco— déjame disfrutar tus últimos momentos de niñez. Pronto ya serás todo un adolescente.

 —Cyssa, deja a nuestro hijo tranquilo —habló mi papá mientras posaba sus manos en los hombros de mi madre.

 —Está bien —suspiró dejando ir el aire suavemente. Llamó a un elfo doméstico que había llevado con ellos, y le entregó la cámara fotográfica— pero el día que partas en el expreso de Hogwarts tendrás que compensarme.

—Pero Narcissa, los Malfoy no… —decía mi padre.

 —Antes de ser una Malfoy soy una Black, no lo olvides Lucius —lo interrumpió mi mamá.

—Gracias madre —sonreí y regresé la mirada a los espejos, contemplé mi imagen y pensé en cómo se vería Harry en un uniforme del colegio.

—Iré a ver los libros que necesitas para la escuela, Draco –dijo mi padre antes de besar a mi mamá en la mejilla y salir de la tienda.

—Madre, ya podemos irnos a otra tienda. ¿Tal vez por un helado? —entre pregunté y supliqué, ya estaba más que aburrido de probarme una túnica tras túnica.

 —Dragón, por favor, aún falta que te pruebes unos abrigos y mira éstas túnicas cortas, te vas a ver espléndido con ellas, así que deja de renegar y pruébatelas.

Suspiré. Aunque estaba feliz, éste sería un largo... largo día.

Fin del flashback

También había agarrado la carta de aceptación del colegio Hogwarts, aún no podía creerlo. Saqué el pergamino, lo desdoblé y comencé a leer las letras en tinta verde esmeralda:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Querido señor Malfoy:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,

Minerva McGonagall

Subdirectora

 Etc.

La doblé y volví a guardar en su sobre.

Iría a ver a Harry y le mostraría todo esto y más.

∞φ∞

 —¿Y ésto? —preguntó Harry observando la foto que sostenía en su mano.

—Ingresaré pronto a Hogwarts, ésa es la túnica que utilizaré allí —le expliqué alentándolo a que viera la vestimenta que tenía en la foto—, por ahora es sólo negro, pero ya cuando me ubiquen en una casa serán colocados el color y la insignia de la casa a la que pertenezca —le platiqué muy emocionado, aunque sin dejar que se notara.

 —Pequeño Draco —dijo Harry, sabiendo que me irrita el que me llame pequeño— barajéamela más despacio, primero explícame ¿qué es Hogwarts?

 — ¿¡No sabes qué es Hogwarts!? ¿Dónde diantres has estado todo éste tiempo? —En cuanto las palabras salieron de mi boca, me arrepentí —no era mi intención decir eso, lo siento. Verás... el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, es el lugar donde los magos y las brujas de Gran Bretaña van a aprender a usar su magia. Los alumnos recibimos nuestra carta de aceptación cuando cumplimos 11 años.

—¡Vaya! Con que de eso se trataba, ya me había preocupado porque los magos flojearan tanto —su voz sonaba un poco áspera, no duba que fuera por mi anterior comentario.

—Pues ahora ya lo sabes —dije cruzándome de brazos y arrastrando las palabras. Entendía que estuviera molesto, pero eso no evitó que me sintiera ofendido— y para tu información los magos Sangre Pura somos instruidos desde temprana edad por profesores particulares.

—Tranquilo, no te ofendas, pequeño. Mejor explícame que es eso de las casas y colores —habló después de un rato de silencio ya más calmado y tratando de calmar mis ánimos— ¿ya sabes en qué casa vas a estar?

—Hmm,.. Hogwarts maneja cuatro casas con los nombres de Slytherin, Ravenclaw, Gryffindor y Hufflepuff. Al parecer la selección es mediante un sorteo y aunque nadie sabrá realmente a qué casa pertenecerá hasta que lleguemos allí, yo sé que perteneceré a Slytherin. Toda mi familia ha pertenecido a la ancestral casa fundada por Salazar Slytherin —hablé con mi ánimo volviendo a la normalidad.

—¿Un sorteo? —Harry me preguntó, atento a lo que me decía y por primera vez vi reflejado en su tono de voz curiosidad. Eso me hizo sentir muy complacido.

 —Se supone que cuando ingresas a primer año los alumnos somos sorteados. Mi padrino es director de Hogwarts desde que murió el anciano y por más que le he insistido no ha soltado prenda de cómo se realiza el sorteo —había dicho molesto por no saber.

—¿Cómo sabes que estarás en Slytherin?

—A Slytherin pertenecen la gente astuta, además es donde uno puede hacer verdaderos amigos, yo soy muy astuto y leal —Harry soltó una risilla, la cual no tome en cuenta y seguí hablando—. En Ravenclaw están la gente con una mente dispuesta, una casa llena de alumnos muy inteligentes, puros eruditos. En Gryffindor están los chicos valientes, osados, con temple y caballerosidad; toda una bola de impulsivos, si me lo preguntas. En Hufflepuff están los que no temen al trabajo, aunque si me lo preguntas es una casa donde están puros inútiles.

 —No deberías hablar así de ellos, tal vez algún día te sorprenda —me amonestó.

—Por cierto —dije no queriendo ir por ese rumbo, pues ya conocía a Harry en su faceta de defensor de las causas perdidas—, a Slytherin lo representa una serpiente, a Gryffindor un león, a Hufflepuff un tejón y a Ravenclaw un águila.

Harry se había quedado sumergido en sus pensamientos por un largo rato.

—Harry, ¿a qué casa crees que hubieras pertenecido? —lo llamé suavemente al principio hasta terminar vociferándole sobre su oído con tal ímpetu como para dejarlo sordo— ¡Harry!

—¿Qué pasa, pequeño? —preguntó cuándo por fin se percató de mi presencia, al parecer sin haberse reparado en los gritos.

—Te pregunté que, ¿a qué casa crees que hubieras pertenecido? —repetí sin dejar de observar los gestos que daba a relucir, por ejemplo el fruncir de sus labios.

—No estoy muy seguro, pequeño. Déjame pensarlo. Mmm… Ravenclaw no creo; ya que aunque leo algunos libros no me apasiona el conocimiento o por lo menos a ese grado. Hufflepuff; simple y sencillamente diré que no y no porque me desagrade o piense, como tú,.. Como tú comprenderás, que sean unos inútiles. Sin habilidad o actitud magia alguna… Tal vez la casa de las serpientes o la de los leones sean más acertadas.

—Por eso el antifaz de león. Te queda bien, quiero decir, un Gryffindor.

—Nunca dije que fuera por eso. Ni tampoco que sería un Gryffindor, tal vez resulto ser una serpiente disfrazada de león —se atrevió a darme una sonrisa petulante.

Resoplé. Tal vez tenía razón.

—Por cierto, Harry, ¿quién te enseñó a leer? ¿Fueron los espíritus? —quise saber.

Asintió.

—Ellos me han cuidado desde que tengo memoria —contestó con voz apagada.

—Mira, también traje esto —dije rebuscando en mi bolsillo la snitch, para que la viera tratando de que el chico no se volviera a perder en sus cavilaciones.

Se la extendí para que la tomara, cuando la tuvo entre su mano la contempló un rato, después regresó su mirada a mí.

—¿Qué pasa con esta pelotita?

—Es la snitch dorada, es una de las pelotas que se usan para jugar quidditch.

—Okay, está perfecto, ahora explícame como se juega el quid… quidditch.

—Bueno —dije—. El quidditch es un deporte que se juega con escobas, es fácil de entender; aunque no tan fácil de jugar. Hay siete jugadores en cada equipo. Tres se llaman cazadores.

—Tres cazadores —repitió Harry, mientras yo tomaba una vara y con ella comenzaba a dibujar una pelota del tamaño de un balón de fútbol.

—Ésta pelota se llama quaffle, es de color roja brillante —dije señalándola—. Los cazadores se tiran la quaffle y tratan de pasarla por uno de los aros de gol que se localizan a cada lado de la cancha de quidditch —dibujé los tres aros y la cancha de juego—, obtienen diez puntos cada vez que la quaffle pasa por un aro. ¿Comprendes?

—Los cazadores tiran la quaffle y la pasan por los aros de gol, fácil —recitó Harry

—Exacto, y no, no es tan fácil, es una especie de baloncesto, pero con escobas y seis canastas —traté de explicarle, supuse que viviendo tan cerca de un poblado entendería la referencia.

—¿Qué es el baloncesto? —preguntó.

Supuse mal.

 —Olvídalo —respondí rápidamente—. Hay otro jugador en cada lado, que se llama guardián. Los cuales tienen que volar alrededor de sus aros y detener los lanzamientos del otro equipo.

—Tres cazadores y un guardián —dijo Harry, parecía decidido a recordarlo todo.

—¿Y para qué es ésa? —preguntó señalando la pelota restante que había dibujado un poco más pequeña que la roja quaffle. —Ésa se llama bludger. Durante el juego se usan dos y son de color negras. Son muy temperamentales. Las bludgers andan por ahí, tratando de derribar a los jugadores de las escobas. Por eso hay dos golpeadores en cada equipo. Su trabajo es proteger a su equipo de las bludgers y desviarlas hacia el equipo contrario. ¿Lo has entendido?

 —Tres cazadores tratan de hacer puntos con la quaffle, el guardián vigila los aros y los golpeadores mantienen alejadas las bludgers de su equipo —resumió Harry—, aún no encuentro lo complicado del juego.

—Maldito. Muy bien, para ser un chico ignorante, captas pronto —dije recordando cómo se había referido a mí la primer vez que me vio.

 —Han... ¿han matado las bludgers alguna vez a alguien? —preguntó Harry y pude notar la preocupación en su voz mezclada con la curiosidad.

—Nunca, por lo menos que yo tenga conocimiento. Tal vez algunas mandíbulas rotas, pero nada peor. Bueno, el último miembro del equipo es el buscador que no tiene que preocuparse por la quaffle o las bludgers.

—A menos que le rompan la cabeza —replicó serio.

—Ésta dorada —continúe, ignorando su intromisión. Le señalé la pelotita que aún tenía en su mano— es la snitch. Es la pelota más importante de todas. Cuesta mucho de atrapar por lo rápida y difícil de ver qué es. El trabajo del buscador es atraparla. El Buscador debe ir y venir entre cazadores, golpeadores, la quaffle y las bludgers, antes de que la coja el otro buscador, porque cada vez que un buscador la atrapa, su equipo gana ciento cincuenta puntos extra, así que prácticamente acaba siendo el ganador. Por eso molestan tanto a los buscadores. Un partido de quidditch sólo termina cuando se atrapa la snitch, así que puede durar muchísimo —rebusqué en mi mente—, creo que el récord ha sido de tres meses. Tenían que traer sustitutos para que los jugadores pudieran dormir... Bueno, eso es todo. ¿Alguna pregunta?

—Sólo una. ¿Qué es el baloncesto? —preguntó Harry— y no entiendo realmente el papel del buscador, suena como un chico que no quiere jugar con su hermano menor y ha inventado ese puesto para mantenerlo entretenido y lejos de él y sus amigos que juegan con las demás pelotas.

—Nada importante, sólo un juego muggle y por favor Harry, no arruines más mi juego favorito.

—¿Muggle?

—Hmm. A estas alturas no me debería de impresionar que no sepas que es un muggle. Así les dicen los magos a los no-mágicos.

—¿Cómo saben distinguir de un ser mágico a uno no-mágico? ¿Hay alguna forma de distinguirlos? —preguntó Harry mirándome profundamente.

—Bueno, la única forma en que se reconoce a un ser mágico de un no-mágico es que al ser mágico -nacido de muggles- le sucederán cosas que serán difíciles de explicar a su alrededor -o al menos eso me han comentado- y a los once años como te mencioné anteriormente, a los magos nos llega una carta de ingreso al colegio…

—¿Cómo es eso de las cartas? —me volvió a preguntar como si el chiquillo fuera él.

Le miré con una de esas miradas que padre me dirige cuando ya he hablado mucho y lo he fastidio.

—Okay… ¡vaya!, yo supuse que era por el brillo que tienen —reflexionó Harry.

—¿Brillo?

—No creas que no he visto a otras personas fuera de ti, en ocasiones hay personas curiosas que merodean los alrededores de la mansión. En ellos en ocasiones descubro un brillo más; también —señaló Harry por donde se ubicaba el pueblo—, hay mucha gente que solo tiene un brillo de un color entre el verde y el azul…

—El pueblo muggle —mencioné sorprendido.

 —Y tú, tú tienes ése mismo brillo, pero aparte también se puede ver otro de un color dorado muy hermoso —terminó de decir, mirando hacia mi dirección, pero sin mirarme; como si pudiera ver a través de mí.

—Nuestro núcleo —dije tocando mi pecho.

—Creo que sí, pequeño. Aunque no puedo estar realmente seguro porque yo no sé mucho del mundo mágico; sólo lo que tú me cuentas —dijo Harry encogiéndose de hombros.

—Harry, creo que puedes reconocer a los magos de los muggles —traté de analizar aún sorprendido de tal descubrimiento, simplemente era increíble.

—Mmm —murmuró sin mirarme y sin decir nada más.

—¿Quieres jugar a pasarnos la snitch? —regresé a un tema más importante e interesante para mí— pásamela. Mira la podemos cerrar para que guarde sus alas.

Después de cerrarla nos pusimos a jugar durante un par de horas hasta quedar agotados; pasándonos la pelotita dorada de un lado a otro lo más fuerte que podíamos.

∞φ∞

—Harry —lo llamé tratando de captar su atención.

Habíamos estado persiguiendo la diminuta pelotita corriendo como simples críos, hasta agotarnos en extremo. Éramos tan competitivos que ninguno quería ceder y admitir su cansancio.

Cuando por fin no pude soportarlo más, nos recostamos sobre el pasto a la sombra de uno de los tantos árboles que habitaban la mansión.

—Hmm —Harry fijó su mirada en mi rostro. Lo cual, por alguna razón me dejó sin aliento, pues en algún momento mientras descansaba se había despojado del antifaz de león, deseché esa sensación en cuanto me fue posible; tenía cosas más importantes que tratar con el chico frente a mí.

—¿Sabes por qué te hablé de todo esto? De la escuela me refiero —pregunté un poco incómodo por lo que tenía que decir.

—Querías que conociera tu nueva escuela ¿no? —me respondió a la ligera, sin dejar nada al descubierto en su tono de voz.

—Sí, pero hay otro motivo… Hogwarts es un colegio, Harry —le dije.

—Eso ya lo dijiste, ¿y qué hay con ello?

—Es un colegio tipo internado. Sólo podré venir a verte durante el verano —mencioné un poco abatido. Justo ahora veía el panorama completo y era uno sin mi mejor amigo Harry durante mucho, mucho tiempo.

—¡Oh! Eso — Dijo colocándose nuevamente su antifaz y dejándose caer sobre el suelo.

—Sí, eso —afirmé— pero... aún vendrás a verme ¿verdad?

—Sólo durante el verano —volví a mencionar.

 —Entonces te esperaré —dijo con simpleza y dándome una brillante sonrisa.

—Harry —volví a llamarlo después de un rato de silencio.

—¿Qué sucede ahora, pequeño? —preguntó posando su rostro frente al mío.

Maldije al estúpido antifaz de león que siempre usaba y me impedía ver la expresión de Harry en ese momento.

—Parto en una semana rumbo al colegio.

—¡Oh! —se levantó y sacudió el polvo que se había adherido a su pantalón— en ese caso, no hay tiempo que perder.

 —¿Cómo?

—Sólo nos quedan pocos días para que partas a la escuela, necesitamos aprovecharlo al máximo.

—¡Sí! —dije entusiasmado, me levanté rápidamente del pasto donde había permanecido sentado.

—No se diga más —Harry corrió por la snitch que se había quedado olvidada a unos metros de nosotros— ¡Vamos, pequeño! ¡Hay que jugar más!

Corrió unos metros más y aventó la pelota con dirección a mi encuentro.


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