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Espíritu intocable por Veel Caed

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Notas del capitulo:

Actualizare cada que sea posible ya que eh regresado al trabajo despues de mi linda y tortuosa incapacidad.

Un gran agradecimiento a Chrissie Canizales por betear el capítulo.

 

Ya habían pasado dos años desde la primera vez que vi a Harry y debía decir que cada día junto a él era una aventura entre juegos, espíritus y lugares nuevos por conocer.

 

Aunque no podía tocarle y viceversa, él ideaba formas para poder jugar y correr conmigo sin ponerse en riesgo en uno de mis “ataques de alegría."

 

Ese día estaba cansado, ya que había estado corriendo de un lado para otro tratando de que Harry no me alcanzara con una vara que tenía en sus manos con la cual quería tirarme, orgullosamente diré que no lo logró en toda la mañana.

 

Mientras fui a refrescarme con el agua del lago, él se recostó sobre la hierba verde y por como tomaba las hierbas y las llevaba a su rostro parecía maravillado de su aroma.

 

Me entretuve viendo peces pequeños nadar por la orilla y como huían al momento en que agitaba el agua a mi alcance. Cuando regresé parecía que Harry dormía. Me acerqué y con la dichosa curiosidad que siempre surgía de mi parte cuando se trata de él; me pregunté si era posible tocar su antifaz, una parte de mi cabeza me decía que estaba bien ya que dicho accesorio no era parte de su cuerpo. Me acerqué más a él hasta que me ubiqué sobre su cabeza. Incliné mi cuerpo lentamente. Cuando pude deposité una mano sobre el antifaz, comencé a acariciarlo disfrutando sentir por un tiempo su suave textura, después de un momento y ver que no pasaba nada malo tomé la máscara entre mis manos, siempre teniendo cuidado para no tocar más que aquel artefacto y lo levanté conteniendo la respiración. Como premio por mi atrevimiento obtuve la totalidad del rostro de Harry. Devoré cada ápice del rostro que tenía frente a mí; sus mejillas pálidas del mismo color que toda su piel. Sus párpados delicadamente cerrados y su frente donde descubrí una cicatriz en forma de rayo que adornaba la parte del lado derecho.

 

Estaba tan absorto contemplando la cara de Harry cuando éste abrió los ojos. No pude hacer más que colocar el antifaz lo más rápido y pronto posible, a la vez que mis mejillas se teñían de color rojo cada vez más intenso.

 

 —Perdón, no fue mi intensión —dije, desviando mi mirada, sin embargo fue increíble poder ver aquellos ojos verdes que me recordaron a las piedras preciosas que mi mamá llamaba esmeraldas y tan bellos y brillantes como la misma joya, sin duda no me arrepentía de lo que había hecho.

 

—Ja, no te preocupes, pequeño, pero en caso de que suceda otra vez haz el favor de no ser tan brusco al dejar esta cosa en su lugar —me dijo el chico frente a mi sonriendo y señalando con ligeros golpecitos a su antifaz.

 

En ese momento fue cuando reaccioné. Lo miré ceñudo. —Espera, los fantasmas y espíritus no les da sueño —recordé y lo señale con mi dedo índice moviéndolo de manera acusadora— tú, tú me lo dijiste hace tiempo. Que los espíritus no tienen sueño, ni hambre —crucé ambos brazos sobre mi pecho mientras hacía un puchero por su engaño.

 

—Lo admito —me dedicó una sonrisa radiante—. Pero, ¿acaso no me salió tan increíblemente natural? —Harry estalló en carcajadas al ver mi cara de rictus.

 

—Eres un mentiroso —lo acusé— me has mentido, ya no te quiero.

—¡Oh, vamos Malfoy!, no te sulfures —me dijo mientras trataba de controlar sus risillas, sin mucho empeño, ni éxito— Así como estás hasta pareces un niñito mimado.

 

Me sonrojé. No me gustaba que me llamaran niño mimado, aunque tal vez tuviera un poco de razón. Pero sólo un poco.

 

—Tu cicatriz es curiosa, ¿por qué la tienes? ¿Cómo te la hiciste? —pregunté, regresando al tema que me importaba a mí.

 

—No lo sé, siempre la he tenido. Tal vez mis padres me la hicieron o un demente. Ja, para ser sincero no lo sé —respondió sin desdibujar su sonrisa jocosa.

 

—¿Por qué la usas? —preferí cambiar de tema.

 

Dejó de reír y se sentó sobre la hierba.

 

 —¿Qué? ¿El antifaz? —su voz sonaba profunda y un poco distante, como si estuviera en otro lugar menos conmigo y tratando de decidir si era bueno hablar o no del tema. Al final pareció llegar a una conclusión. —Dime, ¿crees que parezco un espíritu? —se quitó el antifaz, dio una vuelta sobre sí mismo como posando para mí. Cuando se detuvo me miró fijamente con aquellos ojos verde que acababa de descubrir— No ¿verdad? Si alguien me viera diría que soy un simple humano. Es por eso que la uso, para parecer más un espíritu —sonrió, no fue una sonrisa sincera, lo pude ver en sus ojos que se veían opacos.

 

Se veían tristes.

 

Decidí que era mejor cambiar de estrategia, no quería hacer sentir mal a Harry con mis preguntas. Tomé la rama que él había estado usando tiempo atrás, lo miré y sonreí petulante antes de iniciar una carrera para alcanzarlo y tirarlo. Harry se percató de lo que tramaba hacer. No me dio tregua y salió corriendo lo más rápido que pudo.

 

 —Hey, no seas tramposo —grité tras de él.

 

—No es trampa. A eso se le conoce como astucia, cosa de la cual careces —respondió Harry riendo sin dejar de correr.

∞φ∞

Ese día estábamos jugando a las escondidas, era mi turno de esconderme, corrí lo más rápido posible dentro de la casa, por los pasillos hasta que decidí entrar en una habitación, no había muchos lugares de dónde elegir y así de valiente -entiéndase hacer las cosas sin medir los riesgos- como me había vuelto, me fijé con determinación subirme sobre un armario muy grande, blanco con decoraciones en plata y bronce, bastante antiguo y taparme con las mantas que lo cubrían, en lugar de encerrarme dentro de este. Eso sería obvio y yo no quería ser obvio.

Después de un largo rato de permanecer oculto y sin moverme para no delatar mi ubicación, escuché el abrir y cerrar de puertas cercanas hasta llegar a la recámara donde me encontraba.

 Merodeó, inspeccionó dentro de cada mueble sin encontrar nada. Harry maldijo en voz baja y cuando estaba por salir del lugar no pude reprimir una carcajada sin recordar donde me encontraba, me levante con brusquedad provocando que el viejo armario se tambaleara al punto de caer al suelo llevándome conmigo encima de este.

Harry se acercó tratando de salvarme de una caída no mortal pero sí bastante dolorosa.

 —¡No! —grité aterrado al darme cuenta de lo que trataba de hacer— ¡Detente! ¡No me toques!

Eso sirvió para que el chico de ojos verdes como la esmeralda frenara a poca distancia de mí. No pude evitar comenzar a llorar a raudales y no sólo por la caída que había tenido, sino por el pánico que tuve al pensar que perdería a Harry, mi primer y único amigo.

Harry miraba la escena que le mostraba sin mover ni un solo músculo. Solo me miraba.

Cuando creí recuperar mi voz, lo suficiente para hablar, y un poco de control sobre mi cuerpo, levanté mi rostro y lo miré.

 —No te preocupes Harry, estoy bien —lo dije apenas en un susurro— no te sientas mal, sé que lo intentaste aunque no es posible… gracias. — terminé de decir y volví a llorar.

No quiero perderte, Harry.


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