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Ayudame a recordarme por Shiochang

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Notas del capitulo: Espero que la tardanza valga la pena
Ayúdame a recordarme

Lamento lo que les hice, pero de ahora en adelante (si es que no termino aquí), comprenderán por qué lo he hecho, lamento mucho que haya a quien no le guste Heinrich si es tan lindo, pero lo que ha pasado… Bueno, se los cuento en el fic.
Ah, por cierto, sé del nombre del último libro, Harry Potter and the deadly hallows, que aparecerá en Julio en su versión inglesa, vaya a saberse cuando la tendrán en español, claro que la pre venta ya la están haciendo y yo pretendo averiguar qué significa la última palabra dado que no me aparece en el diccionario.

Recuperando a Harry

Sigfrid miraba intrigado al chico que había aparecido desde el barro, para él era incomprensible todo aquello, según sabía ese barro curativo traído desde el corazón mismo de la tierra, nunca le había borrado los recuerdos a nadie, sabía que podía sanar las heridas corporales, pero las del alma siempre habían dependido de la persona que las sufría.
- Creo que quizás lo mejor fuera que nos metiéramos al agua termal – dijo al fin, iba a tener que preguntarle a Merlín que diablos pasaba.
- Si, eso sanará las feas cicatrices de Heinrich – dijo Ian a su lado saliendo del barro bajo la mirada lujuriosa de Sigfrid que recibió de pleno en la cara un buen poco de barro.
- Her Ian no es comestible, no lo mire así.
James se sonrió bajo la capa de lodo que le cubría la cara, tenía la misma actitud de su hijo, era un amigo protector, de seguro Harry seguía allí, bajo la superficie. Se levantó imitando al castaño , debía conseguir que este cuerpo fuera realmente el suyo y no parte de un conjuro que duraría un mes, pero tan sólo meterse al agua bastó para que una luz destellante en color azul lo rodease, sintió como era separado del cuerpo y luego vuelto a introducir cayendo definitivamente al agua en medio de una luz dorada, con lo que Lucius acudió rápidamente en su auxilio ayudado de Sirius y Remus, la apariencia de este último cambió notoriamente, tenía más cuerpo y se veía casi como James de joven, lo mismo le pasó a Lucius cuyo cabello se volvió más dorado que antes.
- James, ¿estás bien? – le dijo Sirius muy preocupado.
- Creo que sí – se sentó en la orilla – creo que ha sido la impresión de volver a tener mi cuerpo de verdad.
Heinrich los miraba intrigado, ellos tres habían tenido un cambio bastante notorio al introducirse en la piscina de aguas termales ¿qué le pasaría a él? Pero seguía siendo curioso, así que se metió de un salto al agua. Lo que pasó a continuación los dejó a todos de una pieza, una luz verde salió despedida de él, como grandes gotas de lluvia venenosa que se evaporaban antes de tocar el suelo, luego salió de él una especie de fuego y una a una sus cicatrices fueron expulsando de su cuerpo los hechizos que las crearon hasta que una luz verde salió de su frente.
- La maldición asesina que no pudo matarle – dijo Sirius asombrado.
Draco se había metido al agua y sintió que el brazo izquierdo le quemaba, en eso vio como la serpiente negra que llevaba bajo la piel se arrastraba lentamente y se salía de ella antes de evaporarse.
- Adiós, marca de mortifago – dijo Lucius observando lo mismo en su propio brazo.
- Vaya que tenía marcas mágicas – dijo Sigfrid reteniendo a Draco – no, debes dejar que ellas se evaporen solas o caerán sobre ti, mientras no toquen a nadie, serán eliminadas por completo.
- ¡Ah! – gritó el moreno cuando la luz verde lo abandonó por completo, cayendo al agua inconsciente, con lo que Draco se acercó raudamente a él y lo sacó hacia la orilla para que no se ahogara.
- Parece que ha tomado su verdadera apariencia – dijo James acercándose a ellos – supongo que ahora habrá recobrado sus recuerdos.
- Veo que ya están listos – les dijo Madian preocupado – deben vestirse, estamos en el salón de juntas, y necesitamos que estén presentes en la reunión, algo extraño está pasando tanto aquí en Avalon como allá afuera.
- Harry está inconsciente – dijo Draco acariciando a su pareja.
- Era demasiada magia maligna la que debía eliminar de su cuerpo – le dijo el elfo – lo dejaremos descansar en una de las habitaciones del castillo mientras nosotros arreglamos el problema ¿de acuerdo? – Draco asintió y los ocho se salieron del agua y se vistieron raudamente.

El camino hacia el salón de juntas era enorme, debían atravesar un patio de grandes arcadas de piedra por caminos de fino mármol, se podía ver en los costados del camino verdes y altos pastos que se mecían suavemente al compás de la suave y cálida brisa que soplaba de quién sabe dónde, casi parecían las suaves olas de un mar esmeralda.
- Tengan cuidado de caerse del camino – les dijo Sigfrid mientras Madian llevaba levitando a Harry en una camilla tras ellos – ese pasto es muy alto y sería muy difícil encontrar la salida, creo que Nubrio me dijo una vez que tenía la misma altura de las mazmorras del castillo principal.
- Por lo que sé – dijo el elfo – este pasto ha crecido hasta el piso al que entraremos desde el siglo primero, cuando los primeros druidas fundaron Avalon – miró el lugar – si ustedes bajan a las mazmorras notarán el inicio del pasto, pero tendrán que bajar tres niveles, creo que Master dijo que allí había una entrada hacia el jardín, pero nadie la quiere abrir.
- No sabía nada al respecto – dijo Sigfrid mirándolo.
- Por supuesto que no, de seguro, con lo loco que eres, la habrías abierto y quien sabe qué desastre habría causado en Avalon – le dijo molesto.
- No es cierto – se defendió molesto – sólo hubiese mirado por las ventanas.
- Si, claro – le dijo sarcástico – y yo soy un centauro verde.
Siguieron caminando y llegaron a una gran puerta de roble muy antiguo.
- Vamos a tener que tomar otro camino, no se puede pasar por aquí – les dijo el elfo – esa puerta nunca se abre, no funcionan los hechizos.
- Pues nosotros tenemos una llave – dijo James sacando de su bolsillo la llave que antes había sido el relicario que les abriera el camino a Avalon, la introdujo en la cerradura y la puerta se abrió lentamente dejando salir un intenso aroma a flores y a incienso que por poco aturden a Remus y a Sirius quienes eran los que mejor olfato tenían – es… bellísimo – agregó al entrar, estaba lleno de grandes, hermosas y exóticas flores, muchas de ellas aparecían en los libros de herbología como extintas desde su época de estudiante – sería el paraíso de Longbottom.
- Sería genial – dijo Remus tapándose la nariz – si no tuviera tanto perfume.
- Soy de la misma opinión – dijo Sirius haciendo el mismo gesto.
- Fantástico – dijo Lucius acercándose a una flor que tenía unos enormes pétalos jaspeados en muchas tonalidades que iban desde el rojo más oscuro en las puntas hasta en rosado más pálido en el corazón – esta es la Magnolia Alborada ¿verdad? – le dijo al elfo y este asintió – vaya, se dice que ella es capaz de traer a un muerto de vuelta siempre que no hayan pasado más de dos minutos desde la última vez que respiró, pero se supone que ella desapareció aún antes de los fundadores de Howgarts.
- Si, así es – asintió el elfo – y también se cuenta entre las flores más aromáticas que existen, su perfume puede sentirse a mucha distancia, quizás por eso afecta tanto a sus amigos, contando ambos con el olfato de una cánido, no sería difícil que, posiblemente, su aroma los aturdiera.
- Pero no sólo es su aroma el que sentimos ¿verdad? – dijo Remus.
- Por supuesto, está la lavanda imperial, la Malva dulce, la aurifruga dorada… - fue señalando cada flor que veían hasta que llegaron a otra puerta por la que pasaron hasta llegar a una habitación con una gran cama – aquí dejaremos a Harry mientras vamos a la reunión, creo que estamos muy cerca del salón.
- Me gustaría quedarme a cuidar a Harry – dijo Draco.
- Lo siento, pero no puedes quedarte a cuidarlo – dijo Master apareciendo por otra puerta – serás madre de uno de los futuros señores de Avalon, así que debes estar presente en ala reunión.
- Pero Harry… - empezó preocupadísimo.
- Ese que está allí es Harry Potter sólo en apariencia – le dijo este – al parecer Heinrich Töpper sigue vivo bajo su piel – los guió de camino al salón. Este era de grandes dimensiones, ni siquiera era cuadrado o rectangular, Draco no podía decir con exactitud cuantas paredes rodeaban la enorme mesa redonda que estaba en el centro, y en cada una de ellas colgaba un escudo, seguramente de cada uno de los que allí estaban sentados junto a Merlín y al Rey Arturo.
- Veo que han llegado – dijo el rey señalando los lugares vacíos que ellos ocuparon en silencio – creo que Master ya les dijo lo que le ha pasado a uno de nuestros señores de Avalon – les dijo – pero antes que discutamos la cuestión, nos gustaría conocer cómo es que dos cuerpos se unieron y esas dos almas se mezclaron en una y borraron los recuerdos de ambos.
- ¿Quiere decir que Heinrich no estaba muerto cuando fusioné a Harry con él? – dijo James asombrado – pero cuando entré en su cuerpo, su alma ya no estaba allí, no era más que una cáscara vacía, de otra forma el conjuro que invoqué no habría resultado y Harry habría muerto.
- Él tiene una especie de magia muy especial, recuerda que su madre bien pudo calificar para convertirse en una druida y que por tus venas corre la herencia de muchas criaturas mágicas y de los druidas y chamanes – le dijo Merlín.
- Nunca pensé que fuera así – suspiró – cuando Voldemort atacó a Harry tratando de matarlo pese a que él ya no tenía salvación, yo estaba desesperado, no podía dejar que Harry muriese, eso habría significado que en el fondo él había ganado la guerra, así que invoqué el último poco de magia que podía controlar de Harry para buscar a una persona que fuera adecuada lo bastante lejos para ocultar a mi hijo dentro de él, pero el muchacho indicado estaba en las últimas, casi no respiraba, era tanto el humo que había en sus pulmones que estaba muriendo de asfixia, así que transporté a Harry a Alemania y, pensando como ya les dije que él estaba muerto, los uní en un solo ser, estaría a salvo de cualquier represalía.
- Sin embargo, pasó que el muchacho vivió cinco años ocupando el lugar de alguien más – le dijo Nubrio – y ahora ha recobrado su forma verdadera, pero no quiere que el alma de nuestro señor regrese, la del otro se ha vuelto dominante.
- Pero puede ser sólo una defensa contra los sufrimientos del pasado – dijo Céfiro desde el otro lado de la mesa – según sé, dos almas no pueden habitar un mismo cuerpo, y si fuera que el otro chico de verdad está vivo, el barro curativo y las termas mágicas habrían separado sus cuerpos ¿no se les hace? – miró a Madian – recuerda lo que le pasó a Ugro cuando vino aquí hace ochocientos años.
- ¿Quién era ese? – dijo Ian sorprendido mirando a los magos en la mesa.
- Es un personaje mítico – dijo Remus – se dice que era una especie de sátiro con dos cabezas, una humana y la otra de chivo, era muy poderoso dada su doble naturaleza, aunque aseguraban que no era muy listo que digamos.
- Ugro vino aquí como criatura mágica – le dijo un hombre con barbas de chivo – pero se notaba que no lo era de forma natural, no era un verdadero sátiro, lo comprobamos al meterlo a las termas curativas, su cuerpo se separó de la el chivo, al que se había unido haciendo experimentos mágicos prohibidos, así que desapareció de noche sin decirle nada a nadie, sin ruido una noche.
- Quizás sea una de las tantas voces que Harry lleva dentro – dijo James pensativo – todos los Potter de ese tiempo murieron tratando de protegerlo y me temo que cuando yo le otorgué la mía, de alguna manera pude haber convocado la magia del resto de mi familia y ellos lo siguen protegiendo.
- Quizás si encontrásemos aquello que lo trajo de vuelta – dijo Merlín.
- La primera vez fueron los dolorosos recuerdos de Sirius – dijo Draco pensativo – cuando Remus le mostró unas fotografías suyas en casa ¿no es cierto?
- Pero la vez que se hizo más patente fue aquella cuando enfrentó a los mortifagos, en especial a Bellatrix – dijo Ian – o cuando ve a Severus Snape.
- Dado que las dos primeras cosas no nos van a servir – dijo Remus – vamos a tener que usar el último, por mucho que los merodeadores detesten a Snivellus.
- ¿Por qué debemos usar a ese grasiento antipático? – dijo Sirius molesto.
- Porque los recuerdos de ti no afectarán a Harry de la misma forma ya que sabe que estás vivo y no muerto por su culpa – dijo James – y a Bella, él mismo la mató hace poco más de una semana, así que tampoco nos sirve el odio que le tenía, así que el único que queda es Snape, por mucho que no nos guste su presencia.
- Aunque sospecho que él no nos va a querer ayudar por las buenas, no después de lo que le hiciste allá en mi casa – le dijo Lucius divertido.
- ¿Y qué fue lo que le hiciste? – le dijo Master preocupado mirándolos..
- Ese tipo siempre anda metiéndose en lo que no le importa, así que me oculté bajo una mesa usando mi forma animaga, estaba fastidiando a Lucius y estaba de espaldas a mí, así que le di una cornada en el trasero y lo choque contra la pared.
- ¡Vaya! – dijo Merlín sorprendido mientras los otros merodeadores se reían complacidos acompañados por Sigfrid – eres muy Potter ¿sabes?
- Pues el tipo tiene el trasero muy duro, por poco y me aturde – se quejó tocándose la cabeza provocando más risas de sus amigos – terminé de vuelta bajo la mesa todo adolorido, sentí que me partía la cabeza, con razón no era tan bueno volando en la escoba, poco podía manipularla así.
- Pues aquello puede ser la causa que no recuperes a tu hijo – lo regañó el Rey Arturo divertido también – en fin, ya veremos que se hace para recobrarlo, ahora debemos ver algo más grave que afecta a Avalon y al resto del mundo mágico.
- ¿Qué es tan grave que afecta todo? – dijo Remus intrigado y preocupado.
- La magia que produce las barreras que protegen los lugares mágicos comienzan a fluctuar, es algo leve ya que los muggles apenas y lo han notado, para ellos es como ver sólo alucinaciones pasajeras, pero hemos visto a los humanos que circundan estos sectores, se supone que con las barreras ni ellos nos ven ni nosotros los vemos a ellos – le dijo Céfiro – lo que se vuelve peligroso para nosotros, las criaturas mágicas – se puso de pie – y peor si ellos llegasen a caer en un lugar peligroso, hay bosques en los que la magia les impide entrar y encontrarse con criaturas peligrosas y mortales, como las acromántulas.
- ¿Tienen alguna idea de por qué ocurre eso? – dijo Remus mirando a los magos.
- Una pequeña gran idea – dijo Master – pero quisiéramos que el mapa de las zonas interiores nos dijera cuál es a ciencia cierta.
James, pensativo y preocupado, sacó de su túnica el mapa doblado y lo abrió.
- Mapa de las zonas interiores, muéstranos el motivo por el cual la magia está fallando – le pidió tocándolo con la llave que antes fuera el relicario de los Potter.

“Una magia poderosa quiere liberarse, pero su señor la retiene en su interior, tiene miedo de lo que ocurrirá si la libera, es muy mala, sin embargo, la ha transformado y sólo existe una manera de soltarla, pero para ello necesita regresar a quien es y luego buscar el árbol de las hadas y volver a sembrar el árbol sabio de los druidas en el jardín de la paz, lugar que sólo los centauros conocen”

- ¿Los centauros? – dijo Sirius – ellos jamás van a ayudar a los humanos, no después de todo lo postergados que han estado siempre, además de haber sido perseguidos por siglos, sería imposible que nos revelaran sus secretos ¿no?
- Necesitamos que Harry esté de regreso – dijo James – él tiene amistad con un centauro, Firence de seguro lo ayudaría con gusto si con ello protege todo lo que conocemos, pero eso de sembrar el árbol sabio de los druidas ¿de dónde sacamos la semilla? Porque no creo que esté en ese jardín tan especial ¿no?
- El árbol sabio de los druidas se perdió alrededor del siglo V – dijo Céfiro – creo que las únicas que saben algo respecto a él son las hadas del bosque blanco, al norte de Irlanda, que fue la última vez que se supo de los druidas en Bretaña.
- Entonces, tendremos que empezar buscando a Snape para recobrar a Harry – dijo James – luego iremos por Firence y las hadas de Irlanda antes de ir al jardín ese – agregó decidido poniéndose de pie, pero sintió un mareo que lo sentó.
- Me temo que van a tener que hacerlo a la antigua – le dijo Merlín – con dos de ustedes en estado, lo más recomendable es que no se aparezcan, al menos no antes que hayan pasado las seis semanas de gestación, no corran riesgos.
- A mí todavía me faltan dos – suspiró Draco – me imagino que a James apenas empieza – se volvió hacia él preocupado – algo así como una semana ¿no?
- Eso me dijeron los elfos en Edimburgo – suspiró – me siento pésimo.
- Mi pobre amorcito – le dijo Lucius abrazándolo – debes descansar un poco.
En eso se escuchó un gritó que pareció remecer las paredes del castillo y poco después apareció el dueño de la voz furioso apersonándose en la sala.
- ¿Qué me han hecho? – le dijo a James molesto amenazándolo con su varita.
- No te hemos hecho nada, esa es tu verdadera apariencia – le dijo Ian.
- Por supuesto que no, her Ian, yo tengo muchas fotografías de antes del incendio y no me parezco en nada a ellas – dijo cruzándose de brazos muy molesto.
- Pues vas a tener que conformarte porque esa es tu verdadera apariencia – le dijo James – y sí, te pareces a mí porque soy tu padre – agregó al ver que abría la boca para reclamarle – y tus ojos los heredaste de tu madre – suspiró cansado.
- Si, muchas veces me dijeron lo mismo, te pareces mucho a tu padre, pero tus ojos, esos son de Lily – le dijo sentándose junto a Draco – pero mi madre en Alemania no tiene los ojos verdes ni se llama Lily, que yo sepa – agregó.
- Si recuerdas eso, no estás tan perdido, hijo – le dijo James – sólo debemos encontrar aquello que despierte tus recuerdos – se puso de pie y puso una mano en su hombro – y tenemos cosas que hacer fuera de aquí, así que andando.
- Pero, yo no soy quien dicen que soy – le reclamó sin obedecerle.
- ¿Recuerdas algo de antes del hospital? – le dijo James mirándolo a los ojos.
- No, no recuerdo nada – suspiró – los médicos dijeron que había sido el trauma…
- Y que sólo la persona correcta te haría recobrar los recuerdos ¿no es así?
- Cuando vi a her Draco la primera vez sentí que él iba a despertar aquella parte que estaba tan dormida dentro de mí, sin embargo, él decía no conocerme de antes y estaba enamorado de Harry Potter… - lo miró entristecido.
- Heinrich, tú eres Harry Potter, quizás no lo recuerdes ahora, pero de verdad lo eres – lo abrazó – hijo, mira, sé que es mi culpa que tus recuerdos se hayan perdido por tanto tiempo, pero no te angusties, ya los recobrarás junto a Draco.
- Bueno, señores de Avalon, es su deber proteger al mundo mágico a como dé lugar – dijo Merlín – irán con ustedes tres de nuestros habitantes permanentes para que el mapa de las zonas interiores se quede aquí sin peligro a su regreso.
- Sigfrid, Master y Sirius irán con ustedes – dijo el rey Arturo – espero que te comportes – le dijo al primero que se veía muy complacido con el encargo.
- No se preocupe tanto – le dijo James divertido – lo cuidaremos bien y lo hará.
- No me imagino la cara que va a poner Severus cuando vea a cuatro Potter en mi casa – dijo Lucius – y menos cuando Draco está embarazado de uno de ellos.
- Espero que ahora si que no hagan temblar todo cuando lo hagan – dijo Ian.
- ¿A qué se refiere con eso, her Ian? – Le dijo el moreno intrigado y luego miró a Draco que se había puesto rojo hasta la raíz misma de sus dorados cabellos.
- Bueno – le dijo James divertido – cada vez que han hecho el amor le han movido literalmente el piso a todos en Inglaterra de aquí a Edimburgo, en todos aquellos lugares mágicos en donde hemos estado tú y yo, especialmente.
- Entonces debo recobrar todos mis recuerdos – dijo decidido – no puede ser que haya dejado así a her Draco y no lo recuerde con lujo de detalles ¿verdad?
- Ese es mi muchacho, pervertido hasta el fondo – dijo Sirius divertido.
- Bueno, andando, debemos encontrar a Severus y plantarlo frente a Harry para que recobre sus recuerdos – dijo Lucius mirándolos preocupado, nunca le había parecido que los Potter fueran así, quizás era porque ellos habían perdido su juventud con aquello de la guerra o tal vez era su naturaleza, vaya a saberlo uno.
- Master, te los encargo – le dijo Merlín moviendo la cabeza, los Potter, aún antes de salir a Avalon, eran todos así, quizás los rasgos físicos se hubiesen perdido en la mezcla con otros magos, pero su forma de ser no había variado mucho.
- Por supuesto, puede contar con que los mantendré muy bien vigilados – sonrió divertido, al parecer Merlín aún no conocía la verdadera naturaleza de los Malfoy, ellos eran más serios en apariencia, pero eran igual a los Potter, con la diferencia que no les gustaba llamar la atención de la misma manera, ellos eran más sutiles.

Harry, ya que los demás no dejaban de llamarle así, había optado por aceptar que era quien decían que era, así que ahora estaba conociendo la ciudad de Avalon junto con Master que lo estaba instruyendo acerca de algunos conjuros que él, como señor de Avalon, debía conocer. Debía admitir que la magia lo seguía asombrando, el lugar era enorme con muchas casas mágicas de dos pisos, pero según el elfo guerrero físicamente apenas ocupaba unos cuantos metros sobre una colina rodeada de pantanos. Los muggles no iban por allí por eso, el pantano era mágico y no permitía ni que los magos lo pudieran traspasar si no tenían o las llaves del camino central o la magia necesaria para invocar el punte principal.
- Dado que la naturaleza de los Potter está tan mezclada con criaturas mágicas, es fácil para ustedes invocar el poder que la ciudad oculta – le dijo Master – por las mujeres águila tienen la habilidad de controlar a su antojo las escobas mágicas y ver cosas pequeñas a grandes distancias – le señaló la alta torre norte del gran castillo – puedes ver perfectamente lo que está en la punta ¿verdad?
- Si, sobre la punta hay algo parecido a la snitch, sólo que es de cristal – le dijo.
- Por la naturaleza de los esturiones eres altamente reproductivo – le sonrió – y eres capaz de hacer una magia protectora muy poderosa, a eso se debe que tu patronus haya cobrado la forma de tu padre cuando tratabas de protegerte.
- Me dijeron que no muchos magos podían hacer un patronus corpóreo capaz de hacer retroceder a muchos dementores de una sola vez, menos uno tan joven.
- Así es, Harry, en encantamientos y hechizos protectores eres el mejor – le sonrió – de los druidas has obtenido el don de ver las almas de la naturaleza, aunque creo que aún no se ha manifestado ni en ti ni en tu padre, pero estoy seguro que nos servirá de mucho cuando vayamos a buscar a las Hadas a Irlanda del Norte.
- Cuando estaba en la Academia en Alemania noté que podía escuchar a las lechuzas y a los unicornios son problemas, sé que no le gustan los chicos a estos últimos, pero ellos nunca me rechazaron ¿es por mis preferencias sexuales?
- Lo dudo mucho, el que te gusten los hombres no te quita tu condición de tal – le replicó – debe ser tu sangre de druida manifestándose de alguna forma – suspiró – y estoy seguro que debe haber mucho más aparte de eso, porque también debes tener la habilidad de comunicarte con los muertos que se han ido.
- ¿Cómo es eso? – le preguntó confundido – todos los muertos se van ¿no?.
- Los druidas iniciaban su enseñanza a muy corta edad dado que tenían que aprender a comunicarse con las fuerzas de la naturaleza, pero sus enseñanzas le tomaban a lo menos 20 años para llegar a ser “profesionales”, generalmente los aprendices eran escogidos por tener determinadas cualidades mágicas que les permitirían ejercer como tales. Las fuerzas de la naturaleza le daban la posibilidad de controlar ciertos fenómenos naturales, así como curar enfermedades físicas o espirituales, conocer el futuro a través de las estrellas o encontrar el rumbo hacia un lugar desconocido. Pero lo más importante era su comunicación con los muertos, ellos les prestaban sus grandes conocimientos para cuando encontraban cosas que no pudieran resolver por su propia cuenta y magia.
- Entonces, cree que sería capaz de pedirle ayuda a algún muerto para poder realizar conjuros que desconozco a fin de ayudar a alguien más ¿verdad?
- Exacto – le sonrió – y quizás aparezca por allí el último y más poderoso de tus dones, el mismo que mantuvo a tu padre vivo sin haberlo convertido en un parásito como nos dijo que fue Voldemort cuando estuvo separado de su cuerpo.
- Pero lo de papá es algo muy distinto, pese a haber permanecido vivo dentro de mí, aparecía como verdadero fantasma cuando lo solicitaba – dijo frotándose las sienes – lo recuerdo de esa noche en que Voldemort regresó en el cementerio…
- Veo que hay cosas que comienzan a regresar a ti – le dijo Sirius apareciendo por un costado de la plazoleta preocupado – pero lo que hiciste fue obligar a la varita del malvado a vomitar, en orden inverso, los últimos hechizos hechos por ella.
- ¿Cómo sabes aquello? – le dijo el elfo – ¿acaso estabas allí?
- No, sólo Harry y algunos Mortifagos fueron testigos del retorno de Voldemort, es sólo lo que él nos contó a Dumbledore y a mí luego de ello – suspiró – fue muy traumático para Harry, dado que no sólo debió ver el renacer del malvado, sino que también vio morir a Cedric Diggori y enfrentarlo para poder regresar al colegio.
- Me temo que he visto morir a mucha gente – suspiró el joven cansado.
- Venga, no te deprimas – le dijo Sirius – son cosas que ya no tienen vuelta.
- Quizás nos puedas decir por qué te has reunido con nosotros – le dijo el rubio.
- Oh, es que James y Draco han tenido una “pequeña” diferencia de opiniones – dijo con sarcasmo – y me temo que este último ha perdido y se ha encerrado en su habitación y de allí no hay quien lo saque, creo que esta un poco loco.
- ¿Y acerca de qué discutían? – le dijo Harry preocupado – en su estado, her Draco no debería alterarse tanto, aún no pasa las seis semanas de gestación.
- Pues James y apenas pasa la semana y tu querido dragón igual lo hace pasar rabias – le recordó – pero no sé a qué se debía la discusión, cuando Remus y yo llegamos Draco le estaba gritando como condenado y dio un portazo y Lucius ha tenido que quedarse consolando a Cornamenta que lloraba como Magdalena.
- Vayamos a verlos – dijo Harry preocupado – quizás sea sólo una tontería, pero creo que her Draco tiene la lengua demasiado afilada para su propio bien.
- No es que James se quede muy atrás, en todo caso – dijo Sirius – pero creo que los dos están demasiado sensibles por sus respectivos embarazos para eso.
Caminaron hacia la casa que ocupaban todos hasta el momento que salieran de Avalon, Merlín no había querido que salieran inmediatamente dado que la magia estaba demasiado inestable y quizás los atacase si salían de noche.
En Avalon todas las casas eran muy parecidas, una versión en pequeño de la mansión de los Malfoy, con un elfo doméstico incluido para que atendiera a los ocupantes de esta, claro que desde que llegaron escasamente sabían que estaba allí, ni la nariz le habían visto, sólo lo notaban por la pulcritud que mantenía.
- ¡No tenía que ser tan cruel conmigo! – gemía James hecho un mar de lágrimas – ni siquiera es totalmente mi culpa ¿cómo iba a pensar que esto iba a pasar?
- Papá – le dijo Harry acercándose a él – ¿se puede saber qué pasa? – lo abrazó.
- Debería meterle una soberana paliza a ese hijo mío – dijo Lucius molesto – mira que decirle a James que era mejor que le devolviera al bebé antes que le hiciera el mismo daño que te ha hecho ¿acaso cree que es algo fácil para James? – le acarició el cabello a este – además, no creo que él esté dispuesto a morir por su hijo, por mucho que le quiera, como lo hizo mi leoncito en el pasado.
- Pero algo más tiene que haber pasado para que Draco le dijera algo así – dijo mirando la puerta de la habitación que ellos compartían – papá ¿Qué pasó?
- Estábamos conversando con Lucius sobre lo que haremos una vez que recobres tus recuerdos y puedas ser quien debes, creo que mencioné algo respecto al bebé, le dije que ojalá fuese una niña, que me encantaría tener una – tragó – en eso comenzó a gritarme que el bebé no era mío, que lo único que había hecho con mi hijo era dañarlo, así que yo le repliqué… - se calló unos instantes – le repliqué que no tenía derecho a decir eso, él que había sido un mortifago.
- Allí comenzó a gritar furioso, a decirle cosas a James que no son su culpa – dijo Lucius molesto – tal vez perdiste tus recuerdos, pero sigues vivo gracias a él.
- Creo que voy a tener que hablar con her Draco – le dijo separándose de su padre – no pueden estar dime que te diré, ambos podrían hacerse daño.
- Yo sólo trataba de protegerte y ayudar – le dijo James abrazado ahora a Lucius.
- Lo sé – le dijo sonriendo – no ha sido tu culpa que perdiese la memoria, sólo querías hacer lo mejor para mi – caminó hacia la habitación y golpeó la puerta.
- ¡Déjenme tranquilo! – le gritó este furioso, pero se notaba que estaba llorando.
- Calma, soy yo – le dijo tratando de anular el acento de su voz – ábreme ¿si?
- ¡Harry! – le dijo abriendo la puerta echándose en sus brazos llorando.
- Venga, tenemos que hablar – le dijo entrando en la habitación cerrando la puerta detrás de él – no pueden estarse peleando como crios ¿sabes? Es peligroso
- Pero él no puede decidir sobre nuestro hijo – le dijo molesto – ni tenía derecho a recordarme que fui un mortifago, no lo hice por mi gusto, te lo aseguro.
- Draco, tú le echaste en cara que por él perdí la memoria – lo abrazó – y bien sabes que si no fuera por él, ahora estaría muerto – le levantó el mentón – te amo mucho, pero no puedes andar diciendo inconvenientes por allí ¿sabes?
- Y tú si puedes andar relatando nuestras intimidades ¿verdad? – le replicó.
- De acuerdo – lo besó en los labios – no lo volveré a hacer, pero creo que debes tranquilizarte un poco, si mi padre lleva a nuestro hijo dentro, creo que debemos permitir que la naturaleza siga su rumbo, por algo será que él lo tiene y no yo.
- Pero es nuestro bebito – se quejó – de seguro con mi padre como su otro…
- No creo que le hiciera nada malo – lo interrumpió – mi papá no lo permitiría.
- ¿Entonces, vas a dejar que ellos se queden con nuestro hijo? – dijo asombrado.
- Los muggles dicen que padre es el que cría, no el que engendra – lo acarició suavemente – deja de preocuparte por eso, cuando lleguemos a ese puente lo cruzaremos, de seguro ya estaremos acostumbrados a tener un nuevo hermano.
Draco asintió y se acomodó en el hombro de su amado, sabía que estaba siendo demasiado infantil, pero no podía dejar de sentirse mal, quizás no fuera siquiera que temiera que su padre lo tratara mal, sino que tenía el presentimiento que aquel bebé iba a tener todo aquello que a él se le había negado, el cariño de sus padres. Él había tenido todo lo que había querido en su infancia, pero jamás había conseguido la atención de su padre, claro que este había estado orgulloso cuando de varias escuelas le llegaron invitaciones para formar parte de su plantel, pero al parecer no había tardado demasiado en decepcionarlo ¿por qué ahora que parecía estar logrando sus objetivos tenía que aparecer algo así? Pero Harry tenía razón, no debía sentir celos de su pequeño, después de todo, seguía siendo suyo y sería un hermano mayor de los mejores que pueda haber en el mundo.
- Bueno, es hora que le pidas disculpas a mi padre – le acarició la frente.
- ¿Tengo que hacerlo? – le dijo haciendo un puchero que a Harry se le antojó muy sensual – él fue el que empezó con todo esto – le dijo molesto.
- Dragón, tú te exaltaste sin permitir que él te explicara – lo besó en la sien – además, debes ser un buen ejemplo para nuestro bebé ¿sabes? Y con eso demostrarías que eres una persona razonable y que de verdad me quieres.
- De acuerdo, sea porque te amo mucho, mucho – se enderezó – vamos, creo que el dicho muggle dice: “al mal paso darle prisa” ¿me equivoco?

Y si bien Draco pidió disculpas con sinceridad y James lo perdonó de corazón, Lucius no parecía muy dispuesto a perdonarle el “berrinche”, como él lo llamó. Y eso había puesto bastante triste al rubio menor, siempre había luchado por obtener algo de aprobación paterna y ahora había perdido la poca que tenía. Pero eso le había molestado a James y le había reclamado a Lucius que no se podía comportar así con su hijo, que debía aprender a perdonar los errores de los demás y a reconocer los suyos, ya que si Draco era así era por culpa suya porque no lo había sabido educar como se lo merecía un joven de su categoría. El rubio lo había mirado molesto, pero él le había sostenido la mirada con determinación y lo había obligado a disculparse con su hijo por no ser comprensivo.
Y allí estaban sentados en la sala de estar después de cenar, conversando tranquilamente, al menos parecía que la tormenta al fin había pasado, o quizás no.
- Nunca supe que los Malfoy pudieran ser sometidos tan fácilmente – dijo Sigfrid asombrado y recibió tres miradas asesinas, por lo que se escondió detrás de Remus – no es para tanto, sólo era un comentario – trató de defenderse.
- Pues deberías aprender a mantener la boca cerrada – le dijo Sirius divertido – pero supongo que, siendo quien eres, sería pedirte demasiado ¿verdad?
- Bueno, mejor vamos a servirnos el postre – dijo Master más tranquilo, Sirius tenía razón, no se ganaba nada con enojarse con ese alocado Potter, lo más seguro fuera que los otros Potter se enfadaran con ellos y, siendo los señores de Avalon, quedase la grande por no saber controlar sus temperamentos violentos.
- Me pregunto qué habrá pasado allá afuera – dijo James pensativo.
- Pues nos podrían informar a los que estamos aquí de hace tiempo qué es lo que ha pasado allá afuera – dijo Sirius – creo que estamos un poco desconectados.
- Pues empecemos por un recuento, hace como siete años que no estás en “el mundo de los vivos” – le dijo James divertido – creo que después de la pelea en el ministerio, Harry y el resto de los muchachos repelieron a varios mortifagos y la profecía se rompió sin que Voldemort consiguiera escucharla – miró a su hijo – así que vieron a Voldemort junto a la fuente de la Hermandad y tuvieron que creerle a Harry, después Dumbledore estuvo investigando con Harry el pasado del tirano y casi a finales del tiempo escolar los mortifagos asaltaron el colegio y Dumbledore murió, esto fue pocos meses antes que Harry consiguiera vencerlo.
- ¡¿Cómo que los mortifagos entraron en el colegio y mataron a Dumbledore?! – gritó Sirius exaltado – eso es imposible, el colegio estaba bien protegido ¿no? – dijo mirando a Remus – él siempre dijo que sería imposible que entrasen.
- Tenían ayuda del interior – le dijo Draco – a mi me obligaron a convertirme en mortifago, no quería que mataran a mi madre, así que estuve todo el año investigando la manera de hacerlos entrar sin que nadie lo notase, pero al final me descubrieron, muchos de ellos no eran más que unos chiflados, así que atacaron el castillo, causando estragos – tragó duro – yo tenía la orden de matar a Dumbledore, pero no podía, Harry me odiaría para siempre si lo hacía.
- Pero ¿quién fue el desgraciado que lo mató? – gruñó Sirius e Ian pensó que le sonaba como el gruñido amenazador de un perro furioso – porque ahora está en Azkaban – los vio negar con la cabeza – entonces, está muerto.
- No – le dijo Remus – sólo había tres testigos de la muerte de Dumbledore, Greyback, Draco y Harry – suspiró – el primero no era confiable por ser un hombre lobo, Draco no podía declarar en ese tiempo y a Harry lo creíamos muerto.
- ¿Y donde se encuentra ahora? – dijo amenazadoramente, con la mirada salvaje.
- Olvídalo, Sirius – le dijo James – la última vez que quisiste tomar venganza por tu propia mano casi te matan los dementores ¿recuerdas? Harry te salvo apenas.
- Fue por culpa del intruso de Snivellus – le replicó y entrecerró los ojos molesto – no me dirás que fue él ¿verdad? – dijo montando en cólera – lo mataré.
- Sirius, lo necesitamos para recobrar los recuerdos de Harry – le recordó Remus.
- Pues una vez que los tengamos de vuelta, lo mandaré al infierno – replicó.
- Tiene que haber algo especial por lo que ese hombre hizo aquello – dijo Sigfrid – o no estaría libre, no creo que simplemente le perdonaran algo así como así…
- Uso la maldición asesina, aveda kadeva – le dijo Draco – he escuchado que gracias a Dumbledore él no cayó en Azkaban cuando Harry detuvo a Voldemort la primera vez, así que yo tampoco lo comprendo, si él lo protegía ¿Por qué lo hizo? Pero nadie habría escuchado mi declaración en ese momento, me costó mucho reparar mi reputación y cuando lo conseguí, ya se había librado, no sé como la profesora McGonagall le permitió volver al colegio a hacer clases de pociones.
- ¡¿Está haciendo clases en Howgarts?! – dijeron James y Sirius a la vez.
- ¿Ven? Si el tipo fuera realmente un asesino, ella no le habría permitido regresar al colegio – les dijo Sigfrid bastante seguro – no lo habrían perdonado tan fácil…
- Tú no conoces a Snivellus – le dijo Remus – es un gran mentiroso, es casi como Voldemort ¿sabes? Capaz de engañar hasta los mejores magos, yo no sé como Dumbledore confió en él, pese a que fue el causante de la muerte de James y Lily.
- ¿Qué quieres decir con eso? – dijo Sirius con dientes apretados de rabia.
- Fue algo que descubrió Harry la noche en que murió Dumbledore – explicó Remus – ¿recuerdas que cosa era lo que la Orden estaba custodiando cuando desapareciste? – él asintió – Una profecía acerca de Harry y Voldemort, el arma que él necesitaba para vencerlo. Claro, ella se había hecho quince años atrás y quien le había llevado lo poco que conocía era Snape y le dijo a Dumbledore que estaba arrepentido profundamente de lo que les había hecho ¿puedes creerlo, James? Si él sabía que te odiaba, cuanto daño no nos hizo en ese tiempo.
- ¿Y aún así esperan que él ayude a Harry? – dijo Master asombrado – parece ser un tipo terriblemente desagradable, si fue capaz de matar a su propio protector.
- Y eso no es todo, por su culpa he sido perseguido y mi cabeza tiene precio desde que comenzó la cacería de hombres lobo, porque él se quiso vengar de mí de esa manera, diciéndole a todo el mundo que era un licántropo.
- ¿Eres un licántropo? – dijo Sigfrid espantado y molesto, s4e sentía engañado.
- Lo era – asintió – pero yo luchaba por el lado bueno, jamás he mordido a nadie.
- Debí haberle dado algo más que una cornada – dijo James poniéndose de pie molesto – sí él le llevó el cuanto de la famosa profecía a Voldemort, debió saber cuáles iban a ser las resoluciones que tomaría a continuación – apretó los puños furioso – si había estado trabajando para él tal como lo hizo Regulus, de seguro sabía que lo primero que iba a hacer sería tratar de eliminar la supuesta amenaza.
- ¿Conoces la profecía? – dijo Lucius intrigado – nadie la escuchó ese día.
- Si, Dumbledore la había escuchado completa – se paseó por la sala – yo la escuché porque él se la dio a Harry para que pudiera luchar contra Voldemort – miró a su hijo – era algo así como que era un bebé nacido al séptimo mes de padre que habían enfrentado tres veces al señor tenebroso quien sería capaz de vencerlo ¿te imaginas, Lucius? Era un bebé, nada más ¿Qué daño le haría?
- Pero él no la conocía completa, por eso quiso robarla del ministerio – le replicó.
- Así es, la mejor parte la desconocía, porque el resto lo habría hecho retroceder – suspiró – el mismo señor oscuro lo marcaría como su igual, pero él tendría poderes que el tirano desconocía y uno no podría vivir mientras el otro viviese.
- ¿Marcado como su igual? – dijo Draco asombrado mirando a Harry.
- Así es, él le traspasó muchos de sus poderes a Harry siendo un bebé, sólo que hasta ahora no los ha manifestado porque purificó su magia con el sacrificio de Lily y la del resto de mi familia – le acarició el cabello a su hijo con cariño.
- Espera ¿nacido el séptimo mes y de padres que lo enfrentaron tres veces? – dijo Sirius asombrado – pero si los Longbottom también tenían un hijo nacido en julio y ellos también cumplían esas condiciones, es más, el chico es de sangre limpia.
- Pero Voldemort consideró que Harry era su Némesis, el más peligroso de los dos – le dijo – recuerda que lo marcó como su igual con esa fea cicatriz que desapareció hace poco de su frente. Fue un idiota por no esperar un poco más.
- Y por eso Harry puede hablar parsel y su varita es hermana de la de Voldemort – dijo Draco tomando la varita de Harry – escuche a Granger, digo Hermione Weasley, que por eso le temían tanto en el ministerio – la dejó en la mesa.
- Y era por eso que no funcionaba bien una contra la otra – le dijo Sirius.
Harry cerró los ojos, le dolía la cabeza con toda aquella información, pero sentía como bullía la ira dentro de él cada vez que pronunciaban ese nombre delante de él, quizás fueran sus recuerdos que querían regresar, no estaba seguro, de lo que sí estaba seguro es de que cuando tuviera al tipo delante de él le iba a cantar unas cuantas verdades y luego se lo iba a entregar a los merodeadores para que le dieran un muy merecido escarmiento ¿cómo se atrevía a hacerle semejante maldad a su querida familia? Se merecía conocer el infierno, si bien no lo iban a despachar al otro mundo, las iba a ver feas con todos ellos como sus verdugos.
James se sentó de nuevo junto a Lucius y se dejó abrazar, quizás no debieron predisponer a Harry contra Snape, pero sólo intentaba prevenirlo, si de algo conocía a su hijo era que no le gustaba que le ocultaran las cosas, bien lo había visto esa noche en que creyó que Sirius había muerto o la noche en que Dumbledore murió, bien sabía que si no hubiese sido por el gran respeto que le había tenido al anciano profesor y a él que controló un tanto su temperamento, Harry hubiese salido de la oficina del director e ido directamente a buscar a Snape, quien sabe que cuento estarían contando ahora, ya que Harry en ese momento no se podía concentrar en ocultar sus pensamientos a Snape, quizás por el mismo odio que siempre le había manifestado. Suspiró cansado, iba a tener que hacer un gran trabajo para controlar la ira que se iba a desatar en Harry una vez que recobrase sus recuerdos, quizás por eso tenía a su bebé con él, para evitar que el mal genio de Harry, porque estaba seguro que este se iba a salir de su cauce, lo hiciera perderlo. Suspiró una vez más, él también había sido famoso en sus tiempos de estudiante por aquellos arranques de ira intempestivos, claro que el de Harry iba a estar más que justificado a los ojos de cualquiera.
- Quizás debiéramos olvidarnos de traer los recuerdos de Harry – dijo Sigfrid.
- No podemos, el mapa de las zonas interiores lo señaló así y el Señor de Avalon debe liberar toda su magia siendo quien es antes de ir a sembrar la semilla del árbol sabio – le dijo Master preocupado – sólo debemos tener cuidado.
Harry cerró los ojos cuando Draco lo atrajo hacia su pecho, sentía que aquello le iba a traer más disgustos que alegrías, pero Master tenía razón, si no expulsaba toda esa magia que estaba reteniendo con tanta fuerza en su interior terminaría por estallar y quizás hasta hacerle daño a las personas que amaba, pero para ello debería recobrar todos sus recuerdos, tanto los buenos como los malos.

El viaje de regreso lo hicieron en barco, bordearían la isla y arribarían a Liverpool en un día y el viaje sería menos agotador que en el expreso dado que allí tenían más movilidad. Draco había propuesto que hicieran el viaje en el autobús noctámbulo, pero Remus se negó, tendrían que cruzar el canal primero dado que el autobús no podía andar bajo el agua y si lo usaban llamarían muchísimo la atención, aparte de los mareos que les iban a dar a los embarazados por la velocidad y el vaivén del mismo, en eso Lucius había estado de acuerdo, prefería mil veces viajar a lo muggle que viajar en un transporte público mágico.
Draco miró a su padre divertido, prefería rebajarse a usar un transporte público muggle en el que nadie lo conocía ni había oído hablar de él que subirse a un autobús mágico donde cualquiera podría conocerlo, sería humillante para un Malfoy ser visto en una de esas cosas tan indignas de un sangre pura.
- Pues creo que alguien debe ir a Londres a preparar nuestro regreso – dijo Sirius pensativo – y averiguar qué está pasando en el mundo mágico, creo que dijeron que todos los lugares mágicos estaban pasando por lo mismo que Avalon ¿no?
- Si, y el único que puede regresar con magia y sin problemas es Lucius – dijo Remus – no digo que no vayas a tener problemas con tu esposa, pero quizás nos puedas encontrar un acomodo aunque no sea en tu mansión ¿verdad?
- Primero averiguaré si Narcisa sigue allí y los llamaré – asintió – pero cuidan muy bien a James ¿entendido? – los miró amenazante.
- James es como nuestro hermano – le replicó Sirius – y claro que lo haremos.
- Bien, porque o sino, prohibición o no usaré mi magia contra ustedes – los amenazó antes de desaparecer.
- Me gustaría saber qué es lo que nos espera ahora – dijo Harry sentado en la salita de la cabina privada que Lucius había insistido en rentar para no vérselas con los muggles, que, si bien tenía tratos con ellos, no los aguantaba tanto tiempo.
- Bueno, estamos a mediados de agosto – dijo Draco pensativo – lo más seguro es que Severus esté en su casa preparando la tortura para la generación de primer año que entra en septiembre como suele hacer – vio la cara espantada de Ian – sí, lo conocen como la bestia negra de pociones, hay muchos que le temen en el colegio, pero a los que más suele atemorizar es en especial a los Gryffindor, aunque de ellos hay muchos que realmente merecen buenos puntos de él.
- Pues no me extraña de Snivellus – le dijo Sirius muy molesto – siempre dijo que de tener autoridad hundiría a los Gryffindor hasta ahogarlos en el fango.
- Te juro, Canuto, que si no fuera porque Harry lo necesita, jamás iría a buscarlo – le dijo James – y que ni sea que se pare frente a mí o te juro que no voy a responder de mis actos en su contra ¿quién se cree que es el infeliz?
- Tranquilo, James, no le hace bien a tu estado ponerte en ese plano – le recordó Master – quizás lo mejor fuera que durmieran tú y Draco el trayecto para evitar percances, deben alcanzar la sexta semana antes de hacer locuras ¿sabes?
- Pues a mi me gustaría ir a patearle el trasero a ese infeliz – dijo Remus molesto.
- Los merodeadores ya tendrán ocasión de darle su merecido – sentenció Harry en tono sombrío – nadie lo va a salvar de eso, se los prometo.

Lucius estaba asombrado al escuchar a los elfos, Narcisa se había marchado la tarde anterior con “camas y petacas”, o eso habían dicho ellos dado que no quería ni saber de su desquiciado ex esposo, dado que el divorcio ya estaba en tribunales ella ya se consideraba libre, y su mestizo de pareja, no quería ni toparse con ese par de adúlteros, según sus palabras. Al menos eso le daba cierta tranquilidad, traería a los merodeadores y compañía a su casa y podrían tratar de ver a Severus antes que este se fuera al colegio a esperar por la tortura de los alumnos que ingresaban a primer año este año. Suspiró y le dio a uno de los elfos la orden de preparar las habitaciones para sus invitados antes de sacar el celular para llamar a su hijo, estaba por marcar cuando otro elfo apareció informando que Snape estaba allí y que quería hablar con él.
- Bien, hazlo pasar – le ordenó marcando el aparato – hola – dijo.
- Hola, Lucius ¿Qué hay de nuevo? – le respondió James – ¿Dónde nos vamos a quedar? – se escuchó un cuchicheo desde atrás – si, ya le pregunto.
- Narcisa no está aquí, así que podrán venir a mi casa – le dijo mirando la puerta – y hay alguien más, quizás pueda engatusar a Severus para que permanezca aquí unos cuantos días ¿crees que Harry lo aguante?
- Bien, verifica las vías de escape – le dijo este divertido – ahora estamos solo los merodeadores aquí, Harry y Draco duermen y Sigfrid, Master e Ian salieron a cubierta, creo que ha pasado algo malo, quizás los muggles divisaron alguna isla mágica y están curioseando que no sea una visión muy larga.
- Bien, en cuanto pueda iré por ustedes, pórtense bien ¿eh? – le colgó y justo en ese momento se apersonó frente a él Severus Snape muy molesto.
- Siempre pensé que estabas muy chiflado, Lucius, pero esto es el colmo ¿desde cuándo andas con alguien que tiene la misma edad de tu hijo y que es el gran amor de este? – le dijo mirándolo directo a los ojos – estás como las cabras.
- Todas las cosas tienen una explicación razonable, Severus – le señaló el asiento a sus espaldas – y no todo es lo que aparenta ser ¿sabes? Las apariencias engañan, en especial cuando uno quiere engañar con ellas.
- Un experto con las palabras y los engaños – le dijo Severus – así que déjate de andar por las ramas y dime qué estás haciendo con Potter y que pretendes lograr.
- En el fondo, de todo un poco – le dijo evasivamente – limpiar mi nombre definitivamente, ayudar a Draco a ser feliz, ser yo feliz de paso y, lo mejor, recobrar el buen nombre de mi familia y grandes cantidades de oro – se sentó en su lugar favorito, es decir en el sillón de cuero plateado junto a la chimenea – he averiguado grandes cosas de los Potter en este último tiempo y te diré que James jamás fue un presumido – vio que este lo miraba con sorna – pues sí, aparte de la larga dinastía de sangre limpia que llega hasta él, hay muchas otras cosas especiales, son la familia más rica que existe en el mundo mágico dentro de toda Europa, son dueños de grandes cantidades de magia blanca que, además, son traspasables a sus hijos, si él hubiese realmente querido presumir nos hubiese contado de las minas de oro en Egipto, las enormes cantidades de oro que hay en las cámaras y que eran descendientes de Merlín y de Gryffindor ¿no te parece?
- Potter era un mediocre conformista – se encogió de hombros – un idiota total.
- Bien, ya me has recriminado – le dijo ignorándolo – ahora ¿a qué has venido?
- Han pasado muchas cosas raras últimamente, Minerva me ha vuelto a llamar diciendo que en los alrededores del colegio se han visto muggles, y sabemos que eso es imposible dado los muchos conjuros que protegen el lugar, pero no es el único lugar mágico que ha perdido sus barreras, el ministerio también ha tenido lo suyo y ha habido grandes sismos que han remecido toda la Inglaterra mágica desde Gales a Edimburgo – le dijo molesto – y ello se ha dado desde que Potter se pareció de nuevo por estos lados.
- ¿Y has concluido que Harry tiene la culpa, Severus? – le dijo divertido.
- ¿Quién más pudo haber sido? Nadie tiene en este mundo tanta magia como él.
- Pobrecito, ni embarazado lo dejan en paz – suspiró – y antes que me grites por ello, te diré que el hijo no es mío, es de Draco – dijo y vio como este palidecía ostensiblemente – oh, si, es mi nieto, yo sólo estoy protegiendo a mi heredero.
- Pero es tu heredero, todo el mundo creyó que tú eras el responsable…
- Para que veas – le dijo divertido – de todas maneras igual es mi heredero, siendo hijo de mi hijo, a no ser que Draco no sea mi hijo, pero eso es absurdo.
- Pero Draco estaba viviendo vida de pareja con ese chico alemán, se veían tan…
- Creo, Severus, que si te quedas esta noche aquí te vas a llevar grandes sorpresas – le dijo divertido de antemano, sabía que el jefe de las actuales serpientes era muy, pero muy curioso, así que se quedaría.
- Muy bien, me quedo, sólo espero que no sean muy desagradables – replicó.

Lucius se apareció de nuevo en el barco pocos minutos antes que este arribara al puerto para no llamar la atención de los Muggles dado que él se había embarcado y sería incomprensible para ellos, si se daban cuenta, que estaba en tierra.
- No me han contado qué fue lo que vieron los muggles – les dijo esperándole arribo al puerto y que les dieran la orden de desembarco.
- Fue extraño, según ellos les pareció ver algo que se movía entre las aguas – dijo Ian – nosotros pensábamos en una isla mágica o algo así, pero se trataba de un dragón marino, ellos lo deben haber visto algo así como unos cinco segundos antes de perderlo de vista dado a su magia protectora, pero nosotros pudimos notar como él huía asustado dado que había visto el barco.
- La gran mayoría de las criaturas mágica tienen hechizos protectores que evitan que los muggles los vean – dijo Remus paseándose por la cabina – en especial aquellos que son considerados mitológicos, a veces ni los magos podemos verlos ni ellos pueden vernos a nosotros para evitar encuentros desagradables, eso significa que el debilitamiento de la magia va más allá de las barreras que protegen a los lugares mágicos y está afectando a las criaturas también.
- Bueno, creo que ya llegamos – dijo Master – espero que mi magia aún me proteja, no quisiera causarles problemas por ser un elfo guerrero ¿saben?
- Bueno, después de lo que creyeron haber visto, no creo que tus orejas les llamen tanto la atención – dijo Draco pensativo – padre ¿qué dijo Severus?
- Bueno, su curiosidad es más grande que su prudencia en muchas ocasiones, así que accedió a quedarse a esperar la llegada de mis invitados, sólo espero que nop armen una guerra dentro de mi casa o tendremos muchos problemas con el ministerio, dado que Narcisa ha andado hablando pestes de mí, claro que yo sólo declaré que siendo su hermana una reconocida mortifaga, no me extrañaba para nada su actual accionar, estaba furiosa, pero se tuvo que callar.
- Eres terrible, Lucius – dijo James moviendo la cabeza y escuchando como por los altavoces ordenaban desembarcar – pero me gustas así – le sonrió.
- Que bueno que así sea, a estas alturas ya no podría cambiar ni por ti, leoncito.
Harry bajó tomado de la mano de Draco, seguido por Ian que iba con Sigfrid, Remus con Sirius, Master, Lucius y James atrás y se detuvieron frente a la limosina que tenía en el parachoques el emblema de los Malfoy.
- Es el único artículo muggle que mi madre soporta – le dijo Draco viendo la mirada de los otros magos – dijo algo así como que era una señal de estatus.
- Amo – dijo un elfo doméstico apareciendo dentro del vehículo – el señor Severus nos pidió que le informaron cuando usted llegase ¿lo hacemos?
- Por supuesto – asintió este – dile que nos espere en la biblioteca, porque creo que él ya cenó ¿verdad? – el elfo asintió – entonces, tendrá que esperar que nosotros lo hagamos antes de verse con ellos.
- El amo ordena – dijo el elfo servicialmente y con un pop desapareció.
- Me parece que Snape tomó una buena decisión al respecto – dijo Remus sentándose en uno de los mullidos sillones de la limosina – así no nos agriará la cena a nosotros ni tendrá que recoger sus pedazos durante esta.
Harry miró a Draco y se sentó a su lado, no estaba muy seguro de querer enfrentar esa noche a ese hombre, pero como iban las cosas, era mejor hacerlo lo antes posible o los muggles descubrirían que de verdad ellos existían.

Snape estaba en la biblioteca leyendo un antiguo libro de pociones cuando Lucius entró acompañado de Harry, este miraba con cierta curiosidad al profesor de pociones que estaba ensimismado leyendo, lo vigiló unos segundos antes de decidirse a hablarlo, sabía que su padre estaba detrás de él junto con Remus y Sirius apoyándolo y que Draco confiaba en él, pero sentía que algo desagradable se había asentado en su estómago, apretándolo dolorosamente.
- Buenas noches, Severus – le dijo Lucius cortando el silencio oprimente que se había formado a su alrededor – espero que la cena haya sido de tu agrado.
- Sabes muy bien que los elfos de tu casa se desviven por atender a tus invitados – replicó levantando la mirada y viendo a quien acompañaba al rubio – Potter.
- Un desagrado volver a verlo – le dijo este apretando los dientes.
- La cortesía no se cuenta entre sus cualidades, Potter – replicó burlón.
- ¿Por qué debería ser cortés con usted? – le replicó a su vez, sentía que algo negro lo rodeaba, pero no se iba a dejar vencer por ello – no después de nuestro último encuentro ¿recuerda? – sentía que la cabeza le estallaba, a él venían las terribles imágenes del pasado, todo aquello que había olvidado.
- Me extraña que, viniendo de ti, no seas más directo, Potter – le dijo sarcástico.
- Debería matarlo, pero eso no lo haré yo – dijo tratando de controlarse.
- Así que el salvador del mundo mágico ahora me amenaza – replicó.
- Se lo advierto – le dijo este – después de lo que pasó, traidor, cobarde, asesino, mentiroso, desquiciado y quien sabe cuantas cosas más – le dijo levantando su mirada verde que parecía lanzar destellos – por su culpa murieron mis padres, por su culpa Sirius fue a rescatarme al ministerio y fue su mano la que mató a Dumbledore – dijo al fin – ¿creía que no me iba a enterar nunca que fue usted quien le fue con la profecía a Voldemort? Pues no, quizás ella no recordara la profecía pero sí recordaba que la estaban espiando esa tarde y quien había sido.
- No tengo idea de lo que estás diciendo, Potter – le dijo pálido como la leche.
- ¿No? Ella me lo dijo, Dumbledore me había dado antes de terminar el quinto año la profecía completa y el nombre de quien la hizo – miró a su alrededor – yo sí conocía los secretos de Voldemort ¿sabe? Más de lo que ustedes jamás supieron, a él no le gustaba depender de nadie, así que quiso protegerse haciendo pedazos su alma, de manera de hacerse imposible de matar – miró a Snape – lo odio más que al mismo Voldemort, porque él nunca fue alguien realmente importante para Dumbledore, pero usted sí, él siempre lo defendió aunque fuera injusto, creyó en usted ¿quiere saber a donde fuimos esa noche? A buscar uno de los pedazos del alma de Voldemort, el profesor se estaba muriendo y el único a quien quería recurrir era a usted ¿y que hizo? ¡Lo mató! – dijo llorando al fin – allí perdí al último de mis grandes protectores y me obligó a salir a buscar la muerte ¿no cree que ya había sido suficiente con ver morir a Cedric y a Sirius como para agregarle la muerte de Dumbledore? Y me dijo que no lo llamara cobarde ¿Cómo debía hacerlo? Decía que mi padre era un matón, pero mi padre jamás lo dañó en serio.
- Silencio, Potter, tú no entiendes nada – le dijo – era mi deber…
- ¿Tu deber? – dijo una voz a espaldas de Harry, saliendo de las sombras – eres sólo una rata vil, eres peor que Colagusano – agregó Remus – siempre metido en donde no se debe, espiando para hacerle daño a los Gryffindor a costa de lo que sea, más allá de todo limite, usando hasta la magia negra de ser necesario.
- Draco – dijo otra voz – llévate a Harry arriba, nosotros tenemos unos cuantos puntos que arreglar con este – dijo y Snape se quedó tieso, era imposible, se suponía que Sirius Black estaba muerto – ten cuidado, su magia podría estallar.
- Sí, deja que los merodeadores se hagan cargo – agregó otro más y Snape creyó que se moría, eso era más imposible aún – llévate a Sigfrid, a Ian y a Master también, Lucius, no es bueno para ellos que escuchen lo que vamos a decir.
- James, ten en cuenta tu estado, no quisiera que te pasara nada serio.
- No te preocupes, no haremos nada serio, no queremos problemas con el ministerio, aún tenemos cosas que hacer antes de ello ¿recuerdas?
Lucius lo miró y luego se encogió de hombros, sería mejor que confiase en ellos mientras ellos vigilaban la evolución de Harry, era bastante obvio que estaba en shock y que cuando al fin reaccionara, podía ser un desastre de proporciones.
- Bien – dijo James al escuchar como la puerta se cerraba – aquí quedamos lo que debemos quedar – se sentó frente a Snape que seguía estático, como de piedra – sabes perfectamente lo que te va a pasar ¿verdad, Snivellus? Y por eso estás aterrorizado – se acercó a él – le has hecho demasiado daño a mi hijo, aún cuando este era apenas un bebé, porque sabías qué iba a hacer Voldemort con la información que le llevabas, a mi no me vendes el cuento que no lo sabías, si hasta Regulus sabía lo que iba a hacer y no era tan cercano como tú.
- Es cierto que le llevé la profecía – dijo al fin – y si, sabía que buscaría a aquel que fuese capaz de derrotarlo para matarlo, pero yo no creía que de verdad aquello fuera real, sabes que para mí la adivinación era una estupidez.
- Pues Voldemort se lo tomó muy en serio – le dijo Sirius sentándose junto a James – sino ¿para qué tratar de robarse la famosa profecía completa del ministerio? Para él era muy importante cumplir su destino.
- Y fue lo que hizo al perseguir constantemente a Harry – dijo Remus – pero no estamos molestos con él ¿sabes? Porque el muchacho lo venció en buena lid, pero tú lo has hecho sufrir mucho y nadie te ha parado los pies hasta ahora.
- Así que es eso lo que pretenden hacer ahora – les dijo cruzándose de brazos – y dicen que no son montoneros, si son tres contra uno ¿es eso justo?
- Oh, vamos, Snivellus ¿Cuándo me fue necesario acudir en ayuda de James? – le dijo Sirius burlón – sabes perfectamente que nosotros no interveníamos en las peleas, que siempre fueron uno a uno, así que no digas sandeces.
- Pero nosotros no vamos a hacerte nada – le dijo James poniéndose de pie – será tu propia conciencia, si la tienes, la que te juzgue – sacó una varita del bolsillo de su chaqueta – recuerda interior fase – dijo y una luz salió de la punta de la misma y dio en la frente de Snape que se quedó con los ojos en blanco – vamos, dejémoslo que sufra solo.
- ¿Qué clase de encantamiento es ese? – le susurró Remus preocupado.
- Le he dado todos los recuerdos dolorosos de Harry que yo guardaba y los he mezclado con los suyos – le dijo James – para cuando el encantamiento termine de pasar todo aquello por su cabeza, estará muy arrepentido y estará dispuesto a pedirle disculpas a Harry inclusive – aseguró.
- Es Snivellus, Cornamenta ¿estás seguro que le pedirá disculpas?
- Mientras no lo haga, todos esos recuerdos lo rondarán – se encogió de hombros.

Draco estaba sentado junto a Harry en su habitación, casi podía ver el aura negra que rodeaba a su pareja, era tan patente que estaba luchando porque el dolor no le dominase, porque esa magia no lo hiciera regresar a la biblioteca a tomar venganza por su propia mano, quizás hasta usar los hechizos prohibidos y manifestar de pleno todo ese poder que bien sabía que el moreno tenía, lo había visto en la batalla final contra Voldemort, pero no esperaba volver a verla, al menos no así, cuando el alma de Harry estaba tan llena de ira.
- Harry, tranquilo, lo merodeadores ya se han hecho cargo – le dijo.
- ¡Ah! – gritó dejando salir una oleada de magia que se extendió a su alrededor remeciéndolo todo, luego vino una segunda, una tercera, una cuarta, Draco tenía la impresión que estaba sintiendo como una marea embravecida, las olas venían una tras otra, cada cual con mayor intensidad que la anterior.
- Tranquilo, amor, tranquilo – dijo tratando de acercarse a él, pero sentía que algo le impedía acercarse – vamos, piensa en nuestro hijo – le rogó – vamos.
- ¡Yo no quería vivir esa noche, Draco, soy un asesino!
- No digas tonterías, Harry, no lo eres – le dijo viendo como las lágrimas de Harry tomaban un tono plateado, se parecían mucho a las de un fénix, pero al llegar al suelo se convertían en delicados cristales – sólo te deshiciste de un tirano.
- ¡No, Draco, por mi culpa murieron muchas personas a mi alrededor, no sólo los malos cayeron esa noche! – dijo mientras las lágrimas se acumulaban a sus pies.
- Harry, sé que muchos cayeron a nuestro alrededor esa noche, pero muchos más hubiesen caído si tú no hubieses enfrentado a ese maldito – dijo consiguiendo llegar a su lado – piensa en todos aquellos que nacieron después de su caída definitiva, que no han tenido que vivir con el temor que maten a sus familias.
- Pero yo no soy mejor que él – susurró alejándose – mi hijo no merece algo así.
- Eres mejor que él, porque has sentido el dolor de la pérdida, porque amas, amaste y seguirás amando pese a todo lo que has sufrido – le acarició la mejilla – sé que sufriste mucho de niño con tu familia muggle, pero nunca los has odiado por eso ¿verdad? Podrías haber sido un amargado por no haber sido amado nunca por ellos, pero no lo eras, siempre sonreías, procurabas cuidar a tus seres queridos, ayudar a otros ¿Cuántos de nuestros compañeros no te recuerdan con afecto? Si fueras un asesino no se habría sentido tanto tu desaparición después de la guerra, piensa, Harry, eres el Héroe del mundo mágico.
- Pero ellos no saben la verdad – susurró nuevamente – ellos no estaban allí…
- Pero yo sí – replicó Draco – sé que fuiste un valiente al enfrentar con decisión a un mago que te llevaba más de 50 años de ventaja en la práctica de la magia, que conocía la mayor parte de los recovecos de la magia oscura y a quien poco le importaba quien cayera siempre que él consiguiera sus objetivos – Harry lo miró un segundo – sí, Harry, muchos confiábamos en tu poder, pero había quienes no habrían dado ni un grano de sal por tu victoria esa noche, si hubiese sido cualquier otro, la orden no hubiese seguido unida pese a la muerte de su creador.
- Tienes razón – suspiró y las oleadas de magia negra comenzaron a calmarse poco a poco y lentamente lo que antes era oscuridad ahora era luz, como una suave marea que llega mansita a la orilla de la playa – nunca fui igual a él ¿verdad? Pese a que él me marcó como tal, porque yo si puedo amar.
- Si, mi amorcito, tú puedes amar – le dijo abrazándolo al fin y Harry lo rodeó con sus brazos apoyándose contra su pecho antes de desmayarse.

James y el resto de los habitantes de la antiquísima mansión de los Malfoy estaban un tanto preocupados por las violentas oleadas de magia negra que Harry había emitido por espacio de diez largos minutos, todas las cosas habían ido a parar al suelo, incluidos los cuadros de las paredes que no tenían encantamientos que evitaran que estos fueran retirados de las paredes.
- Parece que al fin se ha tranquilizado – dijo Master preocupado – ese muchacho tiene demasiada magia hasta para su propio bien, pero parece que se la gana.
- Espero que se haya calmado finalmente – dijo James – está comenzando a manifestar el poder de todas aquella criaturas mágicas que forman parte de nuestra herencia mágica – dijo sentándose junto a Lucius ya que casi todos estaban en la sala de estar esperando los resultados de el “escape mágico” de Harry y el resultado del hechizo que le había echado a Snape.
- Bueno, el que se puso primero de manifiesto fue el de las mujeres águilas – dijo Remus – ya vimos la de los esturiones, pero falta la manifestación del poder de las náyades y las de los druidas ¿no es verdad?
- Bueno, lo que acabamos de sentir es precisamente parte de su herencia de náyade – dijo Master pensativo – si mal no recuerdo, ellas hacían este tipo de manifestaciones cuando les acometían fuertes accesos de rabia, sólo que ellas lo hacían en mares y lagos y no con peligrosas oleadas de magia – señaló.
- Pero creo que el libro de genealogía señalaba más criaturas mágicas dentro de su sangre – dijo Ian – recuerdo que eran cuatro los nombres que no aparecían mencionados por allí, y los druidas si estaban incluidos dentro de ella.
- Bueno, creo que saben que casarse con criaturas mágicas estaba prohibido, pero ello no se consideraba como para perder el linaje – señaló Master – pero creo que tienes razón, los Potter se convirtieron en los Señores de Avalon no sólo por ser la única dinastía externa que aún existe y se mantiene unida a Avalon, hay otras cualidades que la han destacado como los herederos de su poder.
- ¿En serio? – dijo Lucius abrazando a James, que de inmediato se acurrucó.
- Los Potter siempre han sido dueños de un gran poder mágico, claro que tarde mal y nunca hacen uso de este porque suele agotarlos en extremo – se puso de pie – James hizo uso de él cuando quiso proteger a su hijo a costa de lo que fuera, incluso si se sacrificaba a si mismo en el intento – le dijo revolviendo su cabello – Sigfrid se volvió loco cuando su novio murió y por poco destruye todo el ministerio de magia cuando dijeron que él era culpable y no el asesino – miró a este y él se sonrojó – y Harry acaba de manifestarlo con las oleadas de poder y si hemos dejado se sentirlo es porque se agotó y ahora duerme.
- Pero los Potter también son muy ricos – dijo Lucius acariciando a James.
- Bueno, creo que se debe a que las raíces de la dinastía Potter se hunden en el mar hasta Atlatis, que de allí viene Avalon – sonrió al verlos a todos sorprendidos.
- Eso significaría que la dinastía de los Potter es milenaria – dijo Sirius asombrado.
- En realidad, sí, las dinastías dentro de Avalon suelen vivir miles de años, pero a veces uno se cansa de vivir – asintió – pero sólo existieron 4 generaciones de Potter en Avalon antes que Pendragon saliera para siempre de ella, cada cual vivió alrededor de mil años, pero ellos siempre tuvieron un espíritu inquieto, y desde que Atlantis despareció no había manera de conseguir las emociones que a ellos les gustaba, sólo el volar los hacía felices, pero en Avalon no se puede practicar, el cielo no llega más allá de las torres del castillo.
- O sea que cuando Pendragon Potter salió de Avalon a recorrer el mundo…
- Sí, era más viejo que Matusalén – asintió Master – pero mantenía su apariencia juvenil dado que su magia no se había contaminado con la vida exterior, pero ellos querían vivir como vivían los magos fuera, les gustaban las emociones fuertes, y poco les importaba arriesgar la vida por un ideal, si lo consideraban justo.
- Quizás sea por eso que yo tengo al bebé de Harry – dijo James pensativo – su magia está demasiado inestable y lo he acogido para protegerlo ¿verdad?
- Los Potter tienden a proteger mucho a sus seres queridos, pero mucho más a aquellos que llevan su sangre – asintió Master – es muy lógico, de todas maneras.
- ¿Creen que el hechizo que James le echó a Snivellus haya terminado su tarea?
- ¿Qué hechizo le lanzaste? Espero que no sea magia negra – dijo Lucius.
- Por supuesto que no – le dijo este ofendido – es un hechizo que te hace repasar los peores momentos de tu vida mezclados con aquellos de la persona que más daño le has causado – explicó – no podíamos hacerle daño físicamente, pero si lo podía torturar por medio de su conciencia, si es que la tiene.
- Pues si no la tuviera ya lo sabríamos – dijo Ian – pero ¿no lo afectó la magia de Harry? Porque fue rotundamente terrible y poderosa.
- El hechizo causa introspección – le dijo Sigfrid – y tiene una condicionante, mientras esta no se cumpla, nada de lo que pase a su alrededor lo afectará.
- Pero podría haberlo dañado seriamente – insistió.
- No, porque ella crea una barrera a su alrededor que lo protegerá incluso de la peor maldición – le dijo Master – nada puede penetrarla, ni un aveda kadeva.
- Pero no hay contra maldición para ella – le dijo asombrado – siempre lo han dicho, cuando ella es lanzada, nada evitará tu muerte si te da.
- Si se puede evitar – le dijo James – pero igual transitarás los linderos de la muerte dado que tu alma se separa de todas maneras de tu cuerpo – miró hacia el techo – la magia negra sólo puede ser combatida con amor, que es la esencia de la magia blanca, Lily y yo sabíamos que Voldemort iba a atacarnos con ella y que ambos caeríamos, pero no podría tocar a Harry por más que lo intentara, lamentablemente el hechizo sólo tendría continuidad en alguien que tuviese lazos consanguíneos con alguno de nosotros, lo que nos dejaba a los muggles parientes de Lily dado que no había Potter alguno que se pudiera hacer cargo de él.
- ¿Usaron un conjuro especial para ello? – dijo Remus.
- Recuerda que ella bien pudo haber sido aprendiz de Druida y que por mis venas corre la sangre de ellos – sonrió con tristeza – así que nos conseguimos comunicar con uno de ellos del pasado y nos dio aquel complicado hechizo que necesitó tres noches en estar completo, con que Voldemort llega unos minutos antes, no habría servido de nada nuestro sacrificio, quizás por eso le quedó una fea cicatriz en la frente a mi hijo – suspiró.
- Quizás debiéramos dejar las cosas tristes para otra ocasión y comenzar a pensar en la misión que nos encomendaron antes de salir de Avalon – dijo Sigfrid.
- Bien, en cuanto despierte Harry empezaremos a movernos de nuevo – dijo James – tendremos que ir a Howgarts a ver a Firenze para que nos dé el dato para ubicar a las hadas de Irlanda del Norte.
- Será bonito regresar allí – dijo Sigfrid – tengo muy gratos recuerdos de cuando fui alumno, recuerdo cuando se unió al colegio Sir Nicholas casi decapitado y se convirtió en el fantasma residente de la Torre de Gryffindor, las cocinas…
- Las cocinas también eran nuestras favoritas – sonrió James – pasábamos allí.
- Perdonen, los amos – dijo un elfo doméstico haciendo una reverencia bastante exagerada – pero hay unos señores que vienen del ministerio de magia, dicen que vienen a arrestar al señor Harry Potter, pero nosotros no los hemos dejado pasar.
- Diantre – dijo Sirius – las oleadas de magia negra que Harry expulsó antes de poder controlarse los han hecho venir hasta aquí seguramente.
- Hazlos pasar – dijo James – pero que alguien le vaya a avisar a Draco que evite que Harry baje, me haré pasar por él por un rato, tenemos que ganar tiempo.
- Yo me haré cargo – dijo Master – recuerda que estás embarazado y sería peligroso para el bebé si te hacen alguna prueba, y aún no tienes las seis semanas – se acercó al elfo – además, ellos un deben haber visto nunca un elfo guerrero, en este mundo somos criaturas extintas ¿saben?
- Bien, yo subiré a avisarle a Draco – dijo James poniéndose de pie – vengan conmigo, Sirius y Remus, ellos no deben saber que los merodeadores están aquí.
- Ten cuidado, Master, podrían mandar a alguien de control de Criaturas mágicas a llevarte al ministerio – le dijo Remus.
- Los elfos guerreros no somos simples criaturas mágicas, somos casi humanos.
- Pues te diré que aún hay magos que les temen a las criaturas “semi humanas” – le dijo Remus – por eso los centauros viven en el bosque prohibido ¿sabias?
- Los humanos del mundo exterior siempre fueron muy raros – dijo Master – pero no se preocupen, por algo soy un Malfoy, quizás les asombre ver lo que soy capaz de hacer con tal de proteger a los míos – miró a Sigfrid – ven, ayúdame a deshacerme de ellos.
- Claro, después de todo Harry es parte de mi familia y todavía le tengo sangre en el ojo a los del ministerio por lo que le hicieron a mi familia.
- ¿Sangre en el ojo? – repitió Ian asombrado – otra expresión muggle ¿verdad?
- Si, significa que aún está molesto por el pasado – le dijo Remus divertido.
- Vamos, un Malfoy y un Potter se harán cargo de todo – dijo Sigfrid.
- Espero que no destruyan mi casa – dijo Lucius dramáticamente.

Continuará…

Perdonen, disculpen, ahora sí que me he tardado demasiado, pero apenas me estoy acomodando de nuevo a la rutina y creo que me tomará un poco de tiempo más volver a escribir otro capítulo. Al empezarlo pretendía que fuera el último, pero como nunca se me escapó y vaya a saber si el siguiente lo sea. En fin, que sea lo que Dios quiera.
Ah, respecto a Snape, no es que lo odie, realmente sólo me desagrada un buen resto, pero le daré un final feliz para que la Orden Severusiana no me cuelgue (no es cierto, desde un principio tenía planeado darle alguien a quien querer), pero aún no se me ocurre la manera de redimirlo, pero no duden que lo haré.
Espero que les haya gustado y valido la pena la espera, sus comentarios son lo más importante para mí y si no me los dejan, no sé si continuar.
Shio Chang (odio regresar a la rutina, pero ni modo, hay que ganarse los porotos)
Notas finales: Dejen R&R

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