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The Wizard por Bunnyhart

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02: Magic

“La primera vez que me viste no era quien debía ser, y la segunda viste tanto de mí que se me hizo tan injusto no conocerte tanto. Aun entonces te consideraba mi enemigo y tú sólo me veías como alguien sacado de tu imaginación”r13; Arthur


28 días después

 

Alfred dormía removiéndose entre las cobijas de su cama matrimonial, murmuraba cosas tan rápido que parecía decirle un juramento a alguien. Sólo las palabras "capítulo", "acabar", "morir", "idiota" eran lo que se entendía, y poco pudo imaginarse que alguien le interrumpiría su sueño.

 

Desde su jardín, una figura encapuchada miraba en dirección a la habitación del escritor, caminando a paso firme por el jardín cercado del joven de ojos azules. Y con sólo girar su muñeca derecha sin tocar la perilla dela puerta, pudo abrir la puerta trasera de la casa para entrar por la cocina.

 

Pasando por la cocina, caminó a paso lento cruzando el comedor para toparse las escaleras de madera fina. Subió a un ritmo que parecía saberse de memoria el número de los escalones por lo que no le costó perderse entre las cinco puertas en la planta de arriba. Caminando hasta dar con la última del pasillo y abrirla sin el menor ruido.

 

El misterioso joven sólo dio un par de pasos hasta quedarse parado a lado del joven escritor que había comenzado a masticar su almohada como si fuera comida.

 

Soltó un suspiro mudo para levantar la mano sobre el cuello de Alfred, empezó a abrir y cerrar su mano derecha como si fuera una pinza, notando como cada movimiento que hacía, simulaba como el escritor se quejaba simulando la falta de aire.

 

El joven comenzó a temblar nervioso cuando el humano que dormía con tranquilidad se removía tratando de introducir aire a sus pulmones sin lograrlo. La figura encapuchada, gruñó vencida para soltarlo, haciendo jadear a Alfred por el aire recuperado.

 

– No puedo hacerlo – susurró dándose la vuelta molesto consigo mismo, mientras se retiraba la capa de su cabeza, revelando un corto cabello rubio más claro que el de Alfred, quien parpadeaba despertando y al ver una figura a lado de su cama, se asustara y sin decir nada, se estirara para tomar el bate de beisbol a lado de su buró, juntando fuerzas para golpearle en la espalda.

 

El rubio exclamó de dolor cayendo al sueño mientras el escritor corrió a encender las luces, cerrando la puerta de su habitación para enfrentar a su atacante. Tomando su celular y poniéndose sus gafas, mientras marcaba los tres dígitos del 911 sin tratar de perderlo de vista – ¿Qué demonios haces en mi casa? ¡No te muevas, que llamaré a la policía, ladrón!

 

– ¿Estás marcando el número de emergencias? Siento decirte que ellos no van a llegar hasta acá, Alfred– gimió el joven adolorido en un claro acento inglés, levantando la mirada hasta el decidido rubio de ojos azules que le miraba con enojo y muy poco temor.

 

Alfred enmudeció al notar el acento del hombre de capa y traje color azul rey. Un segundo después se dio cuenta de que lo había llamado por su nombre, y sintió náuseas al sentir lo habían descubierto.

 

Trató de disimular que no era alguien famoso, o bueno, no tanto como el gran Robert Downey Jr – ¿Qué haces aquí, eh? No tengo nada muy grande de valor, deberías ir a Hollywood o Los Ángeles donde viven los ricos de los reality shows y películas

 

– Nadie dijo que venía a robarte… es más, ¿no deberías ser tu el que viviera ahí si eres tan rico que podrías pagarte un departamento a lado de esas estrellas, Alfred F. Jones? – se rio irónico el otro mientras se arqueaba una ceja. Alfred miró embelesado como ese joven hombre tenía cejas tan tupidas que parecían ciempiés en su rostro.

 

El escritor negó con la cabeza para decidir que debía dejar de concentrarse en la apariencia del pobre hombre con esas cejas tan horribles. Se le volvió a iluminar el rostro al pensar que si no era un ladrón, tal vez era…

 

– Shit, es que eres un paparazzi?

 

– No, agradecidamente leo mejor basura que lo que escribes, ya que los escritores reales son los que existieron hace siglos y muchos de ellos siendo ingleses– el rubio de enormes cejas se mofó encogiéndose de hombros mientras se empezó a poner de pie con lentitud, Alfred no dudó en seguirle apuntando con su  bate de beisbol.

 

– ¡Dime qué haces aquí y ya no juegues conmigo!– exclamó el escritor acercándose al extraño sin pensarlo, para no soportar más el ver esas cejas tan tupidas en el rostro de ese chico que parecía de su edad, ¿es que no había viso esas cosas tan enormes en el espejo? –Hey, tus cejas son enormes, deberías cortártelas o hacer que un estilista te las arregle, se parecen tanto a las de Frida Kahlo. Y son muy distractoras, perdón, pero ni siquiera puedo verte a los ojos

 

El otro chico enrojeció cuando incluso Alfred se acercó a querer tocarlas con curiosidad, que le apartó molesto con una mano – ¡Oye! ¡Deja mis cejas, no te importa como luzco, estúpido! Y deja de verme así, ahora el acosador pareces tú, git– el rubio más bajo dio varios pasos hacia atrás para esquivarle, que terminó chocando con el borde de la cama y cayéndose al suelo.

 

Alfred se agachó para acercar su rostro al otro, entrecerrando sus ojos observándole con más detalle su rostro.

 

– Jajaja, lo siento, es sólo que nunca había visto un color de ojos tan verdes como los de…– el chico alto de lentes perdió el habla al darse cuenta – ¿Tony?

 

El chico de ojos verdes le miró con atención un segundo, para fruncir las cejas molesto– Te dije muchas veces que ese nombre no me gustaba, pero tu insistías en seguirme llamado así los días que me estuviste cuidando, pedazo de…–  se calló sonrojándose al haber metido la pata.

 

Alfred sólo abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua sin entender. No había duda, los mismos ojos verdes los tenían su zorro que hace semanas se había fugado, y el extraño que lo acababa de atacar hace unos momentos.

 

– ¿…cómo es que…?– dijo Alfred confuso para tomarle de la muñeca derecha y al soltando el bate, arremangara la camisa blanca del rubio que se removía ante su contacto; pero finalmente se encontraron sus ojos azules con una fina marca que dejaría la trampa de oso sobre la piel del otro –Si eres tú

 

El hombre más bajo le empujó para levantarse mientras volvía a cubrir su cicatriz reciente con la blanca camisa y la manga de la capa, aun con Alfred siguiéndole y cerrándole el paso a la salida –Esto no debía de haber pasado… yo venía a otra cosa

 

–Espera, si eres Tony, ¿por qué…?

 

– ¡Deja de llamarme así! ¡Mi nombre es Arthur, estúpido!- gritó el chico de traje formal molesto por el nombre – Debí de haberte matado hace unos minutos, pero no pude hacerlo, te debo la vida por salvar la mía pero… ¡argh! – se jaló de sus rubios cabellos con coraje, para soltar un último suspiro antes de mirar los ojos confusos y un poco asustados del novelista.

 

– Escucha… te perdonaré la vida si tu sólo te vas de aquí, deja tu casa, puedes irte en la mañana apenas termines de empacar todas las tonterías que tienes en esta casa de niño mimado

 

Alfred parpadeó para mirarle en desconfianza –Eh… no gracias. No entiendo. ¿Por qué tengo que irme? Está es mi casa, legalmente el territorio que está cercado es mío, y tengo más derecho a estar aquí que tú que… no fuiste invitado y entraste como un ladrón… a matarme, eso no es de humanos zorros o lo que sea que seas

 

Arthur le miró levantando una ceja ante el pobre vocabulario que el novelista había usado, ¿en serio? ¿Humanos zorros?

 

Pero el joven británico no tenía mucha paciencia, así que decidió ignorar la burda imaginación del americano, para volver a dar a entender su punto de vista.

 

– ¡Yo no hablo de la casa, este territorio ni siquiera es mío, es toda la vida que hay allá afuera! Nosotros somos los invasores de su espacio, y es mi deber proteger esta área de los humanos

 

¿Cómo? Alfred se talló los ojos cada vez más confuso –¿Entonces de verdad no eres mi zorro Tony?

 

Arthur exclamó un grito de coraje ante la frustración que le causaba que el otro chico siguiera pensando en eso. Decidió tomarle del cuello de su camisa, dejando muy cerca de él y que lo obligara a verlo a la altura de sus ojos. Maldecía la diferencia de estatura que había entre ellos, al idiota debieron alimentarlo como caballo para tener ese tamaño.

 

– Escúchame bien que sólo lo diré una maldita vez, bloody shit. Lárgate de aquí con o sin todas tus porquerías materiales, o te vas a enfrentar a consecuencias tan grandes que ni toda tu más oscura pesadilla podrás imaginar que puedo hacer

 

Los ojos azules miraron en curiosidad los ojos verdes, fríos y crueles que Arthur le dedicó; pero no le tomó miedo, sólo asintió un poco para que el más bajo le soltara.

 

Cuando se dio cuenta de que los ojos de Alfred realmente no le creían, decidió suspirar hondo antes de que convirtiera su cuerpo en varios cuervos negros furiosos que le aleteaban al otro con forma de amenaza antes de escapar por su ventana antes.

 

El escritor sintió enojo de que lo hubieran lastimado, pero se dio cuenta que sólo habían intentado asustarlo. Iba a volver a dormir cuando se dio cuenta de que un último cuervo de ojos verdes se le quedara mirando por varios segundos, inclinando la cabeza antes de irse.

 

Fue cuando escuchó el sonido del aleteo de las aves a lo lejos que parpadeó tratando de asimilar lo que había vivido hace unos instantes.

 

Fue a cerrar la ventana del cuarto, para ponerle candado, igual que a la puerta de su recámara, y se recostó en la cama, abrazando el bate de béisbol como arma por si ahora el lunático chico mágico se le ocurría convertirse en otro animal agresivo.

 

Se quedó despierto varios minutos, hasta casi completarse una hora. Finalmente decidió que Artemicio, Merlín o como se llamara, no iba a venir en la noche a correrlo de su casa o a agredirlo. No, iba a cumplir su palabra y dejarle un día más para vivir en su casa.

 

Y decidió dejarse envolver en el sueño que tenía después de las noches en vela por escribir su libro. Mientras apagaba la luz, y dejaba sus lentes en el buró, empezó a entrecerrarlos ojos.

 

–No más Pepsi kick en la noche como cena antes de dormir

 


 

Al día siguiente se dedicó a hacer tres cosas.

 

Una, tiró toda su Pepsi kick que había comprado hace unos días.

 

Dos, terminó de escribir otro capítulo de su libro mientras comía a la hora del almuerzo.

 

Y tres, investigó sobre las historias de ese chico que se transformaba en animales.

 

Al entrar en el internet se dio cuenta de que existían varias historias de que los que entraban en ese lugar no regresaban y los que lo hacía tenían una muerte dolorosa manifestada varios años después. Otros mitos decían que era un fantasma que buscaba venganza contra los vivos.

 

Desechó esa última idea al darse cuenta que Arthur había sido un ente físico que convivió como un zorrito inofensivo mientras le cuidó anteriormente, y el día anterior lo había sujetado del cuello de su camisa de dormir sin ningún problema.

 

Incluso él mismo recordaba que el dueño que le había vendido ese terreno, le había comentado que en ese bosque vivía desde hace siglos un hechicero que cuidaba su hogar, y que las personas que destruyeran la flora y la fauna de esa zona, eran severamente castigadas.

 

Aún más tontamente, el propio arquitecto que había hecho la casa, le contó varios relatos de personas que él conocía que nunca habían regresado a casa. Claro, el como todo buen Jones en su familia, no tomó en cuenta por ser habladurías de los aldeanos del pueblo a una hora de ahí.

 

Pero hoy… parecía que acababa de comprobar que era cierto.

 

Sin embargo, si Arthur de verdad era el cruel hechicero que asesinaba a todo aquel que violaba esa zona y destruía sin mayor complicación la vida, ¿por qué es que si tenía la oportunidad ayer o cuando estaba como un zorro no le mató?

 

¿Era tan despiadado como relataban los rumores? ¿O es que a ÉL era inmune a que pudiera asesinarlo? Y de nuevo, la misma pregunta, ¿por qué?

 

El americano sonrió pensando que tenía una excelente idea para poner a prueba lo dicho por el hechicero y sabía que Arthur se le volvería a presentar y sabía, apostaba su carrera de escritor, que no lo mataría tampoco la próxima vez que se vieran.

 

Continuará

Notas finales:

Se me había olvidado como amo historias como Pocahontas, Avatar de James Cameron, Tarzán… cualquier historia de un invasor que llega a un lugar desconocido y misterioso y se enamora de aquel que vive ahí. Les prometo que la trama mejora ya en el tercer capítulo, con más personajes y más sexyness USUK.

 

MIL gracias, a Liz Joker por ser una personita que leía este fanfic cuando lo publicaba, y de nuevo me dejó review ahora. Gracias de verdad. Por ti, este fanfic se animó a seguirse publicando.

 

De nuevo, espero que me dejen reviews, a veces uno anda desvelado, y a diario escribe, edita, borra y se corrige para dar lo mejor para sus lectores. Y uno está como perrito esperando a su dueño, esperando comentarios, y no llegan. Para mí en este momento los fanfics son una distracción, y una motivación entre los cambios que hay en mi vida. Recibir comentarios positivos me animarían mucho, chicos.

 

¡Cuídense mucho y gracias por leer! x3

 


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