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La Persona Que Es Para Mí por DanyNeko

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— ¿Te sientes bien?

—Tranquilo, estaré bien Yug —Ryou acarició el cabello de Yugi, ambos en la entrada de la casa —ve con cuidado, primo.

—Tú también, con suerte tu tormento durara solo dos días.

Ryou rodó los ojos —reza por mí.

Yugi rio y salió de la casa en dirección a la escuela, Ryou cerró la puerta y terminó de lavar los platos del desayuno para luego tomar su propia mochila y dirigirse al patio trasero, se aseguró de que todo estuviera bien cerrado antes de transformar su apariencia, era lo suficientemente temprano como para que los vecinos no estuvieran fuera así que subió a la copa del roble de un salto para luego brincar por los tejados cercanos, las cuatro manzanas que lo separaban de su casa.

Aterrizó en el abedul de su patio trasero y rebuscó sus llaves para entrar a su casa, el interior estaba tan solitario y vacío como de costumbre. Se dirigió a la cocina para guardar algunas cosas que había comprado más temprano, después de todo su alacena y nevera casi siempre permanecían medio vacías gracias a que vivía más con Yugi que allí, por lo que sólo tenía alimentos enlatados y cosas no perecederas.

Cuando desocupó su mochila la aventó a cualquier lado y tomó el teléfono para pedir unas cosas más a la tienda más cercana, mientras subió a su habitación, encendió el aire acondicionado a lo más frio que pudo y rebuscó en su armario un conjunto más cómodo.

—Por Ra, que calor —se quejó para sí luego de recibir el domicilio, entre el cual resaltaba un par de botes de helado, unas bolsas de hielo y botellones de refresco.

-x-

—Mira nada más, creo que me encontré a un gatito solitario —la voz de Yami sobresaltó a Yugi —Buenos días Yugi.

Yugi le sonrió cuando Yami llegó a su lado —buen día Yami.

— ¿Hoy vienes solo? ¿Qué ha pasado con tus amigos? —retomaron juntos su camino a clases.

—Sí, es que Ryou se siente mal y prefirió quedarse en su casa —excusó —Malik no debe tardar.

Yami se encogió de hombros —bueno, me tienes a mí.

Yugi rio —y eres una excelente compañía, gracias —le guiñó un ojo.

—Oh ¿en serio? Me siento alagado —le siguió el juego —en ese caso ¿qué te pareces si vamos después de clases por unas hamburguesas?

— ¿Hamburguesas? —a Yugi le brillaron los ojos — ¡Yo encantado!

Yami por los ánimos de Yugi —hecho minino —Yami se atrevió a acariciarle el cabello a Yugi, este luchó por no ronronear.

Yami tomó sus auriculares y se colocó uno, ofreciéndole a Yugi el otro, entonces colocó la música en su celular y siguieron su camino hasta llegar a la escuela.

En la entrada, Yami recibió un ligero puño sorpresivo, Bakura los había alcanzado. Los tricolores le saludaron mientras subían al salón; Yami guardó sus auriculares.

—Oye Yugi ¿Ryou no vino contigo? —le preguntó el albino mayor.

Entraron en el salón dónde apenas estaban Tristán, Duke y Joey.

—No, se siente mal y se ido a su casa —los dos hanyou voltearon a verle con caras extrañadas. Bakura ocupó su puesto habitual y Yami se sentó junto con Yugi.

— ¿Pero qué es lo que tiene? —preguntó Bakura, preocupado.

—Emm, pues le dio fiebre.

— ¿Fiebre? —repitió el albino.

— ¡Sí, eso! Tiene temperatura y mareos, dijo que se sentía algo débil —dijo de forma nerviosa, tratando de sonar creíble.

Bakura bajó la cabeza —ya veo.

Mientras, afuera Malik apenas entraba por el portón, tratando de ahogar sus múltiples bostezos.

—Hola lindura —Marik lo sorprendió por detrás, tomándole las caderas. Malik se desconcertó al no haber visto venir su acción ¿tan amodorrado estaba?

—Bu-buenos días —le saludó sin girarse y con los hombros algo tensos.

—Ehhh ¿qué pasa contigo? —habló algo decepcionado —creí que ayer nos habíamos vuelto... más cercanos —dijo lo último cerca de su oído.

—Y yo creo que nos están viendo ¿podríamos hablarlo en otro lado? —expresó apenado, habían varios alumnos cerca.

—De acuerdo, ven conmigo —Marik lo arrastró hasta el pasillo que daba al patio trasero, donde había una máquina expendedora — ¿Quieres algo de tomar? —ofreció, comprando una lata de café.

—Un frappé de caramelo, por favor —le respondió, recargando la espalda contra la pared —creo que terminaré dormido en el salón —musitó con una pequeña sonrisa.

— ¿Qué pasó? ¿No dormiste bien? —le ofreció la bebida.

Malik sonrió —digamos que me costó un poco conciliar el sueño —abrió la lata y tomó un sorbo.

Marik puso una mano contra la pared, justo al lado de la cabeza del menor, cercándolo — ¿tu hermana te dijo algo?

Malik negó con la cabeza —creo que estaba demasiado cansada o no se ha enterado de nada... probablemente haya sido lo primero —se encogió de hombros.

—Perfecto —Marik bajó su brazo libre hasta su cintura para acercar más sus cuerpos.

— ¿Qué ha- —fue interrumpido por una fiera boca con gusto a cafeína, que había acaparado hambrientamente la suya.

Y Malik esta vez no se hizo de rogar, llevó su mano libre al cabello de Marik y lo acarició con suavidad, todo lo contrario al roce feroz y apasionado de sus labios. Daba gracias a Ra que no había nadie cerca, le encantaba sentir el calor y la presión del cuerpo de Marik contra el suyo.

—Increíble. El caramelo sabe aún más dulce en tus labios —murmuró el mayor cuando se separaron apenas para respirar.

Malik se sonrojó un poco —a mí nunca me ha gustado el café, pero he de admitir que en tu boca sabe bien —correspondió, mordiendo suavemente su labio inferior, raspándolo con sus pequeños colmillos.

—Mi zorrito travieso —Marik bajó el rostro para besarle el cuello —cuida lo que haces o terminaremos saltándonos las clases.

—Lo siento guapo, pero Yugi me espera —con suma facilidad, Malik se le escabulló hacia las escaleras mientras seguía tomando su frappé.

—Ohhhh, vamos ángel —Marik arrojó su lata vacía a una papelera, yendo tras el kitsune.

— ¿ángel? —Malik arqueó una ceja, burlón —mi querido Marik, tengo sangre de youkai en mis venas, soy lo más lejano a un ángel que puedes encontrar.

—Ya, pero eres más lindo que uno —caminó a su par.

—Como tú digas —Malik rodó los ojos —si yo soy tu ángel entonces tu eres mi demonio.

— ¿demonio por qué? —le regresó con una risilla —soy un simple humano.

—Quizás —Malik le acarició debajo del mentón —pero te lo dije ayer... tú haces que pierda el control —se inclinó hacia su mejilla, pasando su lengua por esta para luego terminar de subir las escaleras.

Marik se quedó un momento pasmado —...Me gusta cómo se oye eso —le alcanzó y ambos entraron al salón.

Luego de los saludos acostumbrados y que tanto alumnos como el profesor llegaran el primer bloque de clases comenzó con normalidad -a excepción de que, como Ryou no estaba, Marik ocupó su puesto al lado de Malik- así hasta el descanso.

Como hacía un buen tiempo todos decidieron ir a comer en la azotea, los humanos salieron primero, sin embargo los cuatro hanyou se quedaron atrás en el salón.

—Entonces ¿cómo está Ryou? —le preguntó Malik al tricolor.

—Logró pasar la noche tranquilo, pero el pobrecillo se notaba sofocado está mañana —suspiró Yugi.

—Ya, es lo que tiene el celo, por suerte lo ha pillado cuando no hace tanto calor—dijo Joey.

— ¿Ryou no tiene a alguien que le guste en serio? —preguntó Duke.

Malik y Yugi se miraron —realmente no lo sabemos, pero sospechamos que sí.

—Bien, será mejor que salgamos antes de que alguno venga a ver por qué demoramos —apuró Joey.

Ninguno se percató de que, detrás de la puerta ligeramente entreabierta, Bakura había escuchado todo "así que Ryou entró en celo... no estaría mal darme una vueltecita por su casa... solo para ver como está" Y con esto en mente se dirigió al patio trasero del colegio, agradeció mentalmente el haberse llevado su mochila consigo de una vez.

Por suerte, no había nadie más en esa zona aún pero, con el inicio del receso Bakura sabía que no contaba con mucho tiempo, se trepó por uno de los arboles más grandes que estaba cerca del alto enrejado que bordeaba el terreno escolar, afortunadamente la parte posterior daba a un pequeño terreno baldío, cubierto de árboles y maleza. Con algo de dificultad logró atravesar entre varias ramas hasta salir de los terrenos del colegio y bajó para llegar a la calle, rodeó una cuadra y se dirigió a la casa de Ryou, recordaba bien como llegar.

Durante el trayecto le mandó un mensaje a Yami, diciendo que se había saltado las clases por un encargo urgente de su hermano, coartada perfecta tomando en cuenta que Akefia se había ido una semana por fuera de la ciudad.

-x-

—Ra bendito ¿podría hacer más calor? —Ryou estaba tumbado en la cama, sus largas orejas descansaban sobre las almohadas entre su cabello alborotado, en la mesita de noche a su lado había un boll con cubitos de hielo y sobre ellos un pañuelo.

El albino tomó el pañuelo húmedo y frío, y lo colocó por enésima vez sobre su frente, luego de pasarlo por su rostro y cuello. Su piel se erizó débilmente, pero el alivio era mínimo.

Se movió para quedar en posición fetal, ni siquiera le estaba prestando atención al televisor de plasma en la pared frente a su cama. Sentía tanto calor que ni su cola movía pero a la misma vez sentía tantos deseos de hacer algo que sus instintos lo mantenían inquieto y agitado.

—Como odio estar en celo —murmuró para sí, levantándose de la cama para salir de su habitación y bajar a la cocina —necesito helado —dicho y hecho abrió el refrigerador, sacando una paleta helada.

De un momento a otro su corazón se aceleró, sus inspiraciones empezaron a hacerse más profundas y sus orejas se levantaron, como si hubiese captado algo —oh no, por favor no —suplicó en un susurro —estoy empezando a delirar —con paleta en mano, dejó que sus pasos lo llevaran de regreso a su cuarto.

-x-

Al llegar a la casa del hanyou albino, Bakura se tomó un momento para recuperar el aire, pensó en llamar a la puerta pero algo lo detuvo y mejor caminó hasta la alta puerta de cerca a la derecha de la casa que daba hacia el patio trasero, se agarró al borde de un salto y se balanceó hasta aterrizar en el lado contrario, ágil como un ladrón.

Caminó hasta quedar bajo el balcón del que, supuso, era el cuarto de Ryou, mientras apartaba esa minúscula vocecita en su cabeza que le decía que todo eso era una malísima idea. Las cortinas se agitaban ante la tenue brisa cálida pero el ventanal de cristal estaba cerrado... hasta que notó movimiento...

-x-

Movió sus orejas cuando estas dejaron de captar sonido pero no consiguió nada, sin embargo aquel aroma persistía. Si bien sus garras y colmillos ya estaban algo alargados, él cimbraba por el deseo de encajarlos en algo... o alguien.

Trató de agitar la cabeza y olvidar el tema, estaba totalmente seguro de que sólo eran delirios por culpa del celo. Él no podía estar allí, él estaba en clase con los demás ¿cierto? Para estos momentos debía estar comiendo con todos sus amigos, pensando que estaba enfermo como Yugi seguramente había dicho o quizás molesto por haberle fallado en lo de ir por un helado.

Pero, por Ra, que le parta un rayo si no era tan realista como inquietante ese aroma que parecía cerca de su casa, esa intoxicante esencia a vainilla y brisa marina... era el aroma de Bakura.

Con su paleta a la mitad en mano se asomó por la ventana de su balcón, colocando una mano en el cristal. Tanto desespero y solo era el primer día de su celo.
Se decidió a abrir la ventana y asomarse al balcón.

...

El frio aire artificial al mezclarse con la tibia brisa de la ciudad le hizo estremecer, no le importó que el frio de su habitación escapara y dejó el ventanal abierto mientras iba y se recostaba contra la barandilla de su balcón.

Bakura, ocultó entre las hojas de las ramas más espesas y cercanas al balcón del abedul, contuvo el aliento y se obligó a no hacer movimiento alguno.

Las orejas de Ryou se movieron descuidadamente, en su sofoco no podía percibir nada más allá de una respiración algo agitada junto al latido acelerado de un corazón... aguarden ¿era el suyo? Posiblemente.
Suspiró de forma ahogada, dejando a su brazo balancearse frente al barandal mientras el otro mantenía dentro de su boca la paleta casi terminada.

Bakura tragó grueso, ahí estaba esa voz que le decía que estaba haciendo una locura, pero no podía apartar sus ojos de Ryou.
El hanyou se llevó la mano libre a la cabeza, la cual agitó con desespero, Bakura le miró curiosidad ¿qué le ocurría?

— ¡Basta, por favor! —gritó el menor en desespero, abriendo los ojos a la vez que fruncía el ceño —él no está aquí, es imposible que esté —se regañó a sí mismo, dándose un ligero golpe en la cabeza.

"¿En quién piensas pequeño conejito? ¿En realidad habrá alguien que te guste?"

Bakura notó que Ryou quiso volver dentro, pero había algo que parecía retenerlo. Su nariz se agitaba débilmente y siempre apuntaba de vuelta en su dirección ¿le estaría descubriendo?
Se percató de que el menor temblaba ligeramente, se sacó la paleta de la boca mientras se llevaba la mano libre al pecho, como si le doliera el corazón.

—Ese aroma —alcanzó a oír que musitaba —ese maldito aroma que me vuelve loco —expresó entre molestia y ansiedad, parándose derecho y acercando lo que le quedaba de su paleta a la boca —oh mi... —soltó un suspiro acalorado —no sabes cuánto ardo en deseos de tenerte solo para mí —abrió la boca y sacó su lengua para pasarla lentamente por el frio dulce artificial. Bakura tembló en su lugar, apretando los puños ¿cómo es que ese sencillo acto resultaba tan jodidamente erótico? Ryou metió de nuevo la paleta en su boca y al salir el palito estaba limpio del helado, apenas cubierto por la saliva del joven hanyou. Con un suspiro, Ryou finalmente se dio la vuelta, arrojando el palito a cualquier lado del patio sin darle importancia y avanzó con pasos lentos de vuelta en su habitación, casi gritando una última queja —Bakura ¿por qué no puedo sacarte de mi cabeza? —su cola se ondeó con fuerza ante su irritante mal humor y Bakura casi cae de cabeza del árbol.

¿Era él? ¿Era él en quien Ryou pensaba ahora que estaba en celo? ¿Él le llamaba la atención de aquella manera? Se tomó unos segundos para procesar todo aquello y descubrió que, que el hanyou albino se sintiera atraído de esa forma por él no hacía más que alborotar sus hormonas, deseoso de corresponderle. La ligera presión que sentía contra sus pantalones era firme prueba de aquello... bueno ¿qué hacía como idiota escondido aun en el árbol cuando podía estar con Ryou en esos instantes? Dudaba que el hanyou de ojos castaños se molestara por su intromisión luego de que le ayudase a calmar esos sofocantes instintos animales que lo agobiaban.

Decidido, y agradeciendo a los dioses que Ryou aún no hubiese cerrado la ventana del balcón, Bakura pasó ágilmente por la rama hasta aterrizar cerca de las cortinas, importándole ya poco cualquier ruido delator. Entró y cerró la ventana tras de sí, mirando a Ryou, quien le daba la espalda con el cuerpo en tensión absoluta. Era obvio que, a estas alturas, lo había notado.

Ryou se giró lentamente, rogando en su fuero interno porque sólo fuese una ilusión o un sueño. Bakura se tomó el tiempo de darle un mejor vistazo: Ryou traía el pelo desordenado, lo que le daba cierto aire salvaje, una playera blanca sin mangas con un pronunciado cuello circular, la prenda le quedaba algo grande por lo que uno de los tirantes se resbalaba por su hombro, dándole un vistazo de su pálido pecho; además llevaba un short azul rey muy corto que apenas cubría lo necesario y se amoldaba al inicio de sus muslos de forma escandalosa.

Cuando se dignó a subir los ojos de vuelta Ryou le miraba con una expresión indescifrable, parecía paralizado en su lugar, sus puños estaban apretados a los lados de su pecho y su larga cola se balanceaba nerviosamente.

Decidió que debía decir algo —vaya, y yo que pensaba que estabas enfermo —se cruzó de brazos, con una confianza y seguridad que realmente no tenía, que sólo aparentaba.

— ¿Ba-Bakura? —tartamudeó el hanyou, aun sí procesar bien el hecho de que el muchacho que le alborotaba los instintos estaba ahí frente a él, cuando estaba en celo, y que su sangre sobrenatural hervía incitándolo a saltar sobre él y... hacer muchas cosas que no venía al caso pensar ahora — ¿qué-qué haces aq... cómo... po-por qué estás aquí? —balbuceó, tenía la mente en blanco y le costaba formular una de las millones de preguntas que lo abordaban.

Bakura dejó su mochila en el piso y recostó la espalda contra el vidrio del ventanal, esperando al momento oportuno para acercarse. Ryou parecía un pequeño conejo temeroso que saldría corriendo -o saltando- si daba un paso en su dirección —bueno, tu primo nos dijo que habías enfermado, que tenías fiebre o algo así, por lo que pensé en venir a ver cómo estabas... y como las clases estaban extra-aburridas pues, heme aquí —se encogió de hombros inocentemente —pero a mí no me pareces muy enfermo que digamos —le dio un nuevo vistazo de arriba a abajo, Ryou sintió que esa mirada estaba pintada de lujuria y lo desvestía sin vergüenza... ¡y, por Ra que le encantaba!

—Yo, ah, sí, jeje... estoy, yo, bueno —quería darse un golpe, no podía formular nada bien dicho, hasta que repasó las palabras del chico frente a él— ¿Te saltaste las clases para venir a verme? —musitó encantado en lo que daba un par de pasos hacía él, Bakura asintió simplemente pero Ryou agitó la cabeza, estaba perdiendo el hilo de las cosas —espera, esto no está bien... no deberías estar aquí —negó con ambas manos.

Bakura decidió que era momento de acercarse y caminó lentamente hacia él, cuidando que no retrocediera — ¿Por qué? —arqueó una ceja, fingiendo inocencia de la situación — ¿estás sufriendo una trasformación o alguna enfermedad rara de los hanyou? —bromeó, tratando de que se relajara ante él.

Todo lo contrario, Ryou luchaba por aferrarse a la cordura de su mitad humana mientras que su mitad sobrenatural le gritaba que saltara sobre él y se enredaran en un salvaje acto carnal —No, yo... es que, n-no debes acercarte a mi unos días... y-yo, yo e-estoy... —balbuceaba sin poder mirarle a los ojos, por lo que no atinó a retroceder hasta que se dio cuenta de que tenía a Bakura a solo dos pasos y fue demasiado tarde.

El mayor lo sujetó de la cintura fuertemente con ambas manos. Ryou tembló —estás en celo —afirmó.

Las mejillas se le sonrojaron pero no pudo apartar sus ojos de los ajenos ¿lo había descubierto? ¡Qué vergüenza! —...sí —admitió en un suspiro, desviando la mirada —por eso, debes irte, no es bueno que estés cerca de mi cuando estoy así —Ryou se llevó las manos a la cara para cubrirse —no creo poder controlarme más tiempo... no contigo —exclamó, cansado de contenerse.

Bakura tomó con suavidad una de sus manos para descubrir su rostro — ¿yo te gusto? —acercó la mano a su boca y besó el dorso de la misma —antes me pareció oír algo como 'deseo tenerte para mí solo' —evocó sus palabras. Ryou no sabía si enrojecer más o palidecer ¿lo había oído? — ¿por qué no me enseñas lo que pensabas hacer? —le murmuró tentadoramente, llevándose el dedo índice de la mano que acababa de besar, a la boca, lamiéndolo lentamente para después morderlo de forma suave.

Ryou dejó escapar un jadeo, a la mierda la cordura humana, en ese momento sentía que su sangre youkai dominaba más que solo la mitad de su ser — ¿por qué... haces esto? —alcanzó a preguntar, con apenas un hilo de voz.

Bakura lo tomó otra vez de la cintura con firmeza y le dio un suave tirón para juntar sus cuerpos al fin, dejando que Ryou sintiera en su vientre bajo la presión de su erección —porque también te deseo —pasó su lengua lentamente por una de sus orejas de conejo —y quiero satisfacer esas apremiantes necesidades animales que tanto te sofocan, mi lindo y caliente conejito.

Esa fue su respuesta... y fue todo lo que Ryou necesitó para mandar todo lo demás al demonio.

La mandíbula del hanyou cayó unos centímetros a la vez que dejaba salir un ligero vaho caliente con un jadeo atorado en la garganta. Maldita sea si no le fascinaba la forma en que Bakura acababa de hablarle. Llevó ambas manos a las mejillas del más alto y se acercó a él, con los labios palpitando...

—A la mierda el control —con ese susurro presionó sus bocas en un beso candente y necesitado, aceptando la propuesta del mayor de aplacar su celo con él. No le importaba más nada ¡lo deseaba! Lo deseaba como no podrían hacerse una idea y lo quería para él ¡ya!

Bakura respondió hambriento a su beso, correspondiendo como su propia pasión le permitía, movía vorazmente su boca sobre la de Ryou y tragándose varios jadeos en el proceso. Sus lenguas no tardaron en buscarse, enredándose primero dentro de la boca de Bakura hasta que este se impuso y presionó dentro de la cálida cavidad del menor.

—Sabes jodidamente bien —susurró Bakura cuando se separaron para respirar, relamiendo sus labios. Metió sus manos dentro de la playera blanca en busca del contacto con su piel, Ryou dio un respingo —estás ardiendo —expuso preocupado.

Ryou emitió una risilla —es por mi celo ¿creías que el sofocante calor era solo una sensación? —acarició sus mejillas de paso, llevando sus brazos a su cuello para rodearlo —es asfixiante, es doloroso —exclamó. Presionó tenuemente sus garras contra la chaqueta azul del uniforme, pensando que la prenda ya sobraba.

— ¿Te duele? —el hanyou asintió — ¿dónde te duele, Ryou...?

Coqueto, el menor tomó una de las manos de Bakura y la acercó a su rostro, señalando su propia boca; lamió luego los dedos índice y medio para arrastrarlos por su cuello hacía abajo, hacia uno de sus pezones, los cuales se levantaban contra la tela, sonrosados y duros como puntas de lanza. Soltó la mano del mayor cuando estuvo en su vientre, antes siquiera de rozar el borde de su short.

Bakura tragó duro y bajó para buscar sus labios con su boca, enrollando sus lenguas de una manera lasciva, esta vez rodeó la cintura del hanyou por completo y lo levantó ligeramente del piso, obteniendo una letal caricia de los afilados colmillos felinos contra su labio inferior.

— ¿eso ayuda? —preguntó con tentativa voz ronca.

—Sí —jadeo acalorado. Confiando en el agarre de Bakura, trató de jalar la chaqueta para que el mayor supiera que quería quitársela —te necesito, sólo tú puedes calmar este dolor que me tortura... sólo tú puedes aliviar este calor que me agobia —Ryou besó el cuello de Bakura del lado izquierdo, succionando la piel para dejar una marca —ya no puedo luchar contra este deseo que siento por ti.

—No lo hagas —Bakura jadeó al sentir aquello —estaré encantado de complacerte, mi hermoso conejito —lo afianzó mejor entre sus brazos y caminó con él hasta la cama. Hincó una de sus rodillas en el suave colchón que se hundió un poco a su paso y se inclinó para dejar a Ryou tendido en el lecho.

—Quítatela —tironeó de la chaqueta.

—A tus órdenes —Bakura llevó las manos hacia su espalda y jaló las mangas hasta sacarla por sus brazos, quedando en una playera gris de manga corta — ¿sabes lo sexy que te ves con esa ropa? —Bakura bajó el cuerpo para aprisionar a Ryou contra el colchón, siendo bien recibido entre los brazos del menor — ¿la usas sólo para provocar?

Al hanyou se le escapó una risilla —lo llevó por el calor, y no, se supone que nadie más pisaría esta casa mientras esté en celo por lo que no intento provocar a nadie —rodó los ojos.

—Pues a mí me provoca arrancártela —le tomó del mentón, confrontando ambos ojos castaños, de diferentes tonos.

—Es idea no me molesta —nuevamente buscó con desespero sus labios, Bakura suspiró contra su boca, jugueteando con aquella lengua traviesa que se movía al mismo compás y con la misma vitalidad que la de él. Sentía que su cuerpo empezaba a arder de manera similar al de Ryou y ese abrazo tan cerrado en que ambos se enredaban le fascinaba, todo era como un sueño, un sueño ardientemente real del que no deseaba despertar —ven aquí —Ryou se separó para permitirles tomar aire aun cuando él tenía mayor resistencia en eso. Tomó el borde de la playera y la arrastró hacia arriba, acariciando el torso de Bakura de paso; gustoso, el mayor levantó los brazos para que el hanyou pudiera sacarle la prenda y arrojarla al suelo, a hacerle compañía a la chaqueta —wow —Ryou tragó en seco al pasear libremente su vista por el pecho desnudo de su amante.

Bakura pintó una sonrisa arrogante en sus labios, luego tembló al sentir el ligero toque afilado de las garras de Ryou bajando por su abdomen, se veían tan peligrosas pero le dejaban un agradable cosquilleo a su paso. Los besos en su cuello le provocaron cerrar los ojos con fuerza y ahogar un ronco jadeo de placer.

¡No! Se regañó, primero estaba el placer de Ryou antes que el suyo.

Deseaba complacer a su lindo chico, demostrarle que era el único que podría satisfacerlo como deseaba, dejarle en claro que su piel sólo podía sollozar por la suya y que él acudiría a su llamado cuando fuese, dispuesto a hacerlo suyo. Porque Ryou iba a ser suyo, Ryou era suyo, desde el momento en que admitió que lo necesitaba, que lo deseaba, que sus instintos clamaban por él... No, desde que lo había besado por primera vez en aquella isla.

Ryou era suyo... y él sería su compañero.

Además, ya extrañaba que esa sortija colgara de su pecho.

—Quieto, usagi travieso —lo apresó una vez más entre el colchón y su cuerpo con una embestida contenida.

—Me pides imposibles —Ryou jadeó al sentir el empuje de su cuerpo —reboso de energía... Mghhh, otra vez —suplicó, separando más sus piernas para que Bakura se acomodara mejor.

— ¿Te gusta eso? —Bakura tomó ambas muñecas de Ryou por sobre su cabeza con una de sus manos, mientras volvía a empujar sus caderas contra él un par de veces más.

Purrrr sí —gimió el menor, usando su larga cola blanca para envolver la cintura de Bakura y presionarlo contra sí.

— ¿me engañan mis oídos o acabas de ronronear? —preguntó con una sonrisa, arqueando una ceja.

Ryou se sonrojó —recuerda que soy en parte neko —aludió —lo siento.

—No te disculpes, es adorable —Bakura besó su mejilla, empezando un camino de besos por su mentón, su garganta y su cuello —y los gatitos son muy de lamidas ¿no? —Bakura le dedicó algunos lengüetazos a su cuello, haciendo que Ryou se retorciera y gimiera de gusto.

—Mmmm ¡Ah! Así... e-eso se siente muy bien —gimoteó, la lengua de Bakura aplacaba el ardor intenso de su piel como si nada, cuando ni el hielo había logrado calmarlo —sigue —suplicó.

Mientras atendía dulcemente su cuello, Bakura llevó su mano libre dentro de la playera para subirla lentamente a la vez que acariciaba la cálida piel erizada —ven aquí, conejito, esto ya sobra —soltó sus manos para poder tomar la playera, arrodillándose para sacarla por sus brazos y cabeza, mandándola al piso junto con su ropa —eso está mejor, eres tan lindo —aduló Bakura hasta que se distrajo, viendo un tazón con cubitos de hielo y un trapo; con curiosidad estiró una mano para coger un poco de hielo — ¿Qué hacías con esto? —preguntó, pero Ryou, apenado, no dijo nada —oh, Ryou ¿tanto calor tenías? —el menor asintió.

Bakura se llevó el trozo de hielo a los labios y lo sostuvo ahí, luego se inclinó cerca la boca de Ryou, quien lamió el cubito, dejando que un poco de agua se derritiera sobre sus labios. El mayor deslizó el hielo por su cuello y pecho, tomándose el tiempo de bordear ambos pezones, antes de toquetearlos ligeramente, tampoco quería irritar la sensible piel.

—Mghhh... frío —murmuró sorprendido, antes el hielo no le había provocado ni frescor y ahora, con Bakura, le hacía estremecer.

Bakura bajó por su vientre plano, finalmente dejó que el -ahora pequeño- hielo terminara de deshacerse en el ombligo del hanyou.

—Oww, no... quí-quítalo —tembló Ryou.

— ¿No decías que tenías calor? Eso te ayudara un poco, sólo deja que se derrita —le respondió con algo de burla.

Ryou hizo un tierno puchero —que malo eres.

Bakura jaló ese labio entre sus dientes —lo sé —recorrió con su lengua el camino de agua que había dejado antes, lamió su cuello y bajó entre mordiscos suaves hasta que dio con sus pezones, besó y lamió el derecho como si fuera un dulce mientras el otro era atendido por su mano.

—Ummh, ahhh sí —Ryou arqueó el cuerpo todo lo que pudo, restregando suavemente sus caderas contra las del mayor —ahhh Bakura —jadeó de deleite.

—Eso es Ryou —murmuró, besando el centro de su pecho —di mi nombre —besó más abajo —es el único que debes gemir —ondeó su lengua en el ombligo, recogiendo las pocas gotitas que se habían acumulado allí.

Bakurrrra —ronroneó suplicante.

Los ojos de ambos centellearon cuando Bakura desabotonó su pequeño short —te dije que me daban ganas de arrancarte la ropa —tomó el borde frontal entre sus dientes y los laterales con sus manos para deslizarlo lentamente por sus piernas, acariciando de paso sus muslos y haciéndolo temblar por el contacto fugaz. Cuando llegó hasta las rodillas apartó la boca y terminó de sacarlo con las manos, para su sorpresa, el menor no llevaba nada debajo.

Aprovechando que aún le tenía las piernas sujetas las levantó en el aire, a lo que la cola de Ryou reaccionó rápidamente para cubrir su zona privada. Bakura no le tomó importancia y empezó un camino de besos por la parte posterior de sus rodillas y muslos, separando lentamente las piernas a la vez que bajaba cada vez más hacia el centro de su cuerpo.

Finalmente dejó reposar cada pierna sobre sus hombros y se inclinó sobre la ingle del menor, dejando besos a los lados de su cadera y cerca de su ombligo.

Ryou lo miró desde su posición en la cama: su cabello estaba revuelto sobre las sabanas azul petróleo, sus orejas se movían nerviosamente y retorcía las sabanas entre sus manos de manera tal que no se explicaba cómo es que la tela aun no sucumbía bajo sus garras.

—Bakura... no tienes que-

—Dime Ryou ¿también te duele aquí? —bordeó con su lengua el pequeño ombligo, serpenteando tentativamente hacia abajo.

— ¡Mmm~nya! ¡Sí! —cerró los ojos con fuerza, temblando de anticipación.

—Deja que me encargue, entonces —murmuró, antes de plantar un pequeño beso en el glande para luego deslizar su lengua por toda su extensión. Lo acarició con parsimonia, de forma suave y lenta para que se relajara mientras buscaba su mano sobre las sabanas para entrelazarla con la propia — ¿por qué estás tan inquieto, Ryou? Prometo que no te haré daño.

Sonrojado, Ryou llevó su mano libre, empuñada, al lado de su mejilla —n-no, no es eso —negó reiteradamente —sé que no me lastimarías, eso sólo...

— ¿Qué, mi conejito? —le miró cálidamente, tratando de calmarlo.

Ryou entrecerró los ojos de pena —es-es la primera vez que ha-ago algo así con alguien —explicó dubitativo.

Bakura sonrió conmovido — ¿te cuento algo? —bajó la voz, como si se tratase de un secreto —yo tampoco lo he hecho con nadie —le guiñó un ojo, confidente.

Ryou se sorprendió un poco — ¿en serio?... ¿n-ni con una chica? —Bakura negó con la cabeza.

¿Él sería su primera vez? Ryou se sonrojó esta vez de una forma diferente, se sentía algo emocionado, le ofreció a Bakura una hermosa sonrisa que incluso le provocó a este un sonrojo.

—Así que sólo relájate ¿de acuerdo? —Ryou asintió, tratando de relajar el cuerpo, pero pronto se tensó de una forma diferente cuando Bakura bajó la cabeza y cubrió su miembro con su boca.

Ryou trató de evitar que sus caderas se mecieran sin su permiso pero era un movimiento instintivo, su cola en cambio se balanceaba de un lado a otro sin control, sus orejas temblaban al ritmo en que su cuerpo se arqueaba por el placer y su cabeza empezó a moverse de lado a lado, los ojos se le cerraron y no podía acallar sus jadeos.

Esa.Era.La.Puta.Gloria.

Si bien alguna vez, en sus fechas de celo previas, se había masturbado, realmente no había ni punto de comparación con nada del alivio que Bakura le había estado proporcionando desde el primer momento ¿significaba eso que él era el indicado?

—Ba-Bakura —gimoteó cuando el mayor, además, llevó su mano a acariciar la base de su miembro al ritmo que su boca ya había impuesto. Ryou llevó una mano al rebelde cabello plata, acariciándolo con sus garras —a-apartate... y-yo... ahhh, no puedo ¡más! —chilló la última palabra cuando sintió el orgasmo estallar en su cuerpo.

Más por la presión de la pequeña mano que por voluntad propia Bakura apartó la cabeza en el momento justo, el semen de Ryou manchó parte de su pecho, era espeso y cálido.

Ryou dejó que su cuerpo entero reposara agitado sobre la cama, Bakura bajó las piernas de sus hombros suavemente, observando satisfecho el resultado de sus atenciones. La piel de Ryou estaba notablemente menos caliente, casi a una temperatura normal.

—Lo siento —cuando hubo recuperado el aliento Ryou estiró una mano para tomar el pañuelo que reposaba en la mesita de noche y limpió con él el pecho de Bakura.

—Deja de disculparte, no me molesta —le regañó, subiendo para cubrirlo nuevamente con su cuerpo — ¿qué tal estuvo eso? —recostó su frente contra la de él, dejando sus rostros a la misma altura.

— ¿Es necesario que lo diga? —respondió ronroneante, con una sonrisa.

— ¿Satisfecho, mi conejito?

Bakura abrió grande los ojos cuando Ryou negó con la cabeza pero mayor fue su sorpresa cuando lo tomó de los hombros y le hizo rodar sobre la gran cama para luego sentarse a horcajadas suyas, permitiéndole sentarse a su par.

—Claro que no estoy satisfecho —se sentó por completó sobre su regazo y acercó sus rostros, coqueto —pero me has dado un enorme alivio y ahora me toca devolverte el favor —lamió lentamente su mejilla izquierda y luego el lóbulo de su oreja —vas a descubrir que tan salvaje puede llegar a ser el sexo con un hanyou en celo, así que disfrútalo mi querido Bakura.

Bakura tembló de anticipación ante la promesa impresa en su voz y en el centellear de sus ojos.

Ryou deslizó sus garras por las mejillas de Bakura hacia abajo, disfrutando con una sonrisa coqueta como se erizaba la piel. Deslizó luego su lengua por la mejilla izquierda hacia su oreja mientras sus garras seguían bajando por su cuello hasta sus hombros y se concentró en lamer y mordisquear el lóbulo de su oreja.

Bakura exhaló pesadamente ante las caricias y se negó a mover sus manos de las caderas de Ryou para dejarle que el menor hiciera lo que quisiera con él. No pudo no estremecerse cuando la boca del hanyou se entretuvo en su cuello y se le escapó un jadeo cuando sintió el filo de sus colmillos presionar su piel repetidas veces, deteniéndose siempre antes de perforar la zona; la presión le adormecía tenuemente la piel para que luego la cálida lengua le hiciera hervir la sangre.

La presión en su pantalón empezaba a incomodarle.

Mientras sus manos paseaban ahora por el torso expuesto Ryou miró con orgullo la zona enrojecida en el cuello de Bakura "allí reposará mi marca" le sorprendió su propio pensamiento y se mordió el labio inferior, apretándolo con su colmillo de forma inconsciente, pero la vista de eso hizo tragar en seco a Bakura.

—No hagas eso, conejito —murmuró el mayor.

— ¿eh?

Bakura lo tomó del mentón y le acarició el labio inferior con el pulgar —no te muerdas el labio, me tientas demasiado.

Sonrojado, Ryou rio por lo bajo de forma coqueta y luego abrió los labios, atrayendo el dedo pulgar de Bakura al interior de su boca, lamiendo y succionándolo lentamente mientras sus manos se deslizaban por el fuerte abdomen, algo marcado, buscando el cierre de su pantalón.

Bakura no pudo evitar que su mandíbula cayera unos centímetros, Ryou era un provocador total. Se estremeció cuando las traviesas manos dieron con el borde del pantalón de su uniforme, el hanyou palpó el contorno de su miembro con la mano derecha ahogando un jadeo al sentir su tamaño y lo duro que estaba. Pensó que seguramente la presión ya le era dolorosa así que soltó el botón y bajó el cierre, jalando la prenda lo suficiente para dejar al descubierto un bóxer negro. Bakura se sacó los zapatos a patadas.

Ryou se tomó un momento para verlo a los ojos mientras succionaba de forma más lenta su dedo hasta sacarlo de su boca, dejando de por medio un pequeño hilito de saliva, se relamió los labios con descaro y luego retrocedió un poco a gatas, inclinando el torso lo justo para dejar su rostro frente a su entrepierna, dejó sus caderas levantadas resaltando su cola cuya punta estaba entorchada y se ondeaba de lado a lado.

Parecía un gato cazando.

— ¿El minino quiere jugar acaso? —logro decir, luego de quedarse prendado antes semejante estampa.

Ryou mostró una sonrisa, digna de un felino —los gatos somos juguetones y los conejos inquietos.

—En ese caso, creo que me he sacado la lotería contigo.

Ryou entrecerró los ojos —puedes ser muy arrogante cuando quieres ¿lo sabías? —sin dejarle contestar centró su atención en la prenda negra, a la que bajó para tomar el borde con sus dientes perfectamente, sin rozar siquiera la piel, y la jaló hacia abajó, hasta sus muslos.

El mayor hizo amago de inclinarse para sacarse lo que restaba de ropa pero Ryou no lo dejó moverse. Besó su abdomen, por debajo del ombligo, finalmente llevó su boca al miembro de Bakura, dando una primera lamida a modo de prueba —Mghhh... Ryou, ahh —sus orejas se sacudieron al oír el bajo gemido con su nombre.

Le encantó y quería oír más.

Dejó que su lengua delineara cada contorno y jugueteara a placer. Bakura pensó entre la bruma de su mente, que realmente parecía un gato acicalando.

Justo cuando sentía que no iba a resistir más, Ryou se detuvo y levantó el cuerpo, iba preguntar qué sucedía cuando sintió como su cuerpo buscaba apegarse al suyo y se dio cuenta de que su piel volvía a estar peligrosamente caliente, se reprendió mentalmente por no haber estado más pendiente de él.

—Ryou —lo llamó en un cálido susurro, rodeándole la cintura con los brazos para atraerlo más hacia sí. Sintió la cabeza del hanyou ahuecarse bajó su mentón, hacia su hombro izquierdo y removerse en ese lugar mimosamente mientras se sentaba de nuevo a horcajadas suyas, esta vez ya sin prendas de por medio sus pieles entraron en contacto de forma deliciosa.

—Ba-Bakura —jadeó el menor —yo... yo.

Bakura le tomó el rostro para levantarlo y juntó sus labios fervientemente mientras acariciaba de forma suave sus piernas, subiendo hasta acunar sus glúteos en ambas manos, propiciando un roce suave entre ambos.

— ¿También te duele aquí, mi conejito? —llevó un dedo entre medio de sus muslos para prepararlo un poco, pero se llevó una sorpresa al descubrir un ligera humedad que manaba desde su interior — ¿Eh? ¿Estás mojado, pequeño?

Ryou enrojeció un poco —uhm —asintió —los hanyou que estamos destinados a un compañero macho nacemos con esa, digamos, pequeña ventaja —explicó apenado —en realidad, las relaciones entre individuos del mismo sexo son más naturales de lo que la mayoría de humanos creen.

—Eso facilita un poco más las cosas, mi dulce conejito —Bakura apresó con delicadeza una de las orejas de conejo entre sus labios y Ryou maulló de placer. El mayor le acomodó las caderas sobre las suyas — ¿listo?

Ryou asintió, rodeando el cuello de Bakura con ambos brazos, dejando que sus manos le guiaran. Se tensó débilmente cuando sintió que aquella punta roma presionó contra su entrada.

—Mírame —Bakura lo tomó del mentón —eres mío —dijo con toda la posesividad del caso antes de tomar sus labios rudamente, a la vez que Ryou bajó, sintiendo como el miembro de Bakura empezaba a profanar su entrada.

— ¡Mghhhh! —Ryou ahogó un gemido en la boca de su amante, la intromisión era cuidadosa, Bakura procuraba no lastimarlo, como había prometido y lo apreciaba pero... ¡demonios! Él necesitaba más —Bakura... por favor.

—Dímelo Ryou ¿qué necesitas? —murmuró a su oreja, repartiendo dulces besos sobre el aterciopelado pelaje blanco.

El menor se estremeció, en otras circunstancias hasta se atrevería a tratar de voltearle el juego pero en ese momento su mente no funcionaba correctamente —Te necesito dentro, ahora —Ryou hizo presión, bajando las caderas para adentrarlo más —...fuerte... y rápido — ¡oh por los Dioses! ¿Cómo era que ni siquiera lograba sonrojarse al decir esas cosas? ¡Maldito celo!

Ryou cerró los ojos y Bakura no lo resistió más, le apretó las caderas con ambas manos lo empujó hacia abajo, juntando definitivamente sus cuerpos.

El hanyou arqueó la espalda en una curva perfecta, echando la cabeza hacia atrás mientras sus piernas se tensaron alrededor de las caderas del mayor, su cuerpo temblaba ligeramente; el dolor estaba ahí, más como una ligera incomodidad por el repentino estirón de sus músculos internos, pero era sobrepasado por el placer de ser uno con su amante, el alivio que a su febril cuerpo en celo representaba consumar aquel acto tan natural y necesario para su instinto.

Bakura ahogó un gruñido de puro placer al sentirse cobijado en el interior de Ryou, nunca había sentido nada ni remotamente parecido, estar dentro de él era el puñetero paraíso. Podía sentir la ligera humedad en sus estrechas paredes cubriéndolo de una forma que solo podía definir como exquisita y, aparentemente, todo el calor de su cuerpo parecía haberse concentrado específicamente en ese punto; casi podía sentir su miembro derretirse dentro de tan acogedora cavidad.

—Ryou —lo llamó en un jadeo, retirando una mano de su cuello para entrelazar sus dedos — ¿estás bien? —su corazón estaba desbocado, le costaba respirar con normalidad a causa del placer, pero aun así, lo más importante era el dulce chico sobre él.

Ryou se permitió una sonrisa, acomodando su frente contra la de Bakura —ahora lo estoy —con esa sencilla respuesta empezó a botar ligeramente, clavando sus rodillas en colchón para impulsar sus caderas arriba y abajo. Se esforzó en no cerrar los ojos solo para deleitarse con la expresión de Bakura. El mayor tensó la mandíbula al sentirse dentro y fuera de aquella cavidad repetidas veces; llevó su mano hacia atrás para apoyarse y levantar sus caderas de forma instintiva, correspondiendo los movimientos de Ryou mientras sus jadeos empezaban a ser incontenibles.

A Ryou le encantó verlo, su expresión despertaba aún más su lado animal, orgulloso de complacer a su macho. Apretó un poco más sus manos unidas para llamar su atención, Bakura abrió sus ojos en respuesta y se deleitó con la sensual expresión de Ryou quien, con su otra mano en la nuca, le jaló a un fogoso beso. El jugueteo de sus lenguas, las succiones y mordidas de labios solo provocaron que sus caderas empezaran a mecerse con más fuerza y rapidez, en un compás único en el que sus cuerpos se sincronizaban de manera natural.

Cuando Ryou sintió aquella deliciosa presión acumularse en sus caderas se permitió levantar un poco el rostro hacia el cielo, mordiéndose el labio inferior casi al punto de clavarse los colmillos y sus caderas se bambolearon de forma más fluida. Bakura observó encantando la forma tan libre, tan desinhibida y tan salvaje de recibir y saborear el placer que ambos estábamos generando, juntos.

Se soltaron las manos. Bakura se apoyó mejor con ambas en la cama y sus embates se tornaron aún más fuertes, Ryou gimió alto, podía escuchar perfectamente el sonido de sus cuerpos al chocar y era condenadamente erótico. El hanyou, por mientras, llevó sus manos al pecho de su amante, acariciándolo entre los botes que daba su cuerpo sobre él.

— ¿Te gusta... Bakura? ¿Estar dentro de mí se siente bien? —preguntó a duras penas entre sus jadeos ahogados.

— ¿Bien? —repitió casi con burla —mi Ryou, eres tan estrecho, tan caliente... nuestros cuerpos encajan perfectamente —se inclinó a chupar suavemente su labio inferior. El menor se sintió temblar al escuchar ese 'mi' —haces que delire de placer.

Ryou sonrió, orgulloso de oír aquello, y se acercó más a él, reduciendo al mínimo el espacio entre sus cuerpos —no puedo más... siento que voy a estallar de placer —le murmuró al oído entre pequeños besos para luego bajar hacia su cuello, repasando el chupetón rojizo que antes había dibujado en el lado izquierdo, con sus labios y lengua.

Bakura gimió-gruñó con más fuerza, él también se sentía al límite, no podía soportar más —me aprietas tan bien... Ryou, voy a correrme —le avisó.

—Hazlo, no hay problema... quiero sentirte llenarme —le dijo deliberadamente, sin apartarse de su cuello.

—Mírame, conejito —le acarició la mejilla para que levantara la mirada.

Ryou se forzó a sí mismo a abandonar su cuello, aquellos fuertes instintos que lo habían guiado todo el rato le indicaban que se quedara allí, pero no podía ignorar el llamado de su macho. Apenas movió el rostro Bakura le recibió con un beso, sorprendiéndose luego con la estampa que encontró: los ojos color caoba de Ryou casi brillaban mezclándose con un tóxico tono esmeralda. Esa mirada salvaje le provocó escalofríos.

— ¡Arghhh Ryou! —gimió, sentía en su espalda la necesidad de arquearse ante las súbitas oleadas de placer.

Justo en ese momento, Ryou lo empujó impetuosamente por el pecho contra la cama y enterró su rostro de vuelta a su cuello mientras no dejaba de mover sus caderas. El orgasmo nació primero en el cuerpo de Bakura, quien no contuvo el ronco gemido de éxtasis que escapó de su garganta, apretando contra sí la perfecta figura de Ryou al tener ya sus brazos libres; las descargas de su semen bañando la próstata del menor desencadenaron su clímax. Ryou maulló y gritó ante tan deliciosa, ansiada y necesaria liberación por la que tanto quemaba su cuerpo; movió su rostro lo suficiente como para encajar sus colmillos en la almohada bajo la cabeza de Bakura, conteniéndose así de hacerlo en su cuello como su sangre sobrenatural en ebullición le dictaba, mientras su propia esencia se derramaba entre los vientres de ambos y una menor cantidad de humedad explotaba en su interior, mezclándose con el semen de su amante.

...

Luego de semejante liberación dejaron a sus cuerpos reposar en la cama, aunque Ryou no se permitió moverse, Bakura cargó gustoso el suave peso de su cuerpo sobre el suyo; notó entre la bruma de su consciencia que al fin Ryou parecía tener una temperatura mínimamente normal.

— ¿Ryou? —le llamó quedadamente, el hanyou lo comparó con el sonido de una mascota que buscaba ser mimado.

—Eso.... Eso ha sido... —murmuró entre respiraciones profundas, levantando apenas la cabeza luego de liberar la almohada de su férrea mordida.

—Lo sé... increíble —antes de mirarlo, Ryou adivinó la sonrisa en sus labios con solo oírle.

Bakura desvió la mirada a su lado, notando perfectamente las perforaciones en la almohada —uhh, vaya mordisco ¿qué te hizo el pobre cojín? —rio quedadamente, deslizando de forma perezosa sus manos por la cintura y caderas del chico sobre él.

El hanyou le respondió con una pequeña sonrisa ladina —sino era eso te hubiese mordido el cuello.

El mayor arqueó una ceja al oírlo de forma pícara — ¿ah sí? —se dio cuenta de que el destello esmeralda que había visto en sus ojos había desaparecido por completo.

Ryou paseó sus garras, que ya no estaban tan largas, sobre el lado izquierdo del cuello de Bakura, precisamente sobre el chupetón rojizo —por suerte, me contuve a tiempo... antes de marcarte —comentó en un susurro.

— ¿Marcarme? —frunció su tez en confusión.

—Los hanyou marcamos a nuestros compañeros en el cuello —Bakura parpadeó, asimilando aquello y, con algo de miedo, miró de nuevo las feroces perforaciones en el cojín y tragó duro. Ryou luchó por no reír al olfatear su temor —no te preocupes, te prometo que no duele —presionó con sus dedos índice y medio en un punto específico —justo aquí, una zona libre de venas y tendones, es donde reposa nuestra marca —miró la zona con ojos nublados.

Bakura tragó en seco — ¿por qué no lo hiciste entonces?

Ryou lo miró directo a los ojos —porque no eres mi compañero —expuso con sencillez.

Bakura sintió que se le clavaban una daga caliente en el pecho. La respiración se le fue por unos instantes, incluso sintió como su ritmo cardiaco disminuía.

— ¿Qué...?

Continuará...

                  

Notas finales:

Os amo, espero sus gritos y amenazas de muerte xD


Aunque deberían amarme ¡y mucho! estuve a punto de cortar el cap despues de que Bakura se colara en el cuarto de Ryou pero fui buena y les metí el lemmon enseguida 7u7


Pronto más 


Ja ne~nya!


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